Relato: Mi hermano me chantajea



Relato: Mi hermano me chantajea

Mi hermano me chantajea.


Me llamo Nuria y desde hace unas semanas estoy siendo
chantajeada por mi hermano peque�o.


Tengo veintid�s a�os, una chica casta�a, que mide un metro
setenta, delgada, con un tipo que los chicos dicen que estoy bastante bien.
Estudio cuarto curso de historia. Los de Historia somos los t�picos estudiantes
de la P�blica. Soy un poco de izquierdas y me gusta vestir pantalones vaqueros,
si son gastados mejor.


Mi hermano, en cambio, est� empezando a estudiar ahora
econ�micas. A menudo hemos discutido acaloradamente. Yo, como soy mayor, siempre
encuentro argumentos, aunque el siempre acaba diciendo que estoy en las nubes. A
pesar de todo, nos llevamos bien.



Somos muy distintos. Mi hermano, aunque acaba de pegar el
estir�n, est� mucho m�s delgado y su aspecto es a�n bastante pueril. Ricardo, mi
hermano es moreno. Yo ya he pasado por esa etapa. Soy sin duda una mujer joven,
de pechos desarrollados, de caderas anchas, de cintura estrecha, de muslos y
brazos carnosos y de mu�ecas y tobillos delgados. Casi no me hace falta hacerme
la cera y mi pelo es suave, sedoso. Tengo un pelo lacia y largo en la cabeza,
los ojos marrones, la boca de labios sensuales.



Los estudiantes no tenemos mucho dinero y en ocasiones nos
cuesta encontrar un trabajito para mantener nuestros peque�os gastos. A mi no me
llegaba la asignaci�n que mi padre me daba. Por eso, sisaba en el monedero de mi
madre, unas veces m�s, otras menos, unas moneditas para juntar para el fin de
semana. Mi madre se quejaba. Yo le echaba la culpa a Ricardo cuando no me
escuchaba.



Pronto, me di cuenta que m�s que mi madre, era de mi padre
del que podr�a obtener un sobre sueldo y comenc� a sisar de su cartera peque�os
billetes. El caso es que mi padre se dio cuenta y aunque en esta ocasi�n no fui
yo quien le ech� la culpa a Ricardo, mi padre se hizo eco de lo que mi madre le
dec�a.



Ricardo se trag� una bronca de esc�ndalo. El negaba que fuera
el autor de los robos, pero mi padre estaba convencido y le gritaba. Se apropi�
de su hucha, con el ahorro de meses y le castig� sin salir un mes y sin
asignaci�n durante tres meses. Me dio l�stima escuchar el veredicto mientras
escuchaba la voz acalorada de mi padre desde una habitaci�n contigua.



Cuando acab� el serm�n, Ricardo, al pasar por delante de m�
me mir� con cara de rencor, de ira contenida, a pesar de que realmente le
expres� que lo sent�a.



Durante unas semanas estuve sin sisar, pero al poco,
necesitaba dinero para una fiesta de universidad, as� que comenc� a sisar
monedas del bolsillo de la chaqueta de mi padre. Yo me sent�a culpable, pero no
me pod�a perder la fiesta. Volv� a entrar en el despachito de mi padre a la hora
de la siesta y le cog� un peque�o billete de nuevo. Estaba m�s nerviosa que de
costumbre y sent� un gran alivio cuando dej� el papel en mi propia cartera.



No me di cuenta de una cosa. Al otro lado de la habitaci�n,
encima de la librer�a, hab�a una luz roja diminuta que anunciaba que la c�mara
de video de mi padre estaba funcionando.



Fue una fiesta sensacional, sobre todo, por que estando mis
padres fuera, yo me pude recoger tard�simo. Ricardo ya dorm�a cuando llegu� y me
acost� tras beber un baso de leche.



A la ma�ana siguiente salud� a Ricardo, que ya se hab�a
levantado. -�A que hora llegaste anoche?.- Me pregunt�.



No me gusta que me controlen, y menos el mocoso de mi
hermano. No le contest�, pero me sent� a su lado frente a la tele. Ten�a el
video encendido, aunque estaba viendo una carrera de motos. Me fij� que me
miraba los muslos que asomaban de mi camis�n. Cerr� las piernas instintivamente,
pero es que acto seguro se puso a mirar fijamente mi torso, seguro que para ver
si se transparentaba algo.



Quise desviar su atenci�n.- �Qu� estas viendo en el v�deo?
�Una marranada?.-


-�Una marranada? Estoy viendo la tele.- Me contest�


-�Ah s�?.-



Cog� el mando y puse el canal del video. Reconoc� el despacho
de mi padre. No se si fue casualidad o una premeditaci�n extraordinaria de mi
hermano, pero v� en el v�deo como entraba yo misma en el despacho y registraba
la chaqueta de mi padre buscando la cartera, c�mo la abr�a y cog�a el billete.
Ricardo se inclin� al v�deo y sac� la pel�cula.



Se la intent� quitar. Fue un suave forcejeo. No me sent�a con
fuerza moral para luchar. Ricardo se fue a su cuarto. Estaba asustada. Despu�s
de quedarme pensando en el sof� de la sala, fui en su busca.



-�Qu� vas a hacer con el video?.-



Mi hermano desliz� su mirada sobre m� estudiando mis formas.-
Eso depende de ti.-


-Te prometo que no lo voy a volver a hacer.-


-No es suficiente.-


-Te dar� el dinero que Pap� te quit�.-


- No es suficiente.-


- �Qu� quieres? �Qu� se lo diga a Pap�? Es capaz de pegarme.-



Ricardo se qued� callado, no me miraba ni creo que mirara a
nada cuando me solt� aquello.- �Qu�tate el camis�n!.-



Me fui de la habitaci�n, pues no estaba dispuesta a transigir
de aquella manera con mi hermano. Pero luego pens� que al fin y al cabo, era
mejor tragarse el orgullo y acceder a su chantaje, pues, la verdad, en un
principio no pens� que fuera a ir m�s all� de verme en bragas.



As� que fui a su cuarto en bragas, con los pechos al aire. No
era nada de particular. Yo he hecho top less, para disgusto de mis padres en mis
vacaciones familiares en Estepona.



-�vaya! �parece que comienzas a entrar en raz�n!.- Ricardo
parec�a notablemente satisfecho cuando me vio aparecer. Estaba sentado en su
silla de estudio. La gir� noventa grados para verme de frente. Hizo un gesto,
golpeando su muslo con la mano para indicar que me acercara y me sentara. Yo
ve�a de esta forma que al ceder a su chantaje, me estaba metiendo en un
laberinto de pasiones. Pero a pesar de eso me acerqu�.



Iba a poner mi trasero sobre su muslo, pero Ricardo, me
abraz� y me llev� hacia �l. Puso su mejilla sobre mi vientre mientras me
acariciaba las nalgas. Luego me bes� alrededor del ombligo. No sab�a que hacer
con mis manos, as� que las dej� sobre su cabeza, jugando con su pelo.



-Ya te puedes sentar.-



me fui a sentar como el me hab�a indicado al principio, sobre
una pierna, pero me agarr� de uno de mis muslos para que me sentara de manera
que cada pierna cayera a un lado de su cintura. Mi hermano segu�a con sus manos
sobre mis nalgas, aunque ahora, m�s que acariciarlas, las amasaba. Coloqu� mis
brazos alrededor de su cuello. Intu� lo que quer�a porque notaba como miraba mi
boca. Dud� entre apartar mi cara o acercarla a la suya. Opt� por lo m�s c�modo y
cerr� los ojos hasta sentir las suaves almohadillas de sus labios chocar con las
m�as.



Ricardo se mostr� impaciente en su primer beso. Su lengua
atravesaron mis labios y se hicieron un hueco entre mis dientes. Se apoder� de
mi boca y yo le dejaba hacer. Se la ofrec�a como tributo a su silencio, a los
sufrimientos causados por mi culpa.



Como ya os he dicho, tengo el pelo largo. Sent� deslizar una
de las manos de Ricardo por mi espalda y de pronto, un tir�n de mi cabellera que
me hizo doblar el cuello hacia detr�s, as� que separamos nuestras bocas, aunque
lentamente. La lengua de mi hermano se desliz� por mi barbilla y luego por mi
cuello y mis clav�culas hacia mis pechos dispuesta a repetir una pr�ctica que
seguro que no realizaba desde que era un beb�.



Coloqu� mis brazos en las rodillas de Ricardo, detr�s de mi
cuerpo. Arque� la espalda hacia delante y le ofrec� a Ricardo el calor y la
suavidad de mis pechos. Mi hermano se distra�a lamiendo de uno u otro
caprichosamente.



Desabroch� el bot�n y la bragueta del pantal�n de mi hermano
y met� la mano en sus calzoncillos. �Qu� sensaci�n m�s deliciosa la de su
excitaci�n! Su falo estaba al cien por cien. Tengo muy poca experiencia y por
eso, el tocarle el pene a mi hermano me puso muy cachonda. Luego le cog� los
huevos y estuve acarici�ndolos un rato.



Ricardo abri� sus piernas. Casi me caigo. No tard� en
entender lo que me ped�a. -�Ponte de rodillas!.-



Le obedec� y me puse de rodillas entre sus piernas. Volv� a
meter la mano en sus calzoncillos y a manosearle los huevos. Entonces Ricardo
pronunci� las palabras fat�dicas que sab�as desde hac�a unos instantes que
terminar�a pronunciando -�Ch�palo!-



A mi me daba asco, pero comenc� lamiendo un poco la cabecita.
Aquella gotita que sal�a de la cabecita estaba dulce, era como de n�ctar. A
Ricardo no le parec�a esto suficiente. -�M�tetela en la boca!.-



Me la met�, pero la verdad es que no sab�a que hacer con la
lengua. Mi hermano se impacientaba.- �Vamos, Co�o!.-


-Es que no se.-


-�Ya te ense�ar�!-



Ricardo me cogi� de los pelos y separ� mi boca de su sexo.
Luego me atrajo hacia �l, despu�s de bajarse los calzoncillos - �Con la tetas!
�Restriega tus tetas en mi polla!.-



Sus �rdenes eran igual de explicitas que de hirientes.
Comenc� a moverme a un lado y otro, apoyando mis manos en sus muslos. Sent�a la
dureza de su pene en mi piel. No tard� mucho mi hermano en reventar y yo en
sentir salpicar su lechecita caliente sobre mis senos.



Dese� sentirme dolida, humillada, aunque la verdad es que
tambi�n deseaba ocultar mi excitaci�n. Por eso me apart� sin m�s de mi hermano,
haciendo como que estaba muy ofendida. Me fui a mi cuarto a por unas braguitas
limpias y me met� en la ducha.



Mientras acariciaba mis pechos me acordaba de la boca de
Ricardo lamiendo mis pezones y la manera en que me agarraba de las nalgas. Cada
vez que derramaba el gel sobre la manopla me acordaba de la manera en que su
semen hab�a impregnado mis pechos. No suelo masturbarme, y no lo hice aquel d�a,
aunque s� reconozco que para evitarlo tuve que ir sustituyendo el agua caliente
por la fr�a.



Yo me hac�a, como ya os he dicho la ofendida y mi hermano
parec�a muy orgulloso. Me miraba con cierto aire posesivo y descarado y yo ni lo
miraba. Lo ignoraba. Le calent� la comida que mi madre hab�a preparado para su
ausencia y comimos sin decir apenas m�s palabras que "�me pasas el pan?" o "Dame
la sal".



Como ya os he comentado, me hab�a acostado bastante tarde la
noche anterior, as� que decid� acostarme la siesta. Me gusta meterme dentro de
la cama, as� que generalmente, me quito la ropa de abajo, aunque me dejo la de
arriba, eso s�, sin sujetador por que es muy inc�modo.



A eso de las cinco de la tarde me despert� al oir crujir la
puerta. Sab�a que era Ricardo aunque la verdad es que �l no sol�a entrar en mi
habitaci�n. Intu�a que ven�a a buscarme. Lo sent� acercarse lentamente y meter
la mano bajo mis s�banas. Y luego sent� sus dedos en mi nalga. Me di la vuelta
sorprendida -�Qu� haces?.- No me contest�, as� que intent� apartar su mano de mi
culo.



-�D�jame!.-


-�No te acuerdas que me lo debes?.-


-�Ya te he pagado!.-


-�Ah!, �Lo de antes? �Eso eran los da�os morales! �Ahora me
tienes que recompensar por el dinero! �



Me ech� a un lado y me qued� quieta mientras se sentaba a un
lado de la cama y continuaba magreando mi el culo. Advert� en la penumbra que
Ricardo se desabrochaba la bragueta y se sacaba el prepucio mientras me sobaba.
En ese momento recib� de nuevo sus instrucciones. -�Ch�pame!.-



Puse mi cuerpo encima de su muslo para alcanzarle con la boca
y comenc� a lamer la cabecita. El me acariciaba la cabeza mientras me destapaba.
Sent� el aire c�lido en mis muslos desnudos. Ricardo presionaba ahora mi
cabecita hasta conseguir que yo metiera en mi boca su prepucio y a continuaci�n
tir� de mi camiseta hacia arriba, desnudando mi espalda, aunque yo sab�a que lo
que buscaba eran mis senos, que intentaba proteger cruzando mis brazos.



Ricardo meti� mi mano bajo mis bragas acariciando
directamente mis nalgas mientras hab�a desistido de encintrar mis pezones pero
continuaba presionando mi cabeza, para que no le soltara el prepucio. Yo
estimulaba su cabecita con la lengua, como si de un caramelo se tratara.



Mi excitaci�n gan� enteros cuando me d� cuenta en d�cimas de
segundos de que Ricardo eyaculaba, pero no estaba dispuesta a tragarme su semen.
Consegu� apartar la cara de su pene y me levant� para escupir el viscoso
l�quido.



Era de comprender que Ricardo no se pod�a quedar as�, as� que
me tir� a la cama. Ca� de bruces, ofreci�ndole mi trasero. �l cay� detr�s m�a.
Me agarr� mis manos con las suyas. Forcejeamos.



Yo sent�a en mi espalda sin movimientos de pelvis. Sent�a por
encima de mis bragas como su pene atravesaba en sentido longitudinal una y otra
vez el surco de mis nalgas y al fin una caliente y h�meda sensaci�n en mis
bragas, expandirse y mojar hasta la parte baja de mis nalgas mientras mi Ricardo
daba hondos rugidos de macho esforzado.



Despu�s de aquello, yo no pod�a enga�arme m�s a mi mismo y
tuve que reconocerme ciertamente atra�da por lo que mi hermano me hac�a. Dese�
en los d�as posteriores que mi hermano me asaltara, pero era l�gico pensar que
estando como estaban mis padres por all�, Ricardo se retrajera un poco.



La sorpresa lleg� esa noche que mis padres salieron al cine.
No hac�a ni una hora que hab�an salido. Ricardo debi� pensar que era tiempo
suficiente para confirmar que mis padres encontraron entradas.



Yo estaba arregl�ndome las u�as delante de los libros.,
haciendo como si estudiara. Llevaba unos pantalones cortos como de playa. Mis
muslos asomaban casi enteros. Eran unos de esos pantaloncitos que si una no
tiene cuidado, le aparecen los pelos de las ingles por los lados. Arriba s�lo
llevaba una camiseta blanca. Mi madre me hab�a dicho muchas veces que Ricardo no
paraba de mirar cuando vest�a as�, pero yo no s�lo no hac�a caso, sino que
ahora, deseaba espolear sus instintos.



Ricardo apareci� en la puerta de mi dormitorio. Tir� de mi
mano sin decir nada y me puso de pi� con decisi�n pero con suavidad. Me acerqu�
a �l esperando un abrazo que no tard� en llegar. Mi boca se fundi� con la suya y
comenc� a sentir como sus manos bajaban mis pantalones. Siempre que mi hermano
me hac�a algo que me gustaba no pod�a evitar la coletilla -�Qu� haces?.-



- Te voy a proporcionar placer. Te voy a hacer yo hoy una
paja. Quiero que te corras en mi mano-



mi hermano me lo hab�a puesto tan bien que me quit� la
camiseta. Ricardo me bes� m�s apasionadamente todav�a. Luego tir� de mi pantal�n
hacia abajo, y alzando una rodilla y luego la otra, los llev� hasta los tobillos
y me deshice de ella. Sent� que Ricardo tiraba de mis bragas hacia debajo. Yo
hice lo mismo que antes y pronto sent� mi sexo libre de ropa. Separ� mis piernas
al sentir que los dedos de Ricardo se enredaban en los rizos del bello de mi
pubis.



Ricardo me mordi� la oreja y dio un tir�n de ella, luego
meti� su lengua profundamente en su interior. Aquello me puso loca. �l se iba
colocando detr�s de m� y pronto sent� como su polla, metida dentro del pantal�n,
divid�a mis nalgas ligeramente en dos, como una de sus manos me amasaba los
pechos y como la otra se deslizaba suavemente por mi vientre, hasta encontrar mi
hendidura. Sent� la yema de sus dedos roz�ndome el cl�toris.



Me constaba que Ricardo no ten�a mucha experiencia, as� que
puse mis mano sobre las suyas y las guiaba. Le indicaba lo que quer�a sentir.-
�Asi! �Suave! �As�!.-


Ricardo a veces se dejaba guiar, pero potras tomaba la
iniciativa y sent�a la presi�n de sus dedos en mis pechos o en los labios de mi
sexo. Presionaba y me obligaba a clavar mi trasero en su ingle. Se par� para
deshacerse de su pantal�n. Los ve�a arremolinados en sus tobillos. Luego volvi�
a sobarme de nuevo.



Ahora s� sent�a su pene caliente en mi espalda. Su escroto
rozaba mis nalgas. Estaba muy excitada. Mi sexo empezaba a destilar el jugo del
amor y Ricardo hizo algo inesperado, deslizando su mano hacia mis piernas y
metiendo uno de sus dedos dentro de m�.



Dobl� levemente mis rodillas y luego intent� ponerme de pi�.
Mi hermanito mov�a el dedo de dentro afuera. Yo empec� a empujar su mano hacia
dentro de m� mientras sent�a que me pellizcaba las tetas. No aguant� m�s y
comenc� a correrme.



Mi hermano, al sentirme respirar acelarada primero y luego
gemir roncamente, o bien por los movimientos descontrolados que ahora realizaban
mis caderas debi� de sentir la proximidad de su orgasmo. Lo sent� esitrarse en
mi espalda e intu�a su estado. Alargu� una de mis manos por detr�s de mi espalda
y le cog� el escroto, movi�ndolo como queriendo jugar con sus bolas.



Una exclamaci�n llen� el aire de mi dormitorio -�Puta!.- Y al
momento sent� la respiraci�n jadeante de Ricardo, y el semen deslizarse por
entre mis nalgas, desde la parte baja de mi espalda, mientras Ricardo me
apretaba contra �l cogiendo fuertemente mis dos senos.



Me d� la vuelta para besarle, y nos entregamos a un beso
fenomenal. No me pude negar a ponerme de rodillas y lamer la cabecita del pene
manchado de semen de Ricardo cuando poniendo sus brazos en mis hombros y
presionando de mi cuerpo hacia abajo me pidi�. �L�mpiame.-



Me estaba acostumbrando al sabor de su lechecita. Como os he
dicho, mientras mis padres estaban en casa era dif�cil que Ricardo me hiciera
nada, pero en cuanto se iba, era otra cosa.



No se de donde obten�a la informaci�n, pero parec�a que
segu�a un plan met�dico. Un d�a despu�s de haberle masturbado un par de veces y
de el haberme metido el dedo otro par de veces durante la anterior semana,
coincidimos de nuevo solos. Yo hab�a animado a nuestros padres a salir para que
Ricardo pudiera jugar conmigo y mis padre, con toda confianza salieron.



Yo me hab�a puesto el camis�n, pues era de noche y mi hermano
apareci�, como siempre. Yo ya me hab�a acostumbrado a sus dedos y no conceb�a
mayor placer que sentirme penetrada por ellos, por eso, cuando hac�amos estas
cosas, Ricardo y yo no necesit�bamos hablar.



Mi hermano me hizo una se�a y yo me puse de pi�. Entonces
baj� los tirantes de mi camis�n y me dej� desnudos los pechos y los hombros
inmovilizados junto al cuerpo. Al verme indefensa me pellizc� los pezones
ligeramente mientras nos bes�bamos. Ahora me costaba menos excitarme y era estar
cerca de Ricardo y empezar a ponerme caliente.



-�Subete el camis�n!.- Me orden� mi hermano. Obedec�. �l hizo
la otra mitad del trabajo y me baj� las bragas. Al sentirlas en mis tobillos, yo
separ� las piernas esperando que se pusiera de pi� y metiera su mano entre mis
muslos por debajo de mi vientre hacia dentro de mi rajita.



No fue as�. Ricardo, en cuclillas busc� mi sexo con su boca y
pronto sent� sus labios restregarse contra mi sexo. Me separ� los labios del
co�o y encontr� mi cresta, excitada, larga, abultada y colorada. La lami�
repetidamente. Me hac�a enloquecer cuando para mi decepci�n lo vi separarse y
hacer como si escup�a un pelo. Lo intent� otra vea pero no pareci� gustarle.
Comprend� que mis pelos constitu�an para el un impedimento.



Me cogi� entonces y me empuj� hacia la mesa de estudio. Me
sent� con las piernas separadas y Ricardo, colocado entre mis muslos, de pi�, me
hizo suya introduciendo sus dedos en mi vagina, pring�ndose de mis jugos
mientras me mord�a el cuello y la clav�cula, y yo le dispensaba calientes y
tiernos besos en lugar de fieros mordiscos.



Al D�a siguiente, al salir de la ducha, le rob� una
maquinilla de depilar a mi madre y con cuidado, me afeit� el toto.



No tardaron en faltar de nuevo mis padres de la casa.
Estabamos los dos viendo una pel�cula en el sal�n. Yo esperaba que Ricardo me lo
pidiera de un momento a otro. Llevaba una minifalda y una camiseta, y como
siempre que sab�a que me quedar�a a solas con mi machito, sin sujetador.



Me mir� fijamente y sin parpadear me dijo.- �Qu�tate las
bragas!.-



Mis bragas salieron de mis piernas r�pidamente. Ricardo,
mientras ve�a la pel�cula puso la mano en mi muslo y la fue subiendo. La sent�a
caliente cada vez m�s cerca de m� y aquella parsimonia me excitaba. De repente
not� sus dedos rozando mi sexo. Ricardo puso una cara extra�a y luego
comprendi�. Me inspeccion� cada trozo de piel de mi vientre y se convenci� de mi
desnudez total.



Ricardo, sin mediar palabra se desnud� y yo adivin� que deb�a
hacer lo mismo. Quedamos los dos desnudos, de pi� el uno frente al otro, nos
sentamos y nos abrazamos. Nos entregamos en un profundo beso mientras nos
acariciamos y comenzamos a estimular nuestro sexo mutuamente.



La mano de Ricardo se mov�a por mi vientre, comprobando la
suavidad de mi piel y al poco, su boca empez� a buscar primero mis senos,
entreteni�ndose en besar fuertemente los pezones y morderlos con los labios.
Luego me hizo tirarme en el sof�, lamiendo mis pechos aplanados contra m� misma
por la fuerza de la gravedad.



S�lo una de mis piernas colgaba del sof�. Ricardo busc� mi
sexo con su boca separ�ndola de la otra y a la ve empez� a poner su cuerpo sobre
el m�o, pero sin echarse sobre m�. Sent� cada una de sus rodillas a ambos lados
de mis mejillas mientras su cara se hund�a entre mis piernas que estaban
agarradas entre sus brazos. Su lengua me lam�a hoy, sin problemas de pelos
sueltos, el sexo, de arriba abajo y de adelante hacia detr�s.



Yo sab�a lo que quer�a, pero tal como estaba lo que pod�a
hacer era agarrarle el pito y lamer sus test�culos. Lo hice y Ricardo se
excitaba y me lam�a con sa�a. Le propuse a Ricardo una postura mejor.



Pablo se tumb� en el sof�, con la cabeza sobre un coj�n y yo
me puse en la misma forma en que �l estaba antes. No tard� en sentir mis nalgas
y mi sexo, ocupados por su cara mientras yo, ahora pod�a engullirme entero el
pene de mi hermano.



Aquello era delicioso, por que adem�s, Ricardo se ayudaba con
los dedos y me los introduc�a en la rajita profundamente, mientras me lam�a
alrededor. Yo me esforzaba en lamerle de la mejor forma posible, lentamente pero
con decisi�n, como si fuera lo m�s delicioso del mundo.



Ricardo comenz� a mover sus dedos dentro de m� y mi
excitaci�n fue subiendo. Estaba insertada por mi sexo y por mi boca. Sent�a
adem�s su lengua en mi cl�toris y eso me animaba a lamer la cabecita de su pene.
Ricardo se empez� a mover suavemente y yo comenc� a realizar tambi�n suaves
movimientos p�lvicos, moviendo mi sexo delante de su cara, haciendo que su
lengua me lamiera todo el sexo y que su dedo me penetrara con m�s profundidad.
Por mi parte, sent�a su pene salir y meterse en mi boca con mayor velocidad, ya
que a la que yo le imprim�a a mi cabeza, se sumaba la que el mismo le daba con
sus movimientos.



Estaba a punto de correrme cuando not� el viscoso l�quido
inundarme la boca. Si lo soltaba y lo escup�a, Ricardo dejar�a de lamerme y
penetrarme, as� que succion� para dentro lo que pude y pronto obtuve mi
recompensa, pues el verme as�, como una guarra, penetrada por delante y por
detr�s, fue demasiado para m�. Los dos nos mov�amos. Eramos el yin y el yan. Nos
com�amos desesperadamente el uno al otro y nos agit�bamos restreg�ndonos,
sintiendo el cuerpo caliente del otro, su placer, su �ntimo sabor.



No me arrepent�a de lo sucedido, aunque, eso s�, pensaba que
haberlo lamido todo era establecer un precedente muy peligroso por que dar�a pi�
a que Ricardo me lo pidiera siempre. Estaba equivocada. Ricardo siempre quiere
m�s.



Ricardo disfrutaba cada vez m�s conmigo.(Y yo con �l). Sab�a
que algo tramaba aunque no supiera que es lo que era. Un d�a me pidi� dinero. Se
lo d� a cuenta de lo que a�n le deb�a. En realidad no hemos hecho ninguna cuenta
de lo que me debo o le debo. Un chantaje es as�, una relaci�n unidireccional.
Sin embargo, a m�, mi chantaje me proporcionaba gratificantes experiencias. Se
fue a la calle y vino muy nervioso. Tra�a una bolsa, que parec�a de una
farmacia.



Me di cuenta que trasteaba en el ropero de mam�, en el de la
ropa vieja.. Lo achaqu� a alguna movida sin importancia. Nunca pens� que Ricardo
planeara casarse conmigo, es decir, tener una noche de bodas.



El caso es que uno de esos fines de semana que mis padres
aprovechaban para darse una escapada, not� que mi hermano ten�a una actividad
fuera de lo normal. Sab�a que har�a efectivas, desde luego, y una vez m�s las
cl�usulas de mis chantaje, as� que estaba duchada desde la ma�ana.



Mi hermano me orden� que me duchara. Ser�an las seis de la
tarde.-�Pero si ya me he duchado!.- La repliqu�.


-No importa. D�chate. Hoy es un d�a muy importante.-



Me duch� de nuevo. Me excit� pensando en lo que Ricardo
tendr�a preparado. Me imagin� de nuevo enredada en un sesenta y nueve con mi
hermano.



Al salir, Ricardo me llam� desde el cuarto de mis padres. Yo
estaba enrollada en la toalla y llevaba los pelos cogidos con una toalla. Encima
de la cama de mis padres hab�a un traje de boda, era el de mam�. Al lado estaba
el traje negro de pap�. Pesar de que yo ya ten�a una idea de lo que Ricardo
pretend�a, le pregunt�



-�Para que has sacado esto?.-


-Nos lo vamos a poner.-


-Pero,, �No te da respeto?.-



Ricardo call� un instante. Al final me contest� .-�Si!, pero
como la boda de ellos fue civil y no religiosa, he pensado que no tiene tanta
importancia.-



Yo estaba segura de que el traje de mam� me quedar�a ancho, y
a Ricardo, el de pap�, ni que decir. Mi hermano me sugiri� que antes de ponerme
el traje deb�a de ponerme los atuendos adecuados. Me hizo pintarme las u�as de
las manos y de los pies de color rojo, y los ojos, los labios de un rojo
intenso. Me pein� todo lo m�s solemne que sab�a. Despu�s, mientras �l se hab�a
colocado los pantalones, que le estaban muy anchos y la camisa, que era una suya
y una pajarita, busc� unos calcetines oscuros y unos zapatos. Decidi� ponerse
los brillantes zapatos de ceremonias de pap�, unos anticuados que ya no usaba,
probablemente, desde la comuni�n de Ricardo.



Al verme a�n enrollada en la toalla, nos pusimos a buscar
unas braguitas para la ocasi�n. Rebuscamos entre las m�as, pero aunque hab�a
alguna m�s atrevida que otras, no era lo que buscaba Ricardo. Me sent� un poco
cortada mientras busc�bamos entre la ropa de mam�. Eso era lo que Ricardo hac�a
cuando lo sent�a unos d�as antes buscar en el cuarto de mis padres. Al final
encontramos unas bragas de encaje blancas. Eras unas braguitas atrevidas y
elegantes, con transparencias donde m�s deb�a de haber tapado. Me las puse. Me
quedaban un poca anchas, pero me quedaban. Mi hermano encontr� el sost�n. Ese s�
me quedaba muy grande, a pesar de lo cu�l, Ricardo insisti�.



Finalmente, buscamos unas medias y de nuevo tuvimos que
acudir a Mam�. Ten�a unas de mayas blancas que ven�an bien para la ocasi�n y
aunque estaban un poco anchas se sosten�an. Tuvimos la suerte de encontrar un
liguero que no did� en ponerme.



La chaqueta le estaba grand�sima a Ricardo. A el le sobraban
dos tallas. Estaba gracioso. Ricardo extendi� ante m� las joyas de mi madre. Mis
manos se cubrieron con sus pesados anillos de oro. Ten�a ocho anillos de oro
puestos, me coloc� dos pulseras en las mu�ecas y tambi�n en los tobillos, y
aprovech� para colocar un anillo, simple, de oro, en uno de los dedos de mis
pi�s. Sent� el fr�o en mi cuello cuando Ricardo me coloc� aquel collar doble de
perlas, y luego, me coloqu� unos pendientes muy grandes.



Me mir� al espejo. Estaba cargada, recargad�sima, barroca,
pero me sent�a sexy. Bueno. El novio me esperaba en el cuarto de la tele. Me fui
hasta all�. Ricardo me mir� con deseo, con pasi�n. Me cogi� la mano y encendi�
el video, el responsable aut�ntico de toda esta aventura.



All� apareci�, en la pantalla de la tele, el propio Ricardo
disfrazado como de Juez. Le�a un documento despu�s de presentarse como
funcionario de casamientos a distancia. El papel que le�a me obligaba a ser la
sumisa esposa de mi esposo, que era mi amo, mi due�o, mi se�or, que dispondr�a
de m� como gustase. Dec�a que el presente se firmaba voluntariamente.



Al final se desped�a. Mir� a Ricardo. Me se�al� un documento,
igual al le�do por v�deo, probablemente el mismo. -�Firmalo Ya!.-


-Pero Yo no lo firmo voluntariamente. Me haces chantaje.-


-Bueno, eso no lo sabe el funcionario. Y tienes que
elegir...ten en cuenta que algunas de las escenitas entre t� y yo est�n
grabadas...-



Me qued� fr�a. Ahora si que estaba desconcertada. �Le dir� a
pap� que me obligaste.-



-�te obligu�? �A ser una zorra que se ha entregado por no
asumir una bronca?.-


- Eres...eres un cerdo.-


- �Crees que pap� va a creer que yo, con dieciocho a�os te
obligu� a ti, con veintitantos? �Sabes que si esto hubiera ocurrido unos meses
antes podr�a acusarte de corrupci�n de menores?.-



Guard� apenada silencio. No esperaba que Ricardo actuara con
tan mala leche. Me despert� de mi ensimismamiento al pedirme Ricardo de nuevo
que firmara aquello. Lo firm�.



-Guardar� este documento donde nadie lo encuentre.- Me dijo
orgulloso, triunfante.



Un par de l�grimas corri� el rimen de mis ojos. Tengo que
decir que he buscado el documento y no lo he encontrado. S� he encontrado alguno
de los v�deos con las escenitas de nosotros grabadas, pero sospecho que tiene
m�s. No me puedo fiar.



-Y ahora...Vamos a consumar el matrimonio.-



Me cogi� de la mano y me llev� hacia el cuarto de mis padres.
Aquello me hac�a sentir como una trasgesora total, como si traicionara a mam�,
que usaba las bragas, las joyas, su traje de boda y finalmente, su cama.



Al principio no ten�a ganas de nada. Ricardo se me acerc�
para besarme y tuve que inclinar la cabeza, pues los zapatos blancos de aguja,
por supuesto, de mam�, me hac�an mucho m�s alta que �l. Me comi� la boca con un
beso apasionado que apenas respond� por compromiso.



Se quit� la chaqueta. Hab�a tra�do un lector de CDs y empez�
a sonar una m�sica espiritual, instrumental y ex�tica. Me cogi�. Bailamos. Al
sentirme abrazada a �l, la verdad es que se me pas� un poco el disgusto. Me
gustaban otros chicos y me gustan, pero no cabe duda de que era a Ricardo al
chico que m�s quer�a y el que m�s sexo me hab�a hecho disfrutar.



Mis besos se fueron volviendo m�s tiernos, m�s apasionados.
Deseaba descalzarme para estar a su altura. Pero me pidi� que me quitara el
vestido antes. Me fui desnudando. Ve�a mi cuerpo sobrecargado de joyas en los
cristales del armario y de la c�moda. Me volv� a dejar abrazar por Ricardo, que
me agarraba de las nalgas mientras con el rabillo del ojo me miraba el culo
atrapado entre sus manos.



Me desabroch� el sost�n, como me pidi� mientras el se
desabrochaba la camisa. Puso en mi cuello su pajarita. Luego, cogi� un nuevo
collar, de piedrecitas, un poco hippy, y me lo coloc� alrededor de la cintura.
Nos abrazamos de nuevo. Sent� la textura de su camisa blanca y la piel de su
pecho en mis pezones excitados.



Me pidi� que me quitara las bragas. Mi hermano estaba
extasiado viendo como desabrochaba el liguero de las medias para sacarme las
bragas. �l se quit� los zapatos y yo pens� que podr�a quitarme aquellos zapatos
alt�simos. No me lo consinti�. Acto seguido se quit� los pantalones y le v� con
unos calzones de los de toda la vida, no unos slips , sino unos calzoncillos
largos. La cabecita de su picha quer�a salirse juguetona entre los botones de su
bragueta. Yo me acerqu� a �l y le desabroch� la bragueta mientras nos bes�bamos.



El pene sali� de sus calzoncillos y lo acarici�. Ricardo me
recompens� toc�ndome mi rajita desnuda de pelos y metiendo la yema de su dedo
dentro de mi rajita humedecida. Me pidi� que le diera un lament�n en la picha.
No me pod�a negar, y menos el d�a de nuestra boda.



Fue un lamet�n descarado pero breve, pues Ricardo me oblig� a
ponerme de pi� de nuevo y me empuj� con suavidad a la cama. No abrimos ni
siquiera las s�banas. Apartamos la colcha y all�, Ricardo y yo nos echamos,
abrazados, bes�ndonos de nuevo.



Cada vez que me mov�a sonaban las cuantiosas joyas que me
colgaban. Me sent�a inc�moda con los zapatos en la cama. Ricardo se hab�a
quitado los calzoncillos y yo acariciaba su pene, d�ndole masajes en toda su
longitud hasta hundir mis dedos en su escroto, cada vez m�s rugoso. Le cog� sus
huevos duros al sentir lamer de mis pezones. Lo ten�a entre mis piernas. Yo
alargaba mi mano para cogerle los huevos y el me lam�a, mord�a con los dientes y
estiraba de ellos. Me volv�a loca. Y cuando aquel pez�n estaba ya excitado, mi
hermano atacaba el otro.



- �Follame!- Aquellas palabras salieron de mi boca sin yo
quererlo, sin darme cuenta. le dije. Se lo repet� varias veces. Al fin se puso
de rodillas y sac� de la mesita de noche un preservativo cuyo coste hab�a
financiado sin saber. Lo sab�a por que reconoc� la bolsa de la farmacia en que
la caja estaba envuelta al lado del preservativo.



Ricardo rompi� la funda y se lo quer�a poner aunque no
atinaba, pues estaba muy nervioso. Me lo dej� a la tercera vez que se lo ped�.
No deja de ser parad�jico que yo le colocara el preservativo a mi hermano con el
que �bamos a consumar nuestro incestuoso amor. Lo desenroll� suavemente en su
pene. Los dos mir�bamos en silencio c�mo la funda se extend�a durante unos
segundos. Despu�s, Ricardo me empuj� con dulzura, hasta tumbarme en la cama.



Mi hermano me cogi� los hombros por detr�s de mi espalda y me
llev� hacia �l. Sent� la cabecita entre mis labios, a punto de penetrarme. Yo ya
ni me acordaba de la �ltima vez. Le ped� que me penetrara despacio, y Ricardo se
port� como un amante comprensivo, ganando mi sexo cent�metro a cent�metro,
segundo a segundo. Me sent�a dilatar y creo que Ricardo sent�a mi dilataci�n
ante �l.



Abr� las piernas. Ese era tal vez el motivo por el que
Ricardo no quer�a que me quitara los zapatos. Con los taconazos aquellos, mis
caderas parec�an obligadas a ensancharse m�s, mi cintura se arqueaba m�s y
sent�a mi sexo muy expuesto a sus embestidas. Ricardo me la hab�a metido entera
ya y el escroto contagiaba su calor a mis nalgas, como yo contagiaba de mi
humedad a la base de su pene.



Ricardo ya sab�a lo que ten�a que hacer. Yo no se si lo
aprendi� en las pel�culas porno o es un instinto que los hombres tienen, lo
mismo que no me acuerdo si me muevo por que me lo pidi� el cuerpo la primera vez
que lo hice o por que alg�n chico me pidi� que me moviera. No me hizo falta, en
cualquier caso, que Ricardo me lo pidiera esta vez.



Nos miramos profundamente a los ojos mientras comenzamos a
movernos el uno contra el otro, acompasando nuestro movimiento, deseando que el
roce fuera el m�ximo. Mi vagina recog�a todo el placer que mi hermano me
proporcionaba con su pene. Me hab�a cogido las manos y las manten�amos unidas
por encima de mis hombros, y al no tener punto de apoyo, mi hermano me la
clavaba profundamente.



Sent� mi vagina comenzar a convulsionarse, excitada al ver
los esfuerzos que mi macho, Ricardo, hac�a ya por vaciarse, por hincarmela,
arqueando su espalda, contrayendo sus lumbares, metiendo sus ri�ones, mirando al
techo.



Comenc� a gemir, con unos gemidos ahogados, roncos,
mitigados, rugidos de leona asm�tica. Arqueaba mis caderas. Las joyas hac�an que
al moverme sonaran como cascabeles alrededor de m�. Doblaba la espalda y sent�a
mi piel h�meda por el sudor, mis peones ardientes sent�an el roce del aire y
buscaban el contacto de Ricardo, que de pronto se desplom� sobre m�, vac�o de
semen y de fuerzas, y aunque se continuaba moviendo, lo hac�a ya por seguir
proporcion�ndome un placer que ya remit�a.



Le bes� la oreja. -Ya est�, amor m�o, ya est�.- Le dije para
sosegarle y despu�s lo tuve un rato encima de mi, disfrutando acariciando sus
nalgas sudorosas, intercambiando nuestros besos, nos apartamos.



Quedamos en la cara callados y luego, Ricardo fue a tirar el
preservativo a la basura, bien escondido, seg�n me dijo, para que no lo
encontrara nadie.



Bueno. Ahora soy la esposa fiel y sumisa de mi hermano
Ricardo. Cada vez que mis padres se ausentan, mi hermano me hace el amor y yo la
verdad es que disfruto mucho, pero de vez en cuando me deprimo un poco, porque
no se hasta que punto est� mal lo que hago.



Si alguien me puede contar alguna experiencia parecida, os
pedir�a que me mandarais vuestra opini�n.



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Relato: Mi hermano me chantajea
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