Relato: Y sab�a de todo... (3)



Relato: Y sab�a de todo... (3)

OJITOS VERDES... (tres)


(La ni�a exige mas...)


Un Fabliau original de


ANALBO


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Tercera Parte


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Llegaron a media tarde a la estancia de los Ar�valo.


Los Ar�valo se dedicaban a la cr�a de distintas razas de
animales pura sangre y venta de p�jaros ex�ticos.


Karina le hab�a pedido para su cumplea�os un papagayo de
hermosos colores para el enorme comedor de la casa y un Loro hablador. En la
entrada, que era enorme, los invitaban a recorrer los distintos stands, donde se
exhib�an todo lo que ellos vend�an. Rodrigo y Alejandro fueron hac�a el interior
donde hab�a gente conversando para hacer las averiguaciones del caso...


Ojitos Verdes se qued� en la 4x4. De pronto vio a unos
doscientos metros del lugar, en medio del campo, una peque�a tropilla de Pony,
peque�os caballitos de no m�s de setenta cent�metros de alzada, fuertes, de crin
largo y hermosas colas. Ella sab�a conducir, de chica su papi le hab�a ENSE�ADO,
PUSO EN MARCHA la camioneta y fue a detenerse frente a los caballitos. Los vio
nerviosos, se tiraban coses entre ellos, se mord�an y relinchaban mientras
trotaban como jugando a algo desconocido, despu�s se enterar�a que era una
ceremonia muy especial, donde el macho trata de excitar a la hembra. Baj� del
veh�culo y se acerc� al grupo de caballitos, apoy�ndose sobre los alambres que
cercaban el campo, justo en el momento en que uno de los animales intent� subir
sobre otro, siendo rechazado, hasta que el caballito macho, el semental,
desenvain� una larga verga oscura y gruesa, cuya cabezota encaj� justamente en
la raja de la hembra, que dio un relincho, pero no pudo escapar, por m�s que lo
intent�, pues el potro la ten�a agarrada de tal forma que ya no pod�a huir.
Ojitos Verdes observ� todo muy atentamente, quedando asombrada ante semejante
"cosa" del caballito, que comenz� a moverse, haciendo entrar y salir de la vaina
jugosa de la hembra que comenz� a acompa�arlo con su cuerpo y relinchos. Karina
se sinti� convulsionada, volvi� sobre sus pasos y se introdujo en la camioneta y
entr� a jugar con sus dedos en su sexo, estaba sin su tanguita, se acord� que el
padrino se la hab�a sacado.


Alejandro y Rodrigo, se acercaron por el lado opuesto a la
puerta de la camioneta, extra�ados, no ve�an a la jovencita. Desde afuera era
imposible, ten�an vidrios polarizados. Miraron hac�a el lugar donde se o�an los
relinchos de los Pony, se miraron y sonrieron. Se imaginaron qu� podr�a haber
pasado. Fueron hasta el alambrado saltando una zanja, se acercaron cuanto m�s
pudieron a los caballitos, llevando cada uno una jaula con los p�jaros
adquiridos.


Al volver a la 4 x 4 se encontraron con un cuadro que
conmovi� a los dos hombres. Ojitos Verdes estaba desvanecida, totalmente desnuda
sobre el asiento trasero, sosteniendo en su mano derecha una enorme banana,
penetrada hasta la mitad en sus genitales. Alejandro y Rodrigo, dejaron las
Jaulas en el suelo y corrieron a sacar a la peque�a del trance. La cubrieron,
con unas mantas que hab�a en el veh�culo y con el toallon mojado la limpiaron,
le mojaron el rostro y le hicieron beber agua. La ni�a, abri� los ojos
dulcemente y con una sonrisa encantadora dijo con una enorme carga de placidez:


- � Papi... tengo sue�o... Ten�a hambre... tom� dos
bananas... � minti� -... pero al ver a esos caballitos haciendo cosas... no s�
qu� me pas�... mientras com�a una, se me dio por jugar con mi mano... luego
sent� necesitar de algo mas grande... ��Oh, padrino!!... papito... no fue mi
intenci�n...- y se ech� a los brazos de los dos hombres, llorando zalameramente,
mientras, con perversidad sus dos manitos entraron a recorrer sus piernas hacia
las pelvis. Al solo contacto de esas traviesas manos con sus respectivos sexos,
Alejandro y Rodrigo, reactivaron sus lujurias. Ojitos verdes fue m�s r�pida que
los dos, quienes cuando intentaron reaccionar, la ni�a ninf�mana ten�a en sus
manitas, apretando con fuerzas ambas vergas, que crecieron desvergonzadamente en
tama�o y grosor. La excitaci�n envolvi� la mente de los hombres, que volvieron a
olvidarse de quien era la ardiente viciosa y no comprendieron m�s all� de sus
sical�pticos estado.


Ojitos Verdes, estir� la piel que cubre cada glande, el
prepucio corri� hacia atr�s, dejando a su disposici�n las dos enormes
extremidades de esos penes. Los mir� con picard�a, y desoyendo sus quejas,
acerc� las dos cabezotas a sus labios, pas�ndoles su caliente y suave leng�ita,
logrando convulsiones con gemidos que proven�an de sus inmoderaciones sexuales.
Ojitos Verdes, mir� de reojos al padre y con picard�a y una sonrisa siniestra le
dijo:


- �Papi!...- Rodrigo se estaba retorciendo en el asiento del
veh�culo por efectos de las caricias de la peque�a, ella lo not� y
maliciosamente le coment� -... estuve pensando, �sabes?... �me escuch�s?...


- Si, �qu�?.... � y se mord�a los labios de placer incestuoso
que le proporcionaba la hija...


- �Que ser�a mejor que yo le cuente a mami... todo... todo,
todo...


- todo, �qu�? ... � y sinti� las manos de Karina subir y
bajar desde la cabeza a su pelvis con rapidez, masturb�ndolo, igual que al
padrino...- -


- Todo lo que me hicieron vos y el padrino... ah, pero eso
s�, le digo que yo tuve la culpa... que yo comenc� todo... � Rodrigo vencido por
el enorme goce por el que estaba pasando, le dijo, casi sin fuerza:


- �No, hija!... no pod�s decirle eso a mamita... � porque nos
manda preso a tu padrino y a m�, y a vos te deja encerrada en el convento para
no salir nunca mas.... � ella ri� con ganas, mientras fuertes chorros de esperma
vomitaban esas oscuras cabezas, ve�a a los dos hombres c�mo se retorc�an de
placer en sus respectivos asientos. Puso una vez cada una, las enormes vergas en
su boca, llen�ndosela del viscoso l�quido, hasta que quedaron laxas en sus
manitos.


La reacci�n del padrino y el padre, no se hicieron esperar.
Alejandro, trat� de convencerla para que no contara lo que hab�a sucedido,
porque les acarrear�a muchos problemas a �l y a su padre. Rodrigo, le implor�,
pero ella sigui� insistiendo, ante la desesperaci�n de los dos hombres:


- Bueno... est� bien... yo no digo... � los rostros de ambos
responsables cambiaron radicalmente, pero notaron una intenci�n en esos ojitos
verdes, entre tristes y crueles - ... �yo... no hablo!... � los dos sonrieron,
aflojando sus tensiones-... Pero quiero "eso"... - y se�al� con su mano por la
ventanilla del veh�culo sin mirar. Alejandro gir� su cabeza y no vio nada.
Rodrigo se atrevi� a preguntar:


-�Qu�, hija?...


- �pide lo que quieras, Ojito Verdes... que si papi no quiere
yo te lo consigo!... �qu� es lo que quer�s, mu�eca?...


- Eso... � cerr� los ojos nuevamente con fuerza, y volvi� a
se�alar sin mirar - ... �un pony!...


- �Un pony? �Para qu� un Pony?... � acaso no tenemos tu
alaz�n de


Montar en la Hacienda?... - coment� el padre e insisti� -...
� para qu� un petiso? ...


- �para montarlo mas tranquila!... para jugar... Hay
compa�eras del Convento que lo tienen... El padrino me lo cuida durante la
semana, le hace un establo a su medida... me consiguen las monturas y cuando yo
estoy en casa, paseo en �l... �Les parece mal?....- y entr� a llorisquear -...
��si, papito.... quiero un pony.... y quiero ese blanco de crines largas y la
cola hasta el piso... � And� papito.... compramelo... � puso cara de capricho y
volvi� a amenazar -...� mir� que sino, hablo... � Rodrigo baj� la cabeza,
descendi� de la pickup y se alej� lentamente hacia la entrada de los Ar�valos.
Su compadre quiso acompa�arlo y ella le dijo que no, que se quedara all� y le
grit� al padre -... �papi, el blanco ese que est� all�!... ��ese!! Otro no... �
cerr� la puerta del veh�culo y lo tom� de la mano al padrino, pidi�ndole que se
sentara junto a ella.


Alejandro estaba aturdido por el proceder de la ni�a y se
dej� arrastrar, ella le pidi� que la ayudara a vestirse y se quit� la frazada
que la cubr�a, dej�ndola caer al piso del veh�culo en el asiento trasero,
quedando delante del hombre totalmente desnuda:


- �Te gusta padrino?... �qu� te pasa, padrinito? �Por qu� esa
mirada?... El hombre a pesar de su edad, no pudo desechar la malsana idea de
engullir ese apetitoso plato. Nunca la hab�a visto a su ahijada as�, paradita
con los senos duros, que pod�an entrar en su boca, sus piernas de mujercita,
bien torneadas, las caderas como para soportar muchas, pero muchas cosas m�s, y
una incipiente y oscura pelusita sobre su rajita, la acarici�, se obnubil� su
mente y por fin sus ojos se detuvieron en los bell�simos ojitos verdes, �de la
ahijada? �O los de una hembra? Nunca los hab�a visto como un hombre. Siempre fue
el padrino que ve�a a la ni�a ahijada crecer. Pero en este momento fue distinto.
En esos ojos vio a una mujer, que despertaba al sexo con una carga de erotismo
inconmensurable que ped�a a gritos que la satisficiera. Baj� su mirada a la boca
de la peque�a cuyos labios los vio por primera vez como los de una hembra,
mojados por la saliva de ella que lo desafiaba descaradamente y la atrap� con
sus fuertes brazos, la atrajo hacia su cuerpo apret�ndola con furia y por
primera vez acerc� sus labios a la boca de ojitos verdes y los bes� con
suavidad, por miedo a despertar de ese sue�o imposible de creer y fue ella la
que lo invit� a pasar, abriendo su boca y sacando su lengua para penetrarla en
la boca del padrino, mientras con sus manos traviesas, le bajaba los pantalones
para tomarle la verga con desesperaci�n.


Alejandro, removi� su lengua en la boca de la ni�a que
siempre crey� virgen, y �sta saboreando los jugos del padrino le mord�a los
labios hasta sangrarlos. Luego, �l, roy� su cuello, pasando su lengua h�meda por
toda su ardiente piel, al tiempo que la insaciable doncella, lo masturbaba y con
sus peque�os dientes segu�a masticando las carnes del semental que le estaba
dando placer. Cuando el hombre mayor, carcomi� los pezones casi morados de
Karina, ella se retorci� y llevo su mano izquierda a frotarse su cl�toris que
pugnaba por salirse de la vagina. Los peque�os pechos, pero grandes para tan
corta edad, fueron engullidos por la boca de Alejandro, ante los gemidos de
placer de la peque�a y viciosa ahijada.


La recost� toda a lo largo del asiento, el se arrodill� en el
piso de la parte de atr�s de la 4 x 4 y meti� su cabeza entre sus piernas que
ella abri� m�s y m�s. La lengua gruesa, �spera y larga del padrino recorri� la
hendidura vaginal, mientras Ojitos Verdes se retorc�a de placer y gritaba cada
orgasmo. Se encontr� con un cl�toris demasiado desarrollado, lo sabore� con sus
labios, ante los gemidos de la p�ber ninfomana que gritando insastifecha:


- �m�aass.... m�sssss, padrino.... oh, mi Dios....
padrinito... mordeme el pijito, como dice el padre Ram�n en el convento ...
arranc�melo.... ayyyyyy.... agggggg.....- exacerbado por la lujuria el hombre
mayor se sent� en el asiento, tom� a la ni�a como si fuera un objeto y la coloc�
frente a su boca, mientras intentaba penetrarla ante los gritos excitados de la
jovencita. Alejandro, la apreto hac�a abajo y la verga penetr� hasta sus
test�culos, cayendo desvanecida Ojitos verdes, sobre sus hombros sin emitir un
grito de dolor. Alejandro la comi� a besos en su rostro, en sus ojos, en su
cuello, succion� sus leng�ita dormida y as� derrumbada sigui� un movimiento de
saca y pone, la ayudaba, alz�ndola � era una plumita entre sus brazos- y la
volv�a a bajar hasta chocar pelvis contra pelvis, hasta que Ojitos verdes, abri�
sus ojos y gir� su mirada hac�a su padrino, con una sonrisa de placer que
asustaba:


- �� Ah, padrinito!!.... qu� bueno.... �sto es maravilloso...
� y se retorc�a hasta que tom� ritmo y entr� a cabalgarlo de una forma que
Alejandro jam�s hab�a sentido, y le murmuro en los o�dos de la peque�a mientras
su lengua los penetraba:


- Chiquita, m�a... �d�nde aprendiste a hacer esto?... Mu�eca
malcriada, jam�s una mujer me ha hecho gozar de �sta manera... �qui�n te ense��
a hacerlo as�?... � la peque�a viciosa, volvi� a sonre�r ya totalmente
desquiciada y le respondi� al padrino:


-... � all�, padrinito... � y segu�a jineteando sobre la
verga de ese hombre cincuent�n, al que jam�s nadie le hab�a sacado mas de dos o
tres acabada, pero en su juventud y �sta diablilla sexual le segu�a quitando,
absorbiendo su l�quidos seminales:


- �d�nde, all�?... �tu papi?...


-... ��Nooo!!... padrinito... m�aaassss, por favor...
m�ssss... por el amor de mi �ngel de la guarda... segu�.... segu�....
seguiiiii.... padrino....��siiiii!"!... Ahggggg... � y volvi� a desplomarse
sobre su padrino que segu�a sus movimientos casi desenfrenadamente. Le estaba
costando su cuarta eyaculaci�n en horas:


- �Mi mu�eca traviesa! � cu�nto lo hac�s gozar a tu
padrino!... � y apur� el sube y baja, se sinti� con algo de fatiga, su coraz�n
estaba demasiado acelerado, pero estaba a punto de acabar en la oscura cavidad
de la mujercita libidinosa, cuando ella volvi� a tener otro orgasmo,
desgarrador, como si le hubieran arrancado el �tero y le pidi� al hombre bestia
que la segu�a poseyendo, ya fuera de s�:


- �Alejandro... por favor...


- �qu�, Ojitos Verdes, qu�?...


- ��Penetr�me!!... � por atr�s!... por favor te lo pido...
por atr�s... como lo hace el padre Ram�n... � de un salto la fierecilla
montaraz, con una agilidad casi el�ctrica, sac� la verga del padrino de su
vagina y dirigi�ndola con su propia manito, se la insert� solita en el ano, tal
como estaba lubricada, por sus jugos, y la dureza del grueso miembro, le entr�
forz�ndose, pero gust�ndola como una posesa. El enorme placer de Alejandro,
renov� sus br�os y la apret� con fuerza, casi con furiosa lujuria, sin
compasi�n, hasta sentir sus nalgas apretarle los test�culos y volvi� a arremeter
como si fuera la primera vez, hasta que inund� las entra�as de la peque�a, que
se retorc�a del placer que le daba su padrino, lanzando orgasmos tras orgasmos,
terminando en un llanto incomprensible. Quedaron as� los dos. Ella, la perversa
adolescente, sentada sobre el cincuent�n padrino que recib�a de la ahijada
largos y mojados besos como queri�ndole succionar su lengua, mientras la verga
comenzaba a achicarse, entrando en un estado laxo, imposible de rehabilitarla.
Con la toalla, a�n h�meda, limpi� a la peque�a, cuyo rostro no pod�a disimular
ni esconder su cansancio, al igual que �l, se sent�a exhausto y fatigado.
Arregl� lo que m�s pudo las cosas, para que Rodrigo no se diera cuenta.


Se calmaron. Bebieron caf� caliente de un termo. La
chiquilina comi� un trozo de torta que le hab�a puesto su mam� y Alejandro,
termin� una longaniza napolitana producto de su �ltima elaboraci�n a base de
carne de cerdo.


Alejandro, mir� fijamente a la jovencita y le pregunt�:


- �C�mo es eso del padre Ram�n, princesa?... � la ni�a, con
cara de picard�a extrema, repregunt�:


- �qu� Ram�n?...


- No te hagas la tonta con tu padrino... �c�mo es eso que
todo te lo ha ense�ado el padre Ram�n?... � Ojitos Verdes lanz� una carcajada.


Se recost� sobre sus piernas, estaban sentados en el asiento
delantero y mientras terminaba de engullir la torta, sacando sus piernas por la
ventanilla derecha, comenz� a relatar una historia.


El padre Ram�n, un cura que se hizo viejo diciendo misa para
las alumnas del convento, dentro de la instituci�n, ten�a un estilo muy sabio
para ganarse la voluntad de las ni�as. �l sab�a, con quienes pod�a hacerlo,
luego de una serie de charlas en el confesionario, cuando cada mujercita iba a
confesarse los domingos:


- Yo era nueva, mam� me inscribi� a los doce a�os en el
Convento, con residencia, me lleva los lunes y me busca los viernes por la
tarde, para estar aqu� s�bado y domingo. Cuando la hermana maestra de alguna de
las materias no asiste a dictar su curso, por estar enferma, o por cualquier
otra cosa, nos avisan que tenemos las pr�ximas dos horas para hacer lo que
nosotras queremos. En una oportunidad, una de mis compa�eras me invit� a ir al
confesionario a charlar con el padre Ram�n y as� lo conoc�. Ella ten�a un
problema y quer�a consultarlo. La acompa��. No quiso hablar a solas con el cura
y le pidi� que me quedara con ella. El padre Ram�n, con cara de bueno, gordito,
brazos cortos y fuertes... manos con dedos largos y gruesos, tocaba el �rgano en
misa. Lo encontramos algo alterado, "�qu� le pasa Padre?"... le pregunt� Alicia,
mi amiga y �l dirigi�ndose hac�a una alumna que acaba de salir, dej� entrever su
estado de �nimo: "��sta, chica, la Matilde!... se viene a quejar, que siente una
comez�n, como cosquillas en su vertical, le doy un remedio y lo rechaza...
�bueno all� ella, que la cure Sor Natalia!"... � me mir� y me pregunt� con voz
gruesa, de mal tono,


"y vos, peque�a, �qu� haces con la vertical cuando pica?...-
lo mir� sin saber qu� me estaba diciendo, se ri� y dijo: "�que Alicia te lo
explique!"- ... no prest� atenci�n a la conversaci�n de Alicia con el cura, solo
record� las palabras del cura y la sonrisa p�cara de Alicia, cuando �l dijo que
ella me lo explicara. A partir de ese d�a, teniendo doce a�os comenc� a escuchar
muchas historias de las cosas que ocurr�an en el convento. Primero no les di
importancia, hasta que despu�s de medio a�o de estar yo all� de pupila, una
noche me sent� mal y llame a mi compa�era de celda y le dije que me sent�a mal,
que me estaba mojando toda. Me hab�a bajado por primera vez la menstruaci�n. Mi
compa�era, mayor que yo, de 16 a�os, me dijo que no era nada y me ayudo a
asearme y cambiarme de ropa, me aclar� que mi organismo estaba transform�ndose,
que las hormonas y que s� cuantas cosas, pero yo sent�a fuertes dolores le rogu�
que buscara a una hermana para que me d� alg�n calmante. Alicia, llam� a la
celadora... era Sor Natalia, �sta vino urgente, vio el caso, me consol� con
masajes, me dio calmantes y todas las explicaciones del caso, hasta que me
dorm�.


- Muchas palabras, que no responden a mi pregunta... �
inquiri� Alejandro. Ojitos verdes, estir� su cabeza hacia atr�s para mirar con
ojos p�caros al padrino que estaba fumando en pipa, dejando un rico olor a
tabaco rubio importado, con cuyo aroma hab�a logrado eliminar el exacerbante y
penetrante olor al sexo reciente. La peque�a, al mover su cabeza not� que el
miembro del padrino hab�a vuelto a endurecerse, cuyo glande apuntaba a sus
labios desde atr�s de la tela de pantal�n y amag� con un mordisco, Alejandro le
retuvo la cabeza, pero ella se forz� y sac� su lengua y se la mostr� lasciva,
libidinosa, eternamente l�brica y la dejo hacer... Y as�, en esa posici�n le
sac� la enorme verga, desabotonando el pantal�n. El miembro de Alejandro,
nuevamente se meti� en la boca de la desenfrenada ni�a, la que solamente gir� su
cabeza y tom�ndola con ambas manos se la meti� hasta la garganta, degustando ese
enorme pedazo como si fuera la primera vez. El padrino se acomod� en el asiento,
mientras Ojitos verdes succionaba cada vez con mayor fuerza, gozando con los
gestos del padrino que se mor�a de placer.


De pronto, escucharon la voz de Rodrigo que se acercaba,
llamando a Alejandro. La ni�a solt� el juguete y sigui� devorando el resto de
torta, con tranquilidad el padrino guard� lo que no deb�a verse y continu�
pitando, echando mucho humo en la cabina.


Rodrigo, abri� la puerta, lo invadi� una oleada de humo:


- �c�mo pueden soportar tanto humo?...


- �Estoy comiendo, papi!.... �Y?...


- �Ya est�!... Alejandro, necesito un cheque en d�lares, y
como vos ten�s cuenta en d�lares, despu�s te los doy para cubrir...


- �Si, si... � de cuanto?...


-�mil quientos!... � lo mir� sorprendido Alejandro, Ojitos
Verdes sonre�a malignamente:


- �Tanto cuesta?... � dijo el compadre:


- �No, m�s a�n! Anticip�, dos mil en pesos...


- �Lo Trajiste, papi?... quiero verlo...


- no hijita... pero cuando vuelvas la semana que viene del
colegio, lo tendr�s aqu�... el que vos pediste... mansito... listo para
montarlo...- Alejandro le dio el cheque y Rodrigo, sali� apresurado hacia la
estancia de los Ar�valo a terminar la operaci�n.


La insaciable Karina, apenas se alej� el padre, se apreto
contra la pelvis de Alejandro, desprendiendo nuevamente la botonera y sacando la
fl�ccida polla del nido, as� blandita y con la boca llena de crema de la torta,
comenz� a jugarla en su boca hasta que de pronto el enorme falo que ahora
parec�a mas enorme y grueso, se hinch� de tal manera que la ardiente boca de la
chiquita no pudo retenerla, entonces la tom� con ambas manos y entr� a sobarla
maravillosamente, tirando su prepucio hacia atr�s y lo volv�a hacia adelante
cada vez mas r�pido. Alejandro totalmente excitado, le tomo la cabeza a la
peque�a, furioso, y le meti� todo su miembro hasta el fondo, exigi�ndole que
chupara con fuerzas, antes que regrese el padre, mientras �l la masturbaba con
sus dedos suavemente sobre su cl�toris. Alejandro, el cincuent�n padrino de la
incontrolable ni�a de apenas 14 a�os, se sinti� vencido por la p�ber y
contabiliz� con su mente enardecida, en el mismo momento en que por s�ptima vez
eyaculaba en menos de seis horas, que tuvo la sensaci�n de que su secreci�n, su
mucosidad seminal, era extra�da, succionada por la habilidad de la precoz y
ardiente muchachita que absorb�a el esperma con maravillosa lujuria...


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Relato: Y sab�a de todo... (3)
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