Relato: Foll� con mi amante en mi lecho matrimonial



Relato: Foll� con mi amante en mi lecho matrimonial

El tablero de avisos del aeropuerto, anunci� la llegada del
vuelo 250 proveniente de la ciudad de M�xico. En la sala de espera, yo estaba
sentada enseguida de Enrique, mi esposo, con una sensaci�n de cansancio y a la
vez incertidumbre, por conocer a los empresarios que llegar�an en ese avi�n. Al
d�a siguiente, tendr�an una serie de reuniones con las que culminar�a un
convenio con la organizaci�n en la que hace m�s de 10 a�os, trabaja mi marido.


Mi esposo me hab�a pedido que lo acompa�ara, a fin de
apoyarlo en la atenci�n suele dar a los visitantes que acuden a la empresa en
asuntos de negocios. Aunque me sent�a bastante cansada, por el trabajo acumulado
en mi oficina, sin dudar, acept� acompa�arlo. El siempre ha sido muy lindo
conmigo y lo quiero de verdad. Adem�s, se que le gusta que lo acompa�e en los
momentos que considera de especial inter�s. Tambi�n, me ha dicho que es muy
placentero lucir a una esposa tan bella.


Para acudir a esa recepci�n, me puse un vestido color azul
p�lido, liso, corto y unas medias que me cubr�an hasta medio muslo, destacaban
las formas y la suavidad de mis piernas. Los zapatos de tac�n y descubiertos,
mostraban mis delicados pi�s, que luc�an espl�ndidamente cuando caminaba y
sentada, cruzaba las piernas. Finalmente, decid� no ponerme brassier, ya que, no
me gusta que se marque esa prenda en el vestido, por tanto, mis pechos se
adivinaban desnudos por debajo de la delgada tela del vestido. Los hombres a mi
alrededor no pod�an disimular su turbaci�n al advertir que mis pezones se
notaban a trav�s del vestido.


Un momento despu�s, los pasajeros del vuelo, empezaban a
desfilar, con sus maletas, en el pasillo de recepci�n. Al encontrarse con sus
respectivos comit�s de bienvenida, algunos besaban a sus parejas, los
ni�os corrian a recibir a sus padres, personajes de todo tipo y presencia
llenaban el recinto. Enrique me tom� de la mano y me invit� a acompa�arlo,




Aria, por favor, acomp��ame, ya vienen nuestros
invitados.


Claro, mi amor, te acompa�o. Le respond�, poniendome de
pi� y despertando un brillo de deseo, en dos hombres de mediana edad, que no
perdieron la oportunidad de observar extasiados mis piernas, cuando el
vestido se me subi� casi hasta las bragas, al levantarme del asiento.




Los empresarios, resultaron ser dos hombres pulcros y
elegantes, que con seguridad y soltura, se nos acercaron cuando reconocieron a
Enrique. Not� que el licenciado Beltr�n, era evidentemente el jefe y su
acompa�ante, el tambi�n abogado, Javier Gonz�lez, result� ser su colaborador y
consejero en cuestiones de contratos e inversiones. El primero un hombre maduro,
elegante, educado, sobrio, me pareci� que estaba alrededor de los 55 a�os. El
segundo, denotaba no m�s de 35 a�os.


Mentir�a si no reconociera que Javier, me caus� un tremendo
impacto. Me pareci� el hombre m�s hermoso que hab�a visto en mucho tiempo. Alto,
de un cuerpo atl�tico, pero sin exageraciones, manos varoniles, evidentemente se
notaba que practicaba alg�n deporte, por sus movimientos, �giles y arm�nicos y
como un le�n se desplazaba con la seguridad de su fuerza y atractivo. Cuando me
mir�, sent� que una fluido el�ctrico atravesaba todo mi cuerpo. Fue una
corriente de mutua atracci�n y sorprendentemente, me sent� turbada ante esa
presencia. Dios mio, no puede ser, Aria, la mujer segura de si misma,
acostumbrada a manejar todo tipo de situaciones, ahora experimentaba sensaciones
de vulnerabilidad.


Enrique me present�, como complacido del efecto que
evidentemente les hab�a causado.




les presento a Aria, mi esposa.


Es un verdadero placer conocerla se�ora, permitame
decirle con todo respeto, que es usted una mujer muy hermosa, indic� el
licenciado Beltr�n.


Nunca imagin� que ibamos a tenr la oportunidad de conocer
a la esposa de Enrique, ya me hab�an comentado que era usted una dama muy
bella, sin embargo, creo que quienes me lo dijeron se quedaron muy por
debajo de la realidad. Diciendo esto, Javier, me tom� ligeramente mi mano,
sosteni�ndola segundos m�s de lo esperado.




Enrique me tom� de la cintura y empezamos a caminar con rumbo
al estacionamiento. Hac�a comentarios con el licenciado Beltr�n sobre los
detalles de las partidas que proporcionarian la base para los convenios del d�a
siguiente. Javier caminaba un paso atr�s. En un momento, mir� hacia �l y me
encontr� con su atractiva sonrisa y un gui�o de ojo. Pens� que era un hombre
encantador.


Enrique y el licenciado, estaban tan ensimismados en su
pl�tica, que me aventur� a sugerir que ellos tomaran la parte delantera del
coche y que que Javier y yo viajariamos en el asiento trasero. Se acept� por
unanimidad mi sugerencia. Javier, se adelant� a abrirme la portezuela
correspondiente y de manera natural me introduje en el auto, dejando que el
vestido se me subiera, tanto, que se ofrecieron mis piernas desnudas a la mirada
at�nita de mi nuevo amigo. Al sentarme me fue imposible bajar suficientemente el
vestido, por lo que decid�, cruzar mis piernas y seguir con el espect�culo de mi
suave anatom�a.


En ese momento Javier coment�:




Enrique, permiteme decirte lo espectacular que son las
bellezas que puede uno encontrar en esta ciudad. Entend� el comentario, por
la p�cara mirada que me dirig�a cuando lo hac�a.




Enrique, le respondi� con un amable comentario,




Claro Javier, y eso que no has conocido m�s de estas
bellezas que con gusto te mostraremos y dejaremos que te deleites a
plenitud.




Javier continu�,




Adem�s, ese color azul me encanta. Como me gustar�a
descubrir lo que hay m�s all�.


Claro, Javier, dispondremos de todo para que lo
disfrutes. Coment� mi esposo.




Era evidente que Javier, se hab�a percatado que mis bragas
eran de color azul y ese comentario, en realidad, me lo dirig�a a mi. � que
deliciosa osad�a, pens�.


Nos dirijimos al hotel en donde se hospedar�an. Mientras
tanto, continuaron los comentarios sobre las cualidades de la ciudad, sus
problemas y la diferencia de vida en relaci�n con la capital. Javier, no perd�a
la oportunidad de tocar como por descuido, mis manos, brazos y en alguna momento
hasta mis piernas.


En una de las ocasiones, al rosar levemente con su mano la
piel de mis muslos, ah� en donde terminaba mi media y surg�a mi rosada piel,
coment�




Enrique, estoy tan extasiado, que no puedo resistirme a
gozar de las bellezas que encuentro en esa ciudad, de verdad, son
maravillosas.




En ese momento, Enrique, puso una cara de duda al notar que
Javier estaba exagerando un poco con sus comentarios, ya que, no parec�a tener
relaci�n con la zona de la ciudad que estabamos atravezando, sin embargo, no
dijo nada y esbos� una sonrisa de comprensi�n.


Not� que Javier ten�a su pene erecto. En ese momento tambi�n
me percat�, que mi vagina estaba humedeciendo mis bragas. Tambi�n, estaba
sintiendo peque�as pulsaciones de placer en mi cl�toris. � Se�or mio! Estoy
excitada, pens�.


Pronto, llegamos al hotel. De nuevo, al bajar, y ya sin
recato alguno, ofrec� un espect�culo superior de mis piernas y bragas h�medas.
En ese momento me di cuenta, que no solo hab�a sido presenciado por Javier sino
por el licenciado y Enrique. Adem�s, del mozo y el guardia del hotel. De verdad,
ahora, me sent�a esa hembra deseada que disfruta su femineidad con plenitud.


Nos despedimos de ellos y sent� una profunda frustraci�n.
Enrique no los invit� a ning�n lugar y as�, sin m�s, regresamos a casa.
Definitivamente, me hab�a excitado ese hombre. Sent�a mi coraz�n acelerado y mi
sexo h�medo, ten�a la necesidad de hacer el amor, hubiera hecho cualquier cosa
por ser penetrada por el hermoso pene que se adivinaba a trav�s del pantal�n de
Javier. Sin embargo, nadie dijo nada y me qued� con esa fea sensaci�n de estar
excitada y no poder hacer nada por evitarlo. Cruc� mis piernas y empec� a mover
una de ellas suavemente, adelante, atr�s, m�s y m�s. Sent� que ese movimiento
estimulaba mi cl�toris, que lo sent�a dilatado, turgente. Uhummmmmmmmmmm...




�Qu� te parecieron estos empresarios, querida? Me
pregunt� Enrique, sac�ndome de mi abstracci�n.


Me parecieron personas amables, educadas e inteligentes,
�Cu�nto tiempo estar�n en la ciudad? Expres�, con una voz tenue, excitada,
aterciopelada.


Ma�ana tendremos las reuniones y pasado ma�ana, temprano,
regresar�n a la ciudad de M�xico. Aclar�.


Poco tiempo, amor, muy poco tiempo. En mi mente apareci�
la imagen de Javier cuando dije: amor.


Si, es poco tiempo, pero creo que es lo suficiente ya que
solo revisaremos y firmaremos los convenios correspondientes. Por cierto,
�no es ese el portafolios de Javier? Dijo esto, al percatarse de que hab�a
olvidado las partidas y notas en el auto.


Si creo que si. �No quisieras llevarselas ahora? Apur� el
esperanzador comentario.


No reina, ma�ana yo mismo las llevar� a la oficina, no
creo que hoy las necesite. Expres�, rest�ndole importancia al olvido.




Antes de llegar a casa me sorprendi� otro comentario de
Enrique.




Oye Aria, �no est� un poco corto tu vestido? Mostraste
hasta tus braguitas azules en el hotel.


No lo creo Enrique


Ya ves que si, puesto que �como sabr�a que tus bragas son
azules?


No sea tan celosito maridito mio, le coment�, acariciando
levemente su barbilla y dejando que lo dicho perdiera importancia.




Al d�a siguiente, Enrique se visti� y sali� apurado a su
oficina. Yo permanec� en la cama, la verdad es que el recuerdo de Javier segu�a
provoc�ndome reacciones de excitaci�n. Decid� masturbarme en cama, pensando en
lo vivido el d�a anterior. Me baj� las bragas, moj� con mi saliva mi dedo medio
y suavemente me empec� a frotar el cl�toris. Uhmmmmmmmmmmmmmmmmm, dej� escapar
esa expresi�n de placer, curvando mi espalda y moviendo hacia arriba mis
caderas. Mi mano se mov�a con rapidez frotando mi cl�toris, humedeci�ndolo con
mi vagina, introduciendo la punta en mi suave caverna, sorprendentemente
lubricada.


Definitivamente, ese hombre me hab�a excitado como nunca.
Necesitaba tener orgasmos, hab�a tenido sue�os h�medos, estaba caliente ... muy
caliente. Entrecerraba los ojos, mi respiraci�n era superficial, r�pida, mi
coraz�n estaba a mil... sudaba, mi cabello revuelto cubr�a mi cara, mis senos
turgentes, mis pezones erectos, la aureola que los rodea, me parec�a que crec�a,
m�s y m�s. Estaba por sentir la llegada de mi primer orgasmo, cuando son� el
tel�fono... ringgggg, ringggg, no quer�a contestar estaba llegando al cl�max con
esa deliciosa masturbaci�n pensando en Javier... ringggg, ringggg, insist�a.
Cog� el auricular con mi mano izquierda, mientras que con los dedos de la
derecha continuaba frot�ndome mi sexo....




ssssssssssiiiiii? Respond�, sin dejar de estimularme el
cl�toris.


Hola mi amor, �recuerdas las notas y facturas que olvid�
Javier? Ahora fui yo quien las olvid�. Dijo con expresi�n de apurado.


�Enn, serioooo, mi amooorr? Coment�, recogiendo con mi
dedo los flujos de mi vagina para humedecerme el cl�toris.


�Que haces reina? Suenas como si estuvieras ... �que
haces?


Estoooy hacieeendo ejerciciooo en la bandaaa amor, �qu�
creeee�as? Mis caderas empezaban a temblar con la anticipaci�n del orgasmo.


Ah ya veo... oye Aria, Javier acaba de salir en taxi para
la casa, por favor, � te puedo pedir que busques esas notas y las tengas
listas para cuando llegue? Coment� apurado Enrique.


Clarooooo mi amorrrr, las teeendr� listaaaas para
daaaa�rselas. Muchaas graciaaas queeridoo. Coment�, sintiendo deliciosamente
un orgasmo por la estimulaci�n de mi cl�toris, ahaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.


�Gracias porqu�, Aria?


Por confiaaar en que yo se las daaaaar� a Javier, amoor,
respond�...


Un beso amor, ya sabes, son notas muy importantes, ciao.


Ten la seguridaaaad de que ahoooora miiiismo las aliisto
para d�aaaarselaas. Ciaaaao. Mmmmmmmmmmmmmmm, segu�an llegando peque�os
orgasmos.




En ese momento, dej� de masturbarme, la casualidad me hab�a
dado la oportunidad de completar el deseo inconcluso del d�a anterior. No sin un
poco de remordimiento por sentir tales pasiones con alguien que no es mi esposo
y descarademente frente a �l. Me duch� y me prest� a arreglarme lo m�s
r�pidamente posible. Me puse el portaligas para unas medias negras, me puse unas
min�sculas braguas transparentes, un top de encaje que no alcanzaba a cubrir mis
pezones. As�, arregl� mi cara, me pint� los p�rpados con esa sombra que me
resalta el verde de mis ojos y chispas de rouge en mis mejillas. Los labios,
cuidadosamente los demarqu� y me epliqu� un labial color rojo brillante. Pein�
mis cabellos. Me vi en el espejo, ten�a un corte fabuloso que a�n se manten�a de
dias anteriores que Francis, mi peluquero, me hab�a realizado con esmero.


En ese momento escuch� el timbre de la puerta de entrada.
Dinggg, dongggg. Me coloqu� una bata y dej� que Ofelia, recibiera al visitante.
Por cierto, esta amable se�ora ha estado durante mucho tiempo con nosotros,
cuid� a Enrique desde peque�o y posteriormente la incorporamos a la ayuda en
nuestra casa.




Buenos d�as, �Se encuentra la se�ora Aria? Javier, dej�
escuchar su voz grave.


Si un momento, se�or �a qui�n debo anunciar?


Soy el licenciado Javier Gonz�lez, servidor.


Un momento, creo que la se�ora est� en su habitaci�n.
Dijo esto, subiendo las escaleras.




Ofelia toc� en mi habitaci�n conyugal, abr� la puerta, le
agradec� su recado y le dije que ahora atender�a al licenciado. Me asegur� el
cintur�n de la bata y me dispuse a bajar. La excitaci�n que sent�a era por dem�s
evidente. Sent� la mirada de Ofelia siguiendo con atenci�n todos mis
movimientos.


Baje las escaleras y llegu� hasta Javier. �l se adelant� y me
dio un beso en la mejilla al cual respond� con un atrevido ronroneo...




Disculpa Aria, me dijo Enrique que ibas a tener listas
las notas y facturas para entreg�rmelas. Como sabes, nos son muy necesarias
para la reuni�n.


�En serio quieres que te las d�? Respond� con una
descarada coqueter�a.




Entendiendo el mensaje, javier se acerco, me tom� por la
cintura y me dijo,




Estoy urgido que me las des desde ayer, en serio �tu
creiste que fue un accidente lo del olvido de las notas?


Hummmmmmmmm, eres un atrevido Javier. Respond�




Nos besamos largamente. Su boca se fundi� en la m�a, urgando
con su lengua y mezclando nuestras salivas, me acarici� con ternura mi espalda,
mi cintura y mis nalgas.




Eres la mujer m�s hermosa que he conocido, me excitas,
qu� delicioso hueles, Aria, �Qu� tienes debajo de esa bata amor?


Eso es una sorpresa. B�same, cari�o, quiero ser tuya, mi
cielo.




Estabamos abrazados bes�ndonos apasionadamente, cuando me
percat� que Ofelia bajaba las escaleras. Evidentemente, se quedo paralizada con
la escena. Me separ� de Javier y sin m�s comentario, le indiqu� que fuera al
supermercado a hacer algunas compras que ya ten�a programadas y regresara m�s
tarde. Ella, muy seria, poniendo una cara de reproche, ya que le tiene gran
estima a Enrique, tom� lo necesario y se dirigi� a la puerta de salida sin decir
m�s.


Antes de llegar a la puerta de salida, Ofelia vio
perfectamente cuando me abr� la bata y le mostr� a Javier el esplendor de mi
cuerpo. Volte� su cara y sali� sin hacer comentarios.


Me acerqu� lentamente a Javier, con mi bata abierta y con
movimientos felinos. Ante esta visi�n se qued� sin habla, y de manera titubeante
coment�:




Aria, de verdad, nunca hab�a conocido una mujer m�s
atrayente y sensual como t�. Envidio profundamente a Enrique, dar�a todo lo
que poseo por hacerte mi esposa. Coment� con voz grave, varonil.


No hagamos fantas�as, disfrutemos el momento mi amor.
Ahora puedes imaginar que soy tu esposa o lo que quieras. Quiero ser tuya mi
cielo. Goza mi cuerpo que tiembla por ti.




Lo tom� de la mano, y lo atraje escaleras arriba, a mi alcoba
matrimonial. Mientras ascend�amos me besaba, me acariciaba. Como un poseido, no
hac�a m�s que decirme lo bella que era, que estaba superexcitado desde el d�a
anterior, que no hab�a dormido pensando en m�.


Llegamos a la habitaci�n, me tom� en sus brazos y me deposit�
en mi lecho conyugal que a�n estaba destendido. El olor de Enrique y m�o se
mezclaba en las s�banas, que apenas hac�a unas horas cubrian nuestros cuerpos
abrazados, como cualquier matrimonio que se ama.


Me beso cada centimetro de mi cuerpo. Me quit� la bata y con
sus dientes arrang� mi top y mis bragas. Se deleit� chup�ndome las tetas,
mordisqueandome los pezones ... agggggggggggggggggggg, quueeeeee,
rrriiiiiccccoooooooo


Deliciosamente lleg� a mi vientre, me encanta que me besen
esa parte de mi cuerpo. Se detuvo una eternidad en mi cl�toris. Me lo chup�. Lo
tom� entre sus labios y chup� y chup�, friccionando adem�s con su lengua de
arriba a bajo. Sent� que iba a estallar de placer. No recordaba haber sentido
sensaci�n tan intensa. Estabamos como poseidos. Mi cuerpo se retorc�a denotando
el ansia de tal disfrute sexual. Met�a su lengua en mi vagina, sent�a que mi
humedad era tal, que se mezclaban mis fluidos con la saliva de Javier. Percib�
la llegada del primer orgasmo, Dios mio!!!! Grit� tan fuerte sin preocuparme que
alguien pudiese escuchar tal expresi�n Ahhhhhhhhhhggggggggg ,
ahhhhhhhhhhhhhhhhh, mmmmmmaaaaaaaaaaaaaasssss, miiiiiii amoooooooorr, siiiiiiiii
siiiiiii siiiiiiiiiiiii, augmmmmmmmmmmmmmmm.


No par� de sentir una multitud de orgasmos que hac�an temblar
todo mi cuerpo, sin apenas calmar mi excitaci�n. Con mi cuerpo desnudo me
coloqu� encima de Javier. Sent�a su cuerpo varonil y hermoso y le empec� a besar
su cuello, sus brazos, mi lengua lam�a cada mil�metro de su anatom�a, sent�a su
temblor cuandos mis pechos desnudos tocaban su pecho, su pene estaba que
explotaba cuando lo rosaba con mi pubis. Baj� y baj�, con lentitud, y �l,
desesperado, no dejaba de gru�ir de placer, tocandome mi suave piel, tersa,
femenina, mi cintura, mis turgentes nalgas, me chupaba, me besaba,
desesperadamente buscaba incrementar su placer. Tom� con mis manos su pene,
erecto, pens� que no ser�an menos de 21 cms. Le pas� mi lengua por toda esa
verga, extasiada. Por fin lo introduje en mi boca, mis labios, estimulaban la
cabeza de su tremenda verga, inchada y caliente. Chup� y chup�.




quiero sentir tu sabor Javier, quiero que me des tu leche
caliente. Me urge tragar tu esperma, hacerlo parte de mi cuerpo.




Notaba que crec�a y crec�a, hasta que no pudo m�s y explot�
dentro de mi boca. Sent� los chorros de semen dentro de m�, trag�ndome una buena
cantidad, luego, a�n arrojando, semen, me salpic� mi cara, mis labios, mis
p�rpados, mi pelo. Estaba toda llena de su leche caliente. De nuevo le mam� ese
enorme pene y lo chup� y lo chup� m�s y m�s. Me meti� su dedo en mi ano,
gritabamos de placer y nuestros orgasmos se mezclaron.




Sigo excitado Aria, por favor sigamos, m�s. Quiero
sentirte m�s. Me dec�a con pasi�n.


Yo tambi�n papasito soy tu puta, c�geme, f�llame, hasta
saciarte, mi cielo. Respond�.




Nos besamos, nuestras fluidos eran cada vez m�s evidentes,
las s�banas y la cama que forma parte de la intimidad de mi matrimonio, ahora
conten�a los fluidos de mi infidelidad. Le supliqu� que me la metiera, de nuevo
erecto el pene, se lo volv� a chupar mientras �l me chupaba mi cl�toris y
vagina, desnudos, en la posici�n 69. Mir� el espejo del tocador. La imagen de
Aria y Javier llenaba la habitaci�n. Sus olores, sus gritos, su pasi�n...


Se coloc� encima de m�, me abri� las piernas y me introdujo
en mi vagina su poderoso instrumento,
ahggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg, grit� desesperadamente, mientras
que le colocaba mis piernas en su espalda, ofeciendole mi sexo abirto, y grit� -
queeeeeeeeeeeee ricoooooooooooooooooooooooooooo. Sent�a un infinito placer que
me llegaba a cada parte de mi cuerpo. Se los juro, nunca hab�a sentido hasta esa
ocasi�n, el que mi vagina se llenara de un pene tan increiblemente delicioso. La
sensaci�n de placer me produc�a la necesidad de curvar mi espalda, de mover para
adelante y para atr�s mis caderas, para hacer que el pene de Javier, se me
metiera m�s profundamente en mi vagina y saliera, solo para arremeter en la
siguiente introducci�n. Con mis manos me sosten�a mis tetas para que no se
movieran tanto durante la tremanda follada que estaba gozando. Creo que nunca
hab�a gritado tanto durante una cogida.


Mis jugos cubr�an toda su polla, la cual brillaba mojada,
cada vez que salia de mi vagina, lubricada, estrecha, hermosa. En eso, son� el
tel�fono .... ringggg, ringggggggg, al d�cimo repiqueteo, contest�...




sssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii? Mi voz suave, femenina,
son� agitada


�Hola mi amor, lleg� Javier, reina? Dios mio! era Enrique
el que estaba llamando. Con un cinismo que me sorprendi� a mi misma, le
respond�.


Siiiii, quuuueeeerrriiiddooo, ahooora eeeest�
aquiiiiiiiiiiiii�. Dije sin ocultar su presencia.


�Todav�a est�s haciendo ejercicio, Aria?


Siiiii, tooodav�iiaa.




Al darse cuenta Javier qui�n estaba al tel�fono, quizo
sacarme el pene, que hasta ese momento entraba y salia de mi vagina, foll�ndome.
Le tom� sus caderas y le dije...




Por favoooor, no me la saqueeeeeeees. D�jamelaaaa
adentrooooo, m�aaaaaaaaasssss.


Hola, �qu� est�s diciendo Aria? �qu� est�s pidiendo que
no te saquen? Enrique mostr� su perplejidad ante el comentario.


La toallaaaa del ejerrcciooo. La iba a sacaaaarrr
Ofeeliaaa.


Ah, que bueno que est� Ofelia contigo mi reina. Disculpa,
no entend�a. Oye, me dices que ya fue Javier, �que pas� con lo que te pedi?
�se las diste?


Siiiii quueeerriiddooo, en esteee momeentooo se las
estooy dandoo.




Javier, me segu�a follando, yo sentia cercano mi orgasmo y el
suyo. Imag�nen la escena, yo con el pene adentro, Javier encima de mi,
meti�ndomela, foll�ndome, Enrique al tel�fono... Vaya situaci�n!!! En ese
momento sent� que no pod�a m�s, iba a tener mi en�simo orgasmo.




M�ssss , maassss, grit� en el extasis del placer.


Oye Aria, �y ahora, a qu� te refieres? �m�s que?


Me est� sirviendo Ofeeeliaaa una vaso con aguaa y lo
estabaa dejandoooo a la mitaaaaaad. Ahaaaaaaaaaaagggggggggggggggggggggggg,
grit� al sentir el orgasmo y sentir los chorros de semen que me llenaban las
entra�as. Javier se estaba corriendo dentro de mi.


�Qu� son esos gritos, Aria? �Ya se las diste a Javier?,
dime por favor, me urge que ya se venga. Apur� Enrique


Mi amoor, lossss griiitoos soon porquee me lastime� por
accidenteee una piernaaa pero no fue nada ya pasoo� y estoy por darleee lo
que pediste a Javieeer. Lo que pasa es que me di mi tiempoo para
alistarselaaas, no te preocupeees.


Bueno mi amor, d�selas pronto y dile que ya se venga, no
podemos esperarlo m�s en la reuni�n.


Siiii queeriiddooo, dee heechooo yaa see vinoooo.


Ah, perfecto. �se vino?


Ya se fueee quieroo deciir, cari�ooo


Bueno bye, y ya termina de hacer tanto ejercicio, te ves
muy agitada.


Yaaaa teeermineee, amor, variaasss veceesss.


�Varias veces? Est�s rara amor, y prep�rate porque voy a
invitar a cenar a nuestros amigos. Ponte bonita mi reina.


Assii seraaaa, amooor, b�sammeeeee


Si mi amor te mando un beso.




No t� sino t�, le dije a Javier. Colgu� y segu� disfrutando
el pene dentro de mi vagina, que hab�a explotado y amenazaba con volverse a
parar. Seguimos follando por dos horas m�s, hasta saciarnos. La rec�mara ol�a a
sexo. Abraz�ndo su cuerpo desnudo encima de �l, le di un largo beso,
prometi�ndole que ser�a suya cuantas veces quisiera. Le coment� que se las dar�a
porque era lo que me habia pedido mi marido. Nos vestimos y cuando bajabamos de
la rec�mara, lleg� Ofelia, la cual, haciendo una mueca nos vio bajar muy
juntitos.


No pude evitar, levantando mis brazos y rodeandole su cabeza
ofrecerle mis labios como despedida. Durante m�s de cinco minutos seguimos
bes�ndonos. No me import� que Ofelia presenciara la escena.


En un momento, de respiro, le ped� a Ofelia que arreglara la
rec�mara. Se encontr� con un lecho matrimonial prof�samente lleno de fluidos y
aroma a sexo. Mientras tanto, continu� con la despedida de mi amado Javier.


Actualmente, sigo teniendo relaciones sexuales
estramatrimoniales con Javier. Enrique, ha hecho una buena amistad con el
licenciado Beltr�n y con Javier, no se imagina que �ste, se folla a su esposa,
aun en su lecho conyugal. Por su parte Ofelia, sigue manteniendo su actitud
acusadora cuando me visita Javier en la casa. No nos ocultamos de ella para
besarnos y acariciarnos y para tener nuestras largas sesiones de sexo en mi
alcoba matrimonial, mientras Enrique trabaja en su oficina.



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Relato: Foll� con mi amante en mi lecho matrimonial
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