Los dos chicos que ven�an detr�s y que ya hab�a visto de
reojo me alcanzaron y me preguntaron algo... en mi nerviosismo, no les entend�
qu� quer�an. Al repetirlo comprend� que lo que buscaban era un cajero
autom�tico.
-No he visto ninguno cerca de la playa...
-Gracias.
Y continuaron.
El que hablaba era un rubito, de ojos azules. De brazos y
piernas de largos y finos vellos dorados. De amplia sonrisa. De labios gruesos.
De cuerpo atl�tico, de unos 18 a�os y espaldas anchas y todo �l musculoso.
Su acompa�ante era delgado. De cabello negro y peinado en
puntas. Lleno de aros, clavos y otros adornos en las orejas.
El rubio, por todo adorno s�lo luc�a un collar de conchas al
cuello.
Ambos de camisetas de amplio rebaje que dejaba ver sus sus
axilas peludas.
Se adelantaron.
Ya oscurec�a cuando el rubio regresaba, solo, por el mismo
camino.
-�Encontraste un cajero?
-No.
-�Y cuanto necesitas?
-Si no es mucho, te puedo ayudar... a cambio de un peque�o
favor, claro est�...
-No mucho, con $$ estoy servido, s�lo para entrar a la disco
y un par de chelas...
-Te conformas con poco...
-�Y qu� tengo que hacer?
-�No te enfadas si te lo digo claro y directo?
-H�blele.
-Te doy el dinero y t� me dejas mam�rtela. Unos sorbos de
lechita me est�n haciendo falta...
-� ... �
-Te dije que no te enfadaras... �para qu� voy a andar con
santos tapados? Me gustas y te la mamar�a encantado.
Mir� hacia todos lados. Pens� que buscaba a alguien para
denunciarme o quiz�s me atacar�a con un pu�etazo, por el contrario, pregunt�:
-�Ad�nde?
-Sigue hasta el sendero detr�s de las rocas. Yo voy m�s
atr�s.
Al llegar al lugar donde hab�a tenido mi encuentro con el
pescador, nos internamos entre las ramas y sin m�s lo cog� le baj� el
pantaloncillo corto que vest�a. Acarici� �vido el paquete que se le pronunciaba
por delante y sus muslos dorados y velludos.
Empec� con lo que me produce mucho placer: acerqu� mi cara a
su paquete, arrodillado frente a �l y ol� sus huevos, ech� mi aliento caliente
sobre ellos, pas� mi lengua por la orilla de su calzoncillo, mordisque� el nabo
que empezaba a ponerse duro y �oh sorpresa!, empez� a alargarse, alargarse,
alargarse, hasta salir por el extremo superior...
Baj� el calzoncillo hasta sus pies, como hab�a hecho con el
pantal�n y me qued� arrebatado mirando ese largu�simo falo que de tan largo no
se elevaba hacia el ombligo sino que, haciendo un arco, inclinaba su glande
rojizo hacia mi boca...
-Ag�rramelo, que cuando se me levanta me duele si no me lo
sostengo...
Esa fue una invitaci�n a iniciar mi faena... lo cog� entre
mis labios y fui desnudando el glande de su forro a medida que me lo introduc�a
en la boca con los labios apretados, hasta sentir que me tocaba la campanilla, y
a�n as� a�n quedaba un buen trozo fuera.
Mi cabeza se mov�a de modo de meterlo y sacarlo, intentando
abarcar cada vez un pedazo mayor de ese trozo de carne deliciosa, que ol�a
riqu�simo y sab�a a gloria. Guardaba el olor del semen de su masturbaci�n a la
hora de la siesta, seguramente, y sab�a un poco amargo, el t�pico sabor del
macho adulto.
De pronto sent� que se le pon�a r�gido, que afirmando la
espalda en un arbolillo, �l tambi�n se mov�a r�tmicamente, metiendo el falo en
mi garganta tan dentro que me produc�a arcadas. Y mi boca se empez� a llenar de
tal manera que ya me dol�an las mand�bulas de tan abierta que el enorme nabo me
la iba poniendo.
Ya no pod�a con ello... y �l se mov�a m�s y m�s r�pido y al
final decid� dejarlo hacer.. �l gui� el ritmo y la profundidad... mientras yo,
con l�grimas en los ojos, aguantaba... total, la idea y la invitaci�n hab�an
sido m�as...
Me tuvo en esa penitencia un largo rato que me pareci� mucho
m�s largo por cuanto tardaba en correrse... pero, �c�mo lo disfrutaba el
bandido! ...
Hasta que finalmente, mis caricias en sus huevos, con las
yemas de mis dedos, acariciando leve y tiernamente sus pelillos, su piel sedosa
y mi boca de la que sal�an chorros de saliva, le hicieron alcanzar su tercer
orgasmo, seg�n supe al acabar, porque en la madrugada primero y luego en la
siesta se hab�a pajeado como loco.
Su leche me llen� la boca... sab�a riqu�sima, la mejor que me
ha tocado tragar... y en cuanto me lo quit� de la boca empec� a extra�arlo...
-�Vaya...!, �Cu�nto dar�a yo por comerme esa herramienta
enterita por detr�s..., sentirme enclavado hasta el ombligo...
-Eso s� que no... amigo, dijo. Aunque quiz�s... despu�s de
una cuantas chelas...
Y, cumpliendo el trato, nos alejamos cada uno para su lado,
qued�ndome la duda de c�mo, cu�ndo y d�nde pillarlo para esa prometedora segunda
parte.
* Gracias por los comentarios: <POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO>