Relato: Un botones muy complaciente



Relato: Un botones muy complaciente

Hola, amigos,


Hoy les quiero contar sobre alguna vez que estuve trabajando
en sierto hotel de la ciudad de Medell�n, como botones y servicios generales. El
caso es que hace un par de meses sucedi� algo que me cambi� las expectativas en
este trabajo. Yo era hasta entonces un man normal, que habia tenido ciertas
aventuras con algunos manes, pero para mi la bisexualidad es muy normal y no le
veia nada de extra�o, en este trabajo me fascinaba ver a la cantidad de tipos
chimbas que llegaban de otras partes del pais y del extranjero, siempre que
pod�a me met�a en el servicio, y me la meneaba mientras fantaseaba con ess tipos
o algunas viejas, era lo que m�s me gustaba.


Bueno, pues el caso es que un d�a lleg� al hotel un joven
como de 27 � 28 a�os, era un directivo de estos agresivos, de traje impecable,
guapo y seguro de s� mismo. Estaba alojado en una buena habitaci�n, se ve�a que
deb�a tener un alto cargo en su empresa, a pesar de su juventud. El caso es que
me llam� la atenci�n porque me mir� algo m�s de lo normal en estos casos. Cuando
le dej� la maleta en su habitaci�n, me sonri� muy amablemente y me dio un
billete de 50.000 pesos, una propina que jam�s me hab�a dado nadie. Ampli� a�n
m�s la sonrisa y me pareci� que me gui�aba un ojo, aunque a lo mejor fue solo la
impresi�n.


El caso es que me fui un poco mosqueado; me estaba oliendo
que el man me estaba tirando los perros, pero no estaba seguro�


Bueno, el caso es que, estando de servicio, vi entrar por la
tarde a un chico que yo conozco de vista: es un chico de compa��a, un gigol�, un
puto para hombres de una casa de citas que hay muy cerca de mi hotel. Me llam�
la atenci�n y pens� que quiz� lo hubiera llamado el joven ejecutivo agresivo.
Quise satisfacer mi (malsana, es cierto) curiosidad, y sub� por el ascensor de
servicio. Mi hotel no es muy alto, s�lo cinco pisos, as� que me fue f�cil o�r en
qu� piso se quedaba el chico. En efecto, era la penultimo piso, donde se alojaba
el ejecutivo. Lo segu� a distancia; conozco bien el hotel y s� d�nde se puede
uno camuflar. El caso es que, como imaginaba, se detuvo ante la puerta 2...;
llam�, y desde mi posici�n pude ver c�mo el ejecutivo abr�a la puerta s�lo
ataviado con una peque�a toalla, como si saliera de darse una ducha. �Me
creer�is si os digo que se me estaba poniendo dura? Mi mente volaba, porque
te�ricamente aquello era s�lo un poco de morbo, confirmar que, como supon�a, el
ejecutivo era maric�n, pero lo cierto es que ten�a el nabo totalmente empalmado.
Supuse que era cuesti�n de la excitaci�n del momento, del miedo a que me
pudieran sorprender espiando.


Pero algo me hac�a continuar; �qu� har�an esos dos, ah�, en
su habitaci�n, solos? La verdad es que nunca hab�a visto nada parecido en el
hotel, as� que, aunque ten�a alguna idea de lo que hac�an, no lo sab�a con
seguridad. La curiosidad me hizo concebir un plan m�s bien disparatado: las
habitaciones de aquel ala ten�an terrazas a una zona interior, poco frecuentada.
El caso es que la habitaci�n de al lado de la que ocupaba el ejecutivo (y ahora
tambi�n el puto) estaba vac�a, as� que se me pas� por la cabeza una idea
descabellada. Quise rechazarla, como hubiera hecho en una situaci�n normal, pero
estaba tan excitado con aquella situaci�n, que no pude hacerlo. Corr� hasta
recepci�n; no estaba el conserje; tom� la llave de la habitaci�n de al lado y
sub� r�pidamente en el ascensor. Entr� en la habitaci�n y puse la oreja en la
pared; parec�a escucharse algo remoto, pero no consegu�a saber qu� era.
Entonces, abr� la terraza y me aproxim� a la barandilla. No era dif�cil saltar a
la otra terraza. Mir� a la calle, que estaba desierta, tragu� saliva, y me
decid� a saltar. No me cost� trabajo. Enseguida me agach�, para no delatar mi
presencia, y me acerqu� a las vidrieras.


Mir�, con sumo cuidado, hacia dentro de la habitaci�n; lo que
vi me dej� helado: el puto estaba desnudo, tumbado en la cama boca arriba, y el
ejecutivo, tambi�n desnudo, se la estaba mamando. Desde mi perspectiva pod�a ver
perfectamente como la boca del ejecutivo se tragaba una y otra vez el nabo del
puto, que, por cierto, era un rabo bastante considerable, a pesar de lo cual el
ejecutivo deb�a tener unas tragaderas enormes, porque el carajo desaparec�a por
completo en su boca, cuando, as� a ojo de buen cubero, no deb�a medir menos de
22 cent�metros.


Aquella imagen me termin� de poner cachondo del todo, y no
tuve m�s remedio que sacarme el nabo y ponerme a hacerme una paja. Tuve que
reconocer que me estaba gustando much�simo, y por un momento, aunque apenas si
ten�a tiempo de otra cosa que de pajearme como un loco y babear de placer, me
imagin� c�mo ser�a tener un cacharro como ese en la boca. Me fij� que el
ejecutivo ten�a los ojos cerrados, como si estuviera en el para�so, y tambi�n me
di cuenta de que su polla tambi�n estaba erecta, y que era enorme, a�n m�s que
la del puto; calcul� que no menos de 25 � 26 cent�metros de polla, con un
cabez�n muy grande, sonrosado y desplegado a toda potencia.


El puto se arque� en la cama (no o�a nada, s�lo pod�a ver), y
el ejecutivo se sac� el carajo de la boca y se qued� con la lengua totalmente
sacada, como si fuera una alfombra, debajo del nabo del chico. No sab�a qu�
estaba haciendo, hasta que pude ver c�mo del rabo del puto sal�a un gran
churret�n de leche, que se col� dentro de la boca del ejecutivo limpiamente; le
debi� de llegar pr�cticamente hasta el est�mago, de lo fuerte que iba.


El segundo trallazo fue m�s moderado y le cay� en la lengua,
y otros tres o cuatro m�s siguieron el mismo camino; pude ver desde la vidriera
c�mo la lengua del ejecutivo temblaba, y comprend� que era de placer. Cuando la
tuvo totalmente empapada de aquel l�quido blanquecino, sepult� el nabo, que a�n
emit�a algunas gotas de semen, en su boca, y volvi� a chupar el carajo del puto,
regode�ndose en aquella sustancia que yo jam�s hab�a imaginado que pudiera ser
algo tan delicioso como, al parecer, era, al menos a la vista del rostro del
ejecutivo, que hab�a abierto los ojos y ten�a la mirada perdida, como si no le
importara nada en este mundo m�s all� de estar, en aquel momento, con la boca
llena de leche.


El puto, tras pasar alg�n tiempo, se levant� y parece que
convenci� al ejecutivo de que dejara de chuparle la polla, porque ya no hab�a
m�s leche. El hombre se sac� el nabo de la boca, a rega�adientes, y le dijo algo
al otro. Al momento, ambos desaparecieron en el cuarto de ba�o.


Yo estaba a reventar, mene�ndomela como un loco. Lo que hab�a
visto me hab�a gustado much�simo, pero quer�a m�s. Mi mente calenturienta pens�
deprisa. Estaba claro que hab�an entrado a darse una ducha, quiz� juntos, y que
posiblemente volver�an a la cama a seguir su fiesta. As� que, sin pensarlo dos
veces (si lo hubiera hecho no me habr�a atrevido), intent� abrir la puerta de
cristal de la habitaci�n; afortunadamente, no estaba echado el cierre, as� que
me introduje silenciosamente en el cuarto. Inspeccion� la estancia, para ver
d�nde me podr�a situar con buena visi�n y sin correr peligro de ser descubierto.
En ello estaba cuando escuch� la puerta del cuarto de ba�o; estaban saliendo, y
yo all� en medio, agachado.


Tuve una intuici�n y me lanc� debajo de la cama, justo a
tiempo, porque un momento despu�s, desde debajo del colch�n, vi aparecer los
pies descalzos de los dos hombres. Por la posici�n intu� que se estaban besando
en la boca. Poco despu�s ambos se arrojaron sobre la cama, y empec� a o�r de
nuevo unos chupetones; no sab�a qui�n mamaba ahora, aunque el sonido parec�a
diferente. Como me pareci� que all� abajo estaba seguro, y estaba tan caliente,
decid� desnudarme por completo; quer�a gozar de aquel momento, de estar desnudo
bajo una cama en la que dos t�os estaban disfrutando del sexo. Si alguien me
hubiera dicho, s�lo dos horas antes, que iba a hacer aquello, ma habr�a reido
como un loco.


Me quit� la camisa, el pantal�n, los zapatos y calcetines, y
me qued�, paje�ndome, debajo del colch�n, mientras notaba el peso de los dos
cuerpos. Pens� entonces que, si, como parec�a, los que chupaban pollas cerraban
los ojos para mejor disfrutar, a lo mejor podr�a sacar mi cabeza para ver lo que
estaban haciendo, sin que me vieran. Era una locura, claro, porque era muy
arriesgado. Pero, llegado a ese punto, yo estaba ya totalmente fuera de m� y
poco me importaba nada que no fuera ver qu� estaba pasando a tan pocos
cent�metros de m�. As� que, con sumo cuidado, fui sacando la cabeza por uno de
los costados de la cama. Desde esta nueva posici�n, vi como ahora era el puto el
que le mamaba el nabo al ejecutivo. En efecto, ten�a los ojos cerrados, mientras
alojaba dentro de su boca buena parte del enorme rabo del hombre. Se ve que
�ste, a pesar de ser profesional del sexo, no ten�a tan buenas tragaderas como
el mayor. Se me ocurri� entonces otra idea espl�ndida: como el puto estaba
tumbado sobre el cuerpo del otro, su parte inferior sobresal�a por los pies de
la cama; as� que yo podr�a tener una visi�n perfecta de su nabo, a poca
distancia, y sin riesgo alguno.


As� lo hice: al asomarme por debajo de la cama, a los pies,
casi me desmayo: el chico estaba efectivamente con la parte inferior de su
cuerpo colgando de la cama, y su rabo, totalmente desplegado, colgaba poderoso
entre sus piernas, a poco m�s de diez cent�metros de mi cabeza. Pude entonces
comprobar la hermosura de aquel nabo, de cabeza poderosa y aerodin�mico,
brillante, de cuyo ojete sal�an algunas peque�as gotas de l�quido preseminal. Me
qued� embobado viendo el paisaje, as� que no fue raro que, cuando el puto, sin
tocarse siquiera, se corri�, me cayera un trallazo de leche en la boca, que
ten�a entreabierta; la palade� un instante, confirmando la impresi�n de que era
un n�ctar, un l�quido sabros�simo. Abr� la boca desmesuradamente para que no me
escapara ni una gota, y lo consegu�: me cayeron tres trallazos m�s, a cual m�s
suculento, y me qued� all�, con la boca abierta, esperando que cayera un goter�n
vacilante que permanec�a a�n semipegado al glande. Por fin cay� en mi boca, y lo
palade� con glotoner�a. Escuch� entonces al mayor como gem�a estent�reamente, y
supe, sin verlo, que se estaba corriendo en la boca del puto. �C�mo lo envidi�!


Poco despu�s ambos entraron en el cuarto de ba�o, y yo por
fin me corr� con mi paja, debajo de la cama. Fue el orgasmo m�s brutal que hab�a
tenido hasta entonces. Pero entonces me di cuenta de la locura que hab�a hecho,
y me vest� y sal� de la habitaci�n, de nuevo por la terraza, en volandas. Ya en
recepci�n, vi como, al poco, sal�a el puto, que me sonri� al pasar, sin tener ni
idea de que pocos minutos antes yo me hab�a tragado toda su carga de leche sin
�l saberlo.


A la media hora, cuando todav�a no me hab�a repuesto de la
impresi�n de aquella tarde, llamaron al servicio de habitaciones. Era el
ejecutivo, que ped�a un refresco. Me dieron el encargo y sub� a su cuarto. Por
el camino decid� que quer�a llegar m�s all� y sentir en mi boca aquel pedazo de
cacharro que hab�a visto en la del puto. Estaba loco, lo sab�a, pero no pod�a
hacer otra cosa, estaba totalmente salido y mi nabo de nuevo estaba como una
bomba.


As� que entr� primero en el cuarto que tenemos para el
servicio; hab�a pensado lo que iba a hacer, y lo hice: me quit� los pantalones y
los slips, no me puse ropa interior y me coloqu� unos pantalones m�s antiguos
que ten�a del a�o anterior, que se me hab�an quedado peque�os. Me mir� en el
espejo y s�lo de verme el pantal�n pegado al cuerpo, marc�ndome la raja del culo
como el de una maricona, me excit� enormemente; por delante el nabo se me
marcaba hacia uno de los lados, como si llevara un gran pepino en el bolsillo.
Tragu� saliva y tom� la bandeja con el refresco. Golpe� en la puerta del
ejecutivo, muy nervioso por lo que estaba haciendo. Me abri� y me sonri�; estaba
con un albornoz puesto, supongo que despu�s de la segunda ducha. Entr�, con
nervios pero decidido, y not� como su mirada se posaba sobre mi culo.


Debi� de gustarle, porque me pareci� escuchar una especie de
silbido amortiguado. Me gir� hacia �l, ya sin la bandeja que me ocultaba el
paquete, y el nabo, totalmente empalmado, se me deb�a de marcar soberbiamente
por debajo del pantal�n, porque el hombre no quitaba la vista de aquella zona.
Not� que estaba absorto, y yo no sab�a muy bien qu� hacer, aunque se supon�a que
deb�a esperar por si me daba alguna propina. El hombre finalmente reaccion�, y
me dijo algo de que si pod�a ver una cosa del cuarto de ba�o, que parec�a no ir
bien. Yo acud� diligente, entr� en la estancia de servicio, seguido muy de cerca
del hombre, cuya respiraci�n se notaba entrecortada, como si estuviera muy
excitado.


--Mira, es que parece que no funciona bien la llave que da
paso a la ducha o al grifo de la ba�era.


Yo me agach�, aparentemente muy interesado por lo que me
dec�a, para manipular la llave, pero cuidando de poner el culo bien en pompa;
notaba el pantal�n metido en la raja del culo, pr�cticamente roz�ndome el
agujero, y mir� a hurtadillas, por debajo de mi cuerpo, hacia el hombre. Estaba
algo m�s atr�s, embobado mir�ndome el culo, con la boca abierta, y ten�a la mano
metida dentro del albornoz, a la altura de su carajo. Lo ten�a en el bote, pero
a�n hab�a algo que me imped�a dar el paso definitivo. Abr� la llave de la ba�era
y el agua sali� por la ducha, en vez de por abajo. Yo estaba justo debajo de la
regadera, as� que me cay� un gran chorro de agua, empap�ndome la camisa y el
pantal�n. Me ech� atr�s, pero ya era tarde, estaba chorreando de agua. El hombre
tartamude� un poco, totalmente excitado.


--Lo siento mucho, no te preocupes, te presto algo para que
te lo puedas poner... qu�tate esa ropa, anda.


Yo no me hice de rogar; mirando al suelo, pero realmente
observ�ndolo de reojo, me quit� la camisa, y comprob� como miraba arrobado mis
pectorales bien marcados, aunque sin exagerar, y mis m�sculos moldeados en el
gimnasio. El hombre ni siquiera se dio cuenta de que no me hab�a tra�do la ropa
que me prometi�, pero yo no iba a record�rselo. Me abr� despu�s el bot�n del
pantal�n, baje la cremallera, y me baj� despacio el pantal�n. Mi nabo salt� como
un resorte, brillante y excitado. El ejecutivo ya no pudo resistir m�s y, como
si estuviera hipnotizado, se agach� delante de m� y se meti� la polla en la
boca. Cuando sent� mi cacharro dentro de aquella cavidad h�meda, caliente y
suave, no s� c�mo no me corr� inmediatamente. Yo no estoy nada mal dotado, como
he dicho, pero el hombre se met�a mi carajo hasta adentro, con unas tragaderas
prodigiosas: enterraba la nariz en mi vientre, y el labio inferior besaba mis
huevos.


Chupaba con aut�ntica maestr�a, pero sobre todo con gula:
nadie dir�a que apenas media hora antes hab�a estado chupando otro nabo. No pude
aguantar m�s y sent� c�mo me corr�a: el hombre me recibi� dentro de su boca,
pero con el glande sobre la lengua, para notar cada churretazo de leche; abri�
los ojos y vi entonces, tan cerca, esa mirada perdida, esa impresi�n de que en
aquel momento podr�a hacerle lo que fuera, incluso matarlo, y no pondr�a
resistencia alguna, pues su �nico y exclusivo punto de atenci�n era recibir mi
leche en su boca. Me estuvo mamando el nabo hasta que pr�cticamente me lo
exprimi�.


Tuve que sac�rselo casi de la boca. Me mir�, sonriendo, y yo
hice entonces lo que hab�a ido a hacer all�: me agach� y me acerqu� a su polla.
Era grande, muy grande, y desde tan cerca parec�a a�n m�s grande. No sab�a si
ser�a capaz de alojar un cacharro tan enorme entre mis labios, sobre todo el
capullo era grand�simo.


Abr� la boca, inexperto, y primero me dediqu� a darle
chupaditas con la lengua, para ver a qu� sab�a; los jugos preseminales me
parecieron una delicia, y leng�ete� con m�s insistencia. Conforme iba chup�ndole
el glande, not� como mi nabo crec�a de nuevo en mi entrepierna. Prob� a meterme
el capullo entero en la boca: abr� la m�a al m�ximo y me lo met�.
Afortunadamente, ten�a buena capacidad para abrir las mand�bulas, as� que entr�
limpiamente. Me dediqu� a chupetearlo como un caramelo sensual, sexual, er�tico,
y aquellos jugos preseminales me anunciaban un gusto a�n mejor. Era como un gran
trozo de carne caliente y palpitante. Hice un esfuerzo y me met� dentro de la
boca un buen pedazo de aquel carajo ardiente, por lo menos hasta la mitad; no
menos de 12 � 13 cent�metros alojaba mi cavidad bucal, pero a�n quedaban otros
tantos fuera. Sin embargo, la punta del nabo choc� contra mis am�gdalas; me dio
un poco de arcada, pero no me arredr�; ahuequ� la garganta, como hab�a visto que
hac�a el hombre con el puto, y me met� otro buen pedazo de carajo en la boca;
sent� como el glande traspasaba, con alg�n problema, las am�gdalas, y not� como
aquel ob�s impresionante se alojaba en mi garganta, en busca del es�fago. En ese
momento me sent� lleno, completamente lleno, y supe que quer�a mantener ese nabo
enorme dentro de mi boca y meterlo cuanto m�s adentro mejor.


A�n me quedaba algo de su carajo fuera, y ahuequ� hasta lo
inveros�mil la garganta, consiguiendo que aquellos 25 � 26 cent�metros de polla
aerodin�mica, grande y gruesa, entraran por el breve peaje de mis labios. Not�
como mi nariz se enterraba en su pelambre p�bica, que ol�a a macho, a sabores
oscuros, y por debajo mi labio inferior choc� contra sus huevos, que estaban
gord�simos. Mi propio nabo se hab�a puesto como una estaca, y tem� correrme otra
vez, tan pronto, aunque mi atenci�n resid�a entonces en aquel gran pedazo de
carne caliente que entraba y sal�a de mis labios, una y otra vez. El hombre
hab�a descubierto mis dotes para tragar y el t�o me sacaba el nabo hasta el
glande, y despu�s me lo bombeaba hasta adentro; era como tragarme un autob�s,
pero cuanto m�s me lo alojaba en la garganta, m�s excitado me sent�a.


De pronto, el hombre empez� a jadear m�s fuerte, y adivin�
qu� ven�a: me saqu� la polla de la boca y coloqu� el glande sobre la lengua,
tr�mula de la emoci�n: el primer trallazo entr�, visto y no visto, directamente
a la garganta; no consent� que ocurriera otra vez, y sepult� el glande entre mis
labios. Sent� entonces aquel l�quido caliente y pegajoso, y comprend� entonces
la mirada perdida de mi amante: era un sabor extra�o, un elixir er�tico
indescriptible, una sustancia c�lida que se quedaba en la boca y cuyo sabor no
se iba f�cilmente. A pesar de su reciente corrida, los gordos huevos del hombre
ya hab�an fabricado una buena raci�n de leche, que me tragu� �vidamente,
rebuscando al final en el ojete, en busca de esa �ltima gota que consegu�.


El hombre me levant� de mi posici�n de cuclillas y me bes� en
la boca. Not� el sabor de mi semen en sus labios, pero el muy cabr�n lo que
quer�a era hacerse con su leche contenida en mi boca; pelearon nuestras lenguas
y la cosa qued� en empate: mezclamos las dos leches y tuvimos as� un batido de
ambas.


Desde ese d�a, siempre que viene un hombre solo, e intuyo
alguna mirada m�s larga de lo normal en el cliente, me cambio de pantalones, me
coloco el de talla peque�a sin slip y me ofrezco a arreglarle la ducha, que
procuro previamente que no funcione bien. �Sab�is una cosa? Suele funcionar... y
no me refiero a la ducha.




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Relato: Un botones muy complaciente
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