Relato: Ansia de sangre



Relato: Ansia de sangre


I


UNA REUNI�N INFORMAL




Eran exactamente las 15:30 cuando el veh�culo se detuvo
en la esquina. Era una limosina de color gris.


Prestamente, el chofer rode� el autom�vil y, con sus
manos enguatadas, abri� la puerta trasera. Por all� descendi� una esbelta
mujer, de unos 35 a�os, alta, aproximadamente un metro setenta, que luc�a un
magn�fico vestido largo, negro, con un tajo a ambos lados, casi hasta la
cintura, que permit�an ver dos espl�ndidas piernas cubiertas con un par de
medias negras de red. La espalda quedaba completamente descubierta, mientras
que por el frente, un generoso escote permit�a exhibir sus m�s que
abundantes pechos. En sus pies, haciendo m�s esbelta su figura al fin, unos
atemorizantes zapatos negros, de taco aguja, de aproximadamente 10 cm, su
rubia y abundante cabellera ca�a sobre sus hombros. Unos largos guantes
blancos cubr�an sus manos hasta los codos.


Una vez en la calle, con su mano izquierda tom� lo que
parec�a ser, en realidad lo era, la cadena de un perro y, del interior de la
limosina, sali� un hombre, de unos 45 a�os, completamente desnudo, con un
collar en el cuello, al que estaba enganchada la cadena, pero el hombre en
ning�n momento se irgui�, sino que, simplemente, adopt� la postura de un
perro, parado en cuatro patas al izquierda de su ama y, a orden de esta,
ingresaron juntos al bar, por la puerta lateral.


Las tres amigas quedaron impresionadas por la escena. La
mujer entr�, gir� su vista por todo el local y finalmente, sin hacer ning�n
gesto, se dirigi� directamente hacia la mesa que hab�a sido establecida de
antemano, como sitio de encuentro.


Se sent� sin saludar y sin decir palabra alguna,
simplemente aclar�:


-�Este es Tom! �Mi perro! �Me acompa�a a todas partes!
�Salud� Tom a las se�oras!


El hombre �perro- lanz� dos ladridos y mov�a su cuerpo
como queriendo mover la cola de alegr�a. Las tres mujeres permanecieron
mudas, estupefactas. �En mi perrera tengo tres m�s, pero Tom es el �nico
educado como para sacarlo a la calle, todav�a.


La voz sin tono y la mirada helada de sus ojos verdes,
cohib�a a�n m�s a las mujeres.


Despu�s de observarlo por varios segundos, Sole, una de
las mujeres coment�: -Le falta un dedo en cada mano. � La mujer, d�ndole un
tono algo m�s agresivo a su voz, acot�: -�No tiene manos! �Y le falta un
dedo a cada pata! �Acaso los perros no tienen cuatro dedos en cada pata?
Ninguna de las mujeres tuvo valor de responder. Se miraron entre ellas y
notaron que cada una estaba temblando.


La mujer, due�a total de la situaci�n, sigui� hablando,
como contestando lo que sus interlocutoras no se animaban a preguntar. �A
todos mis perros les amputo personalmente un dedo de cada pata, para que
sean verdaderos perros. �Y sin anestesia, por supuesto!


La mujer re�a complacida mientras hac�a este comentario.
Blanca, Gise y Sole trataban, de alg�n modo, de recuperar la firmeza que las
hab�a llevado a ese sitio y a encontrarse con aquella mujer, firmeza que se
hab�a visto avasallada ante el espect�culo del hombre �perro- y los
comentarios de su ama.


-�Bueno, hasta ahora solo habl� yo! �Ustedes no parecen
tan fuertes y recias como aparentaban por chat! �O es qu� Tom las impresion�
demasiado? De ser as�, me lo dicen, me levanto y nos vamos, no estoy para
perder el tiempo.


Las amigas se miraron, temerosas. Gise y Sole no quitaban
la vista de Tom y Blanca, no alcanzaba a balbucear una sola frase.


Ansias de Sangre tamborileaban sus dedos enguatados,
mientras que "Tom" se mov�a, inquieto, como presintiendo la ansiedad y el
c�lera de su ama.


La mujer, harta ya de ese silencio, encar� a las tres y
les pregunt�: -D�ganme, �como se metieron en esto?


Como si hubieran sido despertadas subrepticiamente de un
ensue�o, las tres muchachas quitaron la vista del "hombre � perro" y
"regresaron" a la mesa de aquel bar.


Cada una por vez, fue dando su versi�n de los hechos.
Ansias de Sangre las escuchaba atentamente. De tanto en tanto asent�a o
agregaba alg�n comentario, o hac�a alguna pregunta, pero las dej� explayarse
a placer.


Cuando cada una termin� con el resumen de sus
perversiones, Ansias de Sangre se apoltron� en su asiento y acot�:


-No est� mal. Son aficionadas, claro, pero siento que
tienen iniciativa y eso es importante. Las invito a acompa�arme a mi modesta
casa, para que all�, con tranquilidad, tracemos los planes a seguir.


M�s acostumbradas a la voz gutural, y a su mirada de
hielo, las amigas fueron perdiendo el temor y la inquietud que esa mujer
inspiraba. Por primera vez desde que llegaron, se atrevieron a sonre�r y
asentir la invitaci�n que se les hac�a.


Unos minutos despu�s apareci� el autom�vil, entonces las
cuatro mujeres y el "hombre � perro" se levantaron, y se dispusieron a salir
del local. Cuando ya estaban en la vereda, Sole se volvi� y con sorpresa,
pregunt�:


-�Un momento! �No nos olvidamos de pagar lo que
consumimos?


Instant�neamente, Ansias de Sangre lanz� una carcajada
siniestra, que hel� la sangre de las tres amigas.


-�Mi amor, qu� ingenua! �Todas las personas que viste
reci�n, tanto el due�o del local, el mozo y los parroquianos, son esclavos
m�os! �C�mo le van a cobrar a su ama y a sus amigas?


La limousine era lo suficientemente c�moda como para que
las cuatro mujeres se sentaran juntas, detr�s, y Tom, el "hombre � perro" en
el piso del veh�culo, entre las piernas de las muchachas.


-En casa ver�n algunos de mis chiches, as� como tambi�n a
los compa�eritos de Tom. Pobre Tom, es el mejor educado, pero los otros son
muy celosos y violentos, no creo que le perdonen el haber salido solo
conmigo. Jaj� jaj�.


La carcajada volvi� a estremecer a las muchachas, pero,
igual que como hab�a sucedido con su voz, se empezaban a acostumbrar.


-Pero, �Tom no se va a su casa, con su familia? En alg�n
momento debe dejar de actuar como perro, �verdad?


Gise pregunt� algo que deseaba decir hac�a rato, pero,
realmente, no hab�a tenido coraje para hacerlo. La mujer, que parec�a no
haberle prestado atenci�n, acariciaba a su "hombre � perro" casi podr�amos
decir con ternura. Y sin mirar a su interlocutora, con una voz que parec�a
provenir del fondo de su ser, respondi�:


-Tom no act�a como perro, querida. �Te equivoc�s! ��l es
un perro! Y no, no se va nunca, porque no tiene familia. O mejor dicho, �s�
tiene familia! Los otros perros son su familia.


-Tengan en claro una cosa, as� no hay m�s confusiones:
Ustedes podr�n divertirse infringiendo dolor a sus parejas, maridos, amantes
ocasionales. Y son buenas, por lo que me dijeron, en los suyo. Pero, como ya
les dije, son aficionadas. Y por eso vinieron a mi. Aunque no lo crean, e
�ntimamente ahora se est�n diciendo que no, ustedes me buscaron porque
buscan m�s.


Call�. Continu� acariciando a su "Tom". El silencio se
prolongo por espacio de varios minutos. Luego, sin mirarlas siquiera,
inquiri�.


-�Estamos de acuerdo?


Las muchachas asintieron.


Tanto Gise, como Sole y Blanca, todo cuanto conocieron
hasta ese d�a, todas las perversiones que supieron imaginar, descubrir�an
que fueron, apenas, un juego de ni�as malas. Estaban por ingresar al reino
de la maldad. Quiz�s ellas no lo superan todav�a. A lo mejor, lo imaginaban.
Pero ni su m�s perversa imaginaci�n llegar�a a igualar lo que conocer�an a
partir de ese momento.


En todo esto pensaron, luego de la pregunta de Ansias de
Sangre, pero pese al temor, pese a la duda, se miraron las tres a los ojos,
asintieron en silencio y, al cabo de un rato, al un�sono respondieron:


-�Estamos de acuerdo!


La mujer dej� de prestarle atenci�n a "Tom", sonri�
satisfecha, mir� por las ventanillas, y sin mirar a nadie, orden�:


-�Ya falta poco para llegar! � "Tom"! �Lameme las botas
hasta que lleguemos!


Y sin p�rdida de tiempo, el "hombre � perro", comenz� con
su labor.





I


TODAS PARA UNA, UNA PARA TODAS






La "modesta" casa de Ansias de Sangre era un chalet en
pleno San Isidro, de dos plantas, con un vistoso jard�n, un garage con
puerta autom�tica, ladrillo a la vista, un amplio ventanal, enrejado. Igual
que las ventanas del piso superior. La calle, que se encontraba desierta,
era angosta, empedrada y, por la profusi�n de �rboles, era m�s bien oscura,
a�n de d�a.


Ingresaron al garage, y luego que el chofer les abriera
la puerta, sol�citamente, una mujer mayor, de aproximadamente unos cincuenta
y cinco a�os, sin levantar la vista del piso, les dio la bienvenida, y les
comunic� que el t� estaba listo. Las mujeres caminaron tras ella. Sole, de
curiosa nom�s, se le dio por mirar su reloj pulsera, y not� que eran
exactamente las 17 hs.


Ingresaron, por una puerta lateral que daba a un corto
pasillo, al hall de entrada. Una sala cuidadosamente decorada. Un sill�n de
pana clara y cuatro sillones individuales del mismo tono, se repart�an
alrededor de una peque�a mesa "ratona" de vidrio. Una discreta l�mpara
colgaba del techo, constaba con tres bombitas, Un aparador con algunos
libros, un televisor, las paredes de un tono pastel, el piso alfombrado, de
color crema.


Una vez que la mujer sirviera el te, y cada una se
sirviera el az�car y el lim�n, si lo quer�an, las cuatro acomodadas en los
sillones individuales, con "Tom" echado sobre la alfombra, las mujeres
empezaron a delinear planes.


-�A ver si de una vez por todas, me cuentan cual es su
idea!


Las mujeres se miraron, como queriendo decidir quien
ser�a la primera en hablar, pero sin llegar a ponerse de acuerdo con las
miradas, Blanca tom� la iniciativa:


-Nuestra idea es, b�sicamente, crear un instituto de
correcci�n de ni�os. �S�! En resumidas cuentas, eso es lo que queremos.


Ansias de Sangre, cual era su costumbre, hablaba sin
mirar a nadie, pregunt�, casi dirigi�ndose a su taza de t� y no a sus
interlocutoras,:


-�Y por qu� ni�os?


Un silencio pronunciado, que pareci� durar una eternidad.
Alguien deb�a contestar, y Blanca con la mirada dio a entender que deb�a
hablar otra.


-Por mi parte-, comenz� Gise, -entiendo que los ni�os son
criaturas malignas que, aprovechando precisamente su ni�ez, nos hacen
esclavos de sus designios. �Y no soporto esa idea!


La mujer, que hab�a dejado su taza sobre la mesita,
escuchaba con sus manos entrelazadas debajo de su pera, con los ojos
cerrados. Como �nica respuesta, movi� la cabeza afirmativamente un par de
veces. Luego, se mantuvo firme en su posici�n, en se�al de que quer�a seguir
escuchando.


-Yo, porque odio reprimirme.- Dijo Sole. �Los ni�os son
objetos tan fr�giles, tan indefensos, que me resultan una inspiraci�n a mi
maldad. Amo esa fragilidad, esa indefensi�n, por ello, deseo hacerles da�o,
hacerlos sufrir, herirlos, lastimarlos. Y por ser ni�os, precisamente, me
contengo. �Y no me gusta!


Sin mover un m�sculo, la mujer volvi� a mover la cabeza
dos veces, en se�al de asentimiento, para volver a quedarse inm�vil.


-Yo hace quince a�os que soy maestra.- Dijo Blanca. �Y en
este tiempo, todo el amor y la vocaci�n por la ni�ez y su educaci�n, me fue
transformando en un ser que detesta los ni�os. No por ni�os, sino detesto
sus juegos, sus fantas�as, su imaginaci�n, sus pesadillas. �Mi deseo es
convertirme en su pesadilla real!


Luego de unos minutos en que nadie dijo nada, y Ansias de
Sangre mantuvo su posici�n, como si estuviera meditado lo que sus amigas
dijeron, finalmente abri� los ojos, quit� sus manos de debajo de su pera, se
recost� en el respaldo del sill�n y, luego de resoplar, observ�:


-Son interesantes, muy interesante realmente, sus
motivos. Incluso van m�s all� de lo que mi propia imaginaci�n pod�a suponer.
Muy bien.


-Pero hay algo que no s� si ustedes alcanzaron a notar.
Sus motivos, todos loables desde ya, se contradicen. O sea: Mientras Gise ve
a los ni�os como seres malignos, mientras que Sole los ve como objetos
fr�giles y Blanca, casi toda su vida, la pas� brindando amor y cari�o a los
ni�os.


La mujer hizo un silencio. Sus interlocutoras, que
escuchaban atentamente, observaron que era la primera vez que notaban tales
diferencias de pareceres. Incluso ensayaron una peque�a discusi�n, que
Ansias de Sangre reprimi� de inmediato.


-�Se�oras! �No estamos ac� para discutir! Si las escuch�
tan atenta fue porque preve�a tales discrepancias, lo que habla muy bien de
ustedes. Me hubiera resultado falsa, o m�s bien producto de un capricho, la
idea de que las tres pensaran lo mismo. Cada una tiene su motivo, v�lido por
supuesto, para empezar esta cruzada. Yo tambi�n expondr� ahora mis motivos.


Un silencio planificado, tanto como para confirmar que
ten�a toda la atenci�n de su audiencia. Las tres muchachas se acomodaron en
su sillones, interesadas por conocer los porque de esa mujer.


-�Los ni�os me apasionan!- Comenz� diciendo, asombrando a
las oyentes, que abrieron grandes sus ojos, como si as� podr�an escuchar
mejor. �Hace mucho tiempo que sue�o con crear mi corte de peque�os esclavos.
Por supuesto, no se que es lo que ustedes tendr�n en mente, pero yo tengo
bien en claro lo que busco y que voy a hacer.


-Para empezar, quiero aclarar, que para mi ni�ez es un
per�odo que va desde el nacimiento mismo hasta los doce a�os. Vamos a crear
distintos negociados. Tendremos la secci�n tortura, la m�s importante. La
secci�n violaci�n. La secci�n combativa, o sea, nuestros ni�os ser�n
entrenados para pelear entre s�, generalmente a muerte. La secci�n modas,
desfile y subasta de criaturas. Secci�n prostituci�n.


Las mujeres se miraban asombradas. A ninguna de ellas se
les hubiera ocurrido tal cantidad de perversidades. Pero hab�a m�s.


-Como habr�n advertido, todo esto no podr� hacerse en
esta casi, ni en mi casa de campo. Necesitaremos de un lugar espacioso, algo
as� como una manzana, en un lugar alejado. Tambi�n habr�n deducido por mis
palabras, que esto no ser� algo secreto, sino que ser� p�blico. No, no se
asombren. Conozco m�s gente de las que ustedes pueden imaginar dispuesta a
pagar, y pagar fortunas, por participar de nuestra iniciativa. Gente famosa,
adem�s.


-�C�mo daremos con el lugar, y de que manera podremos
cumplir con todo eso? Pregunt� Blanca.


-Eso d�jenlo por mi cuenta. Yo tengo los contactos. No
ser� gran problema. Apenas conseguido el lugar operativo, debemos, cada una,
molestarnos en conseguir una auto robado. Ya que los primeros secuestros los
haremos nosotras personalmente. Luego pondremos a nuestros esclavos en dicha
tarea, pero los primeros cuatro secuestros, los haremos nosotras.


Las mujeres asintieron, aunque inseguras, estuvieron de
acuerdo.


-Igualmente, para eso a�n falta tiempo. Con dolor debo
decir que para poner en marcha, efectivamente, nuestro proyecto hacen falta,
al menos, seis meses. �Pero a no desanimarse! �Vamos por un poco de
diversi�n!


Y colocando la cadena a "Tom", pidi� que la acompa�aran.
Las mujeres las siguieron hasta la parte de atr�s de la casa, que ten�a un
extenso patio. Llam� la atenci�n de las muchachas que las paredes medianeras
eran extremadamente altas.


Un sendero las conduc�a, entre �rboles frutales y flores,
hasta unas jaulas que hab�a en el fondo. All� dentro se observaban tres
"hombres � perro", que saltaban y ladraban impacientes. Cuando divisaron a
"Tom", empezaron a gru�ir, cambiando sus saltos y ladridos de alegr�a, por
voces agresivas. El "hombre � perro", al percatarse de ello, amag� a echarse
atr�s, pero la voz de mando de su Ama lo persuadi� y antes de ingresarlo en
la jaula, Ansias de Sangre los provoc�:


-�Chicooooooosss! �Ac� est� "Tom"! �A qu� no saben que
hizo "Tom" hoy? �Fue a pasear con mam� en auto! �Le pregunt� si quer�a que
los llevara y me respondi� que no, por eso no los llev�!


Y dicho esto, introdujo al "hombre � perro" a la jaula
con sus "hermanos". Sin que las mujeres lo advirtieran, mientras escuchaban
a Ansias de Sangre, la sirvienta hab�a alcanzado cuatro sillas para que
sentaran a observar el espect�culo.


-�Si�ntense, chicas! �Ahora viene la diversi�n!


Contra lo que pod�a suponerse, apenas "Tom" ingres� a la
jaula, los otros tres "hombres � perro" no se abalanzaron sobre �l. Lo
rodearon y empezaron a girar a su alrededor. "Tom" como todo "perro" trataba
de contemporizar, intentando lamer a alguno de sus compa�eros. Pero
cualquiera de ellos lo reprim�a con un tarasc�n que no llegaba a destino.
Hasta que despu�s de varias vueltas, y varios tarascones fallidos, el m�s
grande de los "hombres � perro", se irgui� sobre sus rodillas, alzando sus
manos delanteras, y cay� sobre la espalda de "Tom", al tiempo que le clavaba
sus dientes. �ste, con un movimiento de su brazo derecho, se sac� al
atacante de encima, pero eso estimul� a los otros dos a atacarlo tambi�n.
Uno lo hizo sobre su antebrazo izquierdo, y el otro sobre el muslo derecho.
Tratando de zafar y desprenderse, "Tom" se descuid� y el primer atacante
volvi� a la carga nuevamente sobre su cuello. Cada vez le costaba m�s
desembarazarse de los tres, que ahora atacaban juntos y de continuo. Tambi�n
se defend�a con alg�n que otro tarasc�n que, en ocasiones, llegaba a
destino, sino con alg�n cabezazo, pero la lucha era muy desigual e,
indudablemente, el primer "hombre � perro" que atac� no s�lo era m�s grande,
sino que era m�s fuerte, ya que adem�s de los mordiscones, cada vez que
saltaba sobre su cuerpo, le aplicaba furibundos pu�etazos. De todos modos,
la resistencia de "Tom" se podr�a decir que fue "heroica" ante la disparidad
de fuerzas. Pero finalmente, consiguieron voltearlo, y ah� ya no opuso m�s
resistencia, mientras que los tres "hombres � perro" se dedicaban a
golpearlo, con fuertes pu�etazos cayendo sobre �l y con terribles
mordiscones. La disputa termin� cuando cada uno de los "hombres � perro"
escupi� un pedazo de carne arrancada de un mordisc�n.


-�Lo van a matar! Exclam� Sole.


Ansias de Sangre que no paraba de re�rse y acariciarse la
entrepierna ante el espect�culo, movi� la cabeza, negativamente.


-�Ac� nadie mata si yo no lo ordeno!


Las mujeres la miraron asombradas, pero no dijo m�s sobre
el tema, solamente agreg�:


-�Qu� bien! �Ahora parece que Boby se lo va a coger!


Se volvieron a observar la jaula y, efectivamente, a
"Boby" su miembro se le hab�a empezado a endurecer, y ya estaba adquiriendo
dimensiones considerables.


En un momento dado, los otros dos "hombres � perro"
empezaron a morder nuevamente a "Tom" a fin de que este se levantara. Cuando
finalmente lo hizo, ambos empezaron a lamerle el culo por espacio de varios
minutos, y aunque se resist�a, ya no le quedaban fuerzas para pelear, as�
que los dej� hacer. Finalmente "Boby" embisti� sobre �l, pero esta vez no lo
mordi�, sino que con ingenio, sin utilizar las manos, le fue introduciendo
la verga en el culo, sin prestar atenci�n de los aullidos de "Tom".


Cuando "Boby" acab�, dio un aullido y un potente cabezazo
en el medio de la espalda de "Tom", que le hizo perder la estabilidad,
dej�ndolo tirado en el piso, gimiendo como un cachorrito. Ansias de Sangre
se acerc� a la celda y colocando su rostro al lado del de "Tom" le dijo:


-�Yo te dije "Tom" si quer�as un d�a de fiesta! �Y mam�
te dio una fiesta com ple ta!


As� termin� el "show", con "Tom" tirado en el piso de la
jaula, sangrando, mientras que los otros dos "hombres � perro" le lam�an la
pija y las bolas a "Boby".


Mientras regresaban a la casa, la mujer inquiri� a sus
amigas:


-D�ganme chicas, �no fue un hermoso espect�culo? �No las
impresion�?


Las amigas, impactadas por la funci�n presenciada,
asintieron m�s de compromiso que por convicci�n. Ansias de Sangre, que no
era tonta, comprendi� que la escena fue m�s de lo que aquellas mujeres
pod�an tolerar.


-No te ofendas, por favor, pero en mi caso,- la que habl�
primero fue Gise, - y m�s all� de si me divert� o no, todav�a me cuesta
digerir esto de los "hombres � perro" o "perros � humanos", o sea, �viven
as�? �c�mo bestias?


Sin necesidad de dar su opini�n, tanto Blanca como Sole
asintieron los conceptos de su amiga.


-�No! �Te equivoc�s! �No son bestias! �Son perros! �O no
les qued� claro? Rugi� Ansias de Sangre, en un arranque de c�lera que asust�
a las amigas. Con suma cautela, y midiendo sus palabras pregunt�:


-Pero �Y su voluntad? Esos hombres, �y no me corrijas,
ahora ser�n "perros", pero fueron seres humanos!, no tienen vida propia,
identidad, raz�n de ser.


La carcajada de la mujer fue m�s tenebrosa que el ataque
de hace unos instantes, y sin dejar de re�r, explic�:


-�Mi amor! �Ustedes pensaron que lo m�o era un hobby?
�Pensaron, quiz�s, que yo simplemente me divert�a, torturando, haciendo da�o
alg�n in�til, y luego lo dejaba ir tranquilamente? �Qu� esa ser�a mi
perversi�n? �No me las imaginaba tan infantiles!


-Pongamos algo en claro, para sellar este pacto, hay que
poner las cartas sobre la mesa, y yo no debo guardarme nada. Cre�, en un
principio que con un show como el de reci�n alcanzar�an a comprender mi
verdadero car�cter. Me preguntaste por su vida propia, su identidad, su
raz�n de ser. �No existen! �Yo se los quit� a todos! Porque de eso se trata,
alcanzar el placer cuando, un perro de estos, ya no se levanta m�s, porque
ya asumi� que es un perro. En ese momento es que procedo y les amputo un
dedo de cada miembro. Y no me vuelvan a preguntar, �no uso anestesia!,
simplemente con mis conocimientos de cirug�a, cerceno sin ning�n tipo de
remordimiento. Los sufrimientos padecidos por esos "perros" antes de la
operaci�n fueron tales que, el corte es un eslab�n m�s en la cadena de
horrores.


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Relato: Ansia de sangre
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