Relato: 5 alba�iles se garcharon a mi mujer



Relato: 5 alba�iles se garcharon a mi mujer

Siempre tuve complejo de polla peque�a. No s� si mis 14 cms.
dan la media nacional, o si es verdad que el tama�o no importa; pero, lo cierto,
es que hubiese preferido un buen poll�n, de, al menos, 20 cms. a una loter�a
primitiva.


Puede que este complejo influyera en la sensaci�n que siempre
me quedaba despu�s de follar con mi mujer de que �sta no hab�a quedado
convenientemente satisfecha, pese a que me considero un artista comiendo co�os.
Muchas veces me despert� agobiado tras una pesadilla en la que se follaban a mi
mujer y disfrutaba m�s que nunca la muy guarra. Nuria, mi esposa, es una mujer
de 39 a�os de muy buen ver. Tiene buenas tetas, aunque un poco ca�das despu�s de
tres embarazos, y, sobre todo, un culo imponente, como para sembrar nabos. Es
una madurita apetecible que cuando se pone minifaldas todav�a pone caliente a
m�s de uno que anda salido por ah�.


Nuestra vida sexual puede considerarse normal (un par de
polvos a la semana), y he logrado, despu�s de varios a�os de insistencia, que mi
mujer me la chupara, aunque cuando lleva un rato chupando o cuando sale l�quido
preseminal, siempre le dan arcadas y deja inmediatamente de hacerlo. De franc�s
"bebido" nada, por tanto. Tampoco consegu� nunca, en quince a�os de matrimonio y
varios m�s de experiencia prematrimonial, follarle su culo, tan s�lo alguna vez
alcanc� a introducirle mi dedo �ndice en el ano, teni�ndolo que retirar
r�pidamente al decirme que ten�a mucho dolor.


Nuria, eso s�, se deja comer el co�o todas las veces, dice
que tengo una lengua maestra, y eso me hace sentir halagado por una parte y
agobiado por otra, pues siempre se refiere a mi lengua, nunca a mi polla de 14
cms.. Nuria me dice que tiene buenas corridas, aunque tampoco nunca consegu�
follarla m�s de una vez en un d�a.


Soy empresario de la construcci�n y Nuria desde hace algunos
meses me acompa�a al trabajo, haciendo labores de secretaria. Ha ido adquiriendo
experiencia en este tiempo, tanta que ya hace sola algunos presupuestos y que,
incluso, controla la evoluci�n de algunas obras. El negocio nos va muy bien y en
este momento tenemos en la provincia de M�laga m�s de cinco obras en marcha. A
veces pido a Nuria que vaya sola a algunas obras, dividi�ndonos as� el trabajo.
Mis encargados, al principio, tuvieron reparos en admitir a una mujer dirigiendo
sus tareas, pero, poco a poco, van confiando en ella, y se dejan
gobernar.Especialmente me llam� la atenci�n el cambio de aptitud de Miguel�n y
su cuadrilla, que hacen una reforma en Torremolinos y que de parar la obra al
principio no admitiendo los consejos de mi mujer, han pasado a no dar m�s la
lata, hasta el punto de no saber nada de ellos desde hace algunas semanas. Nuria
se encargaba todos los d�as de dirigir la reforma.


Hace una semana me decid� a visitar la obra de reforma de
Torremolinos, por sorpresa, quer�a conocer la evoluci�n de la misma y no avis� a
mi mujer, pues se enfadaba cuando segu�a sus pasos, pues parece que no confiaba
en ella, seg�n luego me rega�aba. As� que esper� a las seis de la tarde, cuando
todos los obreros dan de mano, y me fui a la obra. Era la reforma de un local
comercial para un supermercado, m�s de 1.000 metros cuadrados, y nos quedaban
s�lo dos meses de plazo para terminarla. Cuando llegu�, la puerta de acceso a la
obra estaba cerrada y ya se hab�a ido todo el mundo. O eso cre�a yo, pues o�a de
fondo un ruido muy raro, de varias personas, que proced�a de la obra. Como nadie
me esperaba, y ten�a copia de las llaves de acceso, me col� con sigilo en el
local, a ver qu� estaban haciendo.Al final, en una de las habitaciones, todav�a
en bruto, parece que hab�a una luz tenue y, a medida que me aproximaba, era m�s
f�cil distinguir los sonidos, jadeos extra�os por una parte, risa y alboroto por
otro. Las paredes de la habitaci�n todav�a estaban en ladrillo tosco, con
algunos boquetes por los que se pod�a ver el interior, y a uno de ellos me
asom�, descubriendo una escena que por poco provoca mi desmayo:


Miguel�n estaba morre�ndose con Nuria, los dos de pi�. Mi
mujer con las tetas al aire y su minifalda subida hasta la cintura. Tres obreros
m�s de la cuadrilla miraban la escena sentados en una esquina de la habitaci�n y
bebiendo cervezas, mientras que otro, de pie, se pajeaba contemplando la escena.


Miguel�n besaba a mi mujer con frenes�, como queri�ndole
comer la lengua, le chupaba la boca mientras con las dos manos la aproximaba
hacia s� agarr�ndola por el culo. De pronto le com�a la boca con violencia, como
pasaba a chuparle el cuello o a comerle las tetas, manteniendo siempre bien
agarrado el culo, apretando y separando los cachetes de mi mujer.



- F�llate a esa putona, Miguel�n, foll�tela bien que ahora vamos nosotros. As�,
as�, se�ora Nuria, vamos a follarte mejor que el cabr�n de tu marido. Ja, ja,
ja�, y no paraban de beber cerveza a ga�ote y de decir improperios.



Miguel�n, de pronto, apart� las dos manos del culo de mi
mujer y las llev� hasta sus hombros. El dedo pulgar de la mano derecha lo meti�
en la boca de Nuria, que lo chupaba como un caramelo, con una cara de ramera que
jam�s le hab�a visto, mientras que con la mano izquierda empujaba el hombro
hacia abajo, provocando que Nuria se pusiera en cuclillas. De pronto, la cara de
mi mujer estaba ante el paquete impresionante de Miguel�n, que, aunque llevaba
pantalones americanos, hac�a ver un enorme bulto que, sin duda, mi mujer conoc�a
muy bien por la confianza con la que abr�a su porta�uela e introduc�a una de sus
manos. De la bragueta de Miguel�n sali� una polla de considerable tama�o, mucho
m�s grande que la m�a, descapullada, sobre la que Nuria se avalanz� despavorida.
Me sorprendi� el comportamiento de Nuria, que a duras penas quer�a comerme la
polla, cuando chupaba con gula el enorme capullo que se le mostr� delante. Nuria
engull�a la polla de Miguel�n con maestr�a, sin duda hab�a aprendido mucho en
los �ltimos meses. Se introduc�a en la boca los casi 20 cms. de Miguel�n para
luego sacarla completamente y hacer como si se pintara los labios. Daba
lametazos, escup�a la polla antes de introduc�rsela otra vez casi entera,
recorr�a el tronco de Miguel�n hasta su base, casi haciendo perder el equilibrio
del encargado que todav�a ten�a los pantalones por los tobillos, besaba los
huevos sudados de Miguel�n, se los met�a en la boca y los chupaba como una loca.
Miguel�n jadeaba y disfrutaba, haci�ndome un cabronazo, y mi mujer no paraba de
darle placer con su lengua. Nuria agarr� la polla de Miguel�n por su base con
las dos manos y empez� a hacerle una paja de campeonato a mi encargado mientras
manten�a el capullo en la boca, dando lenguetazos, cuyos chasquidos yo escuchaba
a la perfecci�n, a pesar del jaleo que armaban los tres cerveceros mirones. De
pronto Miguel�n comenz� a tensar los muslos y los gemelos poni�ndose de
puntillas y lanzando un aullido que rompi� mi coraz�n. Estaba corri�ndose en la
boca de mi mujer, con abundancia, tanta que Nuria abr�a la boca y apenas pod�a
contener la leche del encargado que sal�a a borbotones inundando la boca, la
cara, incluso el pelo de mi mujer, que estaba echa una verdadera guarra, y que
disfrutaba con lo que hac�a.Mientras Miguel�n se relajaba y quedaba exhausto, mi
mujer le limpiaba la polla divinamente, como queriendo dar vida nuevamente a la
serpiente que ten�a delante.


Mientras tanto, el obrero que de pie se pajeaba viendo a mi
mujer y a Miguel�n, se acerc� r�pidamente a mi mujer, y tambi�n ofreci� su polla
a la boca de Nuria que nada m�s abrirla recibi� otra descarga tan abundante como
la del encargado. El obrero lanzaba trallazos de leche que cubr�an la cara de mi
mujer, que aunque lo intentaba, no consegu�a captarlos todos con su boca. All�
estaba Nuria, mi mujer, que casi todas las veces se hac�a conmigo la estrecha,
de rodillas en la obra recibiendo leche a raudales, con las tetas al aire, la
falda zafada y el pelo y la cara llenos de lefa, con una cara desencajada,
pidiendo m�s guerra, como una putona en celo.Cuando mi mujer hubo terminado de
mamar, Miguel�n y el otro se apartaron a una esquina para beber una cerveza, y
los tres obreros que antes observaban, se re�an y dec�an improperios, se
pusieron de pie y se dirigieron al centro de la habitaci�n, donde Nuria estaba
todav�a de rodillas.



- Ven, lev�ntate putita, que esto todav�a no ha sido nada, le dec�a uno de los
obreros ofreci�ndole la mano para que mi mujer se pusiera de pie.


Mientras, los otros dos obreros, cog�an dos bidones de la
obra y separ�ndolos un par de metros colocaban en lo alto varios tablones de
madera, creando como una mesa rudimentaria que les llegar�a a la altura de la
cintura. Nuria se puso de pie y el obrero que la alz� se fue con la mano
directamente a su co�o, separ�ndole las braguitas, y metiendo un par de dedos en
su chocho. Mi mujer deb�a estar muy mojada y caliente, pues los dedos entraron
con mucha facilidad y las bragas se ve�an chorreando.El obrero, con dos dedos en
el chocho, le tiraba del pelo hacia atr�s y acercaba su boca al o�do dici�ndole
cosas guarras que todos escuch�bamos.



- C�mo me gustas jefecita. Hoy te vamos a partir el culo, lo sabes, te vamos a
follar bien follada, y tu maridito de los cuernos no va a poder entrar por la
puerta. Ah, jefa, y despu�s de follarte quiero que me des un anticipo, sabes.
P�dele dinero al cabr�n de tu marido para nosotros, que todos lo d�as vamos a
darte tu raci�n de polla, como te mereces.


El obrero acerc� a mi mujer hasta la zona de los tablones,
tir�ndole de los pelos y le orden�:


- Ahora desn�date enterita para nosotros y danos un besito
en la polla, putona, que lo est�s deseando.


Nuria se quit� la falda y las braguitas qued�ndose
�nicamente en tacones, mientras que los tres obreros apostados enfrente se
deshac�an de sus pantalones y camisetas. Estaban sucios y sudados del d�a de
trabajo y se mov�an sus hermosas pollas apuntando a mi mujer. El que lideraba el
grupo, ten�a una polla de enormes dimensiones, unos 25 cms. dir�a yo (qu�
envidia), con un capullo oscuro y un calibre impresionante. Era un poll�n de
campeonato que apuntaba al cielo con potencia. Los otros dos tambi�n calzaban
buenas pollas, una de unos 18 cms. y otra de m�s de 20 cms. Sin duda, mi mujer
se iba a dar el lote, la muy putita. Se agach� y comenz� a chupar el m�stil de
25 cms, paje�ndolo al mismo tiempo. Los otros dos obreros se aproximaron, y mi
mujer comenz� tambi�n a propinarles leng�etazos en sus respectivos capullos.
Cuando las pollas estaban en plenitud de acci�n, el due�o del superpoll�n, que
dominaba a mi mujer dijo:



- Vamos a darle su merecido a esta putita, compa�eros.


Entonces mi mujer, que, sin duda, no era la primera vez que
hac�a esto, se subi� a los tablones alzando el culo y poniendo su co�o
chorreante a la altura del poll�n de 25 cms. El obrero no hizo mucho esfuerzo
para clavar entera la polla en el co�o de mi mujer, mientras que Nuria jadeaba
como nunca la hab�a escuchado y se inclinaba hacia atr�s comi�ndose al mismo
tiempo las pollas de los otros dos obreros, entre lamentos y quejidos de placer.
La enorme polla del obrero penetraba a mi mujer con potencia hasta que mi mujer
tuvo las primeras convulsiones. Estaba corri�ndose como una loca y no dejaba de
comerse las otras dos pollas.Cuando mi mujer se hubo corrido el obrero sac� su
polla de 25 cms. y comenz� a refregar su capullo en el cl�toris de mi mujer, que
segu�a entonces corri�ndose sin parar. Los otros dos obreros excitados
comenzaron a eyacular abundantemente en la cara y la boca de mi mujer, que
aguantaba los lechazos y que se derret�a de gusto con la polla que acariciaba su
cl�toris y que demostraba tener mucho aguante.


- Ahora voy a follarte el culito, putita. Te gusta mi polla
verdad?, pues ya nunca tendr�s que hacer esfuerzo para cagar, puesto que te voy
a romper el culo. Seguro que el cabr�n de tu marido nunca te ha follado como yo
te voy a follar.


El obrero cogi� por la cintura a mi mujer, que todav�a
escup�a leche a raudales, y la puso a cuatro patas en la mesa, para comerle el
culo con muchas ganas. Yo creo que Nuria se corr�a de gusto otra vez. El obrero,
mientras le com�a el culo a mi mujer, llevaba la mano a su boca y a su cara,
coleccionando restos de leche de las corridas de sus compa�eros, y met�a la
leche en el culito de mi mujer para que le sirviera de lubricante, metiendo
primero un dedo, luego dos, hasta tres, sin que la puta de mi mujer rechistara;
todo lo contrario, echaba el culo hacia atr�s como queriendo que esos dedos la
penetraran m�s profundamente.Cuando el culo de Nuria estaba bien lubricado, el
obrero cogi� en brazos a mi mujer y la puso de rodillas a cuatro en el suelo,
como una perrita. Se dispuso detr�s de ella agach�ndose y apunt� al orificio
anal de mi mujer que chorreaba saliva y leche. Yo pensaba que ese poll�n no lo
aguantar�a Nuria, pero, sin embargo, resisti� estoicamente. S�lo dio un gritito
de sufrimiento cuando el obrero apretaba su capullo con fuerza contra el
esf�nter anal de mi mujer. Pero una vez que traspas� la barrera, el obrero
introdujo poquito a poco su enorme polla en el culo de mi mujer, que lo mov�a en
c�rculos y gritaba m�s y m�s como pose�da.


El culo de mi mujer estaba tan estrechito que, sin duda, esto
har�a que el obrero, con su enorme poll�n de 25 cms. se corriera pronto en las
entra�as de mi mujer, dej�ndose entonces caer sobre ella y comi�ndole la nuca en
ese momento. Nuria cay� tambi�n sobre el suelo con la cara de lado, desencajada,
mirando hacia donde yo miraba por un boquete. Estaba guarra, muy guarra, con el
pelo pegajoso, todo el maquillaje corrido, la cara llena de leche, y un enorme
obrero, sudoroso y satisfecho, sobre su espalda, con una polla de 25 cms, en su
culo que hab�a sido la delicia de mi mujer.Pronto todos los obreros y Miguel�n
el encargado comenzaron a recoger, mientras mi mujer continuaba en el suelo,
yaciente, totalmente salida, corrida, satisfecha. El obrero del superpoll�n hizo
una se�a a los otros y todos se acercaron en corro a mi mujer que, sabiendo lo
que le esperaba, se volvi� y se tumb� entonces boca arriba.



- Y ahora, una duchita calentita, para que el cabr�n de tu maridito no piense
que has follado en la obra.


Las cinco pollas apuntaban al cuerpo de mi mujer, comenzando
a mear sobre ella durante un buen rato. Nuria solo cerraba los ojos y retozaba
en el suelo encantada, como si de verdad fuera una ducha relajante lo que le
ofrec�an los obreros.Aquella tarde descubr� que en casa ten�a toda una puta, un
put�n verbenero, que s� que disfrutaba con la pollas grandes, con lo que yo no
pod�a darle. Pens� entonces en irrumpir en la habitaci�n en obras y provocar un
esc�ndalo, pero opt� finalmente por salir nuevamente con sigilo e irme llorando
y desesperado.


Llev� al coche hasta un descampado y recordando las escenas
que hab�a vivido, comenc� a ponerme cachondo y me hice una paja de campeonato.


Desde entonces, Nuria dirige casi todas las obras, siendo el
encanto de todos los encargados y obreros de la cuadrilla. Eso s�, he tenido que
subir el sueldo varias veces a toda la plantilla y todas las noches, cuando
vuelve a casa, me deja olisquearle el co�o y com�rselo, notando yo unos sabores
raros, que cada vez me gustan m�s, y que ella comenta que son producto de los
desarreglos hormonales propios de su edad.


Me he vuelto un cabr�n consentido, �me estar� volviendo
tambi�n maric�n?, cualquier d�a salgo yo tambi�n a buscar una polla de 25 cms.
que resuelva mi curiosidad, y, sobre todo, mi complejo de polla peque�a.




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