Relato: Gordo en vacaciones (2)





Relato: Gordo en vacaciones (2)


GORDO EN VACACIONES (2)


CAP�TULO II: MORIR MIL VECES.




Compar� la primera visi�n que ten�a de Edson apenas hab�a
descendido del autob�s casi una hora atr�s, con la imagen que sal�a del ba�o en
ese momento


Si no fuera por el tama�o, nadie podr�a asegurar que ambas
eran la misma persona.


Mi boca continuaba abierta de par en par por la sorpresa, mi
ritmo card�aco segu�a aceler�ndose a ritmo vertiginoso, y todos mis l�quidos
internos hab�an comenzado a bullir.


Edson, el supergordo, el que por una vez me hab�a imaginado
el gordo m�s macho de todos los machos, con su voz gruesa y ronca, estaba
vestido con una minifalda que hubieran dejado ver todos sus tremendos muslos si
unas calzas de lycra ajustadas no los estuvieran ocultando casi hasta las
rodillas.


Por encima ten�a puesta una blusa con amplio escote, que
permit�a ver un top, tambi�n de lycra, que le manten�an los pechos escondidos y
bien apretados los cuales llenaban la prenda muy generosamente y los hac�an
sumamente apetecibles y deseables. Toda la indumentaria era de color blanco, y
al estar empapadas de traspiraci�n, que a esta altura le deb�a ser casi
insoportable, las hac�a parecer casi transparentes.


Su atuendo lo completaba con un par de zapatos de taco medio,
tambi�n del mismo color que las prendas, y una peluca larga que le llegaba casi
a la altura de los codos, exactamente del mismo color rubio oxigenado con que
hab�a te�ido su propio cabello.


"Oh, Dios. Edson. Pero qu� es lo que est�s haciendo?"
Pregunt� apenas me pude reponer de mi asombro, y no quer�a con ello exactamente
una respuesta porque todo estaba demasiado expl�cito.


"Edson no � mais. Eu agora soi �rsula, e solo pr� voc�."
Dijo, y su voz ya no era la misma que antes, sonaba infinitamente m�s suave y
mucho m�s sensual. "A voc� ainda no le gostan as mulheres?" Pregunt� en forma
sorpresiva.


Finalmente terminaba de comprender lo que me hab�a dicho
anteriormente acerca de �rsula.


"Realmente nunca me hice esa pregunta. Es que tampoco me
gustan todos los hombres en general, sino �nicamente los muy gordos." Atin� a
responder sin poder quitarle los ojos de encima. Ojos que no recib�an ni
siquiera la orden de pesta�ar por parte de mi cerebro para no perderse ni una
en�sima de segundo todo lo extra�amente er�tico de esa imagen.


"E que ten voc� que dizer acerca de uma mulher muito
gordinha?" Pregunt� ahora en forma por dem�s lujuriosa mientras con dos dedos se
frotaba el pez�n derecho por sobre la vestimenta, dej�ndome entrever unas
aureolas gigantes debajo de su top mojado.


Me costaba salir de mi asombro.


Recorr� con mi vista toda esa humanidad nuevamente, y
confirm� que esta persona no parec�a para nada un hombre disfrazado de mujer. Lo
que ten�a en frente de m�, era sencillamente una mujer. Obesa, s�, con tetas por
dem�s generosas, con anchas caderas y un culo infartante, ahora con una voz no
muy diferente a la de cualquier otra mujer obesa, una cara angelical, cero vello
en todo su cuerpo visible, y unos movimientos un poco m�s delicados que antes,
sin rayar con lo totalmente afeminado, pero nada har�a sospechar que un hombre
se escond�a dentro de ese atuendo.


Si sali�ramos ahora mismo a la calle en pleno d�a y ante una
muchedumbre como la de la estaci�n de autobuses, estaba seguro que todas las
miradas que fuera a recibir ser�an por su enorme tama�o, o bien por su atrevida
indumentaria, pero nunca por sospecharse que fuera un hombre disfrazado de
mujer, un travesti.


Un travesti!!!


Nunca en mi vida se me hab�a siquiera cruzado por la mente
que alg�n d�a estar�a en compa��a de un travesti. Jam�s tuve esa posibilidad
dentro de mis preferencias, y nunca tan siquiera cab�a eso como una opci�n para
mi. Pero no ten�a ni la menor idea, ni hab�a escuchado jam�s, que hubiera alguno
con el peso y tama�o de �l. O deber�a mejor decir ella. Estaba desconcertado,
apabullado, sorprendido y aturdido, pero todo en forma muy agradable ya que todo
el panorama me segu�a manteniendo muy excitado.


Mis pensamientos morbosos comenzaron a inundarme, y me
obsesion� por completo el poder conocer los genitales de esta persona. De m�s
est� decir que nunca hab�a visto a una mujer desnuda. S� conoc�a sus partes por
fotograf�a, pero nunca hab�a estado en persona con una mujer desnuda en mi vida.
Obviamente tampoco lo estaba en ese momento, pero el sentimiento contradictorio
e inesperado que me afloraba constantemente all�, era el que describo. Esta
persona era una mujer en todos los aspectos visibles. Por eso me ten�a intrigado
sus partes ocultas.


Me detuve a explorarle el rostro, que apenas ten�a un poco de
maquillaje, aunque en realidad no lo necesitaba para nada, ya que ten�a toda la
piel lisa y suave. Sus cejas estaban dibujadas levemente con delineador, en el
lugar donde antes estaban sus peque�as pesta�as, ahora las ocupaban unas
postizas de mayor volumen y tama�o, y sus labios estaban pintados de un color
rosa p�lido, pero muy brilloso.



"Nunca estuve con una mujer antes." Dije finalmente ya que
segu�a aguardando mi respuesta; sin ocultar la verdad y como acostumbr�ndome a
la situaci�n.


"Voc� no quer experimentar com uma que ainda � mais ardente
do mundo?" Dijo en forma por dem�s libidinosa.


No sab�a realmente qu� hacer, ni qu� decir, mi sorpresa era
descomunal.


De todos modos, ella era "�l", pero el conflicto que se
generaba en mi interior era por dem�s elocuente.


Sin esperar esta vez mi respuesta, intent� convencerme.


"Ten muitas coisas que eu le poder�a instruir." Dijo. "Coisas
muito er�ticas que posiblemente jamais faz experimentado anteriormente. Voc�
ainda conf�a em essa gordinha?"


Sin pensarlo siquiera, asent�, y fui sincero con mi
respuesta. Realmente ella me inspiraba confianza.


"Antes que tudo, voc� no me debe chamar mais de Edson. Eu soi
�rsula. Meu excita sobremaneira vestirme asim. Meu sento realmente uma mulher
com ese atuendo, e gozo como uma putinha com elo. Voc� ainda debe fazer a la
ideia que est� com uma prostituta mulher, que e vai fazer gozar como nunca nadie
fiz anteriormente. Eu voi a cumplimentar suas mais perversas e sucias fantas�as
que voc� f� tenido jamais. No �?"


Decid� seguir con el juego para ver a qu� se refer�a
exactamente con lo que me estaba diciendo, y ya que todo sonaba demasiado
excitante, asent� con la cabeza haci�ndole conocer mi respuesta.


"V� ainda pr� a cama." Me dijo, y mientras yo iba hacia all�,
volvi� a entrar al ba�o, y trajo consigo los dos bolsos al dormitorio."Tira tuda
sua roupa." Orden�. "Absolutamente tuda."


Me sorprendi� totalmente.


Y ahora qu�?


Ir�amos a entrar finalmente al ritmo fren�tico de culeadas,
cogidas, chupadas genitales, besos y lamidas m�ltiples como ya me hab�a empezado
a hacer la idea que no iba a ocurrir?


Ir�amos a rendirnos completamente a nuestros bajos instintos
sin siquiera poner a volar la imaginaci�n?


No estaba seguro si ella ten�a en mente cambiar
deliberadamente el curso de este encuentro, aunque en ese momento, eso ya me
ten�a sin cuidado alguno. Estaba deseando, mismo traicionando mis propios gustos
y preferencias, que ocurriera algo urgentemente, lo que sea, porque ya estaba
ardiendo de desos por dentro y mi temperatura ya estaba muy por encima de la
sensaci�n t�rmica reinante, y todo eso mucho antes de haber siquiera comenzado.


Aunque algo me dec�a en lo m�s �ntimo de mi ser que eso no
iba a ser as�. Ten�a la leve sospecha que este d�a no lo iba a poder olvidar
nunca en mi vida por m�s que hiciera el esfuerzo para lograrlo.


Estaba convencido que �rsula era una mujer maravillosa, en
m�ltiples sentidos.


Nuevamente no s�lo no dud� de ella y obedec� sin resistirme,
sino que me promet� no cuestionar m�s sus pedidos ni �rdenes, a menos que
estuviera realmente convencido que lo que ella me fuera a hacer o pedir no ser�a
de mi agrado, por lo que me entregu� a las manos de la gorda para disfrutar
completamente de este encuentro.


Me quit� la remera, siempre mir�ndola mientras se pasaba la
lengua por sobre el labio superior. Luego me quit� el short, quedando en mi slip
totalmente empapado de transpiraci�n y de alg�n otro l�quido que a�n sal�a de mi
miembro erecto.


Me sent� sobre el borde de la cama matrimonial, y cuando me
dispon�a a acomodarme sobre el centro de la misma, �rsula me lo impidi�.


"O�, eu diz tuda sua roupa." Repiti� con una sonrisa
se�al�ndome los calzoncillos a la distancia con el dedo �ndice y haci�ndome
gestos para que me los quitara.


Levant� mi trasero, y con ambas manos corr� la prenda �ntima
hasta las rodillas, y cuando me iba a sentar para sac�rmela por completo, ella
se acerc�, me la tom� con ambas manos y la quit� por su cuenta.


La oli� aspirando lenta pero profundamente.




Dios m�o, si hasta parec�a un calco de mis gustos personales.


"Voc� � seguro que conf�a em mim?" Hizo nuevamente la
pregunta por segunda vez, como para asegurarse antes mismo de comenzar.


"S�, �rsula." Dije realmente intrigado. "Completamente."


Sonri�.


Se sent� sobre el borde de la cama, apoyando uno de sus
bolsos sobre las s�banas. Extrajo algo de metal de all� que no reconoc� en un
primer momento hasta que tom� una de mis mu�ecas. En ese instante, ca� en la
cuenta de que eso era un par de esposas. Antes de cerrarlas me hizo un
comentario que impidi� que me pusiera muy nervioso ante lo tan inesperado de la
situaci�n.


"Voc� no se equivoca em confiar en mim. Jamais o lastimar�a.
Pero isso � necesa�rio pr� completar o jogo que tem disposto pr� voc�." Dijo y
para que no me quedara ninguna duda, volvi� a preguntar. "Et� tudo bem com voc�
si prosigo?"


Realmente valor� much�simo que me preguntara antes de
hacerlo, y eso segu�a hablando muy bien de ella.


"S� �rsula, conf�o ciegamente en ti." Dije honestamente. No
quedaban dudas que quer�a experimentar realmente.


"Muito obrigado, Zesna, voc� tem tuda a certeza que no se ir�
a arrepender." Dijo y sin movimientos bruscos, y siempre buscando no lastimarme,
cerr� las esposas alrededor de mi mu�eca izquierda.


"Hey �rsula, en verdad tienes las llaves, no?" Dije
conteniendo la respiraci�n, mitad en broma, mitad en serio.


Meti� la mano dentro del bolso, y con una sonrisa me mostr�
un manojo con todas, y las apoy� sobre la mesa de luz. Ahora exhal� aliviado.


Acto seguido, extrajo otro par de esposas que me las coloc�
en la mu�eca derecha.


"A ideia � que voc� no poda se mover em absoluto, e eu o
brinde o maior prazer. Voc� crei que isso poder� ter pos�vel?" Pregunt� para
dejar en claro lo que se propon�a.


Para ser sincero, me recorri� un peque�o sentimiento de miedo
en ese momento.


Ir�a a estar completamente en las manos de un tipo que no
conoc�a en lo absoluto.


Y si este tipo era un ladr�n? Posiblemente me apresar�a para
robarme todo. Pero qu� ser�a lo que podr�a robarme? La comida del refrigerador?
La poca indumentaria que hab�a tra�do y segu�a a�n en mi bolso?


Me re� de mi propia ocurrencia.


Peor ser�a a�n si fuera un asesino serial?


No, Edson no era nada de eso.


�rsula menos.


Deber�a dejar de ver tantas pel�culas.




Definitivamente confiaba en ella.


Nuevamente decid� proseguir con el juego.


"Estoy muy seguro que t� me vas a hacer gozar como nunca lo
hice antes con nadie. Haz lo que quieras conmigo." Confes� no teniendo la menor
idea de qu� vendr�a a continuaci�n, pero entreg�ndome enteramente a las
siguientes sorpresas.


Volvi� a meter las manos dentro de su bolso, y sac� dos pares
de grilletes con cadenas, que coloc� muy lentamente en cada uno de mis tobillos.


"Contin�a tudo bem?" Pregunt� nuevamente antes de completar
la operaci�n.


Eso era lo que me gustaba, como que siempre quer�a que
estuviera confortable a pesar de la situaci�n. En todo instante sus movimientos
eran muy amables y jam�s forzados. Definitivamente no estaba equivocado en
confiar en ella.


Tom� las esposas de mi mano izquierda, me forz� suavemente a
estirar el brazo hacia atr�s por sobre mi cabeza y levemente hacia la izquierda
y me apres� a un ca�o de la cama por encima de las almohadas. Repiti� el trabajo
con el otro, dej�ndomelo igualmente alargado y parcialmente inm�vil, esta vez
hacia el lado derecho.


Ahora continu� con los grilletes de mis pies que como eran
m�s largos por las cadenas, los estir� y cuando estuvo seguro de mi confort, los
cerr� en ambas patas traseras de la cama.


Qued� casi como Tupac Amar�, pero sobre la cama.


Brazos y piernas abiertos como si fuera una X, y mi miembro
erecto en el medio tal cual un obelisco apuntando hacia el techo de la
habitaci�n.


Ahora s�, estaba a total merced de una persona como nunca lo
hab�a estado antes. Completamente en las manos de un gordo, o mejor dicho, de
una gorda. Estaba totalmente entregado y a su entera disposici�n de realizar en
mi persona absolutamente todo lo que quisiera.


Podr�a hasta violarme o hacerme v�ctima de todo tipo de
vej�menes que se le ocurriera, aunque yo no me hubiera quejado en lo absoluto, y
teniendo en cuenta en la situaci�n en que me encontraba, yo no podr�a oponer
resistencia alguna si quisiera. Hasta me ver�a obligado a realizarle
absolutamente todo lo que me pidiera, incluso si hubiera algo que no estuviera
de acuerdo en hacer sin poder negarme en lo absoluto.


De todas maneras, muy lejos de tener miedo, segu�a excitado
en grado sumo. Mi miembro no me dejaba mentir. La erecci�n no hab�a disminuido
ni un mil�metro.


�rsula quit� el bolso de all� y lo apoy� sobre el piso, se
quit� los zapatos y se subi� a la cama acerc�ndose de rodillas hasta donde yo
estaba. Cuando alcanz� mi pecho, me lo toc� con dos dedos, sec�ndome la
transpiraci�n y llev�ndoselos a la boca, sac� la lengua y sec� sus dedos en
forma por dem�s provocativa sin dejar de mirarme a los ojos.




Se quit� la blusa, dej�ndome admirar por sobre su top, a esta
altura totalmente transparente por la humedad, el par de tetas m�s grandes y
excitantes que hab�a visto en mi vida. Las aureolas se trasluc�an bastante m�s
oscuras que su piel, casi negras y del tama�o de una naranja. Los pezones que
sobresal�an de su prenda los distingu�a tan erectos como mi pene y su longitud y
grosor eran tanto como las falanges de mis pulgares.


Not� finalmente que debajo de las axilas tampoco llevaba ni
un solo vello, por lo que solamente me quedaba por comprobar su entrepierna, que
segu�a siendo la �nica parte que a�n permanec�a oculta de toda su humanidad a
causa de su minifalda, la cual part�a en dos esa tremenda panza, y de su calza
que s�lo me permit�a tener una verdadera visi�n desde apenas un poco por encima
de su rodilla hacia abajo


Se tom� la teta derecha con una mano, y me la acerc� a la
boca. Me esforc� por llegar hacia ella, y pareci� imped�rmelo cuando se alej�
unos cent�metros, por lo que desist� de mi intento, s�lo le mir� a los ojos como
rog�ndole que no me hiciera sufrir.


"� que voc� no quer alimentarse?" Pregunt� sorprendido.


Asent� con la cabeza y abr� la boca lo m�s grande que pude y
estirando nuevamente el cuello lo m�s hacia delante posible, hasta que las
esposas me tironeaban levemente las mu�ecas.


Mis labios fueron los primeros que sintieron a ese pecho
enorme intentar entrar en mi boca. Comenc� a succionar desesperadamente,
tragando todo el l�quido salado, como si fuera una persona perdida en el
desierto que acababa de encontrar un oasis salvador.


Mi lengua comenz� a hacer un trabajo paralelo, sin
interrumpir la labor de mis labios.




�rsula comenz� a jadear sacudi�ndose intermitentemente y por primera vez ante
cada arremetida de mi boca y lengua. No lograba meter toda su inmensa aureola
dentro de mi boca, y una nueva desesperaci�n me inund� por ese motivo.


Quer�a m�s.


Y fue el momento en que mor� de placer por vez primera.


Chup� una y otra vez. Y nuevamente, una y otra vez. Y repet�
hasta el cansancio una y otra vez.


Absorb� todo su jugo, humedec� con mi saliva y volv� a
chupar, repitiendo reiteradamente la operaci�n, ya que me gustaba sentir su
sabor salado, y sentir que era el culpable de hacerla retorcer espasm�dicamente
de placer.


Cuando casi le sequ� completamente esa parte de la prenda, se
puso del otro lado y me insert� la otra teta en mi boca golosa.




Nuevamente realic� la misma tarea.


Absorb� toda la humedad con los labios. Succion� toda la
traspiraci�n all� reinante, dej� caer mi saliva sobre su prenda, y volv� a
chupar.


En ese instante, mor� de placer por segunda vez.


�rsula continuaba jadeando, y se le escapaba alg�n gemido
cada vez que mi succi�n era fuerte.


Me encantaba darle placer a esa persona. En realidad siempre
me excitaba ser el causante de los descontroles, jadeos y alaridos, y toda clase
de excitaci�n de mis gordos. Ver a un obeso retorcerse de placer, no tiene punto
de comparaci�n con nada m�s en este mundo, y mucho menos si t� eres el causante
de ello.


Presa de una desesperaci�n total, se quit� el top en forma
violenta, salvaje y descontrolada dejando caer sus dos tetas gigantes y ahora
completamente desnudas y tom�ndose una con la mano, se agach� a mi lado
d�ndomela de mamar.


Mor� de placer nuevamente, mismo antes de tenerla en la boca,
cuando vi la real dimensi�n de sus aureolas y pezones, que eran a�n mayores a lo
que hab�a supuesto en primera instancia.


Chup� como un desesperado beb� que busca su alimento.
Mordisque� cual tigre de la malasia, deteni�ndome intermitentemente en cuanto
�rsula lanzaba unos alaridos dignos del rey de los monos.


Sus manos comenzaron a trabajar sobre mis propios pezones,
apretuj�ndome, pellizc�ndome y retorci�ndome, y ese dolor muy lejos de
molestarme, me sum�a en un placer mucho m�s extremo.



La inmensa aureola no me entraba �ntegramente en la boca, a
pesar que la ten�a abierta lo m�s grande posible para intentar literalmente
trag�rmela. Succion� con un desespero tal, que en determinado momento pens� que
se le ir�a a desprender de su pecho en cualquier momento y ante los m�s fuertes
y desgarradores gritos de la obesa.



Casi al borde de la locura, y creyendo morir una vez m�s,
mord� el pez�n con los dientes lo m�s fuerte que pude, y era como que lo
estuviera haciendo literalmente a mi pulgar, duro y grueso, pero tambi�n potente
y poderoso. Con los dientes bien apretados, comenc� a intentar estirarlo lo m�s
que pude hacia m� mismo. Muy lejos de pedirme lo contrario, �rsula comenz� a
tironear en sentido contrario. Tirones cortos al principio, prolongados a
continuaci�n, y un largo y fuerte tir�n despu�s, como para intentar zafarse,
cosa que nunca logr�, aunque yo estaba seguro que lo que ella buscaba era sentir
ese dolor que la volv�a loca. Si no hubiera querido que siguiera con eso, solo
me lo tendr�a que haber pedido, y no lo hizo nunca.


Estuvimos en esa posici�n con su pez�n estirado un tiempo
bastante prolongado, mientras ella se retorc�a de placer emitiendo gritos
sordos, mientras le ca�an las l�grimas por las mejillas.


La morbosidad de ambos a esta altura nos llevaban a esos
juegos perversos, y con ello mor� nuevamente de placer.


Cuando estuve agotado por el esfuerzo, y pens� que vendr�a
una pausa, suplant� ese pez�n por el otro.


"Faz ex�tamente o mesmo." Rog� y le pude ver por primera vez
los ojos colorados y llenos de l�grimas.


Eran l�grimas de dolor. Ese dolor que es sin�nimo de placer,
y que yo desconoc�a hasta ese momento.


Me daba cuenta de lo poco que sab�a en realidad en cuanto a
juegos sexuales, y me imaginaba lo mucho que me faltaba a�n por aprender.


Obedec� y le brind� igual dolor e igual placer a su otro
pecho.


Cuando hube terminado, mor� una vez m�s.


Satisfecho moment�neamente, y deseando una vez m�s un respiro
para recuperar fuerzas, se lo expres� y sali� de esa posici�n, pas� ambas
piernas para uno de mis lados, y se arrodill� cerca de mi rostro.




"Voc� ten apetito?" Pregunt� mostr�ndome la punta de su lengua.


"Tengo hambre de ti, �rsula. Te quiero comer todita, pero
d�jame descansar un poco, si?" Dije en la peor mezcla de estados que haya
experimentado jam�s.


Excitaci�n y alteraci�n. Desesperaci�n y nerviosismo.
Cansancio y dolor. Placer y lujuria. Envidia y hasta gula.


No era para desperdiciarlo, todo en un mismo producto.



Muy lejos de darme un respiro, se puso de pie sobre la cama,
pasando una pierna por encima m�o y acomod�ndose con un pie a cada lado de mi
cuerpo y apret�ndolos contra mis costillas. Estaba parada directamente sobre mi
cabeza y dej�ndome verle toda la entrepierna por debajo de su minifalda, por
primera vez.


Mi vista no se apartaba de la uni�n de sus muslos. Nunca me
hab�a hecho a la idea de mirarle de esta forma la entrepierna a una mujer por
debajo, mucho menos que ella fuera as� de gorda, y menos a�n que ella fuera un
"�l". La excitaci�n de estar haci�ndolo con esta persona en particular, era
indescriptible. La calza blanca y mojada que cada vez se trasluc�a m�s, me daban
la pauta de d�nde se encontraba cada rollo y hasta le divisaba la raja de su
culo y todos los pliegues de su parte delantera. Pero no distingu� los genitales
masculinos en ning�n momento.


"Oye, �rsula. Tu te has quitado el pene y los test�culos?"
Pregunt� intrigado, desconociendo realmente la respuesta.


"Por qu� pregunta voc�.? Quer ainda sentir alguma coisa em su
culo?" Son� a broma, pero no ri� tras preguntar, por lo que supuse que cabr�a la
posibilidad de que lo haya dicho muy serio.



"Es que no logro distinguirlos." Confes� mirando fijamente
entre sus piernas para ver un indicio real de su miembro duro o despidiendo
alg�n tipo de l�quido, o mismo de sus test�culos, o de otro modo de una vagina
en caso que estuviera operado. Sea cual fuera la sorpresa, segu�a sin ver
cualquier cosa que se pareciera a vello, a�n en toda su zona p�bica que
permanec�a oculta pero semi visible por la humedad que all� reinaba.


"Supor que voc� ainda o v� a descubrir muito pronto por sua
cuenta." Fue la �nica respuesta que recib�, que no me aclar� absolutamente nada,
y me dej� mucho m�s desesperado e intrigado a�n por conocer sus partes pudendas.


En esa misma posici�n en la que se encontraba ahora, teniendo
su entrepierna por encima mismo de mi cabeza, comenz� a agacharse, muy
lentamente casi como en c�mara lenta, y apoyado ambas manos en sus muslos como
para hacer equilibrio y no caerse sobre mi, quedando en una posici�n como si
fuera a defecar encima de mi pecho.


Cuando estuvo todo lo m�s cerca posible, pero sin apoyarme
nada m�s que parte de su minifalda sobre el rostro, mor� una vez m�s.


Alargu� la cabeza hacia delante todo lo que pude e hice lo
mismo con la lengua para llegar a su entrepierna, esfuerzo que fue en vano y me
hizo dar cuenta que a�n me faltaba unos mil�metros para llegar a su calza
mojada.


"Oh, Dios, no creo poder soportar esto m�s tiempo." Dije con
una desesperaci�n demasiado visible.


Qui�n carajo me hizo decidir estar aqu� encadenado y sin
poder moverme con todo esa delicia que ten�a a tan poco de mi boca?


Nuevamente, trat� de levantarme lo m�s que pude, ahora
estirando las esposas de mis manos para poder alcanzar ese manjar, y desist� del
intento otra vez porque cre� hacerme da�o en las mu�ecas. Intent� por tercera
vez hacer otro esfuerzo sobrehumano ahora con la lengua, y d�ndome cuenta de lo
frustrado que me sent�a por el vano logro alcanzado, resignado le ped� por
favor.




Como respuesta, comenz� a moverse de derecha a izquierda y cada vez m�s r�pido,
sacudiendo su tremendo trasero con desesperaci�n, y algo similar a una llovizna
comenz� a salpicar todo mi rostro.


Intent� atrapar la mayor cantidad de gotitas con mi lengua y
saborearla lo m�s r�pidamente que pude para evitar perderme lo menos posible. Su
sabor era b�sicamente de l�quido salado, obviamente su transpiraci�n, pero
igualmente reconoc� que mucha de la humedad que ten�a en su entrepierna, que
ahora ca�a sobre mi rostro y directamente dentro de mi boca, era tambi�n
producto de su excitaci�n.


Yo estaba en total estado de desesperaci�n, teniendo en
cuenta que ya de por s� sola, la transpiraci�n misma de un obeso, y con m�s
raz�n todav�a si se habla de las partes m�s privadas y ocultas, es deliciosa. No
puedo expresar con palabras, y soy totalmente sincero, el grado de placer que me
provocaba el estar probando los jugos genitales de esta persona.




Fue como morir de placer por en�sima vez.


Mi pene segu�a inveros�milmente duro, como muy pocas veces lo
hab�a sentido. Y eso tiene su explicaci�n.


En todas las veces que hab�a estado tan excitado
anteriormente, algo me hab�a apaciguado esa sensaci�n, ya fuera una mano, propia
o ajena, o una boca, o mismo un culo. Ahora absolutamente nada estaba a punto de
hacerlo. Yo no pod�a ni siquiera tocarme y �rsula no ten�a ni la m�s m�nima
intenci�n de hacerlo en lo inmediato, por lo que ya hab�a trascendido mis
propios l�mites.


Cre� que �sa era la m�xima dureza que pod�a permitirle
alcanzar a mi miembro. Ya me hab�a equivocado m�s de una vez ese d�a, y tambi�n
lo estaba haciendo en este punto.


No sab�a cu�nto tiempo m�s podr�a aguantar en esta situaci�n,
desconociendo hasta ese momento, la verdadera capacidad de aguante que podr�a
tener yo mismo. Siempre me hab�a sido muy f�cil; si no hab�a nadie para saciar
mi apetito sexual en un momento �lgido como �ste, una masturbaci�n me calmaba la
excitaci�n y los nervios. Ahora ni siquiera ten�a una prenda roz�ndome los
genitales, por lo que ve�a muy dif�cil que hasta pudiera eyacular sin tocarme,
como me hab�a sucedido en alguna oportunidad anterior.


Ahora mi temor era que esto me pudiera ocasionar alg�n
desorden de otro tipo.


Qu� suceder�a por ejemplo si cuando te masturbas y alcanzas
el ritmo fren�tico momentos antes de eyacular, te detienes deliberadamente
cuando est�s llegando al cl�max; esperas un momento, y vuelves a intentarlo
nuevamente. Y al estar cerca otra vez, te vuelves a detener, una, otra y todas
las veces que lo puedas soportar.


Cu�ntas veces lograr�as hacerlo?


Cu�ntas veces podr�as realmente realizarlo sin enloquecer?


Estoy muy seguro, que yo podr�a hacerlo algunas veces, tal
vez seis, siete u ocho, pero en determinado momento, mandar�a todo a la mierda,
y har�a estallar el esperma de mi pene liber�ndolo de la tortura.


En este momento, estaba llegando a experimentar esa sensaci�n
de ardor insoportable que me llevar�a a mandar todo a la mierda para eyacular lo
antes posible. Pero ah� est� la diferencia, estaba obligado a seguir postergando
el momento del cl�max indefinidamente, ya que �rsula ten�a otras cosas en mente.


S�lo con pensar en eso, mor� nuevamente de placer.


Segu�a intentando llegar con mi lengua al lugar sabiendo de
antemano que no lo iba a lograr sin ayuda.


"Por favor, �rsula, ay�dame." Rogu� nuevamente.


Ahora se me acerc� como para sentarse sobre mi rostro, pero
apenas logr� tocar su entrepierna con la lengua, se alej� nuevamente.


Comenc� a jadear de desesperaci�n. Me estaba alterando
realmente esa impotencia de no poder lograr mi cometido de alcanzar algo tan
sabroso, y parad�jicamente, era eso mismo lo que me causaba a�n m�s placer y
muchas ganas de que eso no terminara nunca.


Nuevamente repiti� los movimientos. Se acerc� hacia mi boca,
la punta de mi lengua apenas toc� su prenda �ntima, y se alej� nuevamente apenas
a un dedo de distancia lo que me hac�a esforzar a�n m�s para llegar por mis
propios medios, cosa que nunca logr�.


Ese estado me hizo morir de placer de nuevo con �rsula.


Qu� hija de mil putas! Qu� perversa era esta puta de mierda!


Luego de repetir una y otra vez, y nuevamente, una y otra vez
esa secuencia que pareci� interminable, me permiti� tocarle la misma parte
varias veces seguidas y �nicamente con la puntita de la lengua s�lo si la ten�a
lo m�s estirada posible, ahora sin apartarse del lugar y movi�ndose en vaiv�n de
adelante hacia atr�s reiteradamente, como cogiendo mi lengua.


Sabore� como si ese l�quido fuera el alimento necesario para
seguir subsistiendo. La desesperaci�n de mi lengua tocando una y otra vez sus
partes m�s �ntimas, hac�a que todo mi cuerpo se estremeciera y tuviera espasmos,
haci�ndome morir nuevamente.


Mi pene s�lo necesitaba una leve brisa que nunca lleg�, para
hacer el m�s grande charco de semen nunca visto jam�s sobre las s�banas de una
cama. �rsula siempre ten�a la precauci�n de ni siquiera rozarme el miembro
erecto cada vez que se mov�a.


Cuando no pod�a tener m�s estirada la lengua, ella se daba
cuenta y bajaba su cuerpo unos mil�metros para permitirme seguir con la tarea y
ella seguir disfrutando tambi�n con eso.


Sin previo aviso, se quit� de esa posici�n, girando 180
grados, y dej�ndome ahora sobre el rostro uno de los traseros m�s grandes del
que tenga memoria.


Hizo la misma rutina de antes.


Eso era perversidad pura.


Baj� su culo hasta dejarlo en la posici�n que me obligaba a
estirar la cabeza y la lengua lo m�s posible.


Ya me dol�a todo el cuello y la lengua por el esfuerzo
sobrehumano que hab�a hecho, pero por poder llegar a ese manjar delicioso que
ten�a frente a mis ojos y que se me entregaba gratuitamente qui�n no
sacrificar�a un poco m�s a�n.




Cuando logr� rozarle la prenda, y realmente exhausto con el intento, s�lo dej�
la lengua parada como una flecha, y ella hizo todo lo dem�s.


Se acomod� hasta que reconoc� la profundidad de su raja
transparent�ndose en su prenda. Mi lengua lo sinti� ya que esa parte se hundi�
levemente. Lejos de alejarse, �rsula literalmente casi se sent� sobre mi lengua
que se intern� en su raja con la prenda incluida y ante la exagerada
lubricaci�n, sigui� camino hundi�ndose en sus entra�as.


Sus jadeos alaridos y espasmos, delataban su excitaci�n.


Ya hab�a perdido la cuenta por cu�ntas veces hab�a muerto de
placer en tan


poco lapso de tiempo. �sta, era una vez m�s.


Mi lengua quer�a rajar la tela para introducirse lo m�s
adentro posible de su agujero anal, pero eso no lo pod�a lograr ya que la lycra
se estiraba sobremanera, y aunque tuve conciencia que la prenda estaba dentro de
su orificio junto con mi m�sculo gustativo, no me preocup� en lo absoluto que
�sta fuera a impedir absolutamente nada de lo que yo intentara hacer all�.


Los espasmos y jadeos de �rsula, dejaron paso a convulsiones
que lejos de hacerla tranquilizar, la pon�an a�n m�s euf�rica; y por primera
vez, tem� por mi bienestar cuando se sent� literalmente sobre mi rostro.


Ahora s�, toda la lengua que sal�a de mi boca y bastante m�s
tela de su calza blanca, se introdujo en su ano. �rsula se mov�a en todas
direcciones, de derecha a izquierda y de adelante hacia atr�s, para que pudiera
introducirme lo m�s posible en sus entra�as, y con unos movimientos circulares
todos sus jugos me embadurnaban casi la totalidad del rostro. Mi nariz apenas
pod�a tomar aire, y mi boca estaba ocupada recibiendo la humedad que hab�a
permanecido en su raja hasta hac�a unos momentos.. Fue en ese momento, que
comenz� un griter�o infernal, con sus m�s nerviosos espasmos que me hizo
realmente asustar, pero nuevamente me permiti� morir de placer cuando tom�
conciencia que literalmente le estaba haciendo el amor con la lengua.


Tras unos largos minutos de tenerme en su interior, �rsula se
levant� para dejarme respirar libremente, ya que s�lo lo hab�a podido hacer
intermitentemente y cuando lograba encontrar unos segundos entre tantas
embestidas, y se dej� caer nuevamente sobre mi cara. La lengua ahora ingres� a�n
m�s adentro que antes. Sent�a parte de su culo directamente dentro de mi boca.


Juguete� dentro suyo todo lo que su calza me lo permiti�, y
para cuando extraje la lengua de su orificio, pude comprobar que ahora su prenda
blanca estaba te�ida de su suciedad. Sent� el sabor pastoso en mi boca, que
qued� diluido y disimulado por toda la transpiraci�n salada que ten�a en
abundancia sobre mis labios, nariz y todo alrededor de mi zona bucal.


Y mor� de placer creyendo que era la �ltima vez.


Craso error.


Mi locura por no poder hacer explotar mi esperma, ya me
estaba preocupando seriamente.


"Por favor, �rsula. Hazme eyacular que no aguanto m�s." Le
dije con la voz verdaderamente alterada por los temblores nerviosos provenientes
de mis genitales.


Sin mediar palabra, me mir� el pene, y se acomod� para tomar
algo de su bolso que estaba junto a la cama.


Vi que se acerc� a mis genitales llevando en su mano una
especie de dos aros de goma unidos en el medio. Nunca hab�a visto nada
semejante, ni ten�a idea para qu� serv�an.


Estir� ambos aros lo m�s que pudo con el pulgar e �ndice de
cada mano, y fue pasando uno por mi pene erecto, teniendo especial cuidado de no
tocarlo en ning�n momento y el otro por alrededor de mis test�culos. Cuando
lleg� a la base de mi miembro, solt� ambos aros al mismo tiempo.


En ese momento, cre� morir pero esta vez de verdad. La
presi�n que ejerc�an esos aro en ese lugar, llev� instant�neamente a mi pene a
endurecerse como realmente nunca lo hab�a sentido, tomando una dimensi�n
bastante mayor a la que le conoc�a. Parec�a literalmente que ir�a a explotar.


Grit�, pero no fue un grito de dolor, sino de placer
irrefrenable.


"Voc� � seguro que ainda no v� a acavar por agora." Dijo
sonriendo. "Isso � um prolongador de erecciao e demorador de eyaculacao. �
ademais um osequio que eu e quero fazer pr� voc�. Poder� us�lo pr� su prazer, o
mesmo de sua pareja que o estar� muito agradecida no tempo voc� o est�
culeando."


Solamente con imagin�rmelo mor� de placer nuevamente .


Hice un esfuerzo por mirar mis genitales, y not� que mi
miembro estaba m�s grande, m�s gordo, m�s oscuro y m�s venoso de lo que jam�s lo
hab�a visto antes. Ya no lat�a intermitentemente sino que era un latido
constante e interminable por lo que todo mi sistema nervioso estaba total y
completamente alterado.


�rsula se percat� de ello. Se acerc� a mi rostro, y me dio un
tierno beso en la mejilla.


"�rsula ainda o quer muito a voc�. Saiba?" Dijo
sorpresivamente.






Se baj� de la cama y sali� de la habitaci�n.


Escuch� que abr�a la puerta del refrigerador, y apoyaba
varias cosas sobre la mesa antes de cerrarla. Ahora abri� puertas y cajones de
compartimentos de la cocina.


Aprovech� el par�ntesis para distraer mi mente e intentar
volver mi ritmo card�aco a la normalidad antes de sufrir cuanto menos una
taquicardia. Volv� a mirar mi pene erecto, y me asust� porque continuaba
terriblemente duro e hinchado porque yo inconscientemente, segu�a manteni�ndolo
as� como cuando hago el esfuerzo para detener la orina. Me concentr� en ello,
respir� hondo repetidamente y not� c�mo mi miembro comenz� a perder altura y
dimensi�n muy pero muy lentamente, mientras intentaba calmarme.


Al cabo de unos minutos, apareci� �rsula trayendo consigo una
bandeja con los paquetes de comestibles que hab�a comprado para el almuerzo, una
botella de Coca Cola y un par de servilletas.


Lo apoy� al lado m�o y se arrodill�, tambi�n por sobre la
cama, al costado m�o y a la altura de mi pecho.


Tom� una porci�n de pollo frito de uno de los paquetes, y lo
apoy� encima de mi cuerpo. Levant� otro pote, conteniendo ensalada de patatas
con tomate y huevo duro y lo vaci� sobre mi pecho.


At�nito, lo qued� mirando. Estaba us�ndome como una mesa.


Desmenuz� el pollo con su mano, y lo esparci� por sobre todo
mi vientre, tom� un trozo, y se lo llev� a la boca. Yo ya ten�a bastante
apetito, por lo que no sab�a exactamente qu� era lo que pretend�a con esto.


Mastic� por largo rato, y ya estaba pensando que nuevamente
me iba a torturar con comer en mi presencia y sin poder hacerlo yo, algo que
realiz�, no s�lo volvi� a excitarme y a hacer saltar mi pene nuevamente hasta
alcanzar el mismo grado de erecci�n que hab�a adquirido anteriormente, sino que
me confirm� que esta persona en verdad me quer�a y mucho.


Acerc� su boca a la m�a y me pas� el alimento, listo para
tragar. La idea de que hubiera masticado y agregado su saliva a la comida que
estaba tragando, fue lo que me provoc� nuevamente el comienzo de nuevas
alteraciones interiores. Comer de esta forma, con la persona que quieres, que
amas, o que simplemente sientes algo especial por ella, te lleva a l�mites
insospechados de satisfacci�n interna.


Mor� una vez m�s de placer.


Repiti� el procedimiento con la ensalada de patatas, y
nuevamente con uno y con otro alimento.


Me dio todo el almuerzo de la misma forma. Lo mastic�, lo
humedeci� con su segregaci�n y me lo traspas� directamente a la boca.


Pens� que esa sensaci�n no podr�a ser superada jam�s.


Pero nuevamente estaba en un error.


Tom� un buche del refresco, directamente del pico de la
botella, y otra vez se acerc� a mi boca.




Me iba a dar de beber de la misma forma y estuve agradecido por ello ya que
realmente estaba sediento.


Pero cuando me traspas� el l�quido, conoc� su lengua por
primera vez ya que se col� al interior de mi boca al mismo tiempo que el
refresco.


Eso me hizo morir de placer una vez m�s.


Tragar Coca Cola, mientras tienes en tu boca la gorda lengua
de quien te est� proporcionando tanto placer, es de otro mundo, sin ning�n lugar
a dudas.


Cuando estuve satisfecho, y s�lo en ese momento, fue cuando
�l mismo tom� esta vez su alimento de una forma por dem�s er�tica. Sin usar sus
manos, fue alcanzando la comida con su boca y lengua directamente de mi pecho
exactamente como lo hubiera hecho un perrito. Sentir c�mo lam�a mi piel,
llev�ndose el pollo y las patatas a su boca, masticarlas y tragarlas, fue
sublime.


Al llegar el momento de beber, me pidi� que yo le pasara a �l
el l�quido de la misma forma que �l lo hab�a hecho anteriormente.


Me hizo beber un sorbo directamente de la botella, y acerc�
su boca a la m�a. Hice lo propio, la mezcl� con mi saliva, le pas� la bebida y
tambi�n, del mismo modo que lo hab�a hecho �l, mi lengua que juguete� dentro de
su boca mientras las burbujas iban y ven�an de un lado al otro.


Me limpi� completamente el pecho con su lengua, y ambos
tomamos m�s refresco utilizando siempre el mismo procedimiento.


Me pregunt�, y ahora qu�?


Qu� nueva sorpresa agradable me ten�a preparada mi obesa
prostituta?


No quer�a saber, realmente, por lo que no pregunt�.


Quer�a enterarme como hasta ahora, sorpresiva e
imprevistamente.


Nuevamente sali� de la habitaci�n, llev�ndose la bandeja, y a
los pocos minutos, volvi� con la ensalada de frutas.


La confianza que le ten�a a esta gorda, me hizo tener la
certeza de que ella era una m�quina creativa y imaginativa, y que esta vez
seguramente no ir�amos a repetir de ning�n modo la forma anterior de
alimentarnos.


Ten�a tanta convicci�n que esta persona, que gozaba de forma
similar a mi en muchos sentidos, tendr�a un as en la manga para no repetir
rutinas, para buscar siempre novedades, para hacer que cualquier relaci�n
tuviera ese algo inesperado pero agradablemente delicioso y anhelado, esa sal y
pimienta que a la postre es lo que nos salva de morir en el aburrimiento
cotidiano, me hizo sonre�r cuando descubr� gratamente no estar equivocado aunque
m�s no fuera en esta oportunidad.


Efectivamente, me hizo tener un sentimiento muy fuerte hacia
ella, porque absolutamente todo lo que hac�a me llenaba de un placer
indescriptible, y muchas de las cosas nunca se me hubieran ocurrido hacerlas a
mi, por lo que cuando comenz� a prepararse, me hizo adivinar que en esta
oportunidad me iba a hacer morir, y casi literalmente, mil veces de placer, una
y novecientas noventa y nueve veces m�s, todas en forma sucesiva e
ininterrumpida.





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