Relato: Adi�s adolescencia, adi�s inocencia





Relato: Adi�s adolescencia, adi�s inocencia

Adi�s adolescencia, adi�s inocencia
Cap�tulo 12 - Adi�s Berl�n. Un capullo florece. Se lleg� el final de enero y tuve que entregar el cuarto all� en Wedding, esos �ltimos d�as de mi vida en esa ciudad los pas� en su apartamento en el centro de Berl�n cuidando sus plantas y am�ndonos mutuamente. Parec�a como si el mundo se fuese a acabar en esa semana. Yo me esmeraba en seguir los consejos de Tano y aprovechaba toda oportunidad que se presentaba para amarla intensamente; ella no presentaba renuencia o rechazo alguno; por el contrario, apenas la empezaba a acariciar se convert�a en una madeja deseosa de ser amada. <> hab�a afirmado muy docto y seguro uno de los gauchos. Una ninf�mana empedernida no lo era, pero s� una mujer muy ardiente que le daba rienda suelta a su incontenible pasi�n cuando estaba ensimismada en el amor. En una de esas ocasiones, durante esos d�as de pr�cticamente despedida, hab�amos estado am�ndonos durante un rato largo. Era ya tarde en la noche y no se o�a ruido alguno, a pesar de la centralidad del edificio en que ella viv�a.

Ella reposaba boca abajo sin vestimenta alguna que la cubriese, yo la besaba suavemente, pues deseaba proseguir porque no sab�a cu�nto tiempo estar�a sometido a abstinencia sexual en la nueva ciudad; ella no reaccionaba, estaba profunda, rendida. Me fui a la ducha para refrescarme y as� poder conciliar mejor el sue�o. Al volver vi que ella segu�a tendida sin haberse movido, s�lo su respiraci�n indicaba que viv�a. Me sent� en el borde de su lecho para contemplarla y admirarla tal como aquella noche en mi covacha, s�lo que ahora estaba boca abajo mostrando su redonda y seductora pompa gl�tea que me llamaba insinu�ndome: <>. Aquella vez en mi cuarto percib� un mensaje igual de su paradisiaca Hermosura boca arriba, pero no me atrev� ni siquiera a so�ar con tocarla; ahora la situaci�n hab�a cambiado, y mucho. La muda insinuaci�n suya me sedujo y convenci�. No me pude contener y empec� a acariciarle la espalda con sumo cuidado, mi mano derecha le recorr�a lenta la ca�ada de su columna, la fui bajando hasta llegar a sus gl�teos, se los fui masajeando comprobando su firmeza, me agach� para posar all� mi boca abierta y lambete�rselos, dos chupitos silenciosos; segu� con mi mano hasta que llegu� a su estrecha vertiente anal. De su cuerpo emanaba la fragancia de sus perfumes, era pedante en ese aspecto. Todo ese toqueteo ocasionaba que todo mi cuerpo se empezara a despertar, especialmente mi virilidad. Por mi mente cruz� la idea de robarle un acto carnal a su trasero tan firme y hermoso; mi miembro entre esas prietas carnes rosadas cubiertas de vellosidad sedosa. Qu� dicha ser�a.

Yo lucubraba en qu� hacer, seguir adelante o tenderme a su lado y tratar de dormir. Record� a Tano: <>. Decid� seguir su consejo, �l siempre hab�a tenido raz�n hasta ahora. Me inclin� para llegarle con mi boca a su cerrada vertiente, muy paciente fui babe�ndosela con mi lengua para humedec�rsela ampliamente; ella dorm�a pl�cida y tranquila, relajada, distendida, pues mi lengua se hund�a con facilidad entre sus carnes anales y vaginales; de all� quedaba en mi lengua el caliente sabor saladito de su vagina plena de savia masculina m�a y l�quidos suyos; luego percib�a el sabor qu�mico de su jab�n, pues era en extremo celosa con su higiene, la cual era casi antis�ptica. Yo extend�a all� la saliva con mucha calma, de vez en cuando aprisionaba sus vellitos aur�feros entre mis labios para delicia de mi lengua. Mi miembro estaba ya a punto de estallar a causa de la excitaci�n, pues solamente el pensamiento de que me apoderar�a carnalmente de su prieto trasero me hac�a hervir toda la sangre, por mi frente bajaban ya las primeras perlas de sudor; y mi miembro dejaba chorrear pesadas gotas blancas.

Muy, pero muy cuidadosamente me coloque en cuatro sobre ella sin tocarla, su cuerpo yac�a entre mis piernas y brazos, de mi pelvis colgaba la masculinidad erecta y ansiosa de entrar en ese trasero que me excitaba con sus firmes redondeces. Baj� lentamente para que el glande se posicionase entre la zanja humedecida con mi saliva, con la mano derecha lo dirig� para que se hundiera entre sus paredes carnosas hasta llegar a su anillito; ella estaba profunda y no se percataba de mi asalto a su basti�n indefenso. Presion� muy suave para saber si estaba distendida, la saliva hab�a realizado su trabajo porque el glande resbal� poco a poco hasta que se perdi� entre su huequito; un reflejo de �ste al sentir el extra�o invasor entre �l me confirm� mi pensamiento, mi masculinidad se hallaba en sus carnes anales; con mucho esmero y paciencia dej� caer mi cuerpo sobre el suyo, pero sin avanzar en mi ataque por la retaguardia, no deseaba despertarla con un susto. Mis manos se posaron sobre las suyas hundiendo mis dedos entre los suyos, ahora s� reposaba sobre ella; mi boca le mordisqueaba discretamente sus l�bulos, le besaba su cuello y nuca, le lam�a la comisura de su boca, pues estaba de medio lado; empuj� lentamente mi cadera para penetrarle totalmente su hermoso y seguro trasero, el miembro avanz� poco a poco pero decidido en su empe�o de llegar a su meta. Mi pelvis reposa sobre sus gl�teos ardientes, mi pene disfruta de sus profundidades anales. Qu� lindo. Un fuego intenso recorre todo mi cuerpo; saco un poquito mi virilidad para luego empujarla otra vez, pues el roce con sus carnes me excita in extremis. Le lamo su cuello y l�bulo, le pase� la lengua por su mejilla y sus labios; mis piernas le atenazan las suyas oprimi�ndoselas para sentir la tersura de su piel y su calor, mis brazos envuelven los suyos y su espalda; es toda m�a, su cuerpo est� bajo el m�o sin pod�rseme escapar, no me canso de lamerle su cuello y l�bulo.

De pronto... -"Agturro... �Qu� haces?, �en d�nde est�s?, Agturro, Agturro, �eres t�?, �qu� me haces?, �en d�nde estoy? �Me est�s poseyendo?"-. Se despert� de s�bito totalmente desorientada, le apliqu� un cari�oso besito en su mejilla susurr�ndole que era yo y nadie m�s; su cuerpo tembl� unos segundos mientras sollozante me dec�a: -"Agturro, �qu� haces conmigo?; me has deflorado ah�, te has quedado con la virginidad de mi ano; era lo �ltimo y �nico virgen que ten�a"-. Mi �nica reacci�n fue inquirirle si le estaba haciendo da�o al tiempo que me absorb�a sus lagrimitas con la punta de mi lengua, respondi� concreta: -"no, no, no; s�lo s� que est�s todo en m�, lo tengo todo en m�, mas no en mi vagina sino entre mis nalgas"-. Se calm� y se recuper� de la sorpresa de mi asalto a su retaguardia: -"�desde cu�ndo est�s en m�?, todav�a est�s muy excitado y tu miembro est� muy firme"-. Mis labios se adue�aron de su media boca porque estaba de medio lado para decirle que hac�a ya un ratico largo que buceaba entre la profundidad de sus carnes anales, respondi� muy comprensiva: -"mu�vete, pero con calma, no estoy acostumbrada... Atrevido, s� muy atrevido eres, pero lindo sentirte en m� ah� atr�s"-.

As� culmin� su virginidad anal, y yo prob� de esas dichosas carnes prietas; su anillito reaccionaba nervioso y se contra�a cada vez que palpaba un movimiento de mi cadera empujando el miembro, ella imploraba: -"despacito Agturro, es muy diferente la sensaci�n, mueve s�lo tu pelvis... Cambiemos la posici�n, quiero que me beses y yo besarte a ti, sal de m� poco a poco... S�, s�, s�, as� no me haces da�o"-. Lentamente alc� mi cadera para complacerla, me tend� a su lado boca arriba; se dio vuelta arrescost�ndose contra la pared y acomod� sus piernas abri�ndolas, escondi� sus pies bajo mis axilas y coloc� mi pene entre su ranura anal posicion�ndolo en su esf�nter al tiempo que lo sosten�a suave con sus dedos para que no se fuese a extraviar, empujaba su cadera para acelerar un poco el proceso, �l resbalaba lento y paciente pero firme hacia su cueva; se oy� un leve chasquido y al sentir el glande dentro suyo fue presionando su cadera para que entrase m�s y m�s en ella, su anillito se contra�a nervioso al sentir el desconocido invasor que avanzaba apoder�ndose de su gruta; ella reconoci� mi esfuerzo: -"s�, as� Agturro, as�, mira ya est�s todo en m�, �se eres t� y tu atrevido hermanito. �Ahh, qu� lindo!"-. Yo tom� uno de sus pies para acariciarle con mis labios cada uno de sus dedos y sus ranuras; le lambeteaba fervorosamente la planta del pie y sus talones con lo cual se sacud�a todo su cuerpo haciendo que sus gl�teos se contrajesen aprisionando mi miembro para dicha de ambos.

Los dedos de su pie tecleaban en mis labios nerviosamente, lo mismo hice con su otro pie; su garganta exhalaba suspiros quejumbrosos porque los dedos de mi otra mano se paseaban por sus labios vaginales sumergi�ndose entre ellos para propiciarle caricias a su sensible perlita. Todo era silencio aquella noche; nada de <>; s�lo ella conmigo, y sus suspiros. Llev� mi mano hasta una elevaci�n que sobresal�a de su vientre que era producto de mi invasi�n a su profundidad anal, ambas manos acariciaron ese pin�culo, sus gl�teos se refregaban ansiosos en la tupida vellosidad de mi pubis, ella palp� murmulleando un poco incr�dula: -"incre�ble, lo tengo todo en m�... Ven, ac�rcate a m� y as� s� nos podemos besar y acariciar, t� con mi lengua y la m�a con la tuya; hazme con mucho cuidado, es la primera vez y quiero sentir placer en lugar de dolor"-. Me hal� para que me sentase y podernos besar ardientemente; su anillito segu�a contray�ndose nervioso a cada movimiento de nuestros cuerpos dej�ndose o�r un chapoteo proveniente del roce de mi miembro en sus carnes anales. Emplac� totalmente mi enhiesta masculinidad en su anillito, y �ste se fue adaptando al grosor del glande que fung�a de ariete para invadir completamente su palacio, pero ahora con permiso, deseo y complacencia suya. Pas� mis brazos por debajo del arco de sus piernas para poder enlazarla y atraerla, suspir� complacida: -"ahhh, qu� bien me siento... Qu� delicado y amoroso eres, dame tu boca, tu lengua... Uuhmmuah, tu juvenil energ�a me satisface... Descansemos, �s�?"-. Tano ten�a raz�n.

A�n unidos nos dejamos caer hechos un nudo total de brazos y piernas, nuestras respiraciones fueron bajando para darle paso a una tranquilidad adornada por el cuchicheo de sonidos y el intercambio de caricias bucales; mi cuerpo es recorrido por el deseo insostenible de irrigar a la amada del momento, el miembro se endurece a�n m�s y cabecea en su profundidad; estamos atados por nuestro nudo, ella palpa en su interior el mudo aviso m�o: -"acom�date bien sobre m�, pero no me cabalgues, s�lo presiona, quiero saber qu� se siente al ser ba�ada en el intestino"-. Una fervorosa eyaculaci�n la irrig� al tiempo que nos enlaz�bamos y bes�bamos como queriendo que ese momento no acabase... Yacemos sin fuerzas, ella recorre con sus diez dedos mi espalda ara��ndome, me muerde una oreja y susurra casi fiera: -"ya no tengo m�s virginidades; t� te hiciste due�o de la �ltima, hasta mis pies me desfloraste porque nunca nadie me los hab�an acariciado, y tan amorosamente como lo hiciste... Eres muy cari�oso y delicado. Estoy sorprendida, uhmmmuah, me haces sentir feliz... Qu� lindo me has hecho para quedarte con mi capullo en reto�o; ha sido maravilloso... Uhmuah, uhmuah"-. Su premio. Y ya no lagrime� m�s, ahora sonre�a complacida, sus esmeraldas refulg�an radiantes, su cabello azabache le ba�aba sus hombros.

Necesito ayuda

Una de las noches antes de mi partida me volvi� a obligar a que le prometiese que le escribiera y la llamara para contarle sobre mi vida en la en Alemania Occidental. Entre suspiros, cuchicheos y susurros le di mi honrada palabra de que cumplir�a con mis promesas. Bien, no era necesario ese gesto, pues de por s� yo lo habr�a hecho. Esa noche estaba ap�tica, no se hallaba en la onda para realizar un ferviente acto amoroso, me miraba ce�uda, como si tuviese dolores o un problema corporal. No era un rechazo directo suyo, pero elud�a mis intentos de seducirla, desnudarla, acariciarla y poseerla intensamente. Sincera, como hab�a sido siempre conmigo, me tom� la barbilla para decirme unas claras palabras: -"Agturro, tengo la vagina un poco irritada; has estado muy activo y ello me ha ocasionado un ardorcito interno, no ha sido culpa tuya, pero me tienes que disculpar, pues no tengo medicinas"-. Silenci� observ�ndola, me le acerqu� para bisbisearle muy quedo a su o�do mis palabras, ella sonri� cansada: -"qu� comprensivo eres, me acariciar�as s�lo con tu boca y lengua para no hacerme da�o... Eres encantador, uhmuah; claro, eso me lo puedes hacer y no me molestar�a, pues la lengua y la saliva no causan da�o... Pero espera, sabes, tengo una idea, ya vuelvo, qu�date ah� y no me sigas, no es necesario"-. Yo ten�a la costumbre de perseguirla a todos los sitios de su apartamento como perrito faldero. Salt� hacia la cocina dejando que la falda de su vestido se englobase permitiendome que le viera esos soberanos muslos suyos, as� como la pantaletica que le escond�a todos esos deliciosos secretos que yo ya le conoc�a; divinos. Desde lejos escuch� su quehacer en la nevera. �Qu� buscaba?

Volvi� con una expresi�n diferente, m�s distendida se ve�a; en su mano derecha sujetaba un recipiente pl�stico con forma de un vaso, se expres� triunfante: -"est� es la soluci�n, y para ello preciso de tu ayuda, ya ver�s, enseguida te explico, ser� agradable para ambos. Sabes, es yogur sin sabor ni aditamentos qu�micos, totalmente neutral, es muy refrescante; mi vagina est� irritada y es necesario sacarle ese calor; �me ayudas?"-. La mir� estupefacto porque no sab�a qu� me insinuaba, ya que no le hallaba ninguna relaci�n al yogur y la colaboraci�n que yo le podr�a o deber�a prestar. Mas, como siempre, asent� silencioso con mi cabezota . -"Gracias Agturro; eres muy comprensivo, l�stima que seas apenas un jovenzuelo, qu� l�stima"-. Ella estudiaba medicina, entonces algo deber�a saber sobre ese medicamento, me dije yo... Cambiaba su comportamiento aunque la expresi�n de su rostro permanec�a seria. Me mir� directa y segura para decirme: -"qu�tate la ropa, anda, desn�date"-. Ella segu�a sentada en el lecho totalmente vestida esperando a que le obedeciese su orden; yo no entend�a un co�o, pero seguro ten�a alg�n objeto su idea; todo nervioso me deshice de mi ropa y esper� a su nueva insinuaci�n. Y all� vino lo mejor de todo; ella se sac� toda su vestimenta, se tendi� boca arriba en el lecho adornada s�lo con su cabello y su vellosidad p�bica; a mi vista se me ofrec�a el espect�culo de su rosada vulva rodeada de esa tenue vellosidad coqueta, yo se la ve�a normal, como siempre, solamente un poco m�s rosadita. Se oy� su voz susurrando su estado: -"tengo la vagina muy seca, necesita lubricaci�n; l�memela y ensaliv�mela con mucha paciencia con tu lengua; t� ya sabes c�mo se hace"-. Sus piernas se alzaron hacia su pecho y las despleg� para que su estuche quedase a mi disposici�n, abri� con sus dedos sus delgados labios vaginales; lentamente me agach� hasta que mi boca roz� sus vellitos, ella murmur� segura: -"y ahora apl�cale la lengua con delicadeza, como t� me haces siempre"-. Abr� mi boca y la pos� sobre su vulva abierta, mi lengua se hundi� entre sus paredes humedeci�ndola; repet� esa labor largos segundos, me indic�: -"s�, as�, ahora s� exti�ndela"-. Le leng�ete� toda la zona de manera muy delicada y despacio hasta que llegu� a su puntito m�gico, lo fui circundando con la punta de la lengua hasta mojarlo, luego lo tom� suavemente entre mis labios para mucho placer suyo: -"s�, s� Agturro, ya me excitas, m�s pero con calma y paciencia"-. Y volv� a leng�etearle toda la zona vaginal para as� embadurnarla m�s y expl�citamente como ella lo deseaba, suspir�: -"ya est� bien h�meda, muy bien"-.

Fui separ�ndome hasta levantar mi torso, la mir� interrogativo mientras permanec�a hincado entre sus piernas esperando su reacci�n; su estuche reluc�a por mi saliva espumosa, sabore� mis labios comprobando que sab�an a su carne vaginal. Entonces destap� el recipiente, introdujo sus dedos �ndice y coraz�n extrayendo una masa blanca que llev� hasta la entrada a su profundidad vaginal, coloc� el grumo blancuzco y espeso entre sus labios, me observ� directa y susurr� con voz quebradiza: -"Agturro, ahora te toca a ti con tu pene; necesito que ese yogur llegue hasta lo m�s profundo de mi vagina para que se me refresque, pero me tienes que penetrar muy despacio para que no me hagas sentir ardor y se extienda bien �s�?, �entiendes?, es una terapia y no un coito... Y me lo tienes que hacer varias veces; t�malo con calma para que no eyacules porque el miembro debe estar bien recio; dom�nate al m�ximo y ver�s que tambi�n te dar� placer mientras me masajeas la vagina... Sabes, si estuviese sola entonces tendr�a que hacerlo con mis dedos; pero contigo aqu� es mejor y m�s pr�ctico; ven, ven"-.

Tom� mi miembro para comprobar su dureza y not� que no estaba lo suficientemente r�gido: -"tu pene debe estar bien erguido y duro; d�jame y te lo acaricio para que se yerga totalmente"-. Form� un anillo con su boca y ech� hacia atr�s el prepucio, su lengua lo roz� varias veces al tiempo que succionaba ocasionando que mi virilidad se templara, ella lo tasaba con los dedos de una mano, segundos despu�s lo solt� satisfecha: -"s�, ahora s� est� bien duro y erguido, ahora s� me podr�s ayudar, ven"-. Entonces se posicion� c�moda para permitir el acceso a su estuchecito, tom� firme mi miembro para colocarlo en la puerta de su irritado para�so, mi glande se pos� entre sus labios cuyo contacto caliente me ocasion� un temblorcillo, luego empez� a bucear entre sus ninfitas empujando la masa hacia sus profundidades escuch�ndose leves chasquidos ocasionados por el roce de mi carne erecta y r�gida roz�ndose con las paredes de su caliente ed�n; nos observ�bamos silenciosos, ella se mojaba los labios de su boca con su lengua, me agach� para besarla tiernamente mientras que mi pene llegaba a su destino, ella me susurr�: -"bien Agturro, as� me haces bien, ahora s�calo, pero lento y con mucho cuidado... Ahh, s�, as�, lo haces muy bien"-. Ech� hacia atr�s mi cadera para que la carne dura fuese desaloj�ndose; ella coloc� una nueva carga de la masa blanca y susurr�: -"otra vez, pero con mucha paciencia, tenemos mucho tiempo, as�, eres muy querido"-. Y volv� a hundir muy lentamente mi enhiesto miembro entre el ardor de su divina vagina, s�lo se o�a el chapoteo de mi carne esparciendo la masa blanca entre su fogueante tesorito. As� fui repitiendo hasta que su gruta qued� repleta de yogur refrescante; ella entonces me mordisque� los labios mientras me murmulleaba silenciosa: -"b�jate y me dejas acomodar; ponte de medio lado, es mejor para los dos, m�s c�modo y as� me puedes hacer mejor la terapia"-.

Hice caso a sus insinuaciones, me tend� tal como ella lo hab�a dicho; ella se dio vuelta d�ndome la espalda, alarg� una mano por entre sus piernas, tom� mi masculinidad para llevarla hasta su feminidad, insinu� tranquila: -"pen�trame muy suavemente y te mueves con mucha lentitud para que el yogur se extienda por toda la parte irritada dentro de m�, pero sin alborotarte, s�lo me penetras y mueves la pelvis para que haya roce y no me arda nada... S�, as� Agturro, ahora siento tu calor, me cae bien, bien... t� eres muy delicado y afectuoso... Ma�ana estar� mucho mejor, y entonces s� me podr�s amar todo lo que t� quieras... Mu�vete un poquito para que se extienda el yogur; uhm, ahhh, s�, s�, eres cuidadoso; qu� comprensivo eres"-. Sus palabras eran para m� un elogio e incentivo, y de paso le colaboraba en su breve tratamiento, pues al d�a siguiente ser�a recompensado. Mi miembro estaba ya a punto de estallar por la excitaci�n, ello le ocasionaba ese placer y por eso se expresaba de esa manera; sus palabras eran un aliento para m� porque le colaboraba en su mejor�a; adem�s, no me limitaba solamente a masajearle su adolorido para�so sino que aprovechaba para leng�etearle sus espaldas y con mis manos estrujaba suave sus volc�nicos senos; ella pon�a de su parte tambi�n, pues sumerg�a una mano suya entre sus piernas para masajear mis test�culos mientras comprobaba si toda mi virilidad estaba alojada en su estuche vaginal. Era un coito muy simulado tras las bambalinas de una breve pero necesaria terapia para poder desatar despu�s nuestros deseos mutuos de amarnos.

De repente aprision� feroz y voraz mis test�culos al tiempo que murmulleaba ansiosa: -"ven y m�ntame para que me irrigues"-. Me solt� y empuj� con su codo para que me separase de ella, permaneci� as� de medio lado; yo, ansioso, me separ� lentamente para no herirle su tesorito, pues sab�a que segundos m�s tarde se lo estar�a masajeando con la carne erguida de mi pene. Segu�a de medio lado y ech� su pierna derecha hacia su pecho para permitirme el acceso a su cuevita deseosa de terapia carnal; me coloqu� en cuatro sobre ella dirigiendo mi miembro a su juntura, su brazo derecho aprision� mi espalda y su mano izquierda tom� el pene para emrumbarlo a su accesible fortaleza escondida entre las ca�adas de sus monta�osas caderas. El glande roz� esa vagina suya y una electrocutante corriente recorri� mi cuerpo, susurr� voraz: -"lento, muy lento, bien lento, ven"-. Mi artiller�a se fue hundiendo pausada y suavemente gracias al yogur all� extendido ya con anterioridad, para dicha de ella. Nuestras bocas se buscan encontr�ndose paralelamente con la invasi�n de mi batall�n en su linda guarnici�n totalmente desmantelada pero repleta de ansiedad y masa blancuzca; es tanta la tensi�n y emoci�n que comienzo a eyacular inesperadamente, ella clama ansiosa: -"s�; ahora s� mu�vete muy lentamente para que se reparta todo"-.
Mi pelvis inici� un cadencioso y r�tmico mete y saca para satisfacci�n mutua, pues mi hombr�a se sent�a como en un para�so debido a la extrema humedad en su caba�a. Adentro suyo bailaba mi masculinidad contribuyendo a que la masa blanca se repartiese y diluyese dentro de su zona afectada; ella suspiraba enternecida: -"lo haces muy bien, muy bien; ahhh, qu� bien"-. Ahora s� pod�a acariciarla con mi pene en su zona m�s �ntima, a pesar de su malestar all� abajo, debido a la mezcla de semen y masa blanca. Una se�al suya me indic� que deber�a bajarme y colocarme una vez m�s detr�s suyo: -"ya est� bien, ahora ponte otra vez detr�s m�o y me penetras dulcemente para que sigas batiendo y refrescando mi vagina, lo haces muy bien"-. Deseaba sentir la carne enhiesta en su intimidad totalmente inundada. As� lo hice para satisfacerla y no decepcionarla, era tanta la humedad que hubo un momento en que el glande se resbal� hasta su esf�nter provocando en ella una ligera protesta picarona: -"ji, ji, ji, no ah� no Agturro, busca la direcci�n correcta"-. Un sabio movimiento de sus caderas hizo que mi pene entrase en la vereda correcta, suspir� complacida y empuj� sus nalgas hacia mi pelvis para permitir una penetraci�n total.

Yo disfrutaba de su espalda lenguete�ndosela despaciosamente, mi nariz olisqueaba entre su negro cabello y de vez en cuando dejaba que las puntas del mismo hiriesen mi lengua; mis brazos la envolv�an estruj�ndola y atray�ndola hacia mi pecho de forma suave pero firme y segura, mis manos le acariciaban ansiosas sus senos y guinditas, as� como toda la vellosidad de su pubis; ella me animaba a continuar: -"s�, s�, as� mismo y m�s, no te separes nada de m�, uhm, qu� bien me haces"-. Su mano derecha se aferraba y enganchaba a mis nalgas para que no desuniera de ella ni un �nico mil�metro; mi miembro navegaba en su para�so impulsado s�lo por leves embistes para que su carne vaginal no se fuese a herir, ya que el objetivo era sacarle la irritaci�n y el calor para poder coitar intensamente al siguiente d�a.

La segu�a sosteniendo con firmeza; los talones de mis pies la enganchaban al tiempo que resbalaban feroces por el empeine de los suyos, la mano derecha circulaba por su vientre hundi�ndose en el hoyito de su ombligo, y luego segu�a buscando m�s zonas er�genas suyas; ella suspiraba complacida indic�ndome as� que mi masaje en su vagina le causaba mucho placer en lugar de dolor; un estertor suyo a trav�s de su mano libre incrust�ndose en mis nalgas me dio a entender que se sent�a complacida, una tenue frase suya: -"ahh, qu� bien me hiciste; su�ltame para poder besarte y entonces dormir; mi vagina se empieza a refrescar"-. La solt� y gir� su cuerpo quedando ambos de frente, una mano suya oprimi� firme mi miembro y la otra me atrajo hacia ella para estamparme un c�lido y apasionado beso en mi boca entreabierta, murmulle�: -"eres muy comprensivo y querido, me hiciste lindo, uhmmuah"-. Nos miramos largo rato y entonces le hice en voz baj�sima una pregunta que le hizo dibujar una sonrisa en su bello rostro, respondi� de la misma manera, en voz baj�sima: -"eres muy querido, pero muy ocurrente; no, no, mi anito no est� irritado y por tanto no precisa de la terapia, uhmuah; qu� ocurrencias las tuyas, ji, ji, ji"-. Me abraz� apasionada y tierna; asi nos dormimos; ella con lo m�o en su mano y yo acarici�ndole sus firmes y redondos gl�teos.

Me despert� pensando si todo hab�a sido un corto sue�o; a�n est�bamos abrazados. Incre�ble. Me qued� lucubrando un tiempo para saber qu� hacer; decid� asearme y ducharme, luego preparar�a caf� e ir�a a comprar panecillos para desayunar. Al volver de la panader�a ya estaba ella acicalada esper�ndome: -"eres previsivo, muy bien, d�jame poner la mesa"-. Coloqu� la bolsita con panes en la mesa, luego fui hasta la cocinilla para abrazarla, le rec� a su o�do una pregunta, ella reaccion� divertida: -"ji, ji, ji; eres muy curioso... Ya te dir� si amanec� mejor... En todo caso debo decirte que la terapia me mejor� mucho... Y me la aplicaste bastante bien"-. Yo no la soltaba aunque sab�a que no se escapar�a, pero quer�a palpar y sentir el calor de su ardiente cuerpo... Y sobre todo deseaba penetrarla para acariciarle su herida historia contribuyendo as� a que se mejorara pronto para poder poseerla, mi tiempo en Berl�n se acababa y como ya dije, no sab�a cu�ndo tendr�a otra chica, y sobre todo tan atractiva y hermosa como ella.

Desayunamos muy frugalmente, all� aprovech� para acariciarle distra�damente sus muslos. Ella no opon�a resistencia alguna, s�lo re�a nerviosa: -"ji, ji, ji; c�lmate Agturro, c�lmate que me haces cosquillas, ji, ji, ji... Mejor ay�dame a poner todos los trastos en el lavaplatos, ji, ji, ji; ya est� bien, toma, muahh, y qu�date tranquilo"-. Con una mano aprision� mi mejilla para que mis labios se le ofreciesen como un capullo y los envolvi� entre los suyos absorbiendo de ellos y embadurn�ndomelos ampliamente. Se levant� para llevar la bandeja a la cocina y regres� pronto incit�ndome a que nos sent�ramos c�modos: -"ven, sent�monos en el sof� inflable, es muy mullido y amplio; si�ntate t� primero y luego yo en tus piernas"-. Me fui gateando desde la mesa hasta llegar al globo de pl�stico, me acomod� lo mejor que pude, ella permanec�a de pie enfrente m�o, se fue sentando sobre mi regazo tratando de lograr la mayor holgura, sent� la presi�n y peso de sus hermosos gl�teos sobre mi masculinidad, nos oteamos callando, le susurr� unas palabritas provocando su risa: -"ji, ji, ji, �quieres darme besitos en el pubis?, �y pasarme la lengua ah� para saber si estoy bien?; ji, ji, ji, qu� ocurrente eres... Espera me quito la pantaleta; ufffff, me tienes que ayudar a sac�rmela, me la halas con precauci�n y cuidado para que no me aru�es la piel, muahh"-.

Su brazo derecho envolvi� mi cuello, apoy� la planta de sus pies en el piso y levant� sus nalgas mientras me aplicaba un besito bastante h�medo, pas� mi mano derecha por debajo hasta hallar su cadera, enganch� la pantaleta y la hal� para disfrutar del momento, ella abri� sus piernas y as� pude sacarle su prenda �ntima, la coloqu� junto al sof� al tiempo que la miraba ansioso de besarle su pubis que me gui�aba seductor, trat� de agacharme para acariciarle sus vellitos, pero ella me lo impidio susurrando: -"as� no Agturro, es muy inc�modo para ti; adem�s, adem�s quiero que me la acaricies con tu miembro, pues me siento mucho mejor... Yo te ayudo a quitarte el pantal�n y tu ropa interior"-. �gilmente se hinc� enfrente m�o para halarme el pantal�n y luego el calzoncillo; mir� mi pene murmulleando: -"ya est� bien duro; d�jame que me acomode para que me lo entregues y me des m�s suaves masajes en la vagina. Uhmmuah"-. Se agach� para envolver el glande entre sus labios y babearlo: -"debe estar bastante h�medo para que se deslice bien"-. Y lo sigui� lamiendo con mucha calma, su respiraci�n abrasaba mis vellos mientras mi mano se hund�a en su cabello, le bes� su mejilla, un mordisco en su l�bulo y un beso en el hombro.

Termin� su labor de embadurnamiento bucal dej�ndolo muy brillante; se hinc� frente a m� sosteniendo el miembro con una mano y se fue acercando de rodillas sobre el piso alfombrado hasta que el glande sinti� la humedad de sus ninfas y el cosquilleo producto del roce con sus cortos vellitos; fue dejando caer su cadera lentamente permitiendo as� que la fuese penetrando y ella gozando m�s de la posesi�n: -"ahhh, s�, s�, ahora ya me siento mejor y no me arde m�s, lo quiero todo en m�, y largo rato"-. Sus rodillas aprisionaban mis caderas mientras que yo sent�a que sus labios vaginales se adher�an a mi pene con su humedad como babeantes caracolas; mis manos le acariciaban las plantas de sus pies, sus dedos, y trataba de desabrocharle la minifalda que llevaba a�n, mi boca le propinaba arrullos cari�osos a sus brotados pezones ros�ceos; ella estir� una mano y comprob� con sus dedos el estado de la penetraci�n: -"lo tengo todo en m�, lo siento bien adentro... Ah, qu� lindo es esto... Dame tu boca para ensaliv�rtela, uhmuah... Acar�ciame los senos, refri�game los pezones con tu lengua... Ohhhh, s� Agturro, s�, s�, lo haces bien, no pares, no pares; ohhh, qu� bonito y primoroso me acaricias, uhmm, muy lindo es todo"-. Mi boca absorb�a sus guinditas y se las refregaba intensamente con mi lengua mientras mis manos se posicionaban sobre sus orgullosos gl�teos para presionarla m�s hacia m� y no permitir que un solo mil�metro de pene se desperdiciase; constat� con los dedos de mi mano derecha si �l estaba todo en ella aprovechando para masajearle los bordes de sus carnosos labios vaginales, con la otra mano le arrullaba su vertiente anal hal�ndole los vellitos de all�, ella suspiraba lujuriosa: -"ahhh, qu� cari�oso eres, me das y haces sentir mucho placer... Ohhh Agturro, m�s, m�s, no pares de acariciarme... Ohhh, bello me haces"-.

Exhalaba quejidos al tiempo que refregaba ardorosa su pelvis sobre la m�a provoc�ndome as� un ardor ocasionado por el desbocado roce intenso. No s� cu�nto tiempo estuvimos en esa posici�n prolongando al m�ximo la duraci�n del coito para deleite de ambos, en especial el suyo. Tom� mi rostro entre sus manos para mirarme y murmullearme una de sus ideas: -"vamos a la cama y all� seguimos, quiero que me acaricies toda con tu lengua y despu�s me poseas para sentir tu l�quido ba��ndome todita la historia como le dices t� a mi feminidad. Ven, tenemos todo el tiempo que queramos... Aprovechemos toda esa energ�a tuya para que prolonguemos la copulaci�n hasta que quedemos bien complacidos... Uhmmuah"-. Un tremendo chupet�n suyo en mi boca y se empez� a separar de m� mir�ndome intensamente, domin�ndome con esos bellos ojos verdes suyos.

Retrocedi� lentamente hasta que se oy� el chapoteo de la separaci�n de nuestros sexos, gir� d�ndome la espalda exhibiendo su orgulloso trasero repleto de carnes firmes, gate� hasta el lecho y yo detr�s excitado la segu�a hasta que la alcanc� en el momento que se sub�a al sof�-cama, le abrac� la cadera mordelone�ndole y lami�ndole sugestivamente sus gl�teos, mi lengua le humedec�a su vertiente anal por no s� cu�nta vez; ella se carcaje� muy sorprendida: -"ji, ji, eres loco, loco; ja, ja ja, su�ltame Agturro, ji, ji, ji, me haces muchas cosquillas; su�ltame, ven"-. Hal� de mi cabellera hasta que ambos quedamos tendidos de frente en el lecho. Prosigui� con su reproche: -"te est�s volviendo atrevido, �por qu�?, d�melo"-. Nunca me atrev� a decirle las cosas en voz alta, siempre le susurraba lo cual la divert�a: -"ja, ja, ja, �mis nalgas te excitan y por ello me las tienes que morder?, ja, ja, ja, eres una monada. Ji, ji, ji, �y te gusta halarme los vellitos?, �y me quieres arrullar mis labios de la vagina con tu boca?, uhmmuah, eres muy comprensivo y cari�oso"-. Ahora fue ella la que baj� su voz para susurrar ansiosa: -"pon una m�sica bien linda y rom�ntica, y regresas a la cama conmigo, anda"-. Fui hasta el equipo para colocar un elep� instrumental de Fausto Papetti con los �xitos musicales de esos a�os, pero s�lo en saxof�n y acompa�amiento de su grupo, baj� el volumen al m�nimo para que amenizara nuestra t�rrida copulaci�n y volv� al lecho con ella.

Me abraz� comprensiva: -"s� Agturro, esa m�sica est� muy bonita... Ahora s�, ven y me lames la historia, el estuche o para�so como t� llamas a mi vagina, p�sale la lengua y h�ndela para que me mojes bien y me puedas amar con tu brioso pene"-. Met� mi rostro entre sus piernas abiertas y echadas hacia su pecho para ensalivarla toda durante largos minutos; entonces susurr� fiera mientras sopesaba mi miembro con una mano suya: -"Ahora s� Agturro, ahora s� me puedes amar, ahora s� podemos hacer el amor porque estoy bien lubricada y tu pene est� r�gido y duro, uhmmuah; as� s� puedes entrar bien en m� sin enredos; ven a m� para que me cabalgues; ya no me arde nada, nada; ven para sentirte en m�, quiero sentir ese pene tuyo en m�; ven y cab�lgame; dame tu lengua y tu miembro, uhm"-. Obedec� a su insinuaci�n y la mont� un rato largo; en su para�so se notaba la influencia del remedio, pues mi pene chapoteaba dulcemente en sus carnes plenas de calor. Gozamos ambos de nuestra uni�n un ratico solamente porque mi excitaci�n me oblig� a irrigarla aunque habr�a querido prolongar el acto. No se quej�: -"ahhh, estamos iguales; pero te palp� muy bien, y no me hiciste da�o... Uhmmuah"-.

Click, clac. La aguja del tocadisco se posicion� en su mecanismo cesando as� las rom�nticas melod�as del italiano. Nuestras vistas luchan calmadas, nuestras manos se palpan mutuamente, nuestras respiraciones se conjugan y arden; un beso apasionado y un sugestivo murmullo suyo: -"muah; pon otra vez esa m�sica tan bonita para que nos arrulle, muah"-. Papetti era nuestra canci�n de cuna en ese momento. La melod�a vol� por el entorno nuestro acompa�ando nuestros cuchicheos de pareja amante am�ndose; le susurr� muy quedo en su o�do mordisque�ndoselo, ella reaccion� lujuriosa: -"�quieres d�rmele cari�os al ano con tu lengua? �y luego d�rmele masajes con tu pene? S�, ya s�, es tu �ltimo d�a y noche en Berl�n... Esta bien; s�rvete, es tuyo"-. Y se volte� quedando boca abajo; me inclin� para torpedearle su roseta con la punta de mi lengua y humedec�rsela; me posicion� en cuatro sobre ella sin presionarla, ech� una mano hacia atr�s hasta hallar el miembro coloc�ndolo en el centro de su anillo: -"entra en �l Agturro... Uhm, lo tienes bien caliente y r�gido... M�s"-. La penetr� lenta y dulcemente provoc�ndole ligeros estertores corporales para mayor placer suyo hasta que mi pelvis roz� sus gl�teos, entonces ella cruz� ferozmente sus piernas atenazando mi hombr�a al tiempo que rug�a: -"ggrrr; c�breme y acar�ciame, s�, lindo, lindo, grrr"-. La cubr� para placer m�o porque ese ano suyo hab�a sido virgen hasta que yo atrevidamente la hab�a asaltado pero sin hacerle da�o; cosa que ella hab�a reconocido.

Ya la noche estaba bastante avanzada; Fausto Papetti hab�a culminado su concierto, nuestros intercambios de caricias bucales, y sobre todo genitales hab�an finalizado en un �xtasis digno de una historia de las <>. Ella era para m� la Suleika cubierta por su pelo azabache cabalgando por las dunas de la soledad des�rtica... Yo me aferraba a sus espaldas y trataba de que mi masculinidad, ya en retroceso, no abandonara su apretada gruta que reaccionaba nerviosa acompa�ando los impulsos del pene que le ba�aba su interior con suficiente l�quido. Un un�sono <> se escap� de nuestras bocas; mi rostro descansaba sobre el suyo lami�ndole la comisura de sus labios; ella suspiraba entreahogada: -"uhm, uhgg... Qu� lindo me has hecho"-. El d�a y la noche se acababan, y as� tambi�n mi estancia en Berl�n; la apretuj� para comunicarle silenciosamente que mi �xtasis finalizaba. Nos dimos vuelta a�n unidos hasta quedar de medio lado resoplando ardores; mis manos se aferraban a sus senos, ella presionaba su cadera contra mi pelvis para seguir disfrutando del cl�max de la conjugaci�n carnal; bisbise�: -"Agturro, durmamos ya; tienes que descansar un poco, tu viaje ser� largo... Acomod�monos para dormir, ven, descansemos ya, �s�?"-.

La despedida final

El despertador retron� chill�n y penetrante sac�ndonos del sopor on�rico, nos contemplamos callando para no romper el embrujo, ya que est�bamos conscientes de que era la �ltima vez por no se sab�a cu�nto tiempo que compart�amos el mismo lecho... Me fui a la ducha porque el tiempo apremiaba; ella quiso preparar un desayuno, pero no acept� indic�ndole que comer�a en el aeropuerto, s�lo un caf� me beb� en su compa��a; se sent� en mis piernas envuelta �nicamente en su dormilona, muy subyugante estaba y se lo dije mientras husmeaba entre su cabello, sonri�: -"estoy cansada todav�a, t� no me dejabas dormir con tantas caricias que me diste; por ello no te acompa�o, tengo que descansar y estudiar para recuperar el tiempo; b�bete el caf�... �Huy!, �qu� me haces?, acu�rdate que..."-. A pesar de la cortedad del tiempo yo no me cansaba de acariciarla, sobre todo sabiendo que era la �ltima vez que la ver�a... La alc� con mis brazos y la llev� hasta su lecho sin que ella protestara nada y en absoluto. La pos� all� con mucho cuidado y la contempl� fijamente, ella pregunt� en voz baj�sima y subyugante: -"�me quieres amar?, �s�?, �eso es?, �me quieres amar?... Entonces �mame"-. Reaccion� como un aut�mata ante esa proposici�n suya tan directa y sincera; ella tambi�n deseaba ser amada en ese momento crucial de nuestras vidas.

Como enloquecido me deshice de mi vestimenta lanz�ndola por los aires y me tend� a su lado tratando de quitarle su dormilona porque debajo no ten�a nada, nada, s�lo su lujuria corporal que me aturd�a a pesar de que por mi mente revoloteaba la hora del vuelo, mas me olvid� de todo el rollo del viaje; ella facilit� mi labor y se deshizo de su prenda desprendi�ndose de su cuerpo ese aroma suyo tan peculiar y seductor; ese cautivante olor de mujer hecha y derecha sabedora de todo lo que pose�a. Estaba tendida de espaldas totalmente desnuda, mis ojos no se quitaban de su orgulloso y protuberante Monte de Venus, sus vellitos ralos, los delgados labios rosaditos de su estuche vaginal invitaban a ser acariciados con mi ansiosa boca y as� tenerlos uno por uno para saborearlos por �ltima vez; no me pude contener y me fui con mi boca buscando esa prenda suya, se la bes� con mucha ternura y aprovech� para ensalivarle sus labiecitos, introduje mi lengua entre ellos para saborear su zumo matutino; qu� divino me supo. Ella hal� de mi cabeza y volv� a colocarme junto a ella. Yo estaba de medio lado lo cual le permit�a a ella sostener mi masculinidad en una de sus manos, arque� su pierna derecha hacia atr�s para invitarme a que la penetrara as� de medio lado, era una posici�n nueva para m�, y muy c�moda porque me permit�a saborearle las redondas guinditas de sus senos; nuestras piernas se entrelazaban como dos tijeras abiertas. Coloqu� una mano por debajo de su pierna arqueada para alzarla y as� poder acercar mi pene a la entrada de su divina cajita paradisiaca. Entonces susurr� deseosa de ser pose�da: -"s�, ven a m�, d�melo todo, pen�trame ya; ven, entra ya para que me ames, para que nos amemos."-.

Me olvid� de todo en ese momento, s�lo ella era mi concentraci�n, y arrastr� mi trasero para posicionarme junto a ella que ech� su pierna hacia atr�s para que el miembro tuviese acceso a su estuche, pos� mi pierna derecha sobre su muslo izquierdo con ella siempre dirigiendo el pene hacia su entrada, sent� el roce con su tenue vellosidad vaginal y entonces ella orden�: -"ahora, ahora s� �ntralo todito..."-. Empuj� mi pelvis hacia la suya para satisfacci�n suya y m�a en aquella hora de despedida, murmulle� bajamente: -"uuhm, qu� divino es sentirte en m�, m�s profundo Agturro, lo m�s profundo que puedas. S�, as�, un poquito m�s"-. Empuj� hacia sus entra�as plenas de lujuria h�meda y sent� que se hund�a muy r�pido para dicha suya y m�a; mi brazo izquierdo le ataba su cuello y la mano derecha le estrujaba sus senos de forma suave, de vez en cuando le sorb�a su pez�n m�s cercano embadurn�ndoselo con mucha saliva para luego mamar de �l como si fuese un beb�; ella suspiraba entrecortadamente dejando escapar profundos deseos expresados en monos�labos para que no cesara en mi tarea acariciadora, me bisbise� suplicante: -"dame tu mano, d�mela"-. Tom� mi mano derecha y la dirigi� hasta la ojiva de sus labios vaginales, empuj� para que uno de mis dedos le frotase su botoncito m�gico, exhal� un largo suspiro de placer: -"s�����, fr�tamelo para que me hagas llegar al �xtasis, lindo, m�s, m�s Agturro"-. Los dedos de esa mano derecha m�a le sobaban lentamente all� para elevar su deseo de ser amada corporalmente... Ech� su brazo derecho hacia atr�s y cerca de mi boca apareci� su axila repleta de oscura vellosidad brillante, el perfume de su champ� para cabello invadi� mi nariz ocasionando en m� un mayor deseo de acariciarle todo lo suyo a mi disposici�n. Nuestros ojos se miraban mientras call�bamos, las respiraciones se alteraban aumentando su ritmo. Su mirada me orden� que le babease su vello axilar, se lo moj� con mi saliva para irlo tomando entre mis labios y hal�rselo suavemente; una y otra vez repet� la acci�n excit�ndola hasta el punto de que con su mano izquierda oprimi� mi cabeza hacia su axila; mi mano derecha segu�a sob�ndole su botoncito, mi duro miembro buceaba en las profundidades de su vagina, de vez en cuando empujaba su cadera para que permaneciese todo en ella.

Largo rato la acarici� aumentando y disminuyendo la intensidad de la frotacci�n en su vagina y succi�n en su vello axilar as� como ligeros topeteos para que mi virilidad le masajease sus paredes vaginales. Ello ocasion� en ella un orgasmo repentino, pues aprision� mi rostro contra su pecho propin�ndome un tremendo mordisco en mi hombro, su mano izquierda se aferr� a mi muslo para halarme m�s hacia ella y as� sugerir una penetraci�n m�s profunda a�n; no cesaba de suspirar inenteligiblemente mientras buscaba ansiosa mi boca ahog�ndome con la ferocidad de sus besos locos... Estuvimos un ratico as� abrazados; yo la sosten�a escuchando su respiraci�n; mi miembro segu�a alojado en su para�so porque yo no hab�a eyaculado; se separ� lentamente contempl�ndome agradecida y tierna, mordelone� mi boca y sonri� enternecedora; entonces not� que mi miembro segu�a en su cuerpo y muy erecto todav�a: -"est� muy vivo tu pene, uhmuah, gracias por estas caricias"-. Le susurr� como siempre mi deseo, reaccion� comprensiva y plena de dicha: -"s�, ven; acomod�monos mejor para que puedas entrar en el anito y tengas tu placer tambi�n"-.

Nuestras entrelazadas tijeras se deshicieron. Permanecimos igual, ella sobre su espalda y yo de medio lado junto a ella; esta vez alz� ambas piernas hacia su pecho para darme acceso a su trasero el cual estaba totalmente pleno e inundado de l�quidos suyos; por entre sus piernas estir� su mano izquierda y tom� el miembro para enrumbarlo hacia su ojito anal, el glande palp� esa vellosidad y mi cuerpo se estremeci�; ambos empujamos al mismo tiempo para que el glande traspasara el umbral y entrase all�; pausadamente se fue hundiendo en ese estrecho huequito porque yo presionaba sediento de sentir esas apretad�simas carnes suyas; ella tambi�n presionaba e iba dejando posar sus nalgas en mi pelvis, otra vez llev� mi mano a su botoncito m�gico... Y esta vez s� hubo un orgasmo al un�sono, pues mi descarga se desat� all� dentro suyo mientras ella volv�a azotar mi boca con la fiereza de la suya... Me cuchichea muy lindas palabras enternecedoras haci�ndome olvidar que estaba a punto de dejarla quiz�s para siempre. Yo la admiraba embelesado por su belleza matutina, el cabello negro suelto, sus ojos m�s verdes que nunca debido a la invernal semipenumbra reinante en el recinto suyo, su piel ardiendo, sus entra�as quem�ndome; qu� lujuria. Nos separamos delicadamente para seguirnos contemplando y besuqueando pos coitum, tiernamente... Silencio total, silencio; s�lo los sonidos de nuestras caricias bucales y los chasquidos del chapoteo en su intimidad corporal se o�an flotar en el aire.

Riiiiiiiinnnnn, riiiiinnnn, riiinnnnnn. Su tel�fono. Fue hasta all� y levant� el auricular, era para m�, el chap�n Arodi me avisaba que pronto pasar�a por all� a buscarme y llevarme al aeropuerto de Tempelhof, le indiqu� que tocase el timbre y yo bajar�a. Corr� hasta el ba�o para ducharme r�pidamente y volv� a ella para darle las �ltimas caricias fugaces. Riiin, riin, riin. Son� el timbre y ella reaccion�: -"Agturro, tus amigos, te debes ir ya"-. La aprision� unos segundos para lamerle sus senos y pezones, pues no ten�a nada, ella correspondi� a mi cari�o d�ndome un jugoso beso mientras me murmulleaba: -"uhmuah, gracias por las caricias, uhmuah"-. Se levant� para buscar mi abrigo y entreg�rmelo, el timbre acuciaba; la tom� una vez m�s en mis brazos para estrecharla y sentir su cuerpo caliente, deposit� un beso en la comisura de sus labios mientras nos mir�bamos, ella rompi� el mutismo: -"anda Agturro, todo te saldr� bien en Dortmund; ll�mame cuando llegues y tengas tiempo... Un �ltimo besito, uhmuah... Adi�s"-.

Su puerta se cerr� tras de m� y baj� las escaleras, afuera estaban los chapines y los gauchos esper�ndome para trasladarnos al aeropuerto de Tempelhof en Berl�n Occidental; la Hermosura se asom� al balc�n para lanzarme su �ltimo saludo agitando una mano, ahora se hab�a cubierto con su gabardina; me sub� al escarabajo de Arodi quien arranc� enrumbando hacia la autopista de Berl�n. Los gauchos mamaban gallo, como siempre, en el camino al aeropuerto; yo reflexionaba sobre esos dos a�os vividos en esa ciudad dividida por el muro de la ignominia. Mi mente era un vendaval de escenas; la f�brica, la escuelita, Tano, Adelmo, los dem�s amigos, los gauchos, los chapines, la deidad escandinava y ella, la Hermosura, quien se hab�a encargado, sin ella haberlo sabido inicialmente, de hacerme avanzar en mi vida relacionada con la intimidad sexual con las chicas. Mis ojos se humedecieron levemente al pensar que quiz�s la hab�a visto por �ltima vez en mi vida esa ma�ana al despedirnos. Co�o, no puede ser. En ese instante me promet� que sacar�a pronto la licencia para conducir, trabajar�a en las vacaciones y con esos reales me comprar�a un escarabajo para ir de vez en cuando a Berl�n a visitarla; claro, con su consentimiento. Siempre pensaba en su serio car�cter.

Llegamos al aeropuerto, tom� mis valijas y me dirig� a la oficina de la Lufthansa para entregar mi equipaje. Los gauchos ven�an conmigo festejando verbalmente lo lindas que estaban las pibas ese d�a con sus atrevidas minifaldas: -"che boludo, mir�le el poto a las pibas; pa� mord�rselo y despu�s meter la lengua en la concha caliente... Ahhh, qu� macanudo che... �Ufff, y la samputa que lo pari�, c�mo te huelen los dedos! ... �A pura concha de piba!, puffff; ja, ja, ja, ja"-. Un poco despu�s llegaron los chapines y se les unieron a su jolgorio verbal, yo me dej� influir y festej� con ellos sus ocurrencias y nos enfrascamos en una observaci�n meticulosa de las piernas de las chicas con sus minifaldas que herv�an por doquier. Ello me hac�a olvidar pasajeramente la bella despedida de la noche anterior con ella; todav�a sent�a en mi piel su calor y, sobre todo, su sabor a ella. Bruno ten�a raz�n, mis dedos llevaban sus aromas �ntimos.

Llamaron por los altavoces a los pasajeros para el vuelo a Hannover, los fui abrazando uno a uno prometi�ndonos que nos escribir�amos y llamar�amos... De los gauchos no supe nunca m�s qu� les sucedi� en su vida en Baviera. Se perdieron para siempre del mapa hablado y escrito. Una verdadera l�stima. Cruc� la entrada para pasajeros, sal� del edificio y me dirig� al autob�s que nos llevar�a hasta el avi�n. Sub� la escalerilla, me volv� y cre� reconocer tras los vidrios a mis amigos, busqu� mi asiento y respir� profundo. El avi�n se elev� casi verticalmente, mis ojos recorrieron por �ltima ocasi�n la ciudad que hab�a sido mi cuna en los pasados 24 meses. All� abajo quedaban muchos recuerdos y an�cdotas vividas en ese tiempo; vi la estaci�n central del tren y me dije: <>, segundos despu�s el muro y repet� mentalmente la frase: <>. Qu� remordimiento, la inconquistada rubiecita fr�gil... Un denso banco de nubes cort� de repente la visibilidad, me hund� en el asiento lucubrando qu� me esperar�a en la <> como llamaban en esa �poca la zona del r�o Ruhr. En ese vuelo ven�an tambi�n el costarricense Rafael y Yoevito, un indonesio, ambos hab�an presentado conmigo el examen unas semanas antes. Aterrizamos en Hannover y tomamos el tren que nos llev� a Dortmund, all� ellos se fueron directo a una residencia para estudiantes y yo a una habitaci�n en una casa de familia que hab�a conocido en los d�as del examen.

Sal� a buscar una cabina telef�nica para llamarla, se emocion� al o�r mi voz y me anim� a seguir luchando: -"me alegro de que hayas llegado bien, cu�date mucho y s� bastante aplicado en el estudio, pues el tecnol�gico es m�s dif�cil que la escuela t�cnica... Y no te apures en buscarte una chica, ella llegar� cuando menos te lo esperes... Gracias por el disco de Gilbert Becaud, est� muy linda esa m�sica y la otra que me grabaste en la cinta, gracias por ese gesto"-. Colgu� ya m�s desparpajado pues el lema ser�a luchar, luchar y luchar m�s. Me lo hab�a dicho ella quien ya no viv�a m�s a 15 minutos en metro. Ahora estaba o se encontraba a m�s de 400 kil�metros por carretera; y de por medio la barrera de la RDA, la Rep�blica Democr�tica Alemana con su muro de la ignominia. No importa, me dije, no importa. En esos momentos yo no sab�a que acababa de concluir una etapa de mi vida; una peque�a etapa que hab�a sido muy importante.

Continuar�. Cap�tulo 13. Alemania occidental.





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Relato: Adi�s adolescencia, adi�s inocencia
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