Grupo de Oraci�n:
Cuando ten�a 10 a�os yo era muy t�mido e ingenuo, estaba
reci�n entrado a un nuevo colegio en Bogot� para hacer el bachillerato,
ocurrieron algunas cosas que luego les contar� ya que por ahora me voy a centrar
en el grupo de oraci�n.
Yo iba muy mal en los estudios, fui enviado a donde la
sic�loga. Con ella tuve algunas charlas, pero las cosas no mejoraban, as� que
decidieron darme cabida en un grupo de oraci�n que estaba form�ndose bajo la
direcci�n del Padre Jaime.
El Padre era un tipo gordo, calvo de rostro agradable, de
andar pausado y palabras amables. Logr� reunir un par de docenas de muchachos
entre los 10 y los 15 a�os y comenz� una serie de reuniones aburridas en las que
rez�bamos, reflexion�bamos y a veces nos atrev�amos a contar ante el grupo las
cosas que nos pasaban.
Yo era otro de tantos en el grupo, pero el padre Jaime ya me
hab�a escogido en secreto para ocupar el puesto de secretario y ayudarle con
asuntos de log�stica dentro y fuera de las reuniones.
Al poco tiempo opt� por citarme luego de clase para que
termin�ramos alg�n trabajo, hasta que un d�a en que terminamos r�pidamente me
dijo que si pod�a subir a los aposentos para ayudarle con unos libros y con
otras tareas. Yo le dije que mis padres se preocupar�an y el tom� el tel�fono
decididamente para llamar a casa. Habl� con mi mam� y le pidi� el permiso para
que pudiera quedarme a ayudarle y le asegur� que me llevar�a a casa cuando
termin�ramos la labor.
Sub� cargado de libros y llegamos a un elegante sitio en la
parte de arriba del colegio. Cortinas muy bonitas, cuadros hist�ricos de mucho
valor supongo y cientos de cosas muy finas. Podr�n imaginarse la rec�mara del
Cura, una cosa del otro mundo. Una cama muy grande, una sala peque�a y separada
por un biombo, una tina de buen tama�o para los ba�os del Cura.
Yo estaba asombrado; el me invit� a sentarme en la cama y me
dijo que le ayudara a transcribir unos datos mientras el se daba un ba�o en la
tina.
El se fue tras el biombo y mi curiosidad me hizo fisgonear un
poco al cura mientras se quitaba la ropa; era poco lo que pod�a ver, pero
bastante lo que pod�a imaginar con mi mente infantil.
Al cabo de un rato me dijo que le acercara un jab�n que ten�a
sobre una repisa. Fui en busca del jab�n e intent� acerc�rselo sin mirarlo, pero
el biombo quedaba algo retirado de la tina. Me acerque sin temor y el me dijo
que no tuviera pena, que al final de cuentas �ramos hombres los dos y que el no
ten�a nada que yo no tuviera. Cuando me iba a retirar, me dijo que pod�a
quedarme ah� sentado en el piso conversando con el.
Yo ve�a todo su cuerpo a trav�s del agua transparente y poco
cubierta con burbujas de jab�n. Lo miraba pensaba de momento en tocarlo a la vez
que en salir corriendo y no volver. A mi tierna edad, no tenia gran idea de
cosas de sexo, mis experiencias no sobrepasaban algunos manoseos y vistazos
entre amigos y compa�eros; claro est� que yo nunca era el mas atrevido, siempre
estaba en el lugar equivocado y en situaciones que no sabia manejar.
El padre Jaime, se dio cuenta con facilidad de mi
perturbaci�n y me dijo algunas cosas que me tranquilizaron un poco; me hablo
sobre la naturalidad del cuerpo humano, que no hab�a que sentir pena por el
propio ni por el ajeno, que el luego de muchas batallas interiores hab�a
superado esos prejuicios y hab�a entendido la verdad. Diciendo esto, me invit� a
ba�arme mientras insist�a en que eso era de lo mas natural. Les cuento que yo me
cre� el cuento y corr� al lado de la cama desvestirme; fui sonriendo, pues las
palabras del padre me hab�an convencido en realidad y me sent�a mejor; incluso
me parec�a interesante "guardar nuestro secreto" para evitar problemas con otras
personas que no entienden bien las cosas "como mis papas". Absolutamente
convencido, pero con mucho pudor, me desnude y camine hacia la ba�era tapando
con mis manos mis partes intimas. Al llegar a la ba�era, me di cuenta que ahora
estaba llena de espuma y ya no se ve�a bien hacia el fondo, lo que me
tranquilizo, pensaba que dentro estar�a mejor que afuera, porque no se ver�an
mis partes intimas. El padre me dijo que me apurara para que el agua no se
enfriara.
Con mucha cautela me fui metiendo mientras miraba la cara
sonriente y apacible del padre, gesto que me llenaba de confianza.
Una vez adentro, aprovech� que la ba�era era muy grande y me
sent� en el otro extremo al del padre. El se hac�a el que no me ve�a y se
refregaba el cuerpo con una espuma a la que le pon�a jab�n l�quido.
Al poco tiempo y luego de preguntarme si estaba bien, me
pidi� que le ba�ara la espalda, porque el no alcanzaba; yo me acerque, le recib�
la espuma y lo empece a refregar mientras el me hablaba de la higiene y de c�mo
los ni�os �ramos de sucios y poco aseados y que nunca nos refreg�bamos bien; -
por ejemplo, los oidos deben estar siempre limpios - y diciendo esto, me dijo
que me acercara para revisarme; me mov� un poco y el se acerco, me tomo de la
cintura, me alzo y me puso sobre sus piernas. Yo sent� como su miembro duro
quedaba bajo mis nalgas, me asust�, pero el segu�a hablando de las orejas, me
las revis�, me rega�o porque las ten�a sucias y me dijo como lavarlas.
Me dijo que yo era muy bueno para ba�ar a otra persona, que
si segu�a ba��ndolo, yo me sent� un poco importante y me dispuse a hacer mi
trabajo, coj� la esponja y empec� mi labor; muy confiado me pare en la ba�era,
saque mi cuerpo del agua y empec� a refregar al cura; me sent�a mas tranquilo y
se me olvido de momento que estaba desnudo. El cura me sujetaba por la cintura y
accidentalmente tocaba mis caderas, mis piernas......
El permaneci� sentado mientras lo ba�aba. Luego me dijo que
le tocaba a el, y que me iba a mostrar como se hacia el trabajo, para que me
volviera un experto. Coji� la espuma, le puso jab�n y empez� a refregarme la
espalda, el pecho, la cara y....... luego me dijo que me parara para ba�arme
completo, me empez� a hablar sobre el cuidado de las partes intimas, mientras
con un dedo las recorr�a, las rozaba; puso la punta de su dedo sobre mi miembro
y me dijo de la importancia de la limpieza en esa zona; me puso jab�n y dej� la
espuma a un lado para hacerme la limpieza con la mano; yo me sent� tenso,
congelado, ..... el sigui� con sus manos hasta mi trasero mientras me dec�a lo
importante que es tener el ano limpio, ya que de hay sale el popis..... y
diciendo esto, pas� un dedo por mi rajadura y lo llev� hasta mi ano; yo no
sent�a nada, estaba congelado, me puse nervioso, el me abraz� me sent� de nuevo
sobre sus piernas y me dijo que me quer�a mucho, que yo era su mejor amigo y que
quer�a que el fuese mi mejor amigo y que tuvieramos por siempre ese importante
secreto guardado. Yo me sent� mucho mejor, el me acerco el rostro y me dio un
beso en la boca, yo no dije nada pues en ese mismo instante sent� sus manos de
nuevo en mis partes �ntimas. Ahora me sent�a confiado y tranquilo y deje que me
tocara y que me besara de vez en cuando en la boca; yo me sent�a amado por mi
amigo el curita, lo abrazaba mientras el me tocaba y nos re�amos de sus chistes.
Al rato me dijo que si hab�a visto a los gatos como se ba�aban con la lengua, yo
le dije que si ya que en el colegio hab�an gatos. El cura me dijo que los
humanos pod�an hacer lo mismo unos por otros y me fue colocando en cuatro con el
trasero hacia su cara, puso sus manos en mis nalgas, las separ� y me dio un
lametazo de arriba abajo hasta mi ano, donde se detuvo y lami� mas veces, luego
se aceler� y empez� a lamerme con mas ganas. El no paraba de hablar y de decirme
mentiras como que nuestros ind�genas se ba�aban unos a otros as� y otras cosas
que me confund�an cada vez mas. En un instante, se dedic� solo a mi ano y empez�
a lamerlo y a meter la lengua una y otra vez. No se si desafortunadamente o no,
pero tengo que confesar que fue la primera vez que sent� tanto placer; el me
lam�a y yo gem�a de lo rico que sent�a; creo que el era un experto, porque ten�a
unguentos y cosas que pon�a en mi trasero para su disfrute. Luego dej� caer
sobre mi rajadura, un l�quido espeso y tibio y con uno de sus dedos lo reparti�
por toda mi rajadura, hasta llegar a mi ano donde se detuvo, sent� como pon�a
mas liquido y me pasaba el dedo sobre el ano, haciendo algo de fuerza como para
meterlo. Yo dej� de escuchar y el de hablar, el cuarto estaba obscuro y yo solo
me deje llevar por esa sensaci�n tan agradable que sent�a, el pasaba su dedo y
hac�a presi�n sobre mi ano. Luego el hizo algo de fuerza y meti� la punta de su
dedo, este entr� con facilidad por el l�quido, el lo hizo una y otra vez, cada
vez mas profundo. Su otra mano estaba masturbando mi miembro que para esa
entonces estaba duro, tan duro que casi me dol�a. Tanta exitaci�n no era
conocida por mi, y me ten�a al borde de un colapso, temblado del placer y
pisoteando la verg�enza que en ultimas sent�a por algo que de alguna manera
sab�a que no estaba bien.
Al poco tiempo me vine con una fuerza tremenda en medio de
jadeos y gritos de placer mientras el curita se masturbaba hasta venirse
haciendo gestos incontrolables de dolor y gusto.
Al final nos quedamos abrazados un buen rato en silencio,
mientras desaparec�an todas esas sensaciones y daban paso a la verg�enza de la
realidad de mi desnudez y de lo que hab�a pasado.
Nos vestimos, me llev� a casa y se inici� para mi un tiempo
dif�cil, lleno de situaciones nuevas que luego compartir�; tiempo que me marco y
me ha mantenido confuso hasta el d�a de hoy.