Un vecino inolvidable
Mi marido y yo hab�amos cambiado de ciudad y hab�amos escogido un piso nuevo en
un moderno� complejo situado en el centro, hasta que pudi�semos encontrar
una residencia a nuestro gusto. Empleamos mucho tiempo para encontrar un
vecindario adecuado. Mi marido ten�a ahora un trabajo bien pagado, lo que nos
daba holgura suficiente para poder vivir en un hogar m�s agradable que el
anterior. �l y yo somos de la misma edad, 24 a�os entonces, nos hemos casado
cuando ten�amos 20.� Nuestra uni�n hab�a sido agradable y aunque no
ten�amos ni�os, no parec�a incomodarnos tampoco, pues dese�bamos establecer
nuestras carreras antes de aumentar la familia. �
�sta era una de las razones del cambio.� Ambos decidimos que era el momento
de tener hijos.� Dese�bamos en �ltima instancia� un ni�o y una ni�a,
pero ser�amos felices con cualquier combinaci�n que llegase. Dej� de tomar la
p�ldora antes del cambio de domicilio.
Los vecinos del complejo eran maravillosos.� �ramos reticentes a vivir en
un piso porque nos gustaba gozar de nuestro aislamiento y sab�amos que los
apartamentos eran fuente de conflictos de vecinos y de ruidos.� Este piso
era otra cosa, parec�a muy tranquilo y todos los vecinos parec�an ser m�s viejos
y maduros.� Era un buen sitio provisional para vivir. �
Uno de los vecinos, esta historia est� basada en �l, era un joven de color
llamado Daniel, que viv�a en el piso frente al nuestro.� Daniel era un
hombre que ten�a un buen trabajo bien pagado y hac�a cerca de 5 a�os que estaba
divorciado.� Ten�a 26 a�os y era muy reservado, 1 m. 80, atl�tico y fuerte,
contrastando con mi talla de 1m. 65, pero menudita y bien puesta. Se ve�a que se
guardaba en forma.
Mi marido Roberto hablaba a veces con Daniel y se hicieron buenos amigos. Cuando
me cruzaba con Daniel siempre me miraba de una manera extra�a.� Parec�a que
me escrutaba siempre que Roberto no miraba.� Esto no me incomodaba y no me
sent�a amenazada porque �l era siempre correcto y agradable con Roberto y
conmigo.
Aunque no era una persona repugnante, nunca hab�a pensado en �l como un
compa�ero sexual, la vida que compart�a con mi marido era absolutamente
satisfactoria y todo en nuestra vida parec�a ir bien, incluyendo el aspecto
sexual.� Se puede decir que soy una persona a fuerte libido.� Necesito
sexo sobre una base diaria.� Si Roberto no me hace el amor un d�a,
encuentro tiempo antes de ir a trabajar o cuando vuelvo a casa para tomar las
cosas en mano.� Mi chocho est� siempre tan mojado que el sexo es lo primero
en mi mente.
La manera en que Daniel me miraba cuando Roberto no nos ve�a, siempre hab�a
provocado en m� una sensaci�n especial.� Cuando lo sorprend�a mir�ndome, �l
hac�a una mueca y volv�a su cara para otro lado. Estoy orgullosa de mi cuerpo y
aunque no soy muy alta, soy esbelta y mis pechos son firmes y aparentes 92
(36C).
�Siempre us� camisetas apretadas y voy de vez en cuando sin sost�n, a veces
cuando Daniel me hab�a visto as�, hac�a que mis pezones resaltasen como
min�sculos botones visibles en el frente de la camisa.� Eso me
desconcertaba� �Qu� quer�is que os diga?
Un d�a estaba en casa lavando la ropa.� Es una tarea que a ninguna mujer le
gusta mucho hacer, pero es esencial.� Era tarde y pensaba acabar�a esta
tarea antes de que� Roberto volviese del trabajo.� Cuando finalmente
acab�, tom� la cesta y me dirig� hacia nuestro apartamento. �
Vi a Daniel arriba en las escaleras, estaba apoyado en la pared con una
simp�tica mueca en su cara.� Estaba contenta de verlo y le dije hola del
fondo de las escaleras.� Cuando pasaba a su lado puso su brazo a trav�s del
umbral y bloque� mi pasaje.� Me mir� de manera divertida, dici�ndome que
Roberto era un hombre afortunado.� Tambi�n me dijo que ten�a los labios m�s
hermosos que jam�s hab�a visto y que Roberto deb�a sentirse especial bes�ndolos.
Me sorprendi�, pero me hizo sentir bien.� Por fin movi� el brazo y me
pregunt� si quer�a que �l me llevara la cesta.� Sonre� y le dije que era
ligera y que iba cerca.� Me dijo adi�s y no lo vi m�s vez ese d�a.
Mientras que caminaba de nuevo hacia mi piso, pensaba en lo que �l acababa de
decirme y... por la primera vez me preguntaba como ser�a besar esos gruesos
labios africanos.� Extra�amente no encontr� la idea repugnante y pienso que
pudo haber sido en gran parte� debido al hecho de que Daniel era una
persona tan agradable y haya sido un amigo tan agradable para Roberto y para m�
misma.� Creo que era la primera vez que pens� en Daniel como algo m�s que
un simple vecino. �
Los meses pasaron y nuestra amistad con Daniel creci�.� Me parec�a que sus
miradas hacia m� se prolongaban m�s y m�s. A menudo me preguntaba como ser�a
hacer el amor con este atractivo macho.� Nunca revel� mis fantas�as �ntimas
a mi marido ni a cualquier otra persona, pero una ma�ana cuando estaba sola,
tumbada en la cama, imagin� como podr�a ser estar en la cama con Daniel. �
Me ve�a debajo de �l, mis piernas abiertas de par en par, no prohibi�ndole el
acceso a mis partes �ntimas.� Cuando me visualic� que me sentaba encima de
�l, montando su polla a horcajadas,� consegu� uno de los orgasmos m�s
intensos que nunca hab�a experimentado. �
La amistad lleg� a ser m�s �ntima y un d�a comenz� a tomar un aspecto m�s
f�sico.� Hab�amos invitado Daniel a cenar, cuando nos dijo que no le
gustaba comer e irse enseguida, pero ten�a que dejarnos porque iba a una reuni�n
importante por la ma�ana y no quer�a llegar cansado.� Roberto fue a uno de
los cuartos traseros a buscar una revista que le hab�a� prestado Daniel,
cuando mi marido se fue, me levant� de la mesa para� recoger la vajilla y
lavar los platos. �
Daniel vino detr�s de m�,� puso su mano en mi trasero y me dio un buen
apret�n. Not� que su mano cubri� casi una de mis nalguitas.� Cuando lo
mir�, �l me� la estruj� otra vez y me susurr� otra vez su agradecimiento
por la gran cena.� Con eso, me gui��, se dio media vuelta y volvi� a
sentarse.
Parec�a que �ltimamente, Daniel me tocaba mucho.� No me importaba y supon�a
que era su manera de actuar con una amiga.� No era sexual excepto la vez
que lo invitamos a cenar y� apret� mi nalguita, pero realmente no me
incomod�.� No me sent�a amenazada por �l,� supongo porque lo apreciaba
mucho.
Fue otra vez un d�a en el lavadero me di vuelta y vi Daniel que bajaba las
escaleras con su cesta de ropa. Me sonre�a y me dijo que no deb�amos usar el
lavadero como lugar de encuentro. Acab� de lavar su ropa, la puso en la secadora
y se qued� parado mirando la m�quina dar vueltas.
Dir�a que estaba muy absorto en sus pensamientos o tramando algo.� Camin�
hacia �l y le pregunt� si todo iba bien.� Le dije que hab�a olvidado algo
en el piso y le pregunt� si le importar�a vigilar mis cosas mientras iba a
buscar lo que olvid�.� Daniel se volvi� hacia m�,� puso sus manos en
mis hombros y como yo miraba a sus ojos,� me cerr� en sus brazos y puso sus
labios en los m�os.
Hab�a fantaseado como ser�a besarme con este hombre, hasta ah� hab�an llegado
mis� pensamientos.� Sus labios eran suaves y calientes.� �l
parec�a tan poderoso as�, me encontraba tan bien en sus brazos que sent�a mi
resistencia fundir casi instant�neamente. �
Su beso lo sent�a realmente bueno y adem�s el pensamiento de hacerlo en un lugar
p�blico, hizo que la sensaci�n fuese absolutamente emocionante.� El beso no
fue justo un piquito en los labios, sino uno que comenz� a prolongarse.�
Abr� los labios y su lengua empez� a deslizar ligeramente contra ellos.� La
suave sensaci�n de su lengua me produjo escalofr�os en la espalda.
Mientras me besaba, tom� mi mano y la puso entre ambos. La coloc� en su enorme
pijo que se hab�a puesto r�gido y era probablemente la polla m�s grande que
hab�a� sentido en mi vida.
Le di un apret�n y puedo decir que era gigantesca en proporci�n a la de mi
marido.� El pensamiento que atraves� mi mente era imaginar como una mujer
podr�a meter esa cosa dentro de ella.� Era enorme, m�s grande que lo que
hab�a� imaginado en mis fantas�as m�s salvajes sobre Daniel. �
Cuando rompimos el beso,� me dijo que hac�a tiempo que deseaba hacer eso y
que pod�a decirme que hab�a pensado mucho en m�.� Nunca me pidi� hacer otra
cosa� y mientras yo miraba con seriedad a sus ojos, se dio vuelta y comenz�
a sacar la ropa� de la secadora.� Fui de nuevo al piso y cuando volv�
se hab�a ido.
Me qued� toda la tarde en la cama, solo pensaba en el tama�o del pijo de Daniel.
Roberto estaba dormido, pero yo estaba lejos de estar cansada.�� Mi
chocho me dol�a estaba muy excitada con el pensamiento de la polla de ese hombre
de color.� Todas las veces que me ha tocado y los gui�os que me ha hecho
ten�an ahora un significado� para m�.� S� que �l y Roberto eran buenos
amigos, pero la relaci�n entre Daniel y yo eran diferentes.� Parec�a m�s
bien una relaci�n de marido y esposa que una simple� amistad. �
Aunque no hab�a sucedido nada sexual, me preguntaba si ello era posible, ahora
que �l puso mi mano en su verga.� No pod�a comenzar a ser infiel a mi
marido, sobre todo� ahora que plane�bamos fundar nuestra familia, pero el
pensamiento del tener sexo con Daniel atormentaba ahora mi mente. �
Como ma�ana estaba otra vez de vacaciones, hablar�a con Daniel. Con las ganas
que ahora ten�a, decid� que har�amos el amor una vez sea como sea.� No
pod�a hacerlo con �l m�s que eso y yo se le dir�a.� Ten�a que ver como era
de grande esa polla.� Con esto, me qued� dormida. �
La ma�ana siguiente mientras preparaba el desayuno para Roberto, ten�a alguna
duda y sensaciones de culpabilidad para incluso descartar la idea de hacer el
amor con� Daniel.� Cuanto m�s pienso en ello, m�s mis sensaciones son
substituidas por deseos� de lujuria.� En el momento en que Roberto se
fue a su trabajo, no pude esperar para ver a Daniel.� Fui a la ventana y vi
a Daniel en la cama masturb�ndose con frenes�. �
Yo estaba en mis d�as m�s f�rtiles, muy excitada, con mi rajita muy mojada,
llam� a Daniel por tel�fono y le dije de no desperdiciar nada, de venir a mi
casa cuanto antes� pues quer�a hablar con �l.� Aproximadamente quince
minutos m�s tarde son� a la puerta.� Todav�a estaba en camis�n y despu�s de
disculparme con Daniel hice un poco de caf�.
�
Le dije que� hab�a pensado en el d�a anterior en el lavadero y en nuestra
amistad.� Le dije que hab�a analizado como iba nuestra relaci�n y que no
estaba decepcionada.� Con un nudo form�ndose en mi est�mago, le pregunt� si
quer�a hacerme el amor. �
Me mir� asombrado, me dijo que era la respuesta a sus rezos.� Le respond�
que hab�a estado pensando tambi�n en �l, pero que pod�amos hacerlo solamente
esta una vez.� No quisiera que sucediera otra vez porque Roberto y yo
plane�bamos fundar una familia, aunque sab�a que a�n as�, esto era incorrecto. �
Cuando me levant� para despejar la mesa, Daniel vino hacia m� y me dio vuelta
hacia �l. Mi posterior estaba contra el mostrador de la cocina.� Miraba a
sus ojos y pod�a ver otra vez la mirada que hab�a visto en el pasado.�
Ahora lo reconoc� como lujuria cuando sus labios bajaron para fundirse de nuevo
con los m�os. �
Daniel llevaba shorts y mientras nos bes�bamos, busqu� entre nuestros cuerpos y
pude sentir su pijo bien tieso.� Me sorprend� otra vez de c�mo era grande
esa cosa y mi co�ito comenz� a palpitar, solo de pensar que pronto estar�amos
procurando empujarlo para hacerle penetrar mi mojado chochito rubio.�
Daniel busc� entre nuestros cuerpos y tir� de mi camis�n abierto.� No ten�a
nada debajo y su mano se desliz� hacia abajo entre mis piernas, acariciando mi
rajita mojada. �
Separ� levemente las piernas para que su gran mano pudiese pasar entre ellas.�
Su dedo medio encontr� inmediatamente mi tieso botoncito y casi me corr� cuando
�l frot� el l�quido pegajoso de mi raja en mi cl�toris.� Su dedo entonces
resbal� dentro de mis profundidades.� Como su mano era muy grande, su dedo
parec�a del tama�o del pito de mi marido.� Si el dedo de este hombre era
tan grande, �C�mo ser�a su polla? �
Daniel dede� mi concha hasta que casi me inclin� derrumbada sobre el mostrador.�
Luego me levant� y me sent� en el borde.� Mis piernas se separaron de cada
lado de su cintura.� Me sostuvo moment�neamente y bajando sus shorts hasta
sus rodillas apareci� la polla m�s grande que jam�s he visto apuntando hacia
arriba.� Su� cabeza era enorme,� sab�a que probablemente me iba a
doler, pero estaba dispuesta a intentarlo.� En este momento nada ni nadie
hubiese podido pararme. �
Su pijo era negro oscuro y parec�a m�s pertenecer a un caballo que un hombre.�
Ve�a relucir su punta con l�quido seminal cuando �l lo dirigi� a mis labios. �
Menos mal� que mi concha estaba muy mojada porque cuando �l intent�
met�rmela, �l estir� mis labios todo lo que daban.� Nunca he tenido nada
dentro de m� tan grande como eso.� Mi cl�toris fue estirado firmemente
contra la parte superior de su verga mientras �l me la met�a lentamente.�
Creo que su polla debi� estrujarse a un tama�o m�s peque�o porque estaba tan
apretado como yo pod�a meterme. �
Por un segundo, pens� que era una tentativa vana intentar
joder con este hombre, entonces sent� su longitud comenzar a penetrarme.�
Sent�a la punta de su enorme polla meti�ndose� en m� un poco a la vez.�
No quer�a parar, estaba enloquecida por la lujuria en ese momento.� Sus
caderas se mov�an lentamente hacia adelante y hacia atr�s� y cuando�
su polla estuvo bien lubrificada por mis jugos, se desliz� poco a poco en m�.�
Finalmente pude sentir sus bolas tocar de mi ano, mirando hacia abajo entre
nosotros, pod�a ver que su enorme verga estaba clavada profundamente dentro de
m�.� Pod�a ver mi est�mago bombear levemente mientras me empalaba con su
enorme tubo de carne.� Ped� a Daniel de no correrse dentro de m� porque
eran mis d�as f�rtiles y no quisiera quedar embarazada. �
Me dijo que la sacar�a a tiempo, as� pod�a verlo arrojar sus� chorrazos de
esperma.� Moviendo mis caderas adelante y atr�s la sensaci�n era incre�ble,
sent�a su verga metida en la profundidad� de mi matriz.� Mi vagina
comenz� casi inmediatamente las� convulsiones de un orgasmo intenso.�
Como apretaba mis m�sculos alrededor de su polla, �l debi� sentirse tambi�n
abrumado por la sensaci�n.� Sent�a palpitar su verga� y la punta
hincharse a un tama�o que no la dejar�a salir de m�.� Cuando �l intentase
sacarla, no saldr�a.� Mi co�ito hab�a dado el apret�n de la muerte a su
hinchada polla� y no lo dejar�a retirarse. �
Trat� de sacarlo fuera de m� era vano.� Mientras se disculpaba por no poder
retirar su barra de m�, �l comenz� a disparar sus fluidos pegajosos
profundamente dentro de mi �tero.� Podr�a sentir su verga hincharse cada
vez que escup�a su calienta carga cremosa profundamente dentro de m�. �
Sabiendo entonces que nuestros �rganos sexuales no pod�an separarse, Daniel me
mantuvo apretada contra �l hasta que acabaron nuestros orgasmos.� Unos
minutos m�s tarde su verga comenz� a ponerse fl�cida y entonces pudo retirar su
empapada polla incrustada profundamente dentro de mi vagina.� Le dije que
no necesitaba disculparse, pero quer�a entrar al cuarto de ba�o para lavarme.�
Me bes� otra vez, se� visti� y se fue.
Mientras bajaba del mostrador, un gran corro de su blanca esperma comenz� a
escurrir de mi dilatada vagina. No podr�a creer que hubiese arrojado tantos
chorros en m�.� Si Daniel estuvo tan excitado como yo, puedo entender
porqu� hab�a tal cantidad de l�quido que escurr�a de mis dilatados labios. �
Sab�a que mi co�ito� no ser�a nunca el mismo.� Nunca lo hab�a estirado
tanto como acababa de estarlo y los labios estaban hinchados y bastante
doloridos. Ni siquiera irrit� mi vagina con su enorme pijo, �l hizo justo
met�rmelo dentro� qued�ndonos trabados juntos como dos animales acoplados.
Tom� un ba�o largo y agradable y me lav� bien. Mientras estaba en la ba�era
comenc� a jugar con mi rajita, pensando en la follada que acababa de recibir.�
Aunque estaba muy sensible con lo sucedido,� necesitaba masturbarme otra
vez. �
In�til decir que el resto del mes fue de una gran tensi�n nerviosa, siempre
pregunt�ndome si iba a estar embarazada con el beb� de Daniel.� Realmente
no podr�a hablar con nadie de ello, no obstante el pensamiento de hacer el amor
con un amigo tan cercano me excitaba mucho.� Estaba en un torbellino de
emociones hasta que por fin lleg� mi per�odo.� �se d�a pens� m�s en la
experiencia que en las consecuencias. �
Durante el mes Daniel continu� con sus implacables de avances.� Sab�a que
no deb� haber hecho el amor con �l porque estaba segura que desear�a hacerlo m�s
de una vez, un pensamiento que tambi�n compart�a yo.� Cuanto m�s pensaba en
la idea de tener sexo con Daniel, m�s cachonda me pon�a.� Pens� en comprar
algunos condones pero sab�a que �l no cab�a en el tama�o normal y no quisiera
que mi marido viera en casa esos condones clasificados magnum.
�Cuanto m�s pensaba en el tema m�s tardaba en encontrar una soluci�n al
problema.� Trat� de convencer a Roberto de posponer el tener familia y de
volver al control de la natalidad.� Finalmente lo consegu� y antes del fin
de mes siguiente tomaba mis p�ldoras regularmente.� Ahora ten�a que decir a
Daniel de una manera sutil que no pod�a quedar pre�ada aunque se corriese�
dentro y decirle que deseaba de nuevo su enorme verga negra entre mis piernas
bien dentro de m�.
Una tarde tumbada en la cama, fantaseando estar debajo de Daniel otra vez y
pensando que �l perforaba mi apretado co�ito. Cuanto m�s pensaba en ello, m�s
mojada se pon�a mi rajita, hasta que mis bragas quedaron empapadas.� Sent�a
que mi� chochito ard�a.� Mientras Roberto dorm�a a mi lado, baj� mi
mano hacia mi entrepierna y a mis bragas.� Apoy� mi mano firmemente contra
mi mojada rajita y� mov� los dedos lentamente sobre mi hinchado y pegajoso
cl�toris hasta que mi cuerpo convulsion� en un orgasmo intenso. Hice todo lo
posible para evitar de sacudir la cama y me abstuve de gritar para no despertar
a Roberto.� Estaba obsesionada por joder de nuevo con Daniel y me hice a la
idea de que iba a hacerlo pronto. �
Por ma�ana me sent�a terrible.�� Consegu� solamente cerca de dos horas
de sue�o porque� estuve pensando en Daniel toda la noche.� Decid�
declararme enferma en el trabajo para quedarme en casa. Sab�a que Daniel estaba
en casa por las ma�anas y secretamente esperaba verle.� Comenzaba a
sentirme como un paquete de nervios, solo deseaba tener esa enorme verga negra
dentro de m�. �
Cuando Roberto se fue a su trabajo, me sent� en la mesa de la cocina para
ingeniar la manera de estar con Daniel.� Pens� hacer la rutina est�ndar del
ama de casa, me puse� solamente una bata� y mis bragas de encaje
blancas m�s atractivas, cog� una taza,� me dirig� pasillo abajo y son� en
la puerta de Daniel.� Cuando abri� la puerta, me mir� con los ojos medio
cerrados porque� apenas acababa de levantarse.� Daniel ten�a solamente
una toalla enrollada alrededor de su cintura. �
Ense�� la taza y le pregunt� si pod�a darme un poco de az�car, pues se me hab�a
acabado totalmente y no me gusta mi caf� de la ma�ana sin �l.� Me sonri� y
me dijo que ten�a algo en la cocina y que pod�a entrar si me atrev�a.� Tom�
inmediatamente eso como una invitaci�n y mirando r�pidamente para ver si alg�n
vecino me hab�a visto, me deslic� a trav�s del umbral. �
Una vez dentro segu� Daniel hasta la cocina.� Entonces tuve una idea y
cuando �l llen� la taza de az�car y se dio vuelta yo me hab�a ido.� La
�nica cosa que vio era mi albornoz en el suelo.� Pod�a o�rlo venir por el
pasillo hacia el dormitorio, hice una retirada r�pida en su dormitorio y ya
estaba bajo las mantas en su cama cuando �l entr�.� �l dej� la taza de
az�car en el aparador y apenas sonre�a dejando la toalla resbalar hasta el
suelo, liberando su imponente herramienta que ahora comenzaba a crecer. �
Daniel se desliz� dentro de la cama a mi lado, pod�a sentir
el calor de su cuerpo cuando se acerc� a m�.� Puso su mano encima de mi
cabeza y baj� la suya junto a� la m�a en la almohada, poniendo sus labios
contra los m�os.� Yo estaba muy cachonda y no pod�a esperar mucho tiempo.�
Era una mujer hambrienta y no sab�a� esperar.� Lo bes� con pasi�n y
empec� a jadear en el momento en que �l meti� su lengua profundamente dentro de
mi boca.� Sent�a una de sus manos sobre mis nalgas que me cerraba
firmemente contra �l.� Su verga era como una barra de acero que estaba
aprisionada firmemente entre nuestros vientres.
Levant� mi pierna y la puse sobre la suya.� Ahora estaba
abierta para sus caricias� aunque a�n ten�a mis bragas de encaje.�
Deseaba que me las rasgara y que me la metiera sin m�s pre�mbulos, pero �l
quer�a prolongarlo. Ni siquiera� toc� mi co�ito con sus manos.� Nos
besamos y tocamos, acarici� y chup� mis pechos e hizo que mis pezones se
pusieran tan tiesos como el m�rmol.� Casi me corr�a sin que �l me toque.�
Ten�a mi mano alrededor de su verga y lo estaba masturbando cuando �l lanz� las
mantas para atr�s, cogi� mis bragas con sus dos manos y tir� hacia abajo
mientras levantaba mis caderas para facilitarle el acceso.� Cuando estaba
totalmente desnuda, lo puse literalmente encima de m� y le dije que no me
aguantaba, que deseaba sentir su enorme polla dentro de m�. �
Gracias que mi rajita se pone extremadamente mojada cuando me
excito porque Daniel dirigi� su polla a la entrada de mi apretada vagina y
lentamente se dej� caer encima de m� meti�ndomela con facilidad y� con gran
placer para ambos.� Pens� que me iba a partir en dos� cuando sent�
entrar esa cu�a.� Hab�a olvidado el gran m�stil en que se convierte su
enorme poll�n.
�En dos empujes me empal� con su hermosa barra de carne. Est�bamos trabados
juntos otra vez, pero como yo estaba muy caliente y� mojada �l tir� otra
vez de ella se retir� un poco y la escari� de nuevo en m�.� Puso mis
rodillas plegadas contra mi pecho facilit�ndole una penetraci�n m�s profunda
hasta el fondo de mi matriz.� Cuando met�a y sacaba su largo grueso pijo
dentro y fuera de m�, sent�a que los labios de mi chochito se pon�an m�s flojos,
sensibles y resbaladizos. Me estaba procurando un placer inimaginable.
�Le ped� que arrojara sus chorros de crema espesa profundamente dentro de m� y
creo que es lo que �l deseaba o�r porque en ese momento peg� su pubis a mis
labios y pude sentir los chorrazos calientes de l�quido chocar en lo m�s
profundo de m�.
Luego me lo meti� y sac� repetidas veces. Cre� enloquecer, los incontrolables
espasmos de mi vagina, descargas el�ctricas, sensaciones que nunca hab�a
experimentado, no s� como decirlo, porque me ten�a en un orgasmo permanente e
interminable.� Cuando finalmente acab� peg� su carne nuevamente dentro de
m� y pod�a sentir una cantidad grande del l�quido salir a chorros de mi gatito y
escurrir a lo largo de mis nalgas, de mi ano y sobre las s�banas. �
Quedamos cada uno en los brazos del otro alrededor de una media-hora.�
Debimos� haber dormitado por el ejercicio intenso que acab�bamos de hacer.�
Cuando despert�,� tumbada sobre mi est�mago con las piernas un poco
separadas, un de dedo de Daniel� recorr�a mi encharcada rajita. Permanec�
inm�vil, pensando en como hab�a estirado mi vagina, cuando sent� su dedo
deslizarse dentro de mi t�nel mojado.� Mientras su dedo me penetraba, su
pulgar excitaba mi cl�toris.
Sent�a que pod�a quedar todo el d�a en la cama con Daniel.� Se puso encima
de m� y ech� otra vez las mantas para atr�s. Tir� de mis caderas hasta ponerme
sobre mis rodillas y codos.� Separ� mis piernas como una perra en�
celo, arqueando mi parte posterior as� que mi rajita qued� expuesta y a su
disposici�n.� Daniel me mont� por detr�s, as� era m�s f�cil penetrarme para
�l, ahora que me hab�a estirado y habituado a su gran tama�o. Tir� fuerte de mis
caderas hacia su pelvis, sent�a la punta de su� verga que chocaba contra
mis pulmones.
Me apoy� mientras �l empujaba su gigantesca herramienta
profundamente en mi concha durante casi media-hora antes de dejarme toda floja
despu�s de haberme inseminado con otra descarga.� Jodimos durante varias�
horas. Me lo hizo de lado, lo mont� a horcajadas, de frente y por detr�s, casi
de cada manera que pod�amos imaginar.� Cuando �l rod� sobre y se derrumb�
en la cama, miraba el reloj en el aparador y era casi las 2:00, hab�a estado en
cama con �l, jodi�ndolo desde las 7:30 esta ma�ana� (seis horas y media)
�JODER...!� Su cama empapaba con sudor y los jugos de mi vagina era
inutilizable.
Lo bes� en la mejilla y le dije que ten�a que volver a casa antes de que Roberto
vuelva de su trabajo.� Consegu� apenas lavarme y vestirme antes de que
Roberto se presentara en la puerta delantera. Me quedaba el tiempo justo para
cocinar la cena y �l me dijo que ten�a mejor aspecto y que deb� haber quedado en
la cama todo el d�a.� Si� solamente supiera.
No pas� mucho tiempo para olvidar el sentimiento de culpabilidad de tener sexo
con Daniel.� Creo que al principio lo justifiqu� porque �l era un buen
amigo de Roberto y m�o.� Me preguntaba a veces si �l era tan buen amigo
solamente porque �l quer�a llevarme a su cama, pero no importa, �l segu�a siendo
respetuoso con nosotros y yo ten�a lo que deseaba cuando Roberto estaba ausente.
�
Durante alg�n tiempo nos ve�amos cada vez que Roberto se iba a su trabajo,
Daniel y yo jod�amos en su cama hasta que ambos qued�bamos satisfechos.�
Iba a mi trabajo�� una hora despu�s de Roberto y en m�s de una ocasi�n
consegu�a vestirme e ir a hurtadillas a casa de Daniel y conseguir echar un
polvo antes de ir a trabajar. �
Una ma�ana andaba tarde para el trabajo, pero estaba muy caliente porque hac�a
dos d�as que Roberto y yo no hab�amos jodido y Daniel hab�a estado fuera de
ciudad.� Saliendo por el pasillo podr�a ver encendida la luz del piso de�
Daniel. Son� a la puerta� y �l contest� con una sonrisa, abri� la puerta y
me invit� a entrar.� Pas� al sal�n, le pregunt� que cu�ndo hab�a regresado
porque pens� estar�a ausente por lo menos dos� d�as m�s. �
Me dijo que la reuni�n hab�a sido acortada. Cuando me dijo que me hab�a echado
de menos, me recost� en el sof�, levant� mi vestido y separ� las piernas.�
Lo mir� en los ojos y le pregunt� cu�nto le hab�a faltado. Se acerc� a m� y
empez� a bajarse su short. Yo llevaba medias de nylon y liguero con bragas
haciendo juego. �
Comenz� baj�ndome mis bragas hasta los tobillos.� Levant� un pie y las
bragas quedaron libres.� Levant� una pierna hacia un lado y dirigi� su
polla erguida hacia mi acogedor co�ito cada vez m�s familiar y que ahora parec�a
pertenecerle.� Mis labios,� todav�a firmes pero hinchados y bien
lubrificados, permit�an que ese monstruoso poll�n entrara libremente. �
Me inclin� contra el sof� mientras me follaba con lujuria y pasi�n, compensando
por los d�as que no hab�amos jodido por su ausencia.� Me corr� dos veces
antes de que �l finalmente descargara su leche caliente profundamente dentro de
m�.� Cog� un pa�uelo de una caja y lo puse dentro de mis bragas, le di las
gracias, pero estaba retrasada en el trabajo y ten�a que irme. Me sent�a mejor
esta ma�ana que hac�a mucho tiempo�mientras atareada en mi trabajo sent�a
hormiguear mi chocho que no acababa de vaciarse.
Un fin de semana cuando mi marido miraba la televisi�n yo estaba otra vez en el
lavadero.� �ste era un lugar utilizado raramente el las ma�anas de s�bado
cuando la gente parec�a encontrar algo mejor que hacer con su tiempo libre.�
Comenzaba justo mi lavado cuando lleg� Daniel y empez� a hacer su tarea casera.
�
Entablamos conversaci�n y no tardamos mucho en abordar el tema del sexo, en
particular, sexo entre nosotros.� Not� que �l ten�a una erecci�n y como yo
me estaba poniendo cachonda, no era pr�ctico irnos a su apartamento esta ma�ana,
adem�s le hab�a dicho a Roberto que har�amos el amor cuando acabase el lavado.
Era evidente que Daniel estaba extremamente excitado, as� que mir� alrededor y
tuve una idea. �
Lo tom� por la mano y lo conduje al rinc�n del lavadero donde est�n los
distribuidores de jab�n.� Era una esquina oscura lejos de las ventanas.�
Cuando llegamos a las m�quinas, me ech� una mirada caprichosa.� Me puse en
cuclillas y baj� de su short hasta las rodillas.� Su herramienta gigante
sali� libremente de los l�mites de su short y en su punta hab�a secretado el
l�quido pegajoso que facilitaba su entrada en mi apretada rajita.� Tom� su
pija en mi mano, abr� mi boca y comenc� a lamer alrededor de la punta y despu�s
aspir� la cabeza parecida a un hongo con mi boca. �
Ya hab�a intentado hacerle una mamada pero su verga era demasiado sensible y
ten�a� tendencia a correrse demasiado r�pido. Nos gusta generalmente
prolongarlo un poco� cuando hacemos el amor o justo jodemos. Deslic� mi
mano arriba y abajo en toda su� longitud y aunque consegu�a apenas meter la
cabeza de su verga en mi boca, mam� febrilmente hasta que sent� sus bolas
apretarse y su tubo que comenzaba a palpitar.� Sab�a que se ven�a y no fui
decepcionada.� Tard� menos de cinco minutos en descargar en mi boca.�
Me dijo que encontraba extremamente estimulante ver a la esposa de su mejor
amigo de rodillas mamando su polla negra. �
No derram� ni una gota y cuando obtuvo su orgasmo, lam� toda su leche alrededor
de su punta hinchada y luego levant� sus pantalones. Le dije que pod�a
devolverme el favor alguna vez y �l me respondi� que ser�a su placer. �
Una vez que Roberto y Daniel iban a ir a una bolera, Daniel vino a nuestro piso
unos momentos antes de irse.� Cuando �l lleg� a casa, Roberto ten�a que ir
a la tienda de la esquina para traer un par de cosas que necesitaba para el d�a.�
Me sent�a muy caliente esa ma�ana y no pod�a contar con los hombres para
aliviarme, as� que tendr�a que hacerlo a escondidas en mi dormitorio y ocuparme
solita de mis necesidades.� �
Cuando Daniel apareci� en la puerta, mis planes cambiaron.� Sab�a que solo
tendr�a� algunos minutos a solas con �l antes de que Roberto volviese de la
tienda.
Estaba en el sal�n vestida con una bata de verano pues iba a ser un d�a
caluroso. No� ten�a sost�n, solo unas bragas tanga.� Lo miraba y
mientras levantaba mi falda por detr�s, me inclin� sobre el sof�. Le pregunt� si
quer�a ocuparse de m� antes de irse. No necesit� una segunda invitaci�n. �
Se puso inmediatamente detr�s de m� y le dije que ten�a que ser r�pido pues
Roberto estar�a de vuelta en cualquier momento.� Daniel ten�a un par de
shorts de gimnasia,� no tard� en sacar su gran belleza negra con su punta
r�gida presta para el ataque.� Corri� mis bragas a un lado de mi rajita y
con dos de sus dedos separ� los labios de mi (�o suyo?) tesoro lo suficiente
para meter la cabezota hinchada de su miembro� dentro de m�.� Despu�s
de un par de empujes firmes comenz� el mete y saca en mi c�lida vagina con mucho
br�o.
En apenas algunos momentos empec� a sentir palpitar mi vagina mientras Daniel me
empujaba contra el respaldo del sof� con sus penetraciones poderosas.�
Eyacul� poco despu�s que yo, acababa de retirar su verga, cuando o� abrir
la puerta del piso,�coloqu� de mis bragas sobre mi rajita, mientras que �l
levant� su short cubriendo su� polla todav�a empapada de nuestros jugos.
Cuando bes� a Roberto y dije adi�s a ambos para el d�a, sent�a la leche de
Daniel comenzar a escaparse fuera de mis bragas y comenzar a gotear por mis
piernas.� Tan pronto como los hombres se fueran, ech� a correr hacia el
dormitorio, me tumb� en� la cama y comenc� a frotar mi chocho todo hinchado
y pegajoso.� Esta humedad me procur� una sensaci�n mejor que la que
anticipaba de la actividad que estaba a punto de emprender cuando lleg� Daniel.�
Me quit� las bragas y las acerqu� a mi nariz �Qu� perfume! El olor de su esperma
mezclado con mis jugos, visualic� lo que �l hab�a visto cuando introdujo su
hermosa verga dentro de mi rubia rajita mientras estaba apoyada sobre el
respaldo del sof�.
Daniel y yo continuamos vi�ndonos un par de veces a la semana los dos a tres
a�os siguientes.� Mis genitales finalmente hab�an crecido o bien se hab�an
estirado para acomodar su preciosa herramienta. De tal manera que �l era el
�nico hombre que podr�a satisfacer mis necesidades sexuales.� Aunque mi
marido intentara, yo sab�a� que necesitaba m�s de lo que �l dispon�a para
ofrecerme.
El sexo con mi marido lleg� a ser trivial y casi nunca me
hac�a llegar al orgasmo, algo que Daniel siempre lograba.� Apenas hab�a
constatado que necesitaba la verga� de Daniel y que no podr�a sobrevivir
sin �l, que descubr� que no ser�a as�.� Daniel nos comunic� noticias
devastadoras, hab�a obtenido una promoci�n dentro de su� compa��a pero
tendr�a que irse al extranjero. �
In�til decir como qued� afligida, mucho m�s de lo que mi marido imaginaba.�
Organizamos una fiesta de despedida para Daniel, pero no me parec�a suficiente
para el amigo cercano (y amante) que era para m�. Dej� de tomar la p�ldora.
Establec� un plan para decirle adi�s de una manera m�s apropiada para Daniel y
para m�.
Convenc� a mi marido de que ten�a una reuni�n de la compa��a fuera de ciudad y
que me ir�a� el fin de semana.� Comuniqu� a Daniel lo que hab�a
planeado y que quer�a pasar el fin de semana con �l, si pod�a dejarme decirle
adi�s. �
Reserv� una suite en un peque�o hotel cerca de la ciudad para no perder mucho
tiempo en conducir. Fuimos a las cercan�as de la ciudad y lo conduje al palacio
de mis� fantas�as.� Pasamos el fin de semana entero en este hotel.�
Creo que la �nica vez que salimos de la cama fue para comer y tomar un ba�o
juntos.� Cuando volv� a casa el lunes por la ma�ana, apenas pod�a caminar,
me dol�a todo el cuerpo, entonces me di cuenta que decir adi�s es siempre una
cosa muy dura.� Dos semanas m�s tarde� me� preguntaba si el decir
adi�s me hab�a dejado con el ni�o de Daniel.� Solo el tiempo lo dir�a.
EPILOGO.- Nueve meses m�s tarde, despu�s de muchas
incertidumbres, sobre todo en cuesti�n de colores, era la feliz mam� de dos
hermosos gemelos, rubitos como yo.