Ahora me llamo Shirley.
Parte 1
Cuando cumpl� catorce era un chico muy muy t�mido pero mi
primer viaje solo a la capital me cambiar�a la vida.
Al bajar en la terminal recog� mi equipaje y fui hasta el
hotel Pyramides donde estar�a mi T�o Alvaro esper�ndome. Al llegar al hotel
ten�a reservada la habitaci�n 213 y sub� para ducharme y descansar de ocho horas
de viaje por carretera. Mi t�o no estaba y el recepcionista Don Pepe, me dijo
que ocupara la habitaci�n y cuando llegara mi t�o hablar�amos del dinero, me
ayud� con el equipaje y me mostr� las instalaciones.
Todo iba muy bien hab�a descansado y fui hasta el ba�o del
piso que era al final del corredor pues en ese piso no hab�a ba�os individuales,
al entrar hab�an tres duchas que estaban ocupadas y una libre estaban mi vecino
de la 216 un se�or mayor de unos sesenta a�os y un se�or de la 210 creo que era
de tez muy oscura, parec�a mulato.
Ocup� la ducha libre y cuando me pasaba el jab�n se acerc� el
se�or de la 210 (se llamaba Toto) y me pidi� champ� prestado con mis
semicerrados ojos alcanc� a ver algo que se meneaba entre sus piernas como un
p�ndulo y no pude evitar quedarme mirando fijamente entre mi inexperiencia (era
muy virgen y nunca hab�a visto nada parecido) y el jab�n mir� largamente aqu�l
miembro masculino tan oscuro y potente, yo joven, sin pelo, sin experiencia y
con un similar infinitamente menor no llegaba a comprender. Cuando alc� la vista
para responderle vi una sonrisa en la cara de Toto que hizo aqu�l momento a�n
m�s confuso.
Al salir con mi champ� en su mano coment� algo con el vecino
que no pude escuchar y terminaron riendo los dos, me sent� avergonzado y solo en
un mundo de adultos, cuando volvi� a devolverme el champ� Toto me pregunt� si
ten�a novia, me deb�eron subir los colores porque empez� a re�r mientras
restregaba el champ� contra su pene y lo deposit� entre sus piernas abiertas, de
manera que para recogerlo tuve que agacharme a cent�metros de esa cosa imponente
que colgaba "ah�". Cuando fui a levantarme apoy� su mano en mi cabeza y me dijo:
- Si quer�s salir de ac� entero dame un beshito en la punta mariconcito. No
sab�a qu� hacer me sent�a humillado y sin defensa cuando sent� al viejo que se
me acerc� por detr�s apoy�ndose contra mi trasero.
No pude evitarlo y lo bes�, -Ashii nenita. Me dijo Toto sin
soltarme, al momento sent� m�s presi�n sobre mi culo y unas manos que aferraban
mis caderas, era don Fernando que se sumaba a mi humillaci�n. -Qu� tenemos ac�
una nena media putita. Dijo. y Toto agreg�: - Ahora con la leng�ita putita. En
ese momento sent� c�mo temblaban mis piernas, pero para m� no fue desagradable
nunca hab�a imaginado algo as� y estos hombres parec�an leerme mis m�s profundos
pensamientos, yo era casi un ni�o y me sent�a con cierto poder, el poder de dar
satisfacci�n a alguien el intercambio con hombres de verdad, hasta ese momento
eso estaba tan lejos de m� como mi propia sexualidad, apenas hab�a pensado en
ello y adem�s siempre hab�a sido algo sumiso y demasiado educado: un buen chico.
Entre sus risas escuch� a Toto gemir cuando acarici� con mi
lengua toda su enorme cabeza lo hac�a con un gusto y delicadeza exquisito, sent�
ganas de aprobar aqu�l examen con destacado y lo estaba consiguiendo, sin saber
que abr�a una puerta para siempre, que en aquellas olorosas duchas estaba
definiendo qui�n ser�a el resto de mi vida, traspasaba una barrera sin regreso.
-As� putita as�, mmmh �te gusta no? metela toda en tu boca
nena, c�mo te gusta ....
Aquello me hac�a sentir cada vez mejor, asum�a mi papel con
devoci�n y har�a cualquier cosa
por conseguir la aprobaci�n de aquellos dos, mi cuerpo
temblaba de emoci�n frente a lo desconocido, y sus palabras se grababan en mi
memoria.
Mientras don Fernando acariciaba mi culo, mis nalgas y re�a
dsirutando mi blanca y sedosa piel de ni�o dici�ndome cosas que no llegaba a
entender. Mi peque�o e infantil pene palp�taba a punto de estallar y yo a�n no
lo sab�a de pronto Toto fue el que estall�, dentro de mi boca, llen�ndome de su
l�quido vital d�ndome la vida y un sobresaliente que nunca dejar� de agradecer
con mi cabello enganchado en sus dedos me hizo tragar aquel l�quido espeso y
caliente que a partir de entonces he necesitado cada d�a una leche paterna �nica
y deliciosa de la que noo dej� ni gota aqu�l d�a.
En ese momento me percat� que don Fernando ten�a tres dedos
suyos dentro de mi culo, como un gancho poderoso me pose�a con su mano y me
oblig� a decirle que me gustaba (no era mentira) que quer�a m�s y que lo har�a
siempre que el me lo pidiera, que era su puta y otras lindezas m�s que nunca
olvidar� y que me repito cada d�a.
Esa sensaci�n de ser "de" alguien que te posee de ser cogido
de "pertenecer" a otra voluntad me gusto tanto que temblaba como una hojita, me
puso de rodillas y me hizo repetir con mi boca el trabajo que le hab�a hecho al
otro, su pija era mucho m�s peque�a y clara, su enorme barriga me molest� un
poco pero busqu� mil maneras para conseguir id�ntico resultado me gust� me gust�
mucho y sent� que hab�a nacido para eso. Fui feliz. Se marcharon satisfechos y
termin� de ducharme excitado y siniti�ndome una nena que sab�a hacer feliz a los
hombres.
Tres horas despu�s de mi primera relaci�n sexual, vendr�a el
empuj�n final; golpearon a mi puerta y se trataba de don Pepe, que ven�a a darme
una terrible noticia. Mi t�o hab�a tenido un accidente cuando ven�a al hotel y
no se sab�a si sobrevivir�a, me dijo que no me preocupara por nada, que tratara
de comunicarme con mi madre y que pod�a quedarme en el hotel unos d�as y no me
hiciera problema por el dinero. Gast� mi �ltimo dinero en hablar con mi
desconsolada madre a quinientos quil�metros, me dijo que estaba sin dinero
apenas pudiera mandar�a a alguien por m� que fuera fuerte y tuviera cuidado.
Solo, sin dinero, ni casa, ni trabajo casi un ni�o �qu� ser�a
de m�? a�n as� yo ten�a una percepci�n, un sentido de que todo aquello no ten�a
por qu� ser malo. me sent�a con poder, sab�a que pod�a dar satisfacci�n y ser
bueno, algo que me hab�an ense�ado durante toda mi vida: S� bueno y obediente y
te ir� muy bien, tendr�s satisfacciones.
Cuando sub�a las escaleras para hablar con don Pepe, me cruc�
con Toto saliendo del hotel, me gui�� un ojo y pasando su mano por mi cara y mi
boca me dijo: -Hola putita divina cuando necesites algo sube a mi cuarto. Sonre�
agradecido y pens� que nunca me faltar�a amor.
Entr� a la recepci�n del hotel y don Pepe me mir� con
seriedad y me dijo que le deber�a veinte pesos por cada d�a en el hotel, no
ten�a trabajo para un ni�o como yo, pero encontrar�a alguna manera para que
pudiera devolverle el dinero. Al otro d�a subi� a mi cuarto con ropa nueva para
m� y una bolsa llena de "cosas" de regalo, me dijo que eso eran cien pesos que
agregar�a a mi cuenta, le d� las gracias efusivamente y mi cara se ti�� de
colores al sacar la ropa, �era todo de mujer!. Qued� helado y al abrir la otra
bolsa descubr� que eran pinturas de labios, maquillaje, afeites. Mi sorpresa no
ten�a fin.
-Toto me dijo lo que sab�s hacer, y con todo esto en poco
tiempo podr�s devolverme la plata. Vestite que quiero ver como te queda, putita,
yo s� que te gusta.
Hab�a aprendido que me gustaban lo hombres y me sent�a
marica, pero esto simplemente escapaba de mi ani�ada imaginaci�n y no sab�a qu�
hacer.
Hice lo que deb�a por supuesto, lo que dijo aqu�l se�or, era
bueno conmigo y yo ser�a bueno con �l. Me vest�. Una minifalda roja tajeada a un
lado, zapatos de tac�n rojos, un top de tubo negro medias negras con liguero. Me
hizo caminar, camin� para �l, me hizo menear el culo y entrabrir mis labios y
tocarme todo el cuerpo. Me sent� y me pint� los labios, los ojos, las mejillas
me afeit� los pocos pelillos que adornaban mis piernas y axilas, me dijo que
estaba linda, me recogi� mi media melena rubia en dos trenzas femeninas me mir�
y dijo:
- Con ese pelito rubio y esos ojitos celestes que ten�s vas a
ganar mucho. Shirley.
Sonre� y baje los ojos con un �ltimo atisbo de timidez, sab�a
que le pertenec�a y ten�a que hacer lo que �l quisiera.
Escuchaba su respiraci�n volvi�ndose pesada y entrecortada,
estaba excit�ndose.
- �Qu� nena m�s linda sos, Shirley, mi putita!
Abri� el cierre de su pantal�n y me dijo: -Ven� chup�, puta,
chup�mela bien y te voy a hacer feliz.
Y lo hice.