RELATO N� 21
La caliente Tia Coco
ECSAGARDEZ
A la tia Coco, porque su nombre era Socorro, le pareci�
extra�o llegar a esa hora de la tarde y encontrar la casa de su hermana Daniela
en un silencio sepulcral y completamente a oscuras. Pero como ten�a llave de la
puerta de entrada, no vacil� en usarla y penetrar al departamento. Ning�n ruido
se escuchaba, lo cual indicaba que no hab�a nadie en la vivienda.
Al ingresar, lo prmero que hizo fue gritarle a su hermana:
- Dani, ya llegu�. Est�s ah�
Pero s�lo el silencio fue la respuesta. Se dirigi� a las
rec�maras y al pasar por una de las puertas, le pareci� escuchar algunos ruidos.
Por lo que le gan� la curiosidad y al asomarse vio de espaldas a su sobrino
Enrique, pero haciendo movimientos que enseguida imagin� eran los de una
masturbaci�n.
Siempre le hab�a intrigado el saber como era el pene de su
sobrino, quien ten�a 18 a�os, adem�s de ser alto y apuesto, pose�a un cuerpo
atl�tico, toda vez que practicaba el futbol americano.
Sin embargo, le dio pena y no quiso interrumpir la maniobra
de lo que a simple vista denotaba que estaba haciendo algo indebido. Por lo que
se alej� y se dirigi� a la cocina donde abri� el refrigerador y sac� una cerveza
de lata, la cual comenz� a beber por el calor que se hab�a despertado en su
cuerpo.
II
La tia Coco, era una mujer cuarentona, de muy buen ver,
pose�a unas enormes tetas y ten�a un trasero que era la envidia de muchas
mujeres y el deseo de la mayor�a de los hombres. Incluso algunos de ellos, no se
hab�an aguantado las ganas de toc�rselas o arrimarle el enhiesto miembro cuando
viajaba en el Metro. Lo cual le halagaba, pero a la vez le molestaba.
En una ocasi�n, un atrevido joven de escasos 20 a�os se
coloc� atr�s de ella y con lo atiborrado del vag�n del Metro, empez� a arrimarle
la pinga. Pero fue tanta su calentura que se baj� el cierre del pantal�n y se la
sac� completamente.
La tia Coco pudo percibir que el joven tra�a la verga de
fuera y con ligeros movimientos de sus nalgas, dejaba que le restregaran el
viril instrumento, lo cual parec�a que le agradaba. Hasta que lleg� a la
estaci�n del Metro "Pino Su�rez" y clav�ndole las u�as con fuerza en el miembro,
logr� sacarlo del tren y pasearlo por el and�n, hasta que lo entreg� a los
vigilantes del lugar.
El atrevimiento del joven le cost� una sonora cachetada de la
tia Coco y su env�o a la delegaci�n policial m�s cercana. As� como las sonrisas
sard�nicas de muchos usuarios del Metro y los cuchicheos de las j�venes por la
acci�n de la Tia Coco, quien por cierto, llevaba manchado su vestido de s�men.
El calenturiento muchacho hab�a conseguido su objetivo, derramarse en sus
nalgas�
III
Cuando lleg� a su casa, la tia Coco entre enojada y risue�a.
Se dirigi� de inmediato al ba�o y se quit� el vestido para quedar en puro bikini
y al introducir su mano bajo la tela de la min�scula prenda, percibi� que estaba
h�meda y reconoci� tambi�n que estaba s�per caliente.
Por tal motivo, se despoj� del brassier y comenz� a sobarse
las tetotas y los pezones reaccionaron de tal manera que las aureolas tomaron un
color marr�n oscuro y como puntas de flecha se irguieron para ser aprisionadas
por sus delicados dedos.
Poco a poco descendi� su mano y se frot� sensualmente el
ombligo, hasta que ya no pudo m�s y dej� caer el bikini para quedar
completamente desnuda y comenzar a acariciarse sus vellos p�bicos, hasta que ya
no pudo m�s y se introdujo uno o dos dedos, logrando en ese movimiento
aprisionar el erecto cl�toris, dispuesto a dar pelea.
Con suavidad continu� frot�ndose los labios superiores y el
cl�toris. La t�a Coco jadeaba y lanzaba peque�os gemidos de placer que la
estaban transportando a lo m�s rec�ndito del �xtasis y el cl�max er�tico. Su
cara como una m�scara se transform�, cuando ya no pudo aguantar m�s y una
cascada de jugos invadieron sus dedos y toda la mano derecha. Lo cual signific�
un buen orgasmo y una excelente masturbaci�n.
IV
Lo que hab�a visto la tia Coco en el cuarto de su sobrino
Enrique, le produjo una extra�a sensaci�n de calor, el cual trat� de mitigar con
la cerveza. Pero esa insoportable calentura estaba m�s all� de la sed e
instintivamente baj� su mano y levant� su vestido para tocarse su vagina.
La oquedad de la entrepierna ard�a de caliente. Por lo que se
dijo a si misma:
- Tendr� que acabar con esta calentura, antes de que se me
suba al cerebro y sea peor�
Por lo que al murmullo sigui� la acci�n y baj� el cierre
trasero de su vestido, para desabrocharse el sost�n talla 36, copa B, que
siempre usaba y dej� que se elevara para sentir la suavidad de la tela del
vestido sobre sus erectos pezones, los cuales sob� con delicadeza enorme que le
produjo una oleada intensa de placer morboso�
La otra mano sigui� el camino que la conducir�a hacia la
entrepierna. Por lo que, sin quitarse la tanga rosa que llevaba puesta, la hizo
a un lado, subi� uno de sus delicados pies a una silla y se acarici� con
denodada ansia la peluda vulva. Pero recordando los movimientos de arriba-abajo
del brazo derecho que desde la puerta de su rec�mara vio que hac�a su sobrino
Enrique, quien por cierto no se hab�a percatado de su presencia.
La tia Coco estaba caliente a m�s no poder. Sus dedos
jugueteaban con su bello p�bico y el intenso frotamiento le hac�an exclamar:
- �Aaaaaah!... �Aaaaaaaaaah!... �Aaaaaaaaaaaaaaaa!
Como crec�a su estado de excitaci�n, los gemidos se fueron
acentuando, pero sin llegar al fuerte quejido. Sus dedos iniciaron el ritual del
mete y saca� Imprimi�ndole a cada momento mayor velocidad, logrando tomar con
dos de sus dedos el cl�toris, el cual fue tambi�n motivo de frotamiento. Pero ya
no aguant� m�s. Todo estaba preparado para el punto final.
Su espalda se arque� y dej� correr entre su mano los fluidos
que se la llenaron toda de humedad y uno por uno se introdujo los dedos a la
boca, para aspirar el dulce n�ctar de su caliente vagina y saborear el agridulce
resto de ese espectacular orgasmo�
IV
Luego de concluir la sesi�n de autosatisfacci�n. La tia Coco
se arregl� la ropa y se dirigi� a la sala donde encendi� el televisor y se sent�
en el sof� a esperar a su hermana Dani. Jam�s olvidar�a la pajuela que se hizo
pensando en el cuerpo atl�tico de su sobrino Enrique y con la idea de que su
pene era de grandes proporciones. Por lo que se le hizo agua la vagina. Aunque
logr� calmarse r�pidamente.
Media hora pas� viendo la televisi�n, cuando escuch� el ruido
de una llave que se introduc�a en la puerta de entrada. Por lo que volte� la
mirada hacia el lugar y vio que entraba su hermana con unos paquetes en las
manos, se�al de que hab�a ido de compras al s�per mercado.
Al verla su hermana. Le pregunt�:
- Coco, �tienes mucho esper�ndome?
Ella respondi�:
- Tengo como media hora� Pero al parecer no hay nadie en
casa. Incluso como llegu� un poco acalorada me tom� una cerveza�
Daniela se qued� sorprendida y le inquiri�:
- �No est� Enrique, tu sobrino? Aqu� lo dej�, porque no me
quiso acompa�ar a las compras.
La tia Coco minti� y se apresur� a responder:
- No, la verdad, no me he fijado. Llegu� y me met� a la
cocina. Luego me pas� a la sala donde encend� el televisor y estuve viendo una
telenovela�
- Tu sobrino debe estar en su rec�mara. Voy a ver que est�
haciendo.
V
De inmediato la se�ora Daniela, seguida de la Tia Coco, se
dirigi� al cuarto de su hijo, quien todav�a se encontraba sentado en la cama y
haciendo esos movimiento de sube y baja con el brazo derecho que tanta calentura
le produjo a la cuarentona mujer.
Cuando Daniela vio a su hijo le espet�:
- Condenado muchacho, que est�s haciendo. Sabes muy bien que
tu pap� se enojar� mucho si te sorprende con esas revistas y eso en tus manos.
Tu t�a Coco tiene media hora que lleg� y ni cuenta te has dado.
El joven volte� a ver a su mam� y a su tia. Acongojado por
haber sido sorprendido, les ofreci� a ambas una disculpa, para decirles:
- Descuida mami� No estoy haciendo nada malo. S�lo estoy
limpiando el rifle de mi pap�. Porque ma�ana s�bado nos vamos de cacer�a.
La m�s sorprendida fue la tia Coco, quien se despidi� de su
hermana con un beso en la mejilla y sali� a toda prisa de la casa. Ante la
sorpresa de Daniela, quien no entend�a la situaci�n�
Cuando la tia Coco estuvo en la calle, respir� profundamente
y exhal� muy despacio� El aire de la noche le vino bien� Y se alej� caminando
apresuradamente. Mientras ofrec�a disculpas al cielo, porque sus morbosos
pensamientos con su sobrino Enrique, le hab�an hecho en esta ocasi�n una mala
jugada. Hablando sola, musit�:
- ��Pero que caliente soy!!