El novio de Laura
Luego de varios meses de estar deshabitado, Dami�n se enter�
por el portero del edifico que el departamento lindero al suyo hab�a sido
rentado. El muchacho se pregunt� que clase de vecinos tendr�a, y rogaba que no
fuese una familia numerosa con chiquillos o perros ruidosos.
Pocos d�as despu�s, la inc�gnita se devel�. Un viernes por la
ma�ana Dami�n sinti� unos fuertes ruidos en el palier, y al abrir la puerta se
encontr� con una bonita joven que empujaba en�rgicamente un enorme sof� dentro
del departamento reci�n ocupado.
Dami�n supuso que ser�a la nueva inquilina, y en dos pasos
estuvo a su lado para auxiliarla.
La joven gir� la cabeza, y sorprendida se encontr� con un
joven muy bien parecido, alto y esbelto, que mientras mostraba una sonrisa
encantadora la ayudaba a empujar el mamotreto a su departamento.
Ambos j�venes lucharon con el enorme mueble, y cuando por fin
estuvo ubicado en la sala se sentaron al un�sono en el piso, respirando
agitadamente. Despu�s se miraron, y riendo por el impensado esfuerzo demandado
se presentaron formalmente.
La muchacha se llamaba Laura, y adem�s de bonita era muy
simp�tica.
Mientras se pon�an de pie Dami�n le pregunt� si estaba
haciendo la mudanza ella sola. La joven respondi� que no, que su novio la estaba
ayudando, y confirmando sus palabras justo en ese momento el muchacho apareci�
en la puerta.
Era un muy lindo tipo, tan alto como Dami�n aunque con las
espaldas un poco m�s anchas. Ten�a el pelo casta�o y los ojos muy claros, y las
facciones angulosas irradiaban una masculinidad arrolladora. Vest�a un jean
gastado y una remera muy ce�ida al cuerpo, y el peso del mueble que acarreaba
hac�a resaltar los poderosos m�sculos de los brazos y del torso.
El muchacho entr�, y despu�s de dejar la carga a un costado
respir� aliviado.
Laura se acerc� a su novio, y tom�ndolo de la mano lo trajo
hasta donde estaba parado Dami�n y dijo:
"Dami�n, este es mi novio Joaqu�n".
"Joaqu�n, mi vecino Dami�n".
Sonriendo, los muchachos se estrecharon las manos. Dami�n
pens� que Joaqu�n era tremendamente sexy, y por unos segundos sinti� la
tentaci�n de besar esa boca carnosa que exhib�a una sonrisa irresistible.
Joaqu�n advirti� que Dami�n era muy bonito, y no pudo dejar de sentirse algo
intranquilo sabiendo que viv�a en el departamento lindero al de su novia.
Esa noche, Dami�n sali� con unos amigos y volvi� bastante
tarde a su casa.
Hacia calor, y la ventana de su dormitorio estaba abierta y
la persiana levantada.
Mientras se desvest�a en su cuarto escuch� unos ruidos
provenientes del departamento de su vecina, m�s precisamente del dormitorio que
estaba justo enfrente del suyo.
Intrigado, Dami�n apag� la luz del velador y se acerc� a la
ventana, y en el silencio de la noche pudo escuchar gemidos ahogados y el
rechinar del el�stico de una cama.
Era evidente que los vecinos estaban estrenando el dormitorio
con una furiosa sesi�n de sexo.
Dami�n imagin� a Laura acostada boca arriba con las piernas
muy abiertas, recibiendo en su h�meda raja la seguramente gruesa verga de
Joaqu�n. Casi pod�a ver el robusto cuerpo del muchacho movi�ndose r�tmicamente
sobre la joven, incrustando su endurecido miembro en el anhelante agujero
escondido entre los muslos de su novia.
Cerr� los ojos y se vio en el lugar de la mujer, entreg�ndole
su culo a Joaqu�n. Y entonces, en forma inconsciente comenz� a acariciar su
cuerpo, notando como su polla se hab�a agarrotado en el interior de su boxer.
Los jadeos y el rechinar de la cama aumentaron e instantes
despu�s Dami�n escuch� gritos ahogados de Joaqu�n, que sin lugar a dudas
indicaban que el muchacho hab�a inundado con su leche el co�o de su novia.
Dami�n no pudo resistirlo, y sin necesidad de tocarse se
corri� en el acto, descargando violentos trallazos en su boxer durante unos
cuantos segundos.
En la semana siguiente a la mudanza Dami�n se cruz� pocas
veces con su nueva vecina, seguramente porque ten�an horarios bastante
distintos. Tampoco vio a Joaqu�n, aunque sab�a muy bien que d�as el muchacho se
hab�a quedado a dormir en el departamento de su novia . . .
El s�bado al mediod�a, cuando regresaba a su casa despu�s de
haber trotado en el parque, Dami�n se encontr� a Joaqu�n en la planta baja del
edificio. El muchacho estaba esperando el ascensor, y al ver a Dami�n lo saludo
efusivamente.
Ambos j�venes entraron al elevador, y mientras el aparato
sub�a ellos conversaban. Dami�n escuchaba muy atentamente, pero cada vez que
miraba a Joaqu�n se imaginaba cogiendo con el muchacho en todas las posiciones,
y con cierta inquietud se dio cuenta que su verga se estaba endureciendo
formando una protuberancia notoria en su pantal�n corto.
Por su parte, Joaqu�n estaba sorprendido con esta visi�n de
Dami�n en ropas deportivas. Desde el primer d�a hab�a notado que el joven era
muy bonito, pero ahora descubr�a que tambi�n ten�a un muy buen cuerpo. La remera
sudada dejaba adivinar unos amplios pectorales, y el min�sculo pantal�n de
gimnasia revelaba una piernas fuertes y un culo redondo y firme. Pero adem�s,
Joaqu�n not� que por alguna raz�n que desconoc�a Dami�n se estaba empalmando, y
aunque no dijo nada el descubrimiento hizo que su tranca tambi�n comenzara a
endurecerse.
Cuando el ascensor lleg� al quinto piso, los dos j�venes
estaban muy excitados. Para peor, en el apuro por salir del peque�o habit�culo
que los pon�a tan cerca uno del otro Joaqu�n tropez� y sin querer apoy� su
paquete contra el trasero de Dami�n, revel�ndole as� al muchacho que �l tambi�n
ten�a la verga dura como un palo.
Joaqu�n se puso rojo y pidi� disculpas, y Dami�n ri�
nerviosamente y dijo que no era nada. Pero los dos sab�an que el rubor de uno y
la risa nerviosa del otro no ten�an nada que ver con el tropez�n.
Esa noche, Dami�n se qued� despierto hasta muy tarde. A
oscuras en su habitaci�n, con la ventana abierta y la persiana levantada,
esperaba . . .
De repente vio luz y escuch� suaves risas en el dormitorio
vecino.
Excitad�simo salt� de la cama, y escondido detr�s de la
cortina se par� junto a la ventana.
Parec�a como si esa noche Joaqu�n estuviese m�s caliente que
nunca, porque la cama chillaba notoriamente y los gemidos ahogados de Laura eran
impresionantes. Dami�n casi pod�a o�r como la pelvis de Joaqu�n golpeaba contra
el cuerpo de su novia, se�al que el muchacho estaba ensartando su instrumento
sin piedad hasta la ra�z en la concha caliente de la chica.
Dami�n tom� su polla, y pensando en Joaqu�n comenz� a
masturbarse casi con furia.
Los ruidos en el cuarto vecino aumentaron, y segundos despu�s
se escucharon unos gritos apenas sofocados de Laura y un quejido ronco y
profundo de Joaqu�n como la culminaci�n de una corrida espectacular.
Dami�n sinti� que temblaba de pies a cabeza, y mientras su
verga explotaba lanzando violent�simos chorros de leche no pudo contener unos
gemidos de placer que escaparon desde lo m�s profundo de sus entra�as. Despu�s
se dej� caer en la cama sinti�ndose totalmente extenuado, como si �l hubiese
estado revolc�ndose en la ardiente cama de su vecina.
Por la ma�ana se despert� con la tranca dura, seguramente a
causa de los recurrentes sue�os con el novio de Laura que lo hab�an agitado toda
la noche.
Fastidiado consigo mismo por la calentura que lo torturaba de
esa manera se levant� y fue a la cocina a prepararse el desayuno. Sac� el tarro
de caf� y abri� un paquete de galletitas, pero apenas hab�a mordido una cuando
escuch� el timbre. Dami�n se extra�� porque no era la campanilla del portero
el�ctrico la que hab�a sonado, sino la de la puerta del departamento.
Intrigado, espi� por la mirilla y vio a Joaqu�n parado del
otro lado. Y not� como su coraz�n comenzaba a galopar en su pecho.
Respir� hondo y abri�.
Por unos segundos que parecieron eternos, los muchachos se
miraron en silencio. Despu�s Joaqu�n salud� sonriendo, se disculp� por molestar
tan temprano, y explic� que necesitaba unas pinzas para unas reparaciones que
estaba haciendo en el departamento de su novia, y quiz� Dami�n tuviese alguna
para prestarle.
Mientras hablaba, Joaqu�n no pod�a evitar recorrer con sus
ojos el esbelto cuerpo de Dami�n, que s�lo ten�a puesto el pantal�n corto del
pijama.
"Claro hombre, adelante" dijo Dami�n cuando Joaqu�n
termin� de explicarse, invit�ndolo a entrar. Despu�s, como al pasar pregunt�: "�Y
Laura?.
"Fue a hacer unas compras" fue la lac�nica respuesta
del novio de la chica.
Dami�n gui� a Joaqu�n hasta la cocina, y all� el due�o de
casa sac� de un armario una caja de herramientas y la puso sobre la mesada.
"Veamos que hay aqu� que pueda servirte" dijo mirando
a su vecino mientras abr�a la caja.
Joaqu�n se acerc� m�s a Dami�n, y sonriendo apoy� su dedo
�ndice en la comisura de la boca del joven mientras le dec�a: "Tienes una
miguita aqu�".
Por unos instantes, los hombres se miraron a los ojos sin
decir palabra. Entonces Dami�n puso su mano sobre de la Joaqu�n, y movi�ndola
suavemente desliz� el dedo del muchacho sobre sus labios entreabiertos. Despu�s
lo introdujo en su boca y comenz� a chuparlo lentamente.
Muy lentamente.
Joaqu�n miraba en silencio, y su respiraci�n era cada vez m�s
agitada.
Despu�s Dami�n sac� el dedo de su boca, y sin desviar sus
ojos de los de Joaqu�n se arrodill� frente a la entrepierna del muchacho, le
baj� la cremallera del pantal�n liberando la verga que estaba completamente
erecta, y con toda suavidad comenz� a mamar el grueso y palpitante miembro.
Hacia delante y hacia atr�s.
Una y otra vez.
Con la mirada siempre clavada en los claros ojos del robusto
muchacho.
Suavemente, Joaqu�n tom� la cabeza de Dami�n entre sus manos
y comenz� a acompa�ar el movimiento de vaiv�n sobre su tranca, dejando escapar
quejidos de placer.
Dami�n babeaba como si estuviese comiendo un caramelo, y su
saliva escurr�a por la enhiesta polla.
Cada tanto enterraba el tronco de carne hasta la garganta, y
entonces sus labios apretaban la ra�z del vergajo y su lengua acariciaba los
hinchados huevos.
Joaqu�n comenz� a temblar, y sintiendo pr�xima la corrida
sac� su verga de la boca de Dami�n. Despu�s asi� al muchacho de los brazos y lo
levant�, y sujet�ndole el rostro con las manos empez� a besarlo casi con
desesperaci�n.
Las bocas anhelantes se abr�an y cerraban como queriendo
devorarse la una a la otra, y las c�lidas lenguas batallaban dulcemente
palp�ndose con ardor.
Con toda suavidad, Joaqu�n meti� sus fuertes manos en el
pantal�n pijama y comenz� a bajar la min�scula prenda, que se desliz� por las
musculosas piernas de Dami�n hasta caer al suelo dejando el duro y redondo culo
del muchacho al descubierto. Despu�s comenz� a masajear y a apretar las
apetitosas nalgas de Dami�n, y mientras le daba besos h�medos en el l�bulo de la
oreja le dijo:
"No sab�a que excusa poner para venir a verte".
Luego lo tom� de la cintura, lo sent� sobre la mesa de la
cocina y lo hizo recostar en ella con las piernas flexionadas. Despu�s apoy� la
cabezota de su verga en la raja del culo de Dami�n, y muy suavemente comenz� a
empujar abri�ndose paso entre las firmes nalgas del muchacho.
Dami�n abri� las piernas y se aferr� al borde de la mesa para
soportar el embate.
La verga era grande, pero la abundante lubricaci�n previa y
la dilataci�n causada por el enorme deseo de Dami�n de comerse esa tranca
facilitaron mucho la tarea, e instantes despu�s toda la polla de Joaqu�n estaba
dentro del hambriento orificio.
Entonces Joaqu�n tom� a Dami�n de la cintura, y jal�ndolo
hacia �l le incrust� su pija hasta la ra�z.
Y empez� a bombear, metiendo y sacando su dur�simo falo del
h�medo agujero.
Jadeando, Joaqu�n dijo con voz ronca por la excitaci�n:
"Anoche, mientras cog�a a Laura . . . pensaba todo el
tiempo en ti".
Dami�n sent�a los golpes de la pelvis de Joaqu�n sobre sus
nalgas, y comprendi� al instante porque Laura gem�a de placer cada vez que su
novio la empalaba. El grosor de la verga era respetable, y casi pod�a sentir el
latido de las nudosas venas que surcaban su superficie y rozaban el borde de su
ano.
El hierro candente de Joaqu�n entraba y sal�a a un ritmo
enloquecedor del culo de Dami�n, y los muchachos no dejaban de mirarse a los
ojos expresando sin palabras todo el placer que estaban d�ndose mutuamente.
La verga de Joaqu�n se hinch�, y el fornido joven anunci� la
inminente corrida en medio de fuertes jadeos. Entonces Dami�n rode� con sus
musculosas piernas la cintura de su ardiente cogedor, atray�ndolo m�s hacia s�
hasta sentir los peludos huevos apoyados contra sus firmes nalgas.
Joaqu�n se aferr� a los muslos de Dami�n, y entre espasmos y
ahogados gritos comenz� a descargar andanadas de calent�sima leche dentro del
anillo de carne que alojaba su latiente tronco.
La acabada era demasiado abundante, y mientras la pija segu�a
latiendo la lefa comenz� a escurrir por el esf�nter de Dami�n desliz�ndose por
la raja de su culo.
Dami�n arque� el cuerpo inundado de placer, y sin siquiera
tocarlo su agarrotado miembro comenz� a escupir violentos trallazos de guasca
que regaron el piso, la mesa y su propio pecho.
Las ganas de seguir devor�ndose el uno al otro segu�an
intactas pero por ahora no hab�a tiempo para nada m�s, y Joaqu�n regres� al
departamento de su novia apenas unos minutos antes que ella.
Esa noche, Dami�n se cruz� con Laura, y despu�s de saludarlo
la joven le dijo:
"Te debo una disculpa".
El joven la mir� con cara de no entender, y su vecina agreg�
mientras sonre�a con picard�a:
"Anoche hicimos un poco de ruido, y creo que te
despertamos, no? ".
Dami�n ri� ante la desfachatez de la muchacha, pero tratando
de restarle importancia al asunto le dijo:
"No, no es nada mujer. Es bueno que la gente goce." Y
despu�s agreg� con sorna: "Parece que Joaqu�n sabe como provocar placer, eh?".
Sonriendo mientras lanzaba un suspiro, Laura dijo: "Uf, ni
te imaginas".
Dami�n sonri�. No, no se lo imaginaba.
Lo sab�a.
Vaya si lo sab�a.