Relato: El capote





Relato: El capote

En estos lares, cuando a alguien lo joden (follan, cogen,
culean, poseen, penetran) entre varios, se habla de CAPOTE.


Pues bien, la segunda vez que a m� me poseyeron, fue en un
capote. Y ocurri� de esta manera.


En el pueblo como por mi car�cter t�mido me reun�a con muy
pocos y por mis modales demasiado finos quiz�s, se comentaba entre los chicos y
los no tan chicos que a mi me gustaba "morder la almohada". Ten�an raz�n.
Siempre y desde peque�o me gustaron los chicos, f�sica y sexualmente hablando y
los juegos er�ticos, de modo que desde peque�o los busqu� a ellos y estos
juegos, tocando, chupando, dando besitos, etc.


De adolescente, con todas las inhibiciones de esa edad, dej�
esos juegos, en grupo, pero no dej� de practicarlos en privado, en mi
imaginaci�n, mientras me masturbada cada noche en la oscuridad, silencio e
intimidad de mi habitaci�n. Cada noche so�aba que era pose�do por alg�n amigo,
compa�ero o conocido que me hab�a llamado especialmente la atenci�n durante el
d�a.


Mi primera experiencia sexual hab�a sido a los 15 a�os, en un
cine de la capital, donde y cuando, un chico de unos 22 o 23 se me sent� al
lado, cogi� mi mano y la llev� a su pene duro y mojado y me hizo masturbarlo,
luego mamarlo y m�s tarde, en los servicios, me lo endilg� hasta sus mismos
pelos.


Ahora con casi 17, no dejaba de sustituir en mi imaginaci�n,
durante mis masturbaciones nocturnas al dicho joven, con el rostro de quienes
deseaba, por haber llamado especialmente mi atenci�n, en alg�n momento del d�a.



Un d�a de fiesta, cuando todo el mundo estaba en los juegos
de la Feria o en sus casas, celebrando con comida especial y mucha bebida, yo
aburrido y solo me encamin�, a eso de las 7 de la tarde, cuando el sol hab�a
declinado bastante, a las afueras del pueblo.


En mala hora, o en buena... seg�n como se mire.


Casi a la salida del poblado, en la pen�ltima esquina,
estaban tres chicos sentados en el suelo, apoyados en la pared de una casa semi
derru�da, bebiendo de unas cajas de vino, fumando y ri�ndose.


No eran de los m�s santos del pueblo, sino m�s bien de los
p�caros y cachondos. El Tata, llamado as� porque al ser adulto �21 a�os- siempre
se reun�a con los m�s j�venes, El Canario, de 16 a�os y llamado tal por su pelo
rubio agringado y el Callampa (hongo, seta, champignon), de solo 14 a�os, y el
m�s bajito raz�n por la cual de all� cre�a yo que le ven�a el apodo.


Al verme pasar me hicieron gestos con la caja de que me
acercara a beber con ellos. Mov� la cabeza negativamente. Cuando hab�a caminado
unos pasos, el Canario me alcanz� casi corriendo y me pregunt� donde iba, le
dije que a pasear un rato, que estaba aburrido, me sugiri� que me pod�a
acompa�ar... le dije que me daba lo mismo. El empez� a caminar a mi lado y m�s
all� se volvi� e hizo se�as a sus compinches de que nos siguieran.


Al llegar a la orilla del riachuelo ya se nos hab�an reunido
los otros dos. Apoy�ndonos los unos con los otros, cruzamos el agua por sobre un
tronco que hac�a de puente y caminamos sin rumbo adentr�ndonos en la arboleda.


-�D�nde vamos?, pregunt� el Callampa.


-Acompa�ando al, Lito dijo el Tata.


Yo me sonre�. Estaba algo nervioso porque intu�a que algo
tramaban en contra m�a, al verlos medio bebidos y seguirme, pero a la vez, me
atra�a la aventura y me daba una sensaci�n de cosquilleo en todo el cuerpo al
verme seguido por tres chicos que f�sicamente no ten�an nada despreciable.


Nos sentamos bajo un gran �rbol y ellos siguieron apurando la
caja de vino, se miraban entre ellos y re�an, haciendo ruidos y tonter�as con la
boca y al tragar el l�quido. Insist�an en que yo tambi�n bebiera, pero yo no les
aceptaba.



Entonces el Canario, que se ve�a el m�s "necesitado" y tal
vez el de la idea y el m�s decidido, se levant� y se me par� delante.


-�Eres o no eres?, pregunt�.


-�Soy qu�?, le retruqu�.


-Maric�n, me espet�, mir�ndome con una sonrisa.


S�lo atin� a hacer un gesto de desagrado con la cara e
intent� levantarme del suelo para irme, como enfadado.


Me sujet� por el hombro cargando una de sus manos en �l.
-�Quieres con nosotros o no?, estamos dispuestos a hacerte pasar un buen rato y
no le vamos a contar nada a nadie. -�Cierto compadres?, pregunt� a los
compinches, los que asintieron de viva voz y con gestos decididos.


-�Qu� quieren hacer?, pregunt� casi sin voz, mientras el
miedo y el deseo batallaban fieramente en mis tripas y me dejaban una sensaci�n
de cansancio y debilidad en todos mis miembros.


-Echarte una culiada y quedarnos relajados, respondi� con
toda claridad y simpleza.


-�Los tres?, �aqu�?, pregunt�.


-Si pues, pero si quieres nos turnamos y nos metemos m�s all�
para que sea m�s �ntimo..., dijo el Tata, con la aprobaci�n del Callampa.



Fue curioso verlos coger cada uno una paja de tres que hab�a
preparado el Tata, de distinto tama�o, para decidir quien ser�a el primero, el
segundo y el �ltimo.



La suerte me favoreci� integralmente. El primero fue el
Canario. Si bien era alto, tambi�n era delgado y en verdad cuando vi que se
bajaba el pantal�n y el calzoncillo, casi doy un suspiro de alivio porque su
instrumento de guerra era m�s bien esmirriado, pero con una gran cabeza
coloradora que goteaba golosamente.


Yo me levant� y me dirig� a un lugar que ya conoc�a, a una
piedra grande y alta, redonda y pulida que hab�a varios metros m�s adentro del
bosquecillo, que ya se iba poniendo m�s y m�s oscuro.


La piedra estaba caliente cuando puse mis manos en ella. Me
baj� el short y all� qued� echado encima y con las piernas abiertas... en
realidad no me hab�a hecho de rogar para tener sexo con el tr�o. Deseaba una
aventura y el deseo sexual desinhibe de todos los miedos, temores y pareceres.


El Canario se me acerc� blandiendo su peque�o falo que se
balanceaba y goteaba y me pidi�, con cara de mendigo necesitado, -Dame una
mamadita.... primero.


Me agach� delante de �l y le mam� el membrillo, (nunca mejor
dicho), y pronto estaba por eyacular de modo que me hizo parar, dici�ndome
�ponte o voy a acabar antes de met�rtela...



Me puse boca abajo nuevamente, sobre la piedra y acerc�ndose
me fue introduciendo su peque�o pene y quej�ndose, gimiendo y acesando, se fue
moviendo sobre m�, agarrado de mis hombros, mientras sus largas bolas, pobladas
de largos pelos rubios, bailaban entre mis mulos abiertos y rascaban mi
entrepierna d�ndome un placer extra.


No tard� en venirle el orgasmo de modo que ni siquiera
alcanc� a hacer los movimientos necesarios para coger mi propio pene y
masturbarme al un�sono con su vaiv�n.


-Ahhhhh, Ahhhhhhhh, Ahhhhhh, exclamaba mientras eyaculaba
dentro de m�, qued�ndoseme, luego, echado encima y lanz�ndome a la mejilla
derecha su aliento vinoso.


-Si no estuvieran los otros esperando -dijo-, te echaba otra
sin saque...


Yo sent�a que su semen empezaba a sal�rseme y a correr por
uno de mis muslos.



R�pidamente se acomod� las ropas y se fue hacia donde estaban
los otros dos. Y el que apareci� de inmediato fue el Callampa. Encuanto lo vi,
entend� a cabalidad el apelativo. Ven�a ya con los pantalones abiertos y
ense�aba un falo corto pero grueso, con una enorme cabeza roja y brillante y
alrededor del grueso pene se dibujaba una red de hinchadas venas.



Sin que me lo pidiera, me lo met� en la boca. Sent�a que
deb�a lubricarlo muy bien antes de ser penetrado por esa cosota enorme que me
partir�a el culo si no empleaba mi imaginaci�n para improvisar mi falta de
experiencia.



Luego de una buena mamada, que hice durar lo m�s que pude,
con tal que luego eyaculara r�pido, le lam� los huevazos casi lampi�os, las
ingles que ten�a muy sensibles de modo que se encog�a cuando mi lengua las
recorr�a, su hermosa champa de pelos enrulados del pubis y hasta su bonito culo
con unos pelillos marrones que semejaban bigotillos de adolescente alrededor del
ojete.


El Callampa qued� fascinado con la mamada, pero cuando le
pregunt� si prefer�a acabar mientras se la mamaba, �l insisti� en que quer�a
penetrarme porque nunca lo hab�a hecho y ya ten�a ganas de saber como era acabar
de ese modo, que todos dec�an que era mucho m�s rico que con solo pajas.



Heme all� nuevamente, afirmado en la piedra con el culo
levantado y ofreci�ndoselo al Enano que se me acerc� con el pene en la mano,
caminando rid�culamente con los pantalones en los tobillos y que me caus� casi
un ataque de risa cuando se me puso detr�s y siendo tan bajito su morcilla no me
llegaba al culo...


Flexion� las piernas y casi me sent� la punta de la gorda
polla, pero result� m�s f�cil de lo que tem�a porque al dolerme mientras me
penetraba, bastaba que me levantara un tanto para sacarme la molestia, y poco a
poco, los dos al un�sono , como si hubi�ramos sido una pareja experimentada, me
fui tragando el grueso falo del Callampa que en unos minutos lanz� un largo
suspiro e hinchando aun m�s su herramienta se descarg� dentro de m� exclamando:


-La putaaaaa... esto si que es ricoooooo... �c�mo ser�
comerse una mina! (t�a, mujer...)



Luego, dirigi�ndose donde estaban sus compa�eros le dec�a al
tata: -Ya Tatita, te toca el turno, a ver que haces porque te lo dej� m�s
abierto que un t�nel...



El Tata les dijo: -Ya ni�itos, ahora le toca a su padre, as�
que ustedes a hacer pis y acostarse... y los ech� de all�, conmin�ndolos a
dejarnos solos...


Ellos, ri�ndose y aventurando hip�tesis de qu� es lo que
har�a el Tata conmigo, se alejaron en direcci�n al poblado.



El Tata vino donde estaba yo, aun con los pantalones bajados,
tapando mis genitales con la punta de mi camisa y tratando con la otra mano de
secar mis muslos por los que chorreaba semen y curiosamente no ven�a con los
pantalones abajo ni siquiera la cremallera abierta. Pero s� se entreve�a un buen
bultaco delante.



-�Quieres descansar un rato?, pregunt�.


-Bueno, dije a media voz.


Entonces cogi�ndome de los hombros me orden� subirme el
pantal�n y me condujo hasta el borde del agua y dici�ndome que me agachara y
evacuara, me hizo lavarme el culo, me ayud� a secar con su propio pa�uelo y con
sus manos sobre mis hombros, mir�ndome a los ojos me dijo:


-Tambi�n quiero hacerte el amor... pero vamos a mi casa, en
mi cama vamos a estar mejor...



El Tata viv�a a metros de donde los encontr� bebiendo. Ten�a
una habitaci�n en el fondo del jard�n de la casa que cuidaba y que sus due�os
s�lo habitaban en algunas ocasiones.



En llegando, empez� a desnudarse, me hizo hacer lo mismo, me
apret� contra su cuerpo, me bes� en la boca y me restreg� su �spera barba sin
afeitar por mi cara y mi cuello, poni�ndose m�s y m�s enardecido.


Cogiendo mi mano me la llev� a su pene que yo ya sent�a en mi
vientre, duro, suave y mojado.


-No sabes lo que esperaba este momento, dec�a, mientras
segu�a acariciando todo mi cuerpo, me hubiera gustado hacerlo solos tu y yo,
pero la suerte es la suerte. Ahora te tengo para mi solito.


Y as� ca�mos sobre su cama, me embriag� el olor de sus
s�banas, a sudor, a macho... me sent�a en la gloria, pese al ardor de mi culo,
con el peso de ese macho sobre m�, bes�ndome, enardecido, caliente, medio
borracho pero tierno y gentil que me trataba como si fuera una mujer.



-�Qu� quieres que te haga?, pregunt�.


-No se, lo que t� quieras, me gustas mucho aventur�, temeroso
de que se riera de m�.


-T� tambi�n, me respondi�. Siempre quise cogerte, pero no me
atrev�a a propon�rtelo, yo no soy de tu clase...


Me qued� sorprendido y para animarlo le dije que �l tambi�n
me gustaba mucho, que muchas veces hab�a so�ado con �l haci�ndome el amor, que
vivir como yo viv�a no ten�a nada que ver con que nos gust�ramos o no.


-Al parecer esto le gust� porque empez� a acariciar todo mi
cuerpo, me pas� su lengua por todas partes, por delante y por detr�s. Me mordi�
los pies, me bes� los muslos, y luego metiendo su lengua entre mis nalgas la
pase� desde mi entrepierna a mi cintura, intentando meterla en mi culo
adolorido. Se tendi� sobre m� dici�ndome al o�do palabras cari�osas:


-mijito rico, cosita rica, culito gorditoooo.



Me ten�a a mil... y yo sent�a que su falo duro sobre mi
espalda resumaba y resumaba l�quido...


-�Acabaste?, pregunt�.


-No, mi amor, eso lo dejo para despu�s, dentro de tu
culito... �quieres? �O prefieres que acabe en tu boquita? �Te gustar�a? �Qu� te
gustar�a m�s, mi leche en la boquita o en el culito? D�melo, yo te voy a
complacer...


Abraz�ndolo fuertemente y bes�ndolo le dije: -donde te de m�s
gusto, amor.


-Entonces en tus dos hoyitos...


-Primero por detr�s le dije, despu�s por delante porque
entonces te vas a demorar m�s y mi culito no aguantar� tanto rato... la tienes
muy grande.


En verdad su falo era enorme. Largo y grueso. Lo sent�a
dur�simo, aunque suave y tierno. Y de su boquita no paraba de fluir l�quido.


Se incorpor� y se puso al lado de la cama, me hizo sentar en
el borde y me pidi� que se la mamara un poco, yo lam� sus peludos muslos, lam�
su entrepierna con largos y negros y gruesos pelos, mordisque� sus velludos,
hinchados y suaves huevos, recorr� con mi lengua sus ingles, su tremendo miembro
desde la base a la punta y luego me lo introduje hasta la garganta...


El estaba a punto de correrse. De modo que me hizo parar y
tendi�ndome, cari�osamente en la cama, me puso boca a bajo, con una almohada en
la cintura y mientras con los brazos por debajo de los m�os me cog�a por los
hombros, sus piernas �speras de vellos, separaban las m�as y su glande buscaba
mi entrada. Bastaron sus l�quidos para lubricarme y empec� a sentir como
lentamente, mientras se mov�a poco a poco hacia delante y hac�a atr�s, hacia
dentro y hacia fuera, su enorme pija me iba entrando m�s y m�s adentro hasta
que, aun cuando yo me mov�a para sacarla y sentir como me la volv�a a enterrar,
�sta no alcanzaba a sal�rseme del todo. Entonces iniciamos �l y yo un movimiento
fren�tico, haciendo crujir la cama, mientras me mord�a el hombro, las orejas, me
chupaba el cuello y buscaba mi boca para besarnos.


De pronto abri� violentamente mis piernas con sus rodillas y
me lo clav� hasta casi hacerme entrar sus huevos... sent� la clavada hasta en el
cuello... pero junto con ello el placer de su eyaculaci�n que al mismo tiempo
que hinchaba aun mas su pene sal�a en profusos y en no menos de siete chorros
dentro de mi entra�a.


Su coraz�n lat�a como una bomba sobre mi espalda. Sus manos
acariciaban mis costillas. Su boca besaba mi mejilla, sus pies acariciaban los
m�os, su vientre mojado de sudor se apegaba a mi espalda, hasta que su terrible
herramienta, cumplido su deber, empezaba a recogerse e iba saliendo junto con
sus jugos de mi interior.


Se tendi�, exhausto mi lado, abraz�ndome.


-�Hasta qu� hora puedes quedarte?, me pregunt�.


-Hasta que quedes satisfecho, respond�.


Entonces tendr�s que mudarte ac�, dijo riendo.


Interpretaba mis deseos. Si hubiera podido irme a vivir con
�l, en ese mismo momento lo habr�a hecho.


Lo que pas� luego, hasta que nos despedimos, puesto que no
quise que me fuera a dejar para que no nos viera nadie juntos, lo narrar� en
otra oportunidad.


El Tata, (Omar, es su nombre) es heterosexual, quiz�s lo que
algunos llaman bi-sexual, porque no tuvo inhibiciones de gozar con un gay como
yo, quiz�s porque me ve�a y me sent�a m�s como a una mujer que como a un hombre.
Cosas de la vida. Y si el hombre es capaz de gozar del sexo hasta con su mano,
�por qu� no lo iba a gozar tanto o m�s con un buen culo, con una piel suave, con
un cuerpo que se le entrega total y placenteramente.



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