Succubus
En la demonolog�a medieval, un succubo es un demonio que se
convierte o pos� el cuerpo de una mujer hermosa para robar el esperma del
hombre. En el marco de la psicolog�a moderna, succubo se le llama a un sue�o
angustioso y asfixiante.
No estaba seguro de s� relatar o no estos sucesos. Finalmente
ca� en cuenta de que debo compartirlos. Lo har� a lo largo de tres relatos,
siendo este el primero, donde narro como empez� todo.
Antes que nada tengo que decirles dos cosas: Primero, que no
soy una persona supersticiosa que se cree cuentos fantasmas, vampiros, demonios
o cosas por el estilo. Segundo, que todo lo que estoy por relatar es ciento por
ciento ver�dico (con ciertas omisiones propias de la p�rdida de memoria) Claro
que no pretendo convencer a nadie de nada; pero quien haya tenido experiencias
similares (incluso de la misma magnitud) encontrar� verdad en mis palabras,
quien no, pues puede quedarse con un relato "extra�o", que desde mi perspectiva
y mi vivencia, es sumamente excitante.
Me presento. Mi nombre es Gabriel, tengo 24 a�os ahora y
estoy por terminar la carrera en comunicaciones, adem�s de que soy m�sico. Mis
padres se divorciaron cuando yo era ni�o y qued� a la tutela de mi madre, con
quien he vivido desde entonces. Pap� es un buen hombre, divertido, alivianado,
somos buenos amigos. No hace mucho se cas� por segunda vez y ya tengo dos
peque�as medias hermanas muy lindas. Mam� siempre ha sido el reverso de la
moneda: Es una mujer de piel blanca, rubia de m�s o menos 1.65 de estatura.
Tiene 43 a�os, es arquitecta y vive para su carrera. Nunca se cas� despu�s del
divorcio y que yo sepa nunca entabl� una relaci�n, al menos formal con ning�n
otro hombre. Es r�gida y perfeccionista. A parte de su trabajo su �nica vocaci�n
es el deporte, creo que ha hecho de todo: tenis, nataci�n, gimnasio, aer�bics,
spinning, ahora pilates y estoy seguro que seguir� con cualquier otra cosa nueva
que salga. Eso la mantiene en buena forma, aunque lo disimula muy bien, dado su
manera de vestir que podr�a considerarse hombruna: pantalones de mezclilla
flojos, camisetas, blusas amplias o camisas, blazers con zapatos bajos o tenis,
a parte que siempre tiene el pelo amarrado en una cola de caballo simplona, y
usa poco maquillaje (aunque resaltan sus facciones naturales muy refinadas) es
en suma, muy, pero muy poco llamativa. No obstante su es una mujer guapa: su
rostro es bello, resaltan sus ojos grandes y azules; tiene atributos muy
notorios, senos grandes y caderas anchas que encontraste con su cuerpo bien
formado a fuerza de ejercicio, la hacen centro de las miradas en muchas
ocasiones.
Tengo que decir para este punto, que nunca, ni de ni�o ni de
adolescente, tuve fantas�as con ella ni nada por el estilo. Incluso en un
momento dado su cuerpo se me volvi� motivo de verg�enza cuando en la secundaria
notaba las miradas de mis amigos sobre ella como perros de presa.
En cuanto a nuestra relaci�n, puedo decir que es t�pica: nos
llevamos bien, pero mantenemos distancia, yo no le cuento de mi vida y ella
tampoco. El tema de conversaci�n es normalmente la escuela, y entender�n que las
pl�ticas son muy cortas, casi monosil�bicas.
En fin que todo empez� el verano pasado cuando fuimos los dos
de vacaciones a Acapulco. Mi mam� hab�a rentado una casa en las afueras del
puerto e �bamos a hospedarnos ah� cinco d�as. Llegamos a eso de las doce del d�a
de un martes con un calor mortal. La casa era vieja y grande, como de los a�os
sesenta pero muy bien cuidada, reci�n remodelada seg�n dijo el cuidador, un tal
don Juan. Ten�a una alberca grande, dos canchas de tenis, una cocina bien
equipada y cinco cuartos con ba�o en la parte alta, en resumidas cuentas la casa
estaba bien, pero� �nunca han tenido una sensaci�n de extra�a incomodidad al
llegar a un lugar? Hab�a en ese lugar una especie de soledad, de tristeza, como
si hubiera murmullos en las paredes, no se, es dif�cil de definir, digamos una
vibra pesada.
Yo sent� esa vibra la primera noche. La cama donde me qued�
era enorme, y presa de un insomnio inc�modo, no hac�a otra cosa que dar vueltas
en ella. Sugestionado creo por el ocio de la madrugada, empec� a pensar en los
murmullos que percib� en las paredes al llegar, a tal punto, que pude llegar a
o�rlos. Luego los sonidos se hicieron im�genes al interior de los p�rpados: eran
como caras, como im�genes de esos demonios que aparecen en las portadas de los
discos de metal. Como les anticip�, ese tipo de cosas no me asustan, pero a esa
hora de la madrugada resultan inc�modas. Convencido de que esa noche no iba a
poder dormir me fui a la cocina. Pas� por el cuarto de mi mam�, pero ella no
estaba en la cama, la luz del ba�o estaba encendida y supuse que estar�a ah�,
normal. Lo que me pareci� extra�o fue que, despu�s de haber estado unos cuarenta
y cinco minutos en la cocina, al regresar rumbo a mi habitaci�n mam� segu�a en
el ba�o. Se me ocurri� detenerme a preguntarle si todo estaba bien, pero por fin
me hab�a dado sue�o y no quer�a desperdiciarlo, eran casi las cinco de la
ma�ana.
Al d�a siguiente despert� como a eso de la una de la tarde;
mi mam� no estaba y Don Juan estaba limpiando la alberca. Me ba��, me puse el
traje de ba�o y baj� a platicar con �l. Me enter� que el due�o de la casa (�l
que nos la hab�a rentando) hab�a heredado la propiedad de su abuelo, pero que
nunca iba, solo la ten�a para rentarla. Entonces pregunt� los precios y las
comodidades, elucubrando en que se podr�a usar la casita para armar buenas
fiestas (finalmente estaba casi aislada y pr�cticamente no hab�a vecinos que se
quejaran del ruido)
En eso est�bamos cuando enmudeciendo los dos volteamos
sincronizados a ver una figura monumental que caminaba desde el garage: cabello
suelto, gafas oscuras, top rosa entallado con tirantes develando unos senos
enormes y una falda blanca diminuta que mostraba unas piernas firmes y
torneadas� �era mi mam�!
Camin� hasta nosotros como ajena a nuestro asombro. Sac� unos
billetes y dirigi�ndose al hombre le dijo:
- A ver, Don Juan, tenga. Le doy lo del mantenimiento de los
pr�ximos tres d�as. Ya ve que no traemos muchas cosas, y pues nos podemos
arreglar bien solos.
El viejillo balbuceante trat� de apelar a su responsabilidad,
pero mi mam� estaba determinada. Le dio otro tanto de dinero, y finalmente el
hombre no se pudo rehusar. Luego que se hab�a ido, mam� me confes� que aquel
hombre no le daba confianza, y que ten�a la idea de nos bast�bamos solos, adem�s
de que quer�a estar sola para descansar.
Para que entiendan mi asombro les cuento que desde que tengo
memoria de las vacaciones, recuerdo a mi mam� con traje de ba�o completo para
nadar, e invariablemente en pantalones o shorts de mezclilla largos para salir a
la calle, nunca llegu� a imagin�rmela con tal atuendo, se ve�a realmente bien.
Esa tarde fuimos a la costera a comer y literalmente paraba el tr�fico. Pero no
para ah�.
En esa nuestra primera noche solos, nuevamente me qued� sin
dormir: adem�s de la sugesti�n que me hab�a creado la vibra de la casa ahora
hab�a dos elementos nuevos que turbaban mi sue�o: primero estaba la historia del
viejillo Don Juan. �Porqu� el due�o de la casa no ven�a si t�cnicamente es un
lugar fant�stico? Y segundo los ruidos que ven�an del cuarto de mi mam�, era
como si hubiera estado caminando toda la noche por la habitaci�n. Nuevamente el
sue�o me venci� a eso de las cuatro de la ma�ana, un sue�o pesado, casi parecido
a un desmayo. Al d�a siguiente sin embargo, no me levant� tan tarde.
A eso de las once baj� a la alberca con una toalla, el
bronceador y mis gafas y me tumb� en un camastro. Mi mam� se estaba ba�ando (lo
supe pues cuando pas� por su cuarto estaba la regadera abierta) Estuve tumbado
ah� unos quince minutos, hasta que ella lleg�.
Si el d�a anterior me hab�a sorprendido, esa ma�ana qued�
anonadado: Lleg� "vestida" con un bikini azul diminuto, casi morvoso compuesto
por un top que apenas le cubr�a los pezones y se ataba con dos ligeros listones
en la espalda y una tanga de hilo que se perd�a en el volumen de sus nalgas
grandes, suaves y bellas.
- �qu� te parece?- dijo levantando su cabello con las manos y
girando un poco para mostrarme su vestuario. - no s�. Se me hizo lindo cuando lo
vi y tuve que comprarlo; es perfecto para quitarme este color de papel que
tengo.
- Si, est� bien, se te ve bien- respond� boquiabierto
tratando de contener la necesidad de mirarla. Despu�s de un simple "gracias" y
como si el cambio de los �ltimos d�as en su forma de vestir fuera cualquier
cosa, tendi� su toalla en el camastro contiguo, se unt� algo de protector solar
en las piernas, el abdomen y la cara y se acomod� para broncearse. No pasaron
m�s que unos minutos de eso (se imaginar�n que aunque trataba de clavar los ojos
en otro lado, la mirada se me escapaba por el rabillo del ojo hacia ella) se
incorpor� un poco, para, con un leve tir�n en el list�n de su top, despojarse de
�l liberando sus magn�ficos senos.
Para este punto ya no ten�a idea de lo que estaba pasando:
Sorprendido por una s�bita erecci�n, me meto a la alberca tratando de disimular,
y me acomodo en una esquina de la alberca d�nde puedo seguir apreciando la
belleza de mam� a trav�s de los lentes oscuros. Hab�a algo en ella, un no se qu�
que nunca hab�a percibido; no se trataba de verla semi-desnuda, ni de sus
evidentes atributos. Se trataba de una especie de "aura" o "vibra" que desped�a
que me hizo olvidar por un instante la distancia natural entre madre e hijo y me
llev� a apreciarla como el monumento de mujer que es, con las consecuentes
evidencias f�sicas que ello conlleva.
En un momento dado, se levant� lenta y tranquilamente; dej�
sus lentes sobre el camastro, se retir� el exceso de bronceador con la toalla
(mis ojos estaban encajados en su cuerpo, no perd� un detalle) se acerc� a la
alberca, se quit� sus sandalias y sin m�s se clav� en el agua formando una
flecha que la impuls� hasta donde yo estaba. Emergi� a un metro de distancia de
m�, con los ojos cerrados, la piel h�meda un poco enrojecida por el sol, y los
pezones todav�a endurecidos por el contacto con el agua fr�a (bueno eso pens� en
ese momento). Sus senos libres, grandes, �divinos! se mec�an de un lado al otro
mientras levantaba sus brazos para acomodar su cabello sobre uno de sus hombros.
El agua le llegaba a la altura de las costillas, sobre el ombligo, y la silueta
de su cadera ancha y de sus muslos fuertes y bien torneados aparec�a bajo el
agua completando, con la visi�n de su impresionante frente y su rostro bello, un
horizonte de fantas�a.
Yo estaba completamente anonadado, petrificado (y a mil con
una erecci�n que ya lastimaba al roce del traje de ba�o) No pude evitar tragar
fuertemente saliva cuando abri� los ojos con los pesta�as pesadas de agua y
empez� a avanzar acortando la distancia de nuestros cuerpos a apenas unos
cent�metros.
-�Guau! El agua est� rica, fr�a; pero con este calor queda
perfecta- dijo esbozando una sonrisa despreocupada y plena; casi tierna. Yo
contest� con un gemido, o un pujido, �qui�n sabe! Fue una de esas respuestas
sosas y torpes que das en vez de un s� cuando est�s ante un portento de
mujer como ese (no importando que sea tu mam�) Por supuesto que lo not�: su
rostro se ilumin� por una especie de fulgor rojo, su sonrisa se torn� zorruna, y
tras pasear sus ojos por sus senos (obvio objeto de mi admiraci�n y excitaci�n)
me lanz� una mirada delatora: no se decir si fue una mirada de agradecimiento
dada la obvia admiraci�n que mostraba yo, un joven, por su cuerpo todav�a
hermoso; o si era esa la mirada de una fiera en celo; creo se trataba de lo
segundo. Era m�s bien como un reflejo ajeno que hab�a aparecido en su interior y
que ard�a en la ventana de sus pupilas. Era eso que hab�a percibido extra�o: el
reflejo de una especie de demonio morboso y lascivo que le hab�a entrado en el
cuerpo a mi mam� y que, gradualmente, iba tomando el control sobre ella desde el
momento en que llegamos a esa casa.
-�Porqu� me dejas solita, eh?- dijo tom�ndome de la mano.
- �C�mo sola? Si estoy aqu�, estamos aqu�, juntos- Nada m�s
acert� a contestar de esa manera est�pida con lo poco que me quedaba de aliento
�Qui�n puede culparme? Como si fuera poco tan extra�a situaci�n, la distancia
entre nosotros era ya m�nima; incluso el leve oleaje de la alberca empujaba sus
senos al punto de casi rozar mi pecho. Como si no se diera cuenta de lo que
estaba pasando, (empezando por la extra�eza de verla sin sost�n, cosa que nunca
hab�a hecho) continu� con la mayor "naturalidad" sin poder esconder, sin
embargo, una especie de desesperaci�n.
- Si, siempre es igual. En la casa, aqu�; siempre est�s como
ajeno, encerrado en tu cuarto, no me hablas, �no nos comunicamos! Es como si
fu�ramos extra�os, y acu�rdate que somos la �nica familia que tenemos, los dos,
t� y yo.
- Si, ya lo se.
- dime, �c�mo te sientes?
-�C�mo me siento de qu�?
- No se. De todo. �Qu� sue�as? �Qu� esperas de la vida?
- Nada, bueno, no; bueno es que no entiendo.
- Si dime, �Qu� es lo que m�s deseas en este momento?
(valiente pregunta en esas circunstancias)
- No se. Grabar un disco con la banda y eso.
- Ah� �y ya han visto algo, no se, alguna disquera o grabar
un demo?
- Pues algo as�, hay un cuate que igual nos presta el
estudio.
- Pero no piensas dejar la escuela, �verdad?
- n� no, �c�mo crees?
Un golpe de calor en las sienes casi me tumba. En medio de la
cotidiana pl�tica con mi madre, estaba como loco tratando de no mirarla, hermosa
y deseable; tratando de ignorar el hecho que estaba semidesnuda y tan cerca;
luchando por disimular mi excitaci�n. Estaba a punto de estallar sintiendo esa
mirada perversa suya, y el roce de sus pezones peque�os, endurecidos, �dulces!
que en un momento dado de la pl�tica, acerc� intencionalmente a mi pecho
arranc�ndome un gemido que distorsion� mi voz y casi le arranca una carcajada a
ella. Quer�a escapar, quer�a apretar uno de sus pechos, acariciarlo; reprenderla
por lo que me estaba haciendo sentir; quer�a tomarla por las nalgas y acercarla
a mi para devorarla a besos, mientras me llenaba de la sensaci�n de su carne
c�lida� �Mi cabeza era un caos! Sumido en sendo hurac�n perd� el hilo de la
pl�tica hasta que llam� mi atenci�n con un gesto:
- Gaby, hijo; �Hola! �Qu� onda? Est�s como ido� �Me o�ste?
-Si, si�
-�a ver qu� te dije?
- Qu� tenemos que platicar m�s, que no debo alejarme.
- �Ay, Gabriel! Siempre en la luna. Siempre, no se, se me
hace que es cosa de artistas. Desde chiquito te la viv�as so�ando, perdido en el
espacio.
- Si.
- Bueno, pero entonces en que quedamos, �vamos a estar m�s
unidos? �me vas a platicar tus cosas? �me vas a abrazar y a decir que me quieres
mucho como cuando eras chiquito?-
- Si, claro.
- Bueno, conste.
Quedar m�s unidos no es un t�rmino muy com�n, menos en
esas circunstancias. O estaba ya viendo moros con tranchete, o una doble
intenci�n empez� a aparecer en sus palabras� o lo hubo desde el principio en que
despidi� a Don Juan y me dijo que nos bast�bamos solos, y no hab�a ca�do en
cuenta. Como fuera, antes de poder continuar con mis ideas, mam� se estir�
modosa, como cansada y continu�.
- �No sabes que ganas ten�a de unas vacaciones! �Uff! Estoy
molida, soy una bola de nervios. Ay, mira, mira (dijo se�al�ndose la nuca, e
invit�ndome a tocarla) me duele aqu�, �Ay! (grit� con una mezcla de dolor y
placer) c�mo si hubiera estado cargando piedras.
Cuando tom� mi brazo para acercarlo a su nuca, este estaba
fr�o, r�gido c�mo (casi) todo mi cuerpo. En el momento en que sent� su piel
tersa y tibia, una descarga casi dolorosa entr� por mis dedos y recorri� todo mi
cuerpo hasta llegar a mi pene erect�ndolo (como si fuera posible entonces)
todav�a m�s. Como deseando librarme de lo inevitable (aunque sea imposible de
creer, todav�a en ese momento me sent�a capaz de evitar la tentaci�n por mi
mam�) le encaj� el dedo pulgar en el mismo lugar donde me hab�a dicho que le
dol�a, esperando crear distancia. Pero resulta que pas� todo lo contrario.
Motivada por el apret�n que le hab�a dado gimi� de nuevo (y no se pueden
imaginar lo excitante que es escucharla gemir con esa voz roquita y c�lida) me
pidi� que continuara, y antes de dejarme hacer nada, se volte�, acomod� su
cabello sobre el hombro y me pidi� un masaje.
La convicci�n de su actitud no dej� espacio para negativas.
Como queriendo no tocarla, sobre todo para que no notara mi erecci�n (como si no
la hubiera notado ya) empec� a apretar sus hombros con la yema de los dedos, sin
poder salir del asombro que todo aquello me hab�a causado. El tacto de su piel
me estaba llevando a los �ltimos l�mites, mi pene hab�a adquirido tal dimensi�n,
que creo que pude haber roto el short. Despu�s de unos instantes de tan mediocre
masaje me detuvo:
- �Ay, no, no! Hazlo bien. Ac�rcate bien para que lo hagas,
��ndale! Ni que te fuera a morder.
Me adelant� medio paso y ella retrocedi� otro tanto, de modo
que pude sentir el calor de sus nalgas en mi glande. A medida que mis manos se
afianzaron en su espalda empez� a gemir de nuevo, muy quedo, como para su
interior. El sol del medio d�a ya ca�a sobre nosotros, pesado y contundente,
llenando nuestros cuerpos de perlas de sudor y elevando la temperatura de
nuestra piel. Est�bamos como sumidos en un letargo hipn�tico, en silencio los
dos. Ah�, detenidos en la mitad de la alberca, parec�amos estar solos en el
universo. Pronto me dej� llevar por la sensaci�n, y mi mente se vac�o de todas
las ideas que me hab�an molestado antes: �ramos solo un hombre y una mujer piel
a piel a mitad de la nada, �ramos mis manos cubriendo su cuello y su nuca. Ella
segu�a gimiendo levemente y repitiendo frases del estilo de as�, que rico.
En tal sensaci�n me hallaba, que no me di cuenta cuando nuestras
pelvis se encontraron. Gradualmente el roce se hizo m�s y m�s fuerte: en un
momento dado, ya simul�bamos copular, yo, con mi pene estirado sobre mi cuerpo
hasta mi ombligo buscando acomodarlo entre sus nalgas, ella lanz�ndolas hacia
atr�s buscando atraparlo. Despertamos de ese sue�o cuando ella se incorpor� y se
alej� un poco libr�ndose de mis manos.
Sin decir m�s dio la vuelta quedando de frente a m�. Antes de
que pudiera decir algo (cosa que intent� hacer, aunque no sabr�a decirles que
pretend�a decir) sell� mis labios con uno de sus dedos, y con su mano libre tom�
mi mano y la pos� sobre su pecho mientras se acercaba para besarme. Fue un
primer beso tierno, de sus labios a los m�os. Nuevamente se separ� y nuestras
miradas se trabaron hasta el momento en que sus ojos viajaron por mi cuerpo
hasta la carpa de mi traje de ba�o. El gesto fue tan rotundo que sin preguntar
nada me despoj� de la ropa sin poder evitar la complicaci�n que representaba mi
miembro r�gido. Cuando lanc� el calzoncillo por encima del hombro, no pudo m�s
que embozar una sonrisa que antecedi� un nuevo beso, igual, labio con labio solo
que m�s largo. Mi pene se encaj� en una zona entre su ombligo y su pelvis
haci�ndola retroceder de nuevo. En ning�n momento hab�amos soltado la mirada:
ella parec�a acecharme, y yo estaba perdido en el embrujo de esa llama
desconocida que hab�a en sus ojos, que cr�anlo o no estall� en un fulgor
violento cuando su mano aprision� mi pene. Solt� una especie de rugido y se
lanz� sobre mi boca para fundirnos en un beso violento, pleno, absoluto;
nuestras lenguas se trenzaban, se acariciaban atrapadas en el torbellino de
nuestra respiraci�n, pude sentir como me robaba hasta la �ltima gota del
aliento.
Las caricias durante ese beso infinito fueron fuertes, casi
salvajes. Gimiendo y rugiendo se afianzaba a mi cintura, surcaba mi espalda con
sus u�as y yo apretaba sus nalgas con tal fuerza como nunca lo hab�a hecho,
quer�amos estar el uno en el otro, ansiosamente.
Siguiendo la ruta de su cuello llegu� hasta sus tetas: quer�a
devorarlas, apretarlas tanto que cupieran enteras en mi boca, pero eso es
humanamente imposible. En vez, me puse a besar sus pezones dulces, a chuparlos y
lamerlos, mientras ella amasaba mi cabello como si quisiera ahogarme en la
suavidad de sus senos. En un momento, entre bramidos y gemidos dijo: "mu�rdeme"
Tan caliente estaba, que no hice m�s que obedecer: fue una mordida leve, como de
juego, pero ella no estaba jugando. "Mu�rdeme, fuerte, c�meme" grit� con voz
imperativa. Entonces intensifiqu� la mordida, abarcando con mi boca todo su
pez�n, su aureola y cada vez m�s de su carne blanca y suave. Cuando me separ�
pude ver que hab�a dejado la marca de mis dientes muy profunda en su pecho, pero
a ella no parec�a molestarle, todo lo contrario.
En un momento dado de mi aventura en sus magn�ficas mamas, le
hab�a arrancado (literalmente) la tanga, y pose�do por el calor �cido de su
vulva, la masturbaba, separaba sus labios con mi dedo �ndice frotando su
cl�toris al paso, de suave a fuerte nuevamente, tanto que su orgasmo parec�a
inminente. Pod�a sentir las descargas de su cuerpo en el m�o, como si aquella
fuerza extra�a literalmente nos hubiera unido.
Justo un momento antes de su orgasmo, se separ� de m�, y
empuj�ndome con su mano sobre mi pecho, me hizo retroceder hasta caer sentado en
el borde de la alberca. En otras circunstancias, con el golpe de mis
pantorrillas en la piedra hubiera lanzado un grito o una maldici�n de menos,
pero no estaba para esas cosas. Mam� emergi� del agua lentamente en actitud
felina, aprision� mi verga suavemente, la agit� un poco comprobando su dureza,
la masturb� un poco y bes� el glande. Luego bes� mis test�culos jalando
suavemente el escroto con los labios, y sacando su lengua al l�mite lanz� una
lamida sobre todo el cuerpo del pene que me hizo estremecer.
Mientras empezaba a chuparme, levant� mi cabeza absorto en el
placer, y pude comprobar que el sol ya se estaba retirando del cielo. Llevaba
rato aguantando la eyaculaci�n, pero el momento estaba cerca. No se si fueron
mis contracciones p�lvicas pero ella se dio cuenta. Se la sac� de la boca, y
todav�a unida a ella por un hilo de saliva, la masturb� hasta conseguir una
erupci�n blanca que se derram� por su cara, su cabello y sus senos, aunque la
mayor parte la dirigi� al interior de su boca.
Despu�s de tragar mi semen como si fuera miel, y de esparcir
por su pecho los chorros aislados que hab�an quedado, dio un �ltimo beso sobre
mi glande, se levant� y susurr� a mi o�do:
- Voy a enjuagarme, te veo arriba en cinco minutos- y se
retir� lentamente sin decir m�s, ofreci�ndome una perspectiva exquisita de sus
nalgas.
Qued� ah� sentado recuperando el aliento y las fuerzas para
lo que segu�a, y que ya deseaba ferozmente. No alcanzaba a comprender que estaba
pasando, era algo no natural, pero si realmente hab�a una fuerza extra�a en mi
mam�, ahora tambi�n estaba en m�.
Cuando llegu� al cuarto, mi mam� estaba sobre la cama
acostada completamente desnuda, hab�a prendido algunas velas (que supongo
encontr� en alg�n armario) que colocadas sobre los bur�s, daban a la cama un
aspecto de altar. La visi�n era avasallante: parec�a una diosa, con sus senos al
aire, su cintura de odalisca, el vello que hab�a dejado en su pubis depilado
reshumando frescura en la cima de sus muslos firmes y tersos. La luz que entraba
por la ventana y por la puerta abierta detallaba cada l�nea de su cuerpo
haci�ndola ver radiante, y al mismo tiempo la sum�a en un claroscuro profundo
que le daba una intensidad dram�tica a su cuerpo que me estremeci�.
-Gabriel, hijo, �Eres t�?- La pregunta era por dem�s extra�a
considerando que �ramos los �nicos por ah�. Yo asent� con un pujido sin salir
del asombro de la visi�n. Sin decir m�s, se incorpor� para quedar sobre sus
rodillas y sus codos (en cuatro patas, pues) y levantando su culo hermoso,
mientras hund�a su cabeza en la almohada dijo:
- Ven, t�mame. Soy tuya, tuya y de nadie m�s, te quiero en mi
cuerpo, soy tu mujer. - Esa frase me pareci� (y me parece todav�a)
escalofriante, sobre todo como la dijo: con una voz seca, como si fuera
son�mbula. Pero aunque no lo crean, no pude detenerme, estaba lleno de ella y
quer�a m�s. Me acerqu� nuevamente, y con la misma fuerza con que lo hab�a hecho
en la alberca me prend� se sus nalgas que mostraban las huellas rojizas de mis
caricias, y las bes�, las lam�, bes� su ano y su vulva, separ� sus labios
dej�ndome llenar el rostro y la boca con su jugo; ella gem�a y suspiraba
ahogando su voz contra la almohada, la leona que rug�a en la alberca se hab�a
convertido en una gatita modosa en la cama que me suplicaba que la penetrara. Y
en esa posici�n lo hice.
Asi�ndome de su cintura le introduje mi verga arranc�ndole un
gemido, la met�a y la sacaba dej�ndome llevar por el ritmo de su pelvis que se
mov�a adelante, y atr�s y en c�rculos, y por el sonido que hac�an sus senos al
chocar con su abdomen y su pecho, cada vez m�s fuerte, cada vez m�s duro,
haci�ndome llegar a la gloria, hasta que alcanzamos un nuevo orgasmo. Y as�
continuamos toda la noche, experimentando todas las posiciones, lo hicimos en el
piso, en la regadera, incluso a cierta hora de la madrugada regresamos a la
alberca. Fue magn�fico, �espectacular! Y lo hubiera seguido siendo, pero�
Despert� al d�a siguiente ya entrado el medio d�a. Solo,
cansado y muerto de hambre (pues si han seguido la historia, se dar�n cuenta que
desde la ma�ana del d�a anterior no com� nada) Mam� no estaba, a alguna hora de
la ma�ana abandon� el tumulto de las s�banas. Todo estaba en silencio. Me asom�
al balc�n y me di cuenta que en la alberca no quedaban restos de lo ocurrido,
alguien (obviamente ella) hab�a recogido la ropa que nos arrancamos en el
arrebato de lujuria. Su ausencia de pronto me hizo dudar que aquello hubiera
sido solo un sue�o, pero no: estaba agotado, desnudo en la cama que ella ocupaba
y en mi cuerpo y en mi rostro hab�a residuos de sus jugos, las s�banas sin
embargo, no estaban.
Tuve que ir al otro cuarto (al m�o) por unos shorts para
ponerme. Todo parec�a intacto, como si reci�n hubi�ramos llegado a aquella casa;
parec�a que no hubiera abierto la maleta: incluso la ropa con la que llegu� y la
que me puse el d�a anterior, estaban dobladas dentro, los shorts que me hab�a
quitado frente a ella en la alberca estaban tendidos en la regadera, ya casi
secos. Era como si un d�a de nuestras vidas (tal vez el m�s raro y rico) nunca
hubiera ocurrido.
Despu�s de darle vueltas a todo, de repensar mil veces todo
lo ocurrido me lav� la cara y baj� a la cocina. Ah� estaba mi mam�, reci�n
ba�ada, envuelta en su bata de toalla con el pelo recogido en una cola de
caballo, frente a una taza de caf�. Su gesto era como de piedra, hubiera
parecido una estatua si no hubiera tenido los ojos irritados e hinchados de
llorar.
Era un glacial, y su presencia me dej� helado. Cuando por fin
not� que estaba parado en el umbral de la puerta, se solt� en un llanto
silencioso, expresi�n un tanto de dolor y verg�enza. Yo todav�a confundido me
acerqu� a ella con la intenci�n de abrazarla, de consolarla, de saber qu�
demonios estaba pasando. Pero me alej� con un brusco manotazo:
-�Su�ltame! �C�mo te atreves! �No me toques!
-Mam�- respond� en serio asustado por su actitud.
-No te me acerques. Lo que hiciste no tiene nombre, Gabriel-
Pueden suponer que me qued� completamente helado.
- Mira, no me digas nada. �Nada! No quiero o�rte, no quiero
saber nada de ti, ni o�r tus explicaciones, te juro que estuve as� de hablarle a
tu padre para contarle tu�. �ni siquiera se c�mo decirle, cerdo!
-Pero mam�
-�No me digas mam�!- dijo con la fuerza de un grito que
descarg� con una contundente bofetada en mi rostro. Despu�s de eso, respir�
profundo, apret� sus pu�os, y sosegando un tanto su furia continu�.
-Sube y recoge tus cosas, ya nos vamos. Llegando a M�xico
recoges tus cosas y a ver a donde te largas, porque no te quiero ver en la casa.
Puedes ser muy mi hijo, pero lo que hiciste no tiene� �nunca te lo voy a
perdonar!- Y descargo una nueva cachetada sobre m�, y esa, en serio doli�.
Lo que pas� despu�s se los relatar� en la siguiente parte de
esta historia. Solo les anticipo que ni me fui de la casa, ni mi pap� se ha
enterado de nada. Tampoco (y no quiero adelantar gran cosa) fue este encuentro
que acabo de narrarles el �ltimo con mi mam� puedo decir con certeza que ni
siquiera ha sido el mejor� pero eso lo dejo para la pr�xima.
Por cierto, esa ma�ana en que nos fuimos de la casa de
Acapulco el fulgor extra�o que hab�a visto en los ojos de mi mam� hab�a
desaparecido, y sin embargo� tampoco ser�a la �ltima vez que lo ver�a.