Cumplía ese día 17
años y se reunieron en mi casa mis tíos y otros familiares.
Después de cenar mi prima Adri que por entonces contaba 19 me hizo
señas de que saliéramos.
Lo hice primero yo y luego ella
por distintas puertas. Una vez afuera me pregunta: ¿tenés
cigarrillos?.
Le di uno y me tomó la mano
diciendo: Vamos a un lugar donde no nos vean.
Nos metimos en un viejo galpón
en el fondo de la casa donde se guardaban las cosas en desuso y fumamos.
Hablamos de cómo me iba en la escuela y a ella en su segundo año
de profesorado hasta que sacó el tema de novios y novias. Seguía
sus temas y participaba dando mis opiniones acerca de una u otra cosa y
si fulano salía con mengana y si tal gustaba de cual.
Hasta que en un momento me pregunta:
Tienes novia.
No, respondí.
Y quién te gusta.
Nadie en particular, contesté.
Y así continuó preguntando
siempre rozando los temas del sexo sin entrar directamente hasta que me
soltó:
¿Ya te desvirgaste...?
No, contesté.
¿Cómo, no es que tienes
una verga grandísima? (esto de que tengo una verga grande era conocido
porque el año anterior hicimos una medición entre compañeros
de colegio y dio que tenía 22 por 6 cm. e inmediatamente corrió
la noticia, dándome cuenta de que las chicas miraban siempre mi
bulto)
Eso no tiene que ver contesté
Pero si es cierto ofertas no te
faltarán -insistió-
Pues que hasta ahora no tuve ninguna.
Tomé la iniciativa preguntándole: Y a ti ¿cómo
te ha ido?
Esas cosas son secretos de mujer.
Vamos, cuéntame.
No, eso no se dice.
Pero no lo diré a nadie.
Son secretos y los secretos se guardan.
Bueno pues si sabes guardar los
secretos también guardarás este le espeté en tanto
la abrazaba tomándola de la cintura.
Es que somos primos, se atajó
sin convicción.
No importa, que total de la cintura
para abajo no hay parientes la animé mientras buscaba su boca para
besarla.
No, no, somos primos, se defendía.
Mis manos se metieron en su espalda,
mi boca en la suya, le desprendí el soutien, me dediqué
a sus tetas dando suaves pellizcos en sus pezones hasta que no dijo más
nada, oyéndose sólo nuestra excitada respiración.
Intenté meter la mano para
llegar a su conchita pero había un problema. Estaba de jeans ajustados,
tenía medias tipo panty que le llegaban a la cintura, luego venía
su bombachita y recién después de todo esto su sexo.
¿Qué hacer...? Me
dediqué a pasar mis manos por sobre su cola mientras la besaba
apasionadamente. Apoyaba mi aparato contra su pantalón para calentarla
y pese a que la notaba cada momento más excitada pensaba que sin
su colaboración y aprobación no podría quitarle toda
esa ropa, y que en el momento de quitarla podría llegar a tener
unos instantes de razonamiento y arrepentirse.
Tomé coraje y me aboqué
a la tarea quitar sus zapatos, de desprender su jean y comenzar a bajarlo
junto a la bombacha y el panty. Hecho lo mas difícil y mientras
continuaba besando y chupando por todos lados pude meter la mano en su
sexo. Tuvo un estremecimiento cuando mis dedos llegaron a la ansiada hendidura.
Le introduje el dedo medio dando movimientos de pone y saca rozando juntamente
su clítoris hasta que me di cuenta que estaba a punto.
Me quité con la mano izquierda
el pantalón junto al slip mientras la derecha continuaba excitándola
quedando mi aparato alistado para la penetración. Se sorprendió
cuando la punta ya lubricada tocó su cuerpo bastante más
arriba de su ombligo. Lo tomó con la mano derecha hablando por primera
vez en varios minutos y exclamó:
Pero... ¡Es enorme!, esto
no me entra.
Te va a gustar atiné a decir.
La tomó nuevamente con su
mano y mientras continuaba con mi sesión de dedos ella me hacía
algo así como una paja. Me arrodillé y fui bajando lentamente
hasta que mi lengua llegó a su argollita. Apoyé mis labios
sobre la concha y acto seguido introduje mi lengua, apoyé la boca
contra sus pelos al tiempo que mi lengua corría por toda la hendidura
haciéndola temblar de deseo. Estábamos los dos excitadísimos
por lo que pensé que era el momento de ponerla.
Me puse de pié para ensartarla,
más había otro problema, yo medía 1,70 m y ella 1,56
por lo que la diferencia de altura era de 14 centímetros, a lo que
debía sumar que sus piernas eran un poco más cortas que las
mías, que abiertas bajaban aún más y mi verga tenía
22 centímetros.
Traté de ponerla de parado
pero debía agacharme demasiado flexionando las piernas. Se me ocurrió
tomarla de los muslos a la altura de la mitad entre la rodilla y su cola,
hice que me abrazara por el cuello, la levanté, la coloqué
sobre mi aparato y sosteniendo todo su cuerpo con mis brazos, guié
su agujerito a mi verga y se la inserté.
Ni bien le puse la punta y otro
poco comenzó a gozar y cada vez más a medida que se introducía.
Pero tragarla toda era otra cosa, por lo que una vez que la tuve calzada
hasta poco más de la mitad, lentamente la fui bajando y la hice
apoyar sus pies en el suelo.
Se encontró ella con el problema.
Si cerraba las piernas le dolía y si las abría perdía
altura y se le metía cada vez más adentro. La seguí
mandando y la aguantaba mientras notaba el fondo de la vagina cosquillear
contra el glande. Me puse a darle entrando y saliendo lentamente y cuidando
de que los últimos 7 u 8 centímetros (los que hacían
doler y gritar) quedaran afuera.
Volví a empujar y dijo: Ayyyy,
¡cómo duele!, pero me gusta, seguí despacio.
Se puso en puntas de pié
quitándose unos centímetros de adentro, me tomé con
mis manos de los cantos del culo esperando que se canse de estar en puntas
de pié. Así sucedió, no aguantó estar tanto
tiempo en puntas de pie, bajó los pies y se la hincó otro
poco y luego mientras permanecía quieto ella fue dando movimientos
muy lentos hacia arriba y hacia abajo y mientras me daba cuenta que gozaba
y me besaba apasionadamente manifestando dolores momento en los cuales
se detenía le entró toda.
Al sentir que nuestras pelvis se
tocaban y que no tenía dolores comencé con lentos movimientos
de pone y saca, sentía caer sus jugos y un jadeo que anunciaba su
orgasmo, que fueron por lo menos dos hasta que sentí que me venía
la leche y la saqué.
Ella se agachó y se la puso
en la boca mientras sentía salir unos chorros que nunca había
sentido surgir tan violentamente. Mi miembro latía y me parecía
que explotaba al tiempo que Adri se ahogaba al entrarle los chorros hasta
el fondo de su garganta, no obstante se tomó unos buenos chorros
y quedó saboreándolos y pasándome la lengua por todo
el aparato que seguía inflamado de tanto goce.
Se quedó unos minutos agarrándola
y pasándole la lengua suavemente al tiempo que se la metía
en su boca, asombrándose de lo grande que era y que no se explicaba
cómo había hecho para aguantarla, proponiendo seguidamente
que nos vistiéramos y fuéramos a la casa.
Más o menos una hora después
de estar adentro y mientras todos jugaban a la lotería familiar
me hizo señas de que saliéramos. Fuimos nuevamente al galpón,
me dijo que lo había pasado muy bien y quería hacerlo nuevamente.
Pues esta vez tendremos que buscar otra posición porque mis piernas
quedaron acalambradas de tanto hacer fuerza, dije.
¿Y cómo lo hacemos
preguntó...?
Recordé que había
en el galpón unas sillas viejas, traje una, la puse a nuestro lado
mientras le quitaba nuevamente sus jeans y me sacaba los míos. Me
senté en la silla, tomé la verga con la mano derecha, me
quitó la mano y la tomó ella con la suya y como si se sentara
encima de mí la dirigió a su conchita al tiempo que iba bajando
su cuerpo.
Estuvo un rato entre medio parada
y medio sentada haciendo jugar el glande contra su clítoris y pasándola
por toda su entrada bien lubricada dando quejidos de excitación
hasta que sus piernas se cansaron y se vio obligada a hacerla entrar. Siempre
con lentos movimientos la fue haciendo entrar procurando que su vagina
se adaptara al tamaño.
Cuando se la había tragado
casi toda y su cola casi pegaba contra mis piernas la sacó un poco
ya que sentía dolores, hasta que dejó de sentirlos y la tragó
completa. Pasó entonces su mano para notar cómo estaba de
calzada y yo también lo hice notando su clítoris a disposición,
por lo que mientras me movía se lo masajeaba haciéndola acabar
a gritos.
Cuando sintió que me venía
y mientras aceleraba los movimientos ella también tuvo un orgasmo
enloquecedor, quise sacarla, pero estaba agarrada firmemente con sus manos
a la silla dando grititos, en un orgasmo que me hacía sentir como
que su vagina se movía, como que me apretaba y soltaba en forma
espasmódica al tiempo que se pegaba contra mí y no me dejaba
salir por más que lo intenté, por lo que se encontró
con la concha llena de leche.
Luego de semejantes acabadas y mientras
mi mente no alcanzaba a elaborar todas esas sensaciones, quedó en
un estado de relajación que me dijo casi le impedía moverse
y que su piernas no le respondían y que había sentido un
cosquilleo por todo su cuerpo, que era una sensación única
que no terminaba y que le parecía que se desmayaba de placer.
Cuando volvió el razonamiento
se puso a sacar cuentas de cuando le vendría la regla y dijo que
debería ser más o menos en tres o cuatro días por
lo que calculó que no habría problemas de quedar embarazada
pero que este goce no se lo iba a perder por mucho tiempo y que comenzaría
a tomar píldoras anticonceptivas ya que un palo como el que había
tenido entre sus piernas merecía gozarse sin forro.
Volvimos a la casa no pasando más
nada hasta la semana siguiente en que luego de regresar de la escuela aparece
en casa mientras preparaba las tareas para el otro día. Escuché
que hablaba con la empleada, pasó donde estaba y después
de cerciorarse de que nadie escuchaba me dijo que al día siguiente
sus padres viajaban y que si quería ir a acompañarla por
la noche. Por supuesto que acepté y al otro día, aparecí
en su casa a pasar esa y cinco noches más inolvidables.
Se estaba secando el pelo luego
de bañarse, estaba con una bata marrón que no dejaba ver
nada de su cuerpo. Cerramos la casa, apagamos las luces y enfilamos a su
habitación.
Entre besos y apasionados y mis
manos que recorrían todo su cuerpo le quité la bata quedando
con un salto de noche que apenas tapaba su cola y hacía notar que
estaba sin nada debajo.
Seguimos el juego, me quitó
el slip, tomó la verga con su boca y se puso a lamerla suavemente,
luego se la introdujo en la boca y daba de chupadas que me enloquecían.
Estaba acostado y ella de rodillas
sobre la cama por lo que cuando me venía el gusto la tomé
de la cabeza y la puse más adentro aún en su boca y se la
llené de caliente leche. Como no poda salir porque mis manos apretaban
su cabeza contra mi verga hubo de tragarse el semen.
Me dijo que sentía latir
el miembro como la otra noche al tiempo que un líquido caliente
golpeaba dentro de su boca, de sabor dulce que le gustó. Debe ser
cierto que le agradó porque una vez tragado lo principal y mientras
me pasaba la mano de abajo hacia arriba salió otro poco que aprovechó
para succionar mientras me pasaba la lengua suavemente por toda la cabeza.
Después de un rato me la
hice dar vuelta y ponerme su exquisita conchita en mi boca, me puse a chuparla
y a pasarle la lengua, dedicándome luego a su clítoris.
Se quejaba de placer y a pocos minutos
de estar chupando le dije que le daría una sorpresa. Pasé
mi dedo medio por su conchita, lo lubriqué y me dediqué a
pasarlo lentamente con movimientos circulares por su ano. Continué
la lubricación lubricarlo agregando un poco de saliva e introduje
el dedo medio lentamente mientras notaba que se relajaba. Luego de un rato
de pone y saca volví a lubricar con el mismo método el pulgar
y lo introduje al tiempo que con la mano libre no abandonaba su conchita.
Cuando lo sentí dilatado
y a punto la hice poner a cuatro patas, y la introduje en su vagina. Luego
de darle un rato y antes de que viniera su orgasmo la saqué y lubricada
como estaba le metí la cabeza y esperé unos momentos la dilatación.
Era fantástico sentir cómo
me apretaba por detrás del glande con su esfínter, continué
empujando con movimientos de quita y pon al tiempo que tenía su
clítoris entre mis manos. A medida que iba entrando sentía
sus quejidos de dolor, me detenía un poco hasta que se adaptaba
y notaba su placer que parecía la desbordaba.
Habrían pasado unos diez
minutos cuando sentí que no entraba más: !Lo había
mandado todo!.
Una vez seguro de que no sentía
dolores me dediqué a cabalgarla y ella gritaba cada vez más
fuerte de placer. Me decía: así, así, metéla,
metéla toda, y luego: Acabo mi amor acabo, acabo ahhh, ahhhh, ahhhhhh.
Vino mi leche y mientras seguía
empujando me dijo:
¡Pará, pará
, no doy más, me muero!.
Quedé quieto y ella se relajó
a punto de parecer que quedaba sin sentido. Después de un rato cuando
la sentí relajada la saqué y me puse a mirar el ano, le
había quedado dilatado, caía semen y por más que hacía
esfuerzos no lo podía cerrar aun después de haberse lavado.
Estaba destruida y me dijo que nunca
había gozado tanto y que me ordenó parar porque sintió
una cosa caliente en sus entrañas y que era como que la vagina,
y sus intestinos se subían hacia el estómago al tiempo que
una sensación de cosquilleo que no terminaba nunca le pasaba por
todo el cuerpo.
Así pasamos los cinco días
que faltaron sus padres todos de fiesta y aún con un trío
pero de eso ya les contaré...
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