(O UNA NOCHE MEMORABLE)

Sab�a porque esa noche hab�a ido a la disco, hab�a tenido una
semana muy recargada de ex�menes, estudios, de pruebas a�n pendientes y
much�simo stress. Me sent�a tan presionado y cansado que no tuve tiempo ni
siquiera de pajearme.

Estaba tan caliente, como s�lo mis 22 a�os pod�an reflejar.

Si quer�a vida social, me tendr�a que producir para salir,
pero esta vez necesitaba cama; bastar�an una polera, unos jeans un poco
apretados, unos c�modos bototos carreteados, y listo a la aventura.

En realidad la disco no ofrec�a nada de lo que esa noche
necesitaba; mucha producci�n y maquillaje, mucho perfume, poca energ�a; no
hubiera podido tener sexo con ninguna de esas locas, no esta vez. Mi objetivo
era otro.

Sal� de ah�, con cuatro tragos encima, mucha calentura, y
algo de droga en mi mente; dentro de mi estado de embriaguez, me fui derecho al
"parque del sexo libre" (bueno unos de los tantos que hay).

Buscaba sexo con un hombre, rico, caliente, con una
herramienta grande, un tipo firme, que me lo pusiera todo, fuerte, sin
compasi�n, que no me preguntara si me dol�a o no.

Caminando por el pasto h�medo, me par� cerca de unos arbustos
y me puse a mear; por el lugar siempre merodeaba alguien; de repente un tipo se
detuvo y me mir� en forma sugerente; mi erecci�n fue instant�nea; se acerc� muy
lento y notaba que mi adrenalina crec�a junto con mi dureza. Lo observ� en
penumbras, y parec�a que era lo que andaba buscando; el reflejo de la luna hizo
que lo viera: lascivo, guapo y duro.

Suponiendo que al llegar bajar�a y buscar�a mi pilote, �ste
se hinchaba a�n m�s y esperaba desafiante para ser devorado; sin embargo, la
historia continua como la hab�a planificado en un comienzo.

Mi sorpresa aument�, cuando aparece de las sombras, otro
tipo, quien aparentemente acompa�aba a mi futuro amante de horas.

Ellos se miran, sonr�en y me muestran sus falos. Son
gigantescos y los siento dur�simos, apenas los puedo sostener.

El trayecto al departamento estuvo lleno de conversaciones
er�ticas y calenturas varias; como agarrarles el paquete o ellos a m�, mi
trasero, en plena calle.

La larga subida en el antiguo ascensor, del edificio
c�ntrico, sirvi� no s�lo para poder observar su belleza varonil, sino que
tambi�n jugar a alguna posici�n sexual con c�scara, la cual pronto sacar�amos.

La salida, la caminata por el oscuro pasillo, la doble
chapa de la puerta, el interruptor, la tenue luz, la mirada r�pida a la sala.
Viene la t�pica pregunta:

Yo respondo sac�ndome la ropa, y quedando desnudo,
ofreci�ndome entero a ellos dos.

Andr�s se sac� la polera mostr�ndome un pecho perfecto, con
unos pocos y bien ubicados pelos; unos hombros y brazos preciosos, y bajo el
jeans algo que lucha por salir y mostrarse, su mirada denota a un tipo que
s�lo desea poseerme. Mientras, Eduardo se me perdi�, as� es que me entregu� al
juego con uno solo.

Atac� directamente mis tetillas, que estaban duras en
posici�n de guerra, erguidas; su boca se pos� sobre una de ellas, entrelaz� su
lengua, su saliva y en ocasiones mordiendo el pez�n; su mano se moj� en mi
ardiente boca y baj� buscando la otra tetilla.

Est�bamos muy embalados, en forma desesperada le abr� el
marruecos, y ups���, sorpresa, no hay m�s prendas que me separaran de su gran
pico. Lo mov� agresivamente y en respuesta recib� un gran gemido.

De la nada apareci� otra vez Eduardo, que me envain� por el
culo, por encima, acariciando, tocando las nalgas, mi caliente raja que
esperaba ser atravesada de una vez.

Sus grandes manos que me sujetaban muy firmes, de pronto
desaparecieron y entend� que buscaban lubricante y cond�n.

En muy poco tiempo el l�quido moj� y prepar� mi calentura,
y yo como contorsionista del sexo, lo ayud� a colocarse el cond�n con mi brazo
hacia atr�s, sin perder la atenci�n de Andr�s.

Su falo arremeti� en mi contra, y en ese momento el dolor
se confundi� con mil sensaciones, la penetraci�n se hac�a demasiada
placentera, mientras Andr�s segu�a atendiendo mi pecho y a la vez mis manos
trabajaban en lo suyo, en la dureza m�xima.

Despu�s de un tiempo logra que var�e mi posici�n, yo me
dej� llevar, me entregu� a Eduardo y beb� del falo del otro. �ste no soltaba
mis duras aceitunas de acero, que lo enloquec�an.

Lento y r�pido, hielo y fuego, as� sent�a mi culo, mi boca
y todos mis poros. El que me penetraba dej� caer una de sus manos y empez� a
golpearme con mucha fuerza, mis cachetes que estaban siendo arados; mi
excitaci�n se acrecent� con cada golpe. Andr�s entendi� el mensaje, sac� su
dureza de mi boca y como una gigantesca luma golpe� mi cara sin compasi�n.

Son minutos fabulosos, inesperados, calientes. En forma
m�gica apareci� una peque�a botella transparente, la droga del sexo: popers;
�l que estaba delante m�o inst� a que aspirara y en menos de un segundo mis
m�sculos y mis sensaciones se expandieron de forma vertiginosa.

Sent�a que era mi turno, me tocaba actuar a m�; ante el
asombro de mis amantes, me desconect� f�sicamente de los dos y los obligu� a
colocarse de espaldas al suelo, frente a frente con las piernas entrelazadas,
le puse el cond�n a Andr�s, y sus picos se rozaban, llenos de excitaci�n y
entendiendo el mensaje, haci�ndose c�mplices y gozosos.

Esta vez necesit� doble raci�n de popers, pues voy a tener
por primera vez, doble penetraci�n.

Con una mano, junt� lo m�s posible sus pilotes engomados y
generosamente lubricados, me dispongo a sentarme en el doble trono del que
quiero tomar posesi�n, lo hago muy lento, sin apuros; el dolor de doblegar mis
paredes hace que grite de dolor y placer.

Dos glandes, el comienzo de los dos gruesos troncos,
sabrosos; despu�s de varios intentos hago contacto con la pelvis de Andr�s y
Eduardo.

Estoy en cl�max, en el cosmos infinito; sent�ndome y
levant�ndome una y otra vez, siento que pas� mucho tiempo, cabalgando
locamente.

Toco el cielo con un gran grito, y mis compa�eros tambi�n
me acompa�an en la aventura.

Retiro los penes vencidos de mi hendidura rebosante de
cansancio y �xtasis, acercamos nuestras caras y nos besamos apasionadamente,
sin dejar ning�n espacio.

Pas� el cl�max y qued� el dolor, un gran dolor, de sin
duda, la mejor cacha de ese bendito a�o.