El goce de mi primo y m�o con nuestras madres llega su m�xima expresi�n. Tanto mi madre como mi t�a son mucho m�s cachondas de lo que pens�bamos nosotros e incluso bastante m�s de lo que ellas mismas cre�an.
Los excitantes acontecimientos se suceden en una tarde llena de lujuria entre mi madre, mi t�a, mi primo y yo. Mi madre y mi t�a sacan a flote toda su calentura de hembras maduras y cachondas largo tiempo reprimidas.
La exhibici�n de sus encantos por parte de mi madre y mi t�a ante mi primo y yo mismo hab�a comenzado casi como un juego inocente pero ahora ya afloran los primeros orgasmos.
Unos minutos en la vida de un mir�n de colegialas
Un leve apunte sobre como un hombre hecho y derecho aprovecha discretamente y con el mayor de los respetos la luz que irradia una muchacha, mientras recuerda tiempos pasados.
El morbo del incesto despierta en Susana sentimientos encontrados, y no s�lo no est� dispuesta a dejarlo, sino que ahora su lasciva mente traza planes que convertir�n la moral de su padre en un muro agrietado listo para derrumbar.
Los encantos de mi madre y mi t�a al descubierto. Mi madre y mi t�a contin�an mostr�ndonos sus encantos a mi primo y a m� pero exigen una contraprestaci�n por su atrevida exhibici�n. El recato y el pudor de nuestras madres va quedando en el olvido.
La exhibici�n va en serio. La exhibici�n, inicialmente casual y medio en broma, de mi madre y mi t�a ante mi primo y yo toma derroteros que nunca hubi�ramos imaginado. Nuestras recatadas madres parecen no serlo tanto.