Relatos cortos basados en mi peque�a (pero selecta) colecci�n
de fotograf�as bdsm.
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Harto de ver su cara dulce y angelical, decid� ponerle una
m�scara que nos recordara, tanto o m�s a m� que a ella, que era s�lo una
esclava, una furcia de usar y tirar.
Era de latex, blanca, y ten�a una abertura a la altura de la
boca con forma de labios vaginales. Se me ocurri� adornarla con unos anillos,
para darle un aspecto a�n m�s kinky.
Zorra, p�ntate bien, como la ramera que eres. �
S� amo. �
Se puso sombra de ojos verdes y carm�n rojo pasi�n.
Suficiente. Ahora... ponte esto. �
Le di la m�scara y se la puso sin rechistar. Sus ojos,
manchados los p�rpados por completo de maquillaje, me miraban, las pesta�as
largas, y su boquita roja aparec�a entre los labios simulados de goma. Me sac�
la lengua.
Perfecto. Ahora tengo una puta con dos co�os que follar.
�De rodillas! �
Obedeci�. Me miraba, provocadora. Me baj� el tanga y le
mostr� la verga, bien tiesa, lista para ser adorada por sus labios de puta
barata. Le puse una mano detr�s de la cabeza y la empuj� hacia m�. Pronto me
estremec� de placer al notar mi pene calentado por su boca, penetr�ndola hasta
el fondo.
Me la empec� a follar. Aferraba la piel de mi sable de modo
que me masturbaba con cada embestida. No era una felaci�n normal, su lengua
estaba demasiado quieta. La separ� de m� para observarla.
All� estaba, silenciosa, como ri�ndose tras su m�scara de
cara de co�o. Me sac� otra vez la lengua y hizo girar un par de anillos al
hacerme burla. No lo pude aguantar. Volv� a clavarle mi tranca, m�s r�pido que
antes, y a bombear. Y cada cierto tiempo, volv�a a apartar su cara de mi bajo
vientre para deleitarme con su provocadora lengua y su mirada.
Me corr� dentro de su boca. Se lo trag� todo, fue el momento
en que m�s not� el movimiento de su lengua. Cubri� el glande con ella, sorbi�, y
lo limpi� con esmero. Exactamente lo que se esperaba de ella.
Cuando qued� satisfecho, me abroch� el pantal�n, le di una
bofetada a aquella cara an�nima y sonriente y cog� el l�piz de labios para
escribir sobre su frente: "puta".
Lo que m�s la humillaba no era el permanecer de pie, los
pechos anillados al aire, el talle ce�ido por un corset que la imped�a respirar
y andar con normalidad, y una mordaza de bola llenando su boca. Total, no ten�a
nada que decir...
Ni siquiera le importaba sostener la cadena en su mano
enguantada, colgando del collar de perra, ni el no llevar bragas, aunque s� unas
medias y liguero negros. No, eso le daba m�s o menos igual. Eran los caprichos
del amo y s�lo ten�a que cumplirlos. Eso de hecho la satisfac�a, la gustaba.
Porque lo que realmente la humillaba era haber descubierto su
faceta masoquista y sumisa a los cincuenta a�os, y que cada vez que su amo la
daba un azote en el culo para recordarle su lugar en el mundo, ella no se echaba
a llorar, agradecida.
�Hab�a secado sus l�grimas la frustraci�n de una juventud
lozana llevando una vida sexual ordinaria?
No me importa. Vas a salir de paseo as�. - dijo el amo,
equivocando la tristeza de los ojos de Julia con la verg�enza.
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El calor hace que el ajustad�simo vestido de vinilo violeta
se adhiera como una segunda piel al cuerpo voluptuoso de la esclava.
Le gustar�a un poco m�s de libertad, pero tiene las manos
atadas, al igual que los tobillos, y ambas articulaciones est�n enlazadas por un
cabo de cuerda blanca.
Las medias empiezan justo donde termina el vestido. Nota las
hebillas met�licas del portaligas calientes.
�Y d�nde est� el ama? La ha dejado ya mucho tiempo sola para
que meditase sobre su mal comportamiento y desobediencia. La esclava quiere
verla, sentirla cerca, pendiente de ella, aunque s�lo pueda ver sus delicados
pies y tobillos.
Por fin, la se�ora vuelve. La esclava ve los zapatos de tac�n
afilado pararse junto a ella, y detr�s de la media oscura, el tatuaje que tanto
la excita besar cuando su due�a le ordena adorarle los pies.
Bien, escalva desobediente. �Has reflexionado sobre tu
conducta? �
�S� ama! He sido una muy mala esclava que merece un
severo correctivo. �
As� es. Pero m�s importante que eso es el prop�sito de no
volver a desobedecerme. �
S�, ama. Lo siento... �
Finge un poco estar de verdad compungida, porque en realidad
est� muy feliz de tener los pies de su divina se�ora tan cerca, al alcance de su
lengua y labios.
�Volver�s a hacerlo? �
No, mi ama, lo prometo. �
�J�ralo! �
�Lo juro, ama! �
Bien, ahora puedes besarme los pies. Despu�s te aplicar�
el castigo conveniente a tu falta. �
La esclava no cabe en s� de gozo. Cierra los ojos y deja que
sus labios se estampen en un c�lido, c�lido beso, sobre el tatuaje: un cuchillo
rodeado por los anillos de una serpiente.
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Al ver aquel traje-prisi�n, todo de cuero, asegurado por
innumerables correas, tuve la primera erecci�n.
Todav�a no. - me reprendi� el ama, y apoyando la punta de
la fusta sobre mi glande hizo bajar al pene rebelde.
Pronto mi cuerpo empez� a acoplarse a la piel. Los brazos y
las piernas quedaron apretados por un �nico cilindro de la deliciosa materia.
Despu�s, la capucha fue colocada con cierto esfuerzo sobre mi cabeza.
Bien, m�rate. - me indic� la se�ora, y ayud�ndome a
avanzar saltitos, me coloc� delante de un espejo.
Me volv� a empalmar al verme encerrado, atrapado por la negra
piel, pero esta vez una barrera de r�gido cuero imped�a casi por completo que mi
pene se levantara. Eso era molesto, por no decir doloroso.
�Te gusta?- quiso saber mi ama.
La mir�, pues tambi�n la reflejaba el espejo. Me estaba
examinando detenidamente, relami�ndose. Su fetichismo por la piel era igual que
el m�o. Sus pupilas dilatadas indicaban lo excitada que estaba.
S�. - respond�, y mir� hacia mi bajo vientre para
intentar descubrir alg�n signo, un bulto que revelara mi erecta condici�n.
No lo hall�.
Ella cerr� las cremalleras y ajust� al l�mite, a petici�n
m�a, las correas. Guiado por sus manos fui conducido al sal�n. All� me sostuvo
para que pudiera recostarme. Me sent�a muy indefenso, completamente expuesto,
pro parad�jico que parezca.
Abre la boca. - me orden�, y cuando obedec� me penetr�
hasta la garganta un gruesa mordaza en forma de falo doble.
No tard� en estar ajustado sobre mi rostro. Aunque la m�scara
imped�a un poco la visi�n, pod�a ver el pene de goma negra brillante saliendo de
mi boca y apuntando obsceno hacia el techo.
Cerr� la �ltima cremallera, la de los pies, y ajust� la
�ltima correa, la de los tobillos. Ya estaba completamente prisionero, y el
saberlo aument� mi frustrada excitaci�n.
Mmmfff...- gem�, incapaz de contener la voluptuosidad.
Chsstt. - me hizo callar el ama.
Entr� en mi �ngulo de visi�n, sonriente, y se qued� un buen
rato mir�ndome, a mi cuerpo enfundando en cuero, y a los ojos, que era la �nica
parte de mi anatom�a que era visible en aquella situaci�n. Intentaba, supongo,
leer en mi mirada y calentarse adivinando lo que me pasaba por la cabeza en esos
momentos.
Fue a por un habano. Me mostr� como lo descapullaba y
encend�a. Dio unas caladas profundas y sigui� contemplando el espect�culo, su
obra, satisfecha.
Vamos all�.- dijo, y se puso justo encima de mi cara.
Vi entonces que debajo de su gabardina negra no llevaba m�s
que las botas. Su c�pula del amor estaba lista para aposentarse sobre el falo
aprestado en mi boca. Se arrodill� y fue dej�ndose caer sobre m�. Not� pronto
que el pene tocaba sus muslos, y que asistido por sus manos enguantadas se
introduc�a en su sagrado agujero.
Mppffff...- volv�a gemir, tratando de mantener r�gido el
falo artificial para facilitar la penetraci�n.
Los m�s de veinticinco cent�metros de consolador oral-vaginal
perforaron su h�meda (a mi nariz lleg� el olor de hembra en celo que desprend�a
su m�s deseada parte) cueva, hasta que not� la presi�n de sus muslos sobre mi
rostro, relajando sus m�sculos por completo despacio, d�ndome tiempo tanto a
acostumbrarme como a disfrutarlo.
Ahhhhh....- jadeo, al sentirse completamente llena por el
consolador.
Me apenaba no verla (ya no ve�a absolutamente nada desde que
las faldas de su gabardina tocaron el cuelo y cubrieron como un edred�n
impenetrable mi cabeza y sus piernas), pero saber que la estaba satisfaciendo,
era compensaci�n suficiente.
Not� que tocaba un par de cremalleras a la altura de mis
pezones. Las abri� y enseguida recib� unas gratificantes caricias y masajes con
sus deditos enfundados de cuero. La sensaci�n era indescriptible. Mov�
ligeramente la cabeza, dej�ndome llevar por la libido, y ella reaccion�
pellizc�ndome ambos pezones.
Jug� con ellos un buen rato, hasta que not� algo muy
distinto. Una repentina quemadura insufrible en la piel circundante a uno de
ellos que me hizo estremecer, aunque no consegu� otra cosa debido a mi completa
inmovilidad. Se repiti� en el otro pez�n la misma dolorosa sensaci�n y
comprend�, llorando ya, que estaba apagando su puro en mi piel.
Luego sent� alivio, un ligero soplo sobre las quemaduras, mus
suave. Ella estaba soplando como cuando te haces una herida. Imagin� su bello
rostro, sus mofletes ligeramente hinchados y los labios formando una O para
dejar caer sobre mis pezones la brisa de su pecho y me enternec�. Era como una
madre curando a su reto�o de una ca�da.
La sensaci�n mejor�. Su lengua entraba en contacto con las
tetillas y los labios las humedec�an, traviesas. La erecci�n me estaba haciendo
sufrir como nunca. Nunca pens� que un hombre sentir�a tanta excitaci�n si le
lam�an los pezones.
Y de pronto cre� morir, porque not� perfectamente que apoyaba
su mano sobre mi paquete comprimido. Me hab�a advertido el hecho de que el
extremo inserto en mi boca del consolador doble me presionaba el paladar,
indicando que mi ama se inclinaba hacia delante, pero �en qu� terminar�a? Dej�
de pensar y s�lo sent�...