ZAPATOS (Cap. 2)
Sobre la cama hab�a un vestido vaporoso, de verano, blanco
con florecillas, justo debajo de las rodillas, unas medias de liga incorporada
color carne muy finas y transparentes, unos zapatos, casi sandalias y una
chaqueta de punto a juego. No hab�a ropa interior, sab�a la verg�enza que pasaba
sin sujetador, cuando las voluminosas tetas se mov�an de un lado a otro como las
de una vaca y todos los hombres se paraban a mirarla, cre�a ver todos los ojos
dirigidos a sus tetas y m�s, con una tela tan fina.
Se maquill� un poco, se visti�, se puso las medias con mucho
cuidado para no romperlas, sentada en la cama, primero el pie completo, y de ah�
hacia arriba subiendo muy despacio, todo el contorno a la vez, despu�s el otro
pie, se mir� al espejo y se vio sexy. Ya ver�a si seguir�a igual cuando llegase
al restaurante a desayunar.......
Cuando entr� al comedor, lo hizo de forma pausada, encogiendo
un poco los hombros para no hacer demasiado patente el movimiento de sus senos.
Busc� con la mirada la mesa donde estaba su Amo, se
encontraba al lado de la ventana mir�ndola de frente, deber�a cruzar todo el
comedor para llegar a �l. Pod�a notar la mirada de los hombres, y sus
comentarios que le alagaban y la avergonzaban un poco. Era peor los cuchicheos
de las mujeres, �stos le hac�an aumentar su rabia. Lleg� a la mesa, pidi�
permiso para sentarse, el tiempo que tard� en responderle le pareci� una
eternidad, se empez� a poner nerviosa, se sent�a centro de todas las miradas y
comentarios del sal�n. Y la verg�enza apareci�, su co�o comenzaba a reaccionar
ajeno a sus sentimientos, se mojaba, notaba el cosquilleo, el calor que le
sub�a.
- Puedes sentarte, no ves que todos te miran?
- Perd�n mi se�or.- Se sent� sin preocuparse de mas.
- Todav�a no has aprendido a sentarte?
La pregunta la cogi� fuera de juego, estaba perdida en su
verg�enza.
- Perd�n mi Amo, como dice?
- No me hagas repetir las cosas, sabes que no me gusta.
- Soy una perrita tonta, que no sabe complacerle, perd�neme.
- Si no sabes sentarte?
- Si mi se�or. Pero aqu�.......... ver�n todos mi culo.
- Por eso he elegido este sitio, para que ense�es lo que
tienes. Ya has visto como todos te miraban, y est�n esperando algo m�s del
espect�culo.
Se puso de pie, estaba de espaldas al sal�n y no pod�a ver
quienes miraban, levanto despacio su falda y se sent� apoyando las nalgas
directamente sobre el asiento. Su humillaci�n era tal que quer�a morir. Todo el
comedor de un Hotel de cierta categor�a le hab�a visto levantar su vestido.
- Te esperaba para desayunar cielo. Una sonrisa sarc�stica
sali� en los labios del hombre. Elena permanec�a con la mirada baja, masticando
su humillaci�n su verg�enza. Cuan equivocada estaba, si pensaba que todo
terminaba ah�.
- Yo desayunare, huevos revueltos, fruta y algo de dulce.
Vamos a que esperas mueve el culo.
Ahora tendr�a que enfrentar su mirada a la de todo el sal�n,
esto si que era humillante, su co�o estaba totalmente empapado y sin bragas,
ten�a miedo que los jugos comenzaran a deslizarse por las piernas. Con paso
t�mido y hundida en la irrealidad, cumpli� con su cometido, el desayuno de su
se�or y el suyo. Cuando volvi� a sentarse tuvo cuidado de hacerlo como deb�a.
- Ves cielo, como cuando quieres sabes hacer las cosas bien.
Todo es cuesti�n de prestar atenci�n a lo que haces.
- Si se�or.
- Ten cuidado no ensucies la silla, la tapicer�a es muy
bonita. Por que est�s mojada verdad?
- Si mi se�or, mi co�o de puta esta caliente y mojado.
El hombre se levant� de su asiento y acerc� sus labios a la
mejilla de Elena, su mano ascend�a entre sus piernas por debajo de la falda,
protegidos de las miradas indiscretas por sus propios cuerpos. El dedo toc� su
cl�toris, lo masaje� en c�rculos, a la vez que besaba su mejilla. Le provoc� un
orgasmo que intentaba ahogarlo como pod�a, sac� los dedos y los puso en su boca
que lami� y limpio, le volvi� a besar y se sent� en su silla.
- As� me gusta que mi perrita este caliente y complaciente.
El desayuno transcurri� relajado y en armon�a, la tensi�n de
la humillaci�n pas� y una sensaci�n de cari�o sal�a constantemente. Al punto de
terminar la camarera entreg� a Elena una hermosa rosa roja, con una tarjetita.
"Un besito Cielo"
En la calle un hermoso sol, t�mido todav�a pujando por
hacerse notar los recibe. La temperatura es agradable, un poquito fresca, lo
suficiente para hacer que los pezones de Elena se pongan erectos, los mir� y me
sonr�o, me mira y se sonroja. Apoyada en mi brazo sonriente, saltarina dir�a yo,
no para de hablar y gesticular, me arrulla con su conversaci�n, me lleva en la
distancia de un lugar a otro, contenta y feliz.
La calle se eleva frente a nosotros, la temperatura sigue
subiendo, el paseo es agradable, miramos escaparates hacemos comentarios. Tras
los cristales de una zapater�a acierto a descubrir a una dependienta no muy
guapa, una m�s, su mirada al cruzarse con la m�a es la que me hace detener,
atiende a una se�ora, me fijo en sus manos, en la delicadeza
con la que trata a los zapatos, sigue atenta a su tarea y de vez en cuando noto
como gira la vista en mi direcci�n, al ser descubierta se sonroja.
- Entraremos aqu� Elena. No me dec�as que no encontrabas
zapatos de puta?
- Aqu� mi Amo?
- Si aqu�. No te gusta?
- Si, solo que estaba muy a gusto paseando
- Ya pasearemos luego
Un dependiente alto y desgarbado se acerca hacia nosotros, de
reojo miro a la chica y noto como se apresura con la mujer. El dependiente mira
descaradamente a Elena, le dejo que lo haga, pod�a cortarle pero se que estas
situaciones le averg�enzan y le ponen inc�moda.
- Puedo atenderles en algo? Ve�a en su mirada como se
relam�a, pensando en los pies de ella y en lo que la falda ocultaba. Yo me
sonre�a al pensar que pasar�a si supiese que bajo la falda, Elena tan solo
ofrec�a un co�o depilado, ligeramente perfumado con el aroma de su Amo. Cual
seria su reacci�n al verlo? esa idea me tentaba. Seguro que en el momento
oportuno mirar�a hacia otro lado.
- Si, si que puede. - Le respond� - Me gustar�a que
sustituyera a esa chica y nos la mandara a nosotros. No te parece cielo?
- Si, -dijo aliviada deshaci�ndose de la mirada.
Ve�a a la chica como se le iluminaba, como se le ruborizaba
la cara al o�r mis palabras.
El hombre de mala gana se hizo cargo de cobrar la compra de
la se�ora y la chica paso a atendernos.
- Ustedes dir�n?
- Quiero unos zapatos para m�, de piel negra brillante. -
Miraba a la cara de Elena al decir estas palabras. Sab�a el efecto que en ella
causar�a, le dije el numero, desapareci� y reapareci� r�pidamente con unas
cuantas cajas, en su ausencia nos hab�amos dirigido a un rinc�n discreto. Sacaba
los zapatos con cuidado me los mostraba y yo los acercaba a la cara de Elena, no
sabia muy bien que hacer y se sonrojaba, escog� dos pares y me sent�.
La chica se arrodill� para probarme el calzado.
- No te molestes, ella lo har�. - Diciendo esto Elena se
arrodill� a su lado, cogi� un zapato con su mano. Las manos de las dos mujeres
se rozaron, el momento de contacto se prolong� en exceso, ni una quer�a soltar,
ni la otra quer�a tirar, entre las dos acomodaron el zapato a mi pie. En un
arrebato de valent�a Elena se inclin� y beso la piel brillante. Yo miraba la
reacci�n de la chica, estaba un poco aturdida y el brillo de su mirada era de
deseo.
Probaron el otro, las dos manos segu�an trabajando juntas.
Eleg� mi par.
- Ahora quiero unos para ella, de tac�n alto y fino. Te
gustan los zapatos?
- Si mucho, son mi vida. - Respondi� - No solo como trabajo
si no como placer. Se sonroj� al hacernos esa confesi�n. Sent� que liberalizaba
mucho tiempo de represi�n.
Esper� nuestra reacci�n, al ver que no fue negativa se not�
mucho m�s tranquila.
Apareci� con una gran fila de cajas, Elena se sent�. Apoy�
las cajas en el suelo y se arrodill� frente a ella. Sinti� que ten�a v�a libre .
Me coloqu� sentado detr�s de la dependiente frente a Elena. Cada par era un
ritual, lo sacaba con sumo cuidado, lo acariciaba y lo probaba. Primero besaba
el pie y despu�s el zapato. Sab�a que Elena estaba disfrutando, aunque ella
hubiera disfrutado m�s con un hombre.
Una vez me confeso que le gustar�a ser Ama tan solo para que
un sumiso le hiciese las u�as. A cada gesto m�o separaba un poco m�s sus
piernas, y permit�a que la vista alcanzase mas piel.
Arrodillada como estaba la chica ya deber�a estar viendo el
co�o depilado y brillante debido a su excitaci�n. Segu�a con otro par, la misma
ceremonia. Ligeros escalofr�os me mostraban las oleadas de placer que la
recorr�an. Uno de mis zapatos nuevos todav�a puesto en mi pie, comenz� a hurgar
bajo su falda, ascendiendo en direcci�n a su co�o, ella la levant� un poco y
separ� sus piernas permitiendo mi paso libremente, not� cuando lleg�, por el
gemido que sali� de su boca. El hombre ajeno le�a un peri�dico deportivo. Apoy�
el tac�n en el suelo, levantando la puntera, ella acerc� su co�o y comenz� a
frotarse. Mir� a Elena, ten�a los ojos cerrados, quise saber el motivo.
La lengua de la chica recorr�a uno de sus pies. Jugueteaba
con los dedos por encima de las medias, lam�a uno por uno, despu�s todos juntos.
Su ritmo se aceler� y despu�s paro de repente, lo que supuse que se hab�a
corrido.
- Alguien tendr� que limpiar esto? - La zapatera miro con
cierta culpa sonroj�ndose. -
Pero no ahora, m�s tarde. - Me quit� el zapato y lo guard� en
su caja.
Poni�ndome los que llevaba, tambi�n beso mis zapatos. Elena
sigui� con las pruebas, paseando y riendo con ellos hasta que eligi� los que le
gustaron.
- Me ha complacido el servicio, tal vez la semana que viene
volvamos
- Si, por favor. - Contesto la chica.
Salieron, Elena se despidi� con tristeza, con ansias de
repetir otra cita.