Al final me qued� sola en la oficina, esper�ndolo. Hab�a
estado todo el d�a fuera de la oficina, pero me llam� dici�ndome que se pasar�a
a �ltima hora. Su mujer no lo esperaba hasta tarde.
Estaba ansiosa y muy caliente, as� que cuando escuch� la
puerta apenas si pude contenerme y salir corriendo hacia �l. Pero no lo hice, lo
esper� en mi mesa, con un hormigueo que recorr�a todas mis zonas er�genas.
Era �l. Lleg� por detr�s y me beso la nuca, mientras sus
manos acariciaban mis pechos por encima de mi camiseta, pellizcando los pezones
que se marcaban, excitados, bajo la tela. Me vend� los ojos antes de que me
levantase o me volviese hacia �l. No era la primera vez, as� que tampoco me
sorprendi�, simplemente le dej� hacer.
Me levant� de la silla y cogi�ndome de la mano me llev� hasta
el centro de la oficina. All� me solt�. Me qued� parada, sin saber a donde
dirigirme, sin saber donde estaba �l. Pero sab�a lo que quer�a. Empec� a bailar,
contorneando mi cuerpo de la manera m�s sensual que pod�a.
No iba a quitarme la venda, la situaci�n era sumamente
excitante. Pero lo que s� empec� a quitarme fueron los pantalones, y luego la
camiseta, eso s�, con movimientos lentos y lujuriosos, como invit�ndolo a que me
ayudase a quitarme la ropa.
Me qued� un poco m�s en ropa interior, bailando para �l.
Sab�a que el sujetador no solo realzaba mis pechos, sino que mis pezones se
transparentaban, y me hac�a a la idea de c�mo le estaba poniendo eso. Y adem�s
llevaba su tanga favorito, siempre me lo ha comentado, y esa tarde no fue una
excepci�n.
Escuchaba su respiraci�n, excitada, as� que me gir� hacia �l
y me quit� el sujetador, mostr�ndole mis pechos y bambole�ndolos delante de �l.
Sonre� al escuchar su silbido de satisfacci�n. Le estaba gustando lo que ve�a.
Yo segu�a bailando y cuando me iba a quitar el tanga, se
acerc� por detr�s de m�. Me sorprendi�, pensaba que estaba frente a m�. No saber
exactamente que pasaba a mi alrededor me estaba encendiendo. Sobre mis nalgas
not� su miembro preparado a trav�s de la tela de sus pantalones. Estaba tan
excitado como yo. Meti� sus manos entre el el�stico y mis caderas y baj�
lentamente mi �ltima prenda. Su lengua recorri� mi espalda a medida que se
agachaba quit�ndome el tanga, lleg� al inicio de mis nalgas y continu� bes�ndome
hasta que sac� mi tanga por entre mis pies.
Se restregaba contra mis nalgas, y yo mov�a mis caderas,
buscando aun m�s contacto. Sus labios besaban mi cuello, sus manos recorr�an mis
pechos, mi vientre, rodeaban mi sexo y jugaban a acercarse a mis labios. Fue
entonces cuando me di cuenta de la situaci�n, hab�a un par de manos m�s jugando
con mis pechos, hab�a otro par de labios bes�ndomelos, lami�ndome los pezones.
No era la primera vez que invitaba a uno de sus amigos a
nuestros encuentros, pero siempre me hab�a avisado. Tampoco iba a
escandalizarme. Estir� los brazos y le acarici� el pecho. Estaba desnudo. Enred�
mis dedos en el abundante vello de su pecho. Segu� bajando mis manos por su
vientre, jugando con su mata de pelo hasta alcanzar su miembro enhiesto. Lo
agarr� con ambas manos, suavemente, haci�ndome una idea de su tama�o (todav�a
llevaba la venda). La acarici� arriba y abajo mientras �l segu�a obsesionado con
mis pechos.
Por detr�s, Joaqu�n se apart�, no sin antes decirme que le
ofreciese una de mis fant�sticas felaciones a su amigo. Sonre� a ambos, me
gustaba que jugasen conmigo. Y me gustaba jugar con ellos.
Me acerqu� a �l, lamiendo y besando su cuello. Haciendo con
mi lengua el mismo recorrido que poco antes hab�an hecho mis manos, todav�a
ocupadas con mi desconocido pene. Mis labios llegaron a la base de su miembro.
Bes� la parte inferior mientras mi mano lo masturbaba. Empec� a subir con mi
lengua, dejando un rastro de saliva por su palpitante pene. O�a su respiraci�n
entrecortada. Notaba su miembro m�s duro todav�a. Mis labios llegaron a la
punta. Se la bes�. La rode� con mis labios, humedeci�ndola, succion�ndola.
M�s o menos por entonces, not� que Joaqu�n volv�a a m�, not�
su mano h�meda acariciando mi sexo, y not� como su lengua empezaba a recorrer mi
sexo. Deb�a estar tumbado debajo de m�. Yo estaba de rodillas, con la
herramienta de su amigo en mi boca. Ahora dentro de mi boca, rode�ndola con mi
lengua, meti�ndomela y sac�ndomela.
El buen hacer de Joaqu�n empezaba a notarse en mi cuerpo, en
mis reacciones. Mis sensaciones estaban haciendo que perdiese el control con su
amigo. A medida que me excitaba m�s y m�s, m�s r�pido met�a y sacaba su pene de
mi boca, m�s fuerte apretaba con mi lengua, y m�s fuerte succionaba con mis
labios al sacarla. Al final, rode� mi cabeza con sus manos, enredando sus dedos
en mi pelo, y arque�ndose ligeramente, con un par de espasmos en su miembro se
vino dentro de m�. Lo esperaba, no era la primera vez que se corr�an en mi boca,
as� que consegu� no tragar, me limit� a escupir su semen sobre su miembro,
distribuy�ndolo con mis manos mientras lo masturbaba.
Not� como se relajaba, aunque yo no estaba relajada, me
estaban arrastrando a un orgasmo. La lengua, y los dedos, que jugaban entre mis
piernas estaban haciendo un buen trabajo, como en otras tantas ocasiones. Mis
gemidos empezaban a llenar la oficina, primero suaves y poco a poco m�s fuertes
y entrecortados. Segu�a apoyada en su amigo, con mis manos en sus nalgas y mi
cara apoyada en �l, notando sobre mi cara su satisfecho pene y notando como sus
manos todav�a jugaban entre mi pelo.
Al cabo de un rato me alzaron, Joaqu�n me agarr� de la
cintura y me llev� hasta una mesa. All� me tumbo boca arriba y me penetr� con
frenes�. El trabajo lingual de antes, unido a su entrada triunfal en mi cuerpo,
me llevaron a correrme r�pidamente, abraz�ndolo, bes�ndolo, rodeando su cintura
con mis piernas. Mis gritos de placer deb�an de o�rse en todas las oficinas,
supongo que vac�as para aquel entonces.
Pero no ten�a ganas de reprimirme, igual que Joaqu�n no ten�a
la m�s m�nima intenci�n de aminorar sus movimientos de cadera. Y eso me gustaba,
mi cuerpo vibraba de placer. Estaba consiguiendo alargar mi orgasmo como otras
tantas veces anteriores.
Al cabo de un rato se zaf� de mi abrazo y sali� de mi
interior. Todav�a no se hab�a corrido, aunque le faltaba poco, y ambos lo
sab�amos. Pero no quer�a correrse todav�a. Le dijo a su amigo que se acercase.
Not� como se tumbaba a mi lado y me dijeron que me pusiese yo encima. As� hice,
llev�ndome a mi interior la verga que antes hab�a saboreado. Empec� a
cabalgarlo, me acompa�aba con sus caderas y sincronizando nuestros movimientos,
pronto empec� a notar que volv�an a m� esas agradables sensaciones.
Pronto volv� a entrar en un estado de �xtasis. Pronto volv� a
gemir descontroladamente. Le abrac� la cabeza, llevando su cara a mis pechos. Me
los besaba y lam�a incluso con m�s pasi�n que al conocernos. Y lo notaba por la
frecuencia de su penetraci�n, cada vez m�s fren�tica.
Luego empec� a notar unos dedos que jugaban en mi ano. Unos
dedos que se introduc�an furtivamente, humedeci�ndome, prepar�ndome. Sab�a lo
que me esperaba. Al poco rato no eran dedos lo que acariciaba el canalillo de
mis nalgas, sino algo m�s grueso. La punta se abri� paso por mi estrecha
entrada, arranc�ndome un gemido de placer, profundo y sordo. Mis manos
aprisionaban con m�s fuerza la cabeza de su amigo, que no por ello dejaba de
jugar con mis senos.
Pronto estuvieron los dos d�ndome el m�ximo placer,
suavemente, perfectamente compenetrados. Yo mov�a mi vientre y mis nalgas,
ligeramente, d�ndoles a entender que no quer�a que parasen, que no quer�a que
cambiasen de posici�n, ni aunque hubiese entrado toda la oficina en aquel
momento. As� me estaban llevando a la gloria. Mi orgasmo, salvaje y prolongado,
fue de los que hacen historia.
Finalmente, totalmente exhausta, entregada por completo, not�
como Joaqu�n se corr�a en mi interior, not� su l�quido caliente en mi ano. Y
tambi�n not� como su amigo se tensaba en mi interior (�l llevaba preservativo,
as� que no not� el calor que deb�a brotar de su miembro).
Estuve entre los dos unos minutos m�s. Entonces, mientras se
retiraban, me liberaron de la venda que hab�a llevado todo el rato. Di un grito
de sorpresa al conocer a mi amante desconocido. Y lo que me sorprendi� fue que
s� que lo conoc�a (hasta la fecha hab�amos hecho algo parecido en varias
ocasiones, pero siempre con amigos suyos que yo no conoc�a). Era uno de nuestros
distribuidores, el comercial con el que hab�a estado reunido todo el d�a.
Y adem�s, es uno de los distribuidores con los que de vez en
cuando debo quedar para hacerles una visita a su ciudad. Lo hab�a tenido al lado
varias veces, en reuniones y cursos a usuarios, y ahora lo ten�a a mi lado
desnudo, acariciando mis muslos y mis pechos, nuevamente excitado y preparado
para otra sesi�n de pasi�n y lujuria.
No voy a contar lo que pas� luego, es f�cil de imaginar y no
muy diferente a lo ya contado. Pero s� decir que a pesar de que Joaqu�n me dijo
que este distribuidor estaba casado y tampoco le interesaba ir contando por ah�
que se hab�a tirado a la t�a buena o a la tetuda (que son algunos de los apodos
que conozco, por Joaqu�n, que me ponen aquellos con los que acostumbro a
reunirme) de la empresa X (no dir� el nombre de mi empresa, claro), la �ltima
vez que viaj� a reunirme en su empresa, me dio la sensaci�n de que algunos
estaban al tanto de todo lo que ocurri� esa tarde noche sobre me mesa de la
oficina. �Hombres!
Pero �l se lo perdi�, pensaba pasar un rato agradable con �l
esa misma noche, pero, visto que no pod�a mantener un secreto...