Relato: Gordos de cabotaje (8)





Relato: Gordos de cabotaje (8)


GORDOS DE CABOTAJE (8)


�LTIMO CAP�TULO: APOCALIPSIS




Es curioso que mientras la muerte no te toca tan de cerca, no
tienes la total dimensi�n de lo tan devastadora que es.


La Navidad y el fin de a�o de 1975, fueron los peores de mi
vida.


Y solamente soportables gracias a la compa��a de Daniel.


Compa��a de casi 24 horas al d�a.


Sin condiciones.


Sin concesiones.


Nunca la muerte me hab�a golpeado tan de cerca



Mi padre ingres� a la sala de operaciones de urgencia el 24
de diciembre a las 4.30 PM porque una �lcera le hab�a perforado el est�mago. La
operaci�n dur� varias horas porque surgieron varias complicaciones.


Luego pas� a terapia intensiva por varios d�as, y tuvo una
leve mejor�a. Pero lamentablemente falleci� el 9 de enero.



Mi madre y mi hermano menor hab�an venido a pasar las fiestas
con nosotros. Y luego que muri� mi padre, me hubieran persuadido de volver con
ellos a mi pa�s, si no hubiera sido por Daniel.


Durante toda la odisea del hospital, mi amigo estuvo al lado
m�o como si se tratara de mi propia sombra, tal como si mi padre fuera tambi�n
el suyo propio. Dormimos en el sof� de la sala privada. Comimos all� mismo, y no
hubo forma de hacerlo ir para su casa ni por un solo instante.


"Bueno, yo me voy para mi casa, �nicamente si t� te vas a la
tuya o te vienes conmigo." Era lo que me dijo las seis primeras veces que se lo
mencion�. No hubo una s�ptima. Me qued� bien claro. Desist� del intento. Daniel
me iba a acompa�ar todo el tiempo necesario, sin importarle absolutamente nada
m�s que acompa�arme en este mal momento que estaba pasando.


Muchas veces me despertaba en medio de la noche, para
sorprenderlo durmiendo, ya que parec�a que �l no lo hac�a hasta que yo me
dormiera antes. En esas oportunidades lo miraba diciendo cu�nto quiero a este
hombre, y me emocionaba hasta las l�grimas que el destino me hubiera dado la
oportunidad tan solo de conocerlo.



Su padre era el que nos tra�a el alimento a ambos, y ropa
para �l. Mi madre, tra�a mi indumentaria.


El d�a que me anunciaron su deceso, sent� un dolor fuerte en
el pecho, y s�lo se disip� mientras me sent�a acogido entre los brazos de
Daniel, fuertemente apretado, y escuchando su llanto al un�sono del m�o propio.
Nunca estuve m�s necesitado de un abrazo suyo.



Mi madre insisti� que ahora s�, deb�a pensar en retornar con
ella a nuestro pa�s. Pero eso estaba totalmente fuera de toda discusi�n. Por lo
que a los quince d�as del insuceso y tomando conciencia que le iba a resultar
totalmente in�til tratar de convencerme, ella viaj� de regreso junto a mi
hermano.


Fuimos con Daniel a verlos partir al puerto, y cuando por fin
sali� el barco, me dispuse a despedirme de �l hasta el d�a siguiente. Pretend�a
estar s�lo en ese momento.


"Zesna, me puedes acompa�ar al departamento?" Pidi� ante mi
sorpresa.


"Qu� sucede?" pregunt�.


"Nada, s�lo me gustar�a que me acompa�es. Si es que puedes y
quieres hacerlo." Eso era de malignos. Estaba usando las mismas palabras que yo
cuando quer�a obtener algo.


Lo acompa��, y llegamos a su apartamento.


"Esp�rame un segundo por favor." Dijo, y se intern� en su
dormitorio.


Sent� abrir y cerrar cajones y puertas de armarios.


A los pocos minutos, sali� con un bolso y sonriendo.


"Ya est�! Vamos para tu casa?." Me dijo.


Qued� at�nito.


"Pero est�s loco?" le dije.


"No, para nada. Tengo el permiso de mi padre para quedarme
contigo todo lo que necesites." Dijo y su sonrisa estaba de oreja a oreja.
"Salvo que t� no quieras, y si es as�, m�rame a los ojos y d�melo a ver si eres
capaz de hacerlo. No pienses ni siquiera por una sola fracci�n de segundo que yo
te voy a dejar s�lo en un momento como �ste." Dijo desafiante.


Nos re�mos, e intent� abrazarlo. Segu�a siendo in�til poder
hacerlo. �l fue nuevamente el que me apret� entre sus brazos, y nos besamos. Y
le agradec� enormemente ese gesto suyo. Le agradec� por ser mi superamigo.


Realmente lo necesitaba en este preciso instante.


"No tienes por qu� agradecerme nada en lo absoluto. Si los
amigos no estamos cuando se nos necesita, para qu� carajo existimos entonces?"


Estall� en l�grimas, en medio de mis carcajadas.


Es qu� �ramos as�, nos gener�bamos todas las sensaciones y
emociones al mismo tiempo.



Esa noche, fue la primera vez que no tuvimos que desordenar
mi propia cama para disimular.


Dormimos desnudos, pero sin siquiera pensar en nada sexual.


Nos abrazamos, y dej� que me diera todos los mimos y besos
que �l quisiera. Nunca me empachaba con ellos, y �l lo sab�a.


Hablamos mucho, mir�ndonos a los ojos, y por primera vez
desde que nos conocimos toqu� un tema que posiblemente por lo que me acababa de
suceder, reci�n ahora me comenz� a preocupar,.


"Daniel, me tienes que prometer algo." Le ped�, mientras me
segu�a mimando.


"S�, te lo juro." Me dijo sin m�s.


Qued� perplejo.


"Pero no vas a saber primero qu� es lo que te tengo que
pedir?" Dije olvid�ndome por completo que �l siempre me sorprend�a a cada
momento.


"No es necesario. S� que nunca me vas a pedir algo que no sea
para mi bien." Contest� con una sonrisa.


Se me humedecieron los ojos de la emoci�n.


"Seguro que no, pero de todos modos, necesito que antes de
contestarme, escuches muy bien lo que te tengo que pedir."


"Bueno, si eso es lo que t� quieres." Contest� resignado.
"Qu� es lo que necesitas de m�?."


"S� exactamente eso. Necesito algo de ti con todo mi
coraz�n." Vi su mirada de intriga y continu�. "Quiero que adelgaces."


"C�mo?" me dijo "Ya no te gusto tan gordo?" pregunt� con
extrema sorpresa.


"T� sabes que eso nunca va a ocurrir. Pero necesito que bajes
de peso por tu salud." No me reconoc� a m� mismo escuchando mis propias
palabras.


La muerte de mi padre me hab�a puesto muy sensible en algunos
aspectos.


La amistad con Daniel era inquebrantablemente muy fuerte, y
ya hab�a trascendido todos los niveles. No era un mero c�mplice de juegos
sexuales y de satisfacciones al por mayor. Me llenaba el interior cada vez que
nos ve�amos. Cada mirada, cada sonrisa de �l era una inyecci�n de vitalidad y
alegr�a que me colmaba plenamente y sin l�mites. La sola idea que su
exageradamente desmedido sobrepeso pudiera afectar en alg�n momento su salud, me
aterraba.


A mi, que siempre me hab�an atra�do los obesos an�nimos,
ahora ten�a a uno que me era demasiado conocido.


En s�ntesis, �l me importaba sobremanera.


La contestaci�n de Daniel a mi pedido, junto a mi sensible
estado de �nimo reciente, me volvieron a inundar en un mar de l�grimas.


"No voy a retirar lo que dije. Te juro que voy a hacer todo
lo posible por complacerte si eso es lo que t� quieres. No s� c�mo, me va a
resultar extremadamente dif�cil, pero te juro que lo voy a intentar." Me dijo
mientras continuaba d�ndome mimos y besos.


"No lo hagas porque yo te lo pido. Hazlo por ti, por favor.
Si quieres, yo te acompa�o al m�dico. Porque prefiero que lo que intentes hacer,
lo hagas bien. T� crees realmente que vas a poder?" pregunt� con dudas.


"No lo s�. La ventaja que tengo ahora es que no siento la
ansiedad que ten�a antes de conocerte. Ahora tengo una paz interior que no puedo
describir. T� me hiciste muy bien en muchos aspectos."



Lo cierto es que esa noche dormimos as�, como est�bamos en
ese momento, abrazados, con nuestros cuerpos desnudos pegados el uno al otro, y
no tuvimos ganas de otra cosa que de sentirnos as�, unidos en esa amistad/amor
digna del mayor de los ejemplos.



Acompa�� a Daniel a la primera cita con su doctor de toda la
vida, y se someti� a un examen m�dico antes que le detallara una rigurosa dieta
balanceada para bajar de peso. El mismo m�dico no pod�a creer la disposici�n que
ten�a realmente para cumplir con su cometido.


"T� te sientes bien?" fue la primera cosa que le pregunt� su
doctor luego de que le explic� el motivo de nuestra visita. Pregunta que reiter�
en m�s de una oportunidad.


"S�, nunca me he sentido mejor en mi vida." Fue la respuesta
que recibi� el at�nito profesional en cada ocasi�n.



Durante su dieta logr� rebajar m�s de 40 kilos en menos de
tres a�os. Sin apuro y sin abusos. Segu�a siendo sumamente deseable por mi, y me
sent�a m�s aliviado, porque se ve�a mucho mejor y se sent�a muy bien.




Durante el siguiente par de a�os, seguimos compartiendo ambos
dormitorios intermitentemente.


No siempre estuvimos bajo las garras de nuestra propia
lujuria compartida, sino que la mayor�a de las veces, s�lo disfrut�bamos de
apretar mutuamente nuestros pechos desnudos, rozar nuestros muslos uno contra el
otro, o simplemente quedarnos abrazados y bes�ndonos. Sentir el aliento del otro
sobre nuestra boca o nariz, oler la transpiraci�n del amigo, y hasta un pedito.


S�, un pedito.


�l siempre parec�a pedirme permiso para todo. Absolutamente
todo.


Una noche en mi casa, est�bamos entrelazados sobre el colch�n
del piso y por entre las s�banas, y ninguno de los dos quer�a salir de esa
posici�n.


"Me puedo echar un pedo?" Me pregunt� de pronto sin ning�n
pudor.


Ya hab�a olido anteriormente alg�n pedo de Daniel, pero esta
era la primera vez que las ventosidades entraron a nuestros juegos. Algo que
sacaba mis m�s ocultas fantas�as. Eso y todo lo referente a algunas cosas
sucias.


La excitaci�n cual piloto de f�rmula uno, me recorri� cada
mil�metro de mi cuerpo de punta a punta, en pocos segundos.


Trataba de recordar qu� cosas parecidas me hab�an hecho
volver loco de esa forma en alguna oportunidad anterior.


Le ped� que lo hiciera dentro de la cama, bien tapados, como
para que el aroma permaneciera lo m�s posible. Lo hizo, y comenzamos una batalla
de ventosidades, que entre carcajadas terminamos masturb�ndonos mutuamente por
la excitaci�n.



Otras veces, y casi siempre en mi casa, por estar
absolutamente solos y no tener el temor de sentir la presencia de su padre
rondando por el lugar, probamos otros tipos de perversidades.


�l, s�lo por el mero hecho de simplemente experimentar con
cosas que le eran desconocidas, aceptaba todo lo que le propon�a, y siempre con
distintos tipos de reacciones. Muchas veces le gust�, le pareci� excitante, y
otras no.


La lluvia dorada fue una de las m�s extra�as.


Nos orinamos encima, frotamos nuestros genitales mojados, y
sentimos un grado de erecci�n por encima de lo acostumbrado.


Con el tema escatol�gico, fue bien diferente.


Cuando se lo propuse , puso cara de repugnancia, que mantuvo
por todo el tiempo. Le solicit� que defecara encima m�o pero no lo pudo lograr.
Finalmente s�lo le ped� que lo hiciera en el inodoro en mi presencia. Yo sentado
sobre sus muslos apretados, hasta que sent� caer su cuantiosa evacuaci�n,
mientras lo besaba en la boca con la lengua.


"De veras te gustan estas chanchadas?" me pregunt� a�n con su
mueca de asco.


"Hay algo m�s que me gustar�a hacer." Le dije inmediatamente
despu�s de haber cagado, y lo hice sentar con un muslo en el inodoro y el otro
en el bidet. Con toda la entrepierna en el medio y al descubierto.



Me acost� en el piso por debajo de �l.


Lo limpi� con la lengua.


La cara de repugnancia le dur� casi toda la jornada, y por
m�s que luego yo me cepill� los dientes y me puse enjuague bucal, como castigo
me prohibi� que le acercara mi boca a la suya por el resto de la noche.


Eso igual tuvo una compensaci�n, ya que fue una de las pocas
veces que dormimos "cucharita". Para el que no conozca la expresi�n, es la
posici�n de estar uno abrazado al otro por detr�s, ambos mirando para el mismo
lado, y en posici�n casi fetal, haciendo sentir todo el largo y ancho posible
del cuerpo de uno sobre el otro. Exactamente como si se pusieran dos cucharas
juntas una sobre otra.


En ese momento, Daniel me sujet� por detr�s, y haci�ndome
sentir su agitado aliento en mi nuca y cuello, me susurr� palabras de amor al
o�do.





Una noche de febrero de 1980, esta vez en su propia cama, me
confes� algo que me puso realmente muy mal.


"Zesna, t� sabes que no tengo secretos contigo. Pero hay algo
que me tiene sumamente preocupado." Me dijo mir�ndome a los ojos. Ya no bajaba
la mirada cuando habl�bamos de temas secretos, privados, sexuales o de cualquier
otra �ndole. No lo hac�a para nada conmigo. Pero no dejaba de temblar en esta
oportunidad.


"Qu� sucede, beb�?" le pregunt� siempre con la disposici�n de
ayudarlo. Nos conoc�amos como la palma de nuestras manos, por lo que tom�
conciencia que esta vez algo grave le estaba sucediendo a mi amigo.


"Hay una chica en mi grupo de clases que me tiene
perturbado." Dijo y esper� mi reacci�n, mientras comenzaban a caer sus primeras
l�grimas de esos ojitos hermosos.


Tuve la sensaci�n como si me hubieran volcado un balde de
agua helada por la espalda.


"Qu� quieres decir con perturbado?" pregunt� ya temiendo por
su respuesta.



"Me pasan cosas con ella, Zesna. No quiero que te enojes. Me
humedezco todo cuando ella est� cerca de m�. Y a veces tengo erecciones." Me
dijo realmente preocupado, ya con su vista nublada por sus propias l�grimas y
casi sollozando y temblando de miedo.


"Y ella qu� hace al respecto?" Pregunt� ahora intrigado.


"Parece que a ella tambi�n le gusta estar conmigo. Nunca me
hab�a pasado antes. T� sabes que yo siempre fui m�s bien solitario y que nadie
quer�a ni siquiera mi compa��a en todos mis a�os de estudio." Dijo visiblemente
desconcertado. "Y ahora parece que hay alguien all� que sabe que existo. No s�
qu� debo hacer con lo que me pasa. Yo te quiero a ti, Zesna." Confes�, dejando
muy en claro el conflicto que se generaba dentro de �l.


"Eso debe ser porque ahora est�s m�s hermoso con esos kilos
de menos que tienes, est�s realmente m�s apetecible, amigo." Dije y sonre�, pero
s�lo por fuera.


"Anda, no estoy bromeando. No s� realmente qu� hacer. Sabes,
ella me invit� a su cumplea�os el s�bado. Es la primera vez en mi vida que me
invitan a un cumplea�os." Dijo ahora con las l�grimas brot�ndole de los ojos
como un gotero constante en el grifo.


"Y t� qu� le dijiste?"


Su respuesta me volvi� a recordar los sentimientos que hab�a
entre nosotros.


"Le pregunt� si pod�a ir a su cumplea�os con mi amigo." Dijo
como si fuera lo m�s natural del mundo.


"Pero si yo ni siquiera la conozco?" dije entre sorprendido y
agradecido.


"Yo no voy a ir si t� no me acompa�as." Dijo definitivamente.
"Adem�s, ella me dijo que le encantar�a conocerte. Ya le he hablado de ti en
alguna ocasi�n."


No pod�a permitir que mi amigo no fuera a su primer
cumplea�os, por lo que acced�. Adem�s quer�a conocer a semejante alima�a que
intentaba separarme de mi amigo.



Estuve todo el resto de la semana con mis pensamientos.
Inventando frases, insultos, y dem�s.


Ya me ve�a teniendo un di�logo en privado con ella:


"C�mo te atreves, hija de una gran puta, intentar robarme a
mi gordito?"


"Qui�n te crees que eres, conchuda de mierda para tratar de
alejarme de �l?"


"No te voy a permitir que te quedes con mi gordo, ladrona
hija de mil putas?"




Lleg� el d�a s�bado.


Fui al cumplea�os dispuesto a todo.


Arribamos juntos a la casa.


Una verdadera multitud, que me hizo sospechar que la chica
era muy popular. Todos eran de nuestra edad a excepci�n de unos muy pocos que
despu�s me presentaron como parientes de la cumplea�era.



"Hola, gordo." Era el saludo m�s habitual que le dispensaban
sus compa�eros de clase, y casi sin excepciones acompa�ado de unas risotadas
dif�cil de catalogar. Y �l les respond�a invariablemente con el "Hola,..." y el
nombre de qui�n lo saludaba con una educaci�n digna del mayor de los elogios.


Entramos a una habitaci�n llena de gente, y all� en un rinc�n
hab�a cuatro muchachas conversando entre ellas.


No necesit� saber qui�n era la persona en cuesti�n.


Una chica de alrededor de los 100 kilos de peso, carita de
�ngel, pelo rubio, que apenas vio a Daniel, se le iluminaron los ojitos
celestes.


"Dios m�o." Pens�.


Daniel me la present� como Natalia, pero la sigui� llamando
Nati el resto del d�a.


Estaba visiblemente enamorado de ella.



Ah� mismo me di cuenta que este era el fin del mundo. El
Apocalipsis. El armaged�n. El THE END.




A medida que escuchaba hablar a Natalia, me iba dando cuenta
del porqu� de la atracci�n de mi amigo por ella.


Unos modos muy delicados, una voz que desped�a una extrema
ternura, una sonrisa exquisitamente agradable.


Adem�s era la �nica de todas las personas all� presentes que
llamaba a mi amigo por su nombre. Absolutamente todos los dem�s le segu�an
diciendo "gordo".




Algunos de los compa�eros, revoloteaban alrededor nuestro,
como queriendo saber qui�n carajo era yo.


De pronto, sent� que alguien me tomaba del brazo suavemente.


"Hola, soy Horacio." Comenz� diciendo. "Soy el editor del
semanario de la clase del gordo, y..:"


"Te refieres a Daniel?" Interrump� algo molesto.


"S�, Daniel, el gordo." Fue la contestaci�n.


Natalia escuch� la conversaci�n y se acerc�.


Not� que junto a Horacio hab�a cuatro muchachos m�s que lo
segu�an a todos lados.


"Veo que t� no lo conoces muy bien." Decid� decirle en lugar
de discutir con �l.


"A qu� te refieres?" Pregunt�.


"Yo soy Zesna" y le ofrec� la mano, que �l estrech� con
firmeza. "Y vine a acompa�ar a Daniel al cumplea�os porque �l me lo pidi�.
Realmente lo hice porque �l es mi Superamigo desde hace bastante tiempo." Dije
recalcando la palabra "superamigo".


"C�mo superamigo?" dijo sorprendido, lo que tambi�n llam� la
atenci�n de algunas otras personas que estaban cerca nuestro y que se acercaron
para escuchar la conversaci�n.


"S�." dije. "Yo siempre lo ten�a como un muy buen amigo
solamente, y nada mas, pero me equivoqu�, me qued� muy corto. Realmente �l es un
superamigo. �l no les cont� lo que nos sucedi� en una oportunidad con unos
delincuentes?"


"No." Dijo Horacio, ahora intrigado.


Algunos m�s que estaban rondando por all� se sumaron a mi
audiencia para o�r la an�cdota de lo que pas� con los tipos en la plaza, el d�a
que Daniel se interpuso entre el rev�lver y yo.


Muchos lo buscaron con la mirada mientras escuchaban mi
relato.


A Daniel se le hab�an subido ya todos los colores de
verg�enza a la cara.


"Y desde ese momento, le debo la vida. Por eso lo bautic� mi
superamigo." hice una pausa y recorr� con la vista a todos los presentes,
algunos de los cuales estaban asombrados. "Nunca les cont� lo sucedido?"


Todos negaron con la cabeza.


"Estoy muy seguro que �l hubiera hecho lo mismo por alguno de
ustedes." Dije y enseguida pregunt� "Qui�nes de todos los que est�n aqu� son
tambi�n sus amigos?"


Todos se miraron unos a otros. Ninguno respondi� a mi
pregunta.


"Nadie de todos los presentes es amigo de Daniel? Ustedes no
saben lo que se pierden. Es una maravilla de persona." Dije a la platea, y me
dirig� en particular a Horacio "No sabes adem�s lo bien que dibuja. El otro d�a
me regal� una caricatura y yo nunca hab�a posado para �l." Y me dirig� a mi
amigo," Daniel, ven y hazle una caricatura a Horacio, a ver si te sale tan bien
como la que me hiciste a mi."


"Anda Zesna, que me da verg�enza." Dijo mi amigo a punto de
lloriquear.


"Dale, gordo" dijeron a coro varios de los presentes.


Natalia se excus� un momento, y subi� corriendo las
escaleras.


Al rato baj� con dos grandes hojas.




"Esto me lo regal� Daniel la semana pasada." Dijo mostrando los dibujos a todos
los presentes.


Admiraci�n por doquier por el trabajo realizado.


Las caricaturas de Natalia eran exactamente como las que me
hab�a hecho a m�, excelentes.


Horacio tom� las hojas, las mir�, y abri� los ojos de par en
par.


"Daniel, es verdad que t� has hecho esto?" pregunt� con
desconfianza.


Not� que por primera vez, alguien exceptuando Natalia y yo
mismo, lo estaba llamando por su nombre de pila.


Daniel estaba sumido en la propia verg�enza de sentir todas
las miradas sobre �l.


"S�" dijo Natalia. "Una la hizo en su casa, y como no le cre�
que lo hubiera dibujado �l mismo, me dibuj� la otra en cinco minutos frente a
m�."


"Tr�eme una hoja y un l�piz por favor, Natalia " Pidi�
Horacio. "Daniel, quiero que hagas una m�a. Estoy buscando un dibujante como la
gente en el semanario, ya que s�lo tengo a �ste mediocre que es espantoso." Dijo
se�alando con la cabeza a la persona que estaba junto a �l.


Natalia trajo lo que le pidieron, y se lo entreg� a Daniel.


Not� que mir� a Horacio no m�s de un par de veces, realiz�
unos pocos trazos, y le entreg� la hoja.


Era s�lo un boceto, pero se reconoc�a de inmediato al editor
del semanario con mucha facilidad.


"Esto es incre�ble." dijo Horacio." Apenas siete u ocho
rayas, y �se definitivamente soy yo. El puesto es tuyo, si lo quieres."


"S�, por supuesto. Me encantar�a." Dijo Daniel sumamente
excitado y con los ojos vidriosos de la emoci�n.


Dos personas se acercaron a mi amigo dici�ndole d�nde viv�an
ellos y pregunt�ndole si por casualidad la casa de �l estaba cerca de las suyas.



Sonre�.


Estas son las cosas que me gusta hacer por la gente que
quiero realmente. Me siento verdaderamente completo cuando algo as� sucede y yo
tuve alguna injerencia en ello.



Daniel qued� conversando con varios de sus compa�eros que le
hac�an todo tipo de preguntas. Ahora ellos tampoco lo llamaban "gordo".


Aprovech� la ocasi�n para intentar hablar con Natalia.




Ya no la ve�a como la ladrona hija de mil putas.


Realmente me gustaba su actitud con Daniel.



"Puedo hablar un momento contigo." Le pregunt� cuando not�
que Daniel no saldr�a f�cilmente del mont�n de gente que segu�a rode�ndolo.


"Sucede algo?" pregunt� con cara de preocupaci�n.


"No, para nada. Solo quiero charlar contigo de algo."


Me gui� a la cocina para hablar con m�s tranquilidad.


"T� sabes que Daniel siente algo muy especial por ti."
Comenc� yendo directamente al grano, e hice una pausa.


"S�, supongo que es lo mismo que yo siento por �l." Dijo
confes�ndose y mir�ndome a los ojos.


"Tambi�n debes saber que �l es una persona muy especial y que
yo soy su mejor amigo, y..." Comenc� diciendo.


"S�. S� que se cuentan todo." Me interrumpi�. "En realidad te
tengo algo de envidia. Porque no puedo hablar de algunos temas con �l. Mira, s�
cuanto se quieren ustedes. �l mismo me lo ha dicho. Y si te sirve de algo,
quiero que sepas que yo jam�s le har�a da�o. Siento algo muy especial por tu
amigo, en verdad, lo quiero mucho."


Me di cuenta que estaba siendo muy sincera conmigo..


"T� le has dicho lo que sientes por �l?" pregunt� queriendo
saber realmente.


"No. Tengo miedo de echarlo todo a perder. �l sabe que me
gusta estar con �l. Y adivino que a �l tambi�n le gusta estar conmigo. Yo estoy
acostumbrada a que me pasen rechazando todo el tiempo por mi aspecto."


"A qu� te refieres con tu aspecto? Si eres hermosa."


"Es que tengo m�s de 100 kilos. No soy lo que se dice una
modelo."


"Y cu�l es el problema?" dije honestamente. "Si hay alguno
que no te quiere por eso, es mejor que permanezca alejado de ti."


"Oh, te lo agradezco mucho. Ahora entiendo por qu� Daniel es
tu amigo, eres muy amable."


Se asom� por la puerta de la cocina para confirmar que Daniel
segu�a ocupado, rodeado a�n de m�s personas que le hablaban, preguntaban, y
hasta re�an juntos.


"Lo que has hecho all� hace un momento, me da la real
dimensi�n de lo mucho que lo amas. Ya me hab�a dicho Daniel que lo de ustedes es
muy especial, muy fuerte, pero nunca me imagin� cu�nto. Yo me muero de ganas por
pegarle un pu�etazo en la boca a todo aquel que lo llama gordo, y t� lograste
esto sin siquiera levantar la voz." Dijo, y me hizo emocionar.


Mientras escuchaba a Natalia, me di cuenta que ella tambi�n
lo amaba, de la misma forma que Daniel a ella.


Fue en ese momento, en la cocina, que decid� dar un paso al
costado. Fue en ese mismo instante, que me alegr� en lo m�s rec�ndito de mi
interior no haber penetrado nunca a mi superamigo. En no haberlo ensuciado de
forma alguna, para que �l nunca tuviera que arrepentirse cuando formara un hogar
con esta mujer. Me alegr� much�simo de no haberme aprovechado jam�s de su
inocencia. Sent� que no lo defraud� nunca porque el confiaba ciegamente en m�.


Nuevamente fue el destino que me hab�a indicado hacer lo
correcto.


Me convenc� que todo lo que sucedi� entre Daniel y yo, fue un
alimento para llegar a hacer tan fuerte esta amistad. Nunca fue sexo por el sexo
mismo. Fue un aprendizaje constante para �l con ejemplos pr�cticos. Di gracias a
Dios por permitirme ser tan feliz con �l durante tanto tiempo, y ense�arle
muchas cosas de la vida que lo iba a ayudar cuando yo ya no estuviera con �l.
Siempre se dio todo en forma natural. Nada fue forzoso. Nunca hicimos algo que
los dos no hayamos estado de acuerdo en realizar. Y cuando a �l algo no le
gust�, no lo volvimos a repetir.




Esa fue la �ltima noche que dormimos juntos.


Fue muy fuerte, para ambos.


Fue en mi casa cuando le dije que su futuro estaba con esa
chica y que yo me iba a volver a mi pa�s, entre sollozos me pidi� que no lo
hiciera.


Con gritos y llantos desgarradores, Daniel me suplic�.


"No, por favor. No. P�deme lo que quieras. P�deme que no la
vea nunca m�s, y te juro que no lo hago. Pero no te vayas, te lo suplico, por
favor." Rog� inundado en un mar de l�grimas.


Estuve a punto de ped�rselo.


Pero no soy un monstruo.


"No, beb�. "le dije finalmente. "T� la amas, y ella tambi�n
te ama. No es lo correcto. Quiero que formes tu familia. Que seas feliz. Yo no
te puedo dar lo que ella s� puede."


Sigui� llorando como un beb� abraz�ndome lo m�s fuerte que
pudo sin lastimarme. Sin hacer preguntas.


No pregunt� qu� era lo que ella le pod�a dar que yo no.


Tampoco cuestion� c�mo pod�a yo saber que Natalia lo amaba
como �l a ella.


�l ya lo sab�a y no pregunt�.


As� era mi superamigo. As� deben ser todos los amigos.


Confiar el uno en el otro sin poner condiciones ni pedir
explicaciones.


Esa �ltima noche. Dormimos como siempre, desnudos con las
piernas entrelazadas y abrazados. Sin lujuria. S�lo haci�ndonos sentir culpables
del tremendo amor que ocult�bamos entre las s�banas.


Y entendi� al fin, por qu� deb�amos separarnos.


Hicimos un pacto sagrado que ambos cumplimos.




Cuando me desped� de �l y de su padre en el puerto, no
pudimos aguantar las l�grimas ninguno de los tres.


El abrazo que nos dimos con Daniel el d�a del retorno a mi
pa�s fue el m�s cargado de emoci�n de todos los que di y recib� en mi vida, y el
m�s largo, como que ambos est�bamos pidiendo hasta �ltimo momento no soltarnos
para impedir la separaci�n que era inevitable.


Nunca nadie cuestion� nada. Nunca hubo una explicaci�n. Nunca
una pregunta, ni siquiera de su padre ni de Natalia que hasta supongo que
cualquiera de ellos bien podr�a haber sospechado de alguna relaci�n homosexual
entre nosotros. Si fue as�, todo qued� en el m�s absoluto de los secretos para
siempre.


Natalia tambi�n estaba all� en la despedida. Tambi�n llor�.
La abrac� le di un beso y s�lo le dije al o�do y en secreto "Por favor, cuida a
mi gordito."




Retorn� a mi ciudad natal el 15 de abril de 1980.


Cinco a�os y tres d�as despu�s de mi partida.


Muchos gratos recuerdos.


Demasiadas experiencias inolvidables.


Una amarga despedida.


Todo qued� atr�s.


Pero nada en el olvido.




EPILOGO



Dos a�os despu�s, me decid� finalmente a realizar la llamada
que me hab�a prometido hacer y por cualquier motivo la estaba dilatando.


Fue un s�bado cerca de las once de la noche.


El padre de Daniel fue el que atendi�.


"Habla Zesna." Le dije.


"Hola, querido, tanto tiempo. C�mo est�s?"


"Por suerte bien. C�mo est� usted?"


"Muy bien Todos estamos bien, gracias. Daniel no se encuentra
en este momento."


"Supuse que no. No le diga que llam�, por favor. S�lo quer�a
hablar con usted para saber c�mo le est� yendo a �l?"


"No te imaginas, lo muy bien que le va en su matrimonio."
Dijo y continu�. "No sabes lo mal que se puso cuando no te pudo invitar a su
casamiento. Est� un poco enojado contigo porque nunca le has escrito, ni le has
dado tu direcci�n o tu n�mero de tel�fono. Realmente le hubiera gustado que t�
hubieras sido el padrino. La felicidad de su boda solo estuvo opacada porque no
estuviste all� con �l."



Aqu� me vino a la mente el pacto sagrado que hicimos con
Daniel la �ltima noche que dormimos juntos. Entre llantos de ambos, nos juramos
no volver a vernos ni llamarnos jam�s, ni explicarle a nadie de este pacto nunca
.


Ambos cumplimos.


"No se preocupe, se�or, supongo que a medida que pase el
tiempo se ir� acostumbrando y se olvidar� de mi." Continu� dici�ndole.


"No, Zesna. No digas eso. �l nunca va a terminar de
agradecerte todo lo que has hecho por �l. Sabes que le gust� tanto su trabajo
como dibujante en el semanario que �l ahora trabaja en un peri�dico de la ciudad
y en dos revistas como caricaturista?"


"No, no sab�a. No sabe cu�nto me alegro. Pero estoy muy
seguro que �l tiene m�ritos suficientes para progresar en absolutamente todo lo
que se proponga." Dije honestamente alegr�ndome de la noticia..


"Adem�s contin�a bajando de peso, siempre con el control
m�dico. Y todo comenz� gracias a ti. Yo tambi�n te estoy eternamente agradecido
por todo lo que has hecho"


"S�? Qu� bueno!. Realmente estoy muy feliz por �l."


"Es que cada cosa que hace �l, invariablemente no puede
evitar el recordarte."


"Lo que pasa es que todo es muy reciente todav�a. Supongo que
con el correr de los a�os finalmente me olvidar�."


"No, Zesna, eso no suceder�. Tu lo olvidar�as a �l dentro de
unos a�os?."


"No, se�or, eso nunca. Jam�s me voy a olvidar de �l."


"Lo ves? �l tampoco. Mi hijo siempre te va a recordar hasta
el d�a que se muera." Asegur�.


"Pero es diferente. �l ya tiene una familia. Ya va a ver,
cuando pasen los a�os, ya no se acordar� de mi."


"No. No. T� no entiendes. Hay algo que debes saber." Dijo con
la voz quebrada.


"Qu� cosa?" pregunt� ahora intrigado sobremanera. "C�mo puede
estar tan seguro de lo que me dice?"




Su respuesta me hizo emocionar hasta las l�grimas y me dej� plenamente
convencido de que �l realmente ten�a raz�n. Mi superamigo no me iba a olvidar
nunca jam�s mientras viviera.


"Daniel le puso tu nombre a mi nieto."



FIN DE ESTE RELATO REAL


Comentarios a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO


Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .


Número de votos: 0
Media de votos: 0


Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta






Relato: Gordos de cabotaje (8)
Leida: 337veces
Tiempo de lectura: 22minuto/s





Participa en la web
Envia tu relato







Contacto
Categorias
- Amor filial
- Autosatisfacci�n
- Bisexuales
- Confesiones
- Control Mental
- Dominaci�n
- Entrevistas / Info
- Erotismo y Amor
- Fantas�as Er�ticas
- Fetichismo
- Gays
- Grandes Relatos
- Grandes Series
- Hetero: General
- Hetero: Infidelidad
- Hetero: Primera vez
- Intercambios
- Interracial
- L�sbicos
- MicroRelatos
- No Consentido
- Org�as
- Parodias
- Poes�a Er�tica
- Sadomaso
- Sexo Anal
- Sexo con maduras
- Sexo con maduros
- Sexo Oral
- Sexo Virtual
- Textos de risa
- Transexuales
- Trios
- Voyerismo
- Zoofilia


Encuestas

Afiliados



























relato erotico de colegialasrevista clima pornovecinitasrelatospornoCuentos porno de culona en la cancha con chicosporno madurosporno relatos primera vez analtía sobrina relatos eróticosle folle el culo a puta de mi madre relatos porno50relatos eroticos madurasRelatos eróticos me rompieron el culorelato de como me coji a mi tia y a mi primaporno relato prostitutarelato de sexo mi jardinero viejo me Mete el guevOhistorias eroticas de repegones en el metro historias gratisrelatos porno de vacaciones con mi esposa y mi suegra relatos eroticos nene gayrelato porno mí abuelo me violovideos veo acabado en mamadapornorelatos gay españolesRelatos de sexo no consentido conRelatos eroticos perdiendo la virjinidadRelatos eroticos de maduroshombres gays pornoRelatos eróticos hombres que han desvirgado culitos gaysla madurita teniendo sexo con viejito relatos eroticoschocho y tetasmasturbacion con amigosrelatos eroticos chico rubiorelatos eroticos de incestorelato erotico gay con curaRelatos pornos de cuernoscarnaval brasil pornorelatos caseros incesto mi papa me cavo su vergota cuando m llevo de campamentolos amigos de papa me follaron relatos pornorelatos eroticosmi hija de ochoañosRelatos gays el culito de aroonmi hijo y mi sobrino me penetraronMisrelatosporno.com/hijasRelatos de insesto gayslas bragas de mi mamá sucias xxx relatosmi suegro me coje relatosrelatosDetriosxxxRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatoperdi una apuesta con una lesbiana relatos eroticosimágenes de tríos de gey uno después de otrosporno esposo dormido relatosviole a mi hermanita relatos pornosmi hermanito menor y yo relatos eroticosRelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezrelatos de ancianas follandoporno gay zoofiliame gusta verme frente al espejo en pantaletas y brasiertia follando sobrinorelatos gay de incestorelatos eroticos swinger analrelato porno visexual me ronpiero el ano por primera ves con un pene grandreputas cogidas x el compadreorgia familiar relato de sexoguarras relatos de zoofiliatodo porno el viejo de mi vecino relatola nenita de papa relato porno relatos de recien casadasxxx leer no concentidorelstos porno enculando a viudaincestos porno familiarRelatos eroticos embarazandoRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos eroticos yerno te gusta mi culoRelatos eroticos gratis la joven africanarelatos porno la gordita sudadarelatos eróticos bisexuales de esposasme.follo.a.mi.tia.anciana.viuda.relatosrelato enseñandole el culo a papa para que me cojarelato estando mi abuelita dormida me la follerelatos xxx cuidando a mi sobrinita y su amiguitaculeo nieta relatoRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos mexicanos de incesto con la comadre de mamaRelatos hot con mí hermana gemelapelicula porno romanosrelatos pornos violando a mi hija de 9 añitos y le gustocincuentonas calientesmi sobrina religuiosa relatosexo com madurasrelatos porno chiquitarelatos porno gay mi padrastro me coje Relato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos sexuales realesRelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezrelatos eroticos cuidando a mi vecinitaRelatos eroticos mi hija y su regalorelatos eróticos de follada por mi cuñado y gimiendo