LA PELUQUERA
Ya me tocaba, el pelo me hab�a crecido mucho y deb�a pasar
por mi cita semestral de peluquer�a; acud� a �ltima hora de la ma�ana casi a la
hora de cerrar, pero le puse cara de ni�o bueno a Rosita y me permiti� entrar en
su establecimiento.
A Rosita le conoc�a hac�a tiempo, pues siempre hab�a ido all�
a cortarme el pelo; era una chica de unos 30 a�os, morena, aunque en este
aspecto cambiaba mucho, debido a los tintes y esas cosas, bajita pero rolliza,
con unos grandes pechos que siempre notaba en mi nuca cuando se arrimaba a m�.
No s� que pas� aquel d�a, pero las cosas evolucionaron de una
manera sorprendente, ya que nada m�s empezar su operaci�n me llamaron al m�vil;
le ped� disculpas y atend� la llamada, a la que sigui� una segunda. Rosita me
dijo que era tarde y que me estuviese quieto un rato, a lo que le contest� que
si quer�a que me quedase quieto deber�a atarme a la silla, no se lo pens� dos
veces, me puso una blusa de esas de peluquero por encima de la que ya ten�a y la
fij� al respaldo de la silla; no es que quedase muy ajustada, pero me manten�a
las manos dentro y deb�a hacer un esfuerzo para sacarlas de all�.
Aquella acci�n, a�adida al roce de sus pechos en mi cabeza,
me provoc� una erecci�n; ella se dio cuenta y apoy� aun m�s sus tetas contra mi
nuca, sonriendo mal�volamente, pero yo no pod�a ocultar mi excitaci�n. Se quit�
la chaqueta y se acerc� a la puerta donde puso el cartel de cerrado y ech� las
persianas, cerrando con llave la puerta. Cuando volvi� a mi lado me pill� por
sorpresa, ya que en vez de colocarse detr�s de m�, lo hizo delante y en un
momento se subi� sobre mi regazo, con sus piernas por encima de los reposa
brazos de la silla, atrap�ndome bajo ellas. Me dijo que as� estar�a m�s c�moda y
a dem�s controlar�a que no me moviese, ya que con las tijeras en la mano pod�a
ser peligroso..
Se acerc� tanto a m� que mi cara qued� perfectamente encajada
entre sus pechos; mi excitaci�n me imped�a rebelarme contra aquel acoso, as� que
me dej� llevar por sus "encantos". Ella notaba mi bulto bajo su cuerpo y se
restregaba a intervalos cortos mientras segu�a cortando mi pelo, y yo segu�a
aspirando el aroma que manaba de sus dos enormes tetas.
De repente son� el pomo de la puerta; alguien quer�a entrar,
por lo que Rosita tom� mi cabeza y la apret� contra su pecho, para que no dijese
nada; durante unos segundos aquel intruso trat� de entrar, segundos que mi
respiraci�n se paraliz� entre aquellas dos masas que me oprim�an la cara. Cuando
dej� de sonar la puerta me liber� y sonri�, comentando el susto, pero para susto
el que me llev� yo cuando, sin aviso previo, Rosita se abri� la blusa y se
desabroch� el sujetador, dejando que sus tetas saliesen libres y rebotaran en mi
cara. Me dijo que pod�a lamerlas mientras ella terminaba, que le faltaba poco
ya.
Yo babeaba ante tal despliegue de medios, me dediqu� a besar
y lamer mientras ella terminaba; cuando lo hizo se baj� de m�, con sus pezones
desafiantes ante mis ojos, me quit� el blus�n y me dijo si quer�a alg�n servicio
m�s. Me pregunt� si quer�a que me lavase la cabeza, a lo que asent� embobado.
Ante mi estupor se arrodill� entre mis piernas, me desabroch� el pantal�n y me
lo baj� hasta los tobillos, separ� mis calzoncillos y se meti� mi polla erecta
en la boca�.
Claro, lavarme la cabeza�, pero par� en seco, aduciendo que
hab�a demasiado pelo, que algo iba a hacer para remediarlo; dispuso un poco de
crema de afeitar en mis bajos y comenz� a afeitar con maestr�a, mientras me
ped�a que sujetara mi polla hacia arriba, para no cortarme. En cuanto termin�
con ello, algo que me hab�a excitado si cabe m�s de lo que estaba, ya que el
filo fr�o de la cuchilla me provocaba un placer intenso y sus dedos �giles
acariciaban mis test�culos, no perdi� tiempo y me regal� una mamada que me llev�
al octavo cielo.
Tuve que apartarla para no correrme en su boca, pues estaba a
punto; para hacer un poco de tiempo y poder recuperarme, la hice levantarse y
sentarla en una de las mesas que hab�a en la peluquer�a, acercando la silla y
baj�ndole el pantal�n a ella; ante m� apareci� un sexo abultado, mojado y
desprovisto de pelo, suave y brillante como la seda, y me dediqu� a lamerle un
poco, mientras recuperaba el control sobre mi polla, pero ella no se dej�
avasallar, y empuj�ndome sobre la silla de nuevo, se subi� a mi regazo.
Mi polla entr� en su dulce co�o, atrap� sus nalgas con las
manos y la comenc� a follar, o mejor dicho, ella a m�, ya que me cabalg� con
furia, restregando sus pechos por mi cara; la silla cruj�a bajo la batalla, y el
roce de los dos sexos depilados me result� lo m�s placentero que hab�a probado
nunca. En pocos minutos me estaba derramando en su interior, haciendo que el
semen resbalara por sus paredes internas, saliese a presi�n e impregnara nuestro
pubis desprovistos de pelo. Nos quedamos abrazados unos minutos, con mi cara
entre sus tetas, recomponiendo nuestro ritmo respiratorio y con mi polla dentro
de su co�o a�n.
Me vest� y le pagu� el corte de pelo, claro, y ella me
insisti� en que deb�a cort�rmelo m�s a menudo�
fin