Relato: El accidente de pap�





Relato: El accidente de pap�

EL ACCIDENTE DE PAPA


No es que tuviera un sexto sentido, ni nada que se le
parezca, pero de alg�n modo extra�o percib� que esa llamada no era una buena
noticia. A lo mejor todo se deb�a al pesado d�a de trabajo, o a que �ltimamente
no conciliaba bien el sue�o. La cosa es que el repentino repiqueteo del tel�fono
me hizo saltar de la silla y un nudo de aprensi�n pareci� apretarme la tripa.





Que pasa? � pregunt� al escuchar la alterada voz de mi
mam�.


Es tu pap� � dijo ella � tropez� con la escalera y se
rompi� una pierna.


Pero �l est� bien � pregunt� preocupado - digo, adem�s de
lo de la pierna?


Claro que s�, cari�o � me tranquiliz� mi madre � tu padre
es fuerte como un toro.


Pero si ya casi cumple los cincuenta, mam� � le record�.


Cuarenta y siete � me corrigi� ella � y ya quisieras
tener su vitalidad a tus veinticinco, muchacho malcriado � dijo con ese tono
que las madres parecen haber patentado.





Colgamos despu�s que me indicara la direcci�n del hospital
donde era atendido. Le avis� a mi jefe que me tomar�a la tarde libre y trat� de
no preocuparme demasiado por el gesto enfurru�ado con que me despidi�. Durante
el trayecto en coche trat� de reunir todos los recuerdos que ten�a de mi padre
desde la infancia. No eran muchos. El viejo, como le llamaba yo para molestarlo
cari�osamente, era uno de esos hombres cumplidores con la familia, responsables
con el gasto de la casa, pero poco afecto a los cari�os y los abrazos. No se�or,
el viejo no se andaba con esas mariconer�as, y menos con los hijos varones, que
deb�amos ser la viva imagen de �l, fuertes y machos. Si supiera, pens� para mis
adentros.



En el hospital, el nudo del est�mago apareci� de nuevo. Jam�s
me han gustado los hospitales. Muchos encuentran seductores a los m�dicos,
enfundados en sus batas, pero a m�, el inmaculado blanco de las paredes y el
fuerte olor a desinfectante acaba con cualquier intento de mi libido por
despertar. Definitivamente aquel no era mi ambiente.



Encontr� a mi mam� y mi hermana en la habitaci�n. El viejo
estaba dormido y ambas le cuidaban el sue�o.





C�mo est�? � pregunt� en un susurro.


No te preocupes � dijo mam� con voz normal � tuvieron que
sedarlo porque el dolor era muy fuerte.


Entiendo � dije un poco impresionado por la palidez del
normalmente moreno rostro de mi pap�.


Tuvieron que operarle la rodilla � me inform� mi hermana.





Despu�s de unos minutos y un reporte detallado, tal vez
demasiado detallado, de los pormenores de la operaci�n, convenc� a mi madre y
hermana de que fueran a comer algo prometiendo cuidar de pap� hasta su regreso.
Mi mam� me mir� severa, advirti�ndome que no fuera a dejar solo al viejo. La
tranquilic� y me acomod� en el sill�n junto a la cama.



Viendo dormir a mi padre no pude sino admirarme de lo apuesto
que era. No era del tipo bonito en s�, pero era uno de esos hombres que sin ser
guapos son masculinamente atractivos. Mand�bula cuadrada, espeso bigote y cejas
pobladas. Sus fuertes y velludos antebrazos descansaban a un costado y parte de
su pecho cubierto de vellos pod�a apreciarse bajo la s�bana. Seguramente est�
desnudo, pens� para m� mismo. Ca� en la cuenta de que nunca lo hab�a visto
completamente desnudo. Jam�s nos hab�amos ba�ado juntos, ni hab�amos ido de
campamento, ni ninguna de esas cosas que hacen algunos padres con sus hijos. La
idea de que bajo esas s�banas estuviera desnudo segu�a rond�ndome la cabeza.
Trat� de apartar la imagen de mi mente, sintiendo de pronto una intranquilidad
perversa. Di un par de vueltas por la habitaci�n tratando de alejar los malos
pensamientos, hasta que finalmente ced� a la tentaci�n y echando seguro a la
puerta me acerqu� sigiloso a la cama.



Le llam� por su nombre un par de veces y no contest�. Estaba
profundamente sedado. Casi contuve la respiraci�n mientras bajaba lentamente la
s�bana que lo cubr�a. Su pecho, poblado de vellos, sus morenas tetillas, apenas
visibles en aquel mar de pelos. Las toqu� suavemente, apretando los rugosos
botoncillos de carne. Baj� la s�bana hasta su vientre, mas plano que el de
muchos hombres de su edad, y por supuesto tambi�n enmarcado por el sendero de
vellos, que se hac�an m�s abundantes conforme iba descorriendo la s�bana. Llegu�
hasta su bajo vientre, con la certeza de que estaba haciendo algo indebido, tal
vez incluso depravado, pero la culpa no fue suficiente para detenerme.



La mancha oscura de pelos era ahora perfectamente visible,
as� como el alentador bulto que la s�bana aun cubr�a. Ahora o nunca pens�, y con
un jal�n decisivo corr� la s�bana hasta sus muslos. Por fin conoc�a el sexo
desnudo de mi padre, y decididamente no me defraud�. A mis veinticinco, puedo
decir que ya he visto mas de una docena de penes en mi vida, de todos tama�os y
colores, y con esa experiencia pude notar que la herramienta del viejo no ten�a
nada que envidiarles. Grueso, a pesar de no estar erecto, descansando pesado
sobre un par de gordos huevos cubiertos de oscuros vellos, no pude evitar
acercarme para olerlo. El aroma �ntimo de sus partes fue s�lo el preludio para
atreverme a tocarlo. La suavidad de su piel s�lo me incit� a plantar un beso en
aquel glande color caf� con leche y de all� a met�rmelo en la boca s�lo fue
cuesti�n de segundos.



El picaporte y los inmediatos toquidos en la puerta me
hicieron pegar un brinco. Arregl� la s�bana y abr� la puerta tratando de
disimular la tremenda erecci�n que abultaba mis pantalones. Azorado, dej� pasar
a la enfermera que ven�a a hacer su habitual chequeo.





Todo bien por aqu�? � pregunt� de manera muy profesional.


Si, se�orita, todo muy bien � dije sent�ndome para tratar
de cubrir el delatador bulto con una revista.


Yo creo que el se�or ser� dado de alta ma�ana � me
inform� � aunque seguramente deber� seguir tomando sedantes para controlar
el dolor.





Asent� como un aut�mata. En realidad estaba pensando aun en
el sabor y la textura de la verga de mi padre, aun frescos en mi boca y en lo
inoportuna que hab�a sido la llegada de la enfermera.



Poco despu�s llegaron mi madre y mi hermana, y tras
acompa�arlas por una hora mas, me desped� y me fui a mi apartamento. Apenas
llegu� tuve que tirarme en la cama y masturbarme fren�tico como cuando era un
adolescente. La �nica y poderosa imagen que necesit� para alcanzar mi orgasmo en
tiempo r�cord, fue la gorda y suave verga de mi pap�.



Los d�as siguientes fueron tal vez los m�s dif�ciles. Por un
lado, me com�a la culpa por lo que hab�a hecho, por el otro me excitaba el s�lo
hecho de recordarlo. Sab�a que no estaba bien, pero tambi�n sab�a lo mucho que
me hab�a gustado hacerlo.



Cuando poco despu�s son� el tel�fono y escuch� la voz de
mam�, el nudo no fue de angustia, sino ese cosquilleo de deseo sexual que tanto
se le parece.





Qu� pasa, mam�, como va todo? � pregunt� de pronto sin
aliento.


Tranquilo, no pasa nada � me calm� ella � tu padre va
mejorando, aunque todav�a tiene que tomar muchas pastillas para soportar el
dolor. Duerme pr�cticamente todo el d�a.


Bueno � dije acomod�ndome una inoportuna erecci�n que el
s�lo hecho de imaginar a mi padre dormido me hab�a provocado.


Pero necesito pedirte un favor � dijo mi madre por
completo ajena a lo que me suced�a.


Dime � contest� algo apenado por mi comportamiento.


Necesito ir a ver tu t�a Lola, que tiene problemas, y tu
hermana sali� de fin de semana con sus amigas, crees que podr�as cuidar de
tu padre parte del s�bado? � pregunt� como dudando de que yo realmente
pudiera hacer eso por ella � prometo no llegar tarde � termin�.


Claro, mam�, cuenta con ello � dije para su total
sorpresa.


Gracias, cari�o, ya ver�s que no ser� tan malo como
parece � dijo con total inocencia.


Apuesto a que no lo ser� � me atrev� todav�a a contestar.





As� que el s�bado a primera hora de la ma�ana, desped� a mam�
despu�s de haber recibido toda una lecci�n de las comidas permitidas, los
horarios de medicinas, y, sobre todo, de la dosis de sedantes que el doctor
hab�a autorizado.



La desped� desde la puerta, con la culpa en el rostro y una
persistente erecci�n que desde mi llegada a la casa parec�a no abandonarme.
Apenas se march� corr� a la rec�mara de mi padre. Contrariamente a lo que
esperaba, no dorm�a, y un poco desconcertado lo salud�.





C�mo te sientes, viejo? � le pregunt� alisando la colcha
con que se cubr�a.


Viejo, tu culo � contest� malhumorado � ac�rcame el
control de la tele que no quiero ver ese pinche noticiero.


Amanecimos de buen humor, por lo visto � dije pas�ndole
el control remoto.





Me lo arrebat� con mirada asesina, que pronto se convirti� en
una clara mueca de dolor, por el brusco movimiento que hab�a hecho.





Te duele? � pregunt� de pronto preocupado.


Como la chingada � dijo apretando los dientes.


Quieres que te d� algo? � pregunt� buscando ya los
sedantes entre los numerosos frascos junto a su bur� � aunque aun no es la
hora � le aclar�.


Me vale madres si no es la hora � dijo aun con un rictus
de dolor en el rostro.


Est� bien, tampoco hagas berrinche � dije acerc�ndole un
vaso de agua y un par de pastillas.





Las bebi� y se recost� de nuevo. Le hice silenciosa compa��a
hasta que el dolor remiti�.





Me gustar�a darme un ba�o, antes de quedarme dormido de
nuevo � dijo de pronto.


Claro, viejo � dije ayud�ndolo a incorporarse y a caminar
lentamente hasta el ba�o.


Voy a necesitar que me eches una mano � dijo
desabroch�ndose la pijama.


Seguro, soy tu enfermera particular � dije en son de
burla agach�ndome para ayudarle a desabotonar los pantalones.





Mi padre aprovech� mi posici�n y me agarr� el trasero.





Epale, se�or, que ma�as son esas? � me quej� al instante.


Pues yo as� agradezco a las enfermeras su ayuda � dijo
riendo juguetonamente.





Me alegr� que el efecto de las pastillas le hubiera cambiado
el humor y termin� de bajarle los pantalones. Sus fuertes muslos velludos
comenzaron a alterarme casi inmediatamente.





Algo m�s., se�or? � pregunt� poni�ndome de pie.


C�breme la herida de la rodilla con una venda, y luego
con pl�stico � me indic�.





De nuevo de rodillas, y esta vez tan cerca de su sexo, no
pude sino atisbar sus blancos calzoncillos y el gordo bulto que ocultaban.
Adelant� la pierna mala para que yo pudiera cubrir su rodilla, y el movimiento
hizo oscilar sus partes frente a mi acalorado rostro. Un atisbo a su
entrepierna, al dibujo marcado que sus grandes bolas hac�an en el algod�n de la
prenda, una r�pida mirada a los negros pelos que escapaban por la abertura.
Quer�a gritar de excitaci�n y me contuve a duras penas.





Todo listo � dije poni�ndome de pie dispuesto a salir del
ba�o.


Un �ltimo favor � pidi�.


Dime � dije deteni�ndome en la puerta.


Sostenme para echar una meada � porque si ensucio el ba�o
tu madre me mata.





Me puse a sus espaldas y lo tom� por la cintura, mientras �l
desenfundaba el arma y orinaba. No me atrev� a mirar, ni pod�a hacerlo desde esa
posici�n, pero el s�lo hecho de estar tan cerca de �l, de sentir la ligera
caricia de su trasero apenas cubierto por los calzones fue demasiado.



Finalmente sal� del ba�o y mientras �l tomaba su ba�o me
masturb� como un loco. Para cuando sali� del ba�o yo ya estaba de nuevo en
control de la situaci�n. Le ayud� a terminar de secarse y trat� de no mirar
cuando desnudo se meti� bajo las s�banas. Dijo que prefer�a no lastimarse la
pierna tratando de vestirse, que �nicamente est�bamos �l y yo en la casa y no
planeaba recibir visitas en todo el d�a. Aquello en vez de tranquilizarme,
comenz� a excitarme nuevamente. Un par de pastillas m�s, esta vez para la
infecci�n y el viejo comenz� a tranquilizarse.





Pon algo bueno en la tele � pidi� ya algo adormilado.





Unos minutos despu�s dorm�a pl�cidamente. La agon�a comenz�
entonces para m�. Deseaba repetir lo del hospital. Deseaba tener ese pene otra
vez en mis manos y en mi boca. Sab�a que era incorrecto, que estaba mal y todo
eso, pero lo deseaba de todas formas. Esper� a que el efecto de los sedantes
fuera definitivo y me acerqu� a su cama. No habr�a enfermeras inoportunas esta
vez, record�, y quit� la s�bana que cubr�a su total desnudez.



No hay prisa esta vez, pens� al tocar los enhiestos pezones
velludos. No la hay, me record� al lamerlos, uno primero, otro despu�s. No la
hay, bajando por el sendero de vellos hasta el ombligo, pozo oscuro donde perder
unos besos, y no la hay, confirm� al demorarme enterrando la nariz en la
embriagadora selva de su pubis. Bajo la barbilla, sent�a la calidez y la forma
de su pene dormido, y entonces si tuve prisa, por tenerlo ya dentro de mi boca.
Comenc� a lamerlo desde la gorda base, recorriendo el camino de venas azules
hasta la punta marr�n y suave donde terminaba. Corto trayecto, pero demorado
mil�metro a mil�metro por mi pasi�n prohibida y desbocada. Para mi sorpresa, el
profundo sue�o de pastillas no alcanzaba a dormir aquellas partes, pues el
chupeteo de mis labios comenz� a despertar poco a poco a la fiera. El pito del
viejo comenz� a levantarse.



Lejos de detenerme, comenc� a desplegar todas las ma�as.
Recorr� con la punta de la lengua los delicados bordes del glande, sintiendo en
el acto la respuesta inmediata. Acog� la voluminosa cabeza en la boca, sorbiendo
suavemente, como si fuera un enorme y gordo popote. Jugueteaba mientras tanto
con las c�lidas y suaves bolas de sus huevos, haci�ndolas ir y venir entre mis
dedos ansiosos. Un suave quejido escap� de los labios de mi padre, pero en vez
de despertarse, como tem� en un principio, abri� las piernas y continu� su sue�o
de opio. Sus huevos cayeron entre los muslos abiertos. Los tom� con una mano y
comenc� a besarlos suavemente. Casi parec�an latir bajo mis labios. Para
entonces, la espl�ndida verga hab�a ya alcanzado su total longitud, y era un
cacharro digno de total admiraci�n. No pude contenerme m�s y me lanc� de lleno a
mamarlo con renovado vigor. En ese momento no me importaba que mi padre se
despertara, que me moliera a golpes o me ignorara. Yo s�lo quer�a seguir mamando
la descomunal verga, com�rmela completa, sacarle la leche y beb�rmela hasta la
�ltima gota. Apret� sus huevos con fren�tica pasi�n, mordisqueando el grueso
tronco, lamiendo el frenillo, chupando goloso la erecta herramienta de mi padre,
que para mi sorpresa, comenz� a latir e hincharse en el inequ�voco camino hacia
el orgasmo. No me detuve a pensar en nada, y continu� con entusiasmado vigor
hasta sentir la violenta erupci�n de su semen, que inmediatamente beb� como un
poseso.



No me desprend� de su verga hasta que termin� de arrojar
aquellos gruesos borbotones de leche, leche paterna, y comenz� a desinflarse
como un caliente globo. Corr� al ba�o, y tras un par de jalones, explot� tambi�n
con incontenible e indescriptible placer. Me recargu� en la puerta, todav�a
excitado pero cayendo ya en el morboso placer de la culpa y el arrepentimiento.



Sal� con una toalla h�meda y limpi� lo mejor posible toda
huella de mi delito. Cubr� a mi padre con la s�bana nuevamente y lo dej� dormir
pl�cidamente. Trat� de paliar mi culpa convenci�ndome de que hab�a ayudado de
alg�n modo a que su sue�o fuera m�s placentero, pero en el fondo segu�a
sinti�ndome mal por lo que hab�a hecho.



Tal vez para compensar, me pas� el resto de la ma�ana
tratando de cocinarle algo apetitoso y de su agrado. Lo cual por supuesto no
consegu�, como muy bien se encarg� mi padre de hacerme saber despu�s de que
despert�.





Qu� te pasa, porque tan de mal humor? � le pregunt�
retir�ndole la bandeja de la cama.


No s� � contest� alisando las s�banas, pasando las manos
sobre su sexo, marcando el gordo bulto de su verga en la tenue tela � porqu�
lo preguntas?





Cre� descubrir una extra�a mirada bajo sus hirsutas cejas,
pero prefer� convencerme que todo se deb�a a mi sentimiento de culpa. No pod�a
haberse dado cuenta de nada. Estaba sedado, dije para mis adentros, y me pas� el
resto de la tarde tratando de creerlo, hasta que mi madre lleg� y me desped� de
mi padre sin atreverme a mirarlo a la cara.



Pasaron varios meses. Con uno u otro pretexto, consciente o
inconscientemente, me mantuve alejado de la familia. Que si el trabajo, que si
los amigos, el hecho es que no volv� a poner un pie en casa de mis padres. Mi
contacto, aunque fuera telef�nico era �nicamente con mam�, y a trav�s de ella
supe que mi padre estaba ya totalmente recuperado, y aunque con una leve cojera,
volv�a ya a caminar.



Con la llegada del verano, y los cambios de clima, ca�
v�ctima de la gripe. Nada serio, nada importante, pero qui�n vive solo sabe que
es en esos momentos cuando m�s se extra�a a la familia. Mi madre prometi� pasar
por mi casa y hacerme un suculento caldo de pollo. En vez de ella, se apareci�
mi padre con la sopa y el mensaje materno de que me arropara bien y tomara
muchos l�quidos.





Pasa, viejo � dije franque�ndole la entrada, con los ojos
bajos y rehuyendo inexplicablemente su negra mirada.


Si que est�s jodido � dije vi�ndome con la pijama puesta
y el pelo revuelto.


En cambio tu te ves muy bien � dije admirando su erguido
porte y andar resuelto � se ve que la operaci�n fue todo un �xito � dije
cerrando la puerta tras de �l.


No me quejo � dijo �l poniendo las cosas en la cocina �
tuve buenos m�dicos y buenas enfermeras.





Su sonrisa, el tono en que lo dijo y el leve gesto con que se
acomod� el paquete me hicieron volverme r�pidamente hacia mi rec�mara.





Voy a darme un ba�o � dije ya alej�ndome � no tardo.





Al salir del ba�o, envuelto en la toalla, me sorprend� de
encontrar a mi padre sobre mi cama, en vez de en la sala, donde lo hab�a dejado.





Te hice la cama y te cambi� las s�banas � dijo con una
media sonrisa � s� perfectamente lo que se agradece tener s�banas limpias
cuando llevas mucho tiempo en cama.


Gracias � contest� aferrando la toalla como si la
desnudez del cuerpo le permitiera ver la desnudez de mi alma.


Pero t�pate, muchacho � apremi� mi padre � o se te
agravar� la gripe si continuas desnudo en medio de la habitaci�n.





Como no me moviera, me tom� de la mano y me llev� hasta la
cama. Baj� la colcha y arranc�ndome la toalla me meti� bajo las s�banas,
completamente desnudo. No dije nada, y me cubr� hasta la barbilla temblando mas
de nervios que de fr�o. El se qued� de pie, con esa oscura mirada suya,
enmarcada por las hirsutas cejas. El silencio pes� de pronto en la habitaci�n.
Mi padre carraspe� un par de veces sin dejar de mirarme a los ojos.





Ni creas que te voy a hacer una mamada � dijo
simplemente.





No dije nada. Cerr� los ojos porque me sent� incapaz de
mirarlo.





No soy t� � continu� implacable � que se aprovecha de un
enfermo convaleciente.





Lo mir� de nuevo. El secreto y la culpa tanto tiempo
acariciados ahora estaban tan desnudos como yo bajo la s�bana. Mi padre inm�vil
me miraba, dejando que el efecto de sus palabras terminara de cubrirme con
verg�enza.



Sus fuertes y velludas manos comenzaron a moverse. No hacia
m�, no para lastimarme como tem� en un principio. Se movieron hacia su bragueta.
Bajaron el cierre de sus viejos pantalones color azul marino y como si tuvieran
voluntad propia entraron en la cueva de su entrepierna y trajeron a la luz el
monstruo de un solo ojo.





Aqu� lo tienes � dijo con la misma voz de reproche, sin
subir ni bajar un solo decibel.





Mir� el falo que colgaba indolente entre sus dedos. La cabeza
sedosa miraba al piso, como si ella en realidad no me culpara de nada.





Vamos � dijo mi padre � que esta vez quiero estar
completamente consciente mientras me la chupas.





Sus duras y crudas palabras en vez de alentarme me
detuvieron. Con algo de fuerza, mi padre tom� mi cabeza y la apret� contra su
sexo. Sent� en las mejillas la suave presi�n de su miembro. Sent� el suave
ara�azo de los negros vellos que lo rodeaban.





M�malo ahora � negoci� pap� sin soltarme � y prometo no
molerte a golpes como mereces.





No s� porqu� pero abr� la boca. Porque lo deseaba, no hab�a
ninguna duda. Porque me lo estaba pidiendo, porque quer�a complacerlo, porque
anhelaba su rechazo o su odio, pero no su indiferencia, o porque simplemente
ten�a una verga hermosa que me encantaba chupar. El hecho es que obedec�, y
comenc� a chupar con suavidad la punta roma y tersa de su verga, sinti�ndola
vibrar y crecer en el ominoso silencio de mi rec�mara.



Mi padre termin� de aflojarse el cintur�n y sin sacar su pene
de mi boca dej� resbalar el pantal�n por sus vellosas piernas. Me di cuenta que
no llevaba ropa interior. Me pregunt� porqu� habr�a venido a mi casa sin ella.
Me pregunt� si todo esto que estaba sucediendo hab�a sido planeado por �l. Me
pregunt� porqu� su pito sab�a tan bien y porqu� encontraba aquel malsano placer
de mamarlo tan irresistible.





Se ve que te encanta mamar vergas � coment� m�s para s�
mismo que para m�.





Ni siquiera le contest�. Me afan� en tragarme el sable
completo, desde la hinchada punta hasta la pilosa empu�adura.





Y seguramente no es la primera que chupas � continu�
mientras arrancaba la s�bana que me cubr�a y me dejaba completamente
desnudo.





Me mir� con cierto desenfado y curiosidad. Tal vez porque
estaba viendo por primera vez el cuerpo desnudo de su hijo. No el cuerpo del
ni�o que seguramente recordaba, sino el cuerpo desnudo de un hombre.





Y apuesto que tambi�n te gustar� que te la metan en el
culo � coment� con la voz gruesa y correosa del deseo.





Por supuesto no contest�. No quise explicarle que en realidad
no me gustaba. Que no necesariamente el ser gay implicaba que a uno le gustara
ser penetrado. Pero qu� iba a saber mi padre de esas cosas. Con los fuertes
brazos me dio la media vuelta, poni�ndome boca abajo. Sus dedos torpes y rudos
acariciaron mis nalgas. No tuve el valor de detenerlo. Mi energ�a parec�a haber
desaparecido. Me descubr� gimiendo al sentir sus manos separando mis nalgas.
Soport� sin gritar el toqueteo casi furioso de sus dedos en mi ano. No dije nada
al sentirlo treparse en la cama sobre mi espalda, y permanec� mudo cuando
escupi� un poco de saliva en mi agujero.



Cuando me meti� la punta de su verga no pude mantener mi
callada verg�enza. Grit� de dolor, grit� de placer, de rabia y coraje por haber
llegado hasta aquellos extremos. Grit� para callar el zumbido de placer de
sentir sus brazos cubri�ndome y su bigote rozando mi nuca, aull� para ocultar el
azaroso descubrimiento de estar en mi cama cogiendo con mi propio padre. Y �l
grit� tambi�n, no cabe duda, gozando al someterme y montarme como a una perra en
celo, jadeando su deseo, jal�ndome del pelo al tiempo que me met�a su verga una
y mil veces.



El sonido de la carne chocando contra la carne era todo lo
que se escuchaba en la habitaci�n. Eso y los quejidos de ambos. Ninguno dijo una
sola palabra. Ninguno se atrevi� a romper el fr�gil equilibrio de los cuerpos.
Comenc� a sentir que su verga se hinchaba entre mis nalgas, que sus jadeos se
volv�an apremiantes y concluyentes, que sus piernas se tensaban r�gidas entre
las m�as. Su orgasmo estall� de pronto y al sentirlo convulsionarse sobre mi
cuerpo lleg� el m�o. Sent� la l�quida consecuencia mojando mi cama, pero no me
mov� por miedo a tener que decir algo. A explicar lo inexplicable.



No fue necesario. Mi padre se incorpor� y se abroch� los
pantalones. No dijo nada. Me ech� la s�bana sobre el cuerpo y sin despedirse
sali� de la habitaci�n.



Evit� verlo durante varias semanas. Finalmente, en el
cumplea�os de mi hermana visit� la casa de mis padres, porque no me quedaba mas
remedio. Llegu� tenso y nervioso, sin tener la menor idea de c�mo mi padre
podr�a recibirme. Para mi total desconcierto, me recibi� cari�oso y afable, como
si nada hubiera sucedido entre nosotros. Me abraz� y me reclam� que estuviera
tan alejado de la familia, y antes de que pudiera responder me ofreci� una copa
y continu� platicando con los dem�s familiares que estaban en la casa festejando
el cumplea�os.



Durante la fiesta nuestras miradas se cruzaron un par de
veces. Lo descubr� toquete�ndose la entrepierna cuando sab�a que lo miraba, y
tuve una erecci�n casi al instante, sin poderme contener. El juego se mantuvo
durante toda la velada. Mientras me preparaba una copa en la cocina pas� detr�s
de m� y tratando de alcanzar los hielos me repeg� su sexo en las nalgas. Lo
sent� n�tidamente a trav�s de la tela. El contacto fue m�nimo, pero suficiente
para hacerme una idea de sus intenciones conmigo.





Se acabaron las cervezas � anunci� mi madre entrando a la
cocina.


Yo voy a comprarlas � anunci� nervioso alej�ndome de mi
padre.


Te acompa�o � dijo �ste sin el menor asomo de turbaci�n.





Montamos en mi coche rumbo a la vinater�a. Apenas encend� el
auto, mi padre se abri� la bragueta y se sac� la verga.





No sabes cu�ntas ganas ten�a de que vinieras � dijo
tom�ndome del cuello y empuj�ndome sobre su entrepierna.





Apagu� el auto. Afuera estaba oscuro. Tan oscuro como el
deseo prohibido que aquel hombre, tan querido y cercano parec�a provocar en m�.
Me met� su verga en la boca una vez m�s.






Si te gust�, h�zmelo saber.



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Relato: El accidente de pap�
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