Cancun
Carmen y yo estabamos en Cancun pasando unos d�as de
vacaciones. Llev�bamos diez a�os de casados, ten�amos dos ni�os, Juan de siete y
Carmelita de cuatro a�os. Carmen tiene treinta y seis y yo treinta y ocho a�os.
Nuestra vida matrimonial hab�a ca�do un poco en una monoton�a sin la intensidad
de los primeros a�os. Yo llevaba un cierto tiempo dici�ndole a Carmen que
ten�amos que hacer algo para cambiar la rutina. Ella medio en broma medio en
serio dec�a que mi problema es que me estaba poniendo pitopausico. Yo pensaba
que no me hacia ni caso, hasta que una noche despu�s de cenar me dijo que hab�a
hablado con mi secretaria y reservado diez d�as de vacaciones. Que hab�a hablado
con su madre y su madre se ocupar�a de los ni�os, que hab�a hecho reservas de
vuelos, de hotel y que en dos semanas nos �bamos a Cancun. Yo me quede un poco
asombrado, Carmen no suele hacer cosas a la ligera.
�Porque has hecho todos estos arreglos sin hablar conmigo
antes?
Ella me explico que puesto que llevaba tiempo quej�ndome de
que nuestra vida hab�a ca�do en la monoton�a, hab�a pensado que pasar unos d�as
sin los ni�os en alg�n sitio ex�tico seria una buena forma de romper la rutina.
A m� me pareci� muy buena idea y... �Aqu� estamos! en Cancun.
El hotel era un edificio enorme, del mejor estilo "americano
masivo". Llegamos al hotel pasadas las ocho de la tarde, nada mas nos dio tiempo
de deshacer las maletas, bajar al bar tomar unas margaritas, cenar y subir a
dormir (eran mas de las dos de la madrugada hora espa�ola). Por la ma�ana
despu�s de desayunar nos fuimos a la playa. La playa era enorme, de arena blanca
y fina, con hamacas, tumbonas, palmeras y dem�s necesidades. El hotel tenia
varios bares, dos piscinas todo ello dentro de una especie de jard�n "tropical"
con aves ex�ticas. En conjunto un peque�o para�so artificial.
Carmen es alta, con pelo casta�o claro, mas bien delgada, con
un tipo de modelo de alta costura, senos peque�os pero duros, cintura muy
marcada, culito peque�o y piernas largas y bien torneadas; Nadie dir�a que es la
mama de dos ni�os. Esa ma�ana se hab�a puesto un biquini muy atrevido. El
sujetador eran dos min�sculos tri�ngulos que, a duras penas, tapaban los pezones
y algo de las areolas. Las braguitas (por llamarlas de alguna forma) eran un
tri�ngulo microsc�pico por delante (que ni siquiera ocultaba todo el vello
p�bico), con una estrecha cinta por detr�s. Todo ello de un llamativo azul
fluorescente. Me quede un poco sorprendido, pues aunque no somos particularmente
timoratos yo nunca hab�a visto a Carmen en publico exhibiendo tanta carne.
Cuando yo comente que la ve�a muy descocada me dijo:
�No seas dinosaurio! Adem�s, aqu� no nos conoce nadie as� que
�qu� mas da?
En la playa la mayor�a de las mujeres iban top-less de
modo que Carmen, en realidad, era de las mas recatadas. Carmen se ech� en la
arena, yo me sent� a su lado y, sin darme cuenta, miraba a las magnificas t�as
que paseaban moviendo sus pechos desnudos. Al cabo de un rato Carmen dijo:
Si vas a estar mirando las tetas de todas las t�as que pasan,
mas vale que yo me quite mi sujetador.
Dicho y hecho, se quito el sujetador y se quedo con los senos
al aire. Se levanto y dijo:
Me voy a pasear un rato, a ver si encuentro alg�n cachondo
que me aprecie como tu aprecias a todas las que pasan.
A m� me pareci� que ella estaba sacando los pies del plato,
pero tampoco era cuesti�n de hacer una escena. Yo encend� un puro, abr� mi libro
y me dedique a leer unas l�neas, levantar la vista a ver el ganado que paseaba
(hab�a muchas de muy buen ver), dar una chupada al puro y... Otra vez al libro.
No s� cuanto tiempo hab�a transcurrido (el habano ya casi se hab�a acabado)
cuando al levantar los ojos del libro vi una mujer alta, con las prietas tetas
al aire, que se acercaba a mi contoneando su recogido trasero.
Juan, �quieres que te la chupe aqu� o prefieres subir a la
habitaci�n?
Co�o Carmen. �Que te han puesto en el caf�? Nunca te he visto
en publico con las tetas al aire y ahora, encima hablas de �chup�rmela en medio
de la playa!
Bueno, yo pensaba que quer�as un cambio en nuestras vidas.
Pero si prefieres.. me pongo una mantilla y me voy a la iglesia a rezar un
rosario.
No, no, d�jate de leches y vamos a la habitaci�n.
Al llegar a la habitaci�n me di cuenta de que la Carmen de
Cancun no era la Carmen que yo conoc�a, que me la hab�an cambiado. Nada mas
entrar de un tir�n me quito el ba�ador, se arrodillo y sin mas pre�mbulos empez�
a chup�rmela. No solo chup�ndola, pero meti�ndola y sac�ndola de su boca,
mientras la meneaba con su mano y todo ello con una intensidad y entusiasmo muy
lejos de lo que acostumbraba. Yo no estaba seguro de no estar alucinando. Para
aumentar mis dudas empez� a acariciarme el escroto y lentamente continuar las
caricias hacia mi culo. Con gran suavidad y destreza sus caricias viajaban de mi
escroto, al culo y del culo al escroto. Todo esto mientras su boca trataba de
competir con las m�s modernas y eficaces aspiradoras el�ctricas. Sin comentario
saco mi picha de su boca y mientras continuaba mene�ndola con una mano, con la
otra met�a uno de mis huevos en su boca y lo chupaba con fruici�n. Otra vez
meti� la picha en la boca, empez� con las caricias perineales y sin aviso me
perforo el culo con un dedo. Esto Carmen no lo hab�a hecho nunca, yo puse ojos
como platos. Ella continuo metiendo y sacando el dedo en mi culo mientras
continuaba tocando la flauta con el m�ximo entusiasmo.
Carmen, Carmen �qu� me corro!
Su �nico comentario fue acelerar los movimientos de su cabeza
y dedo. Yo sin poder contenerme explote, eyaculando en su boca. Ella continuaba
chupando y tragando toda mi leche. Tuve que pedirle que parara porque no pod�a
m�s.
Carmen, nunca me la hab�as chupado as�, no te recuerdo
sexualmente tan agresiva ni cuando �ramos novios. �Que te ha pasado?
A mi no me ha pasado, ni me pasa nada, yo cre�a que eras tu
quien quer�a un cambio.
No Carmen, que no me estoy quejando, �al contrario!
Anda calla, c�gete algo del minibar, si�ntate en el sof� y
espera un poco que voy un momento al cuarto de ba�o.
Me prepare una ginebra con t�nica y me sent� en el sill�n, en
pelotas, pregunt�ndome si Carmen se hab�a vuelto loca, si era yo quien estaba
perdiendo los tornillos o si era la proximidad al ecuador que nos afectaba a los
dos. La apertura de la puerta del ba�o me arranco de mis cogitaciones. All�
estaba Carmen, bueno, supuse que era Carmen, sal�a con la cara muy maquillada,
con las tetas al aire, con la braguita azul fluorescente del biquini, unas
medias negras de malla, zapatos negros de tac�n alt�simo, con un abanico en la
mano y mientras lentamente se contoneaba andando hacia m�, dijo:
Buenos d�as Se�or, �hab�a llamado usted pidiendo un servicio?
Yo me quede como el que ve visiones.
Si putita, ven aqu� y hazme un "servicio".
Uy �dijo mirando a mi picha un poco alica�da� me
parece que no esta usted en condiciones de servicio. Anda, men�atela un poco
mientras yo me exhibo.
Con el mayor desparpajo, paseo contone�ndose por la
habitaci�n, despu�s se paro enfrente de m� y con los gestos m�s soeces que yo
hab�a visto en mi vida empez� a acariciarse los pezones lanz�ndome besos,
despu�s se meti� un dedo en su vagina y empez� a mover su pelvis de delante
atr�s. Estoy seguro de que muchas putas se hubieran sonrojado viendo su
lascivia. Bueno, no s� si las putas se sonrojar�an o no, pero sin ninguna duda
hab�a conseguido la atenci�n de mi picha que estaba otra vez en posici�n de
firmes.
Anda chato, ven a la cama y �chame un polvo.
�Que co�o cama!
Me levante, la abrace, la bese en la boca con desesperaci�n,
despu�s bese sus respingonas tetas y poni�ndome detr�s de ella, la incline hacia
el sill�n, mov� a un lado la cinta del biquini y la ensarte con gran entusiasmo.
Si, Juan, si, metela hasta dentro.
La muy cachonda no solo me animaba y jaleaba sino que culeaba
contra m� aumentando la fricci�n al m�ximo. Yo mientras tanto le hab�a cogido
los pechos y los estrujaba entre mis dedos. No s� si eran las medias de malla,
la lascivia y desparpajo que hab�a demostrado antes, su entusi�stico culeo o
que; pero el hecho es que yo estaba follando con un animo y energ�a que no
recordaba desde hacia mucho tiempo. Al parecer no estaba solo en mi excitaci�n
pues Carmen dec�a:
Sigue, sigue, jodeme del todo, s�camela por la boca, dale,
�dale cabr�n!
�Carmen nunca hablaba as�! Bueno, la verdad es que nunca me
la hab�a chupado as�, ni se hab�a masturbado delante de m�, de modo que el
hablar era casi lo de menos. Yo en mi entusiasmo no me di cuenta de que hab�a
dicho:
Prep�rate Carmen que te voy a encular.
No Juan, no por el culo, no.
Yo no hice ning�n caso, la saque de su vagina y puse la punta
del capullo contra su culo.
No Juan, no que me duele.
Yo segu�a empujando, lento pero seguro. Por fin la punta pas�
el esf�nter.
�Ayyyyy!
Carmen se ech� al sill�n sac�ndome la picha de su encantador
trasero.
Co�o Juan, de verdad me duele mucho y no me da ning�n placer.
Yo estoy tratando de hacer todo lo posible por complacerte y excitarte y tu
tienes que estropearlo.
Lo siento Carmen, tienes raz�n, lo estas haciendo muy bien y
yo te lo agradezco. No se como explicarlo, me excitaste, te vi el culo y me
lance. No quer�a hacerte da�o.
Acabamos el polvo, pero algo se hab�a roto, la excitaci�n que
hab�a unos momentos antes desapareci�. Ninguno de nosotros hizo ning�n
comentario pero ambos lo sab�amos.
Despu�s de ducharnos bajamos a comer. Esa tarde yo decid� ir
a hacer wind surfing. Carmen prefiri� quedarse en la playa. Nos reunimos antes
de cenar y al acabar la cena decidimos irnos a dormir a recuperar algo del
jet-lag. Al d�a siguiente, fuimos juntos a bucear en un arrecife de coral. Nos
lo pasamos muy bien, era un �rea de escasa profundidad, dos, tres metros, con el
fondo de una fina arena blanca que reflejaba la luz del sol. El resultado era
una magnifica luminosidad que permit�a apreciar el incre�ble concierto de
colores interpretado por los peces tropicales. Rayas blancas, amarillas y
negras; negro intenso con c�rculos amarillo canario; verde iridiscente con
tonalidades rojas... mas que un espect�culo marino parec�a unos fuegos
artificiales.
�Vistes los peque�os azul el�ctrico?
�Has visto los amarillos?
Pasamos un par de horas dando vueltas alrededor del arrecife
disfrutando como tontos con l�pices de colores. Volvimos a la playa, ambos de
buen humor, comimos (y bebimos) en uno de los bares y como evidentemente
estabamos retozones, decidimos ir a la habitaci�n. Como era de esperar empezamos
a hacer el amor. Aunque sin las extravagancias del d�a anterior, todo iba bien.
Cuando estabamos haci�ndolo "a lo perrito" la visi�n de su trasero, tan recogido
�l, me empez� a obsesionar.
Carmen, la verdad es que me apetece mucho encularte. No s�
que me pasa pero estoy obsesionado con tu culo. �Te importa si pruebo?
Co�o Juan, �que pesado que eres! Adem�s yo creo que hace
falta lubricarlo un poco.
Creo que si Carmen. Mira por casualidad he comprado un tubito
de vaselina.
�Cabrito! Lo tienes todo preparado. Venga ya, prueba.
Unte mi dedo �ndice con vaselina y cuidadosamente se lo
introduje en su ano. Despu�s puse mas vaselina en mi capullo y lo aplique contra
su ano.
Despacio, Juan, despacio.
Yo empuje poquito a poco.
�Ayyyyy!
Co�o Carmen �que aun no ha entrado!
Puede que no, pero ya duele. Metela de una vez, �leche!
Yo empuje del todo, entr� y recib� otro grito de Carmen. Me
quede quieto.
�Estas bien, Carmen?
No, bien no estoy, pero anda mu�vete un poco.
Yo empec� a moverla lentamente y hasta me pareci� que ella
culeaba un poco.
Lo ves Carmen como esta muy bien �si te va a acabar gustando!
De gustarme nada. Adem�s, lo de delante se nota muy vac�o.
No, si igual te gustar�a follarte a dos a la vez.
Si el otro estaba bien, �porque no?
No s� si excitado por su desfachatez o que, el caso en que
empece a meterla y sacarla con energ�a. Inmediatamente Carmen chillo, se echo en
la cama, sacando mi instrumento de su trasero.
Leche Juan, de verdad que eso me duele �porque te empe�as en
fastidiar las vacaciones? Si quieres dar por culo �b�scate un maric�n!
Despu�s de d�biles intentos �quiz�s si lo hici�ramos mas
veces te acostumbrabas� decid� que no le faltaba raz�n. Ped� perd�n, me fui
al cuarto de ba�o a lavarme y nos fuimos a la cama ambos cabreados por motivos
distintos. A la ma�ana siguiente, volvimos a bucear al arrecife de coral. Otra
vez nos lo pasamos muy bien. Durante la comida nuestros respectivos humores
hab�an mejorado. Durante el postre Carmen dijo que no sabia porque estaba tan
obsesionado con la idea de sodomizarla, pero que ella hab�a venido a pas�rselo
bien y quer�a que no hubiera problemas entre nosotros. Yo afirme que me daba
cuenta de que mi actitud estaba fastidiando las magnificas vacaciones que ella
hab�a preparado; que se hab�a portado muy bien; que su nueva actitud sexual era
muy excitante y que no sabia porque repentinamente hab�a salido esta obsesi�n
m�a con sodomizarla. Ped� perd�n numerosas veces. Carmen acepto mis disculpas
con gracia y elegancia. Decid� hacer mas wind-surfing esa tarde mientras que
ella eligi� quedarse en la playa. Al despedirnos, ella dijo:
Espero que te lo pases muy bien. No s�, no s�, vamos a tener
que hacer algo a cerca de tu obsesi�n.
Me lo pase muy bien haciendo wind-surfing. A pesar de las
cien ca�das, de desollarme las espinillas y la espalda, me quede convencido de
que con otras mil horas de practica llegar�a a dominar la maldita tabla y la
bendita vela y seria capaz de avanzar diez metros seguidos a la vertiginosa
velocidad de tres kil�metros por hora. Volv� al hotel y despu�s de una ducha y
una cerveza bajamos a cenar. Durante la cena Carmen estuvo muy dicharachera,
ri�ndose, contando chistes y haci�ndome burla. Yo me lo pase muy bien y me
sent�a aliviado de que su enfado hubiese desaparecido. Despu�s del caf� yo
pregunte:
�Nos vamos a la habitaci�n?
No, vamos al bar, te invito a un habano y una copa.
Al llegar al bar Carmen inmediatamente instruyo al camarero:
Un Cohiba y dos copas de Presidente.
No sabia que fueras tan experta.
Una aprende de todo.
Mientras encend�a mi puro, una voz masculina dijo:
Carmen, que bueno de verte de nuevo y �qu� le hubo?
Me volv� y vi a una pareja, �l estaba besando a Carmen en las
mejillas. Carmen dijo:
Juan, mira estos son unos amigos que conoc� esta tarde en la
playa: Lupe, Matilde este es Juan, mi esposo.
�Qui�n es Lupe y quien es Matilde?
Mira gachup�n, en esta tierra Mexicana, que es la m�a,
Guadalupe es tambi�n nombre de var�n. Matilde es mi esposa y es de Puerto Rico.
Mucho gusto, mucho gusto.
Una vez pasadas las formalidades les mire con detenimiento.
Lupe, era algo mas alto que yo, delgado, muscular, bien
parecido, de rasgos aquilinos con claro mestizaje indio, tez oscura y fino
bigote negro, quiz�s en los cuarenta y cinco. Ostentosamente, vest�a de punta en
blanco: camisa, pantalones largos y zapatos todos de un blanco inmaculado.
Llevaba cadenas de oro al cuello y en una mu�eca; en la otra un Rolex de oro; en
los dedos m�ltiples anillos con piedras multicolores.
Matilde... �Caray con Matilde! Matilde era una mulata, de
media estatura, larga melena de un negro intenso, casi azulado, que har�a
palidecer de envidia a un cuervo. Tez, caf� con leche o, como dir�an los
franceses, caf� �ol�! Grandes ojos azabache, nariz fina y labios carnosos.
Llevaba un vestido de seda negra estampado con flores rojas. El vestido deb�a
estar cosido con hilo de la mejor calidad, porque a pesar de como sus carnes
empujaban contra ellas, ninguna costura ced�a lo mas m�nimo. Y �que carnes las
que empujaban! Aun sin tocar (�quien pudiera!) se notaba que no era gorda no,
que las carnes eran duras y prietas. El vestido, muy escotado, colgaba de dos
tirantes finisimos. Los abundantes pechos empujaban la seda y a juzgar por como
se marcaban los pezones no deb�a llevar sujetador y sin embargo los enhiestos
pechos ridiculizaban a Newton, venciendo en la eterna batalla con la gravedad.
Una cintura de proverbial avispa daba paso a unas caderas con un trasero
resping�n, de rompe y rasga. El vestido largo hasta el suelo, estaba abierto a
un lado mostrando un muslazo enloquecedor y dejando vislumbrar unas bragas
tambi�n de seda pero de un rojo oscuro. En conjunto, Matilde exudaba sensualidad
por cada poro de su cuerpo. Tambi�n deb�a haber pasado los cuarenta, pero �que
cuarenta! Los brazos y el muslazo, obviamente no eran delgados pero claramente
no eran fofos, sino prietos y s�lidos. Si hubiera que usar una �nica palabra
para describir a aquella encarnaci�n de la sensualidad, esa palabra seria:
mujerona. En contraste con Lupe, y a excepci�n de un collar de blancas
perlas que se perd�a en el maravilloso valle entre sus opulentos pechos, no
llevaba joya alguna.
Mi contemplaci�n de los m�ltiples y deliciosos atributos de
Matilde debi� de prolongarse por alg�n tiempo y mi rostro revelar mi profunda
aprobaci�n, porque Carmen me miro a los ojos y, con cierto retint�n, dijo:
Anda chato, deja de mirar a Matilde y tomate el co�ac que te
ayudara mucho.
Un poco embarazado segu� el consejo, al menos el acto de
beber me proporcionaba unos segundos para recomponer mis pensamientos y tratar
de que mis ojos volvieran a acomodarse en sus �rbitas. Carmen, muy desenvuelta,
empez� a contarme que los hab�a conocido esa misma tarde, que eran encantadores
y que enseguida hab�an congeniado. Lupe y Matilde hicieron los comentarios de
rigor acerca de la simpat�a de Carmen y las ganas de conocerme que ten�an porque
el marido de una mujer tan excepcional tenia que ser fant�stico, etc. etc. La
conversaci�n discurr�a fluida por cauces predictibles. Nuestras ciudades,
nuestros pa�ses, viajes, cuanto nos gustaba M�xico, a Lupe le encantaba Espa�a.
Cuando llev�bamos un cierto tiempo hablando, c�modos y relajados Carmen dejo
caer la bomba.
Cari�o, parece que Matilde y Lupe te caen muy bien y no sabes
cuanto me alegro. Hablando con ellos esta tarde me di cuenta que son gente de
mucho mundo y experiencia. Les cont� de nuestros problemas y de tu... inter�s y
me dijeron que ellos pod�an ayudarnos. Ellos tienen experiencia con sexo en
grupo y van a pasar la noche con nosotros.
Yo en ese momento estaba tomando el ultimo sorbo de co�ac.
Como era de esperar se fue por los sitios m�s inadecuados y empece a toser como
un loco. Lupe sin inmutarse se volvi� al barman y fr�amente dijo:
Oye mi cuate, me traes otra copita de Presidente para mi
cu�ado y unas toallitas.
Cuando me recupere de mi acceso de tos empece a recriminar a
Carmen.
�Carmen! Estas de co�a o te has vuelto loca. Como se te
ocurre decir estas cosas.
Antes de que Carmen pudiera contestar Lupe intervino y con
quejosa voz, se lamento:
Ay cu�ado, no sabe cuanto me afrenta que diga que no le
gustar�a gozar un ratito con mi Matilde. Y m�s que por m�, me duele por ella,
imag�nese �el complejo de fea que se le va quedar! �De verdad encuentras tan mal
a Matilde?
�Que pod�a decir yo? Inmediatamente afirme que no era ese el
problema, que Matilde era extremadamente atractiva, que la encontraba guapisima,
�c�mo no la iba a encontrar atractiva si era la materializaci�n del sue�o de
cualquier var�n? Inmediatamente, Lupe volvi� a la carga.
Pues que bueno Juan. Un sue�o materializado �ay! �que
galantes y po�ticos que son en la madre patria! As� que esta todo resuelto y
procedemos de acuerdo con el plan.
Yo insist� que no hab�a nada re�suelto, que una cosa era que
Matilde fuera extremadamente atractiva y otra cosa era que fu�ramos a hacer una
cama revuelta nosotros cuatro.
Ay mi cuate, �que complejos que son ustedes los europeos! Un
pobre ranchero como yo no puede entenderles. �No te gustan los pechos de
Matilde?
Al preguntar esto los estrujaba con una mano.
Pues claro que me gustan, �si son magn�ficos!
Entonces es que no te gusta su trasero.
Dijo, mientras le daba ligeros azotes en aquella grupa
maravillosa.
Como no me va a gustar, si es el trasero m�s incitante que he
visto en mi vida.
Yo me estaba poniendo... muy nervioso.
�Aaah! Ya entiendo son sus muslos que no te atraen.
Dijo abriendo aun m�s la falda y mostrando aquellas
maravillosas columnas de las que le mismo Hercules estar�a envidioso.
Mira Lupe, d�jalo ya. Son unos muslos de ensue�o, me
encantar�a tocarlos y besarlos. Pero no es ese el problema.
No me diga compadre que el problema es que usted quiere gozar
de mi Matilde pero �me quiere dejar a m� sin aprovechar las larguisimas piernas
de su encantadora esposa! De verdad no le hacia tan ego�sta.
Carmen aprovecho la ocasi�n para llamarme moro, dinosaurio y
retrogrado, Matilde se acerco a m� y acarici�ndome el cuello preguntaba como un
hombre tan gentil pod�a rechazarla de esa manera. Yo expuse varios argumentos de
pr�stina l�gica cartesiana y vi como todos y cada uno de ellos era perfectamente
demolido por mis contrincantes. Al mismo tiempo notaba los pechazos de Matilde
apretados contra m� mientras restregaba su ingle contra mi muslo. �Que pod�a
hacer yo? El esp�ritu es fuerte, pero la carne es d�bil; me rend� tratando de
conservar un m�nimo de dignidad.
�Vale, vale! Si es eso lo que quer�is todos no voy a ser yo
quien estropee la fiesta.
�As� se habla mi cuate!
Gracias, cari�o.
Nos los vamos a pasar �padr�simo! Amor m�o.
Dijo Matilde apretando sus tetas contra mi pecho, al tiempo
que sus carnosos labios me besaban y su sabia lengua recorr�a el interior de mi
boca.
Vamonos a nuestra habitaci�n, Juan.
Dijo Carmen y empez� a andar. Cuando yo trataba de alcanzarla
y reprocharle su comportamiento, Matilde se enlazo a uno de mis brazos, y
asegur�ndose que lo restregaba bien contra su pecho empez� a ronronear:
No sabes lo apurada que me tenias cuando parec�a que me ibas
a rechazar. Mi amor, con las ganas que tengo de comerme ese culito tan lindo que
tienes. Y seguro que tu chile tampoco debe estar malo.
Todo esto lo dec�a, mientras tocaba las partes que mencionaba
y se aseguraba que un m�ximo de su superficie corporal estaba en contacto
directo e intimo con un m�ximo de la m�a. Ni que decir tiene que, con aquella
mujerona restreg�ndose contra m�, sob�ndome donde quer�a y ronroneando como una
gatita en mi o�do, mientras daba leng�etazos en el l�bulo de mi oreja yo no
estaba impasivo y mi "chile" estaba en posici�n de firmes. Cuando mire hacia
delante vi que Lupe no perd�a el tiempo, hab�a agarrado a Carmen y llevaba una
mano bien metida dentro del pantal�n, claramente acariciando y estrujando el
culo de mi esposa. Yo no sabia que decir ni que pensar, pero al poner mi mano
encima de los pechos de Matilde, desaparecieron muchas de mis preocupaciones.
Al llegar a nuestra habitaci�n Matilde asumi� el mando:
Lupe, prepara unos cuba libres y no me escatimes el ron.
Carmen pon algo de m�sica y tu, mi cielo, ponte c�modo en el sill�n.
De la radio port�til sali� una r�tmica m�sica caribe�a, yo me
sent� en el sill�n, como por magia un cuba libre se poso en mi mano y Matilde
empez� a bailar. Que digo bailar, llamar bailar a lo que ella hacia es como
decir que la capilla Sixtina esta pintada o que la aurora boreal es bonita.
Aquella despampanante mujerona se transformo en una serpiente de sinuosas
ondulaciones. Su cuello, sus grandes pechos, sus recias nalgas, sus muslos todo
ondulaba invitante, estirando y deformando el vestido de seda. Como por arte de
magia todas las partes manten�an el ritmo. Parec�a moverse sin esfuerzo,
manteniendo una picara sonrisa y creando la impresi�n de que bailaba solo para
m�. La sensualidad era tal que se pod�a tocar en el aire. Si aquella Salom� me
hubiera pedido la cabeza del Bautista �le hubiera tra�do siete!
Matilde ven aqu� que te quiero besar.
Ay coraz�n, que impulsivo eres, espera un poquito.
Sin otro pre�mbulo, mientras su mano flu�a con el ritmo de la
danza, abri� una cremallera en el lado corto del vestido y con un solo gesto lo
arrojo al suelo mientras continuaba sus ondulaciones. �Que visi�n! �Aquellas
carnes prietas, morenas, exuberantes en sinuoso movimiento siguiendo el
enfebrecedor ritmo del danz�n caribe�o! No llevaba mas que unos zapatos negros
de alto tac�n y las peque�as bragas rojo oscuro que �nicamente cubr�an un m�nimo
de las poderosas y tentadoras ancas. Las piernas y los muslazos desnudos. Los
exuberantes senos, enhiestos, con grandes y oscuras areolas, movi�ndose con
total libertad. La faz sonriente, los ojos haciendo gui�os picarescos y los
carnosos y sensuales labios, gestos incitantes. La empavonada melena, cual
l�tigo, azotando las prietas carnes. �Ni el m�s casto anacoreta hubiera podido
resistir aquella visi�n! Y yo no estoy hecho de mejor metal que los castos
anacoretas, as� que me levante del sill�n y me abalance sobre ella como una
fiera hambrienta. Manoseaba su cuerpo, besaba y mord�a su boca y echaba a faltar
m�ltiples manos y bocas para disfrutar de toda la generosa ofrenda: pechos,
nalgas, muslos... Mientras yo la devoraba, Matilde me desnudo y poni�ndose en
cuclillas me la chupo.
�D�nde y como me quieres? Coraz�n.
En la cama Matilde, ��chate en la cama!
Obediente ella se ech�. Yo daba vueltas a su alrederor como
un perro excitado, tocando, besando, estrujando, azotando, lamiendo...
Pos�eme mi amor, cl�vamela, r�mpeme.
Yo no necesitaba que me animaran, asi que abriendo sus
incitadoras piernas contemple aquel sexo maravilloso de negros labios, casi
completamente afeitado, �nicamente, por encima, quedaba una l�nea horizontal de
un rizado y negro vello. La hinque en aquel altar de Venus y el rosado interior
lo encontr� c�lido, lubricado y hospitalario. Poniendo sus piernas sobre mis
hombros bombee como un poseso. Los exuberantes pechos bailaban al son que yo
marcaba, Matilde mov�a su pelvis en peque�os c�rculos, cog� ambos pechos con mis
manos y los estrujaba. Matilde animaba:
Si mi cielo, c�geme, c�geme del todo y dame toda, toditita tu
leche, no te me guardes ni gotita que a la puta de tu Matilde le hace falta tu
lechita.
Mientras esto dec�a puso sus manos en mi cachas y me met�a
mas dentro de ella. No s� que fue, si aquel cuerpazo lujuriante, la visi�n de
los pechos movi�ndose en giros enloquecedores, sus manos empuj�ndome, o aquel
incongruente hablar infantil, pero en segundos alcance un orgasmo intenso y
reparador. Dejando ir sus piernas hund� mi cabeza en aquellos pechos y como un
bebe caprichoso chupaba de uno y otro pez�n mientras me o�a decir:
Matilde, Matilde...
Te gustan las tetorras de esta mulata. Si mi ni�o, ch�pame
las tetas, chupa, chupa.
Mientras asi dec�a, Matilde acariciaba mi cabeza y sus dedos
se hund�an y jugaban con mis cabellos.
Bueno, ahora que te has desfogado un poco, vamos a ver si te
ense�amos algo.
Haci�ndome a un lado, Matilde se levanto. Por primera vez
record� que no estabamos solos. Carmen estaba a cuatro patas en el suelo y Lupe
la cubr�a por completo. Las manos de Lupe cubr�an sus peque�os senos mientras su
verga entraba y sal�a de la vulva de mi esposa. Dicen que las comparaciones son
odiosas, asi que no mencionare el tama�o de la m�a, pero la verga de Lupe era
una verga de respeto. Cuando vi entrar y salir aquel monstruo del co�o de Carmen
pense que la estaba rompiendo. Pero la expresi�n de placer en el rostro de
Carmen removi� mis temores. Claramente le gustaba.
Ayyy, mi amor, como te estas cogiendo a la gachupina. �Gozas
con ella?
Pregunto, de forma superflua, Matilde.
Me encanta, sobre todo su culito recogido, parece el culo de
un ni�o.
Ay no vicioso, su culo no, que se lo romper�as y lo estamos
guardando para Juan.
Le rega�o Matilde. Mientras asi dec�a, Matilde los separo y
acomodo a Lupe de espaldas en la cama con su enhiesta verga cual asta de
bandera. Anim� a Carmen (no parec�a necesitar que la empujaran mucho) a que se
sentara sobre aquella polla que llenar�a de orgullo al mejor de los emperadores
Aztecas (�Juan, que la envidia es un pecado muy feo!). Carmen con la mayor
tranquilidad se la introdujo mientras pon�a los ojos en blanco e iniciaba un
suave mete y saca. Matilde se volvi� a m� y dijo:
Mira mi amor, mira y aprende.
Con una toalla h�meda, limpio bien limpio el culo de Carmen y
sin mas palabras empez� a besarle el ano. Mientras Lupe sub�a bajaba sus
caderas, Matilde besaba aquel escondido rinc�n. Me sorprendi� ver que empezaba a
meter su carnosa lengua dentro del ano. A la recatada Carmen no parec�a
importarle aquel tratamiento. Al contrario, se mov�a con buen ritmo y murmuraba:
Si, Matilde, si. Ay que bueno hija.
Matilde puso una crema transparente en su dedo �ndice y
suavemente lo introdujo en el culo de Carmen. Carmen por toda respuesta culeaba
contra la mano de Matilde. Mientras todo esto suced�a Lupe no perd�a comba y sus
caderas sub�an y bajaban mientras Carmen cabalgaba. Matilde puso mas crema e
introdujo dos dedos. Ahora sus dedos se mov�an en un circulo dilatando y
extendiendo el circulo de Carmen. Volvi�ndose a m�, mientras sonre�a, en tono
magisterial, dijo:
Lo ves cielo, hay que prepararlo un poco, asi se acostumbra
el culo y no solo no duele sino que da gusto.
Su discurso no inhib�a sus manipulaciones y ya tenia tres
dedos dentro que estiraban y dilataban el culo de Carmen. Es dif�cil describir
mi estado de animo, por primera vez yo ve�a a Carmen follar con otro t�o (y no
solamente estaba follando sino con gran entusiasmo y obviamente disfrutando).
Una mulata de bandera, estaba all� en pelota picada, con una mano prepar�ndome
el culo de Carmen y con la otra toc�ndome la zambomba. Desde luego �hab�amos
salido de nuestra rutina! Mis pensamientos fueron interrumpidos por Matilde.
Despu�s de poner una ultima carga de crema en el trasero de Carmen se volvi� a
m� y viendo mi verga un poco ca�da dijo.
Mi cielo, tiene que estar bien parada.
Sin mas comentarios la meti� en su boca y chupo como una
loca. Aquello fue como un elixir de juventud para mi miembro. Sin decir palabra,
Matilde cogi� el tubo de crema, se embadurno las tetorras y poniendo mi picha
entre ellas hizo un cubano de maravilla mientras canturreaba:
Al gachup�n le gustan las tetorras de su Matilde.
Al ver que mi picha estaba "parada" y bien parada. Dijo:
Ahora mi amor, ahora te puedes encular a la Carmencita.
Me puso detr�s de Carmen, separo sus cachetes y apunto mi
capullo a aquella diana codiciada. �Yo le iba a dar por culo a Carmen mientras
ella tenia el verg�n de Lupe en su co�o! Met� la picha mientras mi maestra,
Matilde, aconsejaba:
Despacito mi amor, despacito, suave, suave.
Ya estaba toda dentro. Pod�a notar el movimiento de la verga
de Lupe. Inclin�ndome, apret� los pechos de Carmen con mis manos y pregunte a su
o�do:
�Estas bien asi Carmen?
Ya la tienes donde quer�as �eh, mam�n? Si que estoy bien,
estoy muy bien, La picha de Lupe es una maravilla, pero no te quedes ah� como un
pasmarote �mu�vete jodio, dame por culo bien dado de una puta vez!
Dios santo bendito �hab�a yo creado un monstruo? Carmen
empez� a culear contra m�, yo la met�a y sacaba como loco, de pronto note que
Matilde hab�a metido un dedo en mi culo y mientras lo met�a y sacaba gritaba:
�Venga pendejo, chingala bien chingada, r�mpele el culo,
s�casela por la boca!
Otra vez me vino un orgasmo desgarrador; con cinco o seis
espasmos derrame todo el contenido de mis huevos en el culo de Carmen, mientras
ella y Lupe gritaban como posesos. Al parecer estabamos bien compenetrados y
llegamos de forma simultanea. Yo ca� en la cama derrengado. En un momento estaba
Matilde a mi lado con sus pechos junto a mi boca. Yo empec� a chupar, pero ella
apartando su pecho me rega��:
Ay que goloso eres, pero ahora no, ahora tomate este cubita
libre, que si no te me vas a quedar seco.
Asi diciendo acerco el cuba libre a mis labios. �Caray,
aquello era servicio! Mientras yo beb�a ella, diestramente, con una toalla
h�meda limpiaba mi picha mientras dec�a:
Te ha gustado culear a tu Carmencita, �eh mam�n? Tu h�zselo
bien, como te ha ense�ado Matilde, y veras como te lo acaba pidiendo ella.
Dejo a un lado la toalla y trataba de reavivar mi picha con
su mano. �Aquella mujer era un dechado de habilidades! Mientras me pajeaba,
murmuraba.
Si verguita, si, tienes que pararte bien, porque el ver como
el gachup�n enculaba a su Carmencita ha puesto mi culitito todo picoso y tu,
verguita, tu tienes que rasc�rmelo por dentro.
Yo no daba cr�dito a mis o�dos.
Matilde tu me dar�as tu culo, �de verdad? Me lo das.
�Ay mi cielo! Si a m� me gusta mucho que me enculen, lo que
pasa es que con el verg�n de Lupe no se puede por atr�s. �C�mo me quieres mi
amor?
�chate de espaldas en la cama.
Ella, obediente, se ech�. Yo enfe�brecido puse crema en su
culo, puse crema en mis dedos, met� saque, gire, estire...
Calma, calma, coraz�n, recuerda lo te que ense�o Matilde,
suave, despacito.
Por fin embadurne mi verga, cog� sus muslos y los empuje
sobre la cama dejando su sexo y culo gloriosamente expuestos, puse la punta del
capullo en su ano y suavemente empuje.
Si mi cielo as�, enculame despacito. D�mela, dame tu verga.
Poco a poco se introdujo del todo, empece a moverla poco
apoco. Matilde empez� a culear. Los negros labios de su vulva abiertos,
exponiendo el rosado y vac�o interior, mi polla entrando y saliendo de su culo.
�Aquello era gozar! De repente Matilde dijo:
Ven aqu� Carmencita, ven aqu� que me coma tu conchita.
Carmen como si fuera algo que oyera todos los d�as se puso a
horcajadas sobre la cara de Matilde y Matilde chupaba y relam�a la "conchita" de
mi mujer. Matilde cruz� sus piernas a mi espalda en poderoso abrazo, meti�ndome
aun m�s dentro de su culo. Carmen me dijo:
�Ch�pame las tetas, Juan ch�palas!
Yo me incline a chupar sus pechos, ella puso sus brazos por
debajo de mis sobacos estruj�ndome contra su pecho.
�AAAAAAAYYY!
El cabr�n de Lupe hab�a metido todo su verg�n en mi culo de
un solo golpe. Yo trate de moverme, pero Matilde con sus piernas, Carmen por mis
sobacos y Lupe por los hombros me ten�an inmovilizado. Yo sent�a como un hierro
candente rompiendo mi culo, grite:
S�cala cabr�n, �s�cala que duele mucho!
Lupe sin hacer caso segu�a bombeando. Carmen en tono burl�n
dijo:
No te preocupes mi amor, enseguida te dar� gustirin.
�La puta de Matilde no era la maestra, la cabrona de Carmen
era la maestra! Ella hab�a preparado todo y de una sola tacada me estaba dando
una lecci�n y tomando su venganza. �Malditas sean las liberadas, rencorosas y
vengativas mujeres! �Malditas!