Relato: Naufragios: Naufragio





Relato: Naufragios: Naufragio

Los relatos que publicamos bajo el t�tulo gen�rico de
NAUFRAGIOS, son fruto de un ejercicio de creaci�n literaria en el que se han
embarcado varios de los habituales autores de TODORELATOS. El ejercicio consiste
en crear un relato que contenga los elementos "compa�eros de empresa mal
avenidos", "viaje en barco organizado por la empresa", "naufragio" y "isla
desierta". En esta primera entrega podr�is, adem�s de disfrutar de la lectura,
demostrar vuestra capacidad de reconocer a los autores que se esconden detr�s de
cada una de las obras. Para hacerlo m�s f�cil, os diremos que en esta aventura
se han embarcado: Carletto, Horny, ElEscribidor, AlienaDelValle, Navegante,
Escorpiona, Kenwood, Lydia, Erotika
y Trazada30.





�



NAUFRAGIOS: NAUFRAGIO.




Eran las ocho de la tarde y all� estaba, al final de la
Rambla esperando a Elena. Aquel viaje a Mallorca en yate y con todos los
compa�eros de la oficina, no me hac�a demasiada ilusi�n, pero nuestro jefe el
Sr. Anglada dec�a que nos ir�a bien, para mejorar nuestra relaci�n laboral.
�Mejorar la relaci�n con el baboso de �scar?, �Con la cursi de A�da?, �Con el
tonto de Alberto? S�lo Elena, val�a la pena de todos ellos. Bueno y luego
estaban Jordi y Oriol, los hijos del Sr. Anglada, que estaban para parar un
tren. Pero con ellos era f�cil llevarse bien.



Ya eran las ocho y diez, cuando la vi aparecer a lo lejos.
Elena, mi dulce Elena. Nos conoc�amos desde hac�a cuatro a�os, cuando ambas
entramos a trabajar en el departamento de administraci�n de aquella peque�a
empresa de conservas. Cuando lleg� junto a m�, me dio un beso en cada mejilla y
luego se disculp�:






Ya lo s�, llego tarde, lo siento.





Venga, que segura que llegamos las �ltimas � me
quej�.




Y qu� m�s da � protest� Elena � casi preferir�a no
llegar.





Ya, y entonces el Sr. Anglada te lo descontar�a del
sueldo.





Ya, eso es lo malo.






Corrimos hac�a el puerto deportivo y buscamos el yate.
Subiendo por la rampita vimos a Alberto, que al vernos grit�:






Venga, que nos vamos sin vosotras.





�Qu� rollo, tener que pasar el fin de semana con esa
pe�a!
� se quej� Elena.




S�.






Llegamos al yate y subimos.






Bienvenidas � nos dijo el Sr. Anglada � venid.






Nos ense�� el yate que ten�a una cocina-comedor, luego por un
peque�o pasillo nos dirigimos a los camarotes, hab�a una suite con cama de
matrimonio y un ba�o, y luego dos camarotes con dos literas y un ba�o para ambos
camarotes. Nos dej� en nuestro camarote que, adem�s, deber�amos compartir con
A�da.






Espero que est�is c�modas.





Gracias, Sr. Anglada - le dijo Elena.





El Sr. Anglada, nos dej� a solas. Dejamos las bolsas sobre
las camas, sacamos la ropa y la pusimos en el armario, el yate arranc�.






Vaya fin de semana nos espera � dijo Elena, mientras
se pon�a el ba�ador.





Yo tambi�n saqu� el ba�ador de la bolsa y me quit� las
braguitas.






Si te viera �scar de esa guisa se te echar�a encima ahora
mismo
� apunt� Elena.




Pobre de �l como me toque un pelo, ni aunque fuera el
�ltimo hombre sobre la tierra me liar�a con �l.





Sr. Anglada comp�rtese, puede vernos cualquiera. � Se
oy� la rid�cula voz de A�da en el pasillo.




Seguro que la est� sobando de arriba abajo � se�al�
Elena.




S�, no s� como ella se atreve con un viejo como ese. Si
por lo menos fuera guapo.






El Sr. Anglada ten�a casi 60 a�os, era gordo y calvo y con
los ojos saltones como los sapos. Era viudo.



Hab�amos acabado de vestirnos cuando alguien llam� a la
puerta e inmediatamente �sta se abri�.






No s� si podremos tomar mucho el sol � dijo A�da
entrando � se ven algunas nubes a lo lejos y, adem�s, dentro de poco ya
ser� de noche.




Bueno, ya lo veremos � le contest� Elena.





Ambas salimos del camarote para dirigirnos a la cubierta. Una
vez all� Oriol se acerc� a nosotras.






�Quer�is tomar algo?





No, gracias. �D�nde est� tu hermano? � le pregunt�.




En el camarote de los chicos � me respondi� - �os
gusta el yate?





S�, est� bien � le respondi� Elena.





Entonces mir� al horizonte y vi la tormenta de la que hablaba
A�da. El cielo estaba negro y se ve�a el resplandor de los rayos cayendo.






�Vaya tormenta!





No te preocupes, no creo que se acerqu� aqu� � trat�
de tranquilizarme Oriol.




Eso espero.





�Hola chicas! � dijo la voz de �scar tras de m� -
�Qu� guapa est�s!






Me gir� hac�a �l y tras mirarle de arriba abajo le dije:






Pues t� pareces un payaso con esos pantalones.






Jordi que estaba tras �l lanz� una sonora carcajada.



�scar llevaba unos pantalones tipo pirata de color rojo que
le sentaban como un tiro.






Venga, Amparo, no seas mala con �l - dijo Jordi �
encima que te piropea.






Suspir� tratando de no ponerme nerviosa.






Anda, vamos a tomar el sol. � me dijo Elena
cogi�ndome del brazo.





Nos dirigimos hac�a la proa, nos tumbamos sobre un par de
hamacas que all� hab�a, me puse las gafas de sol y justo tras cerrar los ojos la
voz dulce de Jordi me dijo:






Toma.






Abr� los ojos y le vi junto a m�, ofreci�ndome su vaso, que
conten�a un l�quido oscuro, lo cog�, beb� un sorbo; era martini rosso, mi
bebida preferida.






Pasa de ese imb�cil y disfruta del viaje � me
aconsej�, sent�ndose a los pies de la hamaca.





Le devolv� su vaso y le dije:






Lo intentar�, pero no s� si podr�.





No te preocupes, yo estoy aqu� contigo, ya te dije que
este viaje pod�a cambiarnos la vida.






Acerc� sus labios a los m�os y me dio un ligero beso, luego
se march�.






�Ha sucedido de verdad o estoy so�ando? � le pregunt�
a Elena que me miraba con sorpresa.




Yo creo que no lo has so�ado.






No pod�a cre�rmelo, cuando ya casi hab�a perdido las
esperanzas de tener algo con �l, va y me da un beso en los labios.






Pero si anteayer me confes� que estaba enamorado de otra.





Chicas, vamos a cenar � grit� el Sr. Anglada antes de
que Elena pudiera contestarme.





La cena fue ligera y amena, Jordi se sent� a mi lado y no
dej� de colmarme de atenciones. Fuera, la tormenta se iba acercando y el mar se
iba picando cada vez m�s. Al terminar la cena, cuando todos est�bamos cansados y
deseosos de ir a descansar, el yate se mov�a sin cesar de un lado hac�a otro,
haciendo que la l�mpara se balanceara y que se cayeran los vasos y los platos de
pl�stico al suelo.


Empec� a marearme e intent� levantarme del banco.






�Uf, Dios, qu� vueltas me da todo! � dije al sentir
el mareo al levantarme.




Espera, te acompa�ar� � se ofreci� Jordi que estaba
recogiendo los platos.





Se acerc� a m�, me cogi� del brazo y me ayud� a caminar los
pocos metros que hab�a hasta el camarote. Cuando llegamos junto a la puerta, la
abri� y me ayud� a entrar.






�Quieres que te ayude a cambiarte? � me pregunt�.




No, no hace falta. Gracias, has sido muy amable �Puedo
hacerte una pregunta?





Claro.





�Por qu� me has besado antes?





Porque lo deseaba � me respondi� � Buenas noches.






Y de nuevo volvi� a besarme en los labios. Luego sali� del
camarote.



Me acost� en la litera de abajo e intent� dormir, pero el
ruido de la tormenta y el movimiento me lo impidieron. Llevar�a casi una hora en
la cama cuando llegaron Elena y A�da.






Vaya tormenta � susurr� Elena.




No hace falta que lo digas � le dije.




Pens� que estar�as durmiendo.





S�, te crees que es f�cil con lo que se mueve este
cacharro.





Tranquilas chicas, no pasar� nada � dijo A�da.





En ese momento el yate dio un fuerte bandazo y casi lleg� a
volcarse.






Chicas, todas a cubierta, coged los salvavidas �
grit� Oriol desde el pasillo.





Como pude, me puse el pie. Buscamos los salvavidas dentro del
armario y a duras penas nos los pusimos. Luego y como pudimos llegamos hasta la
cubierta.



All� el agua ca�a por todas partes y el yate se mov�a
poni�ndose a veces en vertical.






Ha entrado agua, la bodega est� inundada � grit� el
Sr. Anglada.




Vamos a tener que saltar � anunci� Jordi.




�Pero no hay barcas? � pregunt� A�da inocentemente.




No, venga � le grit� el Sr. Anglada saltando al agua,
tras cogerla de la mano.





Entre la confusi�n sent� que alguien tiraba de mi mano
oblig�ndome a saltar.



Ya en el agua o� la voz de Jordi anim�ndome:






Venga, nademos.






Empezamos a nadar, no s� hac�a donde, Jordi me sujetaba la
mano haciendo todo lo posible para que no me soltara.



No s� cuanto tiempo estuvimos nadando, pero era casi el
amanecer cuando llegamos a una playa, nos tumbamos en la arena agotados y creo
que nos dormimos.



Cuando despert� mir� a mi alrededor, Jordi segu�a a mi lado
adormilado. Hab�a cacharros y cosas del yate a nuestro alrededor, algunos metros
m�s all� vi un cuerpo inerte, me puse en pie, me acerqu�, y a medida que me
acercaba ve�a que era �scar.



Me arrodill� junto a �l, estaba boca abajo y le di la vuelta,
ten�a un fuerte golpe en la cabeza:






�scar, �scar � le di unas palmadas en la cara, pero
no me respond�a, mir� a su pecho...




�Jordiiiii! � grit� asustada, �scar estaba muerto.




�Amparo! � me respondi� Jordi.





Empec� a llorar desconsolada, Jordi lleg� junto a m�, y se
arrodill� a mi lado para consolarme.






Vamos, tranquila, tenemos que buscar a los dem�s.






Nos levantamos y miramos al mar.






Mira, all� hay alguien � dijo Jordi lanz�ndose al mar
sin vacilar.





Lleg� hasta el cuerpo y lo sac� del agua. Cuando me acercaba
a �l me di cuenta, era su padre y tambi�n estaba muerto, Jordi lloraba
silenciosamente. Deposit� el cuerpo inerte en la arena y le dio un beso en la
frente.






�Eh, chicos! � grit� alguien a los lejos, ambos
alzamos la vista, eran Oriol y Elena.





Corr� hac�a mi amiga, mientras Jordi corr�a hac�a su hermano,
y nos fundimos en un fuerte abrazo.






�C�mo est�is? � pregunt� Oriol.




Bien � respond� yo.




Y �pap�? � le pregunt� a su hermano.




Lo siento � le dijo Jordi y lo abraz� con fuerza.



�scar tambi�n ha... muerto � dije yo con la voz ahogada.
Elena me abraz�.




�Y A�da y Alberto? � pregunt� Oriol.



No lo s� � respondi� Jordi � A�da salt� con pap�, pero
no la hemos encontrado.





Vamos hac�a el otro lado de la playa, hac�a aquella loma
� propuso Oriol.





Los cuatro, serios y apenados, no dirigimos hac�a el otro
lado de la playa, pasando junto al cuerpo del Sr. Anglada. Oriol se acerc�, se
arrodill� y le dio un beso en la frente como hab�a echo Jordi. Luego volvi�
junto a nosotros y continuamos caminando.






Esto est� muy desierto, �d�nde estaremos? � pregunt�
Elena.




Quiz� en Formentera.






Llegamos al otro lado de la playa, subimos a la loma y desde
all� pudimos divisar toda la isla.






Esto es m�s peque�o que Formentera � se�al� Oriol �
y est� desierto.





S�, ser� alguna de las islas que le rodean � dijo
Jordi.




Si te refer�as a esto cuando dijiste que este viaje nos
iba a cambiar la vida casi hubiera preferido que se quedara como estaba

� dije yo.




No, no era por esto, evidentemente. Era porque me hab�a
propuesto declararte mis verdaderos sentimientos.





Vaya, creo que es mejor que vayamos a dar una vuelta
� le dijo Oriol a Elena cogi�ndola de la mano.





Ambos se alejaron, mientras Jordi empez� a hablar:






Quer�a aprovechar este viaje para decirte, que t� me
gustas muchos
� me puse frente a �l, cara a cara � y que me gustar�a
salir contigo, pero ahora...






Le mir� a los ojos, le acarici� la mejilla y acerqu� mis
labios a los suyos para besarle, cuando nos separamos le dije:






No te preocupes, lo superaremos juntos.






Entonces nos abrazamos y justo en aquel momento empez� a
o�rse un helic�ptero.


Nos acercamos hac�a Elena y Oriol y empezamos a hacer se�ales
al helic�ptero, que poco a poco, se fue acercando.






Tranquilos, chicos, enseguida bajamos � dijo una voz
a trav�s de un altavoz.





Al ir bajando pudimos ver a A�da y a Alberto salud�ndonos
desde el helic�ptero. Est�bamos salvados.



Desde entonces han pasado cinco a�os y a pesar de la
desgracia Jordi y yo nos casamos hace un a�o. La experiencia afianzo nuestro
amor y ahora s� que nada nos separar�. Elena y Oriol estuvieron saliendo alg�n
tiempo tras aquello, pero su relaci�n no funcion� y ahora cada uno va por su
lado, a pesar de que siguen trabajando juntos, al igual que Jordi y yo. Jordi es
ahora el due�o y presidente de la conservera Anglada y yo su secretaria
personal, Oriol es el director general y Elena su secretaria. Alberto tambi�n
sigue trabajando con nosotros como contable y A�da dej� el trabajo justo al
regresar de aquella lamentable aventura y por lo que sabemos trabaja en la
competencia como secretaria del Presidente, un hombre de 55 a�os gordo y feo,
con el que le hemos visto ya varias veces haciendo manitas.



FIN



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Naufragios:










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