Relato: Marina (II)





Relato: Marina (II)

Marina II



A partir de aquel d�a como les detall� en la historia de
,
mi suegro fue lo �nico que circul� por mi cabeza


Era realmente insuperable, �l me saciaba en la cama ya que
con mi marido las relaciones por poco se fueron distanciando.


Si bien mi marido, me buscaba y yo habr�a las piernas me
mord�a por no decir el nombre de mi hombre, Marcelo al orgazmar.


Tampoco le dejaba a mi esposo penetrarme por mi cola a mi
marido, a diferencia de Marcelo que cada d�a me saciaba mas por ella y hasta con
aparatos.


Un d�a mi marido me insinu� de usarla con �l, explicando que
su amigo se lo hacia a su esposa.


Bueno, le dije anda a hac�rselo a la mujer de tu amigo,
porque a mi no me lo har�s.



Si bien Marcelo cada d�a era m�s ocurrente e inventamos mil
maneras de hacer el amor, nunca en verdad me satisfac�a. Me calentaba de manera
alocada y yo enardec�a por tener su miembro dentro de mi vagina lo m�s urgente


Una vez mientras termin�bamos de coger me confes� otros
deseos ocultos que quer�a llegar a hacer con mi cuerpo.


Le gustaba que los hombres me manosearan en la calle, uno,
dos o muchos hombres, pero no cogida por esos mismos hombres.


� Marcelo!, Le dije pero que me dec�s si; Eso no es normal
que le hagan a tu mujercita.


Por un tiempo Marcelo se call�.


Pero ese deseo en mi sigui�, de alguna manera d�ndome vueltas
y la manera de complacer a Marcelo.


Un d�a surgi� el tema casi naturalmente hablando con mi
vecina. Y la confidencia de ella me sorprendi� a�n mas:


Emepez� dici�ndole:


Mi marido casi siempre por mas que yo me pusiese lo m�s
llamativo ni me prestaba atenci�n y hasta muchas veces ni se daba cuenta cuando
llevaba o no, corpi�o o menos, calz�n.


Una tarde de agosto sal� a caminar, estaba terriblemente
disgustada con mi marido, porque era una atardecer muy lindo y �l quer�a irse a
ver un partido de f�tbol que jugaba San Lorenzo de Almagro. Mi suegra que viv�a
entonces en casa se hab�a ido a lo de su hija y yo me qued� sola. Al rato de
pensarlo sal� a caminar pero me vest� en forma llamativa para esto serian las
cinco de la tarde.


Al poco de caminar dos hombres me empezaron a decir cosa, que
de alguna manera me encendieron a tal punto que empec� a coquetear y
responderles, sin medir las consecuencias.


Si lo hac�a era por darle el merecido castigo a mi marido
inconscientemente por tener sexo, y de paso demostrarme a mi misma que aun pod�a
levantar las miradas y los deseos de extra�os.


Los dos hombres que por ser domingo se notaban que tenia unas
ligeras copas de m�s se alentaban cada vez mas a s� mismos, por creer que
llegar�an a cojerme.


De decirme cosas, se le acercaron cada vez mas intentando
tocarme. Pero en un descuido y al pasar por una puerta abierta que justamente
era de ellos, de un empuj�n los dos hombres la metieron en su casa.


Mientras uno de ello la tenia apretada del cuerpo y de la
boca, el otro se dedic� a desprenderme la blusa.


Una t�nica abrochada atr�s sin corpi�o era todo y al momento
mis senos aparecieron libres de ataduras ante la mirada de ellos.


Cuando me pude recomponer algo not� que era tarde ya me
hab�an quitado la pollera tirando y desgarrando mi calz�n.


�l m�s joven a un tiempo, saca su sexo y sin decirle nada, la
penetro casi brutalmente.


Oper�, en ese momento en mi algo incre�ble que ella nunca
hubiese imaginado; Dej� de resistirme, y acomod�ndose mejor para que no le
da�ara su vagina la sent� completamente.


Esa pija llenaba toda su vagina un joven y cavernoso cuerpo
caliente respetable la empalm� casi en el aire


Ahora era ella la que se empezaba a mover al comp�s de las
caderas del joven.


Gozaba como nunca lo hab�a hecho, es que esa sensaci�n de
lujuria por ser violada casi brutalmente, s� confund�a con la necesidad de sexo,
adem�s, sin duda esa cosa que la penetraba era mayor y m�s dura que la de su
marido.


El otro le empez� a tocar sus senos que despu�s, bes�
apasionadamente


Ahora estaba como en un sue�o del que se despert� cuando algo
tan conocido por ella le empezaba a recorrer por su vagina.


Se tranquiliz�, lo peor hab�a pasado y ella estaba bien
realmente bien.


Se dej� llevar hasta la pieza no oponiendo ninguna
resistencia. Los hombres, ahora sorprendidos por el cambio de actitud en ella se
empezaron a desnudar totalmente en silencio como para que ello no despertara de
esa expansi�n de sentimiento en que se encontraba.


Reaccionando, le segu�a contando a Mariana, al acostarme y
totalmente desnuda en la cama para cuando esperaba que el otro hombre se
acomodase enfrente de ella les dijo:


De uno en uno pero que por favor, que no la marcasen. Tem�a
que su marido lo descubriese despu�s. Y as� lo hicieron y al cabo de un tiempo
compart�an la misma cama por turnos. Los recibi� unas cuantas veces en esa tarde
y ella fue una catarata de orgasmos hasta que perdi� la cuenta en su sexto
orgasmo. Los hombres que eran alba�iles acostumbrados al trabajo duro no
obstante yo les dej� exhaustos.


Y hasta casi le permit� al m�s joven hacerme la cola pero me
asust�, Marina. Porque ya era tarde deb�a regresar a casa, y, adem�s, no estaba
segura si por causas del alcohol me lo hiciese suave.


Me ba�� y se arregl� el pelo, tambi�n mir� bien para ver que
no hubiesen quedado huellas del amor mientras los dos hombres segu�an dormidos.


Me fui cerrando la puerta de la casa casi como si fuera la
due�a.



Esta historia a Marina la motiv� tanto que al cont�rselo a
Marcelo le pidi� sexo urgente.


Mientras cog�a por la cola le exigi� a Marcelo que le metiera
un consolador por su vagina.


Ese d�a estaba mas excitada que nunca y hasta se paje� al ver
que no se pod�a contenerse despu�s de retirarse Marcelo de la casa bien tarde.


La historia y la imagen de su amiga cojiendo con esos hombres
desconocidos le hab�a transformado.


Una tarde le dijo a Marcelo muy sumisa:


�Marcelo quieres que coja con otro?.


Me gustar�a, Marina de verdad, pero cuando est�s segura de
ello.



Al d�a siguiente Marina llam� a Marcelo y le dijo que la
fuese a buscarla a Constituci�n.


Marcelo, solo quiero calentar, a unos cuantos hombres y
despu�s que vos me cojas en un hotel.


Le mostr� que para ello se hab�a comprado, en la zona, una
diminuta minifalda, tan corta que casi se le ve�a si se agachaba la cola.


En un bar me cambio y salimos a jugar, dijo...


As� se pase� por la calle, escuchando las m�s horrendas
porquer�as y cuando alguien la quer�a tocar, sal�a Marcelo de entre los autos,
para calmar al atontado tipo. As� y despu�s de haber calentado a mas de uno
llegaron a un hotel.


Antes que se la secara le mostr� a su hombre su bombacha.


Estaba humedecida.


Y su vagina era un torrente de pasi�n.


Acab� dos veces en la calle con lo que me dec�an esos
hombres, le dijo a Marcelo.


Actu� solo par ti, como una verdadera putita de la calle.


Con el tiempo empezaron a subir a los colectivos repletos de
obreros. Marcelo ve�a como la tocaban esos hombres al poco rato en que ella se
les insinuara apoyando su cala al alcance de las manos.


Ella hacia como s� nada, pero sab�a que Marcelo ve�a todo. Un
d�a uno fue mas lejos:


Le acab� en su cola.


Ella le hizo una se�a y se bajaron r�pido.


Extasiada le mostraba a Marcelo como la hab�an mojado.


Subieron a un taxi y fueron al hotel.



Una vez y con toda la mala intenci�n Marina se compr� una
malla chiquita en una tienda de Caballito porque esa tarde ir�a con Marcelo a
una quinta de un amigo de �l. Su esposo estaba en el interior y no llegaria
hasta cuatro d�as despu�s. Cada vez sal�a por mas tiempo con Marcelo. Marina
llam� a su madre para decirle que ese fin de semana se iba a lo de una amiga a
Castelar, y que por las dudas no le dijese nada al esposo si este llamara.


Llegaron a la quinta que estaba algo alejada de la estaci�n
de Castelar, en el oeste de la provincia de Buenos Aires, en un hermoso d�a de
verano. E inmediatamete se fue a cambiar a la pieza


Era chica su malla ahora vi�ndola mejor pensaba Mariana,
adem�s


Estaba el amigo de Marcelo que no le tenia confianza y ya no
estaba tan segura de estar comoda en su presencia, pero la amistad de Marcelo
con el due�o de casa impedia cualquier mal entendido.


Marcelo le dijo que la amiga de su amigo, llegar�a un poco
mas tarde, y as� se anim� a salir.


El amigo se sobresalt� al verla y Marcelo le sonri�
c�mplicemente.


Era una malla que apenas le cubr�a dos tri�ngulo escasos sus
senos que a causa de un viento se le marcaban terriblemente, y una l�nea de tela
min�scula y un peque�o tri�ngulo cubr�a su sexo y cola.


Por suerte se hab�a depilado un poco mas de lo necesario,
porque si no pod�a usarla.


El amigo de Marcelo se relam�a, era un flaco divino due�o de
la m�s, grande inmobiliaria de la zona.


Tomando sol Marcelo, le suger�a a Marina que hiciera toples,
al principio se resisti� pero lo hizo mirando al suelo, lo que aprovecho Marcelo
para pasarle por todo su cuerpo bronceador.


Marina se fue calentado y un rato despu�s al comprobar que el
amigo de Marcelo hab�a desaparecido, s� di� vuelta.


Sus senos al aire invitaron a Marcelo a bes�rselos.


Marcelo, tu amigo dijo.


Qu�date tranquila lo vi irse a comprar el asado y el pan.


Se qued� tranquila y al rato se estaban manoseando y besando.


Las caricias fueron aumentando y despu�s de un rato Marcelo
le sugiri� ir a la pieza


�C�mo vamos a dejar solo a Andr�s?.


Si acaso el no sabe que somos novios.


Si pero Marcelo, tengo miedo que �l nos vea.


No seas tonta, dale.


Entraron al dormitorio.


Marina se fue acomodando en la cama boca abajo mientras
Marcelo le besaba su nuca.


Esto a ella le excitaba al m�ximo y por debajo le met�a la
mano en su sexo, magreandola.


Como te gusta papi mi cola, le dijo Marina.


As� estuvieron un rato hasta, que Marcelo le quit� la parte
de abajo de la malla.


Levante la cola le dijo Marcelo, ardo por hacerte el culo.


Mientras la preparaba, meci�ndole un dedo en su ano y
dici�ndole porquer�as al o�do, esa era la formula en que Marina no se resistir�a
jam�s Marcelo le toma la mano a su amigo, que sin respirar hab�a presenciado el
preludio amoroso.


Al entrar a esa pieza tan oscura y por el sol Marina no lo
divis� nada. �l estaba atr�s de una cortina gruesa.


Andr�s se hab�a desnudado y as� sin hablar se aguant� su
propia calentura al escuchar las caricias.


Es por ello que Marcelo se lo dec�a al o�do a Marina, para
que no escuchase al acercase a ella por atr�s a Andr�s.


Se detuvo Andr�s junto a Marina que permanec�a con la cola
levantada esperando a que su hombre la penetrara.


Despacio Marcelo, dijo ella.


Marina vio que lentamente su ano se dilataba al ser penetrada
y apoyando la cabeza en la almohada le dijo


Mas papito ahora del todo


As� fue que creyendo tener entre su esf�nter el sexo de
Marcelo, en realidad era el de Andr�s.


Marcelo ve�a por primera vez a Marina cogida por un extra�o.


Se mov�a como una diosa y enloquecida de placer Marcelo que
al rato y un momento antes que ella estalla en su orgasmo, se acerc� hasta
levantado su cara de la almohada.


Ella abri� los ojos desmesuradamente.


No lo pod�a creer, y le dijo muy asustada


�De qui�n es esa pija dentro de mi culo?. Hijo de puta grit�.


�Qui�n me coje?


Y d�ndose vuelta vio a Andr�s a punto de acabar con la cara
roj�sima.


Ya todo estaba consumado Andr�s se descargaba en su interior


Eso le excit� y unos segundos despu�s ella tuvo su orgasmo


El m�s importante de los �ltimos tiempos.


Luego de pasada la confusi�n y una vez repuesta, Marina
atendi� a los dos hombres elaborando sus mejores polvos y as� pasaron los tres
la tarde del s�bado cojiendo.



El domingo apareci� Mirta G. la novia de Andr�s pero esa
historia ser� para la pr�xima.


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