"Ah� te encargo a la comadre�"
Mar�a fue una chica que conoc� en mis a�os mozos, era novia
de mi amigo Alfonso y fue por medio de �l que la conoc�. Al principio me ca�a
muy mal por sus actitudes de "chica sabelotodo" y porque como ten�a buen cuerpo
era m�s cre�da a�n, pero al paso del tiempo nos hicimos amigos y termin� siendo
su pa�o de l�grimas, pues conmigo se quejaba de todo lo que hac�a o no hac�a su
novio Alfonso: "f�jate que es un taca�o, no me compra nada, ni le gusta gastar
cuando salimos", "Alfonso no me llev� a pasear ahora que fue mi cumplea�os", que
no era atento, ni cari�oso, que nom�s insist�a en llevarla a un hotel, que no la
hac�a sentir nada: "no sabe besar el muy tonto", y m�s y m�s. Y por supuesto con
frecuencia daban fin al noviazgo, pese a lo cual terminaron, al paso de los
a�os, casados.
Por su parte, Alfonso sab�a de mi cercan�a con su novia y
estaba conforme, pues confiaba en que siendo yo su confidente, no iba a terminar
acost�ndome con ella y por el contrario servir�a a sus intereses para que Mar�a
regresara con �l cada que terminaban relaciones.
En una de las eventuales rupturas nos hicimos amigos m�s
cercanos, sal�amos al cine, a cenar o simplemente a tomar caf� en la Zona Rosa.
En una de esas salidas fuimos al cine y a mitad de la pel�cula Mary se puso
rom�ntica, recost� su cabeza en mi hombro y se me repeg�, yo acced� a abrasarla
y momentos despu�s ya nos bes�bamos con pasi�n, ambos con los alientos calientes
me permiti� acariciar sus firmes pechos y quedamos con las bocas pegadas y
ensalivadas hasta que termin� la funci�n. Claro que al salir iba toda apenada,
sin decir palabra, y al dejarla en la puerta de su casa me insisti�: "por favor,
que no se entere Alfonso de lo que hicimos en el cine". A ese primer faje
siguieron otros, ya con m�s confianza Mar�a se despojaba de su sost�n en los
sanitarios del cine y as� era m�s f�cil acariciarle sus ricas tetas, eso la
calentaba al m�ximo pues luego de algunos minutos permit�a que le metiera la
mano bajo el vestido para tocarle su pepa sobre el calz�n y con los dedos, de la
mano izquierda, acariciaba con suavidad la carnosa y h�meda pepa sobre la cual
notaba sus vellitos sedosos, hasta que ella bufaba junto a mi cuello al venirse,
eso s�, nunca me dej� traspasar con mis dedos la barrera de su panty.
A veces nom�s nos tom�bamos un caf� en Sanborn�s y luego
faj�bamos cerca de su casa. Junto a un gran �rbol nos abras�bamos ya con las
bocas pegadas, ella met�a entre sus piernas una de las m�as y se frotaba,
refregando su bajo vientre contra mi pierna, mientras yo le acariciaba con los
dedos de ambas manos los duros pezones de sus chiches firmes y paraditas,
minutos despu�s ella se ven�a casi gritando de placer, pero dej�ndome con el
miembro bien erecto. Esta situaci�n me molestaba y se lo hice saber: "no es
justo que t� termines y yo no, me haces sentir mal, de veras, ser� mejor que si
no quieres hacer el amor conmigo, no me calientes". Ella se qued� pensativa.
Luego de esa ocasi�n dejamos de vernos varias semanas, hasta que un nuevo
"rompimiento" con su novio la hizo llamarme por tel�fono, salimos al cine; pero
antes, de nuevo, me volvi� a contar sus desventuras con Alfonso.
Pero para ese nuevo faje Mar�a me sorprendi�, pues ya a
oscuras en el cine y mientras ella me besaba su mano derecha abri� mi pantal�n
para hurgar en busca de mi pene erecto y aunque no demostraba mucha pr�ctica,
rode� con sus deditos el tronco y se dio a subir y bajar su mano sobre �l,
siempre atisbando con sus ojitos en la oscuridad de la sala para evitar que
alguien cercano a nosotros se percatara de su sabrosa maniobra, hasta que a los
pocos minutos mi verga eyacul� sobre su mano; claro que ella tambi�n se calent�,
pues sus besos de "leng�ita" se hicieron m�s apasionados, lo mismo que su
aliento, m�s calido y agitado. Cuando termin� de venirme Mar�a me bes� un o�do y
me dijo: "�ahora si est�s contento, chiquito?", tal vez se refer�a a que me
hab�a dejado descargar mi semen y no me hab�a dejado frustrado y con "el rabo
parado".
Otro d�a platic�bamos sobre su negativa a dejarse meter mano,
pues la chica por nada del mundo me hab�a dejado meterle ni siquiera un dedo a
su pucha, no obstante que estuviera bien caliente, y pretextos no le sobraban:
"es que nunca me ha gustado que me metan mano, tengo miedo de agarrar alguna
infecci�n, hay muchos bichos o microbios y me puedo infectar de algo; adem�s no
siento nada, me da cosa sentir que algo extra�o est� ah� hurgando en mi cosa, ay
no!, que feo, mejor nos besamos rico y me tocas las tetas". De nuevo dejamos de
vernos.
Pasaron varios meses y un domingo en que iba con mi novia
Alejandra en el Metro me encontr� a Mar�a, claro que me ech� ojos de pistola al
verme con otra mujer, pero al menos fingi�; nos platic� que ya definitivamente
hab�a roto con Alfonso y que "mejor sola que mal acompa�ada", ni mi novia ni yo
le cre�mos nada.
Me cost� trabajo acceder a salir de nuevo con Mar�a, pues
Alejandra estaba mejor de cuerpo y sobre todo le encantaba coger, nom�s sal�amos
de su casa y corr�amos en busca de un hotel, donde nos encerr�bamos el s�bado
temprano y sal�amos hasta el domingo por la tarde, agotados de tanto coger, pero
aprovech� un transitorio enojo con Alejandra para quedar con Mar�a para tomar
caf� y platicar. Durante dos horas soport� sus amargos reclamos por su noviazgo
con mi amigo y por fin cuando �bamos caminando cerca de la Alameda rumbo a un
caf� ubicado sobre la avenida Tacuba, sin querer nos metimos en el lugar
equivocado y cuando me percat� del error ya est�bamos frente a la recepci�n de
un hotel; Mar�a contuvo el aliento y se puso p�lida pero no sali� corriendo de
ah�, nom�s se acerc� a mi para decirme en voz baja: "por dios, debes creerme que
nunca antes he venido a un lugar de �stos, j�rame que me crees", yo asent� con
movimientos de cabeza apurado en tratar de sacar del pantal�n el dinero
suficiente para pagar, pues para rematar nos hab�amos metido en el hotel De
Cort�s, uno de cinco estrellas.
Ya con la llave del cuarto en la mano los dos �bamos con las
piernas temblorosas subiendo la escalera, pero en el primer descanso nos besamos
con pasi�n y as�, con las bocas pegadas seguimos subiendo y llegamos a la
habitaci�n y con prisa, casi furia, nos desvestimos y rodamos en la cama;
entonces ca� en cuenta de lo buena que estaba Mar�a: su cintura estrecha y sus
prominentes caderas, la firmeza de su carne y las nalgas duras y paradas, sus
chiches peque�as pero firmes y sobre todo la pelambrera rizada de su sexo; y por
fin cuando ya m�s calientes los dos nos metimos bajo las s�banas ella en voz
baja me dijo: "nunca lo he hecho, soy virgen", esa inesperada confesi�n me
contuvo, pues nunca antes hab�a hecho el amor con una virgen y pens� que todo
iba a resultar un fracaso, pero fue al rev�s, pues cuando estuve entre sus
piernas abiertas apuntando con el miembro a su rajita peludita y mojada y se la
dej� ir, primero despacio, poco a poco, no encontr� obst�culo alguno, sino por
el contrario una panocha h�meda y caliente, apretada si pero succionante y f�cil
de coger.
La primera vez lo hicimos yo arriba, montado en ella,
bombeando su viscoso sexo con mi pene bien duro, arremetiendo firme pero a la
vez suave, e incrementando los movimientos conforme ella se iba calentando m�s;
luego abraz�ndola y mamando sus senos de pezones caf� oscuro mientras le remov�a
en c�rculos el miembro en su, ahora si, pepa bien abierta hasta que terminamos
al mismo tiempo o casi, pero ella estaba feliz, sorprendida de que hubiera sido
tan rico. Descansamos un poco, ped� al servicio de bar dos cubas y unos
bocadillos, ella se meti� al sanitario a darse un ba�o ligero y al volver dimos
cuenta de un club s�ndwich y las cubas y casi sin percatarnos ya est�bamos
listos para un nuevo encuentro.
Ella propuso: "�ahora me dejas a mi arriba?" y me mont�, y
para ser primeriza demostr� bastante iniciativa, pues cabalgaba como toda una
experta: apretando su pelvis sobre mi con sus piernas y bien clavada en mi
verga, sub�a despacio para luego dejarse caer con fuerza abriendo las piernas
para tragarse todo el miembro; o bien culebreando su cintura sobre mi verga bien
metida en su sexo, en tanto que le retorc�a los pezones con los dedos y nos
bes�bamos con lujuria; total que Mar�a se vino dos veces de esa forma hasta que
me sac� la leche entre gritos de placer: "m�s, dame m�s leche, quiero tu leche
chiquito lindo", luego quedamos desfallecidos ella sobre mi, suspirando
quedamente.
Luego vinieron las preguntas y aclaraciones. Mientras me
fumaba un cigarro Mar�a aclaraba: "te juro que es mi primera vez, no se por qu�
no sangr�, pero debes creerme, nunca antes me hab�a acostado con un hombre";
luego: "oye �siempre eres as�?, digo, �siempre haces de esa forma el amor?,
porque no se, me han contado, que los hombres siempre terminan r�pido y no como
t�, duraste mucho, adem�s eres capaz de hacerlo varias veces, me hiciste muy
rico, sent� algo incre�ble". No quise averiguar, pues si ella sab�a o imaginaba
que por lo general, los hombres tardan menos que las mujeres en venirse, era
porque ya ten�a bien andado el camino, pero al menos trat� de que se quedara
tranquila, eso si aclar�: "como sea, t� debes tener mucha experiencia con
mujeres, me trataste muy bien, con raz�n Alejandra no te suelta, condenado", ya
no le contest�.
M�s tarde nos metimos al ba�o, eran casi las diez de la noche
y no quer�a llegar muy tarde a su casa. Ya bajo la regadera jugamos un rato, y
terminamos calientes, pues le bes� su pepita casi diez minutos y ella hizo sus
primeros intentos en la mamada. Ante la evidente calentura le propuse que lo
hici�ramos en la taza del ba�o: yo sentado y ella sobre mi a horcadas d�ndome la
cara; as� lo hicimos y fue una experiencia memorable para ambos, pues de esa
forma Mar�a ten�a la libertad de moverse, subir, bajar, y saltar sobre mi
erecci�n, hasta que nos volvimos a venir. Claro est� que tuvimos que volver a
ba�arnos, pues los l�quidos su sexo ten�an un olor sumamente penetrante. Al
final de nueva cuenta sus juramentos acerca de su virginidad virtual y los
halagos acerca mis destacadas dotes amatorias.
De esa forma me anduve cogiendo a la novia de mi amigo,
siempre aprovechando las temporales separaciones de esa pareja, que un d�a
estaban contentos y al siguiente ya se estaban "agarrando del chongo". Durante
un a�o y medio me encam� a Mar�a una o dos veces cada quince d�as, o sea que
ella desquit� con creses sus enojos con su novio y yo desquit� hasta el �ltimo
centavo invertido en esa vieja santurrona pero muy caliente al final de cuentas.
Al t�rmino de ese periodo me encontr� con Mar�a a las afueras
de una oficina gubernamental, hab�a ido a tramitar las placas de mi coche y me
cruce con ella a la salida. Platicamos dos o tres minutos y al final me solt� la
noticia: "mira, me urge platicar contigo, quiero que sepas que ya no podremos
vernos, y no debes insistir, pues me voy a casar con Alfonso dentro de dos meses
y debo serle fiel". Un tanto apenada acept� que nos meti�ramos a un motel sobre
la carretera federal a Cuautla, "pero s�lo para platicar �eh?, ya no podemos
hacer nada de nada", aclar�. Yo acept� sabiendo de antemano que terminar�amos
ensartados de nuevo.
As�, primero platicamos:
--"Ay no se qu� hacer, Alfonso se va a dar cuenta que ya no
soy virgen, �ahora qu� hago?".
--"No me digas que no hac�as el amor con Alfonso", le
pregunt�.
--"Ay no, c�mo crees, bueno casi no, o m�s bien� al menos no
como le he hecho contigo, ay no se, ya me hice bolas, no se, no me acuerdo",
dijo Mar�a toda confundida.
--"A ver, a ver, �si o no?, lo hiciste o no, te lo meti� o
no, habla claro", le dije en tono firme.
--"C�mo quieres que te diga, ay no se�, bueno, es que �l no
lo met�a completo, no se si me entiendas, s�lo la� puntita, si, �me entiendes?,
s�lo un poco, en la entrada, ah� terminaba y el semen quedaba en mis pelitos, no
adentro, �me entiendes?, pon�a la cabecita de su palo en la entrada y se mov�a
poquito, le llegaba la leche y ya, eso era todo, te lo juro, a mi apenas me
hac�a cosquillitas".
Pues si la entend�a, Mar�a se echaba puros palitos de
"entrenamiento", no cog�a a plenitud, bueno, seg�n ella, pues a estas alturas
hab�a descubierto que era bastante mentirosilla.
Luego de un rato ella misma encontr� la soluci�n a su dilema:
"oyes, y si hago coincidir la fecha de la boda con mi regla, as� cuando est� con
�l me saldr� sangre, a lo mejor cree que es la de mi virgo, �crees que funcione
eso?". Ya ni le contest�, la jal� a la cama y nos empezamos a calentar a besos,
luego ya ambos desnudos y ardiendo de pasi�n me la cog� de "patitas al hombro":
ella acostada boca arriba con sus piernas abiertas y una de sus pantorillas en
cada uno de mis hombro, mientras yo le taladraba la pucha con mi pinga erecta,
sordo a sus ruegos de que ya no quer�a, hasta que me vine con furia, echando
chorros y chorros de semen en su pucha olorosa a animales marinos y llena de
jugos.
M�s tarde, recuperados del primer palo, la empine en la
orilla de la cama, para hacerlo de "a perrito", o m�s bien ella misma se
acomod�, pues cuando la jal� para que se volteara, solita par� las nalgas frente
a mi diciendo: "t� dime como me pongo, no se como quieres, t� dime yo no se",
pero ni caso le hice, le separ� un poco las piernas e hice que reculara un poco
m�s, para hacer m�s ostensible su peluda panocha. As� se la dej� ir y me la
estuve cogiendo un buen rato, haciendo chocar mi pelvis contra sus nalgas, chaz,
chaz, chaz; luego le remov�a la verga dentro de su pucha y ella gem�a de placer,
luego de nuevo chaz, chaz, chaz, hasta que se vino, pero yo no.
La dej� descansar sin sacarle el miembro y luego de unos
minutos ah� voy a de nuevo, pero quer�a una variante: le daba dos o tres metidas
de fierro, luego se lo remov�a adentro y luego se lo sacaba, para repasarle la
verga erecta entre sus nalgas, abriendo sus gl�teos carnosos y macizos con mis
manos y tocando con mi garrote su rosado y apretado ano, luego volv�a a
met�rselo en la pucha y as� varias veces, hasta que en una de esas ella me fue
guiando: "si lo quieres hacer por atr�s, me vas a lastimar, no lo hagas, por
favor", yo segu�a jugando con mi pito en su culo; ella insist�a: "mira que me
vas a lastimar, no lo hagas, siento rico, pero me da miedo, mira que no, si lo
haces me voy a enojar contigo", ya ni caso le hac�a: le met�a el tronco en la
pucha, ahora abiert�sima, para luego repasarle el palo por el culo, hasta que ya
no dijo nada, solita se acomod� cuando le apunt� el glande en el cerrado ojete,
suspir� profundo, apret� la verga en el culo con fuerza y� oh sorpresa!!!!, mi
pinga se fue sumergiendo lentamente en su cola. Su culo estaba apretado, muy
apretado, al grado que el anillo de carne que rodeaba mi verga me produc�a un
agudo dolor, pero se lo segu� metiendo, Mar�a calladita aguantaba la verga,
hasta que ambos quedamos pegados, quietos, sin casi respirar, empero la
sensaci�n era indescriptible: la calidez de su intestino, la deliciosa sensaci�n
de estar dentro de ella, en fin, que me empec� a mover, primero quedito,
delicadamente, mirando como mi verga al salir se llevaba con ella la carne de su
culo, y al contrario, al arremeter lo que quedaba de los pliegues del culo
desaparec�an como siendo tragados por el agujero, antes rosado, ahora rojo del
culo de la novia de mi amigo, hasta que me la empec� a coger fuerte, r�pido,
aprovechando que el hoyo de Mar�a hab�a dado de s�, y ya mi verga entraba y
sal�a con singular alegr�a del cuerpo de esa vieja mentirosa. Al final cuando
eyacul� y le fui sacando el miembro, el culo de Mar�a qued� abierto chorreando
leche, y cuando ella lo apret�, todav�a otro chorrito de semen escap� de su culo
haciendo ruiditos al cerrarse.
--"Te di mi cola, s�lo t� haz accedido a ese lugar tan �ntimo
y secreto, creeme por favor, mi ano era virgen, lo juro, y ahora fue tuyo, s�lo
tuyo", dijo ella suspirando amorosa junto a m�. Sonre� en silencio pensando: "t�
no ten�as v�rgenes ni los hoyos de las orejas".
De regreso a la ciudad Mar�a iba callada, en silencio, tal
vez con remordimientos por haberle sido infiel a su futuro marido, aunque no
creo: "no se que vamos a hacer, no podemos seguir vi�ndonos, entiende, ya no me
hables ni me busques, que soy capaz de suspender la boda con Alfonso para
casarme contigo", me dijo Mary. Yo casi solt� la carcajada, pues por una parte
yo no la buscaba para ir a coger, era ella quien siempre me llamaba; luego
estaba lo de la boda: ella no iba a ser capaz de dejar a Alfonso y yo menos a�n
de casarme con ella, a pesar de que cogiera muy rico, pero me contuve
asegur�ndole que no nos volver�amos a ver� hasta el d�a de la boda.
Por fin la fecha del casorio lleg�, en el inter Mar�a me
hab�a llamado varias veces, "es que estoy muy nerviosa por la boda, y quiero
platicar con �l", les dec�a a mis hermanas, quienes ya sospechaban que esa mujer
me andaba soltando las nalgas. Pero al ver salir de la iglesia a Mar�a y a
Alfonso, vestidos elegantemente y muy felices y abrazados pens� que al fin me
hab�a librado de esa chica tan rara, mentirosa, media loca, muy religiosa pero
s�per caliente. Pero mis c�lculos fallaron.
Ya casados, cuando no era Alfonso, era Mar�a quien me llamaba
para compartir sus desaveniencias conyugales y pleitos de pareja, me contentaba
escuchando para al final recomendarles que ambos pusieran de su parte para
llevar su matrimonio en paz, pero nunca pudieron. Al final del primer a�o,
Alfonso me visit� para pedirme que fuera el padrino de su primer hijo, pues
Mar�a estaba por dar a luz, y as� fue, me convert� en compadre de esa pareja de
inadaptados.
A unos meses de haber nacido mi ahijada, una hermosa ni�a por
cierto, una tarde Mar�a me llam� con urgencia: "tengo que hablar contigo, ya no
aguanto a tu compadre, no se qu� hacer", dijo la mujer sollozando. Me negu� a ir
a su casa, pero fue in�til. Una hora despu�s ah� estaba yo, sentado en la sala
tratando de consolar a Mar�a, que con l�grimas en los ojos me dec�a: "Alfonso es
un borracho, no hay d�a en que no llegue de madrugada cay�ndose de briago y
oliendo a perfume barato; es un desobligado, adem�s ya ni me toca, tiene tiempo
que no me hace el sexo; me tiene abandonada y nada le importa, ni siquiera su
hija", y pujidos y l�grimas, y m�s pujidos.
Y como no queriendo la cosa, la abrac� para consolarla, ella
sigui� lagrimeando en mi hombro y yo d�ndole palmaditas de consolaci�n, hasta
que sin querer mi otra mano le empez� a acariciar una pierna, primero por encima
del vestido, luego por debajo; Mar�a dej� de sollozar para decir: "hmmm, no lo
hagas por favor, mira que somos compadres, debes respetarme y respetar a tu
ahijada, no, mira que no, me voy a enojar, de veras no quiero, que no, ya te
dije", luego solita par� la boquita para recibir el primer beso; para cuando
inici�bamos el segundo Mar�a se recost� en el sof� abriendo las piernas,
subi�ndose el holgado vestido y baj�ndose los calzones, y ah� en el lugar de los
sollozos y las l�grimas me cog� a mi comadre, que cuando sinti� la dureza de mi
garrote alz� las piernas hac�a el techo y con un hondo suspiro me recibi� en su
jugosa cueva y cuando sinti� que ya la ten�a bien cogida, rode� con sus piernas
mi cintura, apres�ndome contra ella y moviendo su pelvis en c�rculos.
La comadre se vino pronto, luego de unos minutos, cuando
ambos casi brinc�bamos en el sill�n, de nuevo le lleg� de nuevo el orgasmo y
para cuando mi verga echaba leche en su pucha, Mar�a se hab�a olvidado de sus
pesares con Alfonso. Luego de ba�arnos, pues la peste a sexo lo hac�a necesario,
quedamos en que yo hablar�a con su marido para tratar de hacerlo entrar en
raz�n. La mujer me dio de antemano las gracias, pero no supe si por interceder
ante su marido o por haberle dado la sabrosa y necesaria cogida que ya le urg�a.
Esa misma tarde esper� a mi compadre a la salida de la
f�brica. Fuimos a tomar unos tragos en un bar y �l me dio su versi�n de los
hechos: "mira compadre te agradezco tu preocupaci�n por lo que pasa entre Mar�a
y yo, pero las cosas no son como ella dice. �Sab�as que trabajo doble turno para
poder cumplir todos los caprichos de tu comadre?, �no verdad?; �Qu� no le hago
el amor?, pues c�mo si todos los d�as lleg� molido de cansancio; �Qu� la tengo
abandonada?, si apenas la semana pasada la llev� de fin de semana a Acapulco, y
claro, a veces me echo mis alcoholes, pero s�lo as� aguanto a tu comadre, nom�s
lleg� a la casa y se le ocurren cosas: que vamos a cambiar las cortinas, que
quiero una estufa nueva, que c�mprame ropa, mientras mis zapatos ya tienen
agujeros, no se vale compadre, Mar�a nom�s chinga y chinga". Alfonso ten�a
raz�n, y a modo de consolaci�n esa noche nos emborrachamos.
Parec�a cuento no nunca acabar. En un intento por apartarme
de los pleitos entre mis compadres me cambi� de casa, bueno la verdad me fui a
vivir con una de mis novias, Catalina, de profesi�n enfermera, con quien por
cierto confirm� la fama de putas que tienen las que se dedican a ese trabajo,
pues ya como su amante de planta me confes� que todo el hospital donde trabajaba
hab�a pasado entre sus piernas, desde el director del nosocomio hasta los
camilleros, todos disfrutaron de su moreno y delgado cuerpecito. Caty era s�per
caliente y le fascinaba el miembro, a todas horas, de todos tipos y tama�os; no
le importaba que hubi�ramos cogido por la ma�ana antes de salir al trabajo, a
media ma�ana me llamaba para quejarse que andaba con la pucha ardiendo y que no
tardara en regresar a la casa, pues "ya me urge tu pinga papacito".
Pese al distanciamiento Mar�a sigui� empe�ada en buscarme, no
se si para seguirse quejando de su marido, o para que me la siguiera cogiendo, o
a la mejor para las dos cosas, ya ni s�. Pero hasta en el trabajo me importunaba
con sus llamadas llenas de pujidos y gemidos lagrimosos, luego ten�a que ir
primero a consolarla y luego a empinarla para darle lo que su marido no le pod�a
dar por cansancio. De esa forma, al menos una vez cada quince d�as ten�a que ir
a visitar a Mar�a para tenerla sexualmente contenta y que ya no le cargara tanto
la mano al compadre Alfonso. As� pas� el tiempo, ocho o diez a�os, o m�s, no lo
recuerdo bien.
Un s�bado por la tarde, en que ya de nuevo "soltero" y en mi
antiguo departamento estaba estrenando a una muchachita cajera de un Cinemark:
23 a�itos, alta y delgada, nalgas duras como el concreto, tetas talla 34 copa C,
son� el tel�fono en el justo momento en que Cristina se empalaba a mi verga para
iniciar un sabroso "palo encebado", y cuando ella se clav� por completo y gimi�
de placer, volvi� a sonar el aparato, estir� la mano --mientras la chica sub�a y
bajaba en mi miembro con singular alegr�a-- para tomar el tel�fono; contest�
tratando de mantener el ritmo de la cogida y cuando los gemidos de Cristina se
hicieron gritos alcanc� a escuchar la voz del compadre Alfonso: "�eres t�
compadre?, que son esos ruidos, mira compa, ya no aguanto a Mar�a, hace d�as
ped� mi liquidaci�n en la f�brica y con el poco dinero que me dieron me voy de
"mojado" a EU, ah� te encargo a la comadre, a�i nos vemos" y colg� mientras la
cajera estaba brinco y brinco con sus "aaahhhh, hhhaaahhhh, mmmhujjjjmmm, m�s,
m�s", gozando de la verga; en ese momento cerr� los ojos para venirme --y llenar
de leche la panocha de la chica que segu�a brincando sobre mi-- y al mismo
tiempo en un gesto de resignaci�n, pues ten�a ante mi la "tremenda"
responsabilidad de cuidar a la comadre Mar�a y mantenerle en paz la entre
pierna. Ni hablar.
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