Ya cuando le vi sentado, desconfi�. No me gusta prejuzgar,
pero al cruzar la mirada con uno de ellos, un escalofr�o recorri� mi espalda y
eriz� mi pelo. �Pero qu� iba a hacer? En mi trabajo no puedo fijarme en las
apariencias, s�lo servir con una amplia sonrisa en mi rostro.
Soy azafata (o asistente de vuelo, pero a mi ninguno de los
dos t�rminos me incomoda). Llevo ya tres a�os trabajando para este negocio con
la misma empresa. En avi�n de un lado para otro. He visto cosas maravillosas
y, una vez asumes el peligro de viajar a tantos kil�metros de tierra firme, es
un trabajo perfecto que me permite conocer a gente.
Lo que nunca me hubiera imaginado es esta situaci�n �c�mo
hacerlo? Una no se levanta pensando en que va a ser secuestrada en un avi�n
comercial con m�s de cien pasajeros a bordo.
No s� muy bien como comenz�, pero creo saber como va a
terminar. Eran seis moros que no hab�an entrado juntos para no levantar
sospechas. Pero yo si que desconfi� de la mirada de uno de ellos cuando pas�
cerca suyo para ofrecerle una bebida. Todav�a ten�a la gabardina puesta y
parec�a tranquilo, pero su mirada al verme fue lo que me puso nerviosa. No es
la primera vez que me ocurre. Soy una mujer atractiva, de estatura media pero
generosas proporciones. Unos pechos grandes (una cien, aunque no me gusta
alardear) que se apretaban en mi escote obligado por la compa��a. Una falda
que dejaba entrever unas piernas fuertes y preciosas, seg�n me dec�an los
hombres con los que hab�a estado. Pelo corto, a media melena, boca amplia
(demasiado para mi gusto) y ojos marrones y grandes. Era atractiva,
definitivamente, y entre otras cosas, por eso me hab�an contratado. As� pues,
otras veces me hab�a mirado lascivamente, porque adem�s, las azafatas
parecemos ser unos objetos sexuales morbosos para los hombres (como las
enfermeras o algo as�). Tampoco le daba mucha importancia a ese fetiche.
Todo ocurri� tan r�pido, que en menos de cinco minutos, los
moros sacaron unas armas que parec�an de aire comprimido, como de juguete.
Pero no eran de juguete, no. En su idioma, del cual yo apenas conoc�a algunas
palabras o frases, proclamaron el avi�n como propio y a nosotros, sus rehenes.
Hab�an pasado al menos treinta minutos desde eso, y el
hombre de la mirada lasciva me pidi�, apostado en el compartimiento para
nosotros, los asistentes de vuelo, "caf�" en su idioma, pero que entend�. Di
un respingo y con l�grimas en los ojos, apunto de desbordarse, obedec�. En
estos casos siempre es mejor callarse y hacer todo lo que pidan� supongo.
Entre a por el caf� y cuando me gir� para llev�rselo, el
tipo estaba en la puerta. Empec� a temblar y se me cay� la taza. Sab�a que
esto pod�a ocurrir, y as� iba a ser. Por su mirada de animal irracional, sab�a
que iba a ser violada.
Reaccion� extra�amente, pues me qued� paralizada. Mi mente
no aceptaba este hecho, no pod�a. �l se rascaba con la pistola la sien, y me
miraba muy fijamente a los pechos, prietos y muy erguidos. Se acerc� con paso
firme y comenc� a llorar casi en silencio, como un rumor.
El secuestrador puso la pistola en mi frente y presion�,
disfrutando sin duda de la situaci�n de poder. Ante la presi�n, ca� de
rodillas sin parar de llorar, deseando que no me matase. No quer�a morir. Baj�
la pistola, que era de pl�stico, hasta la altura de mi boca. La introdujo sin
que yo me inmutara. Dijo algo que ignor� era como si su voz estuviera muy,
muy lejos. Entonces subi� el tono y me dijo en espa�ol:
- Chupa.
Yo le mir� a los ojos, implor�ndole sin decir nada. No
pod�a, tanto f�sica como mentalmente. Una vez m�s, obedec�.
Comenc� a lamer el ca��n de la pistola con los ojos
cerrados, a�n llorando. �l empez� a mover la pistola adelante y detr�s y yo no
tuve otra que mam�rsela a la pistola. Acu�� mi boca y tragu� el ca��n tantas
veces quiso �l. El sabor era desagradable, pero me molestaba mucho m�s la
humillaci�n. Estaba con las manos en mis rodillas, como si estuviera rezando,
con una pistola en la entrada de la garganta. El ca��n no era muy largo, as�
que entraba todo sin llegar a mi campanilla.
Me tuvo en esa posici�n durante poco tiempo, aunque a mi me
pareci� eterno. Pero esto era lo mejor que iba a pasarme ese d�a en el avi�n.
Pronto se cans� y sac� su pene, ya medio erecto, de sus
pantalones. Sac� la pistola y me la puso en la frente de nuevo. Not� mi
propias babas deslizarse desde la boquilla del arma por mi frente y mi rostro.
Con su otra mano, levanto su negra polla, que crec�a por momentos, hasta
ponerla en mis labios.
Por instinto, apret� �stos mientras cerraba los ojos con
fuerza, como un ni�o que no quiere su sopa, pero �l apret� el ca��n contra mi
cabeza para recordarme quien mandaba ah�.
Su pene entr� de golpe en mi boca cuando abland� mi
mand�bula. Entr� sin ning�n cuidado y tomando un tama�o desmesurado. Nunca
creo haberme metido algo tan grande en mi boca, aunque ya dije que ten�a una
dimensi�n� apropiada.
Empez� a follarme la boca brutalmente, cogi�ndome el pelo
con la mano sobrante (en la otra ten�a la pistola, que la bajo relajadamente).
Ahora s�, el pene, negro, gigante y muy venoso, penetraba en mi boca hasta la
garganta. Las arcadas empezaron a invadirme hasta que, en poco tiempo, vomit�.
El secuestrador/violador, nada m�s lejos de sacar su pene, lo hundi� hasta que
not� sus test�culos y su bello facial en mi nariz y mis labios, mientras la
vomitona sal�a por la comisura de mi boca que estaba completa. Al contraer mi
garganta, el hombre pareci� estar al borde del orgasmo. Relaj� su presa y
saqu� su polla de m� para terminar de vomitar. Ten�a el canalillo manchado, al
igual que la falda.
Cuando estaba cogiendo algo de aire, con los ojos
desorbitados de llorar y de no poder respirar, cogi� de nuevo mi pelo y
continu� foll�ndome la garganta. Yo mantuve la posici�n y segu� chupando hasta
que vi, al abrir los ojos, que hab�an entrado tres m�s al habit�culo, ri�ndose
y prepar�ndose para unirse.
Ahora casi prefer�a morirme, pero ya no ten�a elecci�n. Me
rodearon y all�, de rodillas y vomitada, me fueron pasando de unas pollas a
otras, tir�ndome de los pelos para sacarme de una para introducirme otra. Eso
ocurr�a cada minuto m�s o menos, y as� estuve durante mucho, al menos para m�.
Me dol�a la cabeza, las rodillas, los labios y ol�a fatal. Con los ojos
cerrados, no era m�s que una mu�eca hinchable que se pasaban unos a otros. Mis
babas embadurnaban sus pollas y mi cara. Entonces empezaron a escupirme.
Sacaron sus penes y me escupieron a la cara e incluso a la boca que tuve que
abrir. Me tragu� sus escupitajos por que as� me lo indicaron con gestos.
Volvieron a meter sus penes y entonces uno de ellos se
corri�. Obviamente, dentro de m�, as� que me lo tragu� todo. Dio al menos para
tres tragos largos. Fue todo muy sonoro y todos pudimos o�r como tragaba semen
como su fuera agua y yo estuviera sedienta.
Son tiempo a m�s, otro arrim� mi cara a su pene y repiti�
el proceso. Me lo tragu� todo tambi�n, y as� con un tercero. Notaba toda mi
boca y cara pegajosas. Hasta la garganta. Cuando hab�an sacado sus pollas, a�n
quedaba un poco y al tragar despu�s de respirar, tragu� lo �ltimo que pod�a
quedar.
Quedaba el primero, el que hab�a iniciado todo.
Le mir� cansada, sin m�s l�grimas que gastar cuando pareci�
tener una idea. Los dem�s estaban all�, de pie, esperando con curiosidad.
Sin mediar palabra, recib� un pu�etazo en la nariz que me
tumbo hacia atr�s. Una explosi�n de dolor me invadi� y cre� que me desmayar�a.
Pero no tuve esa suerte.
El moro se puso como si fuera a cagar y puso su ano en
frente de mi cara. Comprend� horrorizada cuando me hundi� su culo en mi boca.
Tuve que lamer su ano y meter mi lengua entre sus pelos y en su recto. El muy
hijo de puta se restregaba y los dem�s re�an abiertamente. El resto del cuerpo
lo ten�a paralizado.
El violador se levant� de golpe, dej�ndome con la lengua
fuera y de un par de patadas, me gir� hasta ponerme boca abajo.
Empec� a perder el conocimiento cuando ya tres de ellos me
hab�an penetrado. Creo que uno se corri�. Tambi�n creo recordar que me
sodomizaron. Recuerdo un dolor anal que podr�a haber sido m�s si no fuera
porque a veces practicaba sexo anal con un novio obsesionado con eso. Recuerdo
como uno me cogi� del cuello cuando me follaba el culo bestialmente.
Pero eso qued� lejos, mientras yo, con la cara apoyada en
el fr�o suelo de metal, ca�a en otro mundo de oscuridad donde no hab�a dolor,
ni secuestradores ni maldad.