Relato: Trio en punta cana



Relato: Trio en punta cana

En enero de 2000 fuimos de vacaciones con mi mujer a Punta
Cana. Un lugar espectacular. Nos alojamos en un hotel cinco estrellas de una de
las cadenas m�s importantes del mundo. Est� rodeado de palmeras y todo tipo de
vegetaci�n tropical, playas amplias, agua tibia y sol permanente.


Es un para�so compuesto de 200 bungalow distribuidos en
grupos de cuatro y separados entre s� por bell�simos jardines. Hab�a animales
sueltos, tipo pavo real y otras especies circulando por all�. Realmente, un
lugar de ensue�o.


La mayor�a de los ocupantes eran europeos y hab�a unos
cuantos argentinos como nosotros.


Disfrutamos mucho nuestra estad�a. Desayuno descomunal por
las ma�anas, playa, unas copas y algo para picar al mediod�a. Descanso por la
tarde, playa nuevamente o piscina, vuelta y ducha. Cena majestuosa, caf�, copas,
diversi�n, baile y a dormir.


El calor, la playa, el ambiente todo, nos manten�a m�s que
excitados y hac�amos el amor cada vez que ten�amos oportunidad. Pod�a ser a la
ma�ana antes de desayunar, a la siesta, al regreso de la playa o a la noche.


Eras encuentros apasionados, dulces, con tiempo para hablar,
fantaseas y experimentar trucos nuevos.


Despu�s de 25 a�os de matrimonio esto era fundamental y
aprovechamos todo el tiempo. No ten�amos preocupaciones ni adolescentes
(nuestros hijos) alrededor. No ten�amos horarios ni que pensar en cuentas por
pagar. En una palabra no ten�amos el "stress" habitual de nuestros d�as en
Buenos Aires.


Mi mujer iba a clases de gimnasia en la piscina mientras yo
paseaba deslumbrado por las bellezas naturales del lugar y sobre todo por la de
las mujeres que, casi todas haciendo topless y con diminutas tangas, pululaban
por all�. Si no, me pon�a a leer alg�n libro mientras tomaba sol en una
reposera.


Un d�a mientras hac�amos el amor Josefina me coment� que el
instructor de gimnasia era un muchacho joven que la atend�a con particular
deferencia y que la miraba siempre sugestivamente, como si quisiera hacer algo
m�s con ella. Que hab�a notado que en los shows de la noche (de los cuales
participaba tambi�n junto al grupo de animaci�n del hotel) siempre la estaba
buscando con la mirada.


Mis ratones empezaron a funcionar a mil porque tal vez
exist�a la posibilidad de hacerle una fiesta a Fina, en la que pudiera
participar alg�n invitado especial.


Esa noche al igual que las anteriores, despu�s de cenar,
fuimos a tomar unas copas y a disfrutar del espect�culo y baile.


Tomamos unas cuantas cervezas bien heladas y un par de copas
de ron (la vitamina "R" de los dominicanos) que nos empez� a poner algo alegres.


El ambiente ese d�a era especial. Como estaba por terminar la
estad�a de la mayor�a de los grupos asistentes el show fue m�s zafado que de
costumbre y flotaba en el aire una cierta sensualidad. Las mujeres luc�an
espectaculares, parec�an todas diosas sexys y los hombres est�bamos todos
embobados y bastante alzados. Se hab�a formado un clima muy, pero muy especial
esa noche.


Ella estaba m�s bonita que nunca. Luc�a una solera negra
ce�ida al cuerpo que le marcaba todas sus curvas. Era muy costada y corta, tipo
minifalda. Estaba deslumbrante y pude observar que muchos hombres la miraban con
deseo.


Estaba calzada con unas sandalias de tiritas y taco muy alto
que le hac�an lucir m�s sus piernas bronceadas. Ten�a un aire sensual,
pecaminoso y sexy.


Sent� que la amaba con toda la furia y me calentaba verle
mover su cola redonda y sus generosas caderas cuando bailaba merengue.


Sus pechos, sin corpi�o, se sacud�an vertiginosamente al
ritmo de la m�sica y su corto vestido, incapaz de contener el movimiento de sus
piernas, se arrollaba en sus muslos escandalosamente.


Verla as� me hac�a poner dura la verga.


Nos detuvimos a descansar un rato y pedimos champagne, tan
exquisito como mortal.


Nora bebi� r�pidamente su copa y sus ojos relampaguearon.
Estaba un poquito alegre y muy caliente.


Me estaba por contar algo cuando el joven de la gimnasia, a
qui�n hab�a observado mientras bail�bamos que no le sacaba los ojos de encima ni
a�n cuando yo lo miraba, se acerc� a nuestra mesa y me pidi� permiso para
invitarla a bailar.


Tengo que reconocer que ten�an buena figura. Alto, piel
oscura, vestido con ropa blanca, ojos vivaces y sonrisa amplia en una boca
grande.


Me di cuenta que mi mujer se puso contenta al verlo y se
sinti� halagada por la invitaci�n. Mir�ndome para buscar mi aprobaci�n se
levant� y sali� a bailar con el muchacho.


Bailaron cuatro temas seguidos y not� como el pantal�n del
joven dibujaba una larga pieza de carne por debajo de la tela, produci�ndosele
una suave erecci�n a ra�z de mirarle el escote a mi mujer y tenerla tomada de la
cintura.


Deber�a tener alrededor de 25 a�os. Mi mujer casi 50 y yo 54.
Evidentemente �ramos un tr�o bastante singular, pero con ganas de divertirse y
pasar una noche que podr�a llegar a ser inolvidable.


Mientras el muchacho llamaba al camarero pidi�ndole m�s
champagne, le susurr� al o�do a Fina si no le gustar�a comerse ese caramelito.


Me mir� con una sonrisa c�mplice y una ola de rubor ilumin�
su bello rostro.


Con un destello de lujuria contest� algo que me revent� la
cabeza: "No se si voy a poder con los dos". Estaba todo dicho.


Le suger� que se fuera a pintar los labios y cuando me qued�
solo con Jos�, que as� se llamaba el muchacho, le pregunt� si no le gustar�a
acompa�arnos al bungalow a tomar unas copas.


Acept� de inmediato con una sonrisa que le iluminaba su
rostro moreno.


Cuando ella regres�, gui��ndole un ojo, le inform� que hab�a
invitado a Jos� a nuestro bungalow.


El muchacho se apart� un momento yendo hacia la cocina donde
de provey� un otra botella de champagne y de una de ron.


Nos alcanz� r�pidamente cuando �bamos caminando por los
jardines del hotel.


Nora, que qued� en medio de ambos, enlaz� nuestras cinturas
con sus brazos y mir�ndome con una mezcla de lujuria, alegr�a y agradecimiento,
me dio un profundo beso de lengua que yo respond� bajando la mano hasta alcanzar
su culo que desbordaba desde su peque�a tanguita.


Mientras le tocaba las nalgas, suspendi� su beso y girando la
cabeza mir� al joven y le acomod� un beso que lo dej� dur� y dura tambi�n a su
verga como se pod�a ver claramente bajo su pantal�n.


No se puede decir que con ello se rompi� el hielo ya que los
tres sab�amos claramente para que est�bamos yendo hacia el bungalow.


Apenas entramos, Fina, que ya estaba lanzada, sac� unas cosas
de la valija y se fue al ba�o.


Jos� se dispuso a preparar los tragos y yo alist� la c�mara
fotogr�fica ya que no quer�a perder detalle de este trascendental encuentro.


Hicimos un brindis mientras esper�bamos que mi mujer saliera
del ba�o.


Cuando lo hizo, el muchacho no pod�a creer lo que estaba
viendo y yo...tampoco.


Nora parec�a una diosa sexy: sandalias con tacos muy altos y
finitos, una tanguita de encaje tipo "hilo dental", un corpi�o con medialuna de
encaje y aro modelador, que elevaba sus pechos como dos globos apenas tostados
por el sol, con pezones erectos y duros.


Ten�a los labios y ojos intensamente pintados que le daban un
aire de puta que hubiera hecho parar a un muerto.


Todo estaba listo para la fiesta y ella, desafiante, nos
pregunt� que era lo que esper�bamos mientras se tomaba otra copa de champagne (y
ya iban....).


Nosotros tardamos una fracci�n de segundo en quitarnos la
ropa. Luego, con aire de calentura y mirada de fuego, mi mujer se me acerc� y
comenz� a besarme.


Jos�, expectante, se acariciaba su pene que iba tomando forma
y consistencia.


Despu�s de unos instantes ella se desprendi� de mis brazos y
dirigi�ndose a �l repiti� la maniobra, solo que esta vez baj� su mano para
tantear el pedazo del joven que estaba duro como una roca.


Lo acarici�, lo paje�, lo apret�, se lo restreg� por la
barriga y sin dejar de besarlo le meti� la lengua hasta la campanilla.


Jos� met�a mano por todo el cuerpo de mi mujer como queriendo
agarrar todo al mismo tiempo pero sin llegar a lograrlo. Su pija comenz� a
gotear l�quido seminal y se le puso roja y brillante.


Mi mujer se la apretaba con furia y de pronto se separ� y lo
mir� a los ojos en forma lujuriosa.


El joven le apret� las tetas y comenz� a chup�rselas pasando
de una a otra.


S�bitamente ella lo apart� empuj�ndolo sobre la cama, lo
acomod� en el borde y en un acto de sumisi�n y deseo se arrodill� entre sus
piernas, tom� la pija con ambas manos y la chup�.


Jos� suspiraba, gem�a, gritaba y le tiraba de los pelos para
impedirle que lo hiciera acabar....pero fracas�. La mamada era muy intensa e
instantes despu�s el muchacho derramaba su leche en la boca de mi mujer, que se
lo banc� todo sin desperdiciar nada. Trag�, se relami� y continu� chupando hasta
que el joven casi se desmaya. Es toda una especialista en la materia.


Yo sacaba fotos y disfrutaba observandola en una aptitud
desenfrenada y promiscua, disfrutando totalmente de su sexualidad.


Ese fue el primer polvo, pero quer�a m�s....y lo consigui�.


Me causaba gracia que con el argumento de estar muy
predispuesta a todo lo que viniera se tom� dos copas m�s de champagne y dijera
que no le hac�a efecto, cuando en realidad estaba borrachita y se notaba en lo
suelta y perversa que se la ve�a acarici�ndose las tetas, sob�ndonos las pijas,
pas�ndose los dedos por los jugos de su concha y, ya mojados, introduci�ndolos
en nuestras bocas hasta enloquecernos.


Bailaba en medio de ambos con una copa en la mano, al ritmo
de la m�sica que emit�a un canal de audio del bungalow.


Despu�s de un rato nos sentamos en el sill�n. Ella en medio
de los dos y con una calentura tal que comenz� a manotear los dos miembros, a
besarnos, despu�s se inclin� a mamarlos, saltando de uno a otro.


Nuestras manos le acariciaban sus hermosas tetas, su concha
ba�ada de jugos y su magn�fico culo.


De pronto se puso de pie, subi� a la cama, se acomod� en
cuatro patas con el culo para arriba apoyando su cabeza en el colch�n y con
ambas manos se abri� los cachetes en la m�s elocuente provocaci�n para que la
cogi�ramos como una perra.


Jos� dio un brinco y se fue derecho a chuparle la concha y el
culo. Hundi� la cara entre las nalgas y chup� desesperado, subiendo y bajando,
introduciendo la lengua entre los pliegues y esperando enloquecerla.


Mi mujer gritaba, temblaba, gem�a, suspiraba y acababa sin
parar. Nunca la hab�a visto as� y me sorprend�a.


Saqu� algunas fotos m�s, despu�s sub� a la cama y me ubiqu�
frente a su boca. Me atrap� la pija con los labios como si fuera una aspiradora
y comenz� a mamar con una fuerza y deleite como nunca antes lo hab�a hecho
conmigo y eso que era algo frecuente que practic�bamos.


Tuve que hacer un esfuerzo para no acabar r�pidamente, ya que
la situaci�n me volv�a loco.


Me solt� de golpe y mir�ndolo a Jos� le pidi� que la cogiera.
Este retir� entonces su cara del agujero del culo, se aproxim� y apunt� su verga
dura como un fierro a los pliegues de la concha. La hundi� en un solo movimiento
hasta los pelos.


Serruch� vigorosamente. Eso dur� como diez minutos hasta que
se detuvo y escupi�ndole el agujero trasero empez� a presionar con la punta de
su pija lubricada y brillante.


Empuj� y entr� en el culo que se dilataba como una flor. Su
buena pija se abri� paso hasta perderse en el agujero tan preciado de mi
ardiente y adorada mujercita y sent� celos, debo confesarlo.


Empez� a moverse y ella a acabar incansablemente, emitiendo
sonidos, movi�ndose y retorci�ndose como nunca.


�Qu� cosa tan s�rdida estaba presenciando! Un desconocido
estaba cogiendo y por el culo a mi mujer delante de m� y yo observ�ndolo como si
nada, mejor dicho con una erecci�n de aquellas.


Est�bamos muy calientes los tres y totalmente bebidos.


Jos� acab� pronto llenando el soberbio culo de Fina con
abundante leche que rebasaba el agujero.


Eso provoc� que, a pesar de la sensaci�n extra�a que sent�a,
acabara en su boca.


Ella se tom� toda mi leche y despu�s nos desplomamos los tres
sobre la cama con los cuerpos enredados y exhaustos.


Despu�s nos higienizamos y antes de que Jos� se retirara
tomamos otra copa de champagne.


No lo volvimos a ver porque el d�a siguiente dormimos mucho
tiempo y cuando nos despertamos, sin tocar el tema de la noche anterior para
nada, salimos a caminar por los jardines del hotel y despu�s de cenar, sin
concurrir a ver el show, regresamos a la habitaci�n a preparar las valijas
porque a la ma�ana sal�amos de regreso.


Fue una experiencia especial y no se a ciencia cierta si
quisiera que se repitiera. Por un lado mis ratones me llevan a incitarla a
mantener relaciones con otros hombres delante de m� y cuando lo estaba haciendo
me sent�a raro, con una especie de nudo en el est�mago y prueba de ello son las
fotos que saqu� que salieron casi todas movidas o fuera de foco.


�Lo volver� a hacer? Es una duda que ronda siempre mi cabeza



Euge




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Relato: Trio en punta cana
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