Relato: Oh..! por favor, suave... soy tu suegra (2)



Relato: Oh..! por favor, suave... soy tu suegra (2)


POR FAVOR ... SUAVE ... QUE SOY TU SUEGRA ....... 2




�OH, BOB! ... �PORQUE NO FUI TUYA ANTES?




MARIBEL




La ma�ana de ese s�bado Andr�s, mi querido yerno, se despert�
temprano, dado que tendr�a que asistir hasta su lugar de trabajo para reunirse
con otros colegas para terminar algunos asuntos pendientes, almorzar�a en el
centro para por la tarde dedicarle un tiempo a un proyecto que estaba
finalizando y dejar�a la noche del s�bado y el domingo para pasarlo, seg�n
dichos de �l, junto a su ardiente y apetecida suegra.


Despu�s de ducharse y afeitarse se dirigi� a la cocina para
prepararse una taza de caf�, quiso hacerse el amable y prepar� una bandeja para
dos disponi�ndose a llevarla a la suite donde me encontraba tambi�n saliendo de
la ducha, cubierta en una amplia s�bana de ba�o y con una horrible resaca, as� y
todo a �l, yo le parec�a magn�ficamente atractiva.






�Hola!--- me salud� Andr�s --- detenido al medio de la
alcoba, observ�ndome avanzar.


�Hola amoroso! --- respond� con una amable sonrisa ---
� Y t� que haces con esa bandeja, cuando se supone que soy yo quien debe
hacerlo?--- le expect�.


Por favor no te preocupes, hoy he querido darme este
gusto.


�Uno m�s? --- pregunt� sonriente --- mientras me
quitaba, sin recato alguno la s�bana de ba�o y accionando desnuda me met�
nuevamente a la cama.


�Podr�amos hablar de uno m�s ---repiti� �l, dejando la
bandeja a mi cuidado, para luego desprenderse tambi�n del bat�n que cubr�a
su desnudez, �gilmente se introdujo a la cama junto a mi, disponi�ndose a
servirse el estimulante desayuno, empezando por un refrescante jugo de
frutas natural. Afuera la oto�al pero agradable ma�ana sabatina, manten�a
una tranquilidad y silencio casi sepulcral, con una temperatura muy
sorprendente para ser Abril, la misma calidez que se apreciaba al interior
de casa.



�C�mo te sientes ? --- Pregunt� t�midamente Andr�s ---
mientras terminaba de beber su vaso de jugo acompa�ado por un analg�sico.



- �Hay mi amor! --- le dije bajando el tono de mi
sensual voz --- creo que no he logrado despertar a�n y si no fuera por
este dolor de cabeza, tendr�a la sensaci�n que a�n duermo y sue�o
profundamente.



Pero t�mate un analg�sico y pronto el dolor se te
pasar�.



Ya me la he tomado, al igual que inger� una pastilla
para el ardor de estomago que me dejaron tanto trago raro que me met� para
adentro.


�Y que m�s te metiste para adentro?--- me pregunt�
sonriente y burlonamente Andr�s, quien ahora actuaba con total confianza y
libertad, cosa que antes no se lo permit�a.



�Oh! � Que eres sarc�stico muchachito, se te ha
olvidado que le has metido a mamita una rica cosita que le ten�as
reservada, pero de eso hablaremos despu�s de tomar este rico desayuno.






A Andr�s le costaba creer que yo en mi calidad de Suegra no
estuviera preocupada m�s que �l de lo sucedido esa madrugada entre ambos, y
mientras se deleitaba con su arom�tica taza de buen caf�, escuchaba los
comentarios que yo le hac�a, sobre el gesto de mis amigas de celebrarme en forma
tan sorpresiva mi cumplea�os, y de la larga amistad que manten�a con ellas, de
las caracter�sticas de cada una.



Lo que extra�aba a Andr�s --- me lo dijo despu�s --- es que
en toda esta conversaci�n su querida suegra no hiciera ning�n comentario a las
repetidas entregas sexuales de esa noche, pero no quiso �l tampoco insistir en
ello, pues la tibieza de las s�banas m�s la intima y cercana posici�n de una
apetecible mujer desnuda, hizo que el joven sintiera la erecci�n de su potente
miembro que se hizo m�s patente al observarme mi ampuloso trasero al girar el
cuerpo para dejar la bandeja sobre la alfombra, d�ndome cuenta que me observaba
con animosa detenci�n especialmente mi velludo y excitante sexo.


Ya no exist�a el embrujo de la noche anterior, pero yo
entend�a que el tener a una tan deseada suegra desnuda a su lado, no le permit�a
hacerse el desentendido, la fuerte erecci�n lo llevaron a acosarme una vez m�s,
al sentirme nuevamente asediada y requerida por Andr�s, me dej� llevar
nuevamente por la fogosidad y la pasi�n y bien no hab�an transcurridos cinco
minutos, cuando sent� nuevamente toda su potencia, siendo nuevamente penetrada
con ansias por mi excitado yerno, que escuchaba maravillado mis incontrolados y
ardientes gemidos que ya le eran excitantemente familiar, �l puso en practica
sus mejores t�cnicas de las que lo alababa mi hija, para que su suegra gozara
con toda su intensidad de alborotados y arrebatadores orgasmos que se empezaban
a suceder en corto tiempo uno tras otro con toda su rica intensidad.



As� ese s�bado por la ma�ana y despu�s de esa fogosa entrega,
el me abandono r�pidamente pues ya estaba atrasado con su cita laboral. Yo quise
quedarme un momento mas en cama descansando del tremendo esfuerzo a que me
somet� con el marido de mi �nica hija ausente. Desnuda como me hab�a dejado mi
tremendo amante, me cubr� con la ropa de cama y feliz y sin darme cuenta me
dorm� pesadamente, habr�a transcurrido una media hora cuando escuche con mucha
sonoridad el timbre de la puerta de entrada. Pens� que a Andr�s se le hab�a
olvidado algo, por lo que al levantarme a observar por la ventana, cubierta tan
s�lo con mi corto bat�n, me di cuenta que era el m�vil de repartos de un
supermercado mediano que hab�a en mi barrio y quien tocaba el timbre era nada
menos que Bob, hermano y socio del due�o y que se encargaba de estos menesteres.


Reci�n entonces me acord� que hab�a quedado de acuerdo con
ellos que ese s�bado pasar�an a dejarme mi pedido y otro par de cajas de
alimentos que me hab�a comprometido regalar junto a mis amigas a un Hogar de
Ancianos. El hombre al observarme tras la ventana, mostr�ndome su reloj en se�al
a que le atendiera r�pido pues al parecer ten�a algo de prisa. No supe que
decirle y me apresure a abrocharme bien el bat�n que cubr�a mi desnudes, busque
a la r�pida mis zapatillas planas y no las encontr�, entonces me vi obligada a
calzar mis zapatos de tacos y orden�ndome algo mi desordenada cabellera, sal�
por una puerta lateral, para pasar las cosas directamente al cuarto despensa,
junto a la oficina de proyectos que ten�a mi marido y que se la manejaba el un
joven minusvalido al interior de la casa.



Hola Bob! --- Salud� al hombre que tra�a el pedido del
negocio donde siempre compraba las previsiones. Bob Geller, era un tipo de unos
treinta y tres a�os, soltero, un metro ochenta de estatura, t�s blanca pecosa,
ojos azules y pelo casta�o, durante el d�a trabajaba con su Socio y hermano
Ulises en el supermercado, tanto en la cosa administrativa o cumpliendo tareas
especiales como lo hac�a ahora y por la noche estudiaba Ingenier�a Comercial en
una Universidad Privada, se destacaba por ser un tipo con bastante atractivo,
muy locuaz y servicial, raz�n por lo que era muy admirado y apetecido por muchas
clientas del concurrido negocio, pero �l se hac�a querer y no escatimaba tiempo
para atender a las insinuaciones de las exigentes damas.



No niego que a mis ojos tampoco pasaba inadvertido el tipo,
pero yo era una mujer casada y aunque yo sab�a que hubiera hecho cualquier cosa
por tenerme en la cama de un Motel, yo era fruta prohibida para sus instintos de
macho. Mi coqueta vecina Mar�a Isabel, me cont� hace alg�n tiempo que a ella si
se la llev� a la cama despu�s de un r�pido flirteo que tuvieron, como amante
ella le puso el m�ximo de distinci�n, pero me comentaba en esa ocasi�n que le
interrog� en varios aspectos de sus deseos y le consulto sobre cual era la mujer
que m�s apetec�a sexualmente en todo el vecindario, no dud� en describirme como
su favorita, esa vez me sonroj� mucho, debo de confesar que dentro de las
clientas de su negocio llegan mujeres casadas y solteras muy atractivas, pero lo
que m�s le reproche a mi amiga es que al insistir sobre alg�n pronunciamiento
m�o para satisfacer sus ardientes deseos, ella le dijo " No seas impaciente,
espera que ella te entregue una se�al y a partir de ese momento te la debes
jugar".



Esa ma�ana al verme, vestida tan provocativamente y sensual,
le llam� fuertemente la atenci�n y no pudo ocultar, no confesarme el impacto que
hab�a tenido:


�Hola, se�ora Maribel! --- No podr�a entrar con su pedido
ante de decirle que se ve usted realmente hermosa y muy atractiva.


Gracias Bob, aunque te desconozco jovencito, si a veces
apenas me saludas, �De d�nde te nace lo adulador ahora? --- respond� con una
sonrisa creo sensualmente provocativa.


� No!. No es as� � dijo el aludido --- Siempre su presencia
en el negocio, me ha causado una especial admiraci�n y s�lo con saludarla me
siento gratificado. Adem�s siempre la he admirado mucho, aunque se que tiene
marido.



Bob, por favor no exageres en tus cumplidos, que me voy a
poner nerviosa muchacho.


El joven, me entreg� una peque�a bolsa con mercanc�a,
mientras �l entraba una de las dos cajas con mercader�as. Camin� con pasos
cimbreantes delante del hombre gui�ndole hasta la despensa.. Bob se regocijaba
observ�ndome toda y seguramente la armon�a de mis lindos muslos que asomaban a
su vista tras mi corto bat�n, dej� la caja donde le indique y volvi� por la
otra, mientras caminaba hacia su veh�culo repartidor, supe despu�s que
reflexionaba diciendo : �D�nde he estado metido yo, que he dejado pasar tanto
tiempo sin arrullar a esta palomita que parece que quiere comer ma�z de mi
propia mano?--- �Uy!--- Me dej� caliente de inmediato.


El shock que le produjo mi inesperada visi�n le caus� una
fuerte erecci�n, por lo que con la segunda caja debi� pon�rsela por delante del
vientre para que en su delgado pantal�n no se notara tan pronunciado bulto.
Cuando estaba a pocos metros de la despensa, vio que me encontraba en cuclillas
de frente a la puerta, guardando unas latas en un mueble bajo. El ver el bat�n
subido al m�ximo, mis piernas exentas de pantyes y de mi peque�o calz�n, el
velludo y atrayente sexo que con el apuro en que sal� a recibirlo no me lo puse
como tampoco me daba cuenta que me observaba en esa tan se�alara posici�n, fue
como recibir el has de luz de un flash fotogr�fico. El detenerse en seco
quedando su vista pegada a mis partes �ntimas, les confieso que no me hab�a
dado cuenta de la presencia de Bob, dado que una hoja de la puerta del armario,
tapaba su rostro para ver hacia afuera. El hombre dio un par de pasos m�s para
observar m�s de cerca el er�tico espect�culo, su pene erecto, palpitaba con
fuerza, y su mente era ocupada por el buyente deseo sexual. Bob de inmediato
pens� que todo esto era un ardid m�o, y que era la esperada se�al que le
comentara mi amiga.
Al parecer no era la primera vez que le suced�a, muchas
mujeres maduras lo hac�an para reafirmar sus atractivos ante los hombres y �l en
m�s de alguna oportunidad hab�a ca�do en las redes de �se tipo de mujeres. Lo
escuch� irrumpir con ruido con la nueva caja en la habitaci�n, haci�ndome
reaccionar ahora con prontitud, me levant� de inmediato un tanto confundida por
la sorpresa de no haber escuchado sus pasos


.


Se�ora Maribel, �Qu� le parece si le ayudo a desempacar la
mercader�a y usted la guarda?.


�No te quitar� mucho tiempo Bob, te vi muy apresurado?


No por favor para nada � Dijo el hombre .


Entonces coop�rame y te lo agradecer� mucho--- Dije
sonri�ndole al joven repartidor.


S� que me lo vas a agradecer, pens� Bob, mientras habr�a la
caja.





� Fernando, a�n duerme?�Pregunt� Bob.


- No, anda por el norte y reci�n llega el martes
pr�ximo .. le respond�







Al no escuchar ning�n ruido de personas dentro de casa, ni
la presencia de Fernando, a Bob, no le quedaron dudas que estaba a solas y �se
cambio tan brusco en mi estilo de vestirme le daba una clara se�al de acci�n.
Continu� entreg�ndome mercader�a y yo las ubicaba en repisas. Bob, me contaba
despu�s que se desesperaba cada vez que me agachaba o cuando finalmente sub� a
una escalerilla de aluminio casi encima de �l y me detuve en alto para arreglar
algunas conservas, mientras abajo Bob se extasiaba viendo mis piernas, muslos,
suculentas nalgas y la excitante y llamativa vellosidad de mi sexo, excit�ndose
por la grata y er�tica visi�n que le entregaba desde la altura, sin
propon�rmelo.


Ante de bajar de la escala, ped� a Bob, que se acercara para
que me auxiliara a bajar. Este, caliente como se encontraba y sin que me diera
cuenta, me recibi� desnudo de la cintura hacia abajo y su imponente verga erecta
y desafiante. Mi pierna izquierda toc� el suelo, mientras la derecha a�n se
manten�a en el alto pelda�o de la escala, fue en esta posici�n que Bob apunt� su
pene y no me di ni cuenta como era penetrada por un grueso y fuerte miembro,
mientras las manos del hombre se multiplicaban por recorrer mi desnudo cuerpo
aprision�ndome entre ellas..


�Oh, Bob! --- No por favor ---�Qu� haces Bob?--- �Te has
vuelto loco Bob?. Susurraba yo sin levantar mucho la voz, mientras sent�a los
efectos de las descontroladas clavadas del hombre.


C�mo voy a dejar este bocado tan exquisito que me ofreces, mi
gatita hermosa, lo le�a en tus lindos ojitos que quer�as que fuera el hombre que
te hace tanta falta �Verdad?.


�Oh, no Bob! � Est�s confundido muchacho, por favor.


Pero Bob, ya no razonaba y viendo un antiguo div�n que hab�a
pertenecido a mi padre que ejerci� la medicina, me alz� por atr�s y sirvi�ndole
el duro falo dentro de mi como soporte, camin� con su apetitosa presa en vilo
hasta el div�n, donde me acomod� para disfrutar mejor del acto. Lo �nico que
recuerdo me atrev� a decir, fue que cerrara la puerta de la despensa y no
hiciera mucho ruido.


El hombre sab�a como hacer gozar este tipo de mujeres, por lo
que no escatim� emplear toda su argucia y capacidad de buen amante, a lo que
pronto obtuvo como respuesta la total participaci�n m�a que gozaba sin reserva
del ataque sexual y pasional del que era objeto.


Treinta minutos despu�s, Bob abandonaba mi casa, su rostro
enrojecido y transpirado, su boca; rostro y pecho, denotaban el color del n�car
de mis labios. Se mir� al espejo interior de su carro y trat� de borrar las
huella de rouge con el pa�uelo. Mostraba una enorme alegr�a interior, su pecho
se inflaba de gozo y a�n sent�a en su cuerpo la suavidad de mi piel mi deliciosa
anatom�a, m�s una vagina ricamente lubricada y estrecha cual muchacha novata en
el arte de hacer el amor, �se pensamiento lo gratificaba en forma muy especial,
adem�s de todas esas bondades, hab�a descubierto en mi un hambre incontrolable
de sexo y una t�cnica de movimientos insuperables en otra mujer u otra de las
tantas que hab�an ca�do bajo su vientre varonil, en resumen se dec�a, hab�a
encontrado una mina de oro que hab�a que seguir explotando con mucha
laboriosidad y empe�o.



Yo, por mi parte, tendida y desnuda sobre el viejo tapiz de
cuero del div�n, respiraba agitada, tratando de controlarme despu�s de tan
exigente sesi�n. Con mi sexo empapado de copioso semen, del que tambi�n hab�an
vestigios en mis tetas, rostro y cuello, mi sexy bat�n de levantarme se
encontraba tirado en un rinc�n y s�lo mis bonitas chalas de tacones, a�n
calzaban mis delicados pies. Mi mente presentaba situaciones confusas de lo
ocurrido, lo que si ten�a muy claro, es que perd�a el control sobre m� y se me
olvidaban todos mis prejuicios ante el acoso y las exigencias de una buena verga
dentro de mi y volv�a a sentir los desenfrenados efectos de buscar un orgasmo
tras otro como le hab�a ocurrido solo hac�a tan pocas horas con Andr�s mi
insuperable yerno.


Debieron pasar varios minutos, para que me pudiera
reincorporar a duras penas del viejo div�n, donde como testigo qued� parte del
semen que escurri� por mi resistente vagina.



Despu�s del ba�o, no me explicaba porque hab�a sucedido aquello, estaba
molesta conmigo misma, por que me consideraba culpable de que Bob, reaccionara
as�, ya que sin propon�rmelo, lo hab�a provocado sexualmente y despu�s no tuve
el coraje de quit�rmelo de encima y hacer que abandonara mi casa. Muy por lo
contrario, mi d�bil resistencia a la penetraci�n, dio la luz verde a Bob, para
que actuara de esa forma y al retirarse incluso le contest� afirmativamente
cuando me hizo prometerle que muy pronto mantendr�amos un nuevo encuentro en un
lugar m�s �ntimo. Ahora me costaba cre�rmelo a mi misma lo que me suced�a cuando
el sexo bull�a dentro de m�.




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Relato: Oh..! por favor, suave... soy tu suegra (2)
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