Los Wilson estaba viajando a Australia para las vacaciones
anuales de la familia. Graciela y su marido Juan eran padres orgullosos de tres
hijos adolescentes. Hab�a all� un hijo llamado Diego, de 18 a�os, y sus hijas
gemelas Karina y Juliana de 16 a�os. La familia estar�a pasando las doce horas
pr�ximas en un avi�n y como Juan era un hombre muy rico, �l vol� siempre en
primera clase con su familia. Alcanzado todos sus asientos, Graciela dio vuelta
hacia su marido y con una sonrisa cari�osa le dijo:
- Juan, porqu� no le hace compa��a a las muchachas en esta fila y yo me siento
mejor en la parte posterior con Diego. Usted sabe que el vuelo lo pone
nervioso.-
-buena idea.- Dijo Juan.
A los 39 a�os, Graciela era una mujer llamativa, con el pelo del marr�n largo
hasta el hombro y las piernas delgadas. Sus amigos siempre le dijeron que ella
era una imagen parecida de la actriz Pen�lope Cruz, y ella estaba de hecho, con
los pechos y la cola infartantes.
Ella tom� un asiento al lado de su hijo Diego, que se sent�
al lado de la ventana. Su fila estaba en la parte posterior de la primera clase,
con una pared detr�s de ellos. Los asientos eran grandes y Graciela no podr�a
incluso ver a las cabezas de su marido e hijas, que estaban en la fila delante
de ellos. Esto, junto al hecho de que la familia de Wilson estaba sola en la
primera clase, hizo de la fila lo m�s privado del avi�n. Esto a Graciela le
satisfago mucho, porque ella no dese� nada m�s que confortar a su hijo en
privado.
Sent�ndose en el asiento medio al lado de su hijo, Graciela
llev� su mano hacia su beb� y frot� su hombro mientras que el jet alcanz� gran
altura r�pida y s�bitamente en el aire. Desde entonces ella podr�a recordar que
Diego siempre se asustaba por el vuelo y como una buena madre, ella dese� estar
all� para �l.
Cuando llegaron a la altitud de vuelo y la muestra del cintur�n de sujetar,
desapareci�, Diego se sent�a un poco m�s tranquilo. Graciela miraba a su
muchacho en los ojos.
- Diego, c�mo estas?- Ella susurr�.
- Bien, m�s tranquilo.- Contest� Diego.
- Porqu� usted no se deshace de su cintur�n y pone su cabeza en el regazo de
mama.- Ella dijo cari�osamente.
�l lo hizo y miro para arriba a los ojos que brillaban intensamente de su madre.
Pero de su posici�n ventajosa, pod�a apreciar sus deliciosos pechos. Las
monta�as gemelas de Graciela estiraban la tela de su blusa, asomando como dos
globos grandes sobre la cara de su hijo. Diego, era justo como la mayor�a de los
muchachos que sue�a con conseguir estar entre las piernas de su madre mientras
que sus padres est�n en el trabajo. Esos pechos grandes eran un banquete a sus
ojos y chispe� una onda de la sangre a acometer a su verga joven.
Graciela frot� ligeramente la cabeza de su beb�, justo cuando una azafata
hermosa, de la misma edad de Graciela, lleg� su fila.
- Todo bien aqu�?- Ella expresa.
- S� todo bien. Mi hijo se pone un poco nervioso siempre que volemos.- Contest�
Graciela.
La azafata sonri�, y dijo
- Es aceptable, yo tengo un muchacho de su edad que siente lo
mismo cuando vuela. Como usted, se�al�ndolo a �l, aparte no hay ning�n lugar m�s
seguro que los brazos de su madre.-
Graciela y la azafata comparten una sonrisa significativa. Ambas entienden el
deber sagrado de una madre a su hijo. Ambas entienden el enlace del secreto que
solamente una madre y un hijo pueden compartir.
- El capit�n me llama voy a dar vuelta por la cabina, puedo yo conseguirle una
manta?- Dijo la azafata.
- Por favor y gracias.- Graciela respondi�.
En algunos minutos las luces se apagaron, casi obscureciendo la cabina de
primera clase. La fila de Graciela y de Diego ahora era una esquina privada
oscura, detr�s de un mar de todo los asientos vac�os. La azafata volvi� con una
manta y un mont�n de almohadillas. Ella las coloc� en el asiento vac�o de la
fila.
- all� est�n.- Ella dijo.
- Gracias.- Graciela dijo amablemente.
- Es gruesa. La tome de al lado de su marido en la fila siguiente.- La azafata
expreso.
- S�, esta dormido �l?. - Dijo Graciela.
- no todav�a, usted quiere que le haga saber cu�ndo �l este dormido? - La
azafata susurr�.
- Podr�a usted?. Ir� a continuaci�n a darle sus buenas noches."- Graciela dijo.
La azafata y Graciela estaban paradas, apenas capaz de mirar sobre los asientos
de su marido e hijas.
- Juan?, Diego y yo vamos a tratar de dormir. Usted y las muchachas est�n bien.-
Ella dijo.
- S�, estamos muy bien. Pienso que vamos a conseguir cerrar el ojo tambi�n.-
Contest� Juan.
- Buena idea. Buen sue�o, amor.- Graciela dicho esto volvi� a su asiento. Ella
miraba por encima a su hijo.
- Porqu� no te sacas las zapatillas de deporte, para conseguir mejor confort.-
Ella dijo.
Diego hizo eso y Graciela le apoy� algunas almohadillas detr�s �l. Ella sac� sus
sandalias y abri� la manta gigante de pa�o grueso y la despleg� sobre ellos.
Apaga la luz de arriba y con eso su fila logro un grado de oscuridad tal que no
se veia nada. Graciela levant� los apoyabrazos que estaban en su asiento y el de
su hijo.
- Ponga una pierna detr�s de m� y despu�s ponga la otra en mi regazo.- Ella
exclama.
Diego hizo lo que su madre le dijo y apoyaba en los asientos solamente su cabeza
y hombros arriba de las almohadillas.
Graciela levanta sus piernas en el asiento y se reclinaba
entre las piernas de su hijo. Ella podr�a sentir su erecci�n con sus pantalones
d�biles, podr�a sentir el palpitar, pulsando contra su est�mago. Ella sab�a la
sensaci�n de sus pechos suaves aplanados contra el pecho de su hijo.
- Usted tiene gusto de c�mo estamos, no Diego?- Ella pregunta.
- S�.- Dijo.
Graciela esper� cerca de diez minutos antes de que llegara su informante. La
azafata se esforz� para ver en la oscuridad, la fila de Graciela y de Diego, era
como una ensenada secreta oscura, oculta del resto del mundo. Ella sonri� cuando
descubri� a la madre y el hijo junto, como amantes en su propia cucheta privada.
Mira al marido de Graciela y despu�s se mueve hacia el bunker de Graciela. Y
dijo:
- Su marido est� dormido. Usted esta bien.-
Graciela sonri� y la azafata se fue para adelante.
Graciela desplaza las manos debajo de la camisa de su hijo, a trav�s de su pecho
muscular. Rasgu�� ligeramente sus pezones con sus u�as y escucho su respiraci�n
pesada. Diego estaba nervioso y excitado pues �l se encontr� debajo de las
mantas bajo el control de una belleza que era su mama.
�l podr�a sentirla desprendiendo de su camisa, exponiendo su
pecho pelado.
Graciela entonces se movi� separando los botones de su blusa hasta que su pecho
cubierto por el corpi�o fue expuesto.
Esto ocurr�a debajo de la manta por supuesto, en un peque�o
espacio oscuro, un �mbito privado para una madre y su hijo.
Graciela resbal� encima del pecho de su hijo, tirando de la manta sobre sus
cabezas mientras que ella acerca los labios a su o�do.
- Desbrocha mi corpi�o.- Ella susurr�.
Diego obedeci� sin hablar y sintio los pechos de su madre sobre su pecho.
Graciela tira su corpi�o sobre el piso, desplazando las piernas sobre su hijo
mont�ndose a horcajadas. Con una pierna ahora un cada lado de �l, ella podr�a
sentir su sexo que se reclinaba contra ella. Le masajeo con sus manos sobre sus
pantalones encontrando su blanco sustancioso. Diego mordi� su labio mientras que
�l sent�a las manos delicadas de su madre amasar su verga y bolas. Las Manos de
Graciela se alineaba arriba y abajo del eje grueso de su hijo, tirando y
orde�ando del pene tanto m�s grande que su marido. Ella sab�a lo que �l deseaba.
Necesitaba aspirar la leche de las bolas de su beb�.
Graciela baj� y engull� la verga en su boca suave caliente y utiliz� su leng�eta
para birlar el primer goteo de la extremidad de su glande, entonces rodeaba su
serpiente rosada alrededor de su plomada p�rpura. Diego estaba en cielo mientras
que �l sent�a a su madre coger su verga con su boca y resbalar dentro del
es�fago hambriento.
Los labios de Graciela se reclinaban contra las bolas de su
beb�, Entonces ella comenz� a alternar entre sus bolas y su pene. Diego no pod�a
creer su suerte, mientras que sent�a los labios de su propia mama deslizarse
arriba y abajo de su miembro hinchado alguien le rozaba con una mano su pie. �l
tir� de la manta para abajo descubriendo su cabeza y vio a la azafata que lo
salud� con una sonrisa.
- �C�mo esta usted? - Ella murmura.
- bien � exclamo un poco asustado por la situaci�n.
La azafata ve la cabeza de la madre que se meneaba claramente hacia arriba y
hacia abajo debajo de la manta y sabia todo sobre el especial amor entre la
madre y el hijo, por tener uno de la misma edad que Diego.
- Voy a acabar!!! - Diego murmur�.
Graciela trabaj� con sus labios m�s r�pidos y m�s apretado y la azafata le
coloco a Diego un pedazo de pl�stico duro en su boca.
- Muerda esto amor, as� nadie te escuchara.- Dijo la azafata.
Graciela sent�a el semen salpicar contra la parte posterior de su garganta, como
un r�o abajo en su es�fago. Ella orde�� a su hijo, tragando todo lo que �l
expulsaba.
- mummm madre sigue, sigueeee que ya acaboo.-
- S� diego dale a tu madre toda la leche que esta ansiosa. �
- Ahhh � exclamo mordiendo el pl�stico mientras ve�a que la
azafata gozaba con lo que pasa bajo la manta.
Habiendo gozado del show que les dieron madre e hijo se
retira para atender el resto de los pasajeros.
La madre y el hijo gozaron solamente en una hora de su vuelo.
Diego ten�a la clase de verga que podr�a ir toda la noche y en cuanto a
Graciela, ella sent�a los labios mojados del gatito temblar.
- �brelos, bebe. � le dice su madre lev�ndole su mamo a los
labios s�per mojados.
- Madre, que placer me estas dando � exclamo Diego.
Tanto madre e hijo comenzaron besarse como j�venes amantes.
Ella se monta desespera arriba de su hijo y con su mano lleva
el m�stil m�s hermoso que tuvo en su vida hacia el lugar m�s secreto de una
madre.
- Goza hijo que tu madre te va a dar todo de ella � dijo
entre gemidos.
- si Mami es hermoso, es como tocar el cielo con las manos �
- Dale Diego llega conmigo, que estoy por acabar � acelerando
los movimientos que para ese entonces ya eran evidentes.
- Si madre ya me voy, estoy acabando yaaaa �
- Hay bebe que placer me estas dando, seguii, segu�, por
favor. �
Diego sent�a su pene contra la matriz de su madre.
Aceleran sus cuerpo y se ponen a acabar simult�neamente,
intercambi�ndose besos que nada eran de una madre y un hijo.
- Fue maravilloso hijo. �
- Si Graciela, fue lo mas lindo de mi vida. � dijo Diego.
Luego de la excitante aventura se arreglan las ropas y caen
en las manos de Orfeo con una leve sonrisa en cada rostro.
Al rato paso la azafata y ve a los dos en un sue�o profundo,
notando en �l que estaba agradecido tener una madre de alto vuelo.
Este relato me lo relato un amigo (Diego) que no se animaba a
publicarlo.
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