Link camin� furtivamente por los pasillos de piedra, sus
botas apenas resonaban en el duro suelo de la fortaleza mientras el h�roe
avanzaba hacia su objetivo. El joven aventurero se encontraba en la fortaleza de
las gerudo, las ladronas del desierto que guardaban la puerta al Templo del
Esp�ritu. Buscando en el interior del baluarte, se escabull�a de las guardias y
se internaba lentamente en persecuci�n de una entrada al templo o de una pista.
Alcanz� con pasos vacilantes una gran sala pr�cticamente vac�a, una �nica
ventana peque�a iluminaba la estancia dejando ver una alfombra rudimentaria en
el suelo mientras que el techo se perd�a en las sombras.
And� un par de zancadas sobre el tejido y al poco noto algo
tras de s�. Se dio la vuelta alarmado y descubri� que le hab�an pillado: en la
entrada, una mujer se balanceaba suavemente con postura de lucha. Llevaba unos
pantalones ajustados naranjas y un chaleco corto sin mangas del mismo color que
dejaba ver su ombligo y gran parte de su piel bronceada por el Sol del desierto;
llevaba una melena rojiza sujeta en una coleta alta y sus enormes ojos verdes
chispeaban amenazantes. Andaba descalza con comodidad sobre la alfombra. Por
�ltimo y como m�s importante de su equipo, sujetaba dos cimitarras gemelas que
oscilaban en sus manos impacientes.
El joven desenvain� con presteza su espada y se ajust� el
escudo, adoptando tambi�n una posici�n apropiada para el combate. Se enzarzaron
en duelo sin pronunciar una palabra y las armas se cruzaron a velocidades de
v�rtigo. El guerrero mantuvo la espada alta y trat� de apartar las hojas de su
oponente de un solo golpe. Pero la Gerudo alz� una de ellas tras parar el golpe
con la otra y contraatac� con una estocada baja que Link detuvo con el escudo,
la mujer us� la hoja curva para deslizar su arma sobre la espada del joven y
atac� por el flanco mientras la otra cimitarra retornaba hacia arriba tras el
impacto con el escudo. El h�roe se escabull� a un lado para evitar el golpe
lateral y apart� la hoja que ascend�a con la espada, sin embargo, antes de que
devolviese los golpes, la misma hoja que detuvo se uni� a la otra en un doble
golpe lateral y ambas cimitarras cortaron el aire hacia el guerrero con una
distancia de un palmo entre ellas. Link salt� hacia atr�s con una voltereta y se
retir� unos instantes del combate. Su enemiga era m�s r�pida que �l y estaba
mejor armada, s�lo pod�a vencerla con astucia.
De nuevo se adelant� pero ahora con el escudo alzado ante �l
y la espada paralela al suelo en un costado, la gerudo detuvo la acometida
atacando el flanco opuesto del joven y el brazo que sujetaba la espada. Link
hizo un movimiento inesperado y movi� el escudo r�pidamente para parar ambos
ataque con un solo brazo, el lance funcion� y la mujer se encontr� con las
cimitarras apartadas a un lado y una hoja a punto de clavarse en su costado. A
duras penas, la mujer consigui� detener el golpe con la empu�adura de su arma
pero se inclin� hacia atr�s al hacerlo y el joven llev� a cabo la jugada que
esperaba. Mientras la gerudo retroced�a con el �mpetu del golpe, escurri� su
pierna detr�s del muslo de su enemiga y la empuj� con el escudo, haciendo que
cayera al piso. As� qued� la mujer tirada en la alfombra con ambas armas
apoyadas en el suelo y con la punta de la espada de Link en la garganta.
En los ojos verdes de la Gerudo apareci� un mundo de dudas.
El clan de ladronas ten�a reglas muy estrictas y una de ellas implicaba que
cualquier guardiana que fuera derrotada por un enemigo deb�a usar las t�cnicas
m�s sucias para eliminar a la amenaza para su tribu. Como tal, la joven conoc�a
las estratagemas m�s usadas entre las guerreras m�s experimentadas. Siendo un
grupo exclusivo de mujeres no era muy dif�cil adivinar que la t�ctica favorita
era el juego lujurioso que indefectiblemente acababa con la ejecuci�n del
atacante. No obstante, la guardiana de ojos verdes, a pesar de su habilidad con
las armas, era una de las m�s j�venes entre sus hermanas guerreras y nunca se
hab�a planteado llegar a usar ese recurso. Adem�s de eso, era demasiado joven
para entregarse a los rituales de reproducci�n que se hac�a con alg�n que otro
prisionero para asegurar la supervivencia de la tribu. En definitiva, a pesar de
vivir en una sociedad de mujeres que usaban sus encantos para sobrevivir, la
guerrera era virgen y no ten�a experiencia alguna en esos temas.
Link, ajeno a las dudas de la mujer, manten�a su espada e
intentaba decidir qu� hacer con ella. En ning�n caso matar�a a un ser humano y
mucho menos a una joven indefensa, dirigi� sus pupilas hacia abajo con ojos
cansados y su mirada se cruz� con la de la mujer. De ninguna manera, no podr�a
hacer el m�s m�nimo da�o a la propietaria de esas esmeraldas que taladraban su
conciencia con mirada inocente.
La lucha interior de la mujer se torn� abrumadora, ten�a que
detener al forastero pero con la espada apoyada sobre su garganta no ten�a
opci�n alguna. Clav� sus ojos en los del guerrero intentando parecer seductora
pero, a pesar de sus intentos, solo mostr� un rostro lleno de confusi�n y
temores que el extranjero interpret� como miedo a s� mismo. Por primera vez, las
palabras surgieron en aquel encuentro.
-No temas-dijo con voz tranquilizadora Link- no te har� da�o.
La mujer no se atrevi� a hablar, en sus labios murieron mil
preguntas sin respuesta �Por qu� no iba a deshacerse de ella? Se dio cuenta de
que cualquier forastero de los que hab�a o�do hablar no hubiera dudado en
matarla. Por alg�n motivo, sinti� afecto hacia el extra�o y, en lo m�s hondo de
su ser, descubri� que, a�n con las tornas invertidas, no podr�a matarlo. Pero
ten�a que pararle los pies, si segu�a por ese pasillo del fondo de la sala
encontrar�a uno de los almacenes de bot�n de las Gerudo y eso hab�a que evitarlo
como fuera. De nuevo busc� una soluci�n a las circunstancias. Podr�a intentar
moverse y recuperar sus armas pero no pod�a estar del todo segura de que el
forastero no la herir�a. Pero ese no era el problema, sab�a muy bien c�mo
detener a su agresor y al final, atormentada por las voces de su disciplina, no
tuvo m�s remedio que ceder.
Coloc� ambas manos en la hoja de la espada en lo que parec�a
un gesto de s�plica pero ,ante los ojos asombrados del joven, empuj� ligeramente
la punta, cortando la tela de su escote y dejando a la vista gran parte de sus
senos. El joven retir� su arma un poco, azorado, y mir� con aprensi�n al rostro
de la mujer, hab�a duda en �l, y algo m�s... �temor o excitaci�n?
Pero el h�roe no tard� en entender la estratagema de la
ladrona. Quer�a seducirlo para poder golpearlo en alg�n momento en el que se
descuidara. Pero sab�a que no pod�a dejarse llevar, a�n con el innegable
atractivo de la figura de la mujer o del deseo que pudiese despertar en �l. As�
pues, decidi� que la tomar�a como reh�n, se agach� colocando la hoja de nuevo en
la garganta y susurr� al o�do de la chica.
-Ahora tu y yo vamos a continuar por aqu�- dijo intentando
aparentar seguridad- y no quiero nada de trucos.-
El rostro de la Gerudo se gir� para mirar directamente a los
ojos grises del joven. Con sorpresa, Link descubri� que varias l�grimas
afloraban desde los infinitos pozos verdes que adornaban su cara.
Inconscientemente, el h�roe se acerc� a aquellos misteriosos ojos y de pronto se
encontr� con que sus labios se hab�an pegado a los de la mujer. Se retir� con un
rostro inexpresivo y se toc� la boca con dos dedos, incr�dulo por lo que hab�a
hecho.
Not� el contacto en la nuca de dos dedos y se dio cuenta de
lo idiota que hab�a sido, la mujer le iba a partir el cuello con una sola mano,
sinti� como la palma se colocaba con rapidez en la posici�n adecuada y como el
incide y el pulgar se engarzaban opuestos: un giro de la mu�eca y estaba
muerto.... Sin embargo la mujer no hizo aquello ni mucho menos, esperando el
ataque letal con terror, el joven se qued� paralizado. De repente, la mano lo
empuj� hacia la chica y el asombrado h�roe no se percat� de nada hasta que
estaba besando de nuevo los labios de la Gerudo y no solo eso, la mujer le
correspond�a apretando su rostro contra el suyo y los maravillosos ojos verdes
se hab�an cerrado en mudo regocijo. Se separ� de ella jadeando y clav� su mirada
en su figura, que se retorc�a bajo el cuero del chaleco, su carne temblaba por
la impresi�n y en los bien formados rasgos de su cara nacieron mil centellas de
rubor, ti�endo sus mejillas de oscuro carmes� sobre la ya morena tonalidad de su
piel. Link tom� la mano de la mujer y la ayud� a sentarse, luego se arrodill� �l
mismo al lado y la estrech� en sus brazos.
�Qu� estaba pasando? El h�roe no entend�a nada del arrebato
que hab�a cogido a ambos guerreros tan r�pidamente y a�n menos entend�a qu�
sent�a por la mujer �amor? No, no era posible sentir amor tan r�pido, atracci�n
s� pues era innegablemente bella pero eso no explicaba nada. �Afecto? La mir� de
nuevo. S�, el afecto pod�a haberse despertado al ver aquellas inocentes l�grimas
de duda y miedo o al admirar su capacidad para la lucha.
La joven temblaba encerrada en su abrazo, la calidez de su
cuerpo pegado al suyo le provocaba estremecimientos al guerrero y la fuerza con
la que los brazos de la mujer lo atra�an le resultaba irresistible. Dirigi� sus
labios de nuevo a los de ella pero antes de alcanzarlos cambi� de opini�n y
pregunt�.
-�C�mo te llamas?-
Ella lo mir� largo tiempo antes de contestar- Naisha.
�l repiti� su nombre, probando su sonido-Yo soy Link-
respondi� con una ligera inclinaci�n de cabeza.
Se rieron unos segundos y luego sus voces hablaron inseguras,
cont�ndose sus vidas y sus deseos... al cabo de unos minutos sus labios estaban
demasiado ocupados para hablar. Link comenz� a empujar a la joven hacia el piso
y ella no ofreci� resistencia. Luego la propia Naisha retir� parte de los
cordones que ataban su chaleco y dej� al descubierto otra pieza de tela rojiza
m�s fina que se ajustaba a las formas de la prenda retirada y que no cubr�a la
piel entre sus senos. Un poco azorado, el chico se dedic� a acariciar la piel
del vientre de la guerrera sin atreverse a tocar la tela que cubr�a escasamente
su cuerpo.
Finalmente, Naisha se alz� un poco y la prenda se desliz� con
suavidad por sus brazos, cayendo al suelo y dejando su torso desnudo. Se
ruboriz� de nuevo sobremanera por su impulsividad y abraz� a su compa�ero para
que su piel desnuda tocase el pecho de �ste y cogiera confianza. Link tembl� al
percibir el contacto de los pechos de la mujer con la tela de su t�nica y la
tom� con desenfreno, bes�ndola nuevamente. Lentamente, descendi� por su barbilla
y su cuello mientras ella apretaba su cabeza contra su cuerpo, aferr�ndose a su
cabello casta�o. Dirigi� sus labios a los pechos de la mujer y los suspiros de
Naisha no tardaron en dejarse o�r cuando aplic� su boca a estos. La mujer lo
inst� a bajar lentamente en su lascivo recorrido hasta llegar al punto en el que
los pantalones torneaban su cintura.
Link tom� la prenda y la retir� con cuidado, mientras ella
levantaba las piernas para facilitarle la tarea. �l admir� su figura con detalle
y ella le sonri� con picard�a, a�n manteniendo un aire de eterna inocencia pese
a su desnudez. Sus piernas mostraban con ostentosidad la perfecci�n de su
cuerpo, sus nalgas redondeadas y su ingle de pendiente suave. El adiestramiento,
que imped�a a las gerudo permitir el m�s m�nimo defecto en sus cuerpos, hac�a
que la belleza de la mujer rayase en lo sobrenatural. Link alz� el rostro un
poco y mantuvo una de las piernas de la mujer en alto a la vez que comenzaba a
besar la parte de atr�s de la rodilla, ella se estremeci� y se apoy� m�s
c�modamente en el suelo. �l descendi� con desquiciante lentitud por su muslo y
se intern� poco a poco hacia la fuente de su excitaci�n. Naisha se revolvi� un
poco por los nervios y la impaciencia y abri� sus verdes ojos exageradamente
cuando not� que el joven hab�a alcanzado el fin de su inspirador trayecto.
Gimi� ruidosamente a medida que en ella crec�a la presi�n del
placer donado por su amante y tom� la cabeza de Link, empuj�ndola ligeramente
hacia su interior. Pasaron varios minutos en los que los peque�os gritos de la
mujer inundaron la estancia hasta que la guerrera rompi� su resistencia y se
dej� llevar por un mill�n de explosiones h�medas que se sucedieron en su cuerpo
hasta que las l�grimas salieron por sus ojos y varias gotas de su placer
descendieron por su entrepierna. Su voz se hab�a perdido en el proceso y s�lo
solt� unos cuantos suspiros ahogados mientras se recuperaba de su primer
orgasmo.
Link la mir� y ella le devolvi� un rostro repleto de ternura
y agradecimiento. La ayud� a levantarse y la bes� con ansia mal reprimida.
Naisha sonri� con malicia e hizo un movimiento r�pido, imitaci�n del que hab�a
usado �l para derrotarla y lo tir� al piso, luego se abalanz� sobre �l y lo
ayud� a liberar se de su t�nica, dejando su pecho al descubierto. Seguidamente
arranco casi literalmente las botas de sus pies y tir� con brusquedad de los
pantalones, todo ello con una mirada de pasi�n irrefrenable. Aprision� las manos
de Link contra el piso con las suyas y pas� una pierna sobre el torso del joven,
quedando a horcajadas encima de su vientre. Se alz� un poco y solt� una de las
manos del chico para colocar el miembro de �ste en su entrada. Retom� la postura
de dominaci�n y descendi� con cuidado, la cara del h�roe se desfigur� por lo que
sent�a y ella tambi�n demostr� su placer lanzando un par de quejidos.
No obstante, Naisha sent�a un dolor agudo aunque leve que
quitaba mucho encanto al momento. Impaciente, se dej� caer con fuerza sobre �l y
llorique� por haber roto la barrera en su interior tan bruscamente. Jade�
alej�ndose del dolor y luego comenz� a moverse a medida que este abandonaba su
cuerpo. Primero se alz� y baj� con lentitud, probando. Luego lo cabalg� con m�s
ritmo, jadeando a cada embestida. Se mantuvo as� un tiempo hasta que alz� su
rostro y solt� un grito prolongado. Sin fuerzas, se recost� sobre su amante y
luego se hizo a un lado, quedando tirada en el suelo y a�n respirando
ruidosamente.
�l iba a levantarse pero ella lo detuvo colocando un brazo
sobre su pecho. Le dedic� una mirada larga y una sonrisa lasciva a la vez que
tiraba hacia s� de su hombro. Link comprendi� y se coloc� sobre ella,
intern�ndose de nuevo en sus profundidades mientras la besaba. Luego comenz�
otra vez a moverse con suavidad, ella gimi� y entrelaz� sus piernas a su
espalda. Excitado por ello, Link empuj� m�s profundamente y ella respondi�
cerrando los ojos con fuerza y oblig�ndole a sellar sus labios con los suyos.
Finalmente los movimientos se precipitaron a una �ltima embestida y ambos
soltaron sus bocas solo para soltar un grito que debi� resonar por todo el
edificio.
Ella bajo las piernas y se quedaron en esa postura unos
segundos, jadeando y disfrutando del c�lido contacto de sus cuerpos. Se besaron
otra vez y cayeron casi desmayados con la alfombra empapada como lecho.