Relato: Un verano en el almac�n (1)





Relato: Un verano en el almac�n (1)

Hola, chicos, soy Javier, acabo de cumplir 39 a�os y hace
unos meses que trabajo en el �rea de clientes de un banco. Soy cumplidor y
discreto, y procuro llevar la parte divertida de mi vida al margen del trabajo,
pero antes no era as�, mezclaba mucho el trabajo con el sexo y no paraba de
cambiar de trabajo y de vivir de un lado para otro. A veces echo en falta
aquella vida, pero la verdad es que estaba un poco pasado de rosca y creo que me
viene bien un tiempo con la cabeza al menos un poco m�s sentada, menos loca.



He sido mariquita desde siempre, desde que recuerdo. Desde
muy peque�o me gustaba que los amigos me vieran desnudo y me sobaran y dijeran
que yo era una ni�a. Cuando jug�bamos a los m�dicos, yo siempre era el que se
desnudaba y me tocaban por todas partes. Si jug�bamos a romanos, yo hac�a de
esclavo y lo mismo, me desnudaban, me hac�an ponerme a cuatro patas y mover el
trasero, me ataban desnudo a un �rbol y me daban latizagos con ramas delgadas.
En fin, que se pon�an calientes conmigo y yo siempre acababa haci�ndoles pajas a
todos.



Luego, desde los trece a�os, todos los compa�eros del colegio
quer�an que fuese a estudiar a sus casas, porque me vest�an de chica, se
excitaban meti�ndome mano por todas partes, y acababan haci�ndome que les
chupara las pollas o me daban la vuelta y me follaban uno tras otro. Cuando
acaba de cumplir quince a�os, me "violaron", y lo pongo entre comillas porque la
verdad es que yo provoqu� la violaci�n, como lo he hecho despu�s varias veces.



Fue en unos billares del barrio, donde iba al salir del
colegio, y donde los chicos mayores me llamaban nena, mujercita y cosas as� y se
re�an mucho haciendo que moviera las caderas y el culo al andar. El local ten�a
dos plantas, arriba los futbolines y en el s�tano los billares. Una tarde que el
encargado sali� a buscar unas cosas, baj� a los billares, donde estaban los
chicos mayores del colegio, y empezaron a reirse y decirme si buscaba pollas y
si ten�a el chocho h�medo y cosas as�. Yo me puse a moverme al ritmo de la
m�sica, con m�s gestos de mujer que nunca, acarici�ndome los muslos, las nalgas,
el vientre y los pechos, me descalc� y sin dejar de moverme me quit� la camisa,
la camiseta, el pantal�n y el slip, hasta quedarme desnudo. Todos se hab�an
agrupado alrededor y me jaleaban. Algunos se hab�an sacado las pollas tiesas y
se las meneaban mir�ndome.



Entonces uno me empuj� y me ech� de espaldas sobre un billar,
me cogi� y me sujet� las manos por encima de la cabeza. Mis nalgas quedaron
justo al borde del billar y otro de los chicos me levant� las piernas abiertas,
me ech� saliva en el culo y me penetr� a lo m�s salvaje. A partir de ah�, fueron
foll�ndome uno tras otro, corri�ndose todos dentro de mi culo, entre las risas y
jaleos de los dem�s.



Empec� a ir a cines del barrio, donde pasaba de mano en mano
y de polla en polla, y a los dieciocho a�os ya me pon�a braguitas, sostenes,
medias, minifaldas, zapatos de tac�n, pendientes y todo eso, y sal�a a ligar, me
sub�an a coches y me llevaban a sitios para follarme y me dejaba hacer fotos,
porque siempre me ha puesto a mil exhibirme y sobre todo que me follen varios
t�os al mismo tiempo.



Despu�s de los estudios, cuando empec� a trabajar, siempre me
gust� que los compa�eros de trabajo se enterasen de que era un putito, y que
"hac�a la carrera" por los noches en las calles de ligue, y que lo comentasen y
acabasen probando a ver c�mo era eso de "follarse a una maricona". Ya os contar�
muchas de las cosas que me hicieron, pero ahora quer�a contaros la �ltima antes
de "sentar la cabeza" en el banco.



Fue hace dos a�os, en pleno verano. A primeros de julio hac�a
un calor terrible cuando fui a pedir trabajo en una empresa de log�stica.
Quer�an alguien para llevar los tr�mites administrativos de dos enormes naves de
almac�n que tienen en un pol�gono a pocos kil�metros de la ciudad. Mi
experiencia y referencias les gustaron y me mandaron a ver al jefe de almac�n,
que ten�a su despacho en una de las naves, as� que cog� mi peque�o Golf y fui
para all�.



Tengo que deciros que yo voy siempre cuidadosamente depilado,
piernas, cuerpo, incluso las ingles. Llevaba unas zapatillas rosa muy monas, un
pantal�n blanco superajustado y de tela muy fina, que dejaba traslucir mis
braguitas tanga, y una camisa rosa tambi�n muy ajustada y desabrochada casi
hasta el ombligo, que dejaba ver mi pecho sin un solo pelo. Una cadena de oro
muy corta, casi una gargantilla, y una pulsera de coral, completaban mi atuendo
bien mariquita. Llevo el pelo un poco largo y con algunas mechas rubias.



Dentro del almac�n el ambiente, por el contrario, era bien
"macho". Decenas de t�os fornidos, algunos mayores, otros de mi edad, muchos
j�venes, iban de un lado para otro, reajustando pilas de materiales, cargando
camiones en los muelles de las naves, trasladando pal�s de grandes cajas� El
calor del verano y el esfuerzo hac�a que todos estuvieran sudorosos. Me di
cuenta de que todos llevaban una especie de uniforme: deportivas beige, y
camiseta y pantal�n corto de tipo militar, tambi�n en color beige.



Pregunt� por el jefe de almac�n y uno de ellos me indic� que
siguiera el pasillo central hasta las oficinas en alto al final de la nave.
Mientras procuraba caminar sin moverme demasiado, not� las miradas de los
hombres recorri�ndome el cuerpo de arriba abajo y o� algunas risitas y palabras
que no me llegaban, pero que pod�a suponer f�cilmente. Al llegar al fondo sub�
las escaleras de hierro que llegaban a la oficina acristalada. Nunca he sabido
subir una escalera sin mover las nalgas y all�, a la vista de todos aquellos
machos, not� un calent�n mientras o�a risitas acentuadas, y los pezones se me
pusieron tiesos, como siempre me pasa cuando me exhibo.



Cuando entre a la oficina del jefe de almac�n me encontr� un
t�o ya mayor, m�s de cincuenta a�os, gordo pero muy corpulento, un aut�ntico
toro, con bigotazos al estilo mexicano y gruesas cejas, que me mir� con aire de
desagrado. "�Eres el nuevo administrativo que me mandan de la central?". Me
orden� sentarme ante su mesa y de forma r�pida y �spera me indic� lo que ten�a
que hacer, que era todo el control de stocks, entradas, salidas y entregas, para
lo que deb�a estar coordinado por la red inform�tica de la empresa con el
departamento de contabilidad, para las facturaciones.



Luego mir� ce�udamente mi ropa: "Dentro de las naves hay
siempre mucho polvo, y tienes que andar movi�ndote por ellas para el recuento de
stocks, as� que te pondr�s la misma ropa que los dem�s. Ahora te asignar�n una
taquilla para cambiarte y la ropa". Llam� a alguien por el interfono y enseguida
apareci� un chico joven, con el uniforme de todos, que me mir� de arriba abajo
con cierta sorna y como desnud�ndome con la mirada.



El chico, veintia�ero, me pareci� bien atractivo, muy
musculoso, con piernas y pecho muy velludos, y la cabeza con el pelo negro
rapado a uno o dos mil�metros. "Rafa, este es Javier, el nuevo administrativo de
control de stocks. As�gnale una taquilla en el vestuario y dale la ropa para que
empiece a trabajar. Lo primero, cuando se haya vestido, le ense�as las naves y
le presentas a la gente. Luego volv�is para ac�".



Bajamos las escaleras y recorrimos un pasillo lateral de la
nave hasta los vestuarios, que estaban muy bien montados, con taquillas
individuales, una hilera de diez cabinas de ducha, lavabos con grandes espejos,
y otra hilera de cabinas, �stas de retretes provistos incluso de bid�s. Rafa
abri� un armario y sac� un juego beige de camisa y pantal�n corto. "Toma, es la
talla m�s peque�a, pero es lo que me queda y como eres muy delgado seguro que te
sirve. Adem�s ya veo que te gusta llevar la ropa ajustada", me dijo. Y se sent�
en el banco ante las taquillas, esperando.



No me quedaba m�s remedio que desnudarme delante de �l. Me
quit� la camisa y los pantalones blancos, y todo mi cuerpo depilado qued� a la
vista de Rafa, sin m�s que la peque�a braguita tanga. Segu�a mir�ndome con
sorna, pero ahora tambi�n con deseo, involuntariamente se pas� la lengua por los
labios, seguro que pensaba en darme un revolc�n. Mis pezones volvieron a ponerse
tiesos y se dio cuenta, volvi� a pasar su lengua por los labios. Yo me sent�a
cada vez m�s caliente.



Me puse la camisa, abroch�ndome s�lo un par de botones abajo
y me puse los pantalones cortos. Vaya si era peque�a la talla que me hab�a dado
el cabrito. Me quedaban como unos shorts, ajustados como una segunda piel. Para
abrocharlos los ten�a que subir tanto que la costura se me hund�a entre las
nalgas, marc�ndolas y dejando uno o dos dedos a la vista. Sin decir nada, me
coloqu� por delante la costura entre los huevos y quedaban tan aplastados que
parec�a el co�o de una mujer en vez del paquete de un t�o.



Rafa lanz� un silbidito admirativo y se dej� de rodeos:
"Joder, maric�n, eras toda una mujer, mira que est�s buena para romperte el culo
a polvazos". Me ech� a reir y �l hizo lo mismo. Luego a�adi�: "Vas a tener que
comerte todos los rabos del almac�n y vas a tener todos los d�as el culo como
una charca de patos. Ven que te voy a presentar a los t�os, aunque no se si
hacerlo como administrativo o como puta de servicio, que es lo que vas a ser".
Nos reimos de nuevo los dos. Me ca�a bien, as� que le pregunt�: "�No me vas a
estrenar antes de presentarme?".



No esper� que se lo dijera dos veces, mi hizo desnudarme del
todo, me meti� en una de las duchas, se sac� la polla, que ya ten�a
completamente tiesa, me puso de rodillas y me la meti� en la boca hasta la
garganta. Primero se corri� en mi boca y luego me puso cara a la pared y me
foll� el culo hasta correrse de nuevo. Los dos quedamos satisfechos, pero
todav�a excitados. Luego, me vest� de nuevo, me volv� a colocar el peque�o
pantal�n con la costura bien metida y mov� satisfecho las nalgas. "Venga �le
dije�, pres�ntame a los machos, la puta est� disponible".



Salimos riendo de los vestuarios y la verdad es que la
presentaci�n fue como un paseo de pasarela, o como cuando, de joven, "hac�a la
carrera" en alg�n lugar por donde pasaban coches en busca de maricas. Rafa
estuvo descarado, hac�a comentarios a todos sobre mis nalgas, mis muslos y mis
pezones, me sobaba delante de ellos, y se re�a diciendo que ahora ya ten�an
todos una boca y un culo para desahogar cualquier calent�n.



Yo por una parte iba en el s�ptimo cielo, excitado, caliente
de que todos aquellos machos me vieran como un objeto sexual, casi como una
mujer, y por otra, me inquietaba lo que pudiera pasar si se enteraba el jefe de
almac�n, que ya me hab�a mirado con desagrado al principio. Se lo coment� a Rafa
cuando volv�amos a la oficina, me dio unos azotes cari�osos en las nalgas
mientras sub�amos las escaleras. "Me gusta como mueves el culo, eres una zorra",
me dijo. Y a�adi�: "No te preocupes por el jefe. �O es que piensas que no sabe
lo que eres y lo que te vamos a hacer en las naves? Adem�s, vete preparando,
porque tambi�n le gusta mojar y tiene un poll�n que te va dejar destrozado".



Entramos en la oficina y Rafa se despidi�: "Jefe, aqu� tiene
a Javier, ya le he presentado a todos, voy a seguir con mi trabajo". El jefe de
almac�n estaba ahora menos ce�udo. Me mir� de arriba abajo y me dijo: "Date la
vuelta". Lo hice y de pronto not� una fuerte mano que hurgaba entre mis nalgas,
di un respingo y otra mano me rode� la cintura y me oprimi� el vientre, me sent�
apretado contra el corpach�n del jefe y note entre mis nalgas la presi�n de su
paquete. Una mano subi� hasta mis pechos y oprimi� mis pezones, primero uno y
luego otro, arranc�ndome gemidos de dolor, mientras los estremecimientos de
placer empezaban a recorrer mi cuerpo. Otra mano me desabroch� el pantaloncito y
tir� de �l hacia abajo, haci�ndolo caer a mis pies.



Entonces me dio la vuelta, me quit� la camisa y me hizo
apoyar el pecho desnudo sobre su mesa. Instintivamente sub� las nalgas y separ�
los pies. El jefe se ech� a reir: "Te ofreces como una perra en celo, maric�n".
Sus dedos hurgaron en mi ano y not� que me lo estaba suavizando con saliva. No
hab�a visto su polla y por eso me ofrec�a sin miedo. Not� como la apoyaba en mi
agujero y procur� relajarme para la penetraci�n. Las manos del jefe agarraron
con fuerza mis caderas y empuj�. El dolor fue tremendo y grit�, pero no se
detuvo, not� como el enorme cilindro de carne que hab�a violado mi esf�nter
entraba y entraba, mientras las l�grimas saltaban de mis ojos.



Por fin, despu�s de una penetraci�n que parec�a interminable,
not� los huevos del jefe apoyados en mis nalgas, y enseguida empez� a meter y
sacar la polla con movimientos largos y r�pidos como una taladradora. En eso, se
abri� la puerta y Rafa y otros dos hombres entraron en el despacho y se pusieron
a ver excitados la brutal follada. El jefe sigui� foll�ndome un buen rato, hasta
que, con un peque�o rugido, se vaci� dentro de mi culo. Cuando retir� la enorme
polla not� los hilos de semen chorreando entre mis nalgas y bajando por la cara
interior de mis muslos. Me dio un par de azotes con la mano y dijo a los que
estaban contemplando la escena: "Venga, ah� lo ten�is, desde luego es un culo de
diez, vamos a pasar un buen verano".



Rafa me cogi� de la cintura: "Venga putona, vamos abajo, que
hay muchos rabos esper�ndote. No cojas la ropa ni las bragas, que hoy no las vas
a necesitar. Te va a salir el semen por las orejas, zorra". Salimos de la
oficina y empezamos a bajar las escaleras de hierro a la nave, yo iba desnuda,
moviendo mucho las caderas y notando todav�a como me escurr�a el semen del jefe
entre los muslos.



(En el pr�ximo relato contar� como fue aquel primer d�a en el
almac�n, y en otro, c�mo pas� el largo y c�lido verano)


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