Pero esa misma complexi�n f�sica me hac�a ver no como un
chico de 15 a�os sino como un toro de veinte y tantos. A mi lado la mayor�a de
mis amigos se ve�an flaquitos lo que provocaba que para las ni�as de la
preparatoria yo me viera adulto y no se fijaran mucho en m�; en cambio las
maestras me echaban tremendas miradas.

Esa vez recuerdo que estaba en la ociosidad del fin de
semana, era s�bado y no hab�a nadie en casa cuando o� que llamaban. Por el
orificio de la puerta pude ver que eran dos se�oras de mi pueblo: do�a Candy,
una mujer chaparrona como de 38 a�os de edad y su acompa�ante, una amiga suya
que no tendr�a nada que ver en el relato a no ser porque ese d�a la acompa��.

Candy (por Candelaria) se encarga de lavarnos la ropa; no
puedo decir que es la sirvienta porque s�lo va dos veces a la semana y trabaja
en el cuarto que mis padres ten�an al fondo de la casa principal.

Yo estaba recostado escuchando m�sica, vestido s�lo con una
playera negra que me quedaba como "microfalda", pero cuando vi que eran ella y
su amiga se me ocurri� hacerles una maldad.

Hasta esos momentos de mi vida nunca hab�a sido
exhibicionista pero ese d�a se me alborot� la hormona: sobre el calz�n blanco
que llevaba puesto me acarici� la verga y no tuve ning�n problema para que de
inmediato la tuviera s�per parada. Abr� la puerta supuestamente ocult�ndome de
la calle, pero dej�ndoles ver las piernas y mi "tolete" excitado que se notaba
con lo abultado del calz�n.

Cuando abr� la puerta sus miradas se clavaron directamente
sobre aquella zona, intentaron reaccionar ambas volteando para todos lados
denotando un claro nerviosismo pero sus ojos buscaban mis genitales.
Naturalmente yo me estaba divirtiendo de lo lindo; "angelicalmente" parado
supuestamente cubri�ndome con la puerta pero mostr�ndolo todo, adem�s, y para
que pudieran verme, hac�a como que buscaba algo al fondo de la casa, buscando un
"que se yo" que les permitiera verme a placer.

Lo que era cierto es que las mujeres estaban inquiet�simas,
se les sub�an y bajaban los colores del rostro sin poderlo disimular, era obvio
que el factor sorpresa hab�a dado en el blanco y eso me excitaba todav�a m�s.

Candy preguntaba por mi madre, quer�a saber si hab�a ropa
para lavar y lo que pod�a ser un simple no o s�, se torn� en una pl�tica sin
sentido en la que los tres alarg�bamos el tiempo de manera est�pida. Yo por el
placer de ver esas caras y su actitud de no querer irse, y ellas, por estar
"ech�ndose un taco de ojo", como decimos en M�xico.

Luego, cuando por fin nos despedimos, cerr� la puerta corr�
por el pasillo de la casa buscando una ventana cercana a donde ellas iban a
pasar, y alcanc� a escuchar que Candy le dec�a a su amiga con voz ligeramente
baja: "Pinche chamaco est� bien buenote� me lo tengo que coger".

Candy es extremadamente bajita, con muy pocas tetas, delgada
del abdomen pero con grandes caderas y unas enormes nalgas, es decir, como
siempre me han gustado las damas, pero, por lo que hace a su cara, uuuff, eso
s�, nada recomendable, al menos para mis gustos; y bueno, sabiendo que yo le
calentaba, me daba cuenta que s�lo ten�a que reunir las condiciones para poder
cog�rmela.

La suerte sin embargo estuvo de mi lado: mi madre no s�lo no
estuvo cerca sino que incluso se ausent� de la ciudad y mi padre fue
comisionado, junto con otros compa�eros suyos, a un trabajo cerca de mi pueblo;
no tan lejos como mi madre, pero s� un trabajo que le llevar�a un par de d�as.

Fue incluso mi propia madre quien le hizo saber a do�a Candy
que estar�a fuera de la ciudad y que le encargaba que mi padre y yo siempre
tuvi�ramos ropa limpia. Bajo ese pretexto Candy se hizo la aparecida en el
momento justo. Tom� la ropa sucia y se fue al cuarto de atr�s. Yo tambi�n hice
lo propio argumentando que checar�a algunos pendientes en ese lugar que mis
padres utilizaban como cuarto de visitas y bodega.

Utilic� el mismo plan, pero mucho m�s atrevido: me puse otra
playera similar a la anterior, un poquito m�s larga quiz�s, pero sin ponerme
calz�n.

Ya estando solos Candy no me hac�a mucho caso y como que
estaba muy en su papel de lavandera, separaba la ropa, la tallaba y la met�a a
la lavadora. Ella tambi�n sab�a hacia donde iba todo pero, lejos de su
coqueter�a tradicional, estaba seria. Nos pusimos a platicar, aunque sin el
asombro ni el nervio que aquella vez, (se ve que tambi�n se hab�a preparado). Me
repasaba con la mirada de los pies a la cabeza y pod�a darse cuenta que no
llevaba ropa interior, control� mucho m�s sus emociones, lo que ya no me estaba
gustando mucho.

Me platic� que su esposo era un borracho que los hab�a dejado
endeudados y que ella solita hab�a sacado a su familia, pero la pl�tica no
deten�a sus labores y ya me estaba desesperando por no ver acci�n. No recuerdo
bajo que pretexto me puse detr�s de ella pero cuando se inclin� para recoger una
prenda �sin pensarlo dos veces � la jal� de las caderas y le restregu� con vigor
mi parad�sima "tranca" en su enorme culo.

Candy se solt� de inmediato, me dijo que conoc�a a mi madre y
no consideraba honesto aquello, luego me dijo que yo era un ni�o para ella; pero
yo estaba tan caliente que segu� acarici�ndole las nalgas y a la fuerza le sub�
el vestido aunque me dec�a �una y otra vez� que me esperara.

La verdad ya me estaba desanimando y estuve a segundos de
dejarla pero en ese momento vi que cerr� los ojos justo cuando la ten�a
abrazada. Ni tardo ni perezoso empec� a besarle el cuello y a masajearle sus
escasas tetas. Sus frases recriminatorias se esfumaron, y ya con el vestido
arriba mi mano derecha se fue directo a su panocha ya completamente mojada.

Jal� a Candelaria hacia la cama y aunque ya no hab�a mucha
resistencia tem� que se arrepintiera as� que casi le arranqu� el calz�n y de
inmediato le clav� la "tranca" de un solo estoque. Ella gem�a y lloraba de
placer, se notaba que igual que ya antes hab�a imaginado este momento, s�lo que
la raz�n se interpon�a, pero ya con el "tolete" adentro era imposible detenerse.

En el glorioso mete-saca no sent� aquella diferencia de
edades (23 a�os) le chup� todo sin importarme el sudor que tra�a en el cuerpo;
eso s�, la "concha" la tra�a muy perfumadita �insisto� esa mujer ya sab�a lo que
iba a suceder.

De pronto se incorpor� y con la mano me empez� a jalar la
verga, estaba fuera de s�, en un grado animalesco, incluso llegu� a espantarme,
que bueno que no estaba nadie en la casa porque empez� a jadear impresionante al
tiempo de apoderarse de mi palo que estaba en su m�xima expresi�n.

Primero me chup� el tronco (la primera vez que me lo hac�an)
luego los test�culos, y aunque me dol�a un poco val�a la pena experimentar
aquella sensaci�n. Luego, ya de plano, se meti� toda la verga en la boca
succionando con toda su fuerza. Con su lengua recorri� todo mi cuerpo, brazos,
manos, pecho, espalda, nalgas y con ella experiment� por primera el sexo anal
que antes s�lo hab�a visto en revistas.

Candy se tendi� busca abajo y sin mediar palabra alguna me
fui sobre ella. Le quise meter la verga por la concha pero en medio de la
excitaci�n, y por lo resbaladizo que estaba, mi tolete se fue por otro lado. Al
principio cre� que me iba a reclamar pero nada y empec� a empujar y a empujar
hasta que lentamente se fue yendo mientras ella se retorc�a como un gusano al
tiempo de emitir un sonoro aagggggg� aggggg�agggg

No s� cuanto tiempo habremos estado en el combate pero esa
mini mujer me dej� literalmente muerto. Qued� tendido en la cama mientras que
ella todav�a tuvo fuerzas para levantarse y terminar con el trabajo de la ropa.

Por lo que hace a la otra se�ora que tambi�n me vio, bueno,
he de decirles que como Candy estaba separada y sus hijas no viv�an con ella, su
casa se convirti� en un verdadero putero. Ella se encarg� de regar el rumor y de
avisarme cuando hab�a mujer en turno, ning�n portento �eh?, todas ellas se�oras
muy humildes para quienes yo significaba algo.

Despu�s descubr� que la muy cabrona de Candelaria les cobraba
a sus amigas. Yo lo hac�a gratis porque en vez de masturbarme encontraba carne
de todos los tama�os y todos los sabores. A varias de ellas les di verga por
todos lados y luego las ve�a en la calle con sus hijos y sus maridos. Candy se
hizo de buena plata y yo me hice aficionado a las mujeres mayores.

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