EL FOTOGRAFO . - LAS MELLIZAS 4� Parte
Capitulo 1: EX
He de reconocer que estaba pasando por un momento econ�mico y
an�mico p�simo cuando recib� aquella carta de mis queridas amigas mellizas.
Lo uno iba ligado a lo otro pues, desde que mi ultimo "amigo"
me hab�a abandonado por otro hombre mas joven que yo, mi calidad art�stica hab�a
sufrido un considerable baj�n, y ya no me era posible colocar mis trabajos
fotogr�ficos con la facilidad habitual.
Era una suerte que Miriam, mi adorable hijastra, viviera
conmigo, pues era ella sola la que llevaba el peso de la casa casi siempre.
Cuando la conoc� tenia ya cinco a�os, y era tan linda que le cog� aprecio
enseguida. Su madre llevaba una vida tan libertina que desconoc�a cual de sus
m�ltiples amantes era el padre de la ni�a; y, casi sin pensarlo, decidimos
casarnos, para tratar de aparentar ante la gente lo que ninguno de los dos era.
Las cosas, como ya supondr�n, no iban nada bien entre
nosotros. Al final hace cuatro a�os se fugo con un ardiente m�sico italiano, y
no hemos vuelto a tener noticias de ella.
Miriam, aunque ya va camino de cumplir los diecis�is a�os,
tiene todav�a un cuerpecito infantil, sin apenas curvas, y una cara angelical, a
juego con su rubio cabello, que la hacen parecer mucho mas joven de lo que es en
realidad. Y quiz�s por ser tan delgadita parezca un poco mas alta de lo que es
en realidad.
En la extensa carta, tan subida de tono como de costumbre,
las mellizas me narraban algunas de las m�ltiples picard�as que estaban
realizando durante esos d�as en casa del infeliz de su primo, a costa de su
sumisa esposa y de su viciosa hijita.
Lo primero que les quiero aclarar es que no estoy de acuerdo
con la mayor�a de las cosas que ellas suelen hacer... pero somos excelentes
amigos desde hace muchisimos a�os y las mellizas me han ayudado, y consolado, en
multitud de ocasiones, por lo que suelo hacerles alg�n que otro trabajito de vez
en cuando.
Estos casi siempre suelen estar relacionados con algunos de
sus numerosos enredos sexuales, por lo que �ltimamente he preferido ir d�ndoles
clases de fotograf�a antes que inmiscuirme en ellos.
Supongo que por eso me mandaron una de las fotos que le
hab�an sacado a la peque�a, para que juzgara sus progresos.
He de reconocer que aunque la foto en cuesti�n no tenia gran
calidad era realmente sugerente, pues la c�ndida postura de la peque�a,
durmiendo totalmente desnuda con el dedo gordo metido en la boquita como si
fuera un tierno bebe... y el grueso chupete de caramelo completamente incrustado
en su velluda intimidad hacia pensar en mil cosas diferentes... todas ellas
indecentes y censurables por supuesto.
No volv� a acordarme de la susodicha fotograf�a, perdida
entre las otras miles que pueblan mi apartamento, hasta que en una de mis
entrevistas de trabajo apareci�, quien sabe como, entre las que aquel d�a
llevaba en mi nutrida carpeta. No me fije en ella hasta que la vi en la mano del
distribuidor, y para entonces la cosa ya no tenia remedio.
Este, despreciando el resto del material, pidi� a su linda
secretaria que hiciera el favor de salir de la oficina, y que tras cerrar la
puerta no le volviera a molestar hasta nuevo aviso.
Una vez solos me pregunto si tenia mas fotograf�as como
aquella y, antes de que pudiera aclararle nada al respecto, me preciso que
estar�a dispuesto a desembolsar una suma realmente significativa por este tipo
de material en concreto.
Yo, aparte de algunas fotograf�as para las mellizas, apenas
hab�a tocado el tema del desnudo, y no sabia que pod�a decir. El individuo,
tomando mi apuro e indecisi�n desde otro punto de vista, se apresuro a firmarme
un cheque, por una cantidad muy respetable, como anticipo del trabajo que deb�a
llevarle. Me marche de all� con la cabeza dando vueltas, pero determinado a usar
ese dinero que tanta falta me hacia lo antes posible.
Capitulo 2: EX
La verdad es que aquella tarde no pare de dar vueltas y mas
vueltas por el apartamento, la mar de nervioso, esperando impaciente noticias de
las mellizas.
Pues, aunque ya me hab�a apresurado a ponerme en contacto con
ellas, mand�ndoles un telegrama urgente al lugar donde estaban de vacaciones, no
sabia si las viciosas mellizas me podr�an volver a proporcionar mas material del
mismo estilo en los pocos d�as que tenia de plazo antes de la primera entrega, y
no conoc�a a ninguna modelo con rasgos tan infantiles como los que me hac�an
falta para mi descocado reportaje.
Fue en una de esas vueltas, al pasar frente la puerta abierta
del dormitorio de Miriam y verla all�, sentada de cualquier manera, estudiando
alguna cosa, y vestida solamente con una de mis holgadas camisas, cuando ca� en
la cuenta de que tenia en mi propia casa la modelo ideal para hacer el tipo de
reportaje que tenia en mente.
Pues su espontanea postura, unida a la escasez de ropa,
permit�an ver con claridad las graciosas bragas que llevaba puestas. Y, desde mi
posici�n, tambi�n pod�a ver uno de sus n�veos pechitos asomando a trav�s del
escote, se�al�ndome con su rosado bot�n.
Lo cierto es que Miriam hab�a posado para mi desde que era
peque�a, pero siempre en fotograf�as art�sticas, y no sabia como iba a tomarse
mi turbadora proposici�n.
Por eso me sorprendi� ver con que entusiasmo aceptaba,
ri�ndose de mi pudor; asegur�ndome que, por ese dinero, y siendo yo el
fot�grafo, no le importaba lo mas m�nimo salir medio desnuda en las fotograf�as.
Estaba tan entusiasmada que empezamos al momento.
Aun as� trate de hacer las fotograf�as con cierta categor�a,
y le dije que durante los pr�ximos d�as tratar�a de captarla en poses atrevidas,
pero naturales, rog�ndole para ello que vistiera con la ropa que considerara mas
adecuada para facilitar mi trabajo.
Cuando regrese con la c�mara ella ya se hab�a cambiado la
holgada camisa de botones por otra de tirantes mucho mas finita, que ya le venia
peque�a, y a trav�s de cuyo fino tejido se le marcaban claramente los
puntiagudos pezones.
Lo cual era una suerte, dado que sus gruesos botoncitos eran
lo �nico atrayente de su delgada anatom�a, con un oscuro tono rosado que los
hacia mucho mas llamativos.
Al cabo de un par de tomas ella misma se dejo caer una de las
tirantas para que su bello fres�n quedara totalmente expuesto ante mi c�mara.
Pase toda la tarde y buena parte del d�a siguiente
persigui�ndola por toda la casa, c�mara en mano, obteniendo as� multiples planos
de sus p�lidos senos desnudos en poses cuidadosamente inocentes; y de sus castas
braguitas infantiles, aireadas una y otra vez bajo sus amplias camisas o sus
faldas reducidas.
Esa noche, cediendo ante su inusitado inter�s, le ense�e la
dichosa fotograf�a que lo hab�a originado todo. Fue Miriam la que destaco que
esa foto era mucho mas indecente que las que yo le hab�a hecho hasta el momento;
y que deber�a incluir algo mas de desnudo si no quer�a decepcionar al
representante.
Lo cierto es que yo tambi�n lo hab�a pensado, pero me
resist�a ante la idea.
Hasta que ella me aseguro que no le daba ninguna importancia.
As� que nos trasladamos de nuevo hasta su dormitorio para que
pudiera plasmar, por primera vez, su culito resping�n completamente al aire,
mientras ella se pon�a y quitaba diferentes prendas de vestir de un modo
aparentemente casual delante del objetivo, pero dejando siempre a la vista su
atractivo cuerpecito infantil.
Mas tarde gaste un par de carretes mientras ella fing�a
dormir, con su casto camisoncito enroscado en la cintura y su pechuguita
asomando indecorosa entre los botones abiertos.
La postura de sus piernas, cruzadas del modo mas natural,
hacia que su prieto pandero quedara expuesto de un modo realmente encantador.
A la ma�ana siguiente, y ya sin braguitas, repetimos algunas
de las fotograf�as del d�a anterior, mucho mas sugestivas ahora que se ve�a su
lindo trasero resping�n junto con sus atractivos pitones.
Aprovechando su sugestiva flexibilidad conseguimos parodiar
una clase de gimnasia, luciendo su cuerpecito parcialmente desnudo al mismo
tiempo.
Pase toda la tarde en mi reducido laboratorio revelando todo
el trabajo realizado hasta el momento, para poder entregarlo cuanto antes y
cobrar el resto del dinero prometido.
Miriam insisti� en ver el resultado y se enfado un poco
cuando vio que yo apartaba algunas de las mejores fotograf�as que hab�amos
tomado solo porque se le ve�a parte de su inmaculada virginidad.
Ella, que se vanagloriaba de ser la �nica rubia natural de su
clase, estaba muy orgullosa de los llamativos ricitos dorados que a duras penas
poblaban su intimidad y no quer�a apartar las fotos en las que asomaba, por
mucho que yo le dijera que no ve�a correcto su proceder.
Pero al d�a siguiente no me quedo mas remedio que darle la
raz�n, puesto que el distribuidor solo se hab�a quedado con algunas de aquellas
en las que mas desnuda sal�a Miriam.
Me dijo que el resto las consideraba poco provocativas para
lo que el deseaba, insinu�ndome que esperaba que la pr�xima tanda fuera mejor.
Capitulo 3: EX
A Miriam le irritaron tanto sus ir�nicos comentarios que me
suplico que le dejara escoger las poses mas adecuadas, sin oponerme a ninguna, y
que ya ver�a la diferencia.
No tuve mas remedio que claudicar y esa misma noche plasme
las primeras fotograf�as de la bella jovencita completamente desnuda,
revolc�ndose sobre las sabanas de su cama con sus camisas y ropas abiertas para
que se viera todo su cuerpo con nitidez.
Sus poses, esta vez, eran sumamente indecorosas; procurando,
siempre que pod�a, que no quedara ni el mas m�nimo rinc�n de su anatom�a oculto.
Pero, al estar unidas a su carita de �ngel, le daba un toque de erotismo, que
hasta yo era capaz de apreciar.
Mas tarde, y ante mi asombro, empez� a hurgar con los finos
deditos en su intimidad, con una soltura y habilidad que dec�a bien a las claras
lo ducha que estaba en esos indecentes manejos.
Sus turbias manipulaciones pronto le hicieron poner los
gestos mas elocuentes y expresivos de gozo y placer que yo hab�a retratado
jamas.
Y les puedo asegurar que estos no eran fingidos, pues la
ardiente chiquilla termino por correrse de gusto ante la c�mara, jadeando entre
fogonazo y fogonazo de los flash.
Luego, mientras la arropaba, me confeso en voz baja que le
excitaba horrores sentirse observada, y que hab�a terminado por dejarse llevar
por la pasi�n.
Durante los d�as siguientes Miriam me revelo poco a poco esta
nueva e insospechada faceta oscura de su personalidad, la libidinosa, que me era
totalmente desconocida, y que la hacia parecerse a su viciosa madre mucho mas de
lo que me hubiera gustado.
Sin embargo he de reconocer que las turbadores poses que
ejecutaba ante mi c�mara eran justo lo que estaba buscado mi nuevo distribuidor,
por lo que pronto gaste varios carretes fotografi�ndola en las posturas mas
picaras e indecorosas que se le ocurr�an, mientras me mostraba hasta el ultimo
rinc�n de su anatom�a. Su derroche de osad�a termino por doblegar mi animo,
oblig�ndome a aceptar el vicio que ella llevaba dentro.
Esta vez el distribuidor no solo se quedo con la mayor parte
de las fotograf�as, sino que me dio una generosa propina por el excelente
trabajo realizado.
Me animo tambi�n a que siguiera en esa l�nea de trabajo, pero
d�ndole un poco mas de morbo a las situaciones, para poder publicar las
secuencias de fotos como si fueran historias.
Como ejemplo me ense�o las de la masturbaci�n, mostr�ndome la
forma en que se encadenaban desde que la peque�a ninfa se acostaba en su cama
medio desnuda hasta que sucumb�a al placer de sus propias manitas.
Capitulo 4: EX
Miriam, entusiasmada con la enorme cantidad de dinero que
hab�amos ganado de una forma tan f�cil, me aseguro que no tenia que preocuparme
lo mas m�nimo por los detalles, que ya se encargar�a ella de pensar en la forma
de hacer mas interesante la pr�xima entrega.
Dedique los siguientes d�as a saldar las numerosas deudas que
hab�a contra�do durante mi baj�n profesional, y a comprar aquellas cosas que
hacia tiempo que no pod�amos permitirnos, mientras la inquieta jovencita se
devanaba los sesos ideando las escenograf�as adecuadas.
Empezamos por una f�cil, la de Miriam ba��ndose.
En un principio eran como las anteriores, mostrando como se
desnudaba poco a poco, salvo por el detalle de que hab�a una serie de tomas
bastante ambiguas en las que daba la impresi�n de que la muchachita se estaba
masturbando a conciencia con la alargada pastilla de jab�n, restreg�ndosela por
la intimidad una y otra vez, hasta formar una capa de espuma tan abundante que
no dejaba ver lo que pasaba al final, dejando entrever que la susodicha pastilla
terminar�a aloj�ndose en el interior de su conejito en cualquier momento.
Hicimos otras series por el estilo, ambient�ndolas en la
cocina, en su cuarto, o en el comedor; en las que, de una forma o de otra,
Miriam siempre acababa despoj�ndose de sus lindas y ajustadas ropitas infantiles
hasta quedar completamente desnuda, y dando la impresi�n de que acabar�a con
algo incrustado dentro de alguno de sus orificios.
Cuando no era una larga hortaliza, era un juguete, o una
vela, o cualquier otro raro instrumento que diera a entender que la jovencita
acabar�a con el agujerito bien relleno.
Por descontado que nunca llegaba hasta el final, pero tambien
es cierto que las caras de placer que fotografiaba no eran fingidas, pues rara
era la vez que la peque�a viciosa no acababa corri�ndose ante la c�mara,
jadeando de puro placer mientras se masturbaba.
Aunque al distribuidor le gustaron todas, la escena que mas
le entusiasmo fue aquella en la que Miriam se visti� de colegiala, con uno de
sus viejos uniformes del colegio, haci�ndose un par de coletas para aparentar
menos edad. Nadie que no la conociera asegurar�a que tenia mas de doce a�os la
chica que all� aparec�a retratada.
Causando por ello mayor impresi�n el ver con que af�n
terminaba masturb�ndose la peque�a con los �tiles de la escuela, completamente
desnuda, pues la ultima foto permit�a suponer que acabar�a con alguno de sus
bolis, l�pices o rotuladores incrustado en su intimidad.
La paga esta vez fue aun mas generosa que la anterior.
Y, aunque no me lo dijo claramente, me dio a entender que el
precio pod�a ser muy aumentado si las secuencias terminaban de completarse. Como
vio en mi expresi�n el rechazo que me produc�a esta idea cambio r�pidamente de
tema, y me dijo que la rubita sola estaba ya muy vista, y que hab�a que ir
pensando en buscarle algo de compa��a.
Capitulo 5: EX, f/f
Cuando volv� a casa, aparte de darle a Miriam una gran
alegr�a con las buenas nuevas que tra�a, me encontr� con un grueso sobre enviado
por las mellizas. En el venia una copia de todas las tomas que le hab�an hecho
aquella velada a su joven pariente dormida, y una carta en la que me dec�an que
no ten�an mas de ese estilo, pero que contara con ellas para lo que fuese
necesario.
Las fotos eran del mismo genero que las que ya le hab�a hecho
a Miriam, con la salvedad de que esta joven si acababa con los diversos objetos
bien incrustados en todos sus orificios.
Era una pena que la calidad de las tomas fuera tan mala, pues
estaba seguro de que al distribuidor le encantar�a ver los primeros planos que
hab�an tomado de sus agujeritos horadados.
Lo cierto es que ellas hab�an abusado de su cuerpecito a
conciencia, procurando que el reportaje reflejara lo mas fielmente posible la
gran facilidad con que sus acogedoras grutas acog�an cualquier intromisi�n, sin
importar lo gruesa o larga que esta fuera.
Se me ocurri� comentar a Miriam, que las ve�a en silencio a
mi lado, que una chica con tanta pelambrera negra como la que tenia esa peque�a
hubiera quedado muy bien en oposici�n a su rubio felpudito. Ella, tras meditar
un par de segundos, se hecho a re�r, y me aseguro que sabia donde conseguir una
chica asi muy f�cilmente.
Al d�a siguiente, al salir del colegio, tra�a consigo a una
de sus compa�eras de clase para merendar.
Esta, que ya hab�a venido alguna que otra vez por casa, era
una t�mida morenita de pelo largo, tan linda como callada, que miraba a mi
querida hija con una mezcla de respeto y devoci�n que yo nunca hab�a terminado
de entender.
Apenas llevaban unos minutos encerradas las dos en el cuarto
de mi peque�a cuando Miriam me llamo a voces para que pasara dentro.
Al entrar vi que la apocada morenita permanec�a de pie en
mitad de la habitaci�n, toda colorada, con la mirada baja mientras mi hija,
desde detr�s, y cojiendola firmemente por los hombros, me la mostraba como si
ella fuera algo suyo, dici�ndome que seria la chica id�nea para la acompa�ara en
la siguiente sesi�n fotogr�fica.
Miriam, haciendo caso omiso de mi genuina expresi�n de
sorpresa, se dedico a desabrochar la faldita de su amiga; la cual, r�gida como
un maniqu�, permiti� que esta acabara hecha un ovillo en el suelo, sin hacer ni
el mas m�nimo gesto de oposici�n o rechazo ante su atrevimiento.
Acto seguido mi hija le bajo de un tir�n sus lindas braguitas
infantiles, hasta dej�rselas a la altura de las rodillas. Tampoco ahora
reacciono la abochornada chiquilla de ning�n modo, permitiendo que su espesa
pelambrera oscura quedara totalmente visible.
Esta, sin ser tan abundante como la de la chica que aparec�a
en las fotos de las mellizas, era bastante espectacular, cubriendo su almejita
con una generosa capa de vello rizado que formaba un tri�ngulo realmente
llamativo.
Mi hija, al ver mis apurados y perentorios gestos faciales,
ordeno a su amiga que terminara de desnudarse ella sola, mientras sal�a afuera a
hablar conmigo, como era mi claro deseo.
All� se apresuro a aclarar todas mis dudas, asegur�ndome que
hacia ya un par de a�os que conoc�a a Mar�a, y que era la candidata ideal.
Me dijo que no me dejara llevar a enga�o por mi primera
impresi�n, que su timida amiga era, con diferencia, la chica mas viciosa que
conoc�a; pero que, por su curiosa forma de ser, solo disfrutaba cuando la
humillaban.
Me aseguro que en el colegio raro era el chaval que no hab�a
disfrutado de sus encantos, pues se dejaba besar y acariciar por el primero que
se lo propon�a.
Tanto es as� que hacia ya tiempo que hab�a perdido todas sus
virginidades, porque la chica nunca dec�a que no, permitiendo que sus amantes
satisfajeran sus deseos como mejor les viniera en gana.
Lo cierto es que si apreciaba tanto a Miriam era porque era
la �nica amiga que la ayudaba a quitarse a los continuos moscones de encima,
cubri�ndole las espadas en muchas ocasiones, cuando los chicos la obligaban a
hacerlo en aquellos sitios en que si la sorprend�an los profesores la pod�an
echar de la escuela.
Por todo ello mi hija sabia que pod�a contar con su viciosa
amiga para lo que hiciera falta, y que un pu�ado de fotos nuevas no iban a ser
ning�n problema, ni le iban a crear el menor trauma.
Puesto que no hab�a chico en el col� que no tuviera un buen
pu�ado de fotos polaroid de la chiquilla desnuda, dada la costumbre que ten�an
de usarla como modelo antes y despu�s de sus fogosos encuentros, cambi�ndoselas
entre ellos como si fueran simples cromos.
He de reconocer que las sorprendentes explicaciones de mi
hija terminaron por hacerme dudar y, al regresar a su cuarto y contemplar a la
chica que nos aguardaba all� expectante, completamente desnuda y ruborizada,
pero bien quieta como le hab�an ordenado, termino por convencerme de las
insolitas posibilidades que all� hab�an.
Mar�a, pese a que era tan quincea�era como mi hija, tenia el
busto bastante desarrollado para una chica de su edad, con unas amplias aureolas
de un color marr�n oscuro que hac�an resaltar aun mas sus gruesos y atractivos
pitones.
Miriam, ni corta ni perezosa, se acerco hasta su amiga,
apoder�ndose enseguida de uno de ellos, sopes�ndolo con ambas manos mientras nos
comentaba las ganas que tenia de poseer alg�n d�a unos pechos tan grandes y
firmes como los de su apocada compa�era.
Luego, pellizc�ndole suavemente uno de los gruesos pezones,
me demostr� lo sensibles que eran, endureci�ndolo r�pidamente con solo un par de
caricias.
La prueba definitiva de su sumisi�n y de que era la chica
ideal me la dio al obedecer de inmediato la orden de mi hija de ponerse a cuatro
patas sobre su cama, con su prieto culito resping�n mirando para nosotros, y sus
piernas bien separadas.
Miriam, sent�ndose junto a ella, empez� a hurgar en su
intimidad, arrancando apagados suspiros de placer a Mar�a mientras introduc�a
los deditos por sus dos orificios, para demostrarme que no me hab�a mentido al
decirme que no era virgen por ning�n lado.
Lo cierto es que hab�a que rendirse ante la evidencia, pues
acog�a los dedos de mi hija con gran facilidad, entraran por el agujero que
entraran.
La extraordinaria habilidad con que Miriam la masturbaba me
hizo suponer que no era la primera vez que se divert�an de esta manera,
volvi�ndome a recordar lo viciosilla que me hab�a salido la peque�a; muy a mi
pesar.
Decidimos que el fin de semana siguiente empezar�amos a
trabajar, dejando de nuevo a mi hija la tarea de pensar los nuevos guiones.
Mar�a, como ya me esperaba, acepto muy sumisamente la idea de pasar la noche en
casa, accediendo de antemano a todos los caprichos de Miriam, a la cual miraba
embelesada mientras se volv�a a vestir.
Mientras me marchaba pude o�r un par de frases ambiguas en
las que mi hija le ped�a a su amiga que ahora le tocaba a ella.
No quise volver a entrar, pues no quer�a saber a que se
refer�a en concreto la muy picarona.
Los d�as siguientes los paso mi peque�a dando vueltas por el
piso, realmente excitada ante las nuevas ideas que se le iban ocurriendo. No
solo se dedicaba a anotarlas en su cuaderno de notas, al que llamaba
pomposamente guiones, sino que iba ya preparando todas las ropas y los
escenarios que mejor concordaban con sus lujuriosos pensamientos.
Mi tarea fue mucho mas f�cil, ya que solo tuve que reunir y
preparar el material fotogr�fico que tenia que utilizar en las nuevas sesiones,
pues los padres de Mar�a no pusieron la mas m�nima objeci�n a que su dulce y
encantadora hijita pasara todo el fin de semana con nosotros, aceptando gustosos
mi amable invitaci�n.
El s�bado por la ma�ana, cuando se presento la t�mida
invitada en casa, trayendo solo una peque�a bolsa de viaje, ya estaba mi hija
esper�ndola impaciente desde hacia rato, realmente ansiosa por empezar la
sesi�n.
Para el primer montaje del d�a Miriam volvi� a usar su viejo
vestido del colegio, dado el excelente resultado que le hab�a dado ya,
entreg�ndole a su d�cil amiguita uno de sus uniformes escolares.
Como era de esperar este le quedaba tan ajustado que ni
siquiera pod�a cerrar los �ltimos botones de la camisa, qued�ndole la falda
bastante por encima de la rodilla.
El gui�n era bastante simple, pues consist�a en fotografiar
como se peleaban ambas de broma, desnud�ndose la una a la otra como por azar,
hasta quedar completamente desnudas ante la c�mara.
Gracias a la inusitada pasi�n que puso Miriam en la pelea
saque unos planos excelentes mientras mordisqueaba los pechos desnudos de su
amiga, de la cual obtuve tambi�n algunas tomas bastante ambiguas mientras mi
hija restregaba su rubio virguito por su carita sonrosada en un momento dado de
la contienda.
El resto de la ma�ana lo pase revisando el material, mientras
ellas se divert�an a su manera, jugando encerradas en su habitacion a cosas que
las hac�an gritar y gemir cada dos por tres.
Despu�s de comer hicimos la segunda sesi�n, la de la siesta.
En ella aparec�an las dos chiquillas durmiendo juntas en mi
cama de matrimonio, rodeadas de peluches y ataviadas con sus pijamitas mas
castos, descolocados de tal forma que permitiera obtener suculentos planos de la
desnudez que hab�a debajo.
Luego las repetimos con su lencer�a mas infantil,
fotografiando poses muy ambiguas que daban la impresi�n de que se estaban
masturbando al tener metidas sus manos dentro de las lindas braguitas.
A Miriam se le ocurri� la genial idea de simular que mientras
dorm�an cada una se aferraba a la ropa de la otra, tirando de ella hasta dejar
sus cuerpos desnudos de un modo la mar de inocente.
Luego cada una aferro un pecho de su amiga, para acabar cada
una con las manitas metidas en la intimidad de la otra; mientras, por turnos, se
dedicaban a sorber en sue�os los pezones de la rival como si fueran tiernos
bebes.
A ultima hora de la tarde hicimos las tomas de la cocina, en
las que Miriam se las ingenio para convertir a su amiga, totalmente desnuda
sobre la mesa, en una especie de pastel gigante.
Nos cont� que lo hab�a visto en un reportaje sobre Asia, y
que all� utilizaban a las jovencitas como plato, comiendo directamente sobre su
cuerpo.
La idea le hab�a gustado tanto que no paro hasta embadurnar a
Mar�a con todo tipo de confites.
La chica, r�gida como un palo, soporto que su amiga la atara
firmemente a las patas de la mesa, con los pies y los brazos en cruz, sin emitir
la mas m�nima queja; y que la pringaran de chocolate, leche condensada,
mermelada y nata por todas partes, mientras yo fotografiaba todo el proceso.
Miriam disfrutaba de lo lindo, ataviada con un reducido
delantal blanco de alegres dibujitos que le hab�a regalado hacia unos a�os, y
que le venia tan corto que en muchas fotos sal�a con todo al aire.
Lo que mas le costo fueron los adornos finales, pues se
empe�o en incrustar un pl�tano pelado dentro de su almejita, provocando tales
espasmos en su amiga mientras lo introduc�a que estuvo a punto de tirar las
fresas que coronaban sus pezones.
Nada mas acabar su ardua labor le pregunte si ya estaba, a lo
que me respondi� con una ambigua sonrisa de lo mas picara que no, que ahora
venia lo mejor, pues ella no se hab�a pegado semejante lote de trabajar para no
com�rselo despu�s.
Y as� lo hizo.
Se despojo del delantal para estar mas c�moda y se abalanzo
como una fiera sobre su amiga.
Yo tuve que enfrascarme en las tomas que estaba haciendo para
no pensar en lo viciosa que era mi hija, pues lam�a con un ansia y frenes� que
no presagiaba nada bueno.
De todas formas las fotograf�as eran magnificas, con la cara
de la chiquilla embadurnada de dulce mientras saboreaba el sabroso cuerpo de su
d�cil amiga.
A esta, a pesar de la manzana que tenia incrustada en la
boca, se le escapaban de vez en cuando unos estremecedores gemidos, que dec�an
bien a las claras lo mucho que estaba disfrutando con el insolito jueguecito.
Lo cierto es que solo la o� quejarse una vez, cuando Miriam
mordisqueo con mas fuerza de la cuenta uno de sus pardos pezones, cuya rigidez y
grosor parec�an gustarle mas que la capa de dulce que lo cubr�a.
Si las fotos de mi hija devorando la manzana daban pie a
malas interpretaciones, imag�nense aquellas que le hice devorando el pl�tano.
Miriam se dedico con tanto entusiasmo a su labor que tuve que dedicarme a sacar
fotos del expresivo rostro de su amiga en vista de lo mucho que mi hija estaba
prolongando el acabar con los �ltimos restos de la fruta. Si me quedaba alguna
duda acerca de lo que alli estaba pasando, el fuerte orgasmo que tuvo Mar�a
delante de la c�mara me lo quito.
De ah�, como ya supondr�n, pasamos directamente al cuarto de
ba�o, donde pude sacar un buen pu�ado de fotos mientras se lavaban amorosamente
la una a la otra sentadas en la amplia ba�era, antes de que el vaho me impidiera
proseguir, y decidiera marcharme a revisar el material.
Lo malo es que los tabiques de mi casa son muy finos, y no
tuve mas remedio que escuchar como sus continuas y alegres risas iniciales
pronto dejaban paso a alg�n que otro sofocado gemido, hasta que al final escuche
sus roncos grititos de placer.
Despu�s de cenar el cansancio se hizo evidente, march�ndose
bastante temprano a dormir.
Yo, sin embargo, me quede viendo la tele un buen rato mas,
pues no pod�a dejar de pensar en todo lo que hab�a visto ese d�a.
Cuando estaba a punto de irme tambi�n a dormir vino Miriam a
verme, pidi�ndome que cogiera mi equipo para hacer unas ultimas tomas.
Con mucho sigilo me llevo a su cuarto, donde pude ver a Mar�a
durmiendo la mar de feliz, abrazada a un osito de trapo y tapada con la sabana.
Miriam, sonriendo, la destapo, para que yo pudiera fotografiar su desnudez. No
vi sus intenciones hasta que me se�alo sus partes bajas.
All� se ve�a claramente el enorme chupete de caramelo que mi
desvergonzada hija hab�a comprado para incrustarlo en su intimidad, al igual que
en la famosa fotograf�a.
Pero ella aun lo hab�a mejorado, sepult�ndole un largo bast�n
de caramelo en el ojete.
Mientras hacia las nuevas fotos no pod�a dejar de pensar en
la habilidad de mi viciosa hija para realizar sus osadas maniobras sin despertar
a su amiguita, aunque el sue�o de esta era tan pesado que permiti� que Miriam
cambiara sus poses con relativa facilidad.
Termino boca arriba, chup�ndose el dedo gordo, abrazada aun a
su osito de peluche, y lo bastante espatarrada como para que se viera la doble
intromisi�n claramente.
Para que no quedara ninguna duda sobre la veracidad del
reportaje, Miriam saco y meti� varias veces el grueso chupete en su rosada y
acogedora intimidad, chup�ndolo a conciencia cada vez que lo hacia para
facilitar su entrada.
Luego, gir�ndola de costado, me volvi� a asombrar, deslizando
el largo bast�n de fresa adentro y afuera de su angosto alojamiento, sin llegar
a sacarlo, con suma facilidad, a pesar de que media algo mas de un palmo de
largo.
Cuando al fin me marche fue con el convencimiento de que la
juventud de hoy es algo incre�ble.
Por desgracia al d�a siguiente se puso mala mi hija,
posiblemente por el empacho de dulces, por lo que no pudimos hacer gran cosa. Su
amiguita estuvo toda la ma�ana cuid�ndola, permaneciendo amorosamente a su lado
hasta el mediod�a, march�ndose despu�s de comer a su casa, dado que poco mas
pod�a hacer por ella.
Lo que yo no sabia es que esa era la ultima vez que la
volver�a a ver.
No se si fue por culpa de quedarse mi hija un par de d�as mas
sin ir al colegio, o porque era algo que tenia que suceder, el caso es que
Miriam volvi� llorando del colegio a media ma�ana para contarme que hab�an
expulsado a Mar�a del colegio.
Por lo visto el d�a anterior la hab�a sorprendido una de las
maestras en el aula de m�sica, en mitad de una fren�tica org�a con tres de los
chicos mas viciosos de su clase.
Hab�an procurado silenciar el esc�ndalo, pero todos fueron
expulsados sin remisi�n.
Despu�s de unas incomodas llamadas de tel�fono pudimos saber
que sus padres hab�an decidido mandarla a un internado de se�oritas en el
extranjero, tal vez con la esperanza de que alli pudieran corregir la conducta
de su fr�vola hija.
A Miriam le duro el sofoc�n bastantes d�as, apenas mitigado
con el formidable pago que de nuevo me hizo el distribuidor por las fotos.
Capitulo 6: EX, M/M, M/f, C
Este, adem�s de estar encantado con mis progreso me expreso
la sorpresa que le hab�an producido las fotograf�as, pues cuando el penso en
compa��a para mi modelo lo hizo pensando en un hombre, no en una chica.
Me cuide mucho de no decirle el parentesco que nos un�a, pero
me fui sin darle esperanzas, a pesar de que me hab�a dicho de un modo bastante
directo lo que esperaba de mi para un futuro.
Y aqu� es cuando entro Hector en escena. Este era un guapo
senegal�s afincado en Madrid con el que hab�a mantenido relaciones durante alg�n
tiempo.
Fue mi �poca mas fogosa, dado que posee uno de los miembros
mas largos que he visto en mi vida. Jamas consegu� alojarlo por completo en mi
interior, cosa que el me aseguraba amorosamente que le sol�a pasar. Y ese era el
problema, que estaba tan bien dotado que le costaba horrores mantenerse fiel, y
no caer en la tentaci�n de irse con alguno de los que le acosaban.
Al final decidimos dejarlo, pues mis cuernos eran una cosa
tan clara y evidente que mov�a a risa. Y llevaba ya cuatro o cinco a�os sin
saber de el.
Pero una noche, tomando unas copas en un bar frecuentado por
gente de mi clase, me lo tope de frente. La vida no le hab�a tratado del todo
mal, pues segu�a tan apuesto como siempre, pero la fortuna no le sonre�a, ya que
su ultimo amante lo hab�a abandonado hacia muy poco, dej�ndole por otro chico
mas joven y adorable, y abandon�ndolo a su suerte. Digo esto porque Hector no
hab�a trabajado en su vida, pues al no tener visado sol�a depender de sus
continuos amantes.
Su orgullo estaba tan herido que me movi� a compasi�n, y le
invite a tomar unas copas.
No se como rod� la cosa pero acabamos en la cama haciendo el
amor de un modo alocado, como si hubiera el ultimo d�a de nuestras vidas.
Cuando me pude levantar a la ma�ana siguiente me lo encontr�
sentado en la cocina charlando animadamente con Miriam, a la que conoci� a�os
antes cuando solo era una chiquilla.
Esta, por lo visto, guardaba muy gratos recuerdos de Hector,
por lo que antes de que me diera cuenta, ya me estaba convenciendo para que
volvi�ramos a reunirnos.
Cuando ella se fue al colegio hablamos seriamente, y
decidimos darnos un periodo de prueba.
Luego �l se vino a vivir a casa, tray�ndose las pocas cosas
que tenia, aceptando hacer cualquier trabajo domestico que hiciera falta para
pagarse su manutenci�n de alguna forma.
Durante los d�as siguientes todo fue como una segunda luna de
miel, en la que nuestro fogoso amor venc�a cualquier resquemor que pudiera
tener.
Mientras buscaba por todas partes un empleo de fot�grafo
honesto que me permitiera dejar el tipo de trabajo que estaba haciendo. Pero
aqu� sobra gente para hacer cualquier cosa, y no lo encontr�.
Miriam ya le hab�a mostrado a mi amante nuestro trabajo,
orgullosa de lo bien que hab�a quedado todo. Y aqu� empezaron los problemas,
pues por lo visto Hector segu�a siendo muy hombre, aunque no lo fomentara, y
empez� a mirar a mi hija de otro modo.
Aunque, por esas fechas, nadie se pod�a imaginar lo que
pasaba por su mente.
Ella que sabia de mis problemas, tuvo una idea genial,
utilizar a Hector de modelo para contrastar su cuerpo de ebano con el suyo. La
idea era bastante buena, y como se me agotaban el dinero y las oportunidades, al
final acced�.
Lo cierto es que la gigantesca manguera negra de mi bello
amante en oposici�n al cuerpecito p�lido de Miriam resulto espectacular.
Las atrevidas poses y posturas fueron sucedi�ndose a un ritmo
cada vez mas fren�tico, fomentando la ambig�edad lo mas posible, hasta el punto
que deje de atender a lo que all� estaba pasando.
Hector, al tener el miembro tan largo, no consigue ponerlo
del todo erecto, pero su rigidez es casi permanente, por lo que no tuvo que
disimular mucho para que no me diera cuenta de lo muchisimo que le estaba
excitando la curiosa situaci�n.
Y Miriam, como supe despu�s, pudo por fin apoderarse con
cierta impunidad de algo que hab�a ansiado tener entre sus manos desde la
primera vez que se lo vio, siendo todav�a una ni�a.
El caso es que la picara jovencita cada vez le cog�a el
miembro con mas confianza, llegando a parecerme natural que lo restregara o
deslizara por todo su cuerpecito.
Y �l la manejaba con tal soltura que hab�a que estar mucho
mas atento de lo que yo estaba para darse cuenta de que la hab�a manoseado por
todas partes a fondo, sobando a conciencia tanto sus orificios como sus
redondeces.
Creo que fui el �nico que se alegro cuando por fin acabe el
reportaje.
Capitulo 7: EX, M/M, M/f, C
El distribuidor me pago el reportaje bastante bien, para ser
todas las tomas de un �nico tema; pero me dijo que a esas alturas esperaba algo
mas de mi, y que no pod�a mantener esos altos precios si yo no daba la talla con
mi trabajo.
Miriam calmo mis penas asegur�ndome que tenia una idea genial
para la pr�xima entrega.
Al d�a siguiente nos explico que su plan era simular una
felaci�n para que se viera bien el verdadero tama�o del miembro de Hector.
Yo tenia mis dudas pero ellos estaban tan entusiasmados con
la idea que me deje llevar.
El problema, como ya he dicho, era la ca�da que tenia su
larguisimo aparato, a pesar de su rigidez.
Por la mitad lo soluciono Miriam sujet�ndolo con dos deditos,
pero el extremo no hab�a forma de dejarlo en posici�n horizontal, pues siempre
se vencia hacia abajo.
Estaba a punto de darme ya por vencido cuando la picaruela,
sin dudarlo, atrapo la punta de caoba de Hector con sus labios.
La sorpresa me bloqueo durante unos violentos instantes, pero
cuando al fin reaccione y empece a hacer fotos se relajo el ambiente.
No me hizo falta pedir a Miriam que pusiera el gesto
adecuado, pues la rara expresi�n de su carita mientras sosten�a el grueso glande
entre sus finos labios era la mar de elocuente.
Me enfrasque tanto en mi trabajo que apenas repare en que mi
hija hab�a terminado por succionar la punta del cipote, sac�ndola y meti�ndola
de su boquita con una expresi�n de picard�a que no se ni como definir.
El colmo fue cuando vi que usaba la lengua para saborear lo
que solo a mi me pertenec�a.
Supongo que si en ese instante hubiera montado en c�lera ah�
habr�a acabado todo, pero mi d�bil car�cter me llevo a perdonar lo que vi.
Me imagino que el hecho de que tanto Hector como mi hijita se
volcaran d�a a d�a en mimarme contribuyo tambi�n a poner una venda sobre mis
ojos.
Como adem�s el distribuidor se mostr� realmente entusiasmado
con las fotograf�as, d�ndome una estupenda gratificaci�n sobre el trabajo
realizado, y otra a cuenta de las pr�ximas entregas que ya esperaba con ilusi�n,
mi vida no pod�a ser mas feliz.
Con el paso de los d�as y aunque Hector segu�a siendo el
amante apasionado que siempre hab�a sido, no pude dejar de notar un cierto
decaimiento en su fogosidad habitual, que achaque a la vida reposada que
estabamos empezando a llevar. Pues esta vez parec�a que la relaci�n iba
fenomenal.
Hasta el d�a en que decidimos continuar con la sesi�n por
donde lo hab�amos dejado.
La estudiada pose, con Miriam totalmente desnuda y de pie,
sujet�ndose los tobillos separados con ambas manos para mostrar sus pechos entre
ellas, dando muestras de su excelente flexibilidad, era inmejorable.
Y Hector, tambi�n desnudo detr�s de ella daba un contraste
espectacular.
Hasta aqu� bien, el problema volv�a a residir en que no hab�a
forma de situar su larguisimo miembro de una forma que diera la impresi�n de que
la estaba sodomizando realmente, como era nuestra intenci�n.
Miriam, cuando por fin se harto de vernos maniobrar a su
alrededor, busc�ndola posici�n ideal, nos pidi� que hici�semos lo mismo que la
otra vez.
Argumentaba que estaba harta de ponerse supositorios y que
esto no deb�a ser muy diferente.
Hector se encogi� de hombros, dejando la dif�cil decisi�n en
mis manos.
Y yo estaba ya tan desesperado a esas alturas que al final
acced� a hacer de maestro de ceremonias, introduciendo poco a poco el aparato de
mi amante en el estrecho orificio virginal de mi hija.
Lo cierto es que Miriam acogi� su grueso glande con bastante
facilidad, escap�ndosele tan solo un peque�o gemido como muestra de su primera
posesi�n anal.
Ahora que tenia la escena completa me dedique a hacer fotos
desde todos los �ngulos, procurando resaltar en una serie de planos medios lo
sugerente de la escena, y destacando con unos excelentes primeros planos la
realidad del acto que reflejaban sus rostros sofocados.
Precisamente me hallaba arrodillado entre las piernas
abiertas de Hector, sacando una serie de planos cortos al rostro sudoroso de mi
hija, con sus largos cabellos rubios arrastrando por la moqueta, cuando me di
cuenta de que se mov�a mas de la cuenta, a pesar de mis continuas quejas.
Al dejar la c�mara y ponerme en pie fue cuando por fin me di
cuenta de que la viciosa Miriam, dej�ndose arrastrar por la pasi�n, llevaba ya
alg�n tiempo oscilando suavemente adelante y hacia atr�s, sodomizandose ella
sola con el r�gido bast�n de Hector.
Este, quieto como si fuera una p�trea estatua de caoba, se
mord�a los labios para no exteriorizar su gran placer, al tiempo que no mov�a ni
una pesta�a para que yo no le pudiera acusar de nada.
Al ver que los entusiastas meneos de mi hija eran cada vez
mas r�pidos y violentos decid� poner fin de una vez a la aberrante situaci�n.
Gan�ndome con ello una mirada llena de rencor de mi hija, que
tuvo que encerrarse en el ba�o para mitigar en parte su ardor, mientras yo
acced�a a un fogoso asalto por parte de mi amante, que tenia que desfogarse de
alguna forma de la excitaci�n acumulada.
Capitulo 8: 2M/f, IN, C
Pero bien es cierto que las desgracias nunca vienen solas y
esa misma tarde, justo antes de cenar, mientras se rebelaban las fotos en mi
cuarto oscuro, decidimos Hector y yo entrar en el cuarto de Miriam, y tratar de
calmar su enojo, pues llevaba toda la tarde encerrada all� sin querer saber nada
de nosotros.
Ella, ataviada con uno de sus cortos camisones, le�a una
revista sobre la cama, cuando Hector, trat�ndola como si fuera una chiquilla
peque�a, se abalanzo sobre ella para hacerle cosquillas.
Sus risas, mientras sus manos volaban por encima y por debajo
de su holgada ropa me animaron a unirme a la alocada fiesta improvisada,
logrando entre los dos que se le pasara pronto el enfado mientras la jovencita
se enfrascaba en una in�til y divertida pelea contra nosotros.
Lo malo fue que no contamos con que nuestro peso seria
excesivo y, en un momento dado, nos vinimos los tres abajo, partiendo el somier
por la mitad.
La situaci�n fue muy graciosa, hasta que nos dimos cuenta de
que esa era la �nica cama que hab�a en el piso, por lo que nos las tendr�amos
que apa�ar para dormir los tres en mi cama.
Por suerte mi cama de matrimonio es algo mas grande de lo
habitual, aunque eso no evitaba que sintiera un cierto complejo de jam�n al
estar acostado entre ellos dos.
Por pudor usamos ambos ropa interior, aunque no tuvi�ramos
costumbre de dormir vestidos, a pesar del tremendo calor que hacia esa triste
noche.
No se si fue debido a la curiosa escena, o a los recuerdos de
lo sucedido durante el d�a, pero el caso es que me encontraba realmente excitado
aquella noche, sin poder conciliar el sue�o a pesar de estar ya muy entrada la
madrugada.
Por eso, cuando Hector libero su enorme monstruo de la
opresi�n del calzoncillo, y empez� a insinuarse en mi trasero, acog� con agrado
sus traviesos manejos.
Deje que me quitara amorosamente la ropa interior, y que me
penetrara en silencio, procurando no hacer movimientos bruscos para no despertar
a Miriam.
Aun as�, la rigidez habitual de mi miembro cuando soy pose�do
no pod�a ocultarla, pues con cada envite la rozaba por detr�s. El tenue roce de
su fino camis�n contribu�a a aumentar mi placer, por lo que sin siquiera darme
cuenta, cada vez buscaba mas ese contacto.
Lo que no sabia todav�a es que la peque�a tambi�n estaba
despierta, y excitada como los dem�s, estimulada aun mas por los continuos roces
de mi r�gido aparato contra su trasero.
Todo sucedi� tan r�pido que ni siquiera ahora soy capaz de
recordar como paso realmente todo.
El caso es que Miriam de repente se subi� el camis�n hasta la
cintura, por lo que durante unos cuantos empujes sent� como mi afilado dardo se
deslizaba entre sus prietas nalgas desnudas.
Sus mullidas medias lunas se hab�an convertido en un c�lido
cepo, que absorb�a mi p�treo falo hasta la h�meda entrada de su gruta prohibida.
Y de pronto, antes de que pudiera reaccionar, una c�lida y
ansiosa manita dirigi� mi ardiente espada para que se incrustara, a la primera y
sin problemas, en su estrecho orificio trasero.
La sensaci�n de poseer mientras era pose�do era tan violenta
y sensual que ni siquiera repare en que era mi hijita la que estaba gozando
conmigo. Porque sus apagados gemidos no dejaban ninguna duda de lo bien que se
lo estaba pasando ella tambi�n.
Solo una vez se dirigi� a mi, y fue para pedirme que la
abrazara fuerte, lo cual hice de mil amores, mientras la cabalgada se volv�a
cada vez mas fren�tica, como ped�an tanto los envites de Hector como los meneos
de Miriam.
Sus dedos fueron los que obligaron a mis manos a explorar sus
incipientes meloncitos, deseosa de que le pellizcara los r�gidos y sensibles
pezones.
Fue la primera en gozar, provocando con sus apasionados
gemidos que tanto mi amante como yo nos sum�ramos a su placer. El orgasmo
m�ltiple resulto tan violento que me quede dormido apenas unos instantes
despu�s, sin tiempo para pensar en lo que all� hab�a sucedido.
Ese d�a, entre unas cosas y otras apenas coincidimos los
tres, y cuando lo hac�amos era para estar en un violento silencio, que apenas
nos atrev�amos a romper con algunas frases tontas y rutinarias.
Por eso decid� que lo mejor seria que esa noche, la ultima
que pasar�amos juntos, dado que la cama la tra�an al d�a siguiente, Miriam
durmiera en el medio, evitando as� que se volviera a repetir la locura de la
noche anterior.
Debido al ajetreo de la noche anterior me quede dormido casi
al momento, con mi pesado sue�o habitual, del que me es bastante dif�cil
despertar.
Aun as�, a las tantas de la madrugada lo hice, y con raz�n...
pues los gemidos de mi hija, aunque apagados, unidos al vaiv�n de la cama, no
pod�an por menos que desvelarme.
Decid� encender la luz de la mesilla, aunque ya me estaba
haciendo una idea de lo que estaba pasando, y no me equivoque, pues la claridad
me permiti� ver como mi amante pose�a a mi hija por el trasero, aferrado a sus
tiernos meloncitos para ayudarse mejor en la penetraci�n.
No pod�a creer que el cuerpecito de Miriam pudiera albergar
mejor a mi amante que yo, pero estaba contemplando como este la empalaba hasta
los mism�simos test�culos sin apenas esfuerzo, desliz�ndola con inusitada
soltura una y otra vez a trav�s de su larguisimo instrumento.
Apenas me dio tiempo a reaccionar, pues estaba todav�a
embobado contemplando la aberrante escena cuando Miriam se puso a rugir de
placer como una loca, acompa�ada casi al instante por el violento orgasmo de
Hector.
Nada mas acabar me pidi�, en un quedo susurro, que apagara la
luz, mientras se enroscaba mimosa a mi lado, sin importarle ni su desnudez ni lo
que yo pudiera pensar.
Hector, agotado, tambi�n se quedo dormido enseguida, por lo
que me limite a apagar la luz y pasarme el resto de la noche en vela pensando en
como hab�a llegado a esta situaci�n.
Por eso al d�a siguiente me despert� bastante tarde, y con un
incomodo dolor de cabeza.
Que me aumento al o�r las despreocupadas risitas de Hector y
Miriam desde la cocina.
Cuando me asome a la puerta vi que el motivo no era otro que
el de que mi viciosa hija estaba midiendo el grueso miembro de mi amante, usando
la mesa de la cocina, y un metro de costura para dar mayor fiabilidad al
experimento.
No se que me impresiono mas, si ver la familiaridad con que
Miriam jugaba con el gigantesco aparato, u o�r como se vanagloriaba de haberlo
albergado en su culito con tanta facilidad.
Mi irrupci�n en la estancia no la corto lo mas m�nimo, pues
ella daba por hecho que la relaci�n que hab�a entre los tres era perfecta, y que
lo que hab�a pasado era lo mas normal del mundo.
Hector, pendiente de mi reacci�n, parec�a estar muy de
acuerdo con ella, por lo que el �nico que se sent�a un bicho raro era yo.
Su alegr�a y sus mimos terminaron por hacerme pensar que el
equivocado era yo, por lo que por la tarde ya me hab�an pr�cticamente convencido
de lo feliz que seriamos juntos los tres.
Cuando regrese del carpintero, para comunicarles que la cama
aun tardar�a un d�a mas, me los encontr� en el comedor.
Hector aparentaba ver un programa de la tele mientras mi
hija, arrellanada sobre la alfombra, le estaba haciendo una espectacular mamada.
Mi aparici�n apenas les inmuto, por lo que decid� irme al
cuarto de revelado antes de montar un peque�o esc�ndalo que no me habr�a servido
de nada.
Al cabo de un rato, cuando les o� bromear, volv� con ellos, a
tiempo de ver como Hector saboreaba los pezones de Miriam, a petici�n suya,
mientras presum�a de ellos.
Le pregunte con un poco de iron�a que tal hab�a sido la
experiencia, y ella, sin tan siquiera ruborizarse, me confeso que cada vez le
sal�a mejor.
As� fue como me entere de que mi hija hab�a estado
succionando el miembro de Hector desde el d�a que se hicieron la primeras fotos,
y que ese era el motivo de su relativa inapetencia sexual.
Me cont� lo mucho que le gustaba hacerlo, feliz cuando era
capaz de tragarse todo su semen sin derramar ni una gota.
Lo que mas me turbo fue cuando me aseguro, sin animo de
broma, que estaba dispuesta a hacerme a mi lo mismo en cuanto se lo pidiera,
asegur�ndome que lo har�a encantada.
Esa noche, y aun no se porque, decid� dormir en medio de los
dos, a pesar de imaginarme lo que pod�a suceder, dado que ni siquiera nos
hab�amos molestado en ponernos ropa interior esta vez, durmiendo todos desnudos.
Ya sent�a como insidiosos los roces de Hector se hac�an cada
vez mas perentorios cuando Miriam, abraz�ndome mimosa, me rog� que la poseyera.
Mientras me abrazaba melosa me susurraba que deseaba que fuera yo y no un
desconocido quien la desflorase.
Sus suaves manitas jugando habilidosamente con mi sensible
aparato, mientras mi fogoso amante empezaba a poseerme lograron, casi enseguida,
una mas que decente erecci�n.
Sin apenas darme cuenta me encontr� situado sobre sus piernas
abiertas, mientras el musculoso Hector me aguantaba por detr�s, sin dejar de
penetrarme.
La pose� con infinita dulzura, usando toda la delicadeza de
que era capaz para rasgar su tenue velo virginal sin causarle apenas dolor.
He de reconocer que fue un acto sexual sublime, durante el
que los tres procuramos darnos placer sin mesura, mim�ndonos unos a otros como
tiernos amantes.
El final, sin embargo, volvi� a ser fren�tico, debido al
ansia con que mi hija deseaba ser cubierta.
Durante los d�as siguientes me llegue a acostumbrar de tal
forma a nuestra ins�lita relaci�n que apenas si me asombraba ya cuando
sorprend�a a Hector poseyendo a Miriam, aunque segu�a sin acostumbrarme a ver
con que facilidad albergaba esta su gigantesco falo por cualquiera de sus dos
acogedores orificios.
L�gicamente realice un completo reportaje de algunos de estos
rudos encuentros, consiguiendo que mi productor pagara una cantidad realmente
jugosa por el lote de fotograf�as.
Lo �nico malo es que ahora quer�a nuevos rostros.
De nuevo fue Miriam la que salvo la situaci�n, para ello le
basto con ir trayendo por casa a algunas de sus compa�eras mas atrevidas,
procurando siempre que estuvieran bien de curvas y de cara.
Cada vez que venia con alguna de ellas procuraba que la chica
viera a Hector y que se fijara en el gigantesco instrumento que este no se
esforzaba por ocultar.
Pronto logro despertar el inter�s de varias jovencitas, que
estuvieron encantadas de participar en alguna sesi�n fotogr�fica, solo por el
placer de verle desnudo.
Con un par de ellas nos tuvimos que conformar con sacarlas en
fotos insinuantes, pues lo mas que se atrev�an era a acariciar el enorme falo
ante las c�maras, dej�ndose retratar desnudas mientras Hector y mi hija las
acariciaban por todas partes.
Pero el resto, siguiendo el mal ejemplo de mi hija, pronto
acced�an tambi�n a succionar su larga manguera. Un paso lleva a otro, y pronto
pude fotografiar como algunas jovencitas eran desfloradas por mi amante por
delante o por detr�s.
Un par de ellas pronto se hicieron asiduas, esforz�ndose al
igual que Miriam en que los reportajes fueran lo mas realistas posibles, a costa
de realizar entre ellos unas org�as inenarrables ante mis todav�a incr�dulos
ojos.
Las ventas de estos reportajes pronto alcanzaron cifras
millonarias y Hector, con ayuda de un amigo suyo, pronto fue encarrilando a
alguna de las chiquillas mas viciosas hacia la prostitucion infantil. Cuyos
ingresos igualaban o superaban a los m�os.
Por desgracia todo tiene un final y un d�a irrumpieron una
docena de agentes de polic�a en el despacho de mi promotor, justo cuando yo le
entregaba unos nuevos clich�s.
No se lo hab�a puesto demasiado dif�cil, la verdad, dado que
Miriam era la modelo que mas veces aparec�a en los reportajes, a pesar de mi
oposici�n, pues insist�a en hacerlo con Hector y sus amigas siempre que pod�a.
Y dado no solo el parentesco que nos un�a sino la calidad de
los reportajes, seguir el rastro fue para los polic�as coser y cantar.
Mas o menos esto fue lo que me relato un compa�ero de la
c�rcel mientras esperaba la visita de su hija Miriam, que ahora es mayor de edad
y vive con el antiguo amante negro de su padre desde que dejo el orfanato.
Luego supe a trav�s de otro de los compa�eros de la prisi�n
que este tipo es el chulo de la joven, bastante cotizada por cierto, aunque el
padre aparentemente desconoce que su viciosa hija se dedica al oficio mas
antiguo del mundo.
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