Un Nube Negra en el Horizonte

Pas� como una semana solamente yendo al club, pero sin
atender ning�n cliente, Felipe no quer�a forzar mi lastimado sexo. Yo se lo
agradec�a much�simo, no saben cu�nto. Durante todo ese tiempo las cosas iban
normales en mi casa, vi a mi esposo una vez, apenas si medio platicamos de algo,
�ramos como 2 extra�os, fue muy inc�modo, la verdad. Y fue doloroso adem�s, m�s
que nunca estaba convencida que meterme en este mundo hab�a suido un terrible
error, que poco a poco me alej� y distanci� del ser que m�s yo amaba en la vida.

Pero bueno, ya de nada me serv�a quejarme, lo mejor era hacer
algo, pero �qu� y c�mo? En el fondo, por mucho que dijera lo contrario, se una
ramera me gustaba y excitaba mucho, y temblaba ante la sola posibilidad de
haberme hecho adicta a ello.

Por otro lado, en la casa las cosas no estaban del todo bien
tampoco, era como si una nube oscura comenzara a pasearse sobre mi cabeza,
burl�ndose, acech�ndome.

La verdad es que ella si estaba rara, como ausente e ida�
pero bueno, talvez no era nada en realidad. Pero a mi se me meti� una espinita
en el cerebro, pues regresaron a mi las im�genes de la terrible cogida que Orel
y sus compa�eros le hab�an dado. Afortunadamente solo estuvieron en el hotel 2
d�as y yo logr� esconderme de todos ellos. Pero de todas maneras hab�a algo
all�. Carmela no parec�a disfrutar del todo aquella cogida, y al final sali� de
all�, en brazos del negro y llorando a mares, �qu� pas�?, �la lastim� u ocurri�
algo peor?

Pero bueno, no ten�a tiempo para detenerme a pensar en ello,
as� que sal� camino a mi trabajo. all� me recibi� el amable de Felipe,
pregunt�ndome que c�mo segu�a.

Pues bien, me dirig� a la habitaci�n que ten�a asignada y me
prepar�. Me puse un atuendo elegante y sexy, sin llegar a ser escandaloso, si
era una pareja primeriza, seguro que ser�an muy t�midos y no quer�a asustarlos
pareciendo una grand�sima puta� muy distinto era el hecho que en verdad lo era.
Y tuve raz�n, pues en cuanto aparecieron advert� que se trataba de una pareja
conservadora que buscaba nuevas experiencias.

Ambos eran de muy buen ver, el apuesto y ella muy bonita, muy
elegantes con ropa casual de marca. Me saludaron con mucha amabilidad, aunque
algo chiviados. Felipe se despidi� de ellos muy cordialmente, dici�ndoles "los
dejo en muy buenas manos". Los hice sentar en un sof� mientras yo estaba frente
a ellos sobre la cama, comenzamos a conversar.

Alma, mientras nos dirig�amos a la cama, me contaba (le
herv�a la boca, se notaba bastante nerviosa) que aquello lo hab�a decidido
durante una cena, en una reuni�n con sus amigos m�s �ntimos. Ese d�a falt� una
pareja, de la que solo lleg� la esposa, quien, en medio de una profuso y
doloroso llanto, anunci� que su esposo la hab�a abandonado, pues luego de 10
a�os de matrimonio, ya se hab�an cansado de sostener por la fuerza lo suyo.

A ra�z de eso, Alma y Braulio cayeron en la cuenta que lo
mismo les pasaba a ellos, que hab�an ca�do en una rutina dura y fr�a que nos los
dejaba avanzar en su amor ni crecer como personas. Y, gracias a la confianza que
se tienen, platicaron y se compartieron sus fantas�as m�s escondidas,
coincidiendo en lo del tr�o. As�, ellos esperaban recuperar la fantas�a y la
magia.

Para mi tambi�n era una novedad, ya hab�a estado con mujeres
antes, y en tr�os de todo tipo, pero nunca con una pareja casada y estable,
ellos bien podr�an ser las personas m�s normales con quienes habr� estado.

En el cuarto ten�a una botella de champa�a que Felipe llev� y
brindamos con ella, "por un nuevo inicio en la pareja", dijeron. Luego,
empezamos todo� yo fui la primera en despojarse de la ropa, vest�a un juego de
lencer�a muy sensual, negra, debajo de una bata de seda celeste. Los dos se
quedaron mir�ndome fijamente, estudiando mi cuerpo delgado y esbelto, apenas
cubierto por esas prendas peque��simas. Ninguno atinaba a moverse o a hacer
algo.

Alma comenz� a desvestirse, lenta, dubitativa al principio,
pero conforme iba tomando m�s confianza termin� de hacerlo r�pidamente. Dej� su
ropa en una silla quedando cubierta apenas por sus interiores, de color violeta,
que se ce��an a la perfecci�n a su espectacular cuerpo de mujer, de senos
grandes y redondos, caderas suaves y plenas, y una entrepierna con un monte de
venus elevado. Era m�s alta que yo, casi me sacaba una cabeza.

Se acerc� a mi y comenz� a pasar suavemente sus manos por mi
rostro, mis hombros, mi cuello. Al llegar a mis senos se detuvo, me mir� a los
ojos esperando mi aprobaci�n y me los acaricio de una forma que he descubierto,
solo las mujeres saben, ning�n hombre sabe tocar igual� bueno muy pocos, mi
cu�ado por ejemplo, pero ah� me estoy saliendo totalmente del tema. Alma lo
hac�a suavemente, con lentitud, apenas rozaba mis pechos con las yemas de los
dedos, pas�ndolos por todo lo largo del borde del brasier.

Ella me ve�a como una ni�a entusiasmada y nerviosa, como con
temor a quebrarme. Senos y sus dedos se dirigieron a los pezones, que en un
instante se irguieron llevados a su m�xima expresi�n por experta caricia.

Yo hice lo mismo, en la misma forma, solo que yo ten�a mucha
m�s superficie que tocar y acariciar. Pronto nos encontraron muy juntas, en un
contacto tan �ntimo que nuestros bustos casi quedaban pegados, recorri�ndonos
los cuerpos sin dejar un solo resquicio sin visitar. Y de repente, sin
propon�rnoslo, nuestros labios quedaron frente a frente, y nos terminamos
fundiendo en un beso largo y profundo, t�mido y muy suave al principio, pero
luego fuerte y apasionado. Al separarnos vimos a Braulio, excitado, con los ojos
bien abiertos y sin poder dar cr�dito a lo que ve�a.

Nos separamos un poco y comenzamos a desnudarnos, con una
gran sensualidad dej� caer mi sost�n y mi tanga al suelo, Alma hizo otro poco
pero m�s torpemente, era comprensible, era la primera vez que se desnudaba
frente a otra mujer.

Volvimos a pegarnos, nuestro senos se estrujaban, los m�os,
peque�itos y perfectos, desparec�an bajo los de ella, mucho m�s grandes y
carnosos. Ella me tom� de la cabeza y me comenz� a besar con fuerza, sin poder
parar, dej�ndose llevar por el deseo y el placer. Yo rode� su cintura y le
correspond� el beso, meti�ndole la lengua hasta el fondo. Acarici� sus nalgas y
las roc� con las u�as con suavidad.

Me separ� un poco para poder tocarla nuevamente. Las 2
volvimos a pasar nuestras manos por la desnudez de la otra, por cada cent�metro
de nuestros cuerpos. Y cuando llegamos a nuestras respectivas entrepiernas,
sometimos nuestros cl�toris a una dulce tortura que casi nos lleva al paroxismo.
Descubr� que nadie sabe como acariciar esa parte mejor que nosotras, las mismas
mujeres.

No me di cuenta de cuando fue que terminamos en la cama,
acostadas una sobre la otra (yo estaba abajo, bes�ndonos, chiche contra chiche,
frot�ndonos con movimientos ondulantes. Nos olvidamos de mundo ante tan poderosa
calentura que nos hab�a invadido, nos hab�amos olvidado hasta de Braulio, que
segu�a paralizado viendo el fuego que su amada esposa y esa linda prostituta
hab�an encendido.

Nuestros labios se separaron y comenzaron a recorrer nuestros
cuerpos. Ella, como estaba encima, se aferr� a mis senos mientras yo la
acariciaba y jugaba con sus cabellos casta�os. Vi como Braulio se iba despojando
de su ropa, lleg� ya desnudo y se puso detr�s de su mujer, toc�ndole las nalgas,
amas�ndolas.

Se coloc� sobre el cuerpo de su mujer, en medio de sus
piernas, que ya hab�a bajado hasta la altura de mi sexo y empezaba a darle
lamidas cortas y t�midas. El ingres� a su cuerpo sin problemas, pues la mujer ya
estaba muy mojada. Y mientras la pose�a, la tomaba del pelo zambull�ndola m�s a
fondo entre mi ardiente sexo, que palpitaba a cada nueva lamida.

Braulio agarr� aviada y se cogi� con fuerza a su esposa, que
gem�a y gem�a con su lengua metida en medio de mis labios mayores, mientras
torturaba dulcemente mi cl�toris con los dientes y los labios, �qu� sensaci�n
tan incre�ble! Cada embate de su miembro hund�a un poco m�s la cara de su mujer
adentro de mi, y en un momento dado, vi que la ten�a sujetada de los brazos para
tomar m�s fuerza, el tipo estaba como fuera de si, ella tambi�n.

Por primera vez llegu� al orgasmo antes que mi amante. Y como
normalmente me pasa, casi me desmayo. Aun o� a la se�ora gritar por acci�n de su
propio cl�max, al que su marido se uni� poco despu�s. Quedamos tirados sobre la
cama, respirando hondo y muy relajados.

Claro que seguimos, a ellos les gust� tanto todo eso que
hicimos que terminaron pagando bastante tiempo extra, pero vali� la pena� pero
eso, se los cuento otro d�a, hasta la pr�xima.

La sesi�n de sexo caliente continu�, escuch� a Braulio
susurrarle cosas al o�do a su esposa, y besarle el cuello y la espalda. Ella se
volvi� a calentar y se comenz� a frotar contra su cuerpo, que estaba detr�s de
ella. "Quiero estar en medio" musit�, y, pasando sobre el cuerpo de su esposa,
se meti� en medio de nosotras 2.

All� tuvo dos pares de manos para acariciarlo, Alma a su
izquierda y yo a su derecha, lo bes�bamos y lam�amos, al mismo tiempo que
acarici�bamos cada rinc�n de cu cuerpo. �El sue�o de todo hombre, estar en medio
de 2 bellas mujeres como nosotras! A veces las 2 nos encontr�bamos con nuestras
bocas tratando de besar la del hombre, y terminamos ensartados en besos triples
varias veces.

Braulio era un tipo guapo, bien hecho, por su f�sico, nervudo
y fuerte, se notaba que practicaba ejercicios regularmente. Adem�s, ten�a unos
ojos azules y una sonrisa de ni�o que, sumado a su personalidad atrayente y
forma de ser agradable, lo convert�an en un papasote.

Baj� mi mano y, suave y alternadamente, acarici� sus
test�culos y su pene, mientras la lengua de su esposa recorr�a su vientre y su
pecho. Pronto ocup� su miembro, protestando por el sabor que ten�a.

Baj� hasta estar frente a su miembro y me lo met� a la boca,
lo ten�a medio dormido, pero pronto volvi� a la vida, me encanta sentir un pene
crecer entre mi boca. Sab�a a semen, un sabor que hall� delicioso. De reojo pude
ver como Alma me ve�a sorprendida, se notaba que ella nunca hab�a hecho aquello.
Para ese momento yo ya hab�a perdido todo resto de verg�enza, as� que, �vida de
m�s semen, me pas� a en medio de las piernas de la se�ora y me puse a chupar, a
succionar. Me tragu� todo el semen que su marido le hab�a dejado ten�a entre su
sexo y me lo tragu�.

Aquello fue suficiente para ponerlos a los 2 como hornos,
Braulio me jal� de los hombros y me puso boca arriba, ubic�ndose sobre mi. Yo,
h�bilmente llev� su miembro petulante hasta mi vagina preparada y lista,
mientras su esposa me daba sus tetas en la boca.

Braulio me cabalg� fuerte y largo. El no era como muchos
hombres que solo llegaban a meterla y a coger a la puta como rayos, como si me
fuera a ir si no acaban r�pido. No, el se tom� su tiempo y me cogi� como debe
ser, haci�ndome sentir cada metida, no por lo fuerte que lo hac�a, sino porque
el convert�a cada penetraci�n en algo completamente distinto a la anterior, la
verdad no s� como pod�an tener ellos problemas de cama, el era un amante
excelente y estaba buen�simo, ella estaba bien rica y era muy buena amante
tambi�n.

Lleg� a su segundo cl�max adentro del cuerpo de su puta, o
sea yo, al mismo tiempo que besaba a Alma, que se estaba masturbando sin el
menor recato frente a nosotros. Cayeron los 2 agotados, con el calor del momento
hasta cond�n se me olvid� usar.

Se quedaron junto a mi por unos momentos antes que Braulio se
levantara y mirara su reloj. "Ya es tarde" le susurr� a su mujer, y ambos se
pusieron de pi�. Me besaron con suavidad, me dejaron el importe de mis servicio,
m�s una suculenta propina, y salieron. �Qu� rico hab�a sido, la verdad! Felipe
entr� poco despu�s, luego de despedir a la pareja.

Bueno, Angie ten�a raz�n, Arturo nunca se ir�a a meter a los
sitios que ella y yo frecuent�bamos. Pero lo que yo no sab�a, es que ese d�a,
ser�a el principio del fin. All� ocurri� algo que casi precipita mi ruina, pero
que tambi�n me salv� la vida. pero eso se los cuento m�s adelante, mientras
tanto, quiero que me sigan mandando sus comentarios y sugerencias a mi correo
electr�nico: POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO.
Gracias y besos.

Continuar�

Garganta de Cuero