MIS MEJORES MOMENTOS (o tendr�a que decir "Mis mejores
cog....")
Parte XVIII
En esta oportunidad los hago c�mplices de los buenos
momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tr�os,
intercambios o relaciones circunstanciales de las que particip�, pero vistos
desde la �ptica masculina, ya que se trata de recopilaci�n de los relatos de mi
pareja.
"Despu�s de tomar algunas copas y bailar como para ir
poni�ndonos en clima, ya Piru lo hac�a con Miguel y yo con Anabel, nos separamos
cada uno por su lado.
La idea en principio era la de no estar junto los cuatro como
para no inhibirnos. Despu�s de esta primera uni�n lo podr�amos hacer porque nos
conocer�amos mejor.
Con Anabel nos fuimos rumbo a una de las habitaciones de la
residencia y creo que Piru rumbe� con Miguel hacia algo as� como la biblioteca o
escritorio que ten�an nuestros amigos. Supongo que no ir�an a leer.
La deseaba tanto a esta mujer que debo reconocer que no fui
muy gal�n y gentil con ella y casi sin ning�n juego amoroso previo me dispuse a
cogerla.
Las fotos que hab�a visto de Anabel en la revista me ten�an
perturbado y ahora teni�ndola en carne y hueso junto a m� me hab�a trastornado
un poco.
Me hab�a calentado muchas veces con esa conchita cubierta por
todo ese vello que la naturaleza le dio. Hab�a so�ado con esas tetas que sin ser
demasiado grandes, como me gustan a m�, eran tan perfectas, tan bien dise�adas y
con unos pezones rozados que me provocaban erecci�n de solo pensar en ellos. Y
ahora la ten�a a mi alcance. Parec�a un sue�o pero era la realidad.
La ve�a en mi mente acarici�ndose y meti�ndose los dedos a
trav�s del vello luciendo sus medias negras y parec�a que iba a explotar.
Estaba tan excitado, como dije, que la empec� a coger desde
atr�s salvajemente ya que es una de mis posiciones favoritas (a Piru le gusta
mucho tambi�n) porque de esa manera su culo resulta golpeado por mi pubis y
puedo acariciarle sus tetas con ambas manos.
Se estaba haciendo realidad mi fantas�a y por ello estaba tan
caliente.
No quer�a acabar pronto para que goz�ramos los dos pero no
sab�a cu�nto me iba a aguantar.
Anabel tambi�n estaba excitada.
Yo la agarraba fuertemente de las caderas y hac�a que se
moviera atr�s y adelante, al tiempo que empujaba mi miembro dentro de ella en
forma desmesurada.
Como not� que no podr�a aguantarme mucho m�s sin eyacular
decid� cambiar de postura para hacer m�s duradera la uni�n.
Prefer�a sentir el pubis de Anabel (y su poblado vello)
tocando el m�o para conseguir de ese modo una mejor penetraci�n.
Saqu� mi verga de su lugar y ella, instintivamente, se dio
vuelta y separ� las piernas como una bailarina aguardando que la penetrara.
Me qued� admirando con deleite sus genitales, esos que tanto
deseaba.
Estaban abiertos sus labios, h�medos, con una rojez
impresionante, fruto de mis recientes embestidas.
Su cl�toris, erecto, asomaba entre sus labios, colorado y
deseando ser chupado, cosa que decid� hacer.
Me ech� atr�s de rodillas y baj� mi cabeza meti�ndola entre
sus piernas.
Saqu� la lengua y la pas� lenta y minuciosamente por cada
rinc�n de la entrepierna de Anabel, sabore� sus jugos y la penetr� con mi
lengua.
Ella se estremeci�, gem�a fuertemente y mov�a en forma
constante sus piernas. Miraba c�mo la chupaba y excitada se masajeaba sus tetas
y pellizcaba sus pezones.
Al rato me separ� del sexo de Anabel y mir� mi verga que
estaba presta a introducirse en esa concha ardiente y ba�arla por dentro con mi
carga de espeso alm�bar amargo.
Me acerqu� a ella de rodillas y quiso tomar mi pija entre sus
manos pero no la dej� por miedo a acabar afuera.
Se la coloqu� en la entrada de su cuevita y la penetr� de un
golpe. Ella se sacudi� al sentir como aquel ariete le entraba de sopet�n y como
se le hund�a en lo m�s hondo.
El meneo entre los dos empez� muy pronto y r�pidamente
adquirimos una velocidad fren�tica.
Anabel, excitad�sima, me clavaba las u�as en el culo mientras
me ayudaba a empujar mi pija en su interior.
Est�bamos por acabar los dos antes de lo deseado.
Levant� m�s sus piernas anunci�ndome su inminente orgasmo,
mientras yo le introduc�a mi verga plet�rica de sangre, la que se estrellaba una
y otra vez en la sensibilizada concha.
Era tal la calentura que lo hac�a con inusitada violencia y
ella estaba en el remolino de un placer desmesurado.
De pronto, clav� sus u�as en mi espalda, lo que me produjo
dolor y placer al mismo tiempo, me apret� el culo con sus pies, curv� la
espalda, irgui� sus tetas y doblando su cabeza hac�a atr�s emiti� un chillido
que r�pidamente se convirti� en gemido, alarg�ndolo durante todo el eterno
tiempo que dur� su orgasmo.
Yo segu�a movi�ndome para que ella se enloqueciera a�n m�s
con aquel final esplendoroso para el fant�stico polvo que hab�a empezado hac�a
ya unos cuantos minutos.
Tuve que hacer un enorme esfuerzo para no acabar en el
momento en que la concha de Anabel se contra�a y se dilataba como orde��ndome la
verga.
Un ruido casi musical sal�a del interior de ella con cada
fricci�n lenta y profunda por los jugos que resbalaban hacia el exterior.No pude
aguantarme m�s y acab� furiosamente.
Fue una de las cogidas m�s maravillosas que tuve �ltimamente
y pienso, sin temor a equivocarme, que se debi� a las ganas que le ten�a a esta
deliciosa mujer.
Despu�s de un rato se me volvi� a parar y le acerqu� mi pija
a sus labios y desencajado por la calentura que me embargaba en ese momento se
la introduje y empec� a moverme.
Tom� su cabeza con mis manos, la sostuve firmemente y me puse
a cogerla por la boca.
Esa idea me excitaba sobremanera. Anabel ten�a unos labios
especiales, carnosos y ello me pon�a a mil por hora.
Ella no se opuso y facilit� el acceso cada vez m�s
profundamente distendiendo los m�sculos de la mand�bula lo m�s que pod�a.
Not� como que le ven�an unas arcadas y estuve por suspender
todo pero ante un gesto de ella como indic�ndome que nada pasaba continu�.
Mi pija estaba casi toda dentro de su boca.
Segu� con mis movimientos desde afuera hacia adentro y
supongo que a ella no le disgustaba la idea porque te ten�a sujeto con ambas
manos por detr�s como para que no me apartara.
De pronto solt� una de sus manos y dirigi�ndola hacia su
concha comenz� a acariciarse y supuse que se le ven�a un orgasmo porque lo hac�a
aceleradamente.
Mi verga se puso m�s dura presagiando la eyaculaci�n que no
pod�a contener y me derram� dentro de su boca.
Cuando intent� sacarla Anabel me lo impidi� sujet�ndome las
piernas y el culo. Se notaba que estaba tambi�n teniendo un orgasmo y lo estaba
disfrutando plenamente. Cuando por fin la retir� se acurruc� entre mis piernas
abraz�ndose a ellas. As� permanecimos algunos momentos hasta que le di un
profundo beso en la boca.
Nos vestimos y salimos al encuentro de Piru y Miguel.
Luego nos fuimos a cenar y divertirnos un rato.
Por la noche en el departamento tuve sexo con mi mujer y no
obstante lo bien que la pas� tengo que confesar y as� tambi�n se lo dije a ella,
que estuve pensando mucho en Anabel.
Los d�as que nos quedan los pensamos disfrutar a pleno y
estoy seguro de que ser� as�.
Anabel es muy fogosa al igual que Piru y tanto Miguel como yo
gozaremos mucho del intercambio."
"Piru me hab�a contado maravillas de Miguel pero uno siempre
supone que a veces ellas exageran un poco para ponernos un poquito celosos y
realmente no hab�a mentido nada.
Cuando Piru se la toc� un poco su verga se le par� como un
mu�eco con resorte y no se baj� hasta dos horas despu�s.
Generalmente mi mujer se guarda la leche para el final porque
sabe que si nosotros acabamos r�pido bajamos el rendimiento o en algunos casos
morimos all� mismo y se acab� la joda.
Pero con Miguel y sobre todo con su pija se entusiasm� tanto
(bah, mejor dicho, ya ven�a entusiasmada de la otra tarde) que se la puso en la
boca, se la pas� por la cara, por las tetas, en el medio del pecho y lo
masturbaba y lo hizo acabar.
Le sali� un lechazo que ba�o su cara casi por completo pero
mantuvo la erecci�n quedando su verga tan dura como antes de acabar. Todo un
�dolo Miguel.
Piru se lubric� toda, concha, ano, todo...y se lo mont�.
Cada vez que se sentaba sobre esa pija sus ojos se abrian y
exhalaba tales gemidos que me excitaban sobremanera.
Miguel le entraba tan a fondo que cada cuatro bombeos ella
ten�a un orgasmo.
Sigui� y sigui� hasta que su vagina se irrit� tanto que no
soportaba el ardor.
Entonces nuestro amigo arremeti� por el culo. Hasta a m� me
dol�a de solo ver esa verga enorme entr�ndole por el culito a mi mujer.
Yo pensaba que despu�s de esto, mi pija le iba a parecer un
dedo a Piru.
Cuando todo acab� y despu�s de masturbarme dado lo caliente
que estaba por verlos a los dos, nos tomamos un par de copas, ya relajados,
esperando que llegara Anabel.
Cuando arrib� cas� me caigo de espaldas. Estaba deslumbrante,
m�s linda que nunca y muy sexy. No pude contener mi erecci�n al verla.
Cuando nos desvestimos se qued� en una micro bikini y no
pod�a dejar de mirarle ese culo tan perfecto, tipo coraz�n al rev�s, que
comenzaba bajo una cintura peque�a y terminaba donde unas piernas fuertes y
torneadas.
Su maravilloso vello p�bico se deslizaba a trav�s de su tanga
y eso me pon�a muy nervioso. Verle ese tupido vello cubri�ndole la concha es
algo que me atrae de tal manera que no se pueden imaginar. Y pensar que muchas
mujeres se depilan totalmente. Son gustos pero pienso que la mayor�a de los
hombres nos gusta llegar a la cuevita atravesando esa mata de pelos. Es algo
imperdible y con Anabel no se imaginan o mejor s�, ya que todos los que pueden
apreciar sus fotos en la red se dar�n cuenta que no miento para nada. Ese tajo
que tiene bajo la pelambre es espectacular.
Piru al verme la erecci�n se sonri� y con la chispa que la
caracteriza me pregunt� si pensaba cogerme a esa mujer que ya me estaba
preparando.
Anabel es muy amable y me acariciaba la verga como si fuera
la de Miguel, aunque ya cont� que tenemos peque�as diferencias (�peque�as?).
Se arrodill� y me la acarici� con las dos manos. Mientras lo
hac�a una sonrisa se le dibujaba en la boca y pronto se la introdujo y comenz� a
chuparla.
Yo trataba de aguantarme porque no quer�a acabar tan
r�pidamente pero ve�a como temblaba su cuerpo y dejaba de chup�rmela y respiraba
agitadamente como si tuviera orgasmos que me estaba excitando cada vez m�s.
Mientras tanto Miguel se estaba ocupando nuevamente de Piru.
Trat� de sacarla a Anabel de la fellatio ya que me mor�a de
ganas de met�rsela entre las piernas y acariciarle ese poderoso culo, pero ella
estaba como pegada.
Forc� la situaci�n y por fin ella sali�.
Me acost� en el piso y ella sin m�s salt� sobre m�, apoy� su
concha en mi vientre y se desliz� frot�ndose con fuerza hacia mi verga. Se la
enterr� con fuerza y comenz� a zarandearse.
Se mov�a como una bailarina �rabe sentada sobre mi pija,
ondulando sus caders con los brazos en alto y su cabeza hacia atr�s.
La vista la ten�a como perdida. Eso me calentaba m�s,
Despu�s de cogerme por un buen rato se levant� y se puso en
cuatro.
�Se imaginan el panorama!
Ten�a la concha toda peluda, dos labios gruesos y carnosos
(como si se hubiera puesto col�geno) y la vulva que sal�a como un coliflor.
Arriba un orificio anal peque�o y rosado, protegido por dos gl�teos duros y
delineados.
Me puse de rodillas y la acomod� en su ano. Sab�a que Miguel
ya hab�a trabajado esa parte, as� que no me tom� el trabajo de estirarlo.
Con un impulso le met� la cabeza, pero su culo aun estaba
algo estrecho y me detuve. Ella entonces dio vuelta su cabeza y me pidi� que
continuara.
Mir� a mi alrededor y v� a Piru ensartada por la verga de
Miguel, gimiendo como una leona, sudando calentura, y mi verga se endureci� aun
m�s.
Arremet� contra ella sin miramientos, entr� mi cabeza y con
varias bombeadas todo mi miembro en ese trasero hermoso.
La tom� de la cintura y me mov� profusamente, sent�a que mis
huevos se revolv�an de placer, su espalda arqueada y sus pechos bamboleantes me
sub�an el calor.
Estaba apabullado, quer�a durar todo el d�a dentro de ella.
Es que soy de un solo polvo, pero s� contener.
Cada vez que ella ten�a un orgasmo apretaba los cantos y
presionaba mi verga entre ellos.
En esa contracci�n, a sus gl�teos se les formaba un pocito
encantador. Me costaba, frente a esa circunstancia, retener el orgasmo y encima
Anabel aceleraba el ritmo.
Su excitaci�n era creciente, trat� de seguir su ritmo y
empuj� con m�s fuerza. Mi ingle golpeaba sobre sus gl�teos fuerte, m�s fuerte,
hasta que en un impulso excesivo ca�mos los dos extenuados.
Sin demoras puse sus piernas entre mis caderas y enterr� mi
pija, aun semi dura, en su gruta de mujer. Bes� su carnosa boca, tragu� su
lengua ondulante, acarici� sus pechos con sus pezones erizados y entre tantas
sensaciones acab� furiosamente derramando toda mi leche contenida en el interior
de su concha. Fue maravilloso.
Me ech� un polvo hist�rico, de m�s de un minuto, extenuante y
la llev� a ella muy alto, casi al paroxismo.
Piru y Miguel segu�an trenzados cerca nuestro y acabaron
tambi�n entre gritos y gemidos.
Nos relajamos, nos duchamos y salimos luego a comer en una de
esas pintorescas tascas que tiene Madrid y luego fuimos a bailar.
Lo que sigui� despu�s bien vale contarlo en un pr�ximo
relato."