Relato: Confesiones de una perra salida, por Sylvia Confesiones de una perra salida, por Sylvia
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Me llamo Sylvia y vivo en Oviedo. Soy morena delgada de buen
tipo ojos oscuros y grandes, piernas largas y culito redondito que a los hombres
les encanta cuando me visto minifaldas. Suelo vestir bastante recatada ya que mi
marido es muy celoso. Lo que os voy a contar sucedi� un dia llendo a la oficina
que cogi el autob�s. Me sente cerca de la ventanilla y a mi lado se puso un
caballero de unos 55 a�os. Era atractivo con sus sienes blancas. Yo llevaba
puesto mi traje chaqueta de color marron parduzco, de minifalda plizada corta y
de vuelo, al estar sentada la minifalda se subia hasta dejar ver muy arriba de
mis perfectos muslos. El caballero no dejaba de mir�rmelos, yo lo notaba pero me
hacia la distraida mirando por la ventana. De todas formas me resultaba
excitante el saber que atraia a los hombres y que les ponia cachondos.
Al poco tiempo, y con algo mas de gente en el autob�s, note
su mano sobre mi muslo izquierdo. Me sobresalte y le mire, me sonreia, me dijo:
tranuila preciosa, solo queria comprobar que estas piernas son d everdad no te
enfades, y yo me quede callada y dej�ndole hacer. Volvi a mirar a la ventana
mientras el volvia a poner su mano en el medio de mis muslos, acariciando por la
parte interior de estos que es la mas sensible, la escitacion era terrible, por
un lado me parecia una indecendia que un deconocoido me tocara y por otro empece
a mojarme como una perra salida. Era como si el saber que el tio pensara que era
un puta me pusiera caliente delante de la g��ete. Estaba mas caliente que en las
folladas de mi marido.
Y en estos pensamientos, su boca empezo a susurrarme y a
gemir junto a mi cuello y mi nuca, me moje much�simo, sentia su respiraci�n
cachonda y sensual, su mano ya estaba dentro de la minifalda acariciando la tela
del tanga y urgando por los bordes hasta rozar los pelitos de mi chocho. Yo
estaba ya tan caliente y salidorra que fui abriendo las piernas cada vez m�s
para facilitarle el manejo. Estaba completamente abierta de piernas, con sus
dedos urgando en los pliegues demi co�o, lo tenia super mojado, me bajo el tanga
hasta las rodillas delante de la gente que no se percataba de nada, me subio la
minifalda hasta la cintura quedando todos los pelos del co�o a la vista y con
sus dedos me pajeaba el chocho encharcado. Me decia, abrete bonita, goza mi dedo
putita, ya veras como te gusta, disfruta mi paja y asi lo hice.
Me estuvo acariciando suavemente los labios del co�o,
metiendo un par de dedos en mi cueva y me pajeo suavemente, lo que me hizo tener
un par de orgasmos que mi marisdo nunca habia conseguido lograr. Me ponia
cachonda saber que un sdeconodico me estaba pajeando en un autob�s de camino al
trabajo. Me hizo levantar el culo y me consigui� pajear en los dos agujeros, un
dedo delante y otro en el culo, lo que me puso aun mas caliente, ..., termine
corri�ndome y del orgasmo me mee en el asiento del autob�s. Me dio verg�enza, me
vesti, mientras el se levantaba y tras limpiarse en mis bragas se marcho. Yo
sali detr�s con las mejillas coloradas de la verg�enza y la calentura. Al llegar
a casa por la noche, estaba tan caliente todav�a, que le hice una mamada a mi
marido hasta que se corrio en mi cara.
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Relato: Confesiones de una perra salida, por Sylvia
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