ALEJANDRO...
Al Ale lo conoc� una noche fr�a de oto�o en el paseo peatonal
que ya conoc�is. Yo pasaba raudo a tomarme un caf� a la salida del cine de
�ltima funci�n para continuar luego a casa a un merecido descanso de fin de
semana, cuando clav� la mirada en ese chico delgado, de agradable rostro y que
se me qued� mirando con igual fijeza. Como no volvi� la cara y mantuvo su mirada
tan fija como la m�a, le salud� levantando las cejas, su respuesta fue una
sonrisa que describir�a m�s bien como triste. M�s atrevidamente, hice con la
cabeza el gesto de que me siguiera...
En la esquina gir� y me detuve, esperando. Entonces apareci�,
sonriendo ahora m�s abiertamente y se dirigi� directo hacia m�. Los t�picos
hola, hola, soy fulano, yo soy Alejandro. �Qu� edad tienes Alejandro?, 17,
�usted es de aqu�?... y etc.
Le invit� a algo en la cafeter�a y all� advert� que las
miradas que nos dirig�an todos eran obvias, porque obvios eran nuestros
respectivos aspectos.
Yo mayor, �l un adolescente; yo vestido adecuadamente, �l
algo desastrado y pobremente. Mi aspecto era limpio y bien cuidado, �l
descuidado y no tan limpio. Yo con cara de fr�o y �l con cara de hambre. Todo
eso, m�s el lugar tan pr�ximo al de los "levantes", hac�a que todos se dieran
cuenta de que inici�bamos el trato para hacer o no hacer el "negocio".
�Te vendr�as conmigo Ale?. S�, usted me cae bien. �Podr�as
tutearme?. Usted manda... Entonces te ordeno que me tutees. �Qu� te gusta
hacer?. Lo que usted quiera. �De verdad?, s�, de verdad. �Vive lejos?.
Relativamente, cojamos un taxi y estaremos m�s pronto.
Al bajarnos del taxi le record� que deb�a tutearme. El camino
lo hab�amos hecho de la mano, discretamente aferrados uno al otro de modo de no
levantar m�s sospechas al chofer que las que ya supondr�a.
Una vez dentro, aquilat� su belleza adolescente. De piel muy
blanca, su cabello casta�o enrulado ca�a sobre su frente y colgaba alrededor de
su rostro sim�tricamente delineado. Unas cejas perfectas enmarcaban junto con
sus ojeras, dos enormes ojos oscuros. Y una boca que ni dibujada, roja como una
cereza madura e igualmente apetitosa.
Deb� ponerme en punta de pie para besarlo. Se dej� hacer.
Cuando le orden� responder, lo hizo con una beso muy apasionado y que se notaba
ya bien experimentado.
Le llev� al lavabo, le hice desvestirse, cosa que hizo sin
verg�enza ni miramientos. Estar�a acostumbrado.
Mientras se llenaba la ba�era con agua caliente y gel
arom�tico, le propuse comer o beber algo m�s, pero dijo que ya estaba bien con
lo que hab�a comido en la cafeter�a. Cualquier cosa que desees solo d�melo,
�ok?. Esta bien.
Le di un rico ba�o de espuma, aquilatando su hermoso pero
delgado cuerpo, de piel blanca y en la que luc�an muchos lunares de diversa
forma y tama�o, como puestos para guiar los deleites que iba a sentir, que
�bamos a sentir en la cama.
�Hace mucho que haces esto?. No tanto, desde el verano.
�Qui�n te inici�? Un joven, yo iba con un amigo caminando y �l empez� a mirarme
sin despegarme la vista, mi amigo me dijo ese quiere contigo, �c�mo sabes tu
eso?, porque no para de mirarte, anda, c�brale y te haces de unas monedas, �y
tu?, yo me piro pa�casa, chao, chao, y el joven me llev� a su casa, entramos por
la ventana y cuando amaneci� me fui tambi�n por la ventana y me dio mucho
dinero. Pero tambi�n he estado con mujeres, con una vecina de mi calle, como de
30 a�os que me meti� a su cuarto y me desnud� y me daba besos y me acost� y se
sent� encima de la polla, y daba saltitos hasta que me hizo correrme adentro y
gem�a y me hac�a agarrarle las tetas.
�Qu� te gusta m�s Ale, con la vecina o con el joven de la
ventana. No se, creo que la paso bien igual.
�Quieres hacerlo conmigo? Pa�eso vinimos �no? Si, tienes
raz�n. S�cate bien con esa toalla, �sabes usar un secador de pelo?. S� se.
Entonces hazlo y vente a la cama.
Tienes una piel muy suave Ale, t� tambi�n. Tienes un bien
instrumento Ale. Poco m�s grande que el suyo. �Te gusta que te la metan Ale?. No
se porque nunca me la han metido. �No?. No. �Y te gustar�a probar? Si tu me la
quieres meter, bueno. Te debo la cena.
No, no es por eso Ale. Se trata de que la pasemos bien los
dos en la cama.
Y s� que la pasamos bien esa noche. Hicimos todo lo
imaginable: nos besamos en la boca, nos acariciamos, nos besamos todo el cuerpo,
practicamos ricos 69, nos penetramos, nos hicimos sendos "pompini", al decir de
los italianos (sexo oral hasta eyacular). Repetimos lo que nos pareci� m�s
placentero y nos dormimos.
A eso de las 5 de la madrugada, medio destapados por el
desorden de la cama, mientras arreglaba las ropas, se despert� y me abraz�
repitiendo algunas de las situaciones anteriores. Una vez satisfechos ambos,
continuamos durmiendo hasta las 10 del d�a siguiente.
Antes de levantarnos, nos volvimos a acariciar golosamente, a
besarnos sin restricciones y terminamos exhaustos en la ducha que nos la dimos
abrazados.
Era un amante joven y apasionado. Sab�a gozarlo todo. No
ten�a inhibiciones ni falsos pudores. Ni sufr�a de ning�n tipo de represi�n.
Desayun� sobriamente. M�s dulce que salado. M�s l�quido que
s�lido. Sin dejar nunca de sonre�r de esa manera triste con que sus ojos
miraban.
Lo recompens� generosamente.
Desde ese d�a, nos encontramos al menos una vez a la semana.
Ahora viste mejor. Est� entusiasmado por estudiar y surgir. No ha vuelto al
paseo peatonal (y eso he podido comprobarlo en sucesivas pasadas a distintas
horas). Hemos ido juntos a diversos sitios. Y siempre hemos disfrutado cada uno
del cuerpo del otro, satisfaciendo a la vez el propio cuerpo.
Pero me ocurre algo raro con �l. No lo siento como a un
amante. Lo siento como a un hijo. Y de �l me llega un cari�o y una ternura
igual. Si no hubiera cama de por medio, lo adoptar�a.
Vuestros comentarios, como de costumbre los agradezco: <POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO>