Relato: Incesto, Drogas y Jim Morrison





Relato: Incesto, Drogas y Jim Morrison

A veces, cuando la vena se hincha como si fu�se un tubo
fluorecente y Pam me entierra en ella el plateado y fino pico, quiero morirme.


Pam limpia la roja sangre con algod�n y yo siento que a veces
me mu�ro, pero es solo el momento... el instante sagrado en el cu�l me pierdo en
las turbias aguas del ojo de la muerte. Despu�s me lev�nto, bajo, t�mo el
colectivo en Plaza Esp�ra vuelvo a mi casa.


Al llegar no faltan las puteadas en nombre a mi falta de
responsabilidad, a los incumplimientos de horarios y la puta que los pari�. Es
incre�ble, pero hacen culto a la rutina. C�lcan casi a la perfecci�n cada d�a.
Mi madre c�ba mates para mi viejo que sentado en el sof� negro del living, mira
alg�n partido de f�tbol por televisi�n mientras asiente con su cabeza a todo lo
que mi madre le comenta, obviamente, sin escucharla. Estoy seguro de que si le
habla de un amante o la compra con tarjeta de un vestido fino que les endeud� la
vida, el muy boludo asiente mir�ndo como a Ronaldo lo bajan desde atr�s al borde
del �rea grande. "Si mi amor, si". En el cuarto de arriba mi hermana, (de 16
a�os) con alguna amiga o su noviecito de turno que no suelen durarle mas de dos
semanas.


Cuando era m�s chico, sol�a pensar que de haberme criado en
una familia normal no hubiera ca�do en �stas cosas, pero con el tiempo contest�
a esa duda con la famosa frase de que cada familia es un mundo, y no existen
mundos perfectos. Eso era antes porque ahora ya no pienso m�s, ni siquiera
recuerdo lo que pensaba. G�sto much�simo dinero en drogas como para ocupar mi
mente con pelotudeces vanales.


Pam ya cumpli� 23 a�os, yo 34, y hace seis que estamos
juntos, hace tres que compart�mos el extra�o viaje de las drogas... pensar que
aqu�lla princesita de cristal se hab�a convertido de una noche a otra en la
reina de los grandes vuelos, y yo, desgraciadamente t�ve que ver en eso. J�ro
que no me siento el tipo m�s fel�z del mundo por ello pero se di� asi, Pam no
quer�a verme volar sin ella y decidi� ser mi copiloto.


Desde que lo hacemos juntos, el ritual del pico no f�lta a la
cita. Me lev�nta la manga de la camisa, golp�a con sus dedos la carne, b�sca la
vena, enrr�lla la dura goma, entierra la aguja para extraer un tanto de sangre
hasta llenar la jeringa para luego mezclarla con la sustancia. P�so seguido y ya
terminada la mezcla, la iny�cta, extrae la aguja, limpia con algod�n y espera su
turno.


Desde los parlantes ubicados a los lados de la cama del
cuarto en donde realizamos el ritual, no falta jam�s la voz de Jim Morrison
marc�ndonos el camino. "�Te par�ste a considerar c�mo vas a sentir la fr�a
pulverizaci�n de tus talones bajo las calientes mand�bulas de un oso pardo?"
dice en Shaman�s Blues... claro que no me detuve a consider�rlo, pero ya es
demasiado tarde para eso.


A ella le gusta coger luego de picarnos. Le gusta ver mis
ojos cambi�ndo a medida que la sustancia se conf�nde en mi torrente sangu�neo
mientras la pen�tro. Le gusta volar acoplada a mi cuerpo, a mi alma. Le gusta
sentir el efecto al comenzar el vuelo justo al borde del orgasmo, que a veces no
ll�ga.


Jim no canta... �ra. "Nad�mos hasta la luna / Sub�mos a
trav�s de la marea / Rind�monos a los mundos expectantes que p�len nuestro
costado / No qu�da nada abierto / Y no hay tiempo para decidir / Nos metimos
dentro de un r�o / En nuestro paseo a la luz de la luna". Pam c�nta, o intenta
hacerlo pu�s balbuc�a un ingl�s inentendible mientras su vagina se devora a mi
pene en un subi y baja que no tiene ritmo pero ab�nda en ardor. Como �mo a esta
mujer.


Ll�go a casa y encuentro a mi vieja ceb�ndo mate, mi viejo
mir�ndo un partido de la serie Z de Malasia o algo asi... dici�ndo a todo que si
con su cabeza. Quer�s mate? SI, Quer�s bizcochitos? SI, Quer�s que te den por el
culo? SI. Pat�tico. Y el cuadro de seguro se rem�ta con la pendeja de mi hermana
habl�ndo pendejadas con sus amigas pendejas o el pendejo de su transa de turno.


S�bo las escaleras. Odio que sean en espiral, �porqu�
complicarla tanto?, con los giros que tengo despu�s del ritual de los picos no
quiero m�s que llegar y tirarme en mi cama hasta el otro d�a. P�so por la puerta
del cuarto de mi hermana... entreabierta, que raro, quiz� no est�. Me as�mo por
mera curiosidad y el asombro me t�ma preso en la celda de la mayor de las
sorpresas. Mi hermanita, si, esa ni�a de 16 a�os, aqu�lla nenita que no muchos
a�os atr�s me ped�a que la ll�ve a la calesita de la plaza del barrio y le
c�mpre caramelos de frutilla o chocolates, estaba frente a su espejo sac�ndo la
cola y arque�ndo su espalda en la acci�n para ver como le quedaba una mini azul
bien apretada que se le pegaba a la carne casi calc�ndo la perfecta ondulez de
sus caderas. Una remerita peque�a como para una mu�eca y no para ella, por la
peque�ez del talle, adornaba el resto, que completaba las perfectas curvaturas
de aqu�l adolecente cuerpo.


Mierda, que estaba haci�ndo, mirar a mi hermanita, la que me
falt�ba. Adem�s, Pam es una belleza, como si me hici�ra falta mirar a otra mina,
a mi hermana para colmo. Mejor me voy a dormir que la mezcla al parecer hoy me
peg� como la mierda.


Pero no pod�a moverme de ah�, razonaba con la mente y no con
el cuerpo, no pod�a evitar de ninguna manera observar a mi hermanita luci�ndo
esa ropita que la hac�a tan apetecible. Me p�rta un rayo, que buena esta la
pendeja, cr�o que es hora de dejar las drogas, no me puede estar pas�ndo esto.
No h�ce falta explicar que a esas alturas una erecci�n importante abarcaba a mi
pantal�n, tan parada la ten�a que deb� llevar mi cadera hacia atr�s para asi no
hacer tan obvia a la dureza.


Estaba hipnotizado, anodad�do, sorprendido mientras sin d�rse
cuenta de mi presencia, ella desfilaba frente al espejo, poni�ndo caritas
sensuales, sac�ndo su colita o sus pechitos que marcaban a sus pezoncitos
perfectamente en la diminuta remerita al estilo barbie.


"Hola hermanito, que hac�s ah� parado tontis... pas�". Me
dijo al verme sin siquiera sorprenderse y con una sonrisa que le abarcaba toda
la cara como la luz al d�a.


"Ehhhh, es que not� que ten�as la puerta entreabierta y me
asom�, de curioso nom�s. Mejor me voy nena, segu� con lo tuyo". Contest� para
volar de ah� e irme a dormir como ten�a planeado y tratar de ponerle pa�os fr�os
a esa erecci�n que realmente, me estaba doli�ndo.


"Dale... pas� un ratito. Mir�, estaba prob�ndome ropa que me
prest� mi amiga, asi que me pod�s ayudar a decidirme si esto me qu�da bien o
no".


"No Cami, estoy colgad�simo, mejor me voy y ma�ana me cont�s
que eleg�ste, si?".


"Porfiiiiiii, d�le, pas� y despu�s te vas a dormir... no seas
malito". No me qued� m�s que pasar, dig�mos... interiormente rogaba por que me
invite a hacerlo. Record� en ese momento una canci�n de Morrison en la que
describ�a como un asesino visitaba sigilosamente el cuarto de los suyos, uno por
uno... "Tom� un rostro de la vieja galer�a / Y baj� hasta el vest�bulo / Y fue
hasta la habitaci�n donde estaba su hermana". Que asi sea me dije por dentro
mientras mi hermanita cerraba la puerta tras de mi.


Toda la vida t�ve a mi hermana cerca m�o, incl�so me abraz�
m�s veces que huellas en las arenas de una playa en pleno verano y me ha besado
afectuosamente otras tantas, t�pico de las hermanas menores, pero �sta tarde es
diferente a todas las dem�s. Hoy la miro y v�o a toda una mujer atractiva, de
piernas hermosas, mostr�ndome como le qu�da una pollerita diminuta que le dibuja
cada curvatura de las caderas y una remerita igual de peque�a que insin�a lo que
nunca hubiese querido ver... unos pechos de ensue�o coronados por marcados
pezoncitos de similares a los que podr�a encontrar en un burdel.


"A ver que opin�s... pero no me mientas hermanito, sino me
enojo". Di� media vuelta como si estuvi�se desfil�ndo por las escalinatas de
alguna universidad de renombre internacional ante miles de personas dej�ndome
ver su perfecta figura adolecente. Mientras lo hace, permanezco inm�vil,
petrificado, con la mirada clavada en las sinuosas onduleces, sin emitir palabra
alguna y una erecci�n que empezaba a causarme cierto dolor.


"�Y tontis... qu� te parece?". Me dijo sonri�ndo y parada
frente a mi con sus manos apoyadas a cada lado de su cintura esper�ndo mi
veredicto.


"Ejeeeeeeem... te qu�da muy bien... mejor dicho, muy
sensual... el tema es para que situaci�n lo pens�s usar". La mir� fijamente a
sus ojos y ella baja la mirada casi instant�neamente.


"En realidad no hay ning�n motivo para usarla, solo que
quer�a que vi�ras como me quedaba... simplemente eso. Pero, entonces, �me qu�da
bien?". La vocecita de bebita que p�so hizo que mis ratones se conviertan en
tyranosaurios rex en �poca de apareamiento. No se si era la mezcla que estaba
corri�ndo por mis r�os sangu�neos a velocidades incre�bles o solo la excitaci�n
de ver lo visto, pero mi erecci�n me estaba haci�ndo transpirar y ya los deseos
de poseer ese cuerpo eran incontenibles.


"Muy bien... te qu�da muy bien beb�". Y no le estaba
minti�ndo en lo m�s m�nimo. Una sonrisa de cien mil dientes ocuparon su dulce
carita y los ojitos se le iluminaron como si fu�sen las �nicas dos estrellas en
el inmenso cielo nocturno. Baj� la mirada hasta sus pechos, luego a sus
caderas... que buena est� mi hermanita, como gozar�a con ese cuerpito de mujer.
Cuando menos lo esperaba se acerca y me abraza. Yo la abrazo a�n m�s, a tal
punto que nos qu�damos adheridos pecho contra pechos, pancita contra panza y si,
erecci�n contra ingle.


"Gracias hermanito, sos lo m�s". Su carita apoyada en mi
hombro hizo que aqu�llas palabras con vocecita de bebita se asemejen a un c�lido
suspiririto acarici�ndo a mi o�do. Con mi ment�n apoyado en su hombro observ�
como se paraba su colita, la ondulaci�n que nac�a ap�nas culminaba la suave y
blanca espalda minada de peque�os lunarcitos. No aguanto m�s, esto es un
suplicio... un dulce suplicio. Sin separ�rse de su piel mis manos inquietas se
dirigen hacia aqu�l escultural trasero y lo acaricio. Le estoy acarici�ndo el
culito a mi hermana... la que me faltaba. Y miro mientras lo h�go, apoyando el
ment�n en su hombro, lo disfr�to. Recuerdo la sonrisita de Pam, miro mis brazos
picados, mi hermana en silencio. Que carajo estoy haci�ndo. Desh�go a tan
poderoso y caliente abrazo, me sep�ro de ella, la miro a la cara y esta parece
no entender nada. Me siento una mierda.


"Hermanita, perdon�me por favor, no tiene nombre lo que
hice". Dicho esto, doy la vuelta, abro la puerta y cruz� el pasillo apenad�simo
y m�s caliente que una brasa. Entr� a mi cuarto, cierro la puerta y lo primero
que h�go antes de sentarme es oprimir el PLAY de mi equipo de m�sica para tratar
de no pensar en lo que acaba de pasar. "�C�mo deb�s pensar e imaginarte c�mo me
siento en los prados / Mientras vos est�s en el campo? / Estoy solo por vos / Y
lloro". Shaman�s Blues esc�pe esa frase. Pam ocupa mi mente ahora. Pam llora en
mis pensamientos y me siento peor.


Golp�an la puerta y luego se abre, es mi hermana con una
sonrisa en la cara y ese cuerpo nacido en el mism�simo Olimpo que primero se
asoma y sin pedir permiso entra y cierra la puerta. "No te sientas mal
hermanito, no te hagas drama". Me sorprendi� que no me haya mand�do a la mierda
cuando le agarr� los gl�teos pero m�s me sorprende que v�nga hasta mi habitaci�n
a ver como me encontraba.


"Que buen tema, y ni te preg�nto de qui�n es porque imagino
que no escuch�s otra cosa que no sea Jim Morrison". Obviamente no esc�cho otra
cosa y mi hermana lo sab�a porque siempre in�ndo mi casa con sus melod�as, pero
s� que lo mencion� para romper el silencio que pari� su entrada.


"Si... es de Mr Moj�n Risin o sea, Jim cuando estaba con los
Doors, una delicia". Sonre� aliviado, al menos no me estaba pute�ndo herida y
eso quitaba el peso de la cagada que hace instantes estuve por cometer. Me
siento en el piso apoy�ndo mi espalda contra mi cama y ella lo hace pero al
borde de la m�sma. No quiero ni mirar de reojo, ya que seguramente, encontrar�a
la suave piel de sus hermosas piernas desnudas debido a la peque�ez de su
prenda.


"Hermanito, est�s enamorado de Pam?". Que preg�nta... normal,
pero rara vini�ndo de los labios de mi hermanita, m�s a�n con los
acontecimientos de hace ap�nas minutos.


"Para toda la vida, ella es mi otra mitad, mi chica so�ada,
mi realidad y mi dulce sue�o". Clav� la mirada contra un posters de... si si, de
Morrison, mientras �l dec�a desde los parlantes. "El barco de cristal se est�
llen�ndo / mil chicas, mil emociones / Un mill�n de maneras para pasar el tiempo
/ Cu�ndo vuelva te escribir� unas l�neas". Sugestiva la frase, en estos momentos
me sent�a dentro del barco de cristal al que Jim hace referencia y esa mujercita
a mi lado era una de las mil chicas... pero que mierda, porque no me s�co �sta
inmundicia de la cabeza, que me est� pas�ndo.


"Que hermoso debe ser que digan eso de una, realmente Pam es
una afortunada al tenerte". Baj� la mirada y sus ojos se nublaron por un
instante... lo s� porque al escuchar eso la mir�.


"Vamos nena, no te hag�s la tonta. Ten�s una fila de
pretendientes y a m�s de uno he visto mirarte como si fu�ras una rosa en el
desierto. A mi no... yo no te creo esa de que nadie te mira ni piensa que sos
�nica". Sonr�o, sin mala intenci�n y es que realmente me parece que no tiene
raz�n o al menos no se d� cuenta de la realidad. Es hermosa, dulce, simp�tica,
creo que es la t�pica chica que cualquier chico desear�a y no lo digo porque s�a
el hermano, eso est� claro.


"No me entend�s... yo me refiero a sentirse tan amada por la
persona que am�s. V�o que no ten�s muy en claro la psicolog�a femenina
hermanito". Mocosa insolente... ahora ella me ense�ar�a las cosas de la vida, la
que me faltaba. Acto seguido, se pone de pie, acom�da su diminuta pollerita azul
y se recu�sta boca abajo sobre mi cama, apoy�ndo los codos sobre la m�sma y
sosteni�ndo con sus manos a tan divina carita de �ngel adolecente.


"No te mol�sta que me recu�ste en tu cama, no?".


"Paaa... para nada hermanita, �porqu� habr�a de molestarme?".
En ese momento una bola de saliva atraviesa mi garganta con su particular sonido
(glup) y no lo puedo evitar, mi mirada se intern� en aqu�lla colita de ensue�o
que tan hermosa se insin�a debajo de aqu�l retazo llamado pollera, o mini o como
quieran llamarla. En esa posici�n puedo ver como se c�lcan esos gl�teos,
separados por una l�nea (y no de droga), por la que matar�a a mis padres. Me
estaba calent�ndo nuevamente en gran manera, y cuando digo esto, me refiero a
una erecci�n colosal en mis pantalones... DANGER. �Qu� carajo h�go?, esto no me
puede estar pas�ndo a mi, �porqu� a mi?.


"Hermanita, quiero que me disc�lpes por lo que sucedi� en tu
cuarto, pero no p�de evitar llevar mis manos a tu cola". Mientras se lo digo no
puedo dejar de mir�rsela. Esta situaci�n me sup�ra.


"Te gusta realmente?". Y sonri�ndo, me dirije la mirada a mis
ojos que se hallaban sumergidos en las mism�simas llamas del m�s profundo de los
deseos.


"Me fascina hermanita... por eso te invito a que en �ste
preciso instante s�lgas corri�ndo de �ste cuarto, por favor". No pod�a permitir
que pasara algo. INCESTO... la palabra y toda la dimensi�n de su significado se
inflam� dentro de mi mente y le di� un respiro a mis fuertes deseos de poseerla.


"Y si no quiero?; Si te doy permiso a que me toqu�s
nuevamente la cola?". No puedo creer lo que ac�bo de o�r... mi hermana
pidi�ndome que le toque su bonito culo. �Estar� vivi�ndo una experiencia
surrealista debido a la mezcla que me met� en la casa de Pam horas atr�s?. �O
simplemente se trataba de un sue�o del cu�l no pod�a ni quer�a despertar?. Lo
�nico cierto es que no cr�o que Jim haya alucinado jam�s como yo en �ste
momento, ni siquiera meti�ndose el �cido m�s poderoso de su �poca. "Nad�mos
hasta la luna / Sub�mos a trav�s de la marea / Rind�monos a los mundos
expectantes / que p�len nuestro costado / No qu�da nada abierto / Y no hay
tiempo para decidir / Nos metimos dentro de un r�o / Es nuestro paseo a la luz
de la luna", la dulce voz de los comienzos del Rey Lagarto parec�a incitarme a
tomar el pu�al entre mis manos y sumergirlo en las carnes de la raz�n.


"Me est�s jodi�ndo... no se juega con �sto Camila... somos
hermanos". Los �ltimos resquicios de raz�n afl�ran desde mis labios mientras
cl�vo mis ojos en esos ojos que me miran por sobre su hombro. Y sonr�e, la muy
turra sonr�e cu�ndo a su edad deber�a morirse de miedo o por lo menos, sentir
dudas al respecto.


"Hermanito... �quer�s o no quer�s tocarme la colita?. Porque
si no lo dese�s me voy y ya, hac�mos como que ac� no pas� nada." Mis ojos se
abri�ron al punto de parecerme a un personaje de Anim�, con esos inmensos ojos
que reniegan de los rasgos oculares de qui�nes los dibujan. La situaci�n me
sup�ra... y el silencio me g�na una batalla... ahora me par�zco al pelotudo m�s
grande del mundo al cuadrado.


"Entonces... �ste silencio corresp�nde a un no como
respuesta?. Por mi parte, quiero que s�pas, siempre esper� el momento de que me
v�as y me toques... des�o que lo h�gas, pero eso ya depende de vos". Jam�s lo
hubi�se pens�do... ni siquiera lo registraba en mi ba�l mental de las cosas que
jam�s ser�an... ni en mis momentos de grandes vuelos farmacol�gicos. La miro a
los ojos, me mira, sonr�e, pi�nso... pi�nso, hace mucho no lo hac�a... demasiada
droga supongo. Intent� preguntarle porque deseaba tal cosa pero a veces algunas
preguntas es mejor metersel�s en el bolsillo interno de las dudas y pasar a la
siguiente ronda.


Me p�ro sin quit�rle los ojos de la cara, ella no baja la
mirada en ning�n momento... que segura se ve la pendeja y la envidio por eso...
con esa seguridad, a su edad, hubi�se evitado m�s de un dolor de huevos. Me
siento en el borde de la cama, y mi mano m�s atrevida (me refiero a mi derecha),
se p�sa sobre ese perfecto, redondo y firme culito que tan bien la naturaleza (o
los pendejos que cre�a tan boludos),hab�an formado. Primero acaricio sus
gl�teos, muy suavemente para luego deslizarme por el final de su espaldita y el
el�stico de su mini azulada... hasta ese momento, la frontera a cruzar, el
l�mite que me sep�ra del para�so m�smo, de lo prohibido. Acto seguido, uno de
mis dedos s�lta la c�rca, se introd�ce m�s all� del el�stico de la mini y la
tanguita... y r�za al nacimiento de la l�nea de tan apetecible culito. Cami
suspira y ci�rra sus ojos como queri�ndo cocer sus p�rpados. Los dem�s dedos se
atr�ven y van a por el bot�n, pero delicadamente. Otro dedo, y otro m�s... asi
hasta que la mano se encuentra ubicada sobre la carne de semejante trasero y es
detenida en su traves�a por el el�stico que no permite el paso de la mu�eca.


Ahora mis dedos se cu�lan en la l�nea de su culo y los
suspiros de Cami comienzan a superarse a si m�smos a cada momento... se acel�ra
en gran manera su respiraci�n y su mirada se p�sa en un punto imaginario en
frente de ella, mientras con sensualidad extrema muerde su labio inferior.


"�Cami... te gusta?".


"Hermanit... ooo, me enc�nta sentir tus manos, no par�s por
favor". Su respuesta con vocecita de bebita incendiada me da el permiso para
pasar al siguiente nivel. Con la punta de uno de mis dedos alcanzo a rozar parte
de sus labios vaginales. Los noto mojad�simos y eso provoca que mi erecci�n
alcance valores de incre�ble dureza. Un suspiro inmenso, el mayor de todos los
que hasta el momento, mi joven hermana hab�a emitido, irrumpe en la
habitaci�n... estaba calent�sima.


Desde los parlantes la voz de Jim se derr�ma por toda la
habitaci�n, "Jovencita ten�s que amar a tu hombre / Jovencita ten�s que amar a
tu hombre / T�malo de la mano / Hac�lo entender"... murmur�ba "Riders On The
Storm"... y claro que lo entend�a, lo entend�amos a la perfecci�n.


Me p�ro, obs�rvo aqu�lla on�rica adolecencia recostada sobre
mi cama y b�jo mis pantalones, que c�en hasta mis tobillos junto con el boxer.
Me los quito qued�ndo solo en remera mientras Cami, como espect�nte he
imagin�ndo lo que vendr�a, contin�a con su mirada en ese punto imaginario que
hab�a creado frente a ella.


Me arrodillo en la cama detr�s de ella. Ap�yo mi mano
izquierda a un costado de su cuerpo para que �ste qu�de suspendido sobre ella
sin tocarla mientras con la derecha le acariciaba sus senos por sobre la fina
remerita. Puedo sentir la dureza de sus pezones a trav�s de la tela. Como me
cali�ntan esos pechos, que deliciosos deben ser. Las terribles g�nas me ll�van a
meter mi mano majo su remerita... y es ah� cuando el para�so baja hasta mi cama.
Seguramente Jim me debe de estar envidi�ndo sentado en un sof� rojo y rode�do de
drogas. Bueno, bueno, envidio sus drogas... faltar�a eso en �ste momento para
que la felicidad sea compl�ta. Sus pechos firmes y redondos, compactos y suaves
c�den ante mis caricias y mis leves pell�zcos en sus dur�simos pezoncitos de
burdel.


Le lev�nto la remerita dej�ndole la espalda descubierta...
que hermosa ninfa, su espalda es blanca como la luna y est� regada de peque�os
lunarcitos que se asem�jan a estrellitas en medio una la p�lida noche en llamas.
Mis h�medos labios y mi c�lida lengua comi�nzan a recorrer a ese terso
firmamento mientras mi mano sigue deleit�ndose con sus pechos. Cami acel�ra cada
vez m�s su respiraci�n al punto de quitarse completamente la remerita y lanz�rla
contra un cenicero con restos de marihuana y un vaso con olor a vodka... que
c�e. Ahora, su torso se encontraba completamente desnudo... y admire a esa
maravilla de la naturaleza por un instante eterno."Veo tu pelo ardi�ndo / Las
colinas est�n llenas de fuego"... Jim describ�a a ese momento en su "L.A Woman".


Mis dos manos se ap�yan a cada lado de su cuerpo y entonces
recu�sto a mi pene sobre toda la l�nea de su redondo culito que a�n yac�a oculto
debajo de la mini azulada, para empezar a moverme lentamente de arriba hacia
abajo. Cami ag�rra con notable fuerza a las s�banas y h�nde su cabeza en el
colch�n.


"Por favor hermanito, coj�me, quiero que me penetr�s...
quiero sentir tu carne dentro m�o". Instant�neamente se tom� del borde de la
mini y tir� hacia arriba, dej�ndosela en la cintura, como si fu�se un cintur�n.
Su culo sal�a a la luz por primera vez... o mejor dicho, a mis ojos. Lo levant�
lo m�s que p�do ofreci�ndome a su zona m�s prohib�da, a su infierno encantador,
a su Ven�s incendiada. La tanguita blanca se perd�a entre sus cachetes redondos
y duros, y hasta pod�a distinguir como su humedad hab�a transpasado la delgada
tela de su ropa �ntima. La c�rro hacia un costado y apoyo mi morado e hinchado
glande entre los labios de su vagina.


"�La quer�s putita?".


"Por favor hermanito, met�mela, soy tu putita ahora, coj�me".
Empuj� solo dos veces hasta lograr clav�rsela hasta los huevos y es que estaba
lubricad�sima. Comenc� a entrar y salir a gran velocidad. Mi hermana arqueaba su
espalda mientras con sus manos se prend�a de las s�banas como un gato al borde
de una rama con temos a caer y hund�a sus gritos en el colch�n. Estaba en el
cielo, sentirme dentro de aqu�lla cuevita apretada y caliente, una cuevita
totalmente prohib�da para mi, era como clav�rme la mejor de las drogas.


Cu�ndo sent� que estaba por acabar, intent� salir de mi
hermana pero ella me atr�jo con sus talones en mi cintura y se mov�a como una
loca. Era obvio que quer�a mi leche dentro de sus entra�as, era obvio que no me
rehusar�a a inundarla con mi n�ctar. Descargu� grandes chorros de semen dentro
de su vagina mientras a mis l�quidos se sumaban los de ella que tambien acababa
como si fu�se una catarata de agua viscosa y caliente. Ca� sobre ella y mi pene
se p�so fl�cido entre sus labios.


Morrison nos llev� sobre el lomo de su serpiente de siete
millas a las orillas del lago de la realidad..."Este es el fin, hermosa amiga /
Este es el fin, mi �nica amiga, el fin / De nuestros planes elaborados, el fin /
De todo lo que resiste, el fin / Sin seguridad ni sorpresa, el fin / Ya nunca
volver� a mirarte a los ojos otra vez / �Pod�s imaginar que seremos tan
ilimitados y libres / Desesperadamente necesitados / De alguna manera extra�a en
una tierra desesperada?"... melod�a hipnotizante que nos hipnotizo. Mi cara
estaba sobre su cara... como todo mi cuerpo sobre mi cuerpo. Te amo Pam...
perdon�me, pienso.


"Hermanito... ".


"Que...".


"Me gusta Morrison".-


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Relato: Incesto, Drogas y Jim Morrison
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