Relato: Fabiana





Relato: Fabiana

FABIANA



Me llamo Anal�a y siempre he sido una chica mala, muy pero
que muy mala.


A los 15 a�os qued� hu�rfana de padre. Entonces viv�a con mi
madre, que se llama Valeria y con Mar�a, una mucama que nos serv�a en casa. Mi
madre es una mujer muy guapa, de 40 a�os, que me quiere y me consiente en todo y
yo la adoro.


Al poco de morir mi padre ocurri� otra desgracia, si es que
puede llamarse desgracia pues fue el origen de esta historia que me llena de
felicidad. Mis tios del pueblo murieron y dejaron hu�rfana a mi prima.



"Anal�a � me dijo mi madre � ma�ana llega Fabiana, tu
primita. Como que somos su �nica familia me han dado su tutela, as� que vivir�
con nosotras."



A m� me dio un ataque de rabia. Fabiana era una ni�a de mi
misma edad, mes ariba mes abajo, bastante t�mida y pueblerina aunque de bonitas
facciones. Le dije que no estaba dispuesta a compartir mis cosas con aquella
muchacha torpe y provinciana. Qu� iban a decir mis amigas cuando vieran que no
era m�s que una pueblerina.


Mam� fue inflexible. Me habl� de la solidaridad, de la
caridad, del bien y del mal. Me dijo que aunque no me gustara que no ten�a m�s
remedio que aceptar a mi prima, de ahora en adelante iba a ser casi como mi
hermana.


Evidentemente tuve que ceder y someterme, cosa que no me
gusta hacer, pero me dije que lo que ten�a que hacer era pensar algo para sacar
provecho de aquella situaci�n.



Cuando lleg� Fabiana, que por un lado se mostraba afectada
por la reciente p�rdida de sus padres y por otro parec�a contenta de venirse a
vivir con nosotras, mam� nos dijo que �bamos a compartir todo, empezando por la
habitaci�n.


Se me vino el mundo abajo. Yo ten�a una habitaci�n preciosa,
amplia, espaciosa, con una cama muy grande y pensar que ten�a que compartirla
con aquello me exasperaba. Ten�a que pensar en algo y pronto.



Pasaron los d�as y Fabiana result� ser una muchacha muy
d�cil, sumisa. Decid� ense�arle los dientes desde el primer d�a, escogiendo
turno para el ba�o, escogiendo el lado de la cama en que dormir. Mam� me dijo
que le prestara ropa y escog� lo que m�s detestaba de mi vestuario.



"A m� no me la das con esa cara de mosquita muerta, ni con tu
pose d�cil y sumisa. Yo soy la heredera y tu una intrusa, una advenediza, as�
que vete con ojo � le dije a las primeras de cambio."



Fabiana me mir� con ojos apenados, tristes y asinti� con la
cabeza. "De �sta har� lo que quiera" pens� cuando vi su actitud sometida.



No tard� en echarle los dientes a mi presa. La oportunidad me
lleg� a los pocos d�as. Hab�amos regresado del colegio y aprovechando que
Fabiana estaba en el ba�o me puse a regirar entre sus cosas. Mir� por todos
lados, revolv� todo, nada. Cuando ya me daba por vencida se me ocurri� mirar en
su vieja maleta, la que trajo el d�a que lleg�. Estaba vac�a, pero ten�a un peso
superior al que deb�a tener una maleta vac�a. Palp� su estructura por diferentes
sitios y, oh sorpresa, lo que parec�a ser el fondo de la maleta se abri�. Se me
pusieron los ojos como platos. A mis ojos aparecieron, bien ordenados toda una
serie revistas y fotograf�as. Se me aceler� el pulso. Algo tan bien escondido no
pod�a ser algo inocente. Mi instinto me dio la raz�n. Cog� una de las revistas y
por poco no me desmayo. Era una revista de sadomasoquismo. Mir� las otras por
encima y trataban de lo mismo o temas similares. Tom� las fotos y en la primera
se ve�an dos muchachas casi desnudas, adornadas como ponys, enjaezadas a una
calesa en la que iba sentada una despampanante mujer, muy bella, calzada con
botas negras altas hasta medio muslo, con unos sujetadores que eran unas tiras
de cuero que dejaban sus grandes y firmes pechos al aire. Empu�aba un l�tigo y
parec�a que la foto estaba tomada en movimiento, con las jamelgas tirando con
toda su alma. Mir� m�s fotos, todas eran de jovenes muchachas vestidas de mucama
francesa o desnudas, sirviendo de rodillas a altivas y bellas damas.


Sent� un hormigueo en mi rajita y unas ganas enormes de
tocarmela.



"�Deja eso donde lo has encontrado, maldita fisgona!"



Me sobresalt�. Enfrascada en mi fabuloso descubrimiento no
hab�a o�do llegar a Fabiana. All� estaba, en la puerta de la habitaci�n. Con los
ojos desencajados, furiosa, rabiosa.


"Bingo, acabo de dar en la diana" pens� y restableciendome
del susto inicial que aquella modosa me hab�a dado supe que ten�a en mis manos
una oportunidad de oro. No pod�a dejarla escapar. Contraataqu�.



"Ni lo sue�es, peque�a. No soy yo la que tiene que temer.
Sabes a donde va a ir mi descubrimiento? Mam� estar� encantada de conocer
detalles de su sobrina que no pod�a ni imaginarse."



Al ver que no solo no me hab�a amedrentado sino que adem�s
hab�a tomado la iniciativa, Fabiana cambi� en el acto su actitud.



"Perdona, no quer�a chillarte. Puedo explicarlo..."



"Seguro que s�. Dime, a quien prefieres explicar todo esto �
dije se�alando con la mirada y con cara de repugnancia las fotos y las revistas
que ahora estaban extendidas en el suelo de la habitaci�n � quiz�s a mi madre? O
prefieres explicarmelo a m�. Yo puedo ser comprensiva, pero mam�, mam� es un
poco anticuada en ciertas cosas, y claro, a tu edad, supongo que lo primero en
que se ver� obligada a pensar es en alg�n internado de monjas, en fin, no se...
� dej� en el aire la frase."



"Por favor, Anal�a, no le digas nada a la t�a Valeria. Me
morir�a de verg�enza si sabe algo. Yo te contar�, te lo juro..."



"Y parec�a una mosquita muerta. Ser� posible...! Creo que no
ser�a justo ocultarle a mi madre algo as�..."



Fabiana demud� el rostro cuando me levant� con las revistas y
fotos en la mano e hice adem�n de salir de la habitaci�n.



"Te lo ruego... te lo suplico � dijo la paleta dej�ndose caer
de rodillas. � Har� lo que tu quieras... te lo suplico, no le digas nada de eso
a la t�a Valeria... har� todo lo que tu quieras..."



Me volv� a sentar despacio, mir�ndola fijamente. Las cosas
iban sobre ruedas. No me lo pod�a creer, qu� suerte hab�a tenido.



"�Todo lo que yo quiera? � Fabiana vio que mi actitud
negociadora le habr�a una posibilidad."



"Todo, absolutamente todo lo que quieras..."



"�Me obedecer�s en todo, cumplir�s todas mis �rdenes sin
cuestionarlas?"



"Har� todo lo que me ordenes. Te obedecer� en todo."



"Date la vuelta � le dije � en primer lugar hemos de guardar
este material. No ser�a prudente que un d�a mi madre lo encontrara casualmente,
verdad?"



Me levant� y guard� las revistas y las fotos en la peque�a
caja fuerte que ten�a adosada en una de las paredes de mi habitaci�n. Solo yo
sab�a la combinaci�n. Mir� hacia atr�s y vi que Fabiana segu�a vuelta de
espaldas. Le orden� que se diera la vuelta y le dije que mirara. Me saqu� un
enorme anillo de oro y brillantes y lo guard� en la caja fuerte junto a las
fotos y las revistas. Perfecto, cerr� la caja fuerte, bloque� la combinaci�n y
guard� la llave que la aperturaba. Ahora ten�a en mi mano el arma que
necesitaba.



Me sent� de nuevo en el borde de la cama.



"Arrod�llate."



Fabiana se dio la vuelta. Mir� hacia la caja fuerte que ya
estaba cerrada a cal y canto. En su interior se hallaba su secreto junto con el
valioso anillo que acababa de desaparecer. Se arrodill� frente a mi.



"Har�s todo cuanto yo te ordene. Entendido?"



"S� Anal�a."



"Olv�date de tutearme. Me tratar�s de usted y me llamar�s ama
o se�orita Anal�a. Entendido?"



"S�... ama."



"Como puedes imaginar tendr�s que ser mi doncella personal.
Entendido?"



"S� ama."



"Ser�s desde hoy mi esclava, mi perra. �Entendido?"



"S� ama."



"Ahora desc�lzame y b�same los pies en se�al de sometimiento
a tu due�a."



La tosca campesina se inclin�, me quit� los zapatos que
llevaba de uniforme, unos bonitos zapatos de sal�n negros, con poco tac�n y se
puso a besarme los pies. Dios, me sent� como una reina.



"Mientras me obedezcas en todo cuanto te ordene estar�s a
salvo. Si no me complaces, ya sabes, mi madre tendr� en su poder las fotos y las
revistas y adem�s mi anillo, el que he guardado en la caja fuerte con tus sucias
pertenencias, aparecer� en tu maleta. Hoy mismo notificar� a mi madre que me ha
desaparecido. Le costar� un peque�o disgusto, me sabe mal, pero es un peque�o
precio a pagar para tener la seguridad de que te tengo en mi poder. La
sustracci�n del anillo adem�s a�ade a tu dudosa moralidad el delito. Una
muchacha joven, acojida por los buenos sentimientos de mam� y resulta ser una
viciosa y adem�s una desagradecida ladrona. Podr�as acabar en un correccional."



Fabiana estaba totalmente atrapada. Hab�a sido adoptada por
mi madre porque hab�a hecho los tr�mites necesarios para evitarle el hospicio.
Si mi anillo aparec�a en su maleta mi madre montar�a en colera. Aunque se
defendiese diciendo que todo era un montaje m�o, su credibilidad se vendr�a
abajo en el momento en que mostrara a mam� las fotos y las revistas. Mam� la
echar�a de casa e incluso podr�a hacer que la encarcelasen y su futuro se
volver�a totalmente negro. Fabiana no ten�a m�s elecci�n que satisfacerme, que
ser mi esclava.



Yo ten�a los pies sudados, no llevaba medias pues empezaba a
hacer calor. Fabiana segu�a arrodillada en el suelo, bes�ndome los pies.



"Ponme las zapatillas � le orden�."



La paleta cogi� mis zapatillas, unas bonitas mules rosas, que
ten�an una sencilla tira de piel que cubr�a mis dedos, con un peque�o taconcito
y que dejaban todo mi pie pr�cticamente al descubierto. Me tom� primero un pie y
lo introdujo en la zapatilla. Luego hizo lo mismo con el otro pie.



"B�same los pies otra vez, esclava � le orden�."



Me sent�a como en un sue�o. Toda la vida hab�a so�ado con
tener una esclava, alguien a quien someter, a quien tratar con altivez y
despotismo. Le�a con avidez todos aquellos libros que tratasen de amos y
esclavos. Me imaginaba siendo la propietaria de una plantaci�n de algod�n,
siendo due�a de docenas de esclavos que se postraban temerosos ante m�. No iba a
ser lo mismo pero menos daba una piedra.



Me levant� y le orden� ponerse a cuatro patas. Mi madre no
estaba en casa y Mar�a, la mucama, hab�a salido a hacer la compra. Hab�a que
aprovechar la situaci�n. Me sent� en su espalda y la orden� que me llevara hasta
el sal�n. Me sent�a como una diosa a lomos de mi esclava.



"D�jame en el sill�n."



Me sent� en el sill�n y ella segu�a arrodillada.



"Ac�rcame esta banqueta y acom�dame los pies en ella."



Obedeci� sumisa. Acerc� el escabel y me levant� las piernas
para que descansara los pies en �l.



"Tr�eme una coca-cola... y despl�zate a cuatro patas �
a�ad�."



Fabiana obedec�a. Me encantaba. Mi plan funcionaba. Adem�s
ten�a el convencimiento de que a Fabiana le iba su papel. Todas aquellas
revistas, y aquellas fotos. Se me hac�a dificil verla en un papel dominante, por
tanto era m�s que f�cil que fuese una sumisa recalcitrante.



Me trajo la cola y me la ofreci�.



"Desc�lzame las chinelas. Quiero que te pongas a lamerme las
plantas de los pies. Me sudan mucho los pies, sabes? Seguro que con tu lengua y
con tu saliba me los refrescar�s."



Fabiana me mir� por unos momentos pero enseguida obedeci�. Me
retir� con cuidado las bonitas chinelas y comenz� a darme besos en las yemas de
los dedos de los pies.



"Te he ordenado que me los lamas, no que me los beses. As�
que saca la lengua y comienza a lamer, esclava."



Y sac� la lengua. Era esponjosa, h�meda, tibia. Sent� c�mo
empezaba a recorrerme las plantas de los pies, justo debajo de donde empiezan
los dedos. Dios, que placer empec� a sentir. C�mo estaba disfrutando. Estaba
haciendo realidad uno de mis sue�os m�s h�medos y aquello no hac�a m�s que
empezar. Me esperaba una nueva vida.



"L�meme entre los dedos, ya sabes, ah� se acumula el sudor y
si no se tiene bien limpito luego huele mal � y separ� los dedos para facilitar
que metiera su lengua."



Joder, aquello era el sumum. Empec� a mojar y baj� la mano
hasta mi rajita. Fabiana segu�a con su lengua entre mis dedos, recorri�ndome las
plantas de los pies. Yo comenc� a manipular mi botoncito, �diossss! Me iba a
correr. Los flujos comenzaron a empaparme la rajita, se acumulaban entre el
vello p�bico. Ya ve�a turbio, pero solo de ver a la campesina postrada en el
suelo y con su lengua limpiando el sudor de mis pies m�s me turbaba. En un
minuto alcanc� el primer orgasmo de mi nueva vida.



"Ac�rcate � le dije totalmente exhausta."



"S� mi ama... � dijo Fabiana que se hab�a arrodillado a mi
lado."



Aquellas palabras me sab�an a gloria "s� mi ama", me sent�a
como una reina.



"Abre la boca, esclava."



Fabiana obedeci�. Le met� los dedos con que me hab�a
masturbado, llenos de flujos viscosos.



"Chupa."



Fabiana no objetaba nada. Simplemente obedec�a. Me chup� los
dedos hasta dejarlos limpios.



"Dame una de las zapatillas � le orden�."



Fabiana me acerc� una de las chinelas que me hab�a
descalzado. La tom� por el taconcito y se la acerqu� a la cara. La acarici� con
la suela.



"A partir de ma�ana cuando salgas de clase te ir�s corriendo
a casa, habr�s de llegar siempre antes que yo. Nada m�s llegar quiero que cojas
mis zapatillas y las dejes frente a este sill�n. Luego te vas a la puerta de
entrada y te arrodillas, desnuda, a esperar mi llegada. Yo llegar� al cabo de un
cuarto de hora, o cuando sea. Cuando yo entre por la puerta y la haya cerrado me
dar�s la bienvenida y me besar�s los zapatos. Luego me seguir�s hasta el sal�n y
cuando me haya sentado en mi sill�n me traer�s una cola, me la servir�s de
rodillas y mientras me la tomo me descalzar�s los zapatos y me besar�s y me
lamer�s los pies hasta que te diga que es suficiente. Despu�s me calzar�s las
chinelas y seguir�s de rodillas a mis pies para limpiarme los zapatos que me
habr�s descalzado antes. Me los limpiar�s con tu lengua, por supuesto."



Mientras le iba dando las instrucciones que quer�a fueran
cumplidas de manera fija cada d�a la iba acariciando la cara con la suela de la
zapatilla. Cuando termin� de hablar le pegu� en la cara con la suela de la
chinela. Fabiana no se quej�. Ten�a el rostro encendido y una l�grima resbal�
por su mejilla. Le volv� a acercar la chinela a la cara.



"B�sala. Cada vez que te pegue con uno de mis zapatos quiero
que lo beses."



Cuando lleg� mam� Fabiana continu� siendo mi esclava en
secreto.


Mientras cen�bamos dej� caer varias veces alguno de mis
cubiertos al suelo. Fabiana reaccion� con rapidez y en las tres ocasiones se
levant� de su silla y se arrodill� para recogerlos, aunque en la �ltima no lleg�
a tiempo pues Mar�a, nuestra mucama, se agach� y me lo recogi�. Me sent� bien al
comprobar que Fabiana hab�a aceptado plenamente su condici�n de esclava, incluso
m�s hall� de nuestra relaci�n privada.


Cuando Mar�a recogi� la mesa nos fuimos a sentar en el sof�
para ver la tele.


Mam� y yo nos sentamos y yo le hice una se�al a Fabiana con
el dedo �ndice extendido y mirando hacia el suelo. Mi esclava se sent� en el
suelo, entre mis pies y los de mi madre.



"No te sientas con nosotras? � Le pregunt� mi madre."



"Oh, no, gracias t�a Valeria, prefiero sentarme en el suelo,
estoy m�s c�moda."



Mam� dio permiso a Mar�a para que cuando terminase de fregar
los platos se viniera al sal�n con nosotras a ver la tele. De vez en cuando, sin
que hubiera un motivo concreto, como para premiarla, mam� permit�a a Mar�a que
estuviera en el sal�n con nosotras y viera la tele, cosa que a Mar�a la
entusiasmaba, aunque tuviera que permanecer de pie detr�s de mam�, unico sitio
en que la dejaba estar, de esa manera si se le ordenaba cualquier cosa o que nos
trajera algun refresco ten�a un acceso r�pido a la cocina y tambi�n porque no
era propio que la criada ocupara el mismo sitio que la se�ora.



Me molest� la presencia imp�vida de Mar�a pues ten�a previsto
aprovechar que solo estar�amos mam�, Fabiana y yo viendo la tele para mortificar
un poco a mi esclava Fabiana pis�ndole la mano que ten�a apoyada en el lado en
que yo estaba sentada. Con Mar�a detr�s de mam�, aquella ver�a claramente c�mo
le pisaba la mano a Fabiana.


Cuando lleg� Mar�a y se coloc� de pie detr�s del sof� tuve la
suerte de fijarme en los pies de mam� que los ten�a descansando sobre un escabel
almohadillado.



"Mam�, f�jate en las u�as de tus pies, parece que algunas se
est�n descantando."



"Anda, pues es verdad. No me hab�a fijado. Mar�a, cielo,
hazme las u�as � le orden� mam� a la mucama � total, no te perder�s gran cosa
por que no veas la tele, ultimamente hacen unos programas de lo m�s aburrido...
� pareci� querer consolar a la mucama por haberle chafado la alegr�a que para
ella representaba el poder hacer una de las cosas que m�s la gustaban: ver
televisi�n, aunque fuera de pie en el sal�n mientras nosotras permanec�amos
comodamente sentadas."



Mar�a se instal� a los pies de mam� y se pas� la hora y media
que estuvimos frente al televisor haciendole la pedicura. Pocas veces utilizaba
a Mar�a de doncella delante de m�, por regla general la utilizaba en la
intimidad de sus habitaciones, cosa que a m� me molestaba de aquello m�s, pues
me encantaba ver a la mucama arrodillada a los pies de mi madre haci�ndole las
u�as de los pies.


De esta manera goc� viendo el espect�culo de ver a la mucama
postrada a los pies de mi madre y a la vez de mortificar convenientemente a mi
esclava pis�ndole la mano que apoyaba en el suelo.


Sin que mi madre se percatara apoy� el pie sobre una de las
manos de Fabiana y estuve clavandole el peque�o tac�n de mi zapatilla.
Disimuladamente apoyaba el pie en su mano y presionaba con fuerza. Al estar
sentada entre mi madre y yo, su propio cuerpo hac�a de pantalla y evitaba que
aquella pudiera darse cuenta de que la pisaba.


Sab�a que le hac�a da�o pero Fabiana aguantaba en silencio.
De vez en cuando retiraba el pie de la zapatilla y lo apoyaba sobre la mano que
le hab�a estado pisoteando. Fue delicioso. Tambi�n me divert� acerc�ndole la
planta del pie a su cara, para ello, como que Fabiana estaba a mi izquierda,
cruzaba la pierna derecha sobre la rodilla. Al principio manten�a el pie a
distancia de su mejilla pero poco a poco me desplazaba hacia ella hasta que
llegaba a tocarsela con la planta.



Lleg� la hora de irnos a dormir. De nuevo en mi habitaci�n, a
solas, volv�a a se mi esclava total.



"Desn�dame � le orden� nada m�s cerrar la puerta de la
habitaci�n."



Fabiana me desvisti� con mimo, mostrando buena
predisposici�n, con ternura.


Cuando me qued� desnuda, solo calzando mis elegantes
chinelas, le orden� que me acariciara los pechos. Yo ten�a un cuerpo
consistente, con formas y volumen, vaya, que no era ninguna anor�xica. Ten�a un
poco de barriguita y unas tetas redondas y firmes como correspond�a a mi edad.


Fabiana comenz� a acariciarme los pechos con manos
temblorosas. Me gust� que me acariciara una chica y la dej� un buen rato que me
las prodigase.



"Saca el orinal de debajo de la cama � le orden� cuando me
cans� de sentir sus cada vez m�s excitadas manos."



Fabiana se agach� y cogi� el orinal de debajo de la cama y lo
coloc� sobre la alfombra.



"Arrod�llate mientras meo."



Me sent� en la loza y comenc� a mear. Siempre he sido muy
meona. Solt� una copiosa meada y me puse de pie. Fabiana segu�a de rodillas.
Acerqu� mi co�ito salpicado de gotitas de pip� y lo acerqu� a su cara.



"Limpiame la orina que ha quedado en mi co�ito... con la
lengua."



A medida que me prodigaba sus lamidas yo iba separando poco a
poco las piernas, para que tuviera un mejor acceso. Me puse a cien, nunca antes
me hab�an lamido la raja y menos otra chica. Estaba en la gloria.



"M�teme bien la lengua, m�s... m�s adentro... � le orden�
entre jadeos � s�... as�... sigue... sigue..."



Me corr� en su boca. Fue fantastico, maravilloso. Me dej�
caer en la cama. Me sent� y luego dej� caer el cuerpo hacia atr�s.


Not� que Fabiana se acercaba a mis piernas y apoyaba su
cabeza en ellas. Estuvimos un rato as� hasta que decid� que era hora de dormir.



"Desc�lzame, esclava."



Fabiana me descalz� con cari�o las chinelas y me puse dentro
de la cama. La mir� con una sonrisa p�cara.



"Buenas noches esclava, cierra la luz y �chate sobre la
alfombra, dormir�s en el suelo junto a mi orinal y con mis zapatillas en las
manos."



"Buenas noches mi ama � respondi� Fabiana a quien la idea de
dormir al lado del orinal lleno con mis orines no le hizo ninguna gracia, pero
no se quej�."



Aquella fue la primera noche. Cada d�a de su vida desde aquel
d�a dormir�a en el suelo, con mi orinal lleno de mi �ltima meada del d�a y
abrazada a mis zapatillas.



A la ma�ana siguiente me despert� en el momento en que la
mucama entraba para despertarnos. No hab�a ca�do en que cada d�a mi mucama
entraba en mi habitaci�n para despertarnos. Me hice la dormida. Mar�a se qued�
de piedra al ver a Fabiana dormida en el suelo, con la cabeza junto al orinal y
aferrada a mis zapatillas como si de peluches se trataran.



"�Santo cielo, pero que es esto? � la o� murmurar para ella
misma."



La mucama se acerc� a m� y me dio unos suaves golpecitos en
los pies. Hice ver que me despertaba y me desperec�.



"�Ya son las ocho, Mar�a? � le pregunt� haci�ndome la medio
dormida."



"S�, se�orita Anal�a, es hora de despertar."



"Est� bien, no despiertes a Fabiana, ya la despertar� yo � le
dije a la mucama."



"Si me permite preguntarle, se�orita, �qu� ha pasado esta
noche? Qu� hace durmiendo en el suelo la se�orita Fabiana y con el orinal. Y
adem�s tiene sus zapatillas en sus manos..."



"No te importa, Mar�a, digamos que se trata de un juego."



"Pues vaya juego... En fin, con todo mi respeto, ustedes
sabr�n. Les dejar� la ropa preparada e ir� a prepararles el desayuno � dijo al
fin poniendo una expresi�n de cara como diciendo �no entiendo nada�."



En ese momento ca� en la cuenta que Mar�a se pasaba la mayor
parte del tiempo en casa y que por tanto me ser�a dificil mantener en secreto
que Fabiana era mi esclava, as� que decid� desarrollar una estrategia. Mar�a
ten�a que estar en el secreto, aunque ya ver�a c�mo. Deb�a empezar ya mismo.
Improvisar�a sobre la marcha. Para empezar decid� que desayunar�a en la cama,
como hac�a cada d�a mi madre, aunque ella se despertaba m�s tarde, justo cuando
sal�amos para el colegio. Mar�a le serv�a el desayuno en la cama.


A m� s�lo me lo serv�a en la cama los s�bados y los festivos
por no tener que ir al colegio. As� que se me ocurri� que lo �nico que har�a
ser�a despertarme un poco antes y desayunar en la cama. Aprovechar�a ahora que
ten�a a mi esclava personal.



"Mar�a, prepara nuestra ropa. Luego te vas a la cocina y me
preparas el desayuno, pero solo para m�. De hoy en adelante desayunar� en la
cama. No ser� necesario que vengas a despertarme. Fabiana vendr� cada d�a a las
ocho a recoger mi bandeja. Tampoc� te necesitar� para que me prepares la ropa y
los zapatos, entendiste?"



"Perdone se�orita Anal�a, la se�orita Fabiana desayunar� en
la cocina?"



"He dicho que solo debes preparar desayuno para m�, es que no
entiendes? Es que est�s sorda?"



La mucama se qued� mir�ndome como si me hubiera vuelto loca.



"A qu� esperas. Espabila que ya tardas � dije esta vez en un
tono m�s duro."



Mar�a reaccion� como yo esperaba. Se sobresalt�, musit� un
"s� se�orita" y se puso a la faena. Prepar� nuestra ropa y los zapatos y luego
se fue a la cocina.


Mar�a llevaba poco tiempo sirvi�ndonos a mam� y a m�. Entr� a
nuestro servicio poco despu�s de morir pap� y un poco antes de la llegada de
Fabiana, o sea, hac�a solo unos meses. Era una muchacha no mucho mayor que yo,
entonces tendr�a unos 17 a�os. Era una muchacha ind�gena, oriunda de las
monta�as del interior. No hab�a ido a escuela m�s que un par o tres de a�os en
total pues de peque�ita ya hab�a tenido que comenzar a servir. A los 16 a�os se
vino para la capital donde malvivi� unos meses haciendo de pajillera y otras
cosas por el estilo hasta que un d�a, al pasar por delante de nuestra finquita,
vio un cartel en el que se precisaba muchacha para servir. No se lo pens� dos
veces y llam�. A mam� le encant� Mar�a. Una chica humilde, d�cil, sumisa y
predispuesta. Algunas amigas de mam� hab�an viajado a pueblos del interior en
busca de una mucama criolla. Dec�an que eran muy trabajadoras, sumisas y
cobraban poco. Cuando vio que lo que ten�a delante era una de esas chicas
decidi� tirar adelante.


Mam� le hizo una oferta muy baja de salario, muy baja,
rid�cula, para probar y Mar�a acept� enseguida. Luego le puso las condiciones
muy duras, para ver qu� pasaba y la chica criolla tambi�n acept� sin vacilar. No
tendr�a m�s que una tarde libre al mes, se le descontar�a del sueldo todo lo que
rompiera, comer�a lo que hubiera sobrado y mantendr�a siempre una actitud
sumisa. Mar�a lo acept� todo sin dudar.


Mam� la trataba bien, con la formal distancia entre ama y
servidora pero con correcci�n. Hablaba poco y siempre ped�a permiso para
hacerlo. Se encargaba de todas las tareas dom�sticas y dedicaba una atenci�n
especial a mam� a quien serv�a tambi�n como doncella aunque yo apenas nada sab�a
de esta faceta pues casi siempre la atend�a en sus aposentos privados, a los que
yo no pod�a acceder sin su permiso, salvo en raras ocasiones como la noche
anterior en que le hizo la pedicura en el sal�n viendo televisi�n. Para m� era
un misterio que me intrigaba, aunque la llegada de Fabiana me hab�a distraido de
ello. En una ocasi�n espi� por el ojo de la cerradura, pero el angulo de visi�n
no era bueno y solo pod�a ver que la mucama parec�a estar de rodillas y que se
balanceaba ligeramente, pero nada m�s. Mi mente fabul� enseguida pero desestim�
cualquier relaci�n perversa o enfermiza pues para m� mam� era una persona muy
recta y cabal y estaba segura de que su relaci�n con Mar�a hab�a de ser
estrictamente profesional.



Me sent� en el borde de la cama y puse los pies sobre el
vientre de Fabiana que segu�a durmiendo.



"Despierta perezosa, es hora de que me vistas. Venga, arriba
golfa � le dije aplast�ndole un pecho lo que provoc� un susto en Fabiana."



Mi prima se me qued� mirando extra�ada, como pregunt�ndose
que hac�a durmiendo en el suelo.



"Ya no recuerdas que desde ayer eres mi esclava?"



Fabiana pareci� regresar a la realidad. Seguro que hab�a
tardado horas en dormirse por la incomodidad de hacerlo en el suelo y ahora
ten�a mucho sue�o. Ya se acostumbrar�a.



"Nuevas instrucciones. Desde ma�ana te despertar�s a las
siete de la ma�ana. Prepar�s mi ropa que haya de ponerme y mis zapatos. Los
lustrar�s bien brillosos con cepillo y bet�n. A las ocho en punto ir�s a la
cocina a buscar la bandeja de mi desayuno que Mar�a ya te tendr� preparada.
Luego vendr�s aqu�, me despertar�s bes�ndome los pies y cuando est� despierta me
sostendr�s la bandeja, arrodillada en el suelo, para que yo me desayune. Cuando
haya terminado el desayuno me aisistir�s en mis abluciones y posteriormente me
vestir�s y me calzar�s. Si no me gusta como has dejado de limpios mis zapatos te
castigar� y me los volver�s a limpiar, pero esta vez con la lengua. Finalmente
tendr�s cinco minutos para lavarte y vestirte, coger nuestras mochilas y venirte
conmigo al colegio, andando detr�s de m�, sin dirigirme la palabra ni para
pedirme la hora. Entendido?"



Fabiana estaba aturdida. Me miraba desde el suelo donde yo
segu�a con mis pies sobre su vientre.



"��Entendido?! � le grit�."



"S� mi ama, s�... lo entend� todo."



"Eso espero. Ahora ponme las zapatillas y ponte a cuatro
patas para llevarme al ba�o."



Mis aposentos eran grandes y espaciosos y ten�an un ba�o
interior. Fabiana me calz� las zapatillas y se puso a cuatro patas. Me mont�
sobre su espalda y me llev� hasta el aseo.



"Ve a buscar el orinal, esclava � le dije � vac�alo y
l�mpialo."



Cuando termin� de vaciar el orinal en el bid� y de limpiarlo
le dije:



"Ponlo en el suelo y suj�talo."



Me sent� en el amplio orinal. Fabiana estaba arrodillada y
sujetaba con las manos los bordes de la bacinilla. Le agarr� la nuca por el pelo
y abriendo las piernas lo suficiente la obligu� a meter la cara en el espacio
que quedaba entre mi co�o y mis muslos bien abiertos.



"Huele, mira y escucha � le dije al tiempo que liberaba mi
vejiga, soltando un poderoso chorro de apestosa orina."



Fabiana intent� zafarse cuando multitud de gotas de orina se
estamparon contra su rostro, unas al rebotar contra la loza y otras porque el
chorro sal�a descontrolado y salpicaba hacia todas partes, pero la mantuve firme
en el sitio.



"L�mpiame la rajita, con la lengua, pero esta vez no hay
tiempo para gozar, osea, empleate a fondo pero no me toques el cl�toris."



Despu�s me lav� los dientes. La hice permanecer de rodillas a
mi lado con la boca abierta. Le escup� por dos veces los enjuagues de mi boca en
la suya.



"Aprovecha mi agua para enjuagarte tu boca � le dije
ri�ndome."



Fabiana me obedeci� y se enjuag� la suya con las aguas que le
hab�a escupido.



"Si se enteran me dan un premio al civismo por ahorro de
agua... � me re� a gusto."



Luego me visti� y me calz�.



"Hoy no me has lustrado los zapatos porque no ten�as a�n las
instrucciones, as� que bastar� con que me los limpies con la lengua para
abrillantarlos. Pero eso no te librar� del castigo por no tener mis zapatos
perfectamente abrillantados. Cuando acabes de lam�rmelos me acercas una de las
zapatillas y me ofreces tu feo rostro."



Cuando le indiqu� que los zapatos ya estaban bien brillantes,
Fabiana cogi� del suelo una de mis chinelas y me la ofreci�. Yo estaba sentada
en el silloncito del tocador. La cog� por el tac�n y me golpe� con la suela la
palma de la otra mano.



"En que lado prefieres que te pegue � le conced�."



Fabiana dud� un momento y luego me indic� la mejilla derecha
acerc�ndomela convenientemente. Levant� el brazo y le pegu� dos sonoras
bofetadas. �PLASSS...! �PLASSS...! estamp�ndole con fuerza la suela de la
zapatilla en pleno rostro.



Fabiana emiti� un lamento profundo, pues los golpes los hab�a
propinado con fuerza. Pero eso no le impidi� cumplir con una de las normas
generales que le hab�a dictado el d�a anterior. Tras el lamento y con dos
l�grimas bailando en sus ojos busc� con sus labios la sandalia que a�n ten�a en
la mano para besarla devotamente.


La cog� del ment�n y me la acerqu�. La bes� delicadamente en
los labios y dej� que aquellas dos l�grimas terminaran de caer. Not� que Fabiana
se estremec�a bajo mi beso.



"Venga, b�same los pies y v�monos ya a la escuela."



Por la tarde, al terminar las clases Fabiana corri� como una
loca para llegar a casa antes que yo.


Se desnud�, coloc� mis chinelas frente al sill�n donde
tendr�a que sentarme yo al llegar y fue hasta la puerta de entrada donde se
arrodill� en el suelo.


Mi madre no estaba. Pasaba las tardes en la zapater�a que
regentaba, una gran tienda de zapatos de se�ora, de lujo, en la que tres
empleadas le hac�an el trabajo, pero siempre pasaba al menos tres horas en la
tienda porque dec�a que era importante tratar directamente con sus m�s fieles e
importantes clientas. A �stas les gustaba charlar con la due�a de la boutique
m�s importante de la ciudad en calzado femenino.


Mar�a s� que estaba en la casa. Se hallaba faenando cuando la
vio. Su prudencia natural no le permiti� decirle nada a Fabiana. Por la ma�ana
ya se hab�a llevado un chasco cuando me hab�a preguntado qu� hac�a mi prima
durmiendo en el suelo y no quer�a llevarse otro. As� que se retir� prudentemente
a las habitaciones de mam� para arreglar sus cosas.



Yo llegu� media hora m�s tarde desde que Fabiana se hab�a
arrodillado en el suelo completamente desnuda. Cuando cerr� la puerta tras de m�
Fabiana se estir� completamente en el suelo y comenz� a reptar, avanzando a
rastras el escaso metro de distancia que nos separaba y puso sus labios sobre
mis zapatos, comenzando a besarlos.



"Bienvenida a casa mi ama � me dec�a mientras no dejaba de
besarme los zapatos, esos bonitos zapatos de sal�n cl�sicos, negros y de tac�n
bajo que calzaba."



Mientras me los besaba saqu� uno de los pies del zapato y lo
apoy� sobre su cabeza.



"Besa y huele el interior del zapato, est� calentito y huele
sabroso."



Fabiana meti� la nariz dentro del zapato y la o� husmear y
besar en su interior mientras yo me secaba el sudor de la planta del pie
frot�ndola contra su cabello.


Luego le apart� la cara del zapato con el mismo pie y tras
ordenarle que me lo calzara pas� por encima de ella y me dirig� hacia el sal�n.
Fabiana se puso de rodillas y me sigui� a cuatro patas. Una excitante sensaci�n
de poder y triunfo se hab�a apoderado de m�.


Cuando llegu� al sal�n vi las chinelas correctamente
alineadas frente al sill�n. Tom� asiento y a los pocos segundos hac�a su
aparici�n Fabiana llevando una peque�a bandejilla en la que portaba un
refrescante vaso de cola, con hielo y lim�n. Mi bebida preferida. Se arrodill� a
mis pies y me acerc� la bandeja. Tom� el refresco y me puse a beberlo con
delectaci�n. Enseguida not� como Fabiana comenzaba a descalzarme. Me sujet� por
los tobillos y jal� mis piernas hacia arriba, hasta ponerlas horizontales y
paralelas con el suelo. Mis plantas estaban frente a su cara. Sin que tuviera
que decirle nada y mientras segu�a saboreando con placer el refresco not� su
h�meda y tibia lengua comenzar a corretear por mis plantas.


Fabiana lam�a y besaba. Alternaba tiernos besos con c�lidas
lamidas. Mov� los dedos de los pies para que Fabiana recordara su existencia.
R�pidamente not� unos leng�etazos en la parte inferior de mis dedos. Abri�
ligeramente los labios y comenz� a chup�rmelos, primero todos a la vez, golosa,
luego uno por uno. Baj� a los talones y apoy� la lengua con fuerza para subirla
lentamente por toda la planta. Primero un pie luego el otro. Separ� ligeramente
los dedos y Fabiana tambi�n se percat� del ligero movimiento metiendo la lengua
entre ellos.



"Tengo los pies muy sudados, no te parece? � le coment�."



"S� ama, est�n un poco sudados."



"Y el olor, te ofende? � hasta m� llegaba la peste de mis
pies."



"No mi ama, huelen muy sabroso � minti� Fabiana."



"No seas est�pida, ya se que huelen mucho. Mam� dice que es
una cuesti�n hormonal, del crecimiento. Que ya se me pasar�. Pero yo no quiero,
me gusta que huelan fuerte, sobre todo si tengo una esclava que tenga que
ol�rmelos. Restr�gate la cara contra mis plantas � le orden�."



"S� ama."



Mi esclava se frot� y se frot� repetidamente su cara contra
las plantas de mis pies. Quer�a que se impregnara bien del olor de mis pies.
Luego la oler�a para ver el resultado. Ser�a divertido ver qu� dec�a mam� cuando
regresara y la besara en la mejilla.



Mientras Fabiana se frotaba el rostro contra mis pies hizo su
aparici�n Mar�a. Se qued� mirando alucinada. "Ya tardabas en aparecer" me dije a
mi misma que ya hab�a previsto que era imposible llevar a cabo mi plan de
esclavizar a Fabiana sin que ella se enterase. Mi madre tambi�n acabar�a
sabi�ndolo, pero eso ser�a m�s tarde, ya tendr�a tiempo de planear el asalto. El
caso de Mar�a ya lo ten�a estudiado.



"No tienes trabajo? � le espet� muy seria � A que viene
quedarse plantada ah�, como un pasmarote, mirando. Tendr� que decirle a mam� que
la mucama es una gandula, que cuando ella no est� se dedica a probarse sus
vestidos y sus zapatos."



"Pero... se�orita Anal�a... yo no hago eso..."



"Seg�n tu contrato tienes que pagar de tu sueldo todo lo que
rompas, no es as�? � dije dejando caer el vaso de cola vac�o al suelo que
estall� en mil pedazos asustando tanto a Fabiana como a la mucama."



"Pero... pero... yo... no lo he roto yo, se�orita... � dijo
Mar�a horrorizada ante mi sangre fr�a."



"Ah no? Fabiana ha visto c�mo lo romp�as ex profeso. No es
as� Fabiana? � y sin dejar que mi esclava apenas asintiera con la cabeza
prosegu� con mi plan � Venga, recoge lo que has roto y luego ven, tenemos que
hablar. A lo mejor si me cuentas qu� has visto yo no tengo que verme obligada a
decirle a mi madre que eres una holgazana, ni que te pruebas sus zapatos y sus
vestidos cuando no est� ni que rompes objetos y luego no se lo comunicas."



La mucama estaba azorada, nerviosa. Se fue a por un recogedor
y regres� poni�ndose a limpiar los cristales del vaso esparcidos por el suelo.
Yo segu�a con las piernas extendidas mientras Fabiana no dejaba de restregar su
cara contra las plantas de mis pies, perfum�ndose con sus olores.


Mar�a regres� al sal�n y se qued� de pie frente al cuadro que
represent�bamos yo y mi esclava. Le di una ligera patada en el rostro a Fabiana
y esta procedi� a calzarme las chinelas y tras tomar del suelo mis zapatos de
sal�n se puso a limpiarlos con la lengua.



"Veamos Mar�a. Comencemos de nuevo. Fabiana es mi esclava,
sabes? tienes idea de qu� significa eso?"



"Pues no del todo, se�orita Anal�a, aunque creo que algo me
puedo imaginar."



"Y que te imaginas t�."



"Pues que la se�orita Fabiana tiene que obedecerla en todo lo
que usted le mande..."



"Esclava, desc�lzame una zapatilla y d�mela � orden� a
Fabiana."



La esclava obedeci� al instante. Levant� el brazo, descargu�
un terrible tortazo con la suela en la cara de Fabiana y luego le acerqu� la
chinela. Fabiana, solt� un respingo y un quejido, pero enseguida se acerc� a la
chinela y deposit� un beso en la zona donde se ve�an las marcas que los dedos de
mis pies hab�an dejado en la parte interior de la suela de las zapatillas.



"C�lzamela y sigue lami�ndome los zapatos � le orden�."



Mar�a miraba la escena totalmente absorta. Ve�a a Fabiana
llorar mientras me lam�a los zapatos.



"Y qu� m�s te sugiere el hecho de que sea mi esclava?"



"Pues que tambi�n la puede castigar."



"Bien Mar�a, eres observadora. T� est�s a gusto en esta casa,
sirvi�ndonos?"



"S� se�orita Anal�a � se apresur� a aclararme la mucama �
mucho se�orita, mucho."



"Pues de todo cuanto veas que ocurre entre mi esclava y yo t�
no sabes nada, no dir�s nada a mi madre. De lo contrario comenzar� por romper
objetos valiosos, uno o dos cada d�a y diremos que has sido t�. Tambi�n tengo
otras armas, como esconder ropa o joyas de mam� y hacerle ver que se las has
robado. Sabes lo que esto significar�a, verdad?"



"S� se�orita Anal�a, usted no se preocupe, yo no dir� nada a
nadie. Por m� puede hacer lo que quiera, yo soy una tumba. Solo que, si no le
importa... "



"S�...?"



"Pues que de vez en cuando me gustar�a mirar..."



"Est� bien, trato hecho. Tu miras lo que te apetezca y a
cambio eres sorda, muda y ciega."



"S� se�orita, gracias, muchas gracias."



De esta manera tan simple cort� el posible peligro que
pudiera representar la mucama. Ahora ten�a todas las tardes libres para hacer lo
que quisiera con mi esclava sin tener que preocuparme hasta la llegada de mi
madre, hacia las ocho de la tarde.



Los d�as se iban sucediendo. Fabiana estaba totalmente
entregada. Yo apenas pod�a creerme haber conseguido semejantes resultados.


Not� que Fabiana aborrec�a que la pegara, lo admit�a, lo
soportaba, pero no le gustaba. Sol�a hacerla llorar con los golpes que le pegaba
con la suela de la zapatilla en la cara. En cambio la ve�a feliz cuando la
humillaba, cuando ten�a que besarme los pies, de rodillas, cuando le hac�a
lamerme la rajita despu�s de mear. Aquellas revistas, aquellas fotos. Seguro que
Fabiana ten�a algo de masoquista, al menos deb�a ser una sumisa. Y si Fabiana
era algo masoquista y sumisa yo era bastante s�dica y dominante. La pareja
perfecta. Ten�a que probar nuevas cosas, nuevas sensaciones, y eso hice. Por
otro lado me intrigaba la facilidad con que Mar�a hab�a aceptado mis
condiciones. �Es que ser�a yo muy buena haciendo chantaje? Tambi�n reflexion�
por una cosa que me hab�a pasado por alto al principio. �Por qu� y para qu� me
hab�a pedido que de vez en cuando la dejara mirar c�mo trataba a mi esclava? En
Mar�a algo hab�a que no me encajaba.



Un d�a, al salir de clase fui hacia casa. Al entrar all�
estaba Fabiana, arrodillada en el suelo, desnuda. Me bes� los zapatos, como
siempre. Fui al sal�n y Fabiana me trajo mi refresco y se arrodill� a mis pies
para descalzarme los zapatos y lamer el sudor de mis pies.



"S�plame en las plantas � le orden� a Fabiana � hace bastante
calor."



La esclava comenz� a dar leng�etazos en mis plantas y a
continuaci�n me insuflaba el aire que conten�an sus pulmones. Era una sensaci�n
refrescante, que me aliviaba mucho. Fabiana sudaba, hac�a calor. Vi que a
hurtadillas miraba el vaso de cola del que iba tomando sorbos.



"Tienes sed, perra?"



"S� ama, mucha sed � contest�."



"Puedes calzarme las chinelas y comenzar a limpiarme los
zapatos con la lengua, pero antes ac�rcame uno de ellos."



Fabiana me dio uno de mis zapatos y cogi� el otro para
comenzar a lamerlo. Tom� mi propio zapato y comenc� a verter en su interior un
poco de coca cola, no mucha, hasta que se cubri� el interior del zapato, la
parte m�s curva de la suela.



"Toma, bebe � le dije ofreci�ndole el zapato."



Fabiana lo tom� con cuidado por el tac�n, procurando
mantenerlo recto. Luego se llev� a los labios la parte posterior del zapato, el
ce�idor del tal�n, y elev�ndolo con cuidado esper� a que el l�quido depositado
en el interior se desplazara y comenzara a caer en sus labios.


Fabiana puso cara de emoci�n. Se la ve�a excitada. Parec�a un
pr�ncipe ruso bebiendo champan del zapato de su amada. Me encant� la
composici�n. Cuando termin� de beberse la poca coca cola que le hab�a puesto me
mir� con los ojos brillantes. Sin tener que decirle nada sec� con la lengua el
interior de mi zapato, para que no quedara ni una gota de humedad en �l. Lami�
hasta que le cost� desplazar su lengua por el interior de mi zapato.



"Est�s contenta por haberte dejado beber de mi zapato?"



"S�, s� mi ama, mucho � en su rostro se ve�a dibujada la
felicidad."



Definitivamente, Fabiana era una sumisa integral. Me acerqu�
a su rostro. Ten�a los labios brillantes de la coca-cola. Saqu� la lengua y se
los lam� y atornill� mis labios a los de ellla. Fabiana segu�a de rodillas y
notaba c�mo le temblaba el cuerpo entero de emoci�n, la estaba derritiendo.



"Ya tienes bastante, ahora b�same los pies y luego sigue
limpi�ndome los zapatos con la lengua."



Fabiana se inclin� y me bes� repetidamente los dedos de los
pies que mis sandalias dejaban claramente al descubierto.



Cuando Fabiana se puso a limpiarme los zapatos de sal�n
escuch� un gemido. Era un gemido de placer. �Mar�a! S�lo pod�a ser ella. Busqu�
con la mirada y all� estaba, escondida detr�s de una columna del sal�n. Hab�a
estado todo el rato contemplandonos a Fabiana y a m�, contemplando nuestra
relaci�n ama-esclava, en absoluto silencio. Imagino que no pudiendo aguantar m�s
se hab�a estado tocando la rajita y le hab�a sobrevenido un orgasmo, delatando
su presencia por sus gemidos.



"�Mar�a! � grit� � Qu� est�s haciendo."



La mucama sali� de detr�s de la columna, despeinada, con los
ojos vidriosos de placer, jadeando.



"Ay se�orita, perd�neme, pero no he podido m�s..."



"Te estabas masturbando, verdad cochina?"



"S�... s� se�orita... perd�neme, pero es que vi�ndolas... no
lo he podido evitar..."



"Qu� pasar�a si esta tarde le cuento a mam� lo que has
hecho?"



"Por favor, se�orita, no lo haga, se lo suplico. La se�ora me
echar�a, no lo haga... por favor."



"Y puede saberse porqu� te estabas masturbando?"



"Me da verg�enza, se�orita... pero es que verla a usted, as�,
como una reina, y a la se�orita Fabiana como una esclava... no se que me pasa,
pero he sentido necesidad de tocarme..."



Decid� jugar fuerte con Mar�a.



"Ac�rcate Mar�a � la mucama dio dos pasos � Arrod�llate y
b�same los pies � le orden�."



La mucama cay� de rodillas con la cara iluminada.



"Ay se�orita, de verdad? De verdad que quiere que le bese los
pies? "



Iba a repetir la orden pero no tuve tiempo. Mar�a se hab�a
arrojado literalmente al suelo y ya estaba bes�ndome los pies. Me los besaba con
verdadera pasi�n. Yo estaba alucinada. Sin saberlo ten�a en casa dos aut�nticas
sumisas deseosas de ser mis esclavas. Dios, que suerte ten�a.


Aquella revelaci�n no solo me libraba del problema de que
Mar�a pudiera irse un d�a de la lengua, ahora sab�a del cierto que no lo har�a,
al igual que Fabiana, sino que adem�s me proporcionaba una nueva esclava.



Mar�a segu�a en el suelo bes�ndome y lami�ndome los pies.
Para mi sorpresa la o� sollozar. Con el pie le hice levantar la cabeza y la mir�
interrog�ndola.



"Es que soy muy feliz se�orita Anal�a, muy feliz. Yo tambi�n
quiero ser su esclava, ama Anal�a, yo tambi�n � me dec�a entre sollozos � se lo
suplico ama, ac�jame como esclava suya."



Yo estaba alucinada. No pod�a creer lo que me estaba pasando.
Ser�a cierto? Estar�a so�ando? Dos esclavas, dos, la mucama y mi prima. Las dos
beb�an los vientos por m�, porque adem�s era evidente que Fabiana estaba
enamorada de m�.



"Est� bien � conced� � al igual que Fabiana ser�s mi esclava.
Me obedecer�s en todo, absolutamente en todo, sea cual sea la orden que te d�.
Entendido, esclava?"



"S� mi ama, ser� absolutamente suya � se me entreg� Mar�a al
tiempo que volteaba la cara para besarme el pie con que se la hab�a levantado."



"Ahora desc�lzame una zapatilla y ac�rcamela � le orden�."



Mar�a obedeci�, me descalz� y me entreg� la chinela. La tom�
por la suela y la mand� acercar el rostro. �TRASSSSSSSHHHHHHHH! Le solt� un
tremendo taconazo en mitad de la cabeza. La mucama solt� un alarido y llev�ndose
las manos a la cabeza se puso a llorar.



"B�sala � le orden� acerc�ndole a la cara la zapatilla con
que le hab�a pegado."



La mucama baj� las manos y a�n llorando deposit� un beso
sobre las huellas que hab�an dibujado por su uso los dedos de mis pies en la
parte interior de la suela de la zapatilla. Me encantaba aquella humillaci�n
despu�s de pegarlas.



"Siempre que te pegue con uno de mis zapatos lo besar�s. �
Entendido esclava?"



"S� ama... s� mi ama... � contest� mientras a�n respiraba
entrecortadamente a consecuencia del sollozo."



Aprovechando que ahora la mucama de mam� tambi�n era mi
esclava, decid� interrogarla sobre la relaci�n que ten�an entre ellas. A�n me
ten�a intrigada aquella vez que observando desde el ojo de la cerradura de la
habitaci�n de mam� hab�a conseguido ver a Mar�a de espaldas y arrodillada, pero
sin alcanzar a ver nada m�s. Ahora era la ocasi�n. Mar�a hablar�a si se lo
ordenaba.


Mand� a Fabiana colocarse a cuatro patas frente a m� para
estirar las piernas y apoyarlas sobre su espalda. Luego mand� a Mar�a a que me
lamiera las plantas de los pies.



"Cu�ntame mucama, te llamar� mucama para diferenciarte de
Fabiana a la que llamar� esclava, dime, c�mo es la relaci�n que mantienes con mi
madre. Me refiero a cuando os encerr�is en su habitaci�n... ya sabes, lo que
hac�is por las ma�anas en que est�is solas... qu� te hace hacer, esas cosas, ya
me entiendes."



Mar�a se puso roja a pesar de lo oscuro de su piel. Me besaba
los pies pero no se atrev�a a hablar. Le propin� un golpe con la planta del pie
en la cara.



"Habla mucama, o quieres que te azote � la amenac�."



"Ama, la se�ora, su mam�, me tiene prohibido que le cuente a
usted lo que me hace hacerle. Su mam� me despedir�a si se entera. No me obligue
a contarle sus intimidades..."



"Ahora la situaci�n ha cambiado. Eres mi esclava y me debes
obediencia. As� que cu�ntame, no te apures, no sabr� nada."



Mar�a estaba atrapada, no se imaginaba que fuese a hacerle
aquella pregunta. De todos modos quer�a seguir siendo mi esclava y por tanto
deb�a obedecerme.



"La se�ora me hace lamerle la raja, mi ama, y tambi�n el
agujero del culo, son sus pasiones."



Ahora se completaba la imagen que vi parcialmente a trav�s
del ojo de la cerradura. No me lo quer�a imaginar, pero era evidente que algo
raro pasaba en sus habitaciones cuando se encerraba con la mucama. No se iba a
encerrar si lo �nico que se hac�a hacer era la pedicura o que la descalzara.



"Y t� accediste voluntariamente a complacerla?"



"En primer lugar porque me gusta la se�ora, me fascina y en
segundo lugar porque de negarme me echar�a y no quiero que eso suceda, por nada
del mundo y menos ahora. Ojal� la se�ora quisiera que tambi�n fuera su esclava.
Ser�a muy feliz."



"Creo que tendr� que hablar con mam�. Creo que podr� evitarse
un sueldo � dije para m�, sin esperar contestaci�n."



Dej� pasar unos d�as. Una semana concretamente. En esos d�as
fui poniendo cebos, provocando situaciones que pudiesen ser un poco violentas.
Iba a tratar a Mar�a de manera humillante, quer�a ver la reacci�n de mam�.



Aprovech� cuando estabamos todas juntas, b�sicamente a partir
del atardecer. Un d�a re��a a Mar�a porque consideraba que la sopa no ten�a sal,
otro la hac�a traerme un refresco al sal�n, mientras mam� y yo mir�bamos la
tele.



"Te tengo dicho que quiero la coca-cola con hielo."



Mar�a no lo sab�a, desde luego. Se me qued� un momento
mirando.



"No me mires. Ponme hielo, boba."



"S� se�orita Anal�a."



Mir� a mam� de reojo y v� que se sonre�a.



En otra ocasi�n mam� permiti� que Mar�a se quedara por la
noche con nosotras a ver la tele, como siempre detr�s del sof�, de pie.



"Eres demasiado buena permitiendo que la criada vea la tele
con nosotras. Creo que la malacostumbras. La pagas para que nos sirva, no? Pues
ver la tele no es servirnos."



"Pobrecilla, s�lo se lo permito de vez en cuando. S� que le
gusta mucho y as� la premio."



"Pues mira, que haga algo mientras tanto. Mar�a, ven aqu�...
ac�rcame el escabel, y qu� quieres que te diga, no me parece propio que una
mucama est� viendo la tele en el mismo sal�n en que est�n las amas."



Estir� las piernas y apoy� los pies en el escabel.



"Hazme un masaje en los pies, los tengo ardientes y
cansados."



La mucama obedeci� en el acto. Se arrodill� delante del
escabel, me sac� las zapatillas y comenz� a darme masaje en los pies.


Estuve como media hora gozando de las caricias de la
pueblerina.



"Uhmmm... es maravilloso mam�... no te apetecer�a que Mar�a
te hiciera un relajante masaje en los pies?"



"Pues la verdad es que me est�s dando envidia..."



"Venga, mucama boba... c�lzame y ve a hacerle un masaje a
mam� en los pies."



Mam� pareci� disfrutar mucho de aquella situaci�n.



Uno de los d�as esper� a que llegase mam� para montar una
escenita.



"Que sea la �ltima vez que me contestas cuando te ri�o,
criada est�pida � le grit� a Mar�a que no sab�a de que iba la pel�cula y le di
un bofet�n que la tir� al suelo."



"�Pero Anal�a...! � me reprendi� mam� aparentemen

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Relato: Fabiana
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