Culeando en el Polvomovil
Mi vida cambio bruscamente cuando conoc� a Francisco.
Recuerdo que fue con ocasi�n de un asado por el cumplea�os de una t�a, en el que
hab�a cualquier cantidad de gente de todas las edades, conoc� a Francisco.
El era amigo de los due�os de casa, estaba separado y
entonces tenia unos 30 a�os, tenia una pinta sensacional, ojos verdes, rubio, un
trasero muy abultado, su pecho cubierto de pelos, piernas gruesas muy atl�ticas,
y sus hombros muy anchos y fuertes, y andaba muy bien vestido. Estaba para
com�rselo vivo, tenia un cuerazo y era muy amable y simp�tico.
En un momento �l me invito a bailar, y mientras lo hac�amos
yo me le acercaba lo m�s posible, roz�ndolo con mis pechos, y tocando su cara
con mi mejilla. Durante el baile pude notar que �l me apretaba contra su cintura
cada vez m�s, hasta que de pronto comenc� a sentir en mi vientre, su incipiente
erecci�n. Pens� que si me apartaba en ese instante, despu�s de haberlo estado
provocando, Francisco no se me acercar�a para invitarme a bailar de nuevo, as�
que lo deje que refregara su protuberancia contra mi cuerpo.
Al poco rato, �l se me acerco y me invito a bailar
nuevamente, curiosamente el disco otra vez era para bailar abrazados. Sin duda
que a Francisco le hab�a gustado mi disposici�n anterior, y yo estaba
simplemente fascinada por la oportunidad de estar con un hombre como �l. As� que
sin pensarlo mucho, nuevamente comenc� a coquetear sensualmente mientras
bail�bamos, claro que ahora mientras lo hacia, �l me dec�a lo bonita y estupenda
que yo estaba y lo encendido que se sent�a conmigo. Yo le sonre�a y le hacia
gestos sensuales.
De pronto me dijo que era una pena que hubiera tanta gente
conocida, porque le encantar�a estar a solas conmigo, yo tambi�n me hab�a
calentado mucho y de todas maneras quer�a darme una agarrada con �l, as� que le
respond� que no hab�a problema, y que si el quer�a yo lo esperar�a en el ba�o
del segundo piso.
Instantes despu�s mientras �l beb�a y conversaba con algunos
amigos, sub� por la escalera y desde el pasillo le hice un gui�o c�mplice. Por
la mirada que me dio, no dude ni un instante que me seguir�a y part� en
direcci�n al ba�o.
No tuve que esperar mucho rato, ya que a los pocos minutos
senti que alguien golpeaba la puerta del ba�o, pregunte quien era y �l se
identifico. Apenas entr� al ba�o, me tom� entre sus brazos y comenz� a besarme y
a correrme mano, yo me dejaba hacer y cooperaba, me empez� a besar el cuello,
hasta que se acerc� a mis tetitas, cuando quiso sac�rmelas fuera del sost�n, yo
me asust� un poquito y trat� de tomar sus manos, �l me agarr� una mano y me la
puso encima de su �rgano genital.
Al palpar su miembro totalmente endurecido y erecto, yo me
engolosin� y comenc� a apret�rselo y a sob�rselo, dej� el campo libre hacia mis
tetas, Francisco empez� a tocar mis senos, me desabotono la blusa, y desliz� su
mano dentro de mi sost�n, yo acariciaba la protuberancia de sus pantalones,
mientras trataba de desabrochar su cintur�n de cuero. El aprovecho para chuparme
las tetas, era tanto la excitaci�n que me produc�a que yo gem�a y jadeaba
descontrolada.
Sus inquietos labios llenos de deseos recorr�an incansables,
el promontorio de mis senos, escalando alternada y reiteradamente cada uno de
mis pechos.
Mis peque�os y suaves senos, fueron inflam�ndose, a medida
que �l succionaba mis pezones rosados, excit�ndome al de tal manera que no pod�a
evitar revolverme bajo las atenciones de sus los labios, que ardientes se
paseaban desde mis excitados senos hasta mi cuello, estimulando y haciendo
estallar todos mis centros de placer.
Notando que ya tenia el control, meti� sus manos por debajo
de mi vestido y comenz� a acariciar mis nalgas, cuando sinti� el contacto con mi
carne dura y tersa, se puso recaliente y trat� de meter sus dedos en mi vagina,
nuevamente yo me resist� y me puse dif�cil, as� que �l opto por la misma t�cnica
anterior, de calentarme y entusiasmarme, se saco el pene hinchado y me lo mostr�
en todo su esplendor.
Quede fascinada ante las dimensiones del miembro que
Francisco me ofrec�a, �l me pidi� que se lo tocara, dude un instante, pero la
verdad es que realmente estaba excitada y deseaba continuar con el juego, as�
que no solo se la agarr� sino que comenc� a paje�rsela.
Un extra�o y ahogado gemido sali� de su garganta, mientras
con su boca me mord�a suavemente los labios y con sus manos apretaba fuertemente
mis nalgas. Yo sent�a una agradable sensaci�n, hab�a tal poder�o en esas manos y
sin embargo no me hac�an da�o, pues al mismo tiempo ten�an una especie de
ternura.
Una de sus manos se desplaz� por entre mis muslos, hasta
encontrar mi excitada vulva, comenz� a accionar sus dedos incitantemente. Su
mano estaba posada sobre mi peque�o calz�n, y rozaba mi sexo a trav�s de la
tela, yo abr� m�s mis muslos, para que �l accediera a mi sexo caliente.
Alejandro me bes� y recorri� con sus manos hambrientas toda
la piel de mi vientre, mi cuerpo se arqueo empujando mi h�meda vagina hacia sus
dedos. El los mov�a mene�ndolos sobre mi entrada, torturando mi sexo con sus
manoseos, junto con refregarme mi cosita intentaba penetrar en mi conchita a
trav�s del calz�n lentamente arranc�ndome gemidos de placer.
Debido a mi excitaci�n no ten�a conciencia, ni voluntad para
oponerse, solo opt� por echar mi cabeza hacia atr�s, y dejarme hacer. Por lo
dem�s sus caricias me produc�an unas sensaciones exquisitas, aunque me
provocaban un cierto nerviosismo.
Perd� entonces la noci�n de todo lo que me rodeaba y una loca
sensaci�n de gozar, de ser perforada por su voluptuoso miembro se apoder� de m�.
No dije nada cuando �l comenz� a desplazar el borde de mis cuadros,
instintivamente separe un poco mis piernas y Francisco tuvo v�a libre a mi
cosita.
Aparto el elastico de mis cuadros hacia un lado y comenz� a
rozarme el cl�toris, poco a poco mi vagina se fue humedeciendo, sent�a correr
mis juguitos por entre sus ardientes dedos. De pronto me gir� contra el
lavamanos y me levant� el vestido, cuando vio mi trasero, dio un suspiro de
placer y trat� de bajarme los calzones, mientras con ojos golosos miraba la
frondosidad que se estremec�a frente a sus ojos. Yo no deje que lo hiciera,
porque a�n no estaba convencida de querer que me penetrara, as� que me abraz�
con fuerza y corri� hacia un lado el calz�n, mientras me pasaba la cabeza del
pene por mi h�meda hendidura.
Yo me comenc� a desesperar y a asustarme, �l me pidi� que lo
dejara penetrarme, entonces le dije lo mucho que �l me gustaba, pero que no
deseaba tener relaciones sexuales, tambi�n le dije que pod�amos hacer de todo
pero sin penetrarme. Francisco me bajo los cuadros, hasta dejar totalmente a la
vista mi trasero, acomodo su inflamado pene entre mis piernas y con su mano
empez� a refreg�rmelo entre los pliegues de mi vagina y sobre mi cl�toris,
mientras con la otra mano comenz� a pajearme, este tratamiento me calent� tanto,
que comenc� a mover las caderas mientras �l se mov�a entre mis nalgas con los
movimientos del coito.
Despu�s de unos minutos, empez� a jadear m�s fuerte y a gemir
agitado, me di cuenta que se correr�a prontamente, en ese instante �l puso su
pene entre el canal que separa mis nalgas, y tom�ndome de las caderas con ambas
manos comenz� a dar fuertes empujones, frotando toda la extensi�n de su miembro
entre mis nalgas, yo sent�a un inmenso el placer, cuando me rozaba con el tronco
de su pene los pliegues de mi ano.
Su acabada fue intensa, se le doblaron las piernas, puso sus
manos en el lavamanos para no caerse, en ese momento sent� correr su semen por
sobre mi trasero y deslizarse entre mis nalgas inundando mi ano. Yo sent�a que
este palpitaba como queriendo beber el semen que lo recorr�a. El calor ardiente
que irradiaba su moco traspasaba mi piel, y en ese momento dese� con toda mi
alma haberlo tenido dentro m�o. Francisco se recupero lentamente y fuimos
acomodando nuestras ropas entre besos y abrazos, entonces �l me dijo que hab�a
sido una experiencia maravillosa y que deseaba salir conmigo en otra
oportunidad.
Volvimos a la fiesta, estuvimos conversando y bailando el
resto de la noche, antes de que yo y mis padres nos retir�ramos, le di mi numero
de tel�fono y �l me prometio llamarme para encontrarnos.
Al d�a siguiente me llamo, deseaba verme y queria pasar a
buscarme a mi casa, pero yo le explique que a mis padres no me daban permiso
para pololear y que me era muy dif�cil salir de la casa, as� que mejor nos
encontr�ramos a la salida del colegio, en alguna parte cercana.
Nos encontramos y fuimos a servirnos algo. Despu�s me propuso
que fu�semos a alguna parte para estar tranquilos. La verdad que desde la noche
anterior, yo no hab�a podido apartar mis pensamientos de los acontecimientos que
hab�an sucedido. Hab�a estado tan cerca de ser penetrada por Francisco, y sentir
su eyaculaci�n entre mis nalgas me hab�a excitado tanto, que me hab�a masturbado
dos veces durante el d�a pensando en que �l me penetraba.
Fuimos a pasear en su auto a Parque de la Naturaleza, como
eran las dos de la tarde y d�a de semana, el lugar estaba muy solitario.
Francisco encontr� un solitario lugar, debajo de unos frondosos arboles y se
estaciono. Apenas estuvimos solos y tranquilos en el auto, comenzamos a atracar
muy calentonamente. Yo con toda intenci�n me hab�a vestido con el jumper y una
blusa blanca abotonada, en vez de los acostumbrados pantalones, a fin de
facilitar las caricias y manoseos.
De pronto subi� su mano y meti�ndola por entre mis muslos,
acarici� mi hinchada y golosa vagina. Yo en tanto poco a poco iba moviendo mis
caderas arriba y abajo, mientras �l manoseaba mi hendidura con sus dedos. Cuando
alcanz� los h�medos labios vaginales, sus dedos conquistaron el anhelado
territorio sin tener ning�n impedimento, al contrario lo hall� h�medo,
resbaladizo, y totalmente dispuesto a recibir placer.
Mi sexo se hincho de pasi�n, sent� endurecerse mi cl�toris,
inflamado por la excitaci�n. A esas alturas yo ya estaba desesperada de tanta
calentura en mi cuerpo, mi boca ped�a a gritos un pene potente, activo y muy
bien dotado, que quisiera dejarse gozar de manera insaciable, por mis labios. Al
mismo tiempo que elogiaba mi cuerpo, Antonio se acariciaba descaradamente su
miembro por sobre el pantal�n de manera muy lasciva.
Entre caricias y besuqueos, �l se bajo sus pantalones hasta
las rodillas, alzo su camisa y exhibi� a mi vista, su miembro tremendamente
erecto, con la luz del d�a pod�a observarlo en todo detalle, tenia la cabeza
ancha como ciruela, muy roja y gruesa, pero de un tama�o bastante normal. Se le
encorvaba considerablemente hacia arriba, mostrando el incre�ble grosor del
tronco y lo hinchado de su conducto central.
Sin esperar ni un momento, comenc� a masturbar su miembro que
estaba absolutamente r�gido, con su cabeza hinchada y brillante, y a trav�s de
su torso se pod�an apreciar como sus venas hinchadas lo surcaban. Entonces sent�
el inmenso deseo de mantener su grueso miembro en mi boca, lo hice durante
largos minutos, hasta casi sentir que su glande copaba por completo mi cavidad
bucal, �l estaba casi que explotaba de satisfacci�n.
Francisco deslizo su mano hasta mis nalgas, abri�ndolas y
separ�ndolas como si quisiera partir en dos mi trasero. Enseguida comenz� a
tocar mi vest�bulo posterior, tocando mi ano y empujando suavemente un dedo
hacia mi interior.
Estos juegos despertaron mi curiosidad ya que sent�a un
agradable cosquilleo en mis interiores, comenc� a pensar cual, seria la
sensaci�n de sentir su pene en mi trasero. Para comunicarle mis deseos a
Francisco, comenc� a exagerar mis quejidos y suspiros, mientras empujaba mi
trasero hacia sus dedos, que a estas alturas se hab�an introducido suavemente en
mi ano, ya que estaban empapados con mis jugos vaginales.
Francisco comprendi� el mensaje y me invito a que nos
acomod�ramos en el asiento posterior. Me recost� boca abajo, y con las dos manos
continuo acariciando mis nalgas, luego acerco su lengua y empez� a pas�rmela
alternativamente entre mi vagina y mi ano, cuando mi ano estuvo muy mojado,
comenz� a introducir y a sacar su lengua en mi orificio anal.
Luego subi� suavemente pasando siempre su lengua por mi
espalda, hasta que se recost� sobre mi. Cuando note su pene inflamado entre mis
nalgas, yo levante mis caderas lo que m�s pude; para facilitarle la penetraci�n,
�l empez� con suaves movimientos de vaiv�n entre mis nalgas, tocando mi ano con
la hinchada cabeza de su pene, pero a�n sin intentar introducirlo. De pronto se
arrodillo entre mis piernas, y tomando con una mano su miembro lo dirigi� hacia
mi vagina.
Yo lo retuve y le explique que aunque deseaba que �l me
penetrara, ten�a mucho miedo de quedar embarazada. Lo primero era cierto, ya que
desde que mi primo Roberto me hab�a culeado yo hab�a estado loca de ganas de
repetir la experiencia pero hasta ahora, no hab�a dejado que nadie me penetrara.
Cuando me masturbaba acostumbraba a introducir objetos que
asemejaran un pene en mi vagina, en cuanto a lo segundo eso si era absolutamente
cierto, pues a pesar de las ganas que hab�a tenido en ocasiones, de dejar que me
la metieran, el p�nico a quedar embarazada hab�a sido m�s fuerte.
Francisco me miro dulcemente, y junto con besarme me dijo que
no me preocupara de nada, y que �l me har�a el amor de tal manera que me
penetrar�a y yo no correr�a ning�n riesgo de embarazarme. Entonces reanudo sus
preparativos, toco mis pliegues �ntimos, y comenz� a pasar la cabeza del pene
con movimientos en redondo y dando cada vez m�s presi�n a mi vagina, empujando
un poquito m�s fuerte cada vez.
Sent� el contacto del �rgano masculino con los rosados labios
de mi entrada intima y me sent� inundada por una excitaci�n que me consum�a, lo
tom� con mi mano y apoy� el extremo enrojecido en el lugar deseado. Inserto la
cabeza, la dejo as�, un momento, la verdad sent� una peque�a molestia, pero
estaba ansiosa de que me lo metiera todo, as� que me aguante. Me parec�a
incre�ble que ese aparato, cuyo volumen aumentaba a medida que iba logrando
encajarlo, pudiera ser disimulado en toda su longitud por mi angosto pasadizo.
Yo advert�a extasiada como el magnifico ariete iba
hundi�ndose sin compasi�n entre mis piernas, a pesar del grosor de su
herramienta, y tomando en cuenta que era solo mi segunda penetraci�n, el dolor
que sent� fue insignificante.
Francisco comenz� entonces a moverse, gozando de la gradual
penetraci�n de su pene en mi vagina. Poco a poco, con deliberada lentitud, lo
hacia avanzar un poco y luego retroced�a, para volver a empujar y avanzar otro
tanto, hasta que supe que me lo hab�a metido todo, ya que sent� el roce de sus
pelos en mi trasero.
El comenz� a moverse dentro m�o con mucha suavidad, primero
lo retiraba hasta casi sacarlo, para enseguida volver a penetrarme hasta el
fondo, luego fue acelerando el movimiento y yo lo acompa�aba con mi propio
ritmo, levant�ndole mis caderas, cada vez que �l me lo enterraba. De pronto �l
me la sac� porque estaba a punto de derramarse y deseaba aprovechar al m�ximo la
situaci�n antes de hacerlo. Yo segu�a recostada boca abajo con mi trasero
levantado, �l comenz� a pasar su pene por mi culo y por mis nalgas, provoc�ndome
intensas sensaciones.
Luego mojo con mis jugos la cabeza del miembro e hizo lo
mismo con mi ano, fue en ese instante cuando sent� la cabeza acomod�ndose en
medio de mi orificio y comenz� a empujar. Yo no pod�a definir exactamente que me
suced�a, ya que por un lado su miembro me hacia sentir irritantes sensaciones,
pero a la vez por momentos, tambi�n sent�a una indefinible mezcla de gustito y
cierto placer, por el movimiento que su duro aparato realizaba en mi trasero.
Al mismo tiempo �l me besaba y acariciaba apasionadamente,
pero todos mis sentidos estaban alertas al dolor que sent�a en mi ano, mientras
�l empujaba decididamente su garrote dentro de mi culo, tratando de forzar la
resistencia de mi esf�nter con su vigoroso instrumento.
Intensas puntadas en mi orificio trasero me anunciaron que
finalmente hab�a logrado encajar algo m�s que la cabeza de su grueso aparato,
venciendo la resistencia de mis ajustadas paredes anales. Adivinando lo que
ven�a cerr� los ojos y esper�, esper� valientemente la estocada a mi trasero,
que supon�a que iba a ser dolorosa.
Empuj� lentamente hasta lograr meter todo su enorme miembro,
en mi estrecho y reci�n inaugurado culito. Al comienzo me doli� espantosamente,
pero al poco rato comenc� a sentir un gustito m�s agradable. No s� cuanto rato
pas�, solo me di cuenta que me lo hab�a metido entero, enterr�ndomela hasta lo
m�s profundo.
Luego de algunas profundas embestidas, donde yo notaba que
por cada empuje, su miembro se met�a cada vez m�s adentro, mi dolor fue
disminuyendo y mi excitaci�n fue creciendo. Reci�n entonces comenc� a disfrutar
de esta magnifica experiencia.
Mientras met�a y sacaba sostenidamente su pene de mi
interior, dirigi� una de sus manos hasta mi vulva y comenz� a estimular mi
cl�toris, aunque a�n no dejaba de sentir el quemante padecimiento de mi trasero,
las enloquecedoras caricias de Francisco lograban hacer que me olvidara de todo.
Sus dedos me estimulaban, transport�ndome a todo un mundo
nuevo de sensaciones y exquisiteces, que me enardec�an al m�ximo, mientras �l me
sodomizaba y me masturbaba. Francisco empez� a darme por el culo con toda el
alma, perforo mi ano sin cesar, hasta que de pronto mientras me masturbaba
aceleradamente, se enterr� con una profunda estocada y me mordi� en la nuca, yo
sent� que su verga se agrandaba y endurec�a a�n m�s, dilatando placenteramente
mi estrecho recinto posterior, y sent� n�tidamente como su pene escup�a dentro
de mi, expulsando intensos chorros de su moco caliente en sucesivas descargas.
Eyacul� rociando mis intestinos con una lluvia de semen espeso y ardiente.
Y pod�a notar como mis intestinos se inundaron con sus
espesos fluidos. Lo m�s rico fue que mientras �l eyaculaba me segu�a masturbando
mi cl�toris, solo instantes despu�s le entregue mis ardientes jugos, ba�ando sus
dedos con mi espeso elixir intimo que brotaba con fuerza, haci�ndome acabar
intensamente en su mano. El dejo su pene enterrado entre mis nalgas, logrando
que mi orgasmo fuera muy intenso y duradero.
Finalmente poco a poco, su estaca fue perdiendo consistencia,
aliviando de paso un poco el dolor agudo que sent�a en mi trasero. Finalmente me
la sac� suavemente, mientras me besaba y me acariciaba me dec�a que era
maravillosa y que no me preocupara porque pronto se me pasar�a el dolor. A pesar
del dolor y la irritaci�n que sent�a en mi ano, hab�a disfrutado como nunca en
mi vida, y aunque reci�n hab�a obtenido un tremendo orgasmo, estaba deseosa de
probar nuevamente esta deliciosa sensaci�n, y solo pod�a pensar en sentir mi ano
nuevamente dilatado al m�ximo por su pene mientras que con sus dedos traviesos
me hacia la paja.
Francisco mientras me acariciaba tiernamente, me dec�a que no
me preocupara, ya que de esta manera hab�amos gozado los dos y adem�s se hab�a
evitado cualquier consecuencia no deseada. A m� me daba un poco de verg�enza,
decirle que no solo no estaba preocupada, sino que quer�a que lo hici�ramos de
nuevo.
Fue tan impactante el placer que obtuve, que desde esa
oportunidad se desarrollo en mi, una intensa inclinaci�n al sexo, en especial me
dej� para siempre una gran afici�n por el sexo anal.
Hasta antes de Francisco, yo solo hab�a obtenido orgasmos
provocados por la masturbaci�n o por alguna rica lamida a mi cl�toris. Pero fue
con �l que consegu� por primera vez orgasmo manteniendo relaciones sexuales.
Claro esta que yo part� al rev�s de las cristianas, ya que
fue mi culo el primero en iniciarme al maravilloso placer del orgasmo con
penetraci�n. Mi primer orgasmo vaginal no lleg� en la primera vez que Francisco
me desvirgo. Aunque esa experiencia fue super rica, no pude obtener mi cl�max, a
lo mejor influyo el hecho que me lo hizo usando un preservativo, y siempre que
se usa esos "asuntos", como que se pierde algo de la magia y de la excitaci�n.
Tuvieron que pasar varios polvos antes de que yo consiguiera
mi primer orgasmo como "Dios manda". Yo dir�a que casi fue producto de una
casualidad, como logr� conseguir el tan ansiado orgasmo mientras Francisco me
penetraba.
Ese d�a estabamos agarrando con Francisco en el auto, como de
costumbre nos fuimos calentando de tal manera, que Francisco por supuesto quiso
met�rmelo. En esta ocasi�n sin pasarnos al asiento de atr�s, nos acomodamos ah�
mismo donde estabamos. Francisco se puso el preservativo y yo me gire hacia un
lado dej�ndole mi trasero a disposici�n, para que �l desde el asiento del
chofer, me lo metiera desde atr�s.
El procedi� a guiar su miembro a mi vagina. Debido a la
posici�n en que nos encontr�bamos y a la separaci�n que nos obligaba, la caja de
cambio del veh�culo, �l solo pudo introducirme la cabeza del miembro.
Apenas comenz� a moverse intentando profundizar, note que
desde esa posici�n realmente el miembro se sent�a delicioso, Francisco se acerc�
a�n m�s para intentar profundizar en mi vulva, pero yo me corr� un poquito hacia
adelante y nuevamente quede solo con el protuberante glande metido en mi vulva.
En segundos estaba toda mojada y realmente estaba gozando del
polvo. Me di cuenta que si �l segu�a culeandome de esta manera. Yo lograr�a
correrme en pocos instantes, ya que sent�a las mismas sensaciones de �xtasis que
cuando me masturbaba.
Cada vez me era m�s claro que lograr�a acabar, �l intentaba
profundizar, acerc�ndose hacia mi trasero, pero yo volv�a a separarme,
consiguiendo mantener el contacto, que tanto placer me produc�a, para terminar
con esta lucha de ac�rcate y al�jate, le dije:
��Por favor sigue meti�ndome as� solo con la puntita!
��Estoy que me corro!
��Despues te dejo que me lo metas entero!
Seguramente mi estado de �xtasis era tan obvio, que �l
comprendi� de inmediato mi mensaje y sec� en sus intentos de profundizar.
Comenz� a moverse r�pidamente entrando y saliendo de mi concha solo con su
cabecita.
A los pocos segundos me invadi� la dulce sensaci�n del
orgasmo y me corr� maravillosamente. En ese momento en plena acabada, yo misma
retroced� mi culo, y su miembro profundizo en mi concha. Nunca hab�a estado tan
encendida, �l comenz� a penetrar con su miembro cada vez m�s adentro.
Cuando sent� que se derramaba, llenando el cond�n con su
caliente liquido, comenc� a jadear desesperadamente sintiendo que otra vez me
corr�a, �l apur� sus estocadas en mi vulva. Me hizo gozar de manera fant�stica,
logrando que mi segundo orgasmo explotara voluptuosamente, acabe cimbre�ndome de
manera descontrolada, con apasionados estremecimientos, dejando sobre la
superficie del preservativo las h�medas pruebas de mi infinito placer.
Por fin hab�a encontrado un verdadero m�todo para gozar junto
al macho, nos hab�amos corrido casi al un�sono y era la primera vez que lo
lograba, ya que siempre antes hab�amos tenido que gozar por separado, tomando
cada uno su turno. Fue sencillamente insuperable.
Segu� viendo a Francisco durante mucho tiempo, y �l me ense��
cosas maravillosas, con �l me transforme en una adicta al sexo anal, adem�s
hicimos montones de locuras y experimentamos unas aventuras sensacionales.
Desde que comenc� con Francisco, para gozar con toda
intensidad para m� es imprescindible que el hombre despu�s de un prolongado y
adecuado juego previo, use solo el glande durante el coito, en otras palabras
que me inserte solo la cabeza del miembro, la sensibilidad de mi cl�toris
aumenta de manera considerable, si es solo la cabeza la que penetra mi vulva, es
casi lo mismo que cuando me masturbo.
Cuando ha puesto todo la protuberancia de su glande en mi
conchita, �l debe comenzar a fornicarme sin profundizar. Solo cuando consigo
correrme, �l me puede penetrar hasta el fondo y moverse todo lo que quiera hasta
que consiga correrse.
Una peque�a variante que tambi�n me hace lograr mi cl�max con
facilidad, es que en vez de met�rmelo, �l me ponga su miembro justo sobre mi
cl�toris y me permita que yo agarr�ndoselo con la mano me masturbe. La
superficie del glande es mucho mayor y m�s suave que mis dedos, por lo que
cuando recurro a esta practica, me corro f�cilmente.
Jacqueline
Santiago - Chile