Un Tratamiento Particular ( IV )
Autor: Hypnoman
Cap�tulo Once: Todo sea por el protag�nico
El d�a hab�a llegado. Paula se encontraba en su camar�n,
dando los �ltimos retoques a su maquillaje, y desde all� se sent�a el murmullo
del p�blico que llegaba desde la sala. Hac�a unos minutos que Paula, intrigada
y nerviosa, se hab�a asomado al escenario y hab�a observado que ya casi no
quedaba butaca por ocupar. El teatro estaba repleto. Como era una obra muy
dif�cil de interpretar, hab�an asistido gran cantidad de productores y
directores, en busca de j�venes talentos. El resto de la sala estaba ocupado
por familiares y amigos de los actores. Debido a que a Paula se le hab�a
asignado el protag�nico femenino, tuvo el privilegio de reservar un par de
butacas en la primera fila. Su familia estaba "ausente con aviso". Los m�s
allegados, como el padre y la madre, no estaban de acuerdo con la vocaci�n de
la hija, por lo que no prestaban mayor atenci�n a su carrera (s�lo por
complacerla hab�an asistido al primero de los estrenos de Paula y se hab�an
avergonzado de la interpretaci�n, lo que reforz� m�s el rechazo que sent�an
hacia la carrera actoral de su hija). Por lo tanto hab�a decidido que las dos
plateas fuesen ocupadas por dos personas muy especiales para ella. Patricia ya
se encontraba desde temprano, tanto o m�s nerviosa que su amiga, y Paula la
hab�a visto cuando "espi�" al p�blico. Pero la otra butaca todav�a se
encontraba vac�a, lo cual le produjo una ligera depresi�n. Hab�a peleado mucho
para poder ganarse el personaje principal y qui�n m�s merecido ten�a el
derecho de verla actuar todav�a no hab�a llegado. Para ganar la confianza del
director tuvo que utilizar todo tipo de armas, algunas nobles, otras no tanto.
Durante los ensayos descoll� en su interpretaci�n, lo cual le hubiese
asegurado el papel sin ninguna duda, pero era tal la desconfianza del director
de la obra hacia los s�bitos ataques de p�nico que asaltaban a Paula cuando
actuaba ante el p�blico, que ya hab�a casi decidido que el protag�nico le
corresponder�a a quien le segu�a en capacidad de entre sus compa�eras. Una
semana antes del estreno y al final de un ensayo, Paula hab�a ya casi asumido
que iba a quedar relegada y estaba a punto de retirarse a su casa, totalmente
desconsolada, cuando se convenci� de algo que hab�a observado durante todo el
ensayo: el director no le hab�a sacado la vista de encima en todo el d�a, y no
precisamente por estar supervisando sus dotes actorales. Ah� cay� en la cuenta
que desde que hab�a cambiado su "look" el director la miraba con otros ojos y
que, en m�s de una oportunidad, se hab�a quedado conversando con ella, despu�s
de clase, de cualquier tema banal, cosa que nunca hab�a sucedido en todos
estos a�os. En un principio ella lo atribuy� a que �l ya la hab�a elegido como
protagonista y le dedicaba los cuidados que se les brinda a las "stars". Pero
al final de ese �ltimo ensayo y cuando ya estaba segura que ser�a desplazada,
se di� cuenta que el inter�s del hombre pasaba por otro lado. "Y, �por qu�
n�?", pens�. Despu�s de todo ella se sent�a mucho m�s deshinibida que meses
atr�s y no era ninguna novedad que algunos papeles se ganaban entregando otro
tipo de "actuaciones". Adem�s ella confiaba ciegamente en sus aptitudes, as�
que no iba a cometer ninguna injusticia si, por cualquier medio, se ganaba los
favores del director. Y eso que, ni remotamente, recordaba todo lo que hab�a
hecho en materia sexual en el �ltimo tiempo.
Lo cierto es que, al final del ensayo, Paula se entretuvo
de exprofeso arreglando su vestuario y esper� a que se fuesen todos sus
compa�eros. Como imagin�, el director hizo lo propio haciendo que daba los
�ltimos retoques al gui�n y al cabo de unos minutos quedaron solos. �l se
acerc� a ella, intentando entablar una conversaci�n en donde seguramente le
explicar�a la decisi�n que hab�a tomado de cambiar a la protagonista de la
obra, pero Paula se anticip� y le coment� que era una l�stima que afuera
estuviese lloviendo, ya que se encontraba un poco resfriada (mentiras, por
supuesto) y tem�a que la lluvia empeorar� su estado de salud y le impidiera
llegar al estreno en �ptimas condiciones. Se di� cuenta que �l cambi� de
parecer sobre lo que le iba a decir, proponi�ndole alcanzarla hasta alg�n
lado, ya que se encontraba con el coche. Despu�s de hacerse rogar unos
instantes, acept�. Ya en el auto, Paula cuid� muy bien su postura en el
asiento para que el director pudiese observar sus piernas y si se esforzaba un
poco, el color de su ropa interior. Abri� m�s de la cuenta su pierna izquierda
hasta que la apoy� suavemente sobre la palanca de cambios del veh�culo. No
pas� mucho tiempo hasta que sinti� el roce de la mano del hombre, cada vez que
pasaba un cambio. Not� tambi�n que ya no soltaba la palanca, por lo que,
disimuladamente, comenz� a mover su pierna y refregarla suavemente por la
mano. De vez en cuando miraba la entrepierna del hombre y observ� como, entre
las piernas del director, comenzaba a asomarse el bulto inconfundible. �l
empez� a elogiar sus progresos actorales y por sobre todo el cambio de
apariencia que hab�a desarrollado en el �ltimo tiempo. Ella respondi�
halag�ndolo como profesional y dici�ndole que se sent�a muy a gusto con �l,
como director, ya que notaba que no pod�a resistirse a nada que le pidiera. El
director "recogi� el guante" y aprovechando la detenci�n en un sem�foro, la
encar� y le dijo:
- Es una l�stima que no puedas resistirte a ning�n pedido
m�o, s�lo como director
- Bueno, es que nunca me ha sugerido nada, m�s all� de lo
actoral - fue la respuesta de Paula.
El aparc� el coche a un costado y, quitando las manos del
volante, las coloc� sobre los pechos de Paula, quienes, debido a la excitaci�n
hab�an aumentado a�n m�s su volumen natural. Ella no ofreci� ninguna
resistencia, y m�s a�n, llev� su mano a la entrepierna del hombre. Al cabo de
unos instantes le estaba haciendo la mamada m�s grande que �l hab�a recibido
en su vida, sin sospechar que su alumna, estaba siendo entrenada para estos
menesteres, por "otro maestro". De ah� se dirigieron a un hotel y pasaron la
noche juntos. Ella le prodig� todo tipo de favores y �l qued� extasiado por
las atenciones recibidas, dignas de la mejor profesional. Hasta la misma Paula
se asombr� de lo desinhibida que se encontraba en el �ltimo tiempo. Es obvio
concluir que en el siguiente ensayo, �l se apresur� en dar la lista de los
actores y los personajes asignados y, por supuesto, el papel protag�nico
femenino hab�a reca�do "en su leg�tima due�a".
Cap�tulo Doce: Una escena bien real
Pero ahora eso ya formaba parte del pasado, y el presente
de Paula la encontraba en su camar�n, a poco menos de 25 minutos para el
comienzo de la obra y con toda una ilusi�n por delante. L�stima que hab�a algo
que la apenaba: la butaca vac�a. La persona a quien ella esperaba con m�s
ansias todav�a no hab�a llegado, y qui�n sabe si lo har�a. Mientras retocaba
su maquillaje sinti� que golpeaban a la puerta. Suponiendo que ser�a un
asistente ni se molest� en incorporarse y desde donde se encontraba pidi� que
pasase. La puerta se abri� y, por el espejo, solo pudo observar una mano que
sosten�a un enorme ramo de rosas. Pens� que era el director y le molest� la
idea de tener que seguir "agradeci�ndole" el haberla elegido para el
protag�nico. Pero no iba a echar a perder todo a pocos minutos, as� que
decidi� hacerlo sentir c�modo y se levant� de su silla para recibir el
presente. Casi se desmaya cuando, al acercarse a la puerta, descubri� que el
admirador era nada m�s y nada menos que el Dr. Michael Martins..... la persona
que ella tanto estaba esperando.
- Perd�n, Paula, espero no interrumpirte, pero no quer�a
dejar pasar la oportunidad de desearte toda la suerte en esta noche tan
especial.
Paula no pod�a ni siquiera hilvanar una frase. Su expresi�n
era una mezcla de asombro, admiraci�n y hasta podr�amos decir devoci�n hacia
la persona que ten�a frente a s�. S�lo atin� a decir:
- Por favor, pase. No sabe cu�nto lo estaba esperando.
Lo invit� a sentarse y durante unos breves minutos hablaron
de banalidades y de lo importante que era para ella compartir el debut con las
dos personas m�s importantes de �ste �ltimo tiempo y las que le hab�an
brindado tanta confianza. Martins le pregunt� si hab�a alguna parte de la obra
donde ella podr�a sentirse un tanto insegura. Paula respondi� que solamente en
un acto ella tendr�a que interpretar c�mo que hace el amor con el protagonista
masculino en un sof�, por supuesto completamente desnudos, y como lo hab�an
ensayado siempre con la ropa puesta, y era la primera vez que lo har�a sin
ropa y ante una sala llena, ten�a miedo que el pudor la dominase y la
paralizace. Por ese motivo, se anim� a pedirle:
- Doctor, no quiero que se ofenda, se que no est� en horas
de trabajo, pero ser�a muy importante para m� salir al escenario y hacer esa
escena con una confianza absoluta. No es que no la tenga, no sabe lo segura
que me siento, pero hab�a pensado que quiz�s usted podr�a hipnotizarme durante
unos minutos para darme algunas sugestiones que refuercen mi autoestima.
Martins mir� el reloj. Faltaban menos de 15 minutos para
comenzar. No hab�a mucho tiempo para tener alguna "diversi�n sexual" con la
muchacha. Adem�s no quer�a que se arruinase su maquillaje y su vestuario, por
lo que decidi� hacerle caso e hipnotizarla para darle algunas sugestiones que
le permitan dominar su pudor en esa escena tan especial. Puso la palma de su
mano frente a la cara de la muchacha y chasque� los dedos.
- Amo, estoy aqu� para obedecerte. Pide lo que quieras y te
lo entregar� con la m�s absoluta sumisi�n -recit� Paula nuevamente
transformada en la m�s sumisa esclava.
- No, esta vez no, esclava. S�lo escuchar�s lo que voy a
decirte y lo tendr�s presente en todo momento mientras est�s actuando...
El doctor no pudo continuar porque en ese momento volvieron
a golpear la puerta. Le orden� que preguntar� quien era y escuch� que detr�s
de la puerta dec�an "Jos�". Paula, totalmente hipnotizada y ante el
requerimiento de Martins, le explic� que Jos� era el protagonista masculino
que seguramente le ven�a a desear suerte. A la velocidad de un rayo, una idea
cruz� por la mente del Michael. No pod�a dejar pasar una buena oportunidad de
divertirse y de paso cumplir los deseos de su paciente de sentirse m�s
confiada.
- Esc�chame bien, esclava. Ahora, cuando yo cuente tres,
despertar�s y har�s pasar al joven. Lo dir�s que yo soy un profesional en el
arte de la relajaci�n, que t� me has tra�do hasta aqu� para ayudarte a
sentirte menos tensionada y lo convencer�s, por todos los medios, a que se
deje tratar por m�. Quiero que sepas que para mi es muy importante que lo
consigas...Uno, dos...., tres.
Despert�, obviamente, sin recordar nada de lo que hab�a
sucedido. Martins le dijo que tuvo que despertarla porque estaban golpeando a
la puerta. Paula hizo un gesto de desagrado, ya que le molestaba mucho que la
interrumpiesen en ese momento. De todas maneras se acerc� a la puerta y abri�.
Cuando vi� a Jos�, su expresi�n cambi� s�bitamente y enseguida lo invit� a
pasar. Le present� a Michael Martins y le cont� lo que "hab�a sido programada
para contar". Le pidi� a Jos� que participara de la sesi�n de relajamiento. En
un principio el joven se neg� rotundamente, pero Paula no se daba por vencida
e insist�a una y otra vez. Cada vez que se lo volv�a a pedir, lo abrazaba, le
acariciaba la nuca y no olvidaba de apoyar sus irresistibles pechos en el
cuerpo del muchacho. La resistencia del joven se quebr�. Un poco por la
insistencia de su compa�era y otro tanto porque �l tambi�n estaba bastante
nervioso, accedi�. Al cabo de unos pocos minutos, Jos� se encontraba
profundamente dormido y bajo el control total de Martins.
Cuando Jos� ya estaba en total trance hipn�tico, Martins
volvi� a chasquear los dedos frente a la cara de la muchacha y la transform�
nuevamente en su m�s fiel esclava. Con los dos bajo su dominio, comenz� a
explicar su idea:
- Desde el momento que empiece la obra, comenzar�n a sentir
una atracci�n sexual mutua. Al principio ser� leve y no le dar�n mayor
importancia, pero a medida que vaya transcurriendo el tiempo, se volver� cada
vez mayor hasta tornarse irresistible. Llegar� a su punto m�ximo cuando tengan
que interpretar la escena de amor en el sof�. All�, se olvidar�n que est�n
actuando, no existir� el p�blico ni nada a su alrededor y tendr�n un coito
salvaje y real. Durar� lo que est� estipulado por libreto, y al terminar
tendr�n el orgasmo m�s grande que hayan tenido en el �ltimo tiempo.....�me han
comprendido?
- S�, se�or -respondi� Jos�.
- Tus deseos son mis �rdenes, amo -hizo lo propio Paula.
Martins pens� que con eso era suficiente y decidi� dejarlo
as�. A Jos� le orden� que despertara relajado y tranquilo y a Paula le orden�
que durante toda la obra mostrara la seguridad y las aptitudes que exhib�a
normalmente. Cuando ambos despertaron, obviamente sin recordar nada, se
sorprendieron de lo bien que se sent�an, es especial Jos�, quien no estaba
acostumbrado a este tipo de tratamiento. Agradeciendo la "amabilidad" del
profesional, Jos� se despidi� y volvi� a su camar�n. Martins, por su parte,
volvi� a desearle suerte a Paula y le dijo que era mejor que fuese a su butaca
pues sin� Patricia se pondr�a celosa. Si bien fue un comentario inocente, a
Paula le caus� cierto desagrado. Por m�s amiga y algo m�s que se sintiese de
Patricia, la idea que tuviese alg�n "acercamiento" con el m�dico, la pon�a
celosa a ella.
Cap�tulo Trece: Se levanta el tel�n.
A poco de salir a escena, Paula se dio cuenta que esa noche
todo iba a ser diferente. Se lament� que su familia no estuviese presente,
pero por otro lado, el ver a Patricia y a Martins en primera fila le dio mucha
alegr�a. Cuando tuvo su primer di�logo con Jos�, lo not� distinto. No parec�a
el mismo que minutos atr�s hab�a estado en su camar�n. Parec�a tener otro
porte, m�s varonil, m�s sensual. Decidi� no darle importancia, por miedo a que
esos pensamientos la desconcentrar�n. No sab�a que por la mente de Jos�
estaban pasando los mismos pensamientos. Veinte minutos despu�s del comienzo
de la obra, Paula se sent�a muy atra�da hacia Jos�. Cuando se le acercaba, le
parec�a que del cuerpo del joven sal�a un olor a macho en celo, como el que
despiden los animales para atraer a las hembras cuando quieren aparearse. Jos�
ten�a sensaciones similares. Las veces que tuvo que tener alg�n contacto
corporal con Paula, no evit� rozarle sus incre�bles pechos y en un momento en
que tuvo que besarla no disimul� hacerlo como si estuviese besando a su novia
de toda la vida, la cu�l, adem�s, se encontraba tambi�n en primera fila
observando la actuaci�n de "su amor", sin sospechar lo que en ese momento
cruzaba por las mentes de los protagonistas. A medida que iban pasando los
minutos, y tal como hab�a sido programado por Martins, la atracci�n que
sent�an era irresistible y el punto de ebullici�n lleg� a su climax cuando
tuvieron que sacarse la ropa para protagonizar la escena "clave". En ese
momento la mente del muchacho se nubl�. El ver a Paula, totalmente desnuda,
delante suyo, bloque� todos sus pensamientos. Era como estar observando una
Diosa. En segundos tuvo una erecci�n que convirti� su miembro en una estaca.
Cuando Paula lo not�, tambi�n entr� en un estado de �xtasis total y se entreg�
a Jos�. A ese punto de la obra, el iluminador baj� considerablemente las luces
que iluminaban el escenario para darle un toque m�s �ntimo a la escena y para
cuidar el pudor de los protagonistas. Lo primero lo consigui�. En cuanto al
pudor, no hac�a falta, los dos j�venes lo hab�an perdido totalmente hac�a unos
segundos y se estaban entregando a un desenfrenado juego sexual. Paula se
recost� sobre el sof�, con las piernas abiertas, y Jos� pudo notar que el
vello p�bico de la muchacha estaba totalmente empapado de jugos vaginales, tal
era la excitaci�n que ten�a. Eso provoc� una erecci�n a�n mayor del miembro
del joven y despu�s de lamer sin ninguna discresi�n los pechos de Paula, la
penetr� salvajemente. De ah� en m�s comenz� un concierto de gemidos y jadeos
que, naturalmente, nunca hab�an sido ensayados. El p�blico estaba absorto y el
silencio en la sala era sepulcral. Estaban maravillados por la actuaci�n de
los dos j�venes, jurar�an que de no encontrarse donde se encontraban, ese acto
sexual era real. El mismo director, a un costado del escenario, estaba
boquiabierto. Si bien tenia las mismas limitaciones para ver, como el resto
del p�blico, a causa de la ilumnaci�n, sab�a que la escena distaba mucho de lo
que hab�an ensayado. En la primera fila las sensaciones eran diferentes: A la
novia del muchacho le sal�an los ojos por las �rbitas y no ve�a la hora que
terminase la escena. Se hab�a jurado exigirle a su novio que abandone la
carrera de actor, porque no pod�a soportar verlo tan expuesto. Adem�s, cuando
hac�a el amor con ella, apenas alcanzaba la mitad de la pasi�n que mostraba
sobre el escenario. S�lo la tranquiliz� que fuese nada mas que eso, una
actuaci�n. Por su parte, Martins, con un estado de excitaci�n muy grande a
causa del espect�culo y aprovechando que todo el p�blico estaba magnetizado,
con la vista fija sobre el escenario, coloc� su mano frente a la cara de
Patricia y chasque� los dedos, se acerc� al o�do de Pat y le dijo unas
palabras. Al instante, Patricia baj� el cierre del pantal�n del doctor y
comenz� a masturbarlo para, posteriormente, aliviarle sus tensiones con una
mamada de verga descomunal, trag�ndose todo el "n�ctar" y limpiando con total
entrega y devoci�n el miembro de su amo.
Cuando la obra culmin�, el p�blico no dejaba de aplaudir de
pi�. El elenco tuvo que salir varias veces a saludar y cada vez que lo hac�a
Paula, a los aplausos se sumaban exclamaciones de todo tipo, premiando su
actuaci�n. El propio director de la obra se encontraba sorprendido. Ese
p�blico era muy especial, la gran mayor�a eran colegas suyos, y en general
eran muy fr�os. Si una obra les agradaba la premiaban con algunos aplausos
desganados y si por el contrario, no los convenc�a, se retiraban antes que
terminase. Esta vez nadie hab�a abandonado su butaca y all� se encontraban, de
pie, saludando al elenco, en especial a la protagonista, quien lloraba
desconsoladamente y no dejaba de mirar a Martins, expres�ndole su
agradecimiento. El que se mostraba un poco confundido era Jos�. Si bien estaba
m�s que conforme con su actuaci�n, no pod�a entender como se hab�a entregado
salvajemente hacia su compa�era y sus sentimientos eran una mezcla de
verguenza y miedo, los cuales no eran del todo infundados ya que su novia,
desde la primera fila, lo observaba fijamente y no precisamente con buena
cara.
Patricia y Martins esperaron que Paula se terminase de
cambiar y que se pudiese liberar de la cantidad de admiradores que iban a
felicitarle, muchos de ellos ofreci�ndoles excelentes y futuras oportunidades
laborales. Cuando Paula lleg� hasta ellos, Martins la felicit� personalmente e
invit� a ambas muchachas a cenar. Por supuesto que ambas aceptaron al un�sono
y, sin m�s pre�mbulos, subieron al coche del doctor, quien hab�a reservado una
mesa en un lujoso restaurant para agasajarlas.
Cap�tulo Catorce: La prueba final.
Mientras cenaban, Martins pensaba hasta que punto Paula
podr�a resist�rsele estando plenamente consciente. Necesitaba probar si las
sugestiones post-hipn�ticas que hab�a ido almacenando en la mente de la
muchacha estaban re-programando su cerebro y de esa manera sus actitudes.
Tratar�a de llegar lo m�s lejos posible, tratando de no recibir un rechazo de
la joven que tirase todo por la borda. Martins s�lo hab�a logrado hasta el
momento divertirse sexualmente con Paula, pero de ahora en m�s la tendr�a en
cuenta para sus "negocios paralelos". �Qui�n se resistir�a a pasar la noche
con una joven estrella que en poco tiempo saturar�a las tapas de las revistas
y los programas de televisi�n?. �l ya conoc�a como segu�a esta historia:
primero la llamar�an para hacer algunas publicidades, cuando su cara resultase
conocida para el p�blico en general, la convocar�an para el staff de alg�n
programa y as� ir�a escalando posiciones. Cu�nto m�s conocida fuese m�s r�dito
sacar�a de ella. Adem�s, dentro de su harem de esclavas, hab�a dos o tres
productoras de televisi�n muy importantes que, seg�ramente, no se resistir�an
a una orden de su "amo" para convocar a Paula. Martins, de inc�gnito, se
convertir�a en su representante y cu�nto m�s famosa fuese su "esclava", m�s
ganancias le traer�a. Por ese motivo era que necesitaba estar m�s tiempo junto
a Paula. Primero, porque quer�a probar si se le entregaba sin necesidad de
hipnotizarla, y en segundo lugar, porque todav�a estaba pendiente el
introducirle "comandos" post-hipn�ticos para poder ponerla en trance a larga
distancia, ya sea telef�nicamente o, por ejemplo, a trav�s de un e-mail.
Mientras Martins se encontraba concentrado en sus
pensamientos, Patricia pidi� disculpas pero coment� que necesitaba pasar un
minuto al toilette. Le pregunt� a Paula si quer�a acompa�arla. Estuvo a punto
de acceder, cuando presinti�, por la mirada de Michael, que �l quer�a
aprovechar que quedaban solos por un rato para decirle algo.
- No creo que sea muy cort�s que dejemos a nuestro
anfitri�n s�lo -fue la excusa que puso Paula para quedarse.
- S�, ten�s raz�n. -dijo Patricia y se retir�.
Paula mir� a Martins esperando que su premonici�n fuese
cierta, y el doctor no se hizo esperar.
- Bueno, Paula. En realidad quiero aprovechar este momento
para decirte que la verdadera agasajada de esta noche eres t�. Obviamente, por
caballerosidad, no pod�a dejar fuera a Patricia. Pero creo que la noche no
estar�a completa si no pudiese agasajarte a solas, como vos te lo merec�s.
- �Y cu�l es su propuesta? -pregunt� Paula con una sonrisa
c�mplice.
- Hay un champagne bien helado en el refrigerador de mi
departamento, reservado para que lo podamos compartir
- Pero....a su familia, �no le molestar�?
- Perd�n, que torpe he sido, no te he dicho nunca que desde
que me separ�, hace de eso algunos a�os, vivo s�lo en mi
departamento......quiz�s eso te incomode.
- En absoluto. No se c�mo agradecerle todo lo que usted ha
hecho por m� -fue la respuesta categ�rica de Paula.
Martins no supo si esa �ltima frase era una insinuaci�n o
si realmente era una muestra de agradecimiento, o quiz�s las dos cosas, pero
no se preocup�, en pocos momentos se dar�a cuenta.
- Perfecto, entonces. Con la excusa de que Patricia vive
m�s cerca de aqu� que t�, la dejaremos primero a ella en su casa y luego
nosotros seguiremos viaje.
- Ok. -dijo Paula, mientras un cosquilleo de excitaci�n
comenzaba a invadir todo su cuerpo.
Durante el trayecto entre la casa de Patricia y el
departamento de Martins, y estando los dos solos en el veh�culo, el doctor se
comport� como un verdadero caballero. Tanto es as� que Paula comenz� a
sospechar que s�lo tomar�an unas copas de champagne y ese ser�a el fin de la
velada, lo cual la decepcionaba con solo pensarlo. Hac�a mucho tiempo que
hab�a imaginado este momento y no quer�a desilusionarse.
El departamento de Martins era como una extensi�n de su
consultorio. Una decoraci�n similar, el mismo estilo de cuadros y esa
fragancia tan particular que aromatizaba el ambiente. Era obvio que Paula se
sinti� a gusto de inmediato en ese lugar ya que le pareci� haber estado all�
antes. Michael la invit� a sentarse en un c�modo div�n y se dirigi� a un
modular, donde tom� dos copas de fino cristal y se dirigi� al refrigerador.
Una vez servida la bebida, levant� su copa y brind�:
- Por el comienzo de una brillante carrera
- Por el comienzo de eso y de muchas otras cosas m�s
-respondi� Paula enigm�ticamente
- De acuerdo, y tambi�n por el comienzo de muchas otras
cosas m�s....-repiti� Martins, obviamente, con intenciones totalmente
diferentes.
Chocaron las copas y bebieron sin dejar de mirarse a los
ojos. Despu�s de haber dado un peque�o sorbo, Paula dej� la copa sobre la
mesita que se encontraba al lado del div�n y reclin� su espalda sobre el
respaldo, pasando su mano por arriba del mismo. Martins hizo lo propio y
acerc� su rostro al de Paula. La joven cerr� sus ojos y en segundos sinti� el
roce de los labios del m�dico sobre su boca. Entreabri� un poco la misma y
dej� el camino libre para que Michael comenzar� a explorarla. El beso que
recibi� fue suave y c�lido y pareci� durar una eternidad. A continuaci�n,
Martins comenz� a besar su cuello para terminar jugando con el l�bulo de su
oreja. La sensaci�n que produjo en Paula fue de una alta excitaci�n y trat� de
controlarse para no meter mano en la entrepierna del m�dico, aunque se mor�a
de ganas de hacerlo, s�lo que �l se estaba comportando con total galanter�a y
ella no quer�a aparentar ser una prostituta, por lo tanto s�lo se conform� con
acariciar su nuca. Martins comenz� a desprender la camisa que Paula llevaba
anudada a su cintura y en pocos segundos la liber� de la misma, dej�ndola solo
con el finisimo y excitante soutien que sosten�an los voluminosos pechos de la
joven. Paula sinti� pudor en quitarle su camisa, parec�a como si necesitase
que �l se lo pidiera. No sab�a por qu�, pero sent�a que ese hombre pod�a
dominarla, que de ah� en m�s no podr�a resistirse a nada de lo que le pidiese.
Y sin embargo Martins no le ped�a nada, solo hab�a comenzado a acariciar sus
pechos sin dejar de mirarla a los ojos. Eso la excitaba a�n m�s. Se sent�a
totalmente entregada a ese hombre y �l se estaba tomando todo el tiempo del
mundo explor�ndola, sinti�ndola, estudi�ndola....seduci�ndola.
De pronto Martins ces� con las caricias y la ayud� a
incorporarse. Paula no entend�a pero no se resisiti�. La puso de pi� delante
de �l, quien segu�a sentado, y la cadera de Paula qued� frente a su rostro.
Con mucho cuidado desabroch� la parte trasera de la pollera y �sta cay� al
suelo. Ahora ella se encontraba totalmente en ropa interior y �l se reclin� en
el div�n para observarla mientras encend�a un cigarrillo. Paula estaba
ensimismada y el hecho de sentirse observada como si fuese un maniqu� en una
vidriera la ruboriz�, pero la excit� m�s.
Martins le ofreci� una pitada, sin dejar de sostener el
cigarrillo, y cuando Paula acerc� su rostro lo alej� de su boca acerc�ndolo
hacia su propio cuerpo. Paula lo mir� un tanto sorprendida y nuevamente
intent� alcanzar con su boca el cigarrillo, pero otra vez Martins lo alej�,
pero esta vez apoyando la mano en su entrepierna. En ese momento la joven
entendi�. Se arrodill� frente a Martins y mientras le daba una pitada al
cigarrillo comenz� a bajar el cierre de su pantal�n. Cuando lo hubo logrado,
mir� fijo a Martins, expuls� sensualmente el humo hacia su rostro y sacando
totalmente el miembro erecto del m�dico, lo introdujo en su boca. Michael
sigui� fumando, como si nada ocurriese, mientras Paula saboreaba, succionaba,
y lam�a la verga de Martins con toda la pasi�n de una joven enamorada. Lleg� a
darse cuenta que se encontraba en una posici�n un tanto humillante, pero no le
importaba, quer�a agradar a su hombre. Al cabo de un rato, y cuando hubo
terminado de fumar, Martins tom� la barbilla de Paula y levant� su rostro,
d�ndole una orden silenciosa para que parase. Ella lo mir� y �l le sonri�
d�ndole a entender que estaba satisfecho. Fue entonces cuando Paula tom� la
iniciativa. Se incorpor� de inmediato y sac�ndose la bombacha se sent� sobre
el m�dico, introduci�ndose el miembro de una sola vez dentro de su vajina, que
ya para ese entonces estaba empapada de jugo vaginal, producto de la
excitaci�n. Una vez hecho esto, desabroch� su corpi�o, dejando al descubierto
sus pechos frente a la cara del m�dico. Mientras �ste, sin perdida de tiempo,
comenz� a recorrer con su lengua los pezones de Paula, la joven comenz� su
cabalgata sexual, llev�ndose las manos hacia su cort�simo pelo y comenzando a
jadear como una verdadera hembra en celo.
Dos horas despu�s, ambos se encontraban descansando en el
dormitorio principal. Paula hab�a desplegado todos sus conocimientos en el
arte de seducir sexualmente a un hombre y Martins estaba realmente
sorprendido. Esa mujer era realmente oro en polvo. Por ese motivo no quiso
perder m�s tiempo y decidi� terminar de re-programar su cerebro para poder
tenerla a su disposici�n en cualquier momento y desde cualquier lugar. Termin�
de fumar su cigarrillo y se dirigi� hacia Paula, dici�ndole:
- Te molestar�a que vaya por unos minutos a la habitaci�n
de al lado, que en realidad la uso como una especie de estudio, para poder
terminar unos informes que necesito presentar ma�ana.
- No, en absoluto. De paso aprovechar�a y si no te incomoda
me dar�a una ducha -respondi� la joven.
- Perfecto. Cuando termines puedes encender el televisor o
ver algunos videos. Debo tener algunos por all� sueltos.
Martins se coloc� una bata y se dirigi� al estudio.
Mientras tanto Paula tom� su ropa, que estaba repartida por todo el
departamento y se dirigi� al ba�o. Unos minutos despu�s, ya duchada,
nuevamente fue hasta el dormitorio, donde se encontraba el televisor. Al lado
del mismo se encontraban un par de videocassettes, de los que se compran para
grabaciones caseras, uno de los cuales ten�a una etiqueta que dec�a
��SORPRESA!!. Obviamente, Paula no pudo vencer su curiosidad y decidi� ponerlo
en la video para verlo. Al cabo de unos segundos la pantalla se oscureci�
totalmente. Una m�sica por dem�s agradable y relajante comenz� a escucharse,
primero en forma muy tenue, alcanzando luego un volumen estable. Al mismo
tiempo la pantalla hab�a comenzado a cambiar de color paulatinamente, al ritmo
de la m�sica. Paula no entend�a muy bien por qu�, pero ese juego de colores y
sonido le resultaba muy atrayente, al punto de no despegar su vista del
televisor. Lo que realmente la sorprendi� fue que de pronto la voz de Martins
comenz� a escucharse por los estereof�nicos parlantes, en forma muy n�tida,
invitando al televidente a compartir una experiencia muy agradable. Si hasta
ese momento Paula se encontraba interesada, ahora su atenci�n estaba
totalmente concentrada en esa cinta de video. A medida que Martins hablaba, un
espiral de colores comenz� a formarse en la pantalla, girando sobre su centro.
Lo que Paula no percib�a era que una r�faga de mensajes subliminales
comenzaban a ingresar a su incosciente, invit�ndola a relajarse, a dejarse
llevar por el espiral, a sentirse bien, c�moda, relajada, a sentir sue�o, un
sue�o cada vez m�s profundo, a cerrar sus ojos sin dejar de escuchar la m�sica
y las palabras, a dormir, a dormir, a dor.................
Hab�a pasado ya m�s de media hora, cuando Martins decidi�
que era el momento de regresar al dormitorio. Se qued� en la puerta observando
a Paula. La joven se encontraba sentada frente al televisor, con la espalda
totalmente recta, la cabeza erguida y con los ojos bien abiertos, mirando
fijamente la pantalla. Ni siquiera pesta�eaba. Martins entr�. Abri� su placard
para buscar una nueva muda de ropa y Paula ni se percat� de su presencia. Su
mente estaba totalmente en blanco recibiendo �rdenes, algunas de las cuales
ingresaban a la parte conciente de su cerebro a trav�s de la voz grabada de
Martins. Otras entraban directamente a su inconciente debido a los mensajes
subliminales que no dejaban de bombardear su mente. Michael decidi� probar la
profundidad del trance de Paula. Se acerc� a ella y comenz� a acariciar su
pelo. La indiferencia de la muchacha era absoluta. Martins sonri� complacido.
La cinta estaba por concluir y era conveniente que �l saliese del dormitorio.
Tom� la ropa y decidi� darse �l tambi�n una ducha. Cuando sali� del ba�o,
Paula estaba durmiendo pl�cidamente en la cama, mientras la televisi�n
mostraba todo el resto de la cinta que no hab�a sido grabado. Martins se
acerc� a la cama y toc� repetidas veces el hombro de la joven.
- Ehh... Uy, perd�n me qued� dormida -atin� a responder
Paula despert�ndose abruptamente.
- No hay cuidado. Veo que te has aburrido con la cinta.
- No, nada de eso. Es m�s, no recuerdo ni de que se
trataba. Es que tuve un d�a muy agitado y enseguida me venci� el sue�o -fue la
sincera respuesta de Paula.
- Tienes raz�n. Fue un d�a muy cargado de emociones. Creo
que es hora de que te lleve a tu casa.
Paula no quer�a irse de all� por nada del mundo, pero
tampoco quer�a abusar de la "bondad" de su....�m�dico?, �amigo?, �amante?. Ya
tendr�a tiempo para analizar la situaci�n. Por lo pronto decidi� aceptar la
sugerencia de Michael. Durante el trayecto en autom�vil, Martins no dej� de
expresarle muestras de afecto. Acariciaba su pelo, le daba c�lidos besos y
ella respond�a con igual entusiasmo. Al llegar a su casa, Paula se despidi�
fogosamente de Michael y antes de despedirse le pidio:
- Por favor, cuando llegues a tu casa ll�mame. No voy a
poder dormirme sin saber si has llegado bien.
- Por supuesto que lo har�. No te quepa ninguna duda -fue
la respuesta de Martins.
Mientras Michael se dirig�a nuevamente hacia su
departamento, Paula repas� todos los hechos vividos ese d�a: los nervios
previos al debut; la presencia de Martins en la sala y en su camar�n; su
sorpresivo e inesperado "encuentro sexual" con Jos�, su compa�ero de elenco;
la cena con Martins y Patricia; y en forma estelar, la noche pasada con "su
doctor". Ya se hab�a desvestido totalmente y estaba a punto de acostarse,
cuando son� el tel�fono.
- Hola, Paula
- S�, Michael, �has llegado bien?
- Perfecto. Gracias por preocuparte. Espero que ahora
puedas dormir tranquila, yo har� lo mismo, no sin antes darle su raci�n de
comida a mi pez, al que hace bastantes horas que tengo descuidado.
- Un pez....�d�nde lo tienes que no lo he visto?
- Oh, perdona, es que no me has dado respiro para poder
mostrarte mi casa. Lo tengo en mi estudio y es una mascota muy preciada por
m�. Digamos que somos compa�eros de cuarto...ja ja ja. Si hasta le he puesto
nombre y todo....
- Ah, s�. �C�mo se llama?
- Se llama.....�MESMER!
La palabra viaj� a la velocidad del sonido por la l�nea
telef�nica y se incrust� directamente en el cerebro de Paula. En instantes su
mente se puso totalmente en blanco y la convirti�, en mil�simas de segundo, en
la ferviente y devota esclava que buscaba desesperadamente la orden de su
amo...
- Amo, estoy totalmente a tus �rdenes. Deseo escuchar tu
voz para obedecerla ciegamente. Vivo s�lo para obedecer -fue la respuesta de
Paula.
- Ya lo creo, y lo s�, mi querido juguete. Veo que has
asimilado muy bien y muy r�pido el contenido de la cinta.
Paula no entend�a a que se refer�a su amo, pero ni se le
cruz� por la cabeza querer averiguarlo. No le estaba permitido averiguar cosas
que a ella no le importasen y su deseo era obedecer sumisa y devotamente. Por
lo tanto se mantuvo en silencio, a la espera de alguna orden.
- Muy bien, mi mascota. Quiero que me digas cu�l es tu
nombre -pregunt� Martins
- Mi nombre es Cindy, Amo -fue la respuesta de Paula.
Durante el tiempo que Paula estuvo observando el video,
miles de mensajes subliminales fueron aloj�ndose en su cerebro. Uno de ellos,
transmitido infinidad de veces, la indujo a elegir un nuevo nombre, que
utilizar�a y al que responder�a estando en condici�n de esclava. Ella hab�a
elegido Cindy, por su admiraci�n hacia Cindy Crawford. La voz grabada de
Martins, mientras tanto, la program� para que ella olvidase totalmente su
verdadero nombre cuando entraba en trance hipn�tico. Y la manera de entrar en
trance telef�nicamente era al escuchar, s�lo de la boca de su Amo, la palabra
MESMER
- Que raro, hubiese jurado que te llamabas Paula -dijo
Martins adoptando un falso tono de preocupaci�n.
- No, Amo. Nunca me he llamado Paula. Mi nombre es Cindy.
Paula es otra persona -fue la respuesa convencida de.....�Paula?
Del otro lado del tel�fono, Martins sonri� satisfecho.
Ahora pod�a convertir a Paula en Cindy a trav�s de un simple llamado. Estando
totalmente despierta y conciente, Paula jam�s sospechar�a de la existencia de
Cindy ni recordar�a absolutamente nada de lo que ella hiciese. Al entrar en
trance, Cindy tomar�a posesi�n de la mente de Paula y obedecer�a ciegamente
todas las �rdenes que su Amo le diese. Y si esas �rdenes ten�an que ver con
alg�n cambio en el aspecto f�sico, ya sea un cambio de peinado, un cambio en
la manera de vestir o alg�n otro, Paula, al salir del trance, creer�a que fue
algo que surgi� de ella misma, sin sospechar que hab�a sido una orden dada a
"su otro yo". Es decir, era como si dos personas compartiesen el mismo cuerpo
y se prestaran alternativamente la mente. Michael Martins, mientras tanto, se
propuso jugar un poco m�s con su esclava.
- Dime, Cindy, �C�mo est�s vestida en este momento?
- Estoy en ropa interior, Amo
- Ohhh, que excitante. �No te calienta saber que me estoy
excitando, Cindy?
- Siiiii....me calienta much�simo, Amo -fue la respuesta de
Cindy mientras, instintivamente llev� su mano libre hacia sus pechos.
- Bien....quiero que te masturbes para m�, Cindy. Pero
tienes absol�tamente prohibido llegar al orgasmo sin mi autorizaci�n. Dar�as
cualquier cosa por acabar, esclava, pero no podr�s hacerlo sin mi permiso.
Adem�s quiero que mientras te masturbas me cuentes c�mo lo est�s haciendo.
A partir de ese momento Cindy comenz� a masturbarse de
todas las formas posibles mientras le contaba a su Amo c�mo lo hac�a. Se tir�
en la cama, apoy� el tubo del tel�fono inal�mbrico entre su hombro y su o�do y
liber� ambas manos. Mientras se masajeaba fren�ticamente los pechos,
convirtiendo ambos pezones en dos rocas rojas y puntiagudas, con la otra mano
hab�a comenzado a estimular su co�o hasta colocarse dos dedos dentro del
mismo. Martins aprovech� para darle una �ltima orden.
- Muy bien, esclava. Estoy bastante satisfecho. Ahora
penetrar�s tu co�o con la antena del tel�fono y masturbar�s tu cl�toris. No
reprimir�s el placer pues quiero escuchar tus gemidos. Mientras tanto
comenzar�s a contar mentalmente hasta 50. Cuando llegues a esa cifra tendr�s
un orgasmo fuert�simo e inaguantable. Gemir�s como una verdadera hembra en
celo. Cuando termine tu orgasmo, limpiar�s con tu boca la antena y te pondr�s
nuevamente a mis �rdenes....�Hazlo!
Inmedi�tamente, Cindy llev� el tel�fono hacia su
entrepierna. Penetr� su vagina con la antena del tel�fono y r�pidamente
encontr� su cl�toris. Comenz� cepillarlo, primero con cautela, luego m�s
vigorosamente, mientras daba repetidos gemidos de placer, que Martins
escuchaba del otro lado de la l�nea. Cuando la cuenta mental que ella estaba
realizando lleg� a 50, un torrente de placer viaj� por todo su cuerpo y tuvo
un orgasmo espl�ndido, al punto que no pudo evitar dar gritos de �xtasis que
seguramente, de estar sus padres en casa, hubiesen escuchado. Acabado el
orgasmo llev� la antena del tel�fono a su boca y limpi� cuidadosamente todos
los restos de jugo vaginal que se encontraban impregnados en ella. Conclu�do
�sto dijo:
- Ya he obedecido, Amo. Nuevamente estoy a tus �rdenes.
- Muy bien, peque�a esclava, muy bien -dijo Martins notando
que a�n sin ver a su esclava estaba teniendo una erecci�n muy fuerte.- Ahora
puedes irte a descansar. Dormir�s profundamente y ma�ana, cuando Paula
despierte, seguiremos verificando como sigue la programaci�n de tu mente.
Hasta ma�ana, mi putita, cuelga y duerme profundamente....
- Hasta ma�ana, mi Se�or -contest� Paula y cort� la
comunicaci�n, no sin antes comprobar que su Amo hab�a cortado primero. Apoy�
el tel�fono sobre su mesa de luz y un sue�o profundo la fue invadiendo
r�pidamente, hasta quedar totalmente dormida.
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mental. ( )