A mi novia le gusta mostrar su culito (2)
Mi novia sigue con el vicio de mostrar su cola a cada vez
mas gente. Adem�s por los pedidos que recib� les muestro una foto de ella.
Despu�s de la experiencia que me hizo vivir mi novia con el
encargado y el de seguridad de nuestro edificio, nuestra vida cambi�
rotundamente. Ella se mostraba avergonzada por haber llegado tan lejos ese d�a
y me reclamaba que no la hubiese parado a tiempo. Yo ten�a un extra�o
sentimiento de culpa por haberla dejado que dos casi desconocidos le rompieran
por primera vez ese culito tan hermoso, pero a su vez solo recordar esa escena
me exitaba de tal forma que me hac�a tremendas pajas imaginandola encamada con
cada tipo que yo conoc�a.
As� transcurr�an nuestros d�as aparentando entre nosotros
que lo que hab�a pasado hab�a quedado en el olvido.
Marcela se vest�a mas recatada y con pantalones amplios que
casi no dejaban ver la fabulosa cola que tanto le gustaba mostrar, y hab�a
vuelto a ser la mujer recatada de cuando la hab�a conocido.
Sexualmente todo pasaba sin ning�n condimento extra, y
ninguno de los dos nos confesabamos nuestras fantas�as, pero estaba seguro que
a ella le calentaba terriblemente recordar lo que hab�amos pasado. Y no me
equivocaba.
Una ma�ana saliendo del edificio junto a ella nos cruzamos
con Rub�n, que como recordar�n es el de seguridad, y luego de intercambiar un
buenos dias la encara a Marcela:
- Se�ora, no sabe lo que extra�o ver su precioso culito.
�cu�ndo me lo va a volver a mostrar?
- Nunca Rub�n, le conteste yo.
- �Lo que dice su marido es verdad? �no recuerda lo que le
gust� cuando se lo abrimos en dos con Sergio?, continu� Ruben.
Marcela no decia palabra, pero se notaba que le calentaba
lo que Ruben le dec�a.
- Le cuento que hay dos alba�iles de la obra de enfrente
que siempre que la ven salir se cruzan y me preguntan por usted y se la pasan
elogiando su cola. �no tiene ganas que se la vean mas de cerca?, prosigui� el
zorro de Ruben sabiendo que eso la pon�a a mil.
Marcela se mordi� el labio inferior para aguantarse la
calentura que ten�a y le contesto haciendose la ofendida:
- No, eso ya no me gusta m�s, no creyendo ni ella misma lo
que dec�a.
Rub�n largo una carcajada, por lo evidente de la mentira
que hab�a sido la respuesta y continu�:
- Bueno si asi lo quiere, es una l�stima, usted se lo
pierde. Si cambia de idea la esperamos esta tarde en la cochera cuando regrese
del gimnasio.
- No gracias, contesto Marcela y nos retiramos hacia
nuestros trabajos sin hacer ning�n comentario de lo sucedido.
En mi oficina me imaginaba constantemente a mi novia
agachada ante los dos alba�iles exhibiendo su culito y eso me tuvo toda la
tarde como un fuego. Hasta llegue a lamentar que ella no quisiera.
En mi regreso a casa me extra�� no encontrar a Rub�n en la
casilla de seguridad de la entrada por lo que le pregunt� al reemplazante:
- �Qu� le pas� a Rub�n?
- Nada se�or, est� ayudando a unos alba�iles a hacer un
trabajo en las cocheras, por eso lo estoy reemplazando. Acaba de bajar, asi
que si necesita hablar con el lo puede alcanzar, me contest�.
No pod�a ser tanta coincidencia, en esto ten�a que ver mi
novia, as� que apur� el paso y baje las escaleras que dan a las cochera
tratando de no hacer ruido. En el primer nivel no se escuchaba nada, as� que
segui bajando hasta el �ltimo nivel que es el lugar donde no se guardan
coches, sino las herramientas y maquinas para la mantenci�n del edificio. Al
escuchar un murmullo me acerque y ah� estaba Marcela apoyada de frente en una
pared con la espalda un poco arqueada, sacando el culito para afuera, vestida
con un top blanco y unas calzas azules de gimnasia. Frente a ella y sentados
en el suelo estaban Rub�n y no dos sino tres tipos de aproximadamente 50 a�os
sin pantalones y con los miembros en la mano. Mi novia les movia el culo y
cada tanto daba vuelta la cara y los miraba con una expresion de puta que los
volv�a locos, mientras Rub�n le dec�a:
- Ya me parec�a que no hab�a dejado de ser viciosa y que le
sigue gustando mostrar ese culito roto.
- Mire que dura se la est� poniendo a los se�ores. Hagale
un buen espectaculo que de premio la vamos a ensartar entre los cuatro.
- No, dijo Marcela mirando seria a Rub�n, hab�amos quedado
que ninguno me puede tocar, solo pueden mirarme, o es as� o no continuamos.
- Esta bien se�ora hagamos como usted quiera, le contesto
Rub�n.
- Ya que solamente podemos mirar �que espera para
mostrarnos la tanguita se�ora?, dijo uno de los alba�iles.
- Si bajese la calza y muestrenos esa bombachita de putita
que usa, pidi� Ruben.
Marcela meti� los dedos en el costado de la calza y tir�
hacia abajo muy despacio hasta dejarla a la altura de las rodillas y dejando
al descubierto una tanguita rosa tan disminuta que dejaba ver el precioso
culito que tiene. Se abri� un poco de piernas y se agach� dando una vista
impresionante a los tipos que ya a esta altura estaban con sus miembros
totalmente erectos. En eso Rub�n se paro fue hasta donde estaba mi novia y le
ayudo a sacarse las calzas y el top quedando solamente vestida con la tanga
rosa y las zapatillas.
Mi novia le agradeci� que la ayudara a desvestirse, pero le
orden� que volviera a su lugar.
Rub�n as� lo hizo, se desnud� por completo y se sento al
lado de los alba�iles, que y� a esta altura se masturbaban freneticamente,
mientras Marcela se pon�a en cuatro con las piernas abiertas, con la tanguita
un poco corrida y con un dedito dentro de la conchita.
Yo miraba todo con una calentura terrible y no pod�a creer
que mi se�ora se animara a hacer tremendo espectaculo sin que yo estuviera
presente para cuidarla si alguno se quer�a zarpar. Evidentemente por el
dialogo caliente que se gener� entre los cinco, Marcela ni hab�a pensado en
ello.
- No les dije que la se�ora tiene un culito hermoso, dijo
Rub�n a los otros.
- Cuentele a los se�ores como le comimos la colita hace
unos d�as, continu�.
- �Asi que ya tuvo varias lenguas en su culito se�ora?
pregunt� uno se los alba�iles.
- �Le gust� que se lo comieran?, pregunt� otro.
- Me encanto que me lo chupara Rub�n, contesto Marcela, que
por el grado de calentura que ten�a le sal�� la voz entrecortada.
- Mire que es putita, pensar que su marido esta trabajando
y usted toda desnudita abriendo el culo para cuatro tipos, dijo Rub�n.
Cuando escuch� esto, Marcela dio vuelta la cara, los miro,
se paso la lengua por los labios y les pregunt�:
- �Quieren ver mi agujerito roto?, mientras el dedo que
tenia en la conchita entraba y sal�a a un ritmo mayor.
No esperando la respuesta ya que sab�a que iba a ser
afirmativa, se corrio hacia un costado toda la tangua y dejo al aire su
precioso hoyito.
- �Qu� les parece? pregunt�.
- De aca no lo vemos muy bien, �podemos acercarnos sin que
usted se enoje?, pregunt� el tipo que hasta ahora no hab�a dicho palabra.
- Bueno, est� bien, acerquense un poco, pero solo un poco.
Todos se pararon, se terminaron de desnudar y fueron a
donde estaba mi se�ora que, por la forma que los miraba y gemia demostraba que
hab�a perdido totalmente el control de la situac��n. Cosa que aprovecharon
Rub�n y los tres tipos, acercandose a centimetros y sentandose en semic�rculo
alrededor del culo de mi novia.
- �Se�ora, no se meter�a un dedito en ese agujerito para
nosotros?, pregunt� uno.
Cuando Marcela acercaba el dedo al culo, el tipo le detuvo
la mano y le dijo:
- Espere se�ora, deje que antes se lo lubrique un poquito
asi le entra mas f�cil, e inmediatamente acerc� la boca al hoyo y le meti� la
lengua de tal forma que mi novia por el gemido que peg� se not� que lo
disfrut� terriblemente. Al darse cuenta los otros que Marcela se retorc�a de
placer, comenzaron a meterle manos por todos lados. Mientras le tocaban las
tetas, la conchita y le met�an dedos en la boca le decian:
- �Est� que explota de la calentura?, eh se�ora.
- �Le gusta las cuatro pijas que se va a comer?
- Le vamos a destrozar ese culito hermoso que tiene, le
decian mientras se turnaban para pasar la lengua por el culo de mi novia.
En un momento Rub�n se paro y le orden�: - Metase esta pija
que tanto le gusta en la boca, a lo que Marcela obedeci� enseguida,
chupandosela desesperadamente.
Ruben le gritaba: - Pongala bien dura se�ora as� le gusta
mas cuando la tenga en su culo, y segu�a - �No tiene ganas que la empecemos a
ensartar?. Marcela solo gemia y asent�a con la cabeza, a lo que el tipo que
estaba comiendole la cola se levant� apoy� su tremenda verga en la entrada y
de una embestida se la ensart� hasta el fondo. Mi novia gritaba y se retorc�a,
se sacaba una pija de la boca y se met�a otra, una y otra vez, estaba como
poseida. Se pasaban el culo, salia uno y se lo entregaba a otro tipo y �ste
despu�s de unas cuantas sacudidas, le dejaba lugar a otro, le chupaban la
espalda, los pies, le sacaban la verga de la boca y la besaban metiendole la
lengua hasta la garganta. Mientras tanto yo no podia creer ver a mi novia tan
rubiecita, tan joven, con esa piel tan suavecita y dejandose dar por tres
alba�iles morochos y de 50 a�os y dejandose meter las manos sucias de cemento
en cada centimetro de su cuerpo, y lo peor de todo que se ve�a que lo
disfrutaba tremendamente.
De repente Rub�n se separ� de mi novia y les ordern� a los
otros que tambi�n lo hicieran. Les indic� que se fueran a sentar, el fue
con ellos y mientras tanto Marcela desconcertada lo miraba y aprovechaba para
descansar las rodillas acostandose boca abajo.
- Ahora quiero que se de vuelta y se masturbe mirando estas
cuatro pijas, le orden� Ruben.
- Ella se dio vuelta, apoyo la espalda en la pared, se
meti� dos dedos en la conchita y con la otra se tocaba los pechos.
- �Est� necesitada de estas cuatro pijas grandes no?, dijo
un tipo.
Marcela los miraba con cara de putita y les sacaba la
lengua.
- Mirelas bien, asi puede pejearse recordandolas cuando
este sola o con el cornudo de su marido, dijo el otro alba�il.
- Quiero que nos pida que le llenemos de leche todos sus
agujeros a la vez, continu� Ruben.
- Si, por favor rompanme toda, suplic� Marcela.
- �Me promete que cuando yo quiera compartir ese precioso
culito con otros amigos nunca se va a negar? pregunt� Ruben.
- Si se lo prometo, pero por favor cojanme ya.
- Venga y sientese en mi verga, ordeno Ruben.
A lo que mi novia lo hizo inmediatamente ensartandose la
verga en la conchita y quedando de frente con Ruben, a lo que �ste aprovecho y
le encaj� un terrible beso de lengua. Marcela se amacaba desesperada. De
pronto dos alba�iles se pararon y le pusieron las pijas a la altura de la
cara, las que mi se�ora chupaba un rato a cada una. Y como era de esperar el
tercer alba�il se dirigi� directo a su culito y la penetr� hasta el fondo.
Todo era un concierto de gemidos, les estaban dando por todos lados y mi novia
cabalgaba con ganas. Estuvieron asi un rato hasta que comenzaron a rociarla de
semen; primero le llenaron la boca, despues el culo y por �ltimo Ruben le
inund� la conchita.
Todos tomaron su ropa y se retiraron dejando a Marcela
acostada en el suelo con semen chorreando de todos los agujeros. Yo a esa
altura ya hab�a tenido dos orgasmos, asi que en silencio me dirig� a mi
departamento para esperar a mi novia a ver si me contaba lo sucedido.
En el proximo relato les contar� como sigui� esto.