Desde siempre, todas mis relaciones estaban condenadas al
fracaso, me costaba excitarme con la chica de turno, el sexo era para m� casi un
calvario en lugar de resultar placentero.
Poco a poco me di cuenta de que lo que sent�a por algunos
hombres, no era envidia por su cuerpo o por su fuerza, si no que era atracci�n.
Me costaba aceptarlo, no quer�a reconocerme a mi mismo que era gay �c�mo iba a
ser eso?. Yo no me parec�a en nada la loca del pueblo, que se vest�a de mujer.
Siempre hab�a o�do decir a mi padre que los maricas eran, en algunos casos,
enfermos que deber�a llevarlo en silencio, y en otros muchos, depravados
follani�os que no merec�a vivir. Con estos antecedentes, y lo que yo empec� a
sentir hacia algunos chicos, acab� hecho un l�o.
Decid� marcharme a vivir fuera por un tiempo, con la idea de
aclararme y conocer otros lugares. Circunstancias de la vida hicieron que esa
marcha se prolongara hasta ahora.
Se abri� ante m� un nuevo mundo al marchar a Barcelona, donde
las relaciones homosexuales se viv�an con cierta normalidad. La primera vez que
v� a dos chicos bes�ndose en plena calle y pasear agarrados de la mano, qued�
maravillado. Eso era lo que a m� me gustaba.
Mi error fue no mostrar mis sentimientos cuales eran, si no
que segu�a ocultando al mundo mi inclinaci�n sexual.
Entonces, lleg� Mario.
A Mario lo conoc� hace unos 4 a�os, poco despu�s de mi
llegada. El empez� a trabajar en la misma empresa donde yo llevaba apenas un
mes. Era todo un macho, cuerpo perfecto, rubio, sonrisa de anuncio, espalda
ancha, se le adivinaban unos pectorales marcados y sin grasa.
Desde el primer d�a nos hicimos muy amigos. Por aquella
�poca, yo buscaba una habitaci�n en alquiler y el viv�a en una poblaci�n cercana
con una prima suya y, casualmente, ten�an una habitaci�n libre. A la semana, ya
estaba viviendo con ellos.
C�mo no est�bamos muy convencidos con el nuevo empleo, con el
tiempo fuimos buscando otras ocupaciones y, por separado, nos fuimos a vivir a
la capital.
Nunca le confes� que me atra�an los hombres. De vez en
cuando, habl�bamos del tema, al igual que de otros muchos, con normalidad.
Reconozco que hubo un tiempo en que lo pas� muy mal, me atra�a demasiado y como
el andaba siempre con mujeres, y nunca dio signos de inter�s por los hombres, no
quise estropear nuestra amistad.
El siempre fue cari�oso conmigo. Me tocaba mucho al hablar,
aunque a �l parec�a molestarle un poco si yo lo hac�a. Era c�mo mi hermano
mayor, hac�amos deporte juntos, y m�s de una vez estuve tentado a, aprovechando
cuando est�bamos en las duchas del gimnasio y el hac�a alg�n comentario sobre mi
musculatura, dar el primer paso medio broma medio en serio para tantear las
posibilidades.
Cuando se ech� novia y, un a�o despu�s, se fue a vivir con
ella, di por perdidas mis esperanzas de cualquier oportunidad. Para entonces, yo
ya hab�a superado esa etapa en la que me colgu� con el y realmente me alegr�
mucho de que fuera feliz.
Mi nuevo trabajo me daba la oportunidad de viajar mucho,
adem�s de estar bien pagado. Hace unos meses, en julio, tuve que viajar a Roma
por 10 d�as, para organizar unas jornadas de formaci�n en la empresa y, como
Mario estaba de vacaciones y su novia se encontraba fuera trabajando, decid�
invitarle a que viniese conmigo. Acept� encantado.
Nada m�s llegar a hotel, nos debieron confundir con una
pareja, ya que nos dieron una habitaci�n con cama de matrimonio. Bromeamos al
respecto, pero la cosa qued� ah�.
Ni que decir tiene que el dormir a su lado en calzoncillos,
roz�ndonos mientras dorm�amos (o al menos �l), me pon�an caliente en exceso.
Llegamos un viernes, aposta para disfrutar el fin de semana y empezar a trabajar
el lunes. Salimos la noche del viernes y la del s�bado, por el d�a nos
pate�bamos Roma en plan turista. El domingo est�bamos rendidos y decidimos
quedarnos en el hotel a descansar y ah� empez� todo.
A mi me dol�a bastante la espalda y el se ofreci� a darme un
masaje, as� que me puse boca abajo y me dej� hacer.
Era un masaje muy sensual, el me preguntaba si estaba bien y
me ped�a que me relajase. Se puso de rodillas sobre m� y se sent�, por lo que
notaba como su paquete estaba en contacto directo con mi culo, por encima del
calzoncillo, claro. Empez� a hablar sobre lo bien que lo estaba pasando estos
d�as y de las ganas que tuvo siempre de estar a solas conmigo en un sitio lejano
para estar tranquilos. Para entonces, yo ya ten�a una dolorosa erecci�n. De
pronto, se inclino y empez� a besarme en el cuello; de nuevo me pregunt� si me
gustaba. Yo estaba alucinando, �qu� estaba haciendo?. Not� como apretaba su
paquete contra mi espalda, su polla caliente y ahora de mayor tama�o. Un gemido
fue mi �nica respuesta.
Me pidi� que me diese la vuelta y sonri� al ver mi erecci�n.
En ese momento, me lo quer�a comer. Me parec�a mentira tenerlo ah�, bes�ndome,
dese�ndome, con su polla tiesa, apret�ndola contra la m�a. Me dijo que sab�a que
me gustaba hace mucho tiempo, y ya que desde hace un tiempo ten�a curiosidad por
saber que se siente al estar con un hombre, quer�a aprovechar para hacerlo
conmigo. Se me ech� encima, bes�ndome primero con ternura, y luego
apasionadamente, meti�ndome la lengua hasta lo m�s profundo, acarici�ndome todo
el cuerpo, mientras yo le sobaba el culo y apretaba su cabeza para que su lengua
llegase a�n m�s adentro.
Realmente me estaba volviendo loco de placer, era como un
sue�o. El sentimiento de amor hacia �l que cre�a olvidado, surgi� de nuevo. Le
ped� que me dejara hacer, y as� fue. Se tumb� boca arriba y me dijo tres
palabras que hab�a estado esperando desde el primer d�a que lo conoc�: "Soy todo
tuyo". Esta vez fui yo quien se puso de rodillas sobre el con mi paquete
apretando el suyo. Empec� a acariciar y besar su amplio pecho, cubierto con una
ligera capa de vello rubio, sus marcados abdominales, su robusto cuello, su nuez
de macho. A medida que acercaba mis caricias y mi boca a su abultada polla, su
respiraci�n se aceleraba. Comenc� a amas�rsela por encima de sus inmaculados
calzoncillos blancos que tantas veces hab�a rescatado del cesto de la ropa y me
hab�a proporcionado la inspiraci�n de innumerables pajas.
Dios, �. �C�memela, cabr�n!, ch�pame la polla YA��-
susurraba con un tono de voz desconocido por mi hasta ahora.
Sus gritos me estremec�an y me excitaban a la vez. Despojado
de la prenda �ntima, una saludable polla de unos 20cms salt� como un resorte,
apuntando con desaf�o hacia mi cara.
Empec� a lamerla de la base a la punta, c�mo tantas veces
hab�a visto hacer en las pel�culas porno que visionaba a hurtadillas, chupaba
sus huevos, gordos y peludos mientras le pajeaba.
Su respiraci�n se agitaba cada vez m�s, sus jadeos eran cada
vez m�s fuertes. Concentr� mis besos y lametones en el glande y, poco a poco, me
tragu� buena parte de es maravillosa verga.
Mario no paraba de gemir y yo cada vez estaba mas caliente.
No pod�a creerlo: estaba provocando un inmenso placer a aquel
macho con el que hab�a so�ado desde el primer d�a que le v�.
Cuando me anunci�, entre gritos ahogados, que se corr�a,
aceler� mi mamada y apret� sus cojones hasta que inund� mi boca con su caliente
lefa que resbalaba por mi barbilla.
Sub� hasta su boca y nos fundimos en un largo beso, y entre
los dos nos tragamos la deliciosa leche.
Me dio suavemente la vuelta y me dej� boca arriba en la cama,
con la polla a punto de reventar y me proporcion� una espectacular mamada. Sus
gru�idos y la oleada de sensaciones que recorr�an mi cuerpo, unido a la
impagable imagen de mi �ntimo amigo chup�ndome el rabo, hicieron que me corriese
al poco tiempo.
Exhaustos, nos abrazamos. El me susurraba suavemente que me
amaba, que no quer�a que aquel momento no acabase nunca.
El resto de d�a, fueron maravillosos. Intentaba delegar todas
las tareas posibles en otras personas, para pasar con �l la mayor parte del
tiempo.
Nos empezamos a comportar como una pareja, pase�bamos de la
mano por las calles de Roma e incluso llegamos a besarnos en p�blico. Fueron
hasta entonces, los d�as m�s felices de mi vida.
De vuelta a Espa�a, lo hablamos con tranquilidad y llegamos a
la conclusi�n de que aquello era lo siempre hab�amos estado esperando, y que
ten�amos que vivir el momento.
Decidido, Mario cort� con su novia y decidimos vivir juntos.
A d�a de hoy, somos una pareja feliz, y yo me siento
realizado, tengo claro lo que quiero y espero compartir el resto de mis d�as con
el.
Os escribo nuestra historia con el pleno consentimiento y
"supervisi�n" de Mario, para animaros a todos a vivir cada momento y a que no os
rend�is ya que no hay nada imposible.
Feliz Navidad a TODOS y que el 2005 traiga Paz y Amor para
todos.
Manuel y Mario.