Relato: La inolvidable primera vez con Nieves





Relato: La inolvidable primera vez con Nieves

Hola mi nombre es Edwin, tengo 24 a�os y vivo en Per�, en una
provincia del interior llamada Trujillo, soy profesor de literatura, mido 1.72,
soy robusto, tipo Max de la serie de televisi�n Roswell. Tengo buen cuerpo, mis
rasgos f�sicos son duros. Tengo frente ancha, cabello negro lacio, cejas
pobladas y ojos negros, mi mirada se parece un poco a la de Jack Nicholson,
tengo la boca relativamente grande, labios gruesos y gesto adusto, nariz recta,
siempre me dicen que tengo rostro de villano y que no aparento mi edad que me
veo mayor. Partes de mi cuerpo que les agrada mucho a las mujeres son mis
gl�teos y mis pectorales grandes y bien marcados.


Esta p�gina la he leido hace poco y me parece muy buena, as�
que he decidido escribir un relato para probar qu� tal, y tambi�n a modo de
ejercicio, porque estoy trabajando en una novela sobre mi primer amor mezclado
con otros temas como la muerte y el olvido. Les dedico estas l�neas con mucho
cari�o, espero que las disfruten. Si desean dirigirme alguna observaci�n,
cr�tica destructiva, constructiva, elogio o cualquier comentario, h�ganlo a esta
direcci�n: POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO. Con
gusto les responder�.


Este relato lo he titulado LA INOLVIDABLE PRIMERA VEZ CON
NIEVES


En esa �poca yo ten�a diecisiete a�os y andaba de enamorado
con una chica de diecinueve a�os. Est�bamos los dos en la misma clase de la
universidad. Ella iba atrasada un a�o y yo adelantado uno. Yo hab�a sido siempre
hasta ese entonces un buen alumno. En general la gente piensa que los primeros
alumnos llevan una vida mon�tona y aburrida, pero yo digo que no es cierto
porque ser de los primeros alumnos no tiene que ser aburrido, a m� nunca me ha
costado gran esfuerzo ni dedicaci�n exclusiva.


Yo levanto la bandera de los primeros alumnos con esp�ritu
jovial y aventurero, del estudio matizado con actividades m�s excitantes como el
amor y el deporte. Ser buen estudiante, no lo duden, tiene ventajas. Por
ejemplo, nunca faltan las chicas que necesitan tu ayuda y generalmente las m�s
bonitas son las m�s haraganas. Uno solo debe saber aprovechar la situaci�n y
cobrarles caro el favor. Yo hab�a conseguido as� esta enamorada, que se llamaba
Nieves. Me hab�a buscado pocos d�as antes de fin de semestre para que yo hiciera
su examen final de Introducci�n a las Ciencias Jur�dicas. En el primer examen
estaba jalada. Ahora necesitaba 15 puntos sobre 20 para pasar. Sab�a que yo
ten�a la nota m�s alta en ese curso, por lo que me ofreci� plata a cambio de la
suplantaci�n. Pero yo le suger� que estudiara, le dije que yo le iba a ayudar
sin cargo.


Como yo no cediera a su insistencia, acept� mi propuesta. Nos
reunimos varias veces en la sala de estudio de la facultad y le explicaba los
temas del curso en forma sencilla y did�ctica, que esa virtud siempre la he
tenido. Me di cuenta que a parte de ser bonita era inteligente por la rapidez
con que se aprend�a las lecciones y las pertinentes observaciones que luego
hac�a de esos temas. Yo ten�a planeado caerle despu�s del examen, que sin duda
ibamos a aprobar los dos. Ya hab�a adelantado bastante la conquista, alabando su
belleza constantemente con renovadas frases inspiradas e ingeniosas copiadas de
los poetas cl�sicos. El punto d�bil de las mujeres es el o�do. Y digo m�s, el
o�do es mejor veh�culo para llegarle al alma a una mujer que la vista.


Yo tengo los rasgos faciales duros, y contextura robusta (mi
mam� dec�a, ri�ndose de m�, que me parezco a Lou Ferrigno del incre�ble Haulk) y
siempre he tenido jale con las chicas, pero no conquist� a Nieves por mi
apariencia sino con el verbo. El tipo de chica que era Nieves es la t�pica
se�orita conciente de su belleza que, porque ha recibido demasiados halagos, se
vuelve muy exigente y ve en la mayor�a de los hombres, aunque le sean
atractivos, prospectos inacabados de pareja porque a cada uno le encuentran
siempre una cosa que le falta o le sobra para ser dignos de ellas. As� me ve�a
Nieves, pues aunque yo le gustaba (como despu�s me dijo) no terminaba de
convencerse de que estaba a su altura. Ella era muy bella, una de las m�s
codiciadas por los hombres en la facultad. Y a m� me desfavorec�a mi edad y mi
fama de chanc�n, eso me restaba bonos ante ella. Pero en lo f�sico ella no se
pod�a quejar, porque era (a�n soy) musculoso y ten�a el cuerpo bien
proporcionado y atractivo. Sin embargo me llamaba "chibolo". Se re�a de mis
piropos y halagos, pero como eran diferentes a los que comunmente le dec�an y yo
se los dec�a con tanta frecuencia y delicadeza, al final hicieron efecto en su
sensibilidad y me gan� su cari�o y acept� ser mi enamorada incluso antes del
examen.


Por las fechas en que tiene lugar mi relato, Nieves hab�a
viajado por vacaciones de medio a�o a reunirse con su mam�, que viv�a en Piura.
Este viaje ven�a apenas despu�s de poco m�s de una semana que llev�bamos de
enamorados. Me hab�a dado con fuerza el camote por ella y su viaje no hab�a
hecho m�s que aumentar ese cari�o. Porque como es sabido, el deseo de las
personas crece y se intensifica doblemente cuando recae sobre una cosa prohibida
o cuya posesi�n enfrenta dificultades como la distancia, la familia, etc. Me
envi� una carta cari�osa y una postal desde Piura anunci�ndome el d�a y hora de
su llegada. Fui a esperarla al terminal del autob�s. A las dos horas de retraso,
la Administraci�n del transporte inform� que el bus hab�a sufrido un accidente
en el camino.


Dos personas fallecidas y varios heridos. Esper� todav�a un
rato m�s. Como no hab�a nuevas noticias y corr�a la voz de que los heridos iban
a ser transportados a la ciudad en cualquier veh�culo disponible seg�n la
urgencia de las heridas, me fui a casa a escuchar por la radio nuevos informes
desde el hospital o la carretera y tambi�n para estar al tel�fono por si ella
llamaba.


Son� el tel�fono a las dos de la ma�ana, era ella. Con una
voz apagada y cansada, me dijo que estaba bien, que hab�a salido completamente
ilesa del accidente, que hab�a sido el susto de su vida, que hab�a pensado que
iba a morir. Llamaba desde su casa, sus padres estabana aliviados y cansados.
Quedamos en vernos al d�a siguiente.


Vino a mi casa a las diez de la ma�ana. No hab�a nadie en
casa, excepto mi abuela de setenticinco a�os que apenas se levantaba de su vieja
silla para ir al ba�o. La hice pasar a la sala y me cont� c�mo hab�a salido de
Piura con la ilusi�n de verme al llegar. Me mostr� una artesan�a piurana que
representaba un ave: "lo compr� para ti, es tuyo". Le agradec� con un beso en la
boca. Me retribuy� el beso con avidez nueva en ella. Me narr� el momento del
accidente.


El l�quido de freno del bus se hab�a vaceado y el chofer con
las justas hab�a logrado controlar el veh�culo para evitar que cayera a un
barranco, pero en la maniobra se hab�a ido contra unas rocas al borde de la
carretera a tal velocidad que todos hab�an salido volando de sus asientos. En
esos momentos ella hab�a visto su vida ante sus ojos: las cosas bonitas que le
hab�an pasado, recuerdos de ni�ez y tambi�n cosas feas, todo en un par de
segundos. Hab�a pensado en el tiempo que hab�a desperdiciado en actividades
vac�as e in�tiles y le hab�a pedido a Dios, en quien no cre�a, que le permitiera
sobrevivir para vivir en adelante intensamente.


Fue un momento intenso. Creo que ambos sentimos a la vez
ternura y excitaci�n. "Te juro que siento una inmensa alegr�a de estar viva".
"yo estaba angustiado", le dije mir�ndole a los ojos. Nos besamos con creciente
pasi�n. Ella dijo: "hazme el amor".


Me bes� lujuriosamente mont�ndose sobre m� que estaba sentado
en el sof�. Luego se par� frente a m� y sin quitarme la vista se quit� la blusa
y el sost�n. Sus hermosos senos quedaron frente a m� en una invitaci�n a
acariciarlos. Eso fue lo que hice. Era la primera vez que ella me dejaba
tocarlos directamente, sin el estorbo de la ropa. Le lam� los pesones
delicadamente mientras ella respiraba trabajosamente con los ojos cerrados.


Me baj� el pantal�n, me sent� en el sof� y cog� su mano y la
gui� hacia mi miembro erecto y duro: "Mira c�mo me pones", le dije. Ella lo
acarici� y le dio unos jalones con la mano: "�porque no me dijiste que eras
aventajado?", dijo sonriendo. Luego se agach� y se la meti� en la boca.


Comenz� a mam�rmela lentamente. Rodeaba mi miembro con sus
labios (suaves, tibios y h�medos) y mov�a la cabeza hacia adelante y hacia
atr�s, mientras con la lengua le daba como brochazos al glande. Mi miembro
desaparec�a entre sus labios y luego aparec�a ,empapado en su saliva,
decapitado, pues ella manten�a el glande dentro de su boca. Me lami� la piel de
las bolas, se meti� un test�culo en la boca y lo chup� suavecito, haci�ndome
escapar un jadeo involuntario: "Ahh". Mientras me la chupaba, con sus manos me
acariciaba los muslos y los pectorales. Yo hund� mis dedos en su cabello y
comenc� a marcarle el ritmo de la mamada. La estaba cogiendo por la boca.


Me puse de pie sin quitar mi pene de su boca. Quise met�rsela
toda y con las dos manos tom� su cabeza y la apret� contra mi virilidad. Su
rostro delataba el esfuerzo que hac�a para acoger en toda su longitud mi
miembro. Una corriente de excitaci�n me atraves� la espina dorsal desde la nuca
hasta el culo y comenc� a embestir su boca con movimientos cortos y veloces como
de conejo. Ella cerr� los ojos y apret� los labios.


Qu� gusto. Si segu�a as� un minuto m�s, me habr�a venido en
su boca. "no te aceleres tanto, amor", dijo ella sac�ndose mi miembro de la
boca. Me volvi� a chupar los huevos, uno despu�s de otro para luego erguirse y
buscar mis labios. La bes� y sent� en su boca el sabor de mi pene. Fue un beso
prolongado y hambriento.


Nuestras lenguas se enredaban ansiosamente, como si
quisi�ramos lamernos hasta el alma. Le acarici� la entrepierna sin parar el
beso, al contacto de mis dedos se estremeci� todo su cuerpo y cerr� los ojos
complacida, sus labios vaginales chorreaban como un coco partido sobre mis
dedos. Ella en respuesta me sujet� del miembro con rudeza y me masturb� con
movimientos fuertes, lentos y prolongados. "me excitas tanto", susurr� sin poder
contenerse m�s: "m�temela", y acompa�ando la acci�n a sus palabras me dio la
espalda y se agach� lentamente, levantando su culo frente a mis ojos. Separ� las
piernas un poco y se puso de puntillas. Al pensar que iba a poseer ese hermoso
culo me recorri� el cuerpo un escalofr�o delicioso cuyo epicentro era mi verga.
SAb�a que ella anhelaba que yo la penetrara y para aumentar su deseo me tom� mi
tiempo. "m�temela yaaa" dijo impaciente.


Dobl� un poco las rodillas para que mi miembro quedara frente
a su vagina, lo cog� con una mano y lo gui� a la entrada de su sexo, pero sin
met�rsela toda, solo la punta. Sus fluidos empaparon la cabeza de mi pene. Ella
solt� un suspiro y fue empujando sus caderas hacia atr�s suavemente hasta que me
hund� por completo dentro de su cuerpo: "Ahhh", gimi�. Sus h�medas paredes
interiores abrazaban mi pene fuertemente mientras ella iba de adelante para
atr�s y viceversa. Yo ve�a mi verga sumergirse y emerger en medio de sus nalgas
hermosas. Me sent�a dichoso.


Nunca me hab�a tirado un lomo as�. No pude contener m�s mi
excitaci�n y la tom� de las caderas y la atraje contra m� hundi�ndole mi pene
hasta el fondo, y as� segui fren�ticamente. Golpeaba con mi cuerpo sus nalgas,
las cuales a cada embestida saltaban como olas: clap, clap, clap. Ella aument�
el volumen de sus gemidos. Se dio cuenta que si segu�a as� me iba a venir
demasiado pronto y haciendo un esfuerzo para contener los aullidos de placer,
dijo : "D�mela m�s despacio". Yo baj� el ritmo poco a poco hasta llegar a una
cadencia de una embestida cada dos segundos. Su respiraci�n tambi�n se fue
desacelerando. "�As�?", le dije. "S�, as�, no pares. H�ndemela hasta el fondo".


Yo evitaba mirar mi pene entrando y saliendo de su cuerpo
porque la excitaci�n me hubiera hecho eyacular. Cerr� los ojos y me detuve.
Entonces fue ella quien comenz� a moverse. Al rato dijo "�te gusta?". "S�".
"Ahora me toca a m�", dijo y con un movimiento r�pido interrumpi� la
penetraci�n, se sent� en el sof� y abri� las piernas. "hazme la sopa", dijo: Yo
me ubiqu� de rodillas en el suelo frente a ella e inclin� mi cabeza hasta tocar
con mi lengua sus labios vaginales. "Ahh, s�, as�". Su sexo chorreaba debajo de
mi boca y mojaba con sus fluidos mis labios y mis mejillas. Paseaba mi lengua
por sus labios externos suavemente para luego hundirsela y batirla como el ala
de un picaflor, con lo cual ella gem�a limpiamente, sin contenerse nada, y
soltando suspiros de placer profundos como mugidos.


Me tom� la cabeza y la apret� contra su entrepierna al tiempo
que arqueaba la espalda y adelantaba las caderas en un movimiento involuntario
producto del placer que gozaba. Para no perder el contacto de su vagina, la
sujet� de las caderas desde abajo, manteniendo mi lengua dentro de su cuerpo y
lamiendo fren�ticamente. Ella cerraba los ojos en una expresi�n de placer tan
intenso que ya parec�a locura, respiraba, entre jadeos, con la boca bien
abierta. As� estuvimos aproximadamente dos minutos: ella retorci�ndose como una
lombriz expuesta al sol y pugnando por hundirme m�s su vagina en la boca y yo
sujet�ndola para seguir con mi lengua dentro de ella lami�ndole el conejito
furiosamente y sin tregua.


Hasta que sus gemidos se convirtieron en gritos: "Ahhhhhhh,
m�temela m�s hondo. Mierda...!!!!!". En medio de convulsiones desaforadas y
descontrolados movimientos de caderas, se corri� en una explosi�n de fluidos que
brotaron a chorros sobre mi rostro, empapando mi pecho, mis brazos, el sof� y
formando un charco caliente sobre el suelo. Yo segu� estimulando con dos dedos
su vagina y su cl�toris hasta que solt� el �ltimo chorro de una corrida como
pocas he presenciado. Me mir� con un resto de deseo y con una mezcla de ternura
y gratitud, sudaba. Parec�a una yegua de pura sangre que despu�s de una carrera
vuelve a la calma y al descanso. Nos besamos en la boca suavemente.


Cog� su cabeza y la gui� hacia mi pene: "ch�palo". Ella
obedeci�. Pero era claro que sus arrestos sexuales hab�an menguado tras su
primer orgasmo. Para encenderla de nuevo le habl�: "preciosa, com�tela toda,
amor". "Me tienes loco, eres tan bella, una diosa hecha mujer". La excit� un
poco porque me empuj� con delicadeza haci�ndome acostar en el sof�. Mi miembro
qued� apuntando al cielo como una r�gida asta palpitante y brillante (por la
saliva). Lo cogi� con una mano y se mont� sobre �l. Fue doblando lentamente las
rodillas mientras su vagina lo devoraba mil�metro a mil�metro. "ooohhhh... �qu�
duro est�s!", dijo extasiada. Mi miembro qued� todo dentro de ella, sus nalgas
descansaron sobre mis muslos. Entonces comenz� a retirarse con la misma
lentitud. "Te voy a hacer gozar como nunca", dijo. "quiero ver". Le dije
acarici�ndole la cintura, los senos, la espalda.


Comenz� a moverse de arriba a abajo lentamente. Mi pene
resbalaba entrando y saliendo de su vagina caliente y h�meda. Ella empuj� sus
caderas con fuerza contra mi entrepierna haciendome llegar a lo m�s profundo de
su vientre. "Se siente tan bien cuando me penetras". Aceler� el ritmo de sus
movimientos de caderas. Sin parar de moverse se inclin� para besarme, nuestras
lenguas se enredaron ansiosamente.


Me tragaba su saliva con avidez. No pude contenerme m�s y la
empuj� a un lado y poni�ndome de pie le acerque mi pene a la cara. Ella me lo
chup� ansiosamente hasta que explot� entre gritos de placer: "Ahhhh!!!!", brot�
mi semen en varios chorros sobre su cara y sobre sus senos.


Nos recostamos en el sof� juntos. Yo la abrazaba y ella
apoyaba la cabeza en mi pecho. Al rato nos vestimos y salimos de mi casa. Esa
fue la primera vez que hicimos el amor. Luego lo volvimos a hacer varias veces.
Pero la que m�s recuerdo es esa primera vez. Tal vez porque ella estuvo
apasionada debido a su experiencia tan cercana a la muerte o quiz� precisamente
por ser la primera vez.


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