Lo sent� latir y contraerse para explotar. Una lechada
interminable de esperma me invadi� por doquier.
Su sexo estaba vivo y, adem�s del calor con que me quemaba mi
canal, se dilataba y contra�a en cada chorro de vida que deposita en mis
entra�as.
Sus manos, presion�banme desde la cintura, hacia su cuerpo y
sent�a en toda su longitud y grosor su estaca en mis entra�as.
Los huevos maravillosos, que ya hab�an sabido de mi boca,
chocaban contra mis nalgas y mi sexo agreg�ndome un placer indescriptible.
Sentir su calor sobre mi cuerpo, su pecho sobre mi espalda y
su sexo invadi�ndome, era algo impensado y placentero.
Mi entrega era total. Me sent�a ella con ese pedazo de carne
llen�ndome por dentro y, a m�s, me sent�a de �l.
Y sigui� con su vaiv�n, su presi�n alocada y gemidos
estent�reos llen�ndome por dentro con su caliente semen.
Ahora era toda suya.
Aquella a quien el nunca am� pero que tom� porque su sangre
as� lo quiso.
Con sus enormes brazos me enlaz� por los hombros y me aboton�
hasta el fondo para reglarme el �ltimo chorro en lo m�s profundo de mi ser y
rebalsar mi trasero con su crema.
Fue tal su estremecimiento que mi culo se peg� a su ingle
absorbiendo de una vez y para siempre lo m�ximo de su enorme taladro.
La presi�n de sus brazos llev� a uno de mis o�dos a su boca.
Me dijo: Te odio, puto de mierda.
Mis ojos se llenaron de l�grimas y me ensart� en �l lo m�s
que pude y puj� con mi trasero sobre su ingle y trat� de meter lo m�s que pude
esa carne que ya empezaba a enfofecerse en mi interior, dejando al guerrero
inerme, pero mi cuerpo hab�a acusado el impacto del suyo y me fui en un orgasmo
como del que no ten�a recuerdo.
Es hermoso, dije.
Y esper� mi desenlace y que caiga de bruces a la cama para
retirarse de mi agujero dejando una sensaci�n de vac�o.
Por mi trasero brotaba en borbotones su esencial blancura.
Su enorme cuerpo cay� a mi costado. No s�, me dijo. Sus ojos
se llenaron de sutiles l�grimas, y agreg�: No quiero ser puto.
Le abrac� con enorme ternura. Sequ� sus l�grimas con besos y
call� mientras mis manos agarraron el enorme aparato de su sexo que ser�a un
desperdicio en cuerpo de mujer.
� No lo ser�s, dije. Puedes hacerlo tambi�n con mujeres,
agregu� mientras besaba suavemente el rostro, el torso, sus tetillas y mi boca
iba bajando hasta sus ijares.
Al momento en que mi boca enfrentaba su sexo, tom� mi cabeza
con sus grandes manos y la retir� de su ingle llev�ndome a su cara. Sus ojos
penetraron los m�os en una mirada profunda e desconocida. Me bes� en una entrega
como hasta ahora nunca lo hab�a sentido. Su virilidad postrada a la m�a, su
lengua esperando la m�a.
� B�same el culo, dijo de pronto.
Baj� hasta su ingle y me detuve con mi lengua acariciando,
con suaves lametazos aquel sector entre el escroto y el ano, para subir,
lentamente, por las lomadas de su traste. Cada nalga era un poema y la profunda
quebrada de su raja se estremec�a al contacto de mi lengua.
Fui despacio, saboreando cada mil�metro de piel hasta hacerle
sentir el estremecimiento del placer en cada c�lula de su tez. Primero, boca
abajo, luego boca arriba, mi lengua le recorr�a todo el entorno de su
masculinidad ya erecta.
Levant� y abr� sus piernas acerc�ndolas a sus hombros y all�,
despacio, muy despacio, lam� su agujerito en un c�rculo conc�ntrico hasta que la
punta de lengua, transformada en duro ariete, ingres� a su conducto haci�ndole
sentir el inmenso placer del beso negro.
Hab�a tomado sus piernas con sus brazos y sus gemidos me
dec�an de su calentura. Unt� mis dedos con crema, saqu� mi boca de su agujero y
comenc� a chupar la enorme verga, parada como m�stil.
Cuando lo supe m�s caliente asent� mi dedo en su orificio,
penetr�ndolo despacio y sutilmente, abriendo cada pliegue de su virginidad.
Sus movimientos fueron de aprobaci�n y a poco mi dedo se
introdujo en su totalidad. Sum� un segundo y un tercero en su esf�nter con
movimientos circulares y agrandando aquel estrecho pasadizo.
Tanta gimnasia hab�a llevado al m�ximo mi espada.
Tap� sus gemidos con un beso en la boca, saqu� mis dedos,
asent� la cabeza de mi pene en su entrada y con breves movimientos fui
introduci�ndola en su traste, ahora dilatado y expectante.
Pod�a intuir su placer al sentir c�mo mi pingo le abr�a la
caverna de su culo, a�n estrecho, pero con d�bil resistencia a la presencia de
mi verga que a cada paso se introduc�a m�s adentro de sus entra�as.
Percib� las l�grimas del dolor de su desvirgada y la sequ� a
besos mientras le hund�a mi lanza en toda su profundidad en ese esf�nter virgen.
Mis pelos quedaron grabados en sus nalgas cuando mi sexo
lleg� al tope.
Segu� bes�ndole y acarici�ndole hasta apreciar que se
relajaba y comenzaba a disfrutar de la ensartada.
Su rostro era angelical, de un �ngel m�o. Sus cabellos lacios
y rubios desparramados en la almohada, de suaves rasgos, de muslos casi lampi�os
y su grupa respingona ya abierta y m�a.
Tom� su verga y lo masturb� mientras en r�tmico movimiento
entraba y sal�a de su cueva.
El calor de su interior ardiente se contagiaba a mi pene y mi
pedazo le arrancaba gemidos de placer.
Hab�a pasado la barrera y ahora disfrutaba del sexo.
Me abraz� con sus piernas, me atrajo hacia s� y se peg� a mi
sexo. Aceler� la masturbada y la penetraci�n y se vino en una secuencia
interminable de sacudones, ensart�ndose cada vez m�s adentro mi pene en su
trasero, mientras su leche saltaba entrambos deposit�ndose en ambos cuerpos.
Lam� su esperma dulcemente mientras segu�a rompi�ndole el
culo y disfrutando de su estrecho ca�o.
Su conducto se hab�a acostumbrado a mi pedazo que entraba y
sal�a sin oposici�n. Sus ojos semicerrados me hablaban de su disfrute. Aceler�
mis movimientos. Una punzante corriente sexual se desencaden� en mi ser y me
vine descarg�ndome �ntegro en su agujero reci�n inaugurado, llen�ndolo de mi
especie en sucesivas centelladas.
Descans� sobre su cuerpo, abandonado, hasta que mi pene se
abland� y sali� de su anfitri�n.
El agua fr�a del bidet calm� el ardor de su agujero.
Me par� a su frente con el colgajo mustio.
� Gracias, me dijo. Y bes�, lami� y limpi� mi aparato hasta
que separ� su cara de mi sexo y sell� nuestra amistad con un tierno beso.
Arturo tiene todav�a todo el tiempo del mundo. Entretanto me
goza con su enorme verga y se hace gozar con mi normal cosita.
Su juventud y mi madurez se compensan en una amistad
particular y afectiva.
A veces me dice que no quiere ser puto y le digo que no lo
es, simplemente que es un joven abierto al sexo sin limitaciones, capaz de saber
que piensa y que siente un hombre y qu� siente una mujer.
Agradecer� opiniones.
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