Relato: La chivata





Relato: La chivata


La chivata.



Me llamo Andrea. Tengo treinta a�os. He estado leyendo algunos de estos
relatos y me he puesto tan caliente que me he animado a escribir una historia
que me sucedi� hace m�s de diez a�os cuando iba al instituto.


Yo era una chica de dieciocho a�os que se esforzaba por
aprobar los ex�menes de C.O.U. Los profesores exig�an mucho y yo, a pesar de lo
que me esforzaba, suspend�a muchas asignaturas. Un d�a, despu�s de un examen, me
enter� de que toda la clase conoc�a las preguntas del examen porque lo hab�an
filtrado. �C�mo? Sencillamente. Era una fotocopiadora vieja que hac�a muchas
copias defectuosas. El profesor era muy despistado y tir� uno de los ex�menes a
la papelera. Los chicos registraban sistem�ticamente el cubo de basura del
instituto por que la treta ya les hab�a dado resultado antes, y claro, el
ejemplar lleg� a las manos de mis compa�eros, que se olvidaron de avisarme de
las preguntas.



El caso es que suspend� el examen. Fui la �nica suspensa y la
causa fue que el profesor crey� que el examen era muy f�cil, y subi� el nivel.
Me sent� un poco ridiculizada y acud� despu�s de clase a hablar con el profesor
a la sala de profesores. Le cont� lo sucedido y se enfad� mucho. Anul� el examen
y puso otro, un par de semanas despu�s, en el que suspendimos casi todos.



La gente estaba buscando al "chivato". Empezaron a atar
cabos. Yo era la �nica suspensa. Me hab�an visto salir y hablar con don
Torcuato. Empezaron a acosarme los compa�eros con los que me llevaba mal y
aunque yo lo desment�a, se encabezonaban en que yo era la chivata. Me llamaban
chivata cuando pasaba por delante de ellos y hasta un d�a escuche decir
"Chivata, si no fuera por lo buena que est� no le volv�a a hablar".



Efectivamente, ten�a mucho �xito entre los chicos. Era y soy
muy morena, bastante alta y delgada, aunque con un tipo de botella muy marcado.
Ten�a un culo resping�n y unas piernas muy largas. No me gustaba vestir
provocativa, pero me sent�a orgullosa de mi tipo. Los chicos me tachaban de ser
un poco pija, pero estaba segura que as� les gustaba m�s. Tengo una cara
ovalada, de labios largos y delgados y ojos verdosos. Bueno, era una mu�eca de
cuello largo y miembros largos y delgados.



Las chicas no me trataban mejor. Me hac�an el vac�o, me
soltaban indirectas. Fueron unas semanas muy malas, aunque lo peor estaba por
llegar. Un d�a entr� en el servicio y me puse a orinar, con la puerta de mi
retrete cerrada. Cuando sal� al vest�bulo del servicio, me encontr� a dos de las
"gatas".



Las "gatas" eran tres compa�eras m�as a las que les hab�amos
puesto ese nombre por que eran aut�nticas leonas, en todos los sentidos. Ten�an
una caballera voluminosa por hacerse la permanente. Las tres eran tan altas y
delgadas como yo, pero se pon�an una ropa muy ajustada. Los vaqueros ro�dos, con
rotos en las rodillas y descosidos por debajo, con manchas blancas de
destintarse, en ambos lados del trasero y un su�ter, generalmente negro
ligeramente escotado. Se pintaban mucho, los ojos, las pesta�as, las sombras del
p�rpado, las mejillas, los labios... Y que decir de otros adornos. Levaban
pulseras de cuero estilo "heavy" y zapatos de tac�n alt�simo. Presum�an de
"golfas", y todos los profesores se las ten�an sentenciada.



El caso es que me encontr� a dos dentro del servicio. Las
salud� al pasar a su lado.


-Hola.-


-�D�nde vas, capulla?.-



Se pusieron delante de la puerta y siguieron atosig�ndome.-
�Chivata! �Cochina chivata! �Te vas a acordar de lo que has hecho.-


-�Yo no he hecho nada!.-


-�Venga ya! �Yo te v� hablar con el "Tuercas"!.- Me dijo la
otra chica.


-�Yo s�lo fui a hablar para... para... preguntarle por las
recuperaciones!.-



Un golpe son� en la puerta. Las dos chicas se inquietaron y
me dejaron pasar no sin antes amenazarme � �Te vas a acordar de nosotras! �Te lo
vamos a hacer pasar fatal!-. Detr�s de la puerta estaba la otra gata, Eva. Por
el pasillo ven�an varias chicas y una de ellas entr� en el servicio. Yo me
dirig� con rapidez a clase, un poco asustada, pues la expresi�n de la cara y los
gestos de las dos gatas eran dignos de asustar a cualquiera.



Pasaron tres o cuatro d�as y las "gatas " se encargaban de
hacerme sentir inc�moda. Sus miraditas sarc�sticas, su constante persecuci�n,
alguna vez hasta la puerta de mi casa, me inquietaban, pero de ninguna manera
pensaba que se vengar�an de la manera que lo hicieron.



Un d�a, a las dos de la tarde, cuando nos �bamos, not� que
faltaba mi bolsa. Me qued� busc�ndola mientras sal�an mis compa�eros de clase y
no la encontraba. En ese momento, una de las gatas, Susana, la rubia, se me
acerc� y me dijo - �Qu� buscas? �Tu bolsa? Me han dicho que la han visto en los
vestuarios del gimnasio.-



El vestuario femenino era una dependencia anexa al gimnasio.
Estaba en un primer piso, encima de los de los chicos, con lo que se evitaban
los mirones. El gimnasio estaba situado al lado del sal�n de actos, donde
hac�amos los ex�menes. Era f�cil meterse porque la puerta estaba rota y a la
hora de la salida, los alumnos iban y ven�an y se produc�a cierta confusi�n.
Entr� en el gimnasio. Un espacio amplio de gran altura en cuyas paredes hab�a
espalderas, esos travesa�os de madera t�picos de los gimnasios. Las colchonetas
se amontonaban una encima de otra en una esquina. Unas cuerdas gordas anudadas
ca�an del techo. El potro y el caballo estaban en otro lado. En fin, lo que es
un gimnasio de instituto. Sub� r�pidamente las escaleritas que daban al gimnasio
con cuidado de no hacer mucho ruido. Al entrar, sent� que se cerraba la puerta
del gimnasio. Me asust� pero delante de m�, en una de las bancas del fondo
estaba mi bolsa.



Me met� hasta el final del vestuario sin darme cuenta de la
trampa que las "gatas me tend�an". Al darme la vuelta, ya con la bolsa en la
mano, me encontr� a Rosa, la "gata" m�s alta, la que me hab�a amenazado, delante
de m�, cort�ndome el paso. Me miraba con cara burlona mientras que de una de las
duchas sal�an Susana, la gata rubia.



-�Qu� haceis?.- Les dije asustada


-�Ya te lo dijimos! �Te lo �bamos a hacer pasar muy mal!.- Me
dijo Susana "la rubia". La mir� y me d� cuenta que llevaba en las manos un
pa�uelo de seda que generalmente llevaba anudado al cuello. Lo retorc�a y me
asustaba mientras se aproximaba poco a poco. Sentimos unos golpecitos en la
puerta. Rosa se apart� y entr� Eva. Con un gesto asinti� lo que Rosa le
preguntaba con otro gesto. "Todo como hab�amos planeado" pareci� decirle.



Eva se qued� guardando la puerta mientras Rosa se acercaba
hacia m�. Me acorralaban. Intent� escaparme pero ca� en la red de brazos que las
"gatas" me tend�an. Rosa, que era m�s corpulenta me cogi� ambas manos con las
suyas. Eva se coloc� detr�s de m� y pas� el pa�uelo de seda por mi cara. Lo puso
en mi boca y de nada sirvi� que intentara gritar, pues el pa�uelo imped�a que
mis gritos salieran de mi garganta. Me agit� moviendo los brazos y las caderas.
Era in�til. Me tiraron hacia detr�s. Eva se incorpor� al duo de atacantes
intentando coger mis piernas. Sent� como mi pi� impactaba varias veces con su
cuerpo, pero de nada sirvi�. Susana hizo un nudo en l pa�uelo detr�s de mi nuca
y me agarr� las manos por detr�s. Me desequilibraban y ca�a lentamente de
espaldas. Eva aprovech� para agarrarme los tobillos con fuerza y Rosa me tiraba
hacia detr�s.



Ca� al suelo. Susana me tom� por las mu�ecas y las puso sobre
mi cabeza. De nada sirvi� que la intentara ara�ar. Rosa estaba sobre mi vientre.
Esperaba que me pegara, que me maltratara.. Lo que no esperaba es que me
desabrochara la camisa. Comenc� a retorcerme con renovado �mpetu, pero era
in�til. Eva me sosten�a las piernas por los tobillos. Entre ellas se animaban.
-�Venga! �Que ya es nuestra!- Dec�a Susana. -�C�gela bien que no se escape!.- Le
dec�a Rosa a Eva o a Susana.



Rosa tom� aire al ver mi torso cubierto con mi sujetador y
pasando las manos por detr�s de mi espalda, consigui� desabrocharme el sost�n a
pesar de mi oposici�n. Luego tir� de �l hacia arriba, hacia la cara. Mis pechos
aparecieron delante de ella. La miraba a la cara y ve�a su codicia. Sent� las
palmas de su mano sobre mis pechos apretarmelos, y luego, pellizcarme los
pezones entre su pulgar y la base de su �ndice. Mis pechos se mov�an en sentido
giratorio con la palma de su mano. Los sent�a arder y present�a que se
excitaban. No estaba dispuesta a que descubrieran aquello, as� que me resist�a
con m�s brusquedad.



Sent�a las manos de Eva en mis muslos. Me deb�a de haber
subido la falda. - �Mirad! �Tiene un conejo muy rico la chivata esta.- Sus manos
se deslizaban por mis muslos y los sent� sobre mi cl�toris. Estuvo con sus dedos
unos segundos sobre mi cl�toris, sin moverlos, simplemente presionando, pero
luego me dio un pellizco atrapando mi crestita por encima de mis bragas. Me
sent� excitarme. El miedo, el sentirme atrapada... No lo s�. El caso es que
cuando Eva tir� de mis bragas hacia abajo, mi mente se debat�a entre dejar que
me tomaran o seguir peleando.



Eva presion� mis piernas para que las doblara por las
rodillas. Rosa solt� uno de mis pechos y llev� su mano por entre nuestros
cuerpos hacia mi sexo. Pronto sent� la yema de sus dedos acariciar mi cl�toris
mientras el pecho que hab�a soltado era atrapado por su boca, mordi�ndome los
pezones con los labios. Del roce de los dedos pas� a darme golpecitos con el
dedo mientras me pellizcaba uno de los peones y en el otro me pegaba tironcitos
con los labios. Susana me mord�a el cuello mientras reten�a mis brazos, y jugaba
a introducir su lengua profundamente en el agujero de mi oreja. Su perfume
barato me parec�a nauseabundo. A�n hoy lo recuerdo y cuando lo huelo me viene a
la cabeza lo sucedido aquel d�a. Eva besaba mis muslos y me los mordisqueaba.



Sin darme cuenta, mis movimientos alocados que pretend�an
liberarme de mis asaltantes se fueron convirtiendo en un suave balanceo, en un
baile de ritmo lento y rotatorio. Eva avis� a Rosa .-�Ya est�! �Ya se ha puesto
cachonda!.- Rosa esboz� una sonrisa de orgullo y con un gesto autoritario, casi
cruel, hundi� un par de dedos en mi sexo. Los sent� penetrarme con
determinaci�n, sin miramientos. Me acord� de sus u�as largas, siempre pintadas
de rojo y me relaj�. Mi excitaci�n pod�a con mis deseos de resistencia. Los
besos de Eva en mis muslos, los de Susana en el cuello y la oreja, Rosa
comi�ndome y sob�ndome los pechos, mis manos y mis piernas atenazadas. Y
finalmente, los dedos de Rosa, que se met�an y sal�an r�pidamente de mi co�ito
h�medo. Me corr�.



Susana y Eva se re�an cruelmente mientras me agitaba bajo el
cuerpo de Rosa. Rosa esbozaba una sonrisita de satisfacci�n. No se levant� por
que hubiera terminado de correrme. Ninguna me solt�. Hac�an comentarios que me
her�an -�Hay que ver como se ha corrido la puta!- �A ver si se lo va a pasar
bien!- Se re�an. -�Ver�s si nos va a seguir a los servicios para que nos la
follemos!.-



Susana mir� a Eva y me mir� a m� y a Rosa, que me cogi� de
las mu�ecas, relevando a Eva, que se incorpor� y busc� en el bolsillo de la
cazadora algo. Rosa estaba tan cerca de mi cara que sent�a su aliento de
fumadora. Sus pechos se rozaban con los m�os, entraban en tierno contacto.
Susana acababa de coger una maquinilla de afeitar desechable. Por la forma y el
tama�o me pareci� de las que usamos las mujeres para afeitarnos, Se la tir� a
Eva por encima de la cabeza de Rosa y puso sus altos zapatos de tac�n sobre mis
mu�ecas. Mis manos cab�an justo bajo el puente de los zapatos. Rosa se levant� y
me atrap� las piernas. Entre Rosa y Eva me quitaron las bragas y me abrieron las
piernas. Eva avanz� hacia mi sexo -�Te vamos a rapar el co�o para que no te
vuelvas a chivar! �Pija calientapollas!.-



Me retorc� de nuevo. Intent� sacar mis manos de debajo de los
zapatos de Susana, pero se agach� y me cogi� los brazos, reforzando mis
ataduras. Rosa met�a sus hombros entre mis muslos y presionaba de mis tobillos
hacia arriba, haciendo doblar mis rodillas. Eva comenz� a pasar la maquinilla
por mi vientre. Inclinaba el cuello para mirarme y ve�a aparecer mi piel lisa.
Daba tironcitos de la maquinilla y de vez en cuando, sent�a como si me quemara
la piel. Despu�s la sent� pasearse por los rincones donde ni yo me atrev�a a
meterme. No La operaci�n dur� unos minutos. Susana me cogi� del pelo y me forz�
a doblar el cuello. Me v� desprovista de mi negra mata, totalmente desnuda y con
peque�os rastros de sangre provocados por los cortes del afeitado, que a�n me
quemaban la piel.



Eva se levant� y abri� el grifo de una de las duchas.-
�Traedla!.- Rosa me ayud� a levantarme pero con cuidado de que no me escapara.
Ante m�, estaba el plato de la ducha vac�o. El agua ca�a fr�a, aunque no
demasiado. Lo sab�amos por experiencia. Susana puso la punto de sus zapatos
sobre el borde de los m�os en mis tobillos y me descalz�. Luego entre las tres
me quitaron la camisa y el sujetador magre�ndome un poco los pechos. Encima del
pollete de una ventana hab�a un cord�n de un zapato. Rosa lo cogi� y me ataron
las manos a la espalda.



-� Que no se moje mi pa�uelo!.- Advirti� Susana a Eva. Entre
las tres me obligaron a sentarme en el suelo de la ducha, haciendo que mi
cabeza, y con ella mi boca tapada y el pa�uelo, quedaran fuera del �ngulo de
efecto de la ducha. El agua cay� sobre mi sexo. Sent� cierto alivio y ya no me
escoc�an tanto los cortecitos producidos por el afeitado. El picar de los
pelitos desapareci�. Eva se puso detr�s de m� y extendiendo la mano hasta mi
sexo ayudaba a que el agua se llevaran los restos de lo que antes era mi poblado
monte de Venus.



Me sacaron de la ducha a rastras, sin dejar levantarme y Eva
termin� de inspeccionarme. -�Ya est� O.K.!.- Despu�s se arrodill� y agarrando
mis tobillos puso su cara en mi sexo. Era imposible resistirse. Las otras dos
gatas presionaban de mis hombros para que no pudiera levantarme. Sent� su lengua
lamer mi vientres, provocando un nuevo escozor en los cortecitos del afeitado.
Lamiendo tal vez alguna gotita de sangre que a�n pudiera aparecer sobre mi piel.



Una de las dos "gatas" que ten�a detr�s me levant� la
caballera y me oblig� a doblar el pelo hacia delante. Entonces sent� la cuchilla
pasar suavemente pero con determinaci�n sobre la parte alta de mi nuca. Unos
cuantos pelos cayeron por mis hombros. � No te preocupes, zorrita �S�lo es un
trasquil�n!.- Me dijo Rosa. Comenc� a gimotear, pues pensaba que me iban a
cortar el pelo al cero.



Al sentirme llorar, Rosa tir� del pelo para arriba. Me oblig�
a incorporarme bruscamente, consiguiendo mantener el equilibrio a duras penas y
haciendo que Eva levantara la cabeza de mi vientre con rapidez. Me tiraba del
pelo y pon�a su cara pegando a m� -�Ah! �Lloras? Pues eso es lo que me pas� a m�
cuando el "Tuercas" me suspendi� el examen el otro d�a!.-



Una l�grima se resbalaba por mi mejilla. Rosa me agarr� la
mand�bula y la apret� y casi chillando me dijo -�Que te calles! �Co�o! �Que no
llores!.- Y como no consegu�a hacerme callar, me dio una torta en la cara. Fue
un bofet�n sonoro que hizo que sintiera enrojecer mi cara. Me volvi� a coger de
la mand�bula y me sacudi� la cara -�C�llate!.- Entonces se sent� en el banco y
me oblig� a tumbarme sobre sus rodillas. Eva y Susana se re�an. Mi cuerpo
colgaba a un lado de las piernas de Rosa y mis piernas, juntas, se apoyaban
sobre los dedos de los pies en el suelo. Sent� su mano golpear mi trasero. Me
sacud�a con ganas y me hac�a da�o. Me intent� defender con las manos que ten�a
atadas a la espalda, pero Rosa me obligaba a tenerlas por encima del trasero y
me golpeaba de nuevo "con la mano abierta", como se suele decir.



Recib� al menos doce azotes. Rosa se levant� de golpe y me
dej� caer al suelo. Susana pis� la punta de mis calcetines mojados y salieron de
mi cuerpo. Tom� uno de ellos y golpe� mis hombros. Me intent� proteger
ofreciendo mi espalda, metiendo la cabeza detr�s de mi hombro. Rosa cogi� el
otro calcet�n. Me golpeaban con los calcetines mojado. No me dol�a pero era
molesto. Eva comenz� a golpearme tambi�n. Mir� con que lo hac�a. Hab�a mojado
mis bragas y las utilizaba contra m�. Me puse en posici�n fetal y me dispuse a
recibir los desagradables calcetinazos pacientemente, hasta que se cansaron.



Mir� Rosa el reloj y consultaron entre ellas. Susana se
acerc� a m� y me incorpor� y poniendo la mano entre mis muslos y apretando su
mano contra mi sexo me pregunt�, en tono muy amenazante .-Si te suelto la
boca...�Vas a chillar?.- No le contest�. Le miraba de reojo, asustada, pero
cuando me lo volvi� a preguntar con un simple -�Eh?.- apretando su mano de
manera que sus dedos se me incrustaba, mene� la cabeza como contestaci�n
negativa. Susana, igual que me hab�a obligado a incorporarme, hizo que me
arrodillara y sentada en el banquito, me quit� el pa�uelo. Despu�s me explic� su
plan



-Ver�s, conejito. Ahora nos vamos a quitar todas las
bragas...Y t�, que eres una zorra chivatica nos vas a comer el co�o a las
tres...una a una.- Me dijo mientras ten�a mi mand�bula cogida en la palma de su
mano.



Las tres muchachas se pusieron de pi� y comenzaron a quitarse
los pantalones. Susana, m�s previsora, se descalz� antes de desabrocharse el
pantal�n. Las otras se tuvieron que sentar despu�s de desabrocharse el pantal�n
para descalzarse. Cuando Eva y Rosa estaban descalz�ndose, Susana vino hacia m�.
Yo estaba de rodillas, con la cabeza inclinada. Vi unos pies delante de m�.
Ten�an unos dedos largos y elegantes y las u�as pintadas de rojo. Era un pi�
bonito, carnoso y alargado, elegante, pero a�n as� me costaba mucho aceptar la
proposici�n que Susana me hac�a -�Verdad que es un pi� bonito? �No te gustar�a
chupetearme los dedillos?.-



Me hice la sorda, pero Susana me tom� del pelo y me arrastr�
hasta sus pies. Yo me acordaba de la torta y los azotes que Rosa me hab�a
propinado y de los calcetinazos y valorando la situaci�n, pens� que era mejor
hacer lo que me dec�an.



Susana apoy� el pi� sobre el tal�n y sus deditos quedaron
ligeramente levantados. Puse mi barbilla en el suelo y me met� uno de los
deditos de en medio en la boca. Al chuparlos sent� un saborcillo amargo, pero el
tacto blando superficial y duro de dentro del dedo me gustaba. Susana me orden�
que me metiera en la boca cada uno de sus deditos. Mir� de reojo y v� como Eva y
Rosa, ya descalzas, se quitaban los pantalones. Jam�s antes me hab�a fijado en
la entrepierna de ninguna chica. Pero mientras chupeteaba el dedo gordo del pi�
de Susana, mir� el sexo cubierto con las braguitas blancas de Rosa y Eva.



Susana levant� la planta del pi� del suelo y me orden� que se
la lamiera. Me afan� en darle unos lenguetazos que le recorr�an la planta del
pi� entera, en una posici�n que me obligaba a poner mis hombros muy pegados al
suelo y doblando lo que pod�a el cuello y la espalda consegu�a poner mi lengua
en la planta. Entonces Susana cogi� mi nariz entre sus dedillos y apret� la
palma de su pi� contra mi cara. A mi nariz lleg� ese olorcito caracter�stico de
los pies. Sent� la planta blanda de los pies apretar mi boca. Yo sacaba la
puntita de la lengua y segu�a lamiendo. Un movimiento r�pido y decidido de un de
las chicas que estaban sentadas llam� mi atenci�n. Al mirar de reojo, delante de
m�, estaba el sexo cubierto de pelos, sim�tricamente dispuesto en torno a su
rajita, de Rosa.



Rosa me llam�. -�Zorra! �Ven aqu�!.- Estaba muy cerca as� que
no me esforc� en levantarme. Fui hasta ella de rodillas. Me coloqu� frente a
ella. Puse cada uno de mis pechos en sus rodillas. Eran como la barrera que me
acercaba y me separaba de ella. Rosa abri� las piernas bruscamente y como ten�a
las manos atadas a la espalda con aquel cord�n blanco olvidado, ca� de bruces
entre sus muslos. De nuevo volv� a sentirme cogida por los pelos. Rosa llev� mi
cabeza directamente a su sexo. Yo jam�s hab�a hecho una cosa as�. Me daba un
poco de asco. Me desagradaba el olor, pero no dude, recordando la torta recibida
en pasar mi lengua repetidamente sobre la crestita de carne que desnuda aparec�a
en lo alto de su sexo, separada de sus dos guardianas por los dedos de su due�a.



Mir� a Rosa. Miraba al techo mientras se manoseaba uno de sus
pechos. Entonces me mir� y yo apart� la cara. -�M�rame mientras me lo comes!.-
Me orden�. Me esforc� en mirarla todo el tiempo mientras le lam�a el cl�toris y
ya un poco m�s abajo. Prob� la humedad de su sexo, en forma de unos jugos
viscosos. Me sab�an ligeramente salados, como si de suero se tratara.. Rosa pas�
una pierna entre las m�as. Pude sentir sus pies rozarme los muslos y aquello me
calentaba. De pronto sent� el empeine de su pi� en mi sexo y los deditos en la
parte baja de mis nalgas. Me apretaba el sexo.. Yo no dejaba de mirarla. Abri�
sus piernas cuanto pudo, colocando su otra pierna encima del banquito. Su sexo
se abri� y yo entend� que deb�a lamer lo que pod�a, aunque mi lengua se llenara
de sus jugos. Rosa se dobl� sobre m� y me agarr� uno de mis pechos y comenz� a
manosearme.


Yo sab�a que la estaba calentando pero me sorprendi� cuando
de repente comenz� a moverse sobre el banco hacia delante y hacia detr�s,
mientras me manoseaba los pechos al mismo ritmo que su r�tmico movimiento. Al
cabo de un rato de moverse un gemido profundo de placer me anunciaba que Rosa se
corr�a. Recib� en la cara una dosis extra de su humedad.



Esper� in�tilmente un detalle de agradecimiento de Rosa. Eva
me cogi� del pelo y me limpi� los morros con mis bragas mojadas. Me llev� a
cuatro patas hacia uno de los bancos que estaban escondidos en una esquina.
Susana se excusaba ante sus amigas diciendo que ella con p�blico no pod�a, que
no se correr�a. Iba como si fuera una perra, arrastrada por mi pelo hacia la
esquina, ense�ando mi culo y mi sexo a las dos chicas que quedaban detr�s m�a,
sentadas.



Susana separ� el banco de la pared y me exigi� que me tumbara
en �l mirando hacia el techo. Ella puso cada una de sus piernas a ambos lados
del banco. Yo la ten�a frente a m�. Ten�a una extraordinaria visi�n de su sexo
sobre mi cara a la altura de la boca, con las nalgas sobre mi frente y su rubia
caballera a lo largo de su raja. Se medio sent� sobre mi cara, flexionando su s
rodillas. Mi nariz se meti� casi en la raja mientras sent�a sus nalgas, masa de
carne compactas en mi frente, y en los labios la relativa dureza de su cl�toris.
Saqu� la lengua y comenc� a estimul�rselo. Sent�a en mi lengua la piel suave de
su crestita entre la sensaci�n electrizante de los pelos de su sexo. Su humedad
me embriagaba.



Comenc� a sentir la palma de su mano sobre mi cuerpo. Sus
manos me manoseaban los pechos sensualmente. Me sobaba los pezones, pero lo
hac�a con suavidad, con delicadeza. Luego sent� como acariciaba mi sexo,
apartando suavemente mis labios y rozando mi crestita con la yema de sus dedos.
Susana comenz� a moverse r�pidamente. Frotaba todo su sexo h�medo en mi cara. Mi
nariz se llen� del olor de sus jugos. A la vez, me prodigaba masajes r�pidos
sobre mi cl�toris. Lo presionaba suave pero con mucha velocidad. Cuando su
movimiento iba cobrando mayor br�o, me estimulaba el cl�toris cada vez con m�s
fuerza. Yo abr�a mis piernas dej�ndolas caer a ambos lados del banco. Deseaba
correrme y sin duda hubiera llegado a tener un orgasmo si antes no se corre
ella.



Al levantarse, mi boca y mi nariz estaban llenas de sus
jugos. De nuevo me limpi� la cara con mis bragas mojadas. Susana me ayud� a
incorporarme y me llev� gui�ndome de los hombros hacia donde Eva estaba.



�Ha estado a punto de correrse- le dijo a sus compa�eras y
luego, mientras me obligaba a arrodillarme delante de Eva, que ten�a una
cabellera negra y espesa, prosigui� informando a sus amigas de sus intenciones.
� Me la voy a comer mientras te lo hace.-



Eva abri� sus piernas y puso sus pies sobre mis hombros.- �Ya
sabes como se hace! �No? �Pues venga! �A com�rtelo!.- El sexo de Eva era m�s
carnoso que el de mis amigas. Su pelo, no obstante me imped�a disfrutar de su
carnosidad. Era un vello fuerte. Le lam� el cl�toris y lo sent� crecer, ponerse
"chulo". Luego comenc� a hacer remolinos con la lengua a ambos lados de su sexo.
El pelo giraba alrededor de la punta de mi lengua y me acercaba a su rajita. En
ese momento, sent� que una mano se colocaba sobre mi espalda y luego, un cuerpo
pegarse a mi costado. La otra mano se deslizaba por mis lumbares hacia mis
nalgas y luego, despacio, hacia mi sexo. Mientras jugaba con mi lengua sobre el
sexo de Eva, Susana me agarraba las nalgas y me las manoseaba.



Al otro lado de mi cuerpo se colocaba Rosa. Me acariciaba la
otra nalga y mi pecho, que ca�a hacia el suelo. Yo me estaba excitando de nuevo.
Me decid� a prodigarle a Eva el placer que quisiera para ver si consegu�a
arrancarle el orgasmo a ella antes que rebajarme a ofrecerles el espect�culo de
correrme antes sus impetuosas caricias, pero de nuevo tres eran demasiado para
una. Poco a poco ambas chicas deslizaron sus manos desde mis nalgas hacia mi
raja. Mientras una de ella me manoseaba el cl�toris la otra introduc�a un dedo
primero, y luego otro en mi raja. Mi lengua trabajaba a toda la velocidad que
pod�a mientras sent�a arder mi sexo y mis pezones, y sent�a un cosquilleo que me
iba desde la nuca hasta la planta de los pies. Cada roce de sus manos sobre mi
cuerpo me produc�a una agradable sensaci�n. La chica que estimulaba mi cl�toris
coloc� sobre �l la palma de su mano y hundi� la punta de sus dedos en mi sexo,
uni�ndose a los de su amiga, que me penetraban profundamente.



Me corr�. Me mov�a en sentido giratorio, moviendo el culo a
un lado y otro, de arriba hacia abajo. Respiraba con fuerza, sin atreverme a
separar mi cara del sexo de Eva, que me miraba entusiasmada. En un momento dado
no pude reprimir mis gemidos de placer mientras continuaba con mi comida de
co�o. En ese momento empec� a notar de manera m�s intensa el sabor del sexo de
Eva que no tard� en correrse, golpe�ndome la boca con su sexo caliente y h�medo.



Rosa se pon�a ya los calcetines. Uno de ellos estaba un poco
lejos de donde ella estaba sentada. -�Eva! �C�geme el calcet�n!...o mejor �Que
lo traiga la chivata en la boca!.-



Me dirig� a cuatro patas hacia el calcet�n de Rosa y lo tom�
con los labios por un extremo, llev�ndolo hacia su due�a, que me lo cogi� y me
acarici� la cabeza como si de una perrita se tratara. Tuve que repetir la
operaci�n con cada una de los calcetines y las bragas de las tres chicas. Al
darle las bragas a Susana, esta las tom� por en medio, y coloc�ndolas sobre su
mano me oblig� a que besara la parte de la tela donde se situaba su sexo. Al
dirigirme p�r delante de Eva a coger las bragas de Rosa, me propin� un puntapi�
.-�Zorra!.-



Al fin se vistieron y me vistieron a m�, coloc�ndome la falda
sin las bragas. Me pusieron los zapatos sin calcetines y al soltarme las manos
me tiraron la camisa para que me la pusiera, sin sujetador. As� nos dirigimos al
vestuario de los chicos y desde una ventana saltamos al jard�n del instituto.
Dos chicas saltaron antes que yo. Eva se qued� detr�s y me manose� el culo,
"para ayudarme" mientras saltaba por la ventana. Saltamos la tapia del instituto
y dimos a la calle.



Las tres motos de las gatas esperaban. Rosa me mir�
fijamente, acerc�ndose a m� y metiendo una de sus manos entre mis muslos por
encima de mi falda me dijo en tono amenazante. -�No se te ocurra contarle lo
ocurrido a nadie...si no te acordar�s de nosotras!.- Luego arrancaron las motos
y mir�ndome me dijo -�Anda, sube, que te llevo!.-



Me coloqu� en la moto detr�s de Rosa. Me agarr� a su cintura.
Ten�a sentimientos encontrados. La odiaba y la amaba. Me repugnaba y me atra�a.
Cada sem�foro en la carretera desataba en mi una lucha por pegarme a ella o
saltar de la moto. Al final llegamos a casa. Salt� de la moto. Rosa me llam�.-
�Andrea!.- La mir� de reojo y me lanz� un beso -�Adi�s!.-



Al entrar en casa fui directa a mi cuarto y luego al ba�o. Me
coloqu� unas bragas y un sujetador y unos calcetines y procur� disimular delante
de mi madre y mis hermanos, que no dejaban de preguntarme por qu� hab�a tardado
tanto en llegar. Estuve a punto de llorar. Lo achacaron a un desenga�o amoroso y
no me hicieron m�s preguntas



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Relato: La chivata
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